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De vez en cuando, me pregunto si *Saïda ya debe de haber


recibido nuestro envío. Hace dos semanas que
volvió l°expedición de familias que habían acogido niños
y niñas a Festivo. Carolina, la de la cara sonriente, no
iba al mismo campamento donde vive *Saïda, pero nos
prometió que durante el viaje encontraría alguien que
fuera y pudiera traer la carta y el paquete.
-Estate tranquilo, hombre -dice l°ăvía-, porque
antes aquí tampoco funcionaba el correo como por ejemplo y no
existían los mensajeros. Las cosas tardaban, pero no
se perdían.
L°abuela ha venido a casa porque es Nadal y así se-
*tarem todos juntos. Cómo que yo tengo vacaciones y los padres
no, se queda conmigo, vamos a pasear o al *cine, todavía
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que la pobre s”duerme así que se apagan las luces y después
volviendo hacia casa le he ďexplicar l”argumento...
Hace unos días, la madre y ella fueron a la visita del médico.
Esto también lo hace casi siempre que viene del pueblo.
Siempre que l”abuela llega a casa me pone al cabo de la calle
de todo el que pasa a *Benalest y me cuenta cosas de mis
amigos, sobre todo de *joan.
-Tu mejor amigo del pueble t”envía recuerdos.
Cada vez que me ve me pregunta por tú, le agria-
*daria que viniste todos los fines de semana, y a mí
también, sabes? -dice l”abuela un poco triste.
-Esto depende de los padres, pero te promete que cuando
sepa conducir y tenga coche, iré todos los sábados
y te llevaré a pasear conmigo y también traeremos ]*oan,
que de seguro que entonces ya no se disfrazară y no
nos hará pasar vergüenza -contesto yo.
-]o, vergüenza?, esto es que no me conoces...
Cuando era joven me disfrazaba todos los años en
las fiestas de *Benalest con mi pandilla, y, además,
por Carnestoltes.
-No m”lo puedo creer... -le suelto.
-Y hablante del que se disfraza... Sano madre me ha hecho
un encargo para la tuya.
-Qué es?
-Tenía que ser una sorpresa, pero *tiho contaré...
-Quién tiene una sorpresa?, la puedo saber o es
para menores de doce años? -pregunta el padre, que entra
con l”abrigo de la ăvía a la mano, porque se°n van a la calle.
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-Noticia: la familia de Joan acogerá un niño *sah-
*rauí porque paso el verano a *Benalest -anuncia ella.
-Sí?, como lo sabes?, será también una niña como
Sano'ı'*da?, lo has dicho a la madre?
-A veces no sé si tengo un nieto o una metralleta...
-dice l”abuela riendo.
-Es que no sabes la *il-*lusió que me hace! Debemos de
haber sacado la moda?
-Si esto significa hacer conocer las condiciones en
que viven los refugiados saharauis *í no nos lo tomamos
como un capricho, está muy bien. Yo preferiría decir que
hemos sido los adalides.
-Venga, madre, que tenemos el tiempo justo para llegar
a hace falta médico -dice el padre a la abuela, dándole prisa.
-Pero, si es aquí al lado -contesta ella.
-Hoy no irá a la visita del de siempre, que
no *sein recuerda?, le toca aquel que es a *lialtra banda
de la ciudad.
-Pero, si ya has ido a la consulta del médico! Es
que estás enferma?, donde te hace daño? -pregunto yo.
-Nada, nada, hijo mío, que todo lo quieres saber, Ferran...
Es la revisión de todos los años, porque a mi edad
me tengo que cuidar mucho, estés tranquilo.
Me da un beso ďaquellos que dejan sordo, pero
m`@e's igual, y me abraza fuerte como el día que llega a casa.
-Venga, íos ya, de seguro que hay mucho
tránsito y tardaréis una eternidad -*nfhe deshecho de *Yabraçada
porque, de repente, he recordado que
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hoy viene *Didi a jugar. Cómo he podido olvidarlo?, si
nos hemos telefoneado tres veces para poder quedar
en Vacaciones...
L°espero de cara a la tele, porque acaba de *co-
*mençar una ďaventuras, ďaquellas donde todo el mundo va
vestido a la antigua, los hombres con los cabellos largos,
ligados en una cola y traen espadas, las mujeres con
faldas que parecen globos de tan anchos. Vaya!
Esta ya la he visto, es de *corsaris! [hija del tesoro.
Es el primer libro que me recomienda el padre y que
no m”he leído hasta hace poco, bien es verdad que habría
preferido hacerlo antes. *Guai, *guai..., la vería cien
veces. Ahora querría que *Didi tardara un poco, para
poderla acabar. O quizás s” apunta...
ZZzzzZ
]a hemos conseguido acercarnos a la nave que hemos
seguido durante horas. Ahora, con las espadas *desem-
*beinades y el gesto más amenazante que somos capa-
*ços de poner, nos lanzamos a coger las riquezas que
transporta.
-Al abordaje! Doble ración de ron a quien encuentro
su capitán! Adelante los piratas más temidos desde
la Mediterránea hasta el Caribe, más feroces que
los de la mar de China!
Mis marineros no tienen miedo de nada, pero
m°gusta animarlos al combate. También queda bien
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dar caña a los infelices que dejaremos más limpios que
Truco después del baño:
-Y vosotros, tembláis, cobardes! No os molestáis
a defender l°oro y los tesoros, porque pronto tendrán
nuevo propietario, ha, ha, ha! Pensáis esconderlos? Pues,
no vale la pena, porque ya son nuestro botín. Por todas
las islas del *Caribl, por John *Silver y *Barbanegra que
serán nuestros, como que me llamo Ferran l”Ingenioso y mi
nave la *Ínzı*enciblel
Mis *corsaris, con los peines que tienen, *sem-
*bren el pánico allá donde aparecen. Sólo al #ver las
cicatrices que los cruzan el rostro, las bocas *desden-
*tades, los pendientes a las orejas y las armas que los
cubren de arriba abajo, todo el mundo se afana a ponerse
a salvo, es decir, que se lanzan a la mar, dejando
atrás las riquezas y los barcos. Pero esta gente
que abordamos hoy no tiene miedo de nada. Quieren luchar?,
pues, lucharemos!
A pesar de mis advertencias, los ignorantes se
resisten. Aunque los *escridasse, para evitar la pelea
y facilitar una rápida rendición, ď*envalenteixen
y sacan unas espadas enmohecidas y unas pistolas que
parecen de *oguet. Esto no... Vale que haya que luchar por el
botín, pero con este tipo de resistencia preferiría
que se lanzaron a la mar, porque así no hay rival.
-Medís vuestras fuerzas, pandilla ďasnos, o todos
pasaréis por la *quilla -los anuncio yo, llamando tanto
como puedo.
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De repente, mis piratas quedan para!-*litzats
cómo por encantamiento. Es un espectáculo que nunca
había contemplado: Cesc lo Torcido s°ha quedado amena-
*çant un marinero con l”espada en alto, Martí lo *Des-
piedad, colgando de la cuerda que l°ayudaba a abordar,
como el péndulo d°un reloj de pared. *Lucrècia la Condesa
no ha llegado a disparar un tiro, mientras
que Damià Sin Mano no ha acabado ďenganchar,
con el *garfi que hoy estrena, el cuello de la camisa
del capitán asaltar.
Por todas las patas de palo! Eso sí que no lo
esperábamos! Un pacífico *galió con valiosas *mercade-
rías, sí. Pero este cañón giratorio de medida colosal,
de bronce del nuevo, de tecnología punta y que
no tenemos ni idea de dónde ha salido, no. Esto no s” vale!
Si lo llegamos a saber... Este barco parece una
fragata! *Bum! Una bala ha salido del cañón como una centella,
como un trueno.
-Ah! Todo el mundo cara abajo!
No sé si se enteran de mi orden, porque
yo he sido el primero a seguirla y tengo la cabeza protegida
por los brazos. No creo que hayan sentido mi voz.
Espero... ]a ha pasado el peligro. Levanto la vista despacio
y que veo?: nuestra vela mayor agujerea-
*da. Así que no nos disparaban a nosotros, sino a nuestro
barco. Cómo se puede ser tan desconsiderado?
Es l”único medio que tenemos los fi*libusters por *gua-
*nyar-*nos la vida.
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-Qué pensabais, desvergonzados?, que nos deja-
*ríem *capolar sin defendernos? -dice un hombre alto,
con los cabellos rizados, que aparece detrás del cañón.
-Quién sois? Quizás estos mercaderes han contraigo-
*tat un servicio de seguridad para protegerse de los piratas?
-pregunto.
-Habéis acertado de *plel, así es. Al fin y al cabo, no
sois tan burro como parecíais hace un momento, de bono-
*caterrosa y tembloroso.
-Tembloroso, yo? Ferran el Ingenioso? Este *atre-
*viment lo pagaréis caro -dique muy ofendido, todo dispuesto a defender
en cuerpo y alma mi prestigio-. Pero, antes
de morir, os doy *Foportunitat de presentaros.
A quien tendré l”honor ďenviar a los tiburones, caballero?
-No creo que podáis hacer historia, porque seríais
el primero a vencer el célebre mercenario Ahmed l”*Ago-
*sarat.
-Ahmed, decís? En este caso, alto el fuego! -m”he
quedado de piedra-. Pero, no es posible... Así que no
sois una leyenda?
-D”esto nada, ya lo veis. Pero, que significa vuestra
orden? Por qué habéis mandado a vuestros hombres
que dejan de luchar?
-Porque si sois quien yo creo, somos germanos.
-Yo sólo tengo una hermana, *Saïda, y su vida
es la razón de la mía. Yo también he sido pirata, y antes
ďesto. bucanero, como vosotros, hasta que reuní el
más grande tesoro que sea posible imaginar. Todo lo
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he hecho para pagar el rescate de mi familia, *ostat-
ge *diun jeque enemigo, así que ya estáis explicándome
esta broma.
-En broma nada, yo soy el mejor amigo de vuestra
hermana, ella me ha hablado tanto de vos, que sois para
mí como un hermano, *inclús sin conoceros. Tenéis que
saber que ella ha sido *lialliberadora de vuestra
familia y ďotras que seguían prisioneras. La suya va-
*lentia y *intel-*ligència son muy conocidas y admiradas
en todo el mundo.
-Si esto es cierto, dejadme acompañaros y traedme
con ella, que estos ya no me necesitan.
-De acuerdo, suspendemos *Fabordatge! -ordeno a mi
pandilla.
El griterío que *siestén por el barco me hace temer
un disturbio, es decir, que la tripulación m°abandono por
haberlos hecho perder su parte del botín. Por suerte,
han entendido perfectamente mi orden y, como siempre,
me han apoyado.
-Muy bien, Ahmed, cogéis vuestras cosas *ive-
nido a nuestra nave, que os traeremos con vuestra
hermana.
-Capitán Ferran, capitán Ferran! -me avisa *Lucrècia.
Me giro justo para #ver como el palo mayor, partido
por la bala del cañón, empieza a caer sobre nosotros.
Esta es el fin...
-Ferran, Ferran, t”has dormido mirando la tele!!!
-dice *Didi, zarandeándome.
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-Hola, *Didi! Ahora m”doy cuenta que soñaba, todo por


culpa de la por el-le de piratas... M”he quedado tostación, es
que estoy muy cansado.
-Sí, de tantas vacaciones, como dicen los padres.
-A tú también t”lo dice Carolina?
-Y tanto, si fuera por los mayores pasaríamos las vacaciones
haciendo los deberes. Pero yo lo tengo solucionado, porque los
acabo los dos primeros días, trabajo sin cesar, no salgo
de mi habitación, pero después... la gloria, jugar,
tele, salir como hoy...
-*Caram, *Didi! Tú sí que t°lo sabes montar.
--Vamos a tu habitación, Ferran, que hemos
ďaprovechar la tarde, porque Carolina vendrá a *ar-
replegarme a las ocho y no quiero quedarme a medias,
como siempre, que viene a buscarme cuando mejor m”lo
estoy pasando.
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Sólo falta un mes para las vacaciones de Pascua,
entonces iremos a *Benalest una semana entera.
Había pedido a los padres que me dejaron invitar
*Didi, porque le he hablado tanto de los amigos ďallá y de los
juegos que inventamos que querría venir con nosotros.
Yo pensaba que dirían que sí, pero ha sido que no.
Según ellos, este año no haremos aquello de siempre, porque
m°han preparado un programa muy especial. No lo
entiendo, de primero quieren que me haga amigo de todo el mundo
y después me cortan el rollo!
Por cierto, l”abuela vuelve a estar en casa. Bien es verdad que
nos visita más que antes. Aunque viene para visitar
los médicos, preferiría que nunca se n°fuera, porque
*arnb ella la casa siempre parece llena, me prepara la 24

merienda, me repasa .la lección y no se cansa ďescuchar


las historias de l”se-cuela.
A mí me hace la merienda, pero ella cada vez *men-
ya menos, y cuando le digo ďsalir a hacer un tumbo siempre
está cansada. Cuando suyo al *sofa para leer o mirar la tele,
Truco no se separa de su lado, parece un perro
diferente. Ahora no se lanza sobre ella cómo antes, ni la
lame como un loco, sólo se queda tumbado a sus
pies y así hasta que l°*àvía se levanta y se”n va a otro
lugar. Entonces, la sigue como un *borreguet. Tengo
miedo que se vuelvo un perezoso y ya no quiera jugar más
como mí *miagrada.
Pecho, pecho, pecho. Pecho, pecho, pecho.
-Qué ruido es este? -pregunta l°ăvía.
-Es el nuevo teléfono móvil del padre, ya l”cojo yo.
Voy rápidamente, no sea que cuelgan. La madre
m°ha dicho, cuando se ha ido, que lo paro s”había *dei-`
chat el móvil y que esperaba una telefoneada muy
importante.
-Diga°m.
-Tomàs?
-No. Soy Ferran.
-Hola, soy Carolina. Son los padres contigo?
-No, están trabajando, pero m”han dicho que *aga-
*fara el teléfono, porque esperaban una telefoneada
importante.
-Han hecho bien, porque se trata ďuna cosa que te
hará mucha *il-*lusió -responde ella.
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-A mí? Por qué?
-Esto ya t”lo dirán los padres. De momento, podrías
darlos un mensaje?
-Sí, está claro.
-Los tienes que decir que tienen que traer una fotocopia
de los pasaportes donde ellos saben, antes del próximo
lunes.
-Dónde? -pregunto, porque no sé de que me habla.
-Ellos ya lo saben, tú digas el que has sentido y ya
n”hay bastante. Recuerda: una fotocopia de los pasaportes,
antes de lunes.
-Donde ellos ya saben -completo yo.
-Gracias, Ferran. Ah! Recuerdos de *Didi, que, por
cierto, m”ha encomendado que te diga que ha entendido
por qué no puede ir a *Benalest y que se alegra.
-*Qua??
-Esto que has sentido. Pronto lo entenderás tú
también. Un besito para tú y otro para los padres -es
su despedida.
Tanto de misterio m°esteă tocando la nariz.
-Quién era? --pregunta la ăvía, levantando la vista de la
bufanda que m”está tejiendo.
-Carolina, una amiga de los padres. Quería darme
un mensaje sobre unos pasaportes.
Que demonios pasa? Los padres, que hace años que
no viajan, tienen que traer sus pasaportes a un lugar
que sólo ellos conocen y, para rematarlo, un amigo
comprende que no se°l invito. Sabéis? Se más sencillo
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estar en quinto B, estudiar matemáticas y hacer *co-
*mentaris de texto. *Caram! Los deberes! Si me n°había
olvidado...
-*Booona *niiit! -es la voz del padre, que ya ha *ar-
*ribat a casa.
-Estoy haciendo los deberes! -contesto yo, a plenos *pul-
mundos, desde mi habitación.
-M°ha telefoneado alguien? -dice el padre *guaitant por
la puerta.
-Sí, Carolina. Después t”lo contaré, ahora déjame
acabar -le suelto.
Si está esperando que le pregunto y le haga el juego del
misterio, lo tiene claro...
El tema no se puede aplazar más allá de la cena.
Cuando ya estamos todos #reunir a mesa, la madre, el padre,
l°abuela, yo *iTruc, a los pies de quien ya sabéis, es la madre
quien pregunta.
-A ver, qué mensaje ha dejado Carolina?
-Que ya no hay que fotocopiar los pasaportes y que
*Didi s”ha tomado fatal esto de Pascua.
-Cómo? Que no hay que fotocopiar..., que el niño
está enfadado... -la madre s”ha encendido, mira el padre y después
la abuela.
-Es una broma, madre, no te pones así, pero es
que creo que tengo ya suficiente edad porque me contais las
cosas -ahora soy yo l°enfadado y creo que con razón-. Bien es verdad que
tenéis que llevar los pasaportes donde vosotros
sabéis (misterio número 1) antes del próximo lunes
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y que *Didi entiende por qué no puede venir a *Benalest
(misterio número 2).
-puesto que estás tan interesado a resolver misterios,
te diremos aquello que reservábamos para l°último momento
-dice el padre-. La madre y yo hemos decidido hacer un viaje
durante las vacaciones de Pascua.
-No n” había para tanto... -contesto decepcionado.
-Y si te decimos que el viaje es en avión, que nos
acompañarás y cuando llegamos verás *Saïda, el desierto,
el campamento...
-Ferran! Reacciona!!! -dice l°abuela.
M°he quedado boquiabierto, sin palabras. Cómo
podía imaginarme nada de semblante?
-Esto resuelve el misterio número 1 -apunta la madre-,
si te decimos, además, que hay que traer los pasaportes a la
Delegación de la República Saharaui, porque preparan
los documentos necesarios para viajar allá.
Todavía no puedo hablar, me siente estúpido por no
haber confiado en los padres. No hablo, pero todavía puedo
pensar: mi mente encuentra una cuestión pendiente.
-Y el misterio número 2? Por qué *Didi lo entiende
todo? -pregunto.
-Es clarísimo, hijo -responde l°abuela, con un suspiro-.
Porque este año no vendréis a *Benalest por vacaciones y,
además, tú tendrás *Foportunitat de visitar *Saïda. Creo
que demuestra ser un buen amigo, no encuentras?
Está claro que lo es, y los padres, unos padres fabulosos,
y yo, una vez más, me n°he pasado de sabido...
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*Ifendema, luego que me despierto, mi
primer pensamiento es para el viaje. Recuerdo el día
que fuimos a casa de Carolina con el paquete para
*Saïda. Ahora es nuestro turno. No puedo esperar a llegar
a clase, qué ganas tengo de contarlo a todo el mundo!
Quizás *sera como el primer día, cuando no se creían aquello
que escribí a la redacción.
*Des ďesta mañana, señalaré en el calendario los
días que faltan para el viaje.
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Son las cuatro de la madrugada y todavía no nos n”hemos
ido a la cama. De hecho, se hará de día mientras queremos... Hace *ust
tres horas que ha empezado nuestro viaje en el Sáhara.
Los padres y yo hemos venido con un autobús al aeropuerto,
que no es el mismo de donde recogimos *Saïda, tan cerca
de casa. Este es a doscientos kilómetros y hemos tardado
a llegar, porque había que parar en muchos pueblos a recoger
viajeros. Casi todos traían el mismo modelo de bolsa
que nosotros, imaginaos... de plástico, de cuadros
de colores, inmensa..., llena de regalos para nuestros
amigos. Además, nosotros la hemos envuelto con cinta
adhesiva para precintarla, por miedo que se rompiera.
También m”he fijado en otra cosa: un puñado
de viajeros llevaba unos extraños paquetes *rectangu-
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*lars y planes. Cuando lo he preguntado al padre, m°ha
contestado que son placas solares, porque es l°única
posibilidad que hay al desierto ďconseguir *elec-
*tricitat para las *haimes. No tengo ni idea de cómo
funciona, pero m”gustaría saberlo. No parecen
*facils de llevar, deben de ser frágiles, porque las *instal-
*laven al maletero de l°autobús con mucha cuenta.
Cómo no teníamos que tardar siglos?
-Padre, cabremos todos al avión? -pregunto, después
de mirar atrás y ver la cola de gente.
-N°estoy seguro! Aunque traemos tanto ď*equi-
paje... sin contar la barbaridad de caramelos que
llevas para los amigos de *Saïda.
Todos formamos un fıla ante ďuna señorita que
pone una etiqueta a las maletas y, después, las deja
en una cinta *transportadora que, según los padres, va
directa a l”avión. Nosotros no entraremos así, no. Los
viajeros van por un pasillo que, al final, se ajusta a la
puerta de l”avión. ]o creo que es para evitar que los que
tienen miedo de volar puedan huir en l”último momento.
No hay *escapatoria. Se claro que yo no sufriré este
problema, con las ganas que tengo... Esto que, poco
antes de venir, las cosas se torcieron por un motivo
que nunca habría imaginado.
El caso es que durante unos días estuvimos a punto,
pero a punto de verdad, de no hacer el viaje. No sé como
decíroslo. Los más avispados y las más listas quizás
os debéis de haber dado cuenta que la salud de l°abuela era mucho

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delicada. L” última estancia que hizo en casa nuestra fue


l°última de verdad, porque nunca más volvió a *Benalest.
Hace tan poco de tiempo que ha pasado todo, que encara no
lo puedo contar como querría, es decir, como si nada. L” abuela
estaba más enferma del que nos pensábamos.
De la última visita al médico fue directa a *lihos-
*pital, donde se quedó unas semanas. Después, como que
la médica dijo a los padres que se encontraba tan grave
que no había ninguna posibilidad que sobreviviera,
volvió a casa, para acabar sus días tranquilo-la entre
los que más estimaba. El padre dejó de trabajar para
atenderla, sólo se separaba *diella cuando volvía la madre
del trabajo.
Yo no sé cómo es esto normalmente, pero a mí me
pareció demasiado rápido. Una tarde, a la puerta de l”se-
cuela, me esperaba el padre muy serio y me estrechó
de tal manera entre sus brazos que me sobrecogió.
Me dijo que tenía que ser fuerte y valiendo, porque l°abuela '
ya no era con nosotros. No tuve ni tiempo ďentrar
al coche antes de echarme a llorar. Me sentía cómo si
todo *siacabara, como si hubiera desaparecido l°escuela, el
cielo, la tierra, todas las cosas. Cuando lo conté a la madre,
me dijo que era cómo si ella s°lo hubiera llevado y sólo
nos hubiera dejado las lágrimas a los ojos. L” abuela
ya no estaba en casa y yo no la podía ver nunca más.
El padre dice que ha tenido una buena muerte, porque
no ha sufrido y se n°ha ido sin darse cuenta. D°una
parte, me gusta saberlo, pero de l”otra me da rabia
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no haber sido con ella para decirle adiós, para decirle que
lo estimaba... En aquellos momentos, nadie pensaba ya
en el viaje, ni yo mismo. Un día después la van *inci-
*nerar, que era el que ella había pedido. Los padres lo
supieron porque, cuando ella šenteró que le quedaba
poco de tiempo, escribió en un papel una cosa que se
llama últimas voluntades, es decir, qué quieres que hagan de tú
los que t°estiman. La madre dijo que había sido
una idea muy sensata, porque así estaban seguros que
el que hicieron seria el que ella quería. Pero, yo en esto
no querría ni pensar.
El domingo siguiente *anarem a *Benalest y esparcimos
las cenizas de l”ăvía donde ella pidió, a l°huerto
de sano casa, que había sido antes de sus padres, donde
tanto había jugado cuando era *menuda. La madre de ]*oan
me dijo que no se había perdido nada, que era como tan-
puesto que un círculo y que la vida continuaba... con nosotros.
Según la madre, ahora tendríamos que hacer nuestro el que ella
nos enseñó y transmitir, así continuaríamos juntos.
Unas semanas más tarde, me sorprendió que
la madre me pidiera que *Yacompanyara a comprar
ropa para la familia del desierto. Yo me pensaba que
ya no haríamos el viaje.
-*Ifàvia era increíble, *inclús había pensado en esto.
Quería que no cambiamos nuestros planes por ella,
pero, aun así, el padre y yo no nos encontrábamos con
ganas de nada. ya voces, al final, nos hemos hecho l”ă*nim y creo
que el viaje nos vendrá bien a todos.
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-Madre, por qué compramos ropa de bebé y bol-
*quers? -pregunté yo.
-Porque *Saïda me contó Festivo pasado que iba
a tener un *germanet o una *germaneta, que a horas
ďahora a diez haber nacido. También me dijo que quizás
el padre volvería a casa.
-Esto quiere decir que conoceremos también su
padre?
-No lo sé, pero es posible. El que es seguro es
que habrá un bebé a l°*haima -me contestó la madre
sonriente.
Así que, finalmente, nos n°vamos ninguno allá. La fila que
aboca las maletas en la cinta *transportadora s”*acurta,
pero despacio. Tengo una sensación extraña, por-
que, ďuna parte, tengo mucho sueño y, de l”otra, no puedo
cerrar los ojos.
-ya era hora! Allá va nuestro equipaje, espero
que no rompen nada -anuncia la madre.
-Esto quiere decir que es el momento de tomar al-
*guna cosita, será como un desayuno a mediados de noche
-dice el padre.
-Yo, sólo de sentirlo, noto cosquillas a la
barriga. Comer ahora? A quien le puede apetecer tragarse
un bocado del que sea?
-Después tendrás hambre y te”n recordarás -advierte
la madre.
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-Es que a l°avión no dan comer?
-Supongo que sí, porque lo quiere será largo, pero yo
no confiaría -dice el padre.
-Haremos una cosa: a mí me compráis un bocadillo
y ya me”l comeré al avión.
-Qué dices? Ni que fuera l°autobús, venga Ferran,
que pareces extraterrestre... -dice la madre.
-A vosotros que os hace? Comprádmelo y el que
haga después ya es cosa mía.
-Cómo quieras, pero nosotros vamos a *desdeju-
*nar-*nos -dicen ellos.
Al final, todavía me bebo un batido de *xocolate
*calentet, que es l°única cosa que me pasa. De golpe,
volvemos a sentir aquella voz tan engorrosa que
tienen alquilada a todos los aeropuertos, la que lo dice el
cuatro o cinco vueltas, pero en lugar de decirlo cada vez
más claro, lo dice más extraño. Lo repite
en diferentes lenguas y poniendo a prueba la capacitado
ďentendimiento de los que quieren saber por donde se entra
a *liavió.
Yo ya he encontrado la técnica. Paso ďesforzarme...
En lugar ďescuchar, vigilo como los exploradores, *espe-
*rant detectar el más ligero movimiento de la demasiada de viajeros.
Reconozco alguien de l”autobús, que šensarta hacia
la puerta ď*embarcament. Los padres ya se habían
enterado. De tanta prisa como se dan, la madre
*engul ďun bocado el que le quedaba d”*ensa'ı'*mada y el
padre se quema la lengua con el café con leche. Pero
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Ferran, sin problemas, guarda *lientrepà dentro de la
mochila que no abandonará en todo el viaje. Caso
resuelto. Adelante.
Nos col-*loquem a la última cola -esto pensaba
yo- antes ďentrar a l”avión. Tenemos que dejar todas las
cosas que traemos encima, es decir, cámara de *fo-
tos, mochila, bolsas de mano, sobre otra cinta
*transportadora. Nosotros, sin nada, tenemos que pasar
a través ďun arco que detecta metales. Esto lo hacen
por sí puertas algo peligrosa para el resto de viajeros.
ya sabéis, una vez elevados, a ver qué
harían! Parece que podemos pasar sin problemas,
pero inmediatamente, un policía me para.
-Esta *montilla es tuya? -pregunta, *assenya-
*lant la cinta.
-Qué? -pregunto yo.
Él m°señala una pantalla como de tele, pero
en blanco y negro. El que se ve parece una radio-
grafía, de las que te hacen cuando t°has roto un brazo. A Me
fijo bien y que veo? El contenido de mi
mochila. Cómo que voy muy preparado, traigo una
linterna, la bufanda que me hizo l”abuela y tuvo que acabar
la madre, una brújula de repuesto, aunque
mi nuevo reloj Coronel *Mandioca ya n°*in-
cierra una, un libro y... l”bocadillo. Esto justamente
es el que señala el policía, porque no puede *reco-
nacer qué es. La forma, la medida, los deben de haber
parecido sospechosas.
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-Qué intentas colar a l”avión, niño? -pregunta
serio el policía.
-Bien, yo, es que no tenía hambre..., bien..., los padres...
-Por esta vez, puedes continuar, pero que
no vuelvo a pasar, eh? Ya tenemos suficiente trabajo para ir
averiguando de que t°han hecho *Yentrepà, ha! ha! ha!
Todo el mundo río, excepto yo. M°han hecho una broma,
pero no tiene gracia. Qué miedo que he pasado, me *pen-
*sava que los padres se enfadarían y que tendría que dejar
toda la mochila en tierra...
Yfidespegue ha sido brutal. El ruido del motor
y *Facceleració me han dejado clavado al asiento. De hecho,
la impresión ha sido tan fuerte que he olvidado *descor-
*dar-me el cinturón de seguridad, sólo m”he dado cuenta
que todavía lo llevaba cuando m”he levantado para ir al lavabo ,
y no podía mover°m. No es que tuviera muchas ganas
ďir, pero es que no quería perder°m nada, además,
para poder contarlo.
El viaje ha sido como un sueño, lo digo sobre todo
porque todo el mundo dormía. También yo. Me he despertado al
sentir l”ajetreo de la comida, que iban sirviendo las *hos-
*tesses. Cuándo he destapar los platillos de plástico de la sano-
*fata, me he alegrado mucho ďhaber superado las trabas
porque no trajera l”bocadillo. De primero, he convencido
los padres a la cafetería y, después, *mjhe liberado del
policía. De la comida *plastifi*cat del avión sólo me he
comido el queso, porque el *micropastís de *xocolate
era del tipo *gominola, así que l°he dejado estar.
38
-Mira ahora, Ferran -dice el padre señalando el *pai-
*satge.
Él va sentado borde la ventanilla, pero a la fila de delante,
detrás sentamos la madre y yo.
-Qué es esto? -pregunto.
-Esta extensión de tierra cobriza es casi lo de-
*sert. ]a somos cerca. Todavía se ve algún árbol aislado,
pero nos adentramos hacia el sur, donde todo será piedra y arena.
A mí me ha gustado ver la mar desde tan arriba.
Lucía mucho, la superficie era cómo *metal-*litzada, la costa
parecía dibujada como la ďuno mapa. Así,
he acabado ďentender como se representa el paisaje en
un papel: las cabezas, las bahías, las penínsulas...
Estoy tan concentrado en el paisaje que, cuando *tor-
*ne a mirar hacia l”interior del avión, veo que s°acerca
el aterrizaje, porque todo el mundo se abrocha el cinturón, yo ni
m°he dado cuenta que la huéspeda nos lo pedía.
-Madre, madre, qué mal me hacen las orejas! -me
las cojo con las manos, porque parece que me hayan
clavado algo por dentro.
-Esto es el cambio de presión, porque l”avión pierde
altura rápidamente. Ten, chupa un caramelo.
-De qué gusto es? '
-Esto es igual! No dices que te hace tanto de mal?
Cuando *engules la saliva se te irá pasando.
-Tienes razón. Cómo lo sabías?
-A mí me pasaba igual y una huéspeda me lo *di-
*gué. También vale masticar chicle.
39
-Madre, esto *siaturarà a tiempo?
-Qué quieres decir?
-Si l°avión frena por él mismo o necesita mucho
terreno por delante hasta que pierde velocidad?
-Qué pregunta! -suelta el padre, desde *da-
*vant-. Hijo, es que a veces no sé si eres un bobo
o t”lo haces. De seguro que sabes como frena un avión. Si
tenemos en cuenta la velocidad que trae en el aire,
necesitaría kilómetros y kilómetros para perder
la inercia.
-Son los nervios, padre, que no sé ni que digo.
Subir en l”aire ha sido una cosa, pero pararse
así, tan *facil, no lo veo nada claro. En primer lugar
es un *bot, otro, y el ruido que sentimos es *horro-
*rós, como si todo se rompiera, como si las ruedas de l”avión
*siestigueren deshaciendo, de tanto de rozar contra la pista
ďaterrizaje.
Nos piden que nos quedamos a los asientos hasta que
el avión s”paro por completo, pero hay gente que
no hace caso y pasa de todo, porque tiene prisa de vaciar
los maleteros que hay sobre los asientos, donde han puesto
las bolsas de mano y las chaquetas.
-Ay! Mujer! Qué hace? Que no ha sentido el que *aca-
bien de decir?
Un hombre más joven que el padre, que suyo detrás
de mí, ha recibido en todo lo ninguna l°impacto ďuna bolsa
que contiene una cámara de vídeo. La culpa ha sido
ďuna mujer que no podía esperar, *liavió ha hecho
una 40
sacudida y lo ha pagado uno de los pocos que han hecho caso
de l”*hostessai todavía era al asiento.
-Perdono, pero es que como ya hemos llegado...
-Está perdonada, pero sepa que si dicen que
no nos levantamos hasta que no s”*atute el motor de l”avión
es justamente porque no pasan cosas como estas
-contesta l°hombre, enfadado todavía.
Los padres y yo somos de los últimos a bajar de l°avión.
]o quería salir antes, pero había tanta cola, que hemos
preferido esperar y no ir a empujones.
-Supongo que ahora habrá que coger otro autobús
-digo yo.
-Antes de esto tenemos que recoger *Yequipatge -cono-
testa la madre.
M -Esto no acabará nunca! Os habéis dado cuenta que todas
las bolsas parecían iguales? -digo yo.
-No sufras, que las nuestras llevan un distintivo
especial, además de l°etiqueta -contesta la madre.
-Sí? Qué?
-He ligado una *cinteta roja en las *anses, que
no te has dado cuenta a l°aeropuerto, antes ďsalir?
-Yo no he visto nada, pero si tú lo dices... pero, cuánto
tardaremos? A qué hora sale el autobús a casa de *Saïda?
-Tranquilo-*litza°t, Ferran.
-No sólo estamos lejos de nuestra tierra en la *dis-
*tància, también en las costumbres y las condiciones de vida
-es la contestación del padre.
-Qué quieres decir?

41

-Aquí no hay ni tecnología ni personal por *aten-


*dre cada necesidad -contesta-, de forma que no
estés nervioso, observa y aprende.
Despacio, conseguimos entrar en un edificio blanco.
Tenemos que pasar en fila por ante ďun tipo de jaula
con una ventanilla, por donde salen unas manos que cogen
los pasaportes. Cuando nos llega el turno, el policía que hay
dentro nos pone un sello y seguimos. Empujados por
la gente, pasamos en una gran sala donde tenemos que encontrar l”*equi-
paje. Según el padre, saldrá por una cinta transporta-
*dora que hace vueltas, por si no llegas a tiempo ďcoger la bolsa
y así tienes más oportunidades. En realidad, el que
encontramos ante nuestro es una montaña ďequipaje.
-*Caram! Dónde es la cinta *transportadora?
-Bien... -lo paro s°ha quedado mudo.
-Tenemos que pensar que este no es un aeropuerto
comercial, sino militar, los únicos civiles que vienen
son los visitantes de los campamentos o los que viven.
No esperáis la tecnología de casa nuestra -dice una
ve ďhombre.
Nos giramos y encontramos l°hombre que ha recibido el golpe
de la bolsa del vídeo. Tiene un chichón en el frente y, por
como habla, parece que no es la primera vez que
hace este viaje.
-Esto exactamente estábamos diciendo a nuestro hijo
-suelta la madre.
No contesto, pero bien es verdad que estamos rodeados
de centenares de bolsas grandes, de plástico, de cuadros, la 42

mayoría con cintas a las *anses. Qué originalidad, la de la


madre. Quién se lo debe de haber aconsejado? Los *equi-
pajes han aparecido directamente en el tierra, amontonados
sin orden. La gente va estirando de las *anses, mientras
nosotros nos quedamos a una cierta distancia, esperando
que s°aclare todo.
-]o voy a *Ausserd, y ustedes? -nos pregunta el chico.
-Al mismo lugar. Se la primera vez que venimos
-contesto yo.
-Visitaremos la familia ďuna niña que acogimos
Festivo pasado -dice el padre.
-Para mí es el tercer viaje -dice el desconocido-.
Soy Gabriel Pont.
-Encantado -contesta el padre, dándole la mano-. ]o soy
Tomàs Bosch, Lluïsa Llopis, mi mujer -l”as-
señala y también le choca la mano- y nuestro hijo Ferran.
-Usted conoce *Saïda? -pregunto a Gabriel.
-Y tanto que sí, conozco cinco *Saïdes.
-]o digo nuestra *Saïda, tiene nuevo años y es muy
bonita.
-La más joven que conozco tiene veintitrés, así que
no tengo todavía el gusto.
-Espero que nos encontraremos al campamento algún
día, Gabriel -dice la madre.
-]o pasaré estos días entre dos *haimes, por-
que he acogido dos niños *ivull visitar las dos *famí-
*lies. En la primera estaré solo con el niño y sano madre,
porque l°otro hermano, que tiene dieciocho años, es un *cari-
43
*beny y no se encuentra en casa. ya sabéis... tardará a volver
-nos cuenta Gabriel.
Otro *caribeny! Esto se°n pasa de la raya. Nunca
habría imaginado que los saharauis y los *caribenys *tingue-
reno alguna relación. Imposible! Tan lejos y hermanos?
-*Saïda también tiene un hermano igual -digo yo.
-Cómo? -pregunta el nuevo amigo.
-Así..., *caribeny, como el vuestro.
Los tres mayores *esclafeixen a reír. No sé que los
pasa, pero yo también rico para no clavar la pata.
La sala de los equipajes se vacía despacio, ahora ya
es fácil ver el nuestro, sólo lo cubren un par
de placas solares. Una es de Gabriel.
-Esto ya está solucionado. Ahora al camión -anuncia él.
-Al camión? -pregunto yo.
-Será nuestro medio de transporte ďaquí al *cam-
*pament.
-Iremos sentados o de pie?
-Podremos sentar en *tms bancos de madera, arrinconaremos
las bolsas y en l°espacio que quedo viajaremos. Sort que
no iremos derechos, porque el viaje durará unas tres horas.
Mientras Gabriel nos cuenta esto, salimos al sol caro-
regados como asnos. En la calle encontramos una *renglera de camiones,
que más bien parecen remolques, porque no
traen lona como techo, ni nada de nada. Entonces,
empezamos a esperar, a esperar, a esperar. Vemos como
van yéndose”n los otros, fi*ns que sólo quedan dos
camiones ante nosotros.
44
-*Ausserd, *Ausserd! -nos llama un hombre que lleva
la cabeza enrollada en un trapo negro, pero que va vestido
como nosotros, con texanos y camisa-. Por aquí, por aquí,
venga, arriba, necesitan ayuda?
-No, gracias, podemos traerlo todo -conteste yo.
-Un viaje de tres horas con camión..., a través
del desierto -dice la madre.
-Le convendría enrollarse la cabeza con un *moca-
*dor, Lluïsa, porque el viento y l”enarena son bien molas-
tos. Sólo hay unos pocos kilómetros de carretera
asfaltada. Después ďesto, iremos por el medio de la nada.
-Quiere decir que iremos por caminos? -pregunta la madre.
-No, ni siquiera esto, a campo traviesa y cuando los dique
a través, quiero decir exactamente esto. Es increíble que
no se pierden, porque no hay señales ni nada que indico
el camino -explica Gabriel mientras s”enrolla la cabeza con
un pañuelo muy largo-. Las sacudidas por los hoyos y las
irregularidades del terreno añadidas a la polvareda, no
nos proporcionarán un viaje de placer, para decirlo así.
Cuando ya estamos todos *instal-*lats, el chófer y el *acom-
*panyant *guaiten para #ver si todo va bien. También como-
prueban que los equipajes están falcados y no serán un
peligro para nosotros.
-Al menos no me caerá nada a la cabeza -bromea el
nuevo amigo.
El chófer ya es a su lugar, saca un brazo por el fin-
*nestreta y hace unos golpes con la mano sobre la puerta del
camión. Es la señal. Adelante!
45
5
-ya somos cerca! -dice Gabriel, después de mirarse
el reloj.
-Cómo lo sabes? -pregunto.
-Por el tiempo que hemos hecho de viaje. Debe de faltar
menos de media hora.
-Todavía?
Me hacen daño los ojos de tanto fijarme en l°lo-
*ritzó. Mira que *miesforce a encontrar alguna forma
que se pueda reconocer en el paisaje, pero nada.
A veces creo ver una banda más oscuridad sobre
la línea de l”horizonte, pero cuando nos acercamos lo
veo todo igual de pelado. Después me parece ver
otros coches o camiones, pero son efectos ópticos.
Cuando lo comento, el padre me dice que son mirado-
46
ı
ges, *il-*lusions que crea el reflejo de la luz sobre
' *liarena.
-No recuerdas a los libros ďaventures, cuando los
soldados o mercaderes perdidos al desierto, cruzan ver
oasis, caravanas, ciudades? Esto justamente es el que
tú estás viendo. El que pasa es que tú no eres en una
situación extrema, como aquellos personajes, muertos de siete,
andando durante días sin rumbo... creyente encontrar
aquello que necesitan tanto.
-Ay! No m°lo digas, que todavía me entra más
calor. Madre, queda agua?
-Ten, bebe. Yo también tengo la garganta seca de en-
*golir polvo -dice la madre.
-No sufran, como le decía a Ferran... -Gabriel
s”para de golpe y mira hacia el lejos.
-Qué pasa? -pregunta el padre.
-He dicho que faltaba casi media hora y creo que
m°he engañado, porqué... ya estamos!
Tan lento cómo ha sido el viaje, parece de rápida
l°llegada, porque mientras nos lo comunicamos unos
a otros, nos hemos acercado ya en las primeras casas del
campamento.
La primera cosa reconocible que vemos es una
construcción de ladrillos, totalmente cuadrada y con
el techo recto. Al lado, una *haima, un tipo de tienda
de campaña grande, de lona de 'color verde,
cubierta de polvo. N°hay muchas más, son conjuntos
de caseta y *haima, caseta y *haima. Me dicen que la 47

construcción es para cocinar y la tienda, para vivir.


Al lado hay un camión con el letrero: «Donación del
Gobierno Vasco». Lo he podido leer, porque nuestro
camión s”ha parado al lado.
-Ahora tenéis que bajar porque con otros vehículos
nos repartirán por los barrios -informa Gabriel-. Me
parece que yo me quedo en este...
-En el que dice «Gobierno Vasco»? Cómo debe de haber
llegado aquí? -pregunto yo.
-Los vehículos son donaciones de los pueblos, las *ciu-
*tats y las autonomías que ayudan el pueblo saharaui.
Ellos a se encargan de hacerlos durar.
-Y como los traen?
-En una caravana que s”organiza cada año. *Tam-
bien hay envíos de comer, herramientas, medicinas,
ropa, zapatos... -responde Gabriel.
El conductor nos está esperando para seguir el camino,
así que hace falta que nos llamamos adiós.
-Ha sido un placer conocerte. Espero que nos
volveremos a ver por aquí -s”despide la madre *asse-
*nyalant con la mano todo el que hay al nuestro cercando.
-Donde os quedáis? -pregunta él.
-En casa de *Saïda Hassan -contesto yo rápida-
mente-. A la ¿Zaira La *Güera, barrio cuatro.
-Intentaré recordarlo, para conocer esta me-
*ravella de niña... Hasta pronto.
Antes de subir al camión del Gobierno Vasco, miro
al mío cercando y me encuentro un puñado de niños y 48

niñas que sonríen mucho y no hablan. Nos miran


fijamente, me da vergüenza, no sé qué decirlos, ni siquiera
sé si esperan que los diga algo. La mayoría
no llevan zapatos, ni sandalias, van descalzos, traen
mochilas ďescuela y las niñas traen el cabello *reboli-
*cat, pero todos sonríen. Al fi*nal, el más mayor extiende
el brazo y supongo que quiere encajar conmigo. Yo también
le doy la mano.
-Qué *duim, qué *duim? -pregunta.
-La *Güera -contesto yo.
-Qué nombre? -vuelve a preguntar el niño.
-]o, Ferran.
-No, tú no. Niño de *Fhaima -aclara.
-Ah! Cómo se llama el niño que acogimos? *Saïda,
es una niña.
-*Saïda Hassan? -dice él.
-Sí!! La conoces?
Sin decir nada más, busca entre los que l”*acom-
*panyen y ojal de la demasiado un niño más *menut y lo
señala.
-*Badati, este es amigo de *Saïda. Ella ya estará
en casa, porque venimos d°escuela. No es lejos, detrás
*diaquells corrales es su *haima.
-Gracias por la información. Adiós.
Subimos al nuevo camión, a pesar de que el recorrido
será breve. En un momento llegamos a un *edifi*ci cómo-
*pletament redondo, con una antena arriba, tan doble-
*gada que parece a punto de caer.
49
-Ahora qué hagamos aquí? -pregunto.
-Es el Ayuntamiento. Por la megafonía llamarán las
familias porque vengan a recoger los visitantes.
Cómo que nadie viene a recogernos empezamos a andar
y el paseo nos aprovecha para #ver bien el *cam-
*pament. De todas las casas salen a saludarnos. El
padre pregunta como s°llega a l°*haima de *Saïda y los
tres, cargados con mochilas y bolsas, nos dirigimos
ninguno allá. En solitario? Imposible, cuando me giro, veo
que traemos un cortejo de niños y niñas, que va
aumentando. A medida que avanzamos, se n°afigen más
y un ďellos, decidido, coge la madre por la mano y l°estira
para guiarla. Nos dejan ante ďuna *haima, que
casi ha perdido el color verde de la lona, y enseguida
desaparecen.
Nos encontramos sólo, de nuevo, junto a dos can-
*setes de ladrillo. Parecen cajas de zapatos con unas
fi*nestretes minúsculas, a poco más d”un palmo del tierra.
Las puertas son muy extrañas, no sé de que deben de
estar hechos.
-Habéis visto? Las puertas están hechos de latas de aceite
aplastadas y clavadas a un trozo de madera -dice la madre,
acercándose a mirar. @E
-Madre, es aquí donde nos quedaremos? -pregunto, se-
*perant un no por respuesta.
Aquí no hay calles, las viviendas son *direc-
*tament sobre l”enarena. Cómo siempre hace viento, la arena
se amontona allí y allá y el tierra nunca tiene la misma

50

forma. De hecho, casi ha cubierto las puertas ďeste


tipo de cabañas. Esto debe de ser porque ha soplado el
siroco, el viento del desierto.
-Qué hagamos? Trucamos a la puerta? -pregunta el
padre.
-Voy a *guaitar *llhaima -digo yo como respuesta.
La puerta consiste en un agujero con una tela en-
*rotllada arriba para dejar pasar. No me corto. Tengo que
encontrar *Saïda y entraré. Pero, qué sorpresa! No hay
un solo mueble, sólo una alfombra de colores cobrizos,
de parte aparte, cubriendo todo el tierra. Hay almohadas
en todas partes. Por dentro no es de color verde, sino que está
forrada con una tela color naranja y esto hace que la luz
sea del mismo color. Cómo es de bonito! Es cómo
en los cuentos, parece un lugar mágico donde podría pasar
cualquier cosa. Hay dos aperturas más, como fin-
*nestres, también abiertas y corre l”aire. Aquí *sjestà mejor
que fuera, donde no hay una sola sombra.
Entre algo más para poder investigar bien, los
ojos se m”han ďacostumbrar a esta casi oscuridad...
Veo un tipo de colchones filimpios, como para sentar,
a raíz de las paredes. En un rincón, hay una pila de mantas,
cuatro, cinco? Con el calor que hace, para que
las deben de querer? A l°espacio central, como si fuera la vela
*diun circo, dos palos sujetan la parte alta de la lona,
porque no se hundo. Un hilo de parte aparte aguanta un
tubo fluorescente para hacer luz. Pero, ningún signo de vida.
52
6
-Ferran!!!
Qué susto! Ya m”han pillado! Quién me llama?
]o sólo buscaba algún miembro de la familia de *Saïda...
Quién debe de haber llegado? Al agujero de la entrada
hay una silueta, pero la luz de fuera m°deslumbra...
no puedo distinguir nada.
W -...*Saïdal Eres tú?
Nos abrazamos *fortíssim! Como los mejores col-*legues
del mundo.
-No sabía que veníais hoy. Los padres y yo os *espe-
*ràvem mañana. Somos todos en casa. Tengo un *germanet. Ahora
vengo ďescuela, pero tendré horario d°verano y a las diez
y media ya seré aquí cada día. Quieres conocer mis
amigos? *ITruc? Y la abuela? *Ijoan?
53
l
-Pero qué máquina de hablar estás hecho, *Saïda
-dice la madre, que ya ha entrado a l”*haima-. No has
olvidado nuestra lengua, eh? Nosotros también tenemos
muchas cosas para contarte.
*Saïda abraza los padres. A continuación, sale del *hai-
mi y vuelve con un tipo de *fogueret en miniatura
y un par de cosas más.
-Os prepararé un té.
-Uno son tus padres? -pregunto.
-Todos han ido al dispensario a traer el nuevo *ger-
*manet, que nació hace unas semanas.
-Es que está enfermo? -pregunta la madre.
-No, era por las Vacunas. Pronto volverán todos y tendrán
una buena sorpresa. Cómo que ellos no están,
yo os tendré que cuidar fı*ns que vuelven -dice *Saïda,
mientras enciende el fuego y, en una *tetera, pone a hervir
agua que ha abocado d°una garrafa de plástico.
-T”ha llegado mi carta? Y el paquete? -era la primera
cosa que quería decirle.
-Sí, me gustó mucho poder enseñar las fotos a mis
amigos y a los padres. Así ya os conocen.
*Saïda trae un vestido que le compró la madre l”verano
pasado, pero le viene un poco corto, porque ha crecido
este invierno. ya es casi cómo yo d”alta. Le hemos traído
más roba, estoy deseando abrir la bolsa y sacar los regalos.
-Madre, los regalos?
-Después, Ferran, cuando vuelven sus padres. No
tengas tanta prisa.
54
-Volverás este verano a casa? -estaba deseando
saberlo desde que se n°fue.
-No lo puedo saber, Ferran, porque no siempre
vamos a las mismas casas. ]a m°gustaría...
El agua ya ha levantado lo hierve, *Saïda abre un *potet y saca
un pellizco de té verde que fıcan en la *tetera. También
añade un buen puñado de azúcar, no con cucharilla sino
d°un *gotet que hace de medida. Espera un poco y *des-
*prés aboca el té en tres *gotets de vidrio muy estrechados.
-Que bueno que está! -decimos todos.
-Volvedme los *gotets que os pondré otro.
-Otro? -pregunto.
-Nosotros tomamos tres de seguidos: el primero,
amargo como la vida, el segundo, dulce como l”amor y el
tercero suave como la muerte.
Los padres se miran al sentir esto de la muerte,
m°imagino por qué.
De repente, sentimos el motor d°un coche. *Saïda
deja el que estaba haciendo y sale fuera. Sentimos voces y miedo-
tieso que se cierran. Nosotros no sabemos si salir o quedarnos
dónde somos. El coche arranca y vuelve *Saïda
con un bebé al brazo, detrás entran un niño más
*menut que ella y, al final, sus padres. Todos nos
levantamos a saludar.
No nos conocen, pero nos sonríen con *moltís-
*sima alegría. A partir ďahora, *Saïda y su padre serán
nuestros traductores, porque la madre sólo habla
su lengua.
55
l
Hacemos las presentaciones y la madre de *Saïda, que se l
dice Fàtima, como la de la mano aquella que me regaló,
va a buscar las fotos que enviamos. Mientras tanto, el
padre, que se llama Hassan, prepara otro té. Lluïsa no
me deja tomar más, porque si no estaré tres días
seguidos despierto. Fàtima va señalando la gente que sale
en las fotos y no ha venido: la abuela y Joan, también Truco.
Quiere saber como están todos, *inclús la madre de ]*oan, que
no sabe ni cómo es.
Ha llegado el momento de hablar de l”abuela. El
padre es quien s°encarga de contar el que pasó, la enfermedad
y su muerte. *Saïda se esconde la cara con las
manos y empieza a llorar, mientras Hassan lo cuenta
a Fàtima, que, de golpe, también se ı:*risteix. Después,
s°levanta para sentar junto a los padres y coge Lluïsa por
las manos, diciéndole cosas que no entendemos, pero que
suenan a consuelo.
Después, la madre de *Saïda s°levanta para coger el bebé
y lo pone en los brazos de la madre. Como la mira! Es
precioso, tiene unos ojos enormes y negros.
-Cómo se llama? -pregunta Lluïsa.
-Todavía no tiene nombre, pero mañana se lo elegiremos en una
ceremonia familiar -contesta Hassan-. Es una costumbre
tradicional, ya veréis...
Toda la familia de *Saïda parece muy preocupada
por nosotros, quieren saber cómo ha ido el viaje. *Vo-
*len también que nos lavamos *í descansamos. Nos traen
botellas ďagua mineral, para beber y, después, ente
56
acompañan fuera para mostrarnos las construcciones
de baldosa. La primera es la cocina, que no tiene armarios
como aquí. Ellos cocinan en el tierra,yen unos *foguers de gas,
pero también hay un tipo de horno en miniatura,
donde cuecen el pan. *Baltra caseta es el wáter.
Los padres ya m”habían avisado, porque Carolina
los había informado con detalle. El wáter consiste
en un agujero en el tierra y una garrafa llena *diaigua para
echar cuando acabas. También hay un cubo con un
*perolet, para «ducharse». Está muy limpio, pero en
*guaitar me aparto del mal olor que hace, supongo que
es inevitable. Espero acostumbrarme... *Saïda habla
con sano madre y, a continuación, m°coge por la mano y me
trae a la calle. Quiere presentarme todo el mundo y va
saltando ďalegría.
No sé como reconocen las casas, porque son casi
idénticas. Junto a cada una, hay también un
depósito ďagua que es como un cubo enorme de color
ďplata. Esto es un gran avance.
Entramos en casa de Y-*Ialil y *Nur, que son germanos
y unos de los mejores amigos de *Saïda.
Esto me recuerda cuando le presenté ]*oan, a *Benalest.
Esta *haima es llena de gente. Ella los
explica quién soy y todo el mundo se levanta para saludarme cómo
si fuera alguien importante. Me quedo parado, de la *vergo-
*nya, pero rápidamente *Halil y *Saïda me estiran hacia fuera.
Pero... esta *Nur debe de ser la misma que me
nombró *Didi?
57
-Nosotros también hemos ido de vacaciones -dice él-.
]o he estado en Castilla-La Mancha y mi hermana
en Andalucía. Cuánto de tiempo te quedarás, Ferran?
-Sólo unos días, porque tengo que volver a clase.
Vosotros estáis de vacaciones también, como yo?
-No -dice *Saïda-, pero a partir de mañana tenemos
clase de siete y media de la mañana a diez y media, porque
hace mucho calor, después volvemos otro rato por la tarde.
t
-Y o que haré mientras tanto? -qué sorpresa... no
m”lo esperaba.
-Algún día podrás venir con nosotros. A tus
padres también los gustará ver la escuela, no? -dice *Nur.
-Los otros días podrás jugar por tu cuenta hasta que
salgamos. M”imagino que los padres de *Saïda os
traerán de visita a los abuelos, a los bisabuelos, la tatarabuela...
-añade *Halil.
-No te quedas conmigo, que no se pueden tener
tatarabuelos.
-Qué dices? Esto es que no conoces la de *Saïda.
A nosotros nos gusta mucho visitarla porque *co-
nace muchísimas historias que nos cuenta siempre que
queremos.
Miro *Saïda, esperando una respuesta.
-Que sí. Es verdad -contesta a mi mirada.
Qué injusticia. Y que yo no pueda tener ni una
sola abuela... Creo que me ha leído el pensamiento, porque
trata de cambiar de tema:

58

-Vamos y te mostraremos nuestras cabras, Hacer-


*ran. Las tenemos al corral y n”hay una que acaba de nacer.
Es tan bonita... toda blanca con las patas
negras, ya verás -me dice *Saïda, mientras m°coge
por la mano.
Cuando los otros ya no nos pueden sentir, le pregunto
sobre *Nur y *Didi.
-*Nur es *Nur?
-Me quieres enredar? Qué quieres decir? -dice *Saïda.
-Quiero decir si esta *Nur es la misma *Nur que
se estima *Didi?
-Cómo lo sabes? *Caram cómo corren las noticias,
esto que en el Sáhara no hay correo... Pero tú no *di-
*gues nada, porque no sabes la rabia que le hace a *Nur que
se lo nombran.
Parece que salimos del barrio, las casas quedan en-
detrás y ante nuestro aparecen un tipo de jaulas,
en linea con l”horizonte. Ellos los dicen corrales, pero a mí
me parecen jaulas gigantes, como las que hay en los
parques con centenares ďpájaros. Según nos *aproxi-
*mem, reconozco que hay más de una dirige ďanimales,
. no sólo hay cabras, también camellos. Son los primeros
camellos que veo al desierto! debe de tener la familia de *Saïda
alguno y m° dejarán montar?
-Aquel ďajoă es nuestro corral -dice orgullosa-.
Acabamos ďañadir un montón de latas e hilo ď*aram.
Han hecho una valla con todo tipo de desechos,
reciclando cuerdas, alambres, bidones aplastados, garrafas de 59

plástico... para hacer una valla. Está claro que donde tienen que trueno-
bar otros materiales? Pero no hay ningún camello...
-Cómo es de bonita la cabrita! Tiene nombre? -pregunto.
-Yo le digo Pies Sucios, porque tiene las patas negras,
pero a la madre no le gusta. Por la noche volveremos aquí y m°ayudarás
a darle la comida.
-Qué come?
-Nuestros desechos, *inclús plástico y cartón...
-contesta *Saïda.
-Por qué? No come hierba o pienso?
-Has visto mucha hierba por el camino o tiendas donde
vendan comer ďanimales? Si no hay para las
personas... -contesta medio enfadado *Halil.
-*Vaj a, es que se”m hace extraño... Esta noche vendré
con vosotros y os ayudaré.
-Quieres ver un camello de cerca? -pregunta ahora
*Halil, queriendo hacer las paces.
-Está claro.
-Aquel es de mi tío, quizás nos dejará *pu-
*jar. Aprovecharemos que has venido tú para convencerlo,
porque nunca le apetece que lo montamos.
*Uoncle de *Halil es un hombre alto y delgado con bigote,
que lleva un turbante negro que le envuelve la cabeza. Nos
dejará subir al camello?
-Tío, este es Ferran, l”amigo de *Saïda -me
presenta mi nuevo amigo.
-Cómo estás? -también me da la mano, como hacen
los mayores-. T”gusta el Sáhara?
60
-Acabo ďllegar, nunca había visto un camello de verdad
y estoy bastante impresionado.
-T”gustaría subir?
-Y tanto! Puedo?
-Será el bautizo del desierto. Pero primero de nada *pu-
*jarà *Halil, así verás como lo tienes que hacer. D”acuerdo?
-Gracias, tío -dice *Halil, que encara no se cree
la suerte que ha tenido.
Yfitío abre la reja del *corralet y saca el camello,
estirando de la cuerda que le rodea el cuello. No
m”habría imaginado nunca que fueran tan grandes, tan altos,
como subiré? D”un salto? No hará falta, porque *Brahim,
que es el nombre de l”tío, le hace unos golpecitos a las rodillas
con una vara que trae a la mano y el camello s°arrodilla.
Al principio, me hace la impresión que ha caído en tierra,
de tan brusco como baja. Ahora sí que está a mi
altura, pero el que sube es *Halil.
Mientras tanto, *Saïda, *Nur y yo esperamos nuestro
turno observando toda l°operación. Bien es verdad que no
parece tan difícil. Ah! M”ha asustado l”arrancada del
animal. S°levanta tan de golpe como se había arrodillado. Por eso
*Halil s°coge muy fuerte de la cuerda, mientras *Brahim
le pega ahora detrás porque empiezo la marcha.
Al principio iba andando despacio, pero de repente
echa a correr y *Halil no para de risa, parece
que era esto justamente el que quería.
La carrera del camello los aleja en medio del polvo
que levantan sus patas. Nos cuesta mucho seguirlos
61
con la mirada y l°tío está que saca fuego por los *quei-
*xals... *Enfadadíssim, se esfuerza para llamar y correr,
levantando el palo que lleva en la mano, para hacerse sentir.
-*Halil, *Halil! Para”t! Vuelve aquí! Este camello
no es un caballo de carreras!
Se inútil, *Halil no lo puede sentir, porque es demasiado
lejos. Me empiezo a preocupar por si todavía lo pan-
*gue yo. A ver si, de tan enfadado cómo está, pasa de dejarme
subir... *Saïda levanta los hombros y me hace
una mueca. Creo que quiere decir que nos habremos ďaguantar.
Su amigo no piensa en nosotros.
Allá lejos vemos Y-*Ialil levantando los brazos por sano-
*ludar-*nos. Esto quiere decir que ha soltar las riendas del
camello y cabalga sin manso! No quiero mirar, me tapo
los ojos, me°*ls destapo, vuelvo a mirar, finalmente llega
donde estamos esperándolo nerviosos y preocupados.
-Inconsciente! Mira que n”eres, ďinconsciente! No
sé como t”educan tus padres! Siempre igual, me
conofi@e y vuelves a *ugar-me-la. Entiendes ahora por qué no
te dejo subir nunca? -*Brahim está *enfadadíssim, se ha
puesto rojo de tanto de llamar.
-No n°hay para tanto, tío. No le pasará nada
para hacer una cursa de vez en cuando. De seguro que es
bueno para él y todo, después de pasar tantas horas cerrado
-se excusa *Halil.
-Yo sé por qué lo digo. El que tienes que hacer es *obe-
*ir los mayores, porque sabemos más que tú -contesta
el tío.
62
Cada vez veo más claro que las fronteras son
algo ď*artifi*cial. Qué importa que tu familia
sea del *Sahara, d”Ontinyent o de Vilafranca del Pe-
*nedès? Si te has ganado el *regany, no te°l quita nadie.
Parece que han aprendido en la misma escuela. Bien, ahora,
en teoría, tendría que ser mi turno...
-Ferran, quieres subir? -pregunta *Brahim.
-Y tanto que sí.
*Ifoperació se repite, golpecito a las rodillas, camello
obediente, Ferran arriba. Lástima que no me puedan
ver los amigos o los padres... *Aaahh! Sí que sube de golpe!
Parece una azotada a mi nuca, m°ha hecho
ondear toda la columna vertebral. M°cojo a brazo partido
de la cuerda medio derrota que me han puesto en-
*tre las manos, pero parece que esté desintegrándola,
porque las palmas me sudan de los nervios.
Allá voy! No sé si lo hago bien o mal, pero las
risas de *Saïda y compañía son estereofónicas. El
pobre *Halil no tenía tanta culpa, porque este camello
es loco. ]o no he hecho nada, lo juro, pero cada vez
traemos más velocidad. A esto se debía de referir l°tío
*Brahim, al hecho que es un camello loco y él lo tendría que
saber, de seguro. ]a me hace daño el culo de rebotar sobre el
lomo del animal, querría parar, pero no sé cómo.
Las personas que son cerca levantan los brazos para
hacer señales a l°animal y tratan ďpararlo. S°acercan
a nosotros para #ver si pueden coger las riendas, pero
yo no las suelto ni loco. El que faltaba, un coche #el
63
terreno viene directo a nuestro encuentro y yo no sé cambiar
de dirección. Qué hago? Me lanzo? Cierro los ojos y continúo?
Creo que esto último es lo más razonable.
-Que m”ha pasado? -pregunto, cuando vuelvo a abrir
los ojos.
No sé si es sueño o realidad, pero las personas que
m°rodean son Tomàs y Lluïsa, van con el padre de *Saïda,
que me palpa los brazos y las piernas.
-No tiene nada roto. Ha hecho bien de no soltarse, así
la caída ha sido más suave, l°ha atenuada el camello.
-Qué me ha pasado? -vuelvo a preguntar.
-El camello iba *desbocat y un coche l°ha *espan-
*tat. Después, ha caído en tierra y tú con él. Qué te hace daño?
-dice el padre.
-No sé. La cabeza me hace vueltas. Sabéis? He subido en
camello -digo yo mirándolos y sonriente.
-Dios mío. Este niño se ha quedado tocado de la
cabeza -gimotea la madre.
-No será nada, ya veréis. Sólo es la conmoción
-dice el padre de *Saïda-. Que descanso un poco a l”*haima
y se le pasará todo. Si hace falta, podemos llevarlo a hace falta
médico.
-Espero que no sea necesario. Miradlo cómo
sonríe -dice el padre.
-Sí, como si estuviera en otro lugar... más allá
que aquí -dice la madre en un gemido.
El conductor del todoterreno nos lleva amablemente
hasta l”*haima y allí descanso rodeado de mantas y 64

almohadas por todas partes. *Saïda se queda a mi lado ;


el resto de la tarde, hasta que, a la hora de cenar, sano
madre la reclama porque lo ayudo.
Al mío cercando se va organizando una mesa muy
larga, que s°llene de bandejas con la comida. Por *ij
ser la primera noche que pasamos con ellos, los padres
de *Saïda nos han preparado el mejor que tienen: un
*cuscús auténtico. En una bandeja hay la sémola, en
otra la zanahoria, la patata, los garbanzos y la carne,
he dicho carne? Sí, unos buenos trozos, pero no sé de qué
animal. Además, en un *perol hay el caldo para
mezclarlo todo.
-Tienes hambre, Ferran? -pregunta Hassan.
-Creo que sí, porque esto hace una *oloreta muy
buena. ya me puedo levantar ďaquí?
-Será mejor que vengas cerca de la mesa -dice
Lluïsa, que ya está más tranquilo-la.
No hay sillas, l°único mueble es una mesa *bai-
*xeta. Sentamos al suyo cercando, con almohadas. Fàtima nos
sonríe y empieza a *escudellar...
-De qué animal es la carne? -pregunto a *Saïda.
-De camello.
-Qué? Os coméis los camellos?
-Y tú que pensabas, que los criábamos para pasear?
-contesta ella riendo.
-No sé, quizás sí -contesto tímidamente.
No m”habría creído nunca que los camellos se *men-
*javen. A pesar de sentir todavía en el cuerpo l”aventura de 66

hace un rato, me niego a *cruspir-me un semblante


y ďaquel que me ha paseado.
-Todo está buenísimo -dicen los padres.
-Sí... buenísimo. Pero a mí no me apetece demasiado
la carne -digo yo.
-*Diacord, Ferran, pero come°t el resto -me dice
*fluixet la madre.
-Si tú no en vuelos, yo me la comeré -me suelta el
padre.
Después de cenar, los ayudamos a *desparar mesa y *Fapartem
a un lado, mientras Hassan prepara un té
para los mayores. Cuando volvemos de llevar la comida a las
cabras, *Saïda, su *germanet *Alí y yo deseamos buenas noches
y nos n”vamos a un rincón de l°*haima, al lugar donde nos
han dicho que dormiremos. La madre nos cubre con una
manta, que ahora ya no molesta, y así, las voces fl*uixetes
de los padres y la penumbra nos duermen enseguida.
7
*Ilendemà, cuando nos despertamos, los padres y yo somos sólo al
*haima. La madre m°acompaña al lavabo del Sáhara y,
después, me ayuda a lavarme con la técnica del cubo y el
*perol, que yo desconocía. Tengo que reconocer que se ahorra
agua y no es tan complicado. Mañana ya no la necesitaré,
me podré lavar solo. Volvemos a entrar para vestirnos y encontramos
ahora Fàtima, sirviendo el *desdej *uni *iAlí *rebolicant
las mantas, aunque el que pretende es ordenarlas.
-_*Ïo t°ayudaré -empiezo a extenderlas y, después,
a plegarlas-. Qué haremos hoy?
-Sano`*ida volverá de clase de aquí a una hora y podréis
jugar -contesta la madre.
-Me gustaría ver cómo es su escuela. Puedo
acompañarla cuando vuelvo a la tarde?

68

Sí, si sabes como volver -dice el padre.


-No habrá problema, ya veréis. Pero, hasta
entonces, qué puedo hacer?
Ahora aparece Hassan, con unas bolsas de plástico
llenas. No sé que debe de llevar, quizás comer... Esto
me recuerda que no los hemos dado nuestros regalos.
-Buen día a todo el mundo! -dice Hassan.
-Buenos días -respondemos nosotros. *_
-Recordáis el que os dije sobre la fiesta
d°esta noche?
-Y tanto, la de bautizo del bebé, no? -contesto.
-Exactamente. Los vecinos han col-*laborat y entre
todos han reunido los ingredientes necesarios porque *Fàti-
mi preparo unos dulces. Esta es una ocasión especial
y lo celebraremos con una fiesta. Vendrá toda la familia,
comeremos, bailaremos y lo pasaremos bien.
-Así os conoceremos a todos -dice la madre.
-]a veréis, nuestra familia es muy grande. Todavía
viven mis padres y mis abuelos, todos vendrán
esta noche. ]o no acabo ďacostumbrarme a tenerlos
tan cerca, después de tanto de tiempo ďestar lejos.
-Lo dices por la guerra? -pregunto.
-Sí.
-Volverás a irte°n? -vuelvo a preguntar.
-Espero que no, ahora hay un alto el fuego. Hace
tiempo que no luchamos, pero todavía hay que proteger nuestras
fronteras, no se necesitan tantos soldados, por eso
los que hacía más años que estábamos hemos vuelto
69
a casa. Ahora m”gustaría hacer algo de diferente, l
trabajar para ayudar mi gente, pero cerca de la j;
mía familia -contesta Hassan, mirándose la mujer *Ï
y el bebé. *Í
Después del *desdej *uni, la madre y o acompañamos
Fàtima a la cocina y lo observamos mientras prepara la comida
de la fiesta. Ella no cocina de pie, como *nos-
otros, sino agachada, con las cosas que necesita este-
*ses por tierra, sobre una enorme bandeja *metàl-*lica. Yo
aguanto un poco en esa postura, pero pronto
se m°duermen las piernas y me canso.
Cuando me levanto y m”estiro, aprovecho para cotillear al mío
cercando. De pared a pared ha extendido un hilo de donde
cuelgan unas tiras marrones que parecen cuero, pero
no tengo ni idea de que pueden ser...
-Fàtima, qué es esto? -pregunto gesticulando.
En lugar de contestarme, hace los signos de comer,
ya sabéis, juntar los dedos y dirigirlos a la boca abierta.
Cuando ve las caras que hacemos la madre y yo, que no queremos
entender nada, llama su marido.
-Hassan!
Esperamos que él nos lo pueda explicar mejor. Cómo
se pueden comer este tipo de cinturones de color
marrón, de que deben de estar hechos?
-Ah! Preguntáis por eso -nos dice él, después
ďescuchar Fàtima.
-Ella dice que se come, pero qué es? -pregunta
Lluïsa.
70
-Son tiras de carne de camello, que se cuelgan
aquí para secarlas y poderlas comer en cualquier
momento. *Aprofi*ten para alimentarse y también como
remedio, nosotros las masticamos cuando nos hace daño la barriga,
porque facilitan la digestión.
Mientras lo explica, n”coge una y la rompe a trozo-
sets, porque la probamos. También ofrece a Fàtima y él
mismo se°n come un pedazo. Os imagináis?
-Qué te parece, Ferran? -pregunta la madre, que
s”ha acabado su parte.
-No está mal, madre, un poco seco y llevar,
pero no tiene mal sabor.
Aprovecho para salir de la cocina, con el padre de *Saïda,
no fuera caso que continúo la degustación... Por
hoy basta ya. Ayer camello para volar por los aires,
para comer, hoy para curar... que más me espera?
Hassan y el padre estaban enmedio d°una partida de no
sé qué, cuando Fàtima l°ha hecho venir a la cocina. Me
quedo con ellos, observando *Festrany juego que tienen sonido-
*bre la alfombra, entre los dos. La luz de la *haima continúa
pareciendo tan mágica como ayer y m”gusta ver Tomàs
pasándolo bien con el padre de mi amiga. Cuando
me fijo bien, m”doy cuenta que el juego no es tan extraño...
-Qué juego es este? -pregunto.
-A tú que te parece? No te recuerda nada? -contesta
el padre.
A ver... es un tablero con líneas de colores que
lo cruzan en diagonal y nueve filas de nueve piezas cada
72
una, sobre las rayas. Unas son blancas, en forma
de bolita y las otras, negras como un tipo de *palets
*menuts, que s”aguantan sobre el tablero...
-Parecen el ajedrez, pero todas las piezas son
iguales, como en las damas y no hay cuadros, sino
rayas, como el tres en raya... Me recuerda otros juegos
-contesto yo, mirando fijamente el tablero.
-Este juego se llama *dzıı*met -contesta Hassan.
-Las damas?
-Más o menos, esto le he dicho yo a él -contesta
el padre-. Es un juego de concentración, d°*intel~*ligència,
que requiere mucha práctica. Dice Hassan que aquí lo
juegan sobre todo los hombres adultos.
-Así es -dice el padre de *Saïda-. Es un juego muy
antiguo, que aprovechaba para iniciar los hombres *enles *tàc-
*tiques del combate. Las partidas pueden durar tanto
como las del ajedrez, horas o minutos, los movimientos
s°tienen que pensar bien y nunca se deja una partida a medias
ďun día a l”otro.
-Sólo pueden jugar dos? -pregunto.
-No necesariamente, a veces juegan dos
equipos, sobre todo si la partida se hace a l°enarena.
-A la arena? Cómo es esto?
-Imagina”t por qué, los nómadas viven al desierto
y el tierra es el mejor tablero que pueden encontrar cuando
no hay nada más, se dibujan las líneas con un *palet
y las piezas son *pedretes o cualquier otra cosa que se
pueda encontrar.
73
-Ahora entiendo que no se pueda dejar una partida a medias!
El viento lo *rebolicaria todo! *é
-Es posible, es posible... -contesta el padre de *Saïda,
concentrado en el movimiento d”una pieza.
Es evidente que quieren seguir *ugant sin que los
molesto, he cogido el mensaje... Así que será mejor
hacer un tumbo, pregunto a Fàtima por donde se va a la escuela,
así daré una sorpresa a *Saïda, saliendo a su encuentro.
-No me pasará nada, madre. Si me pierde, ya *pregun-
*taré -contesto yo a su mirada ď*espant.
Qué sensación de controlar que tengo, cuando salgo a la
calle -calle?- a solas, como si supiera donde voy, con
una misión para cumplir. He cogido la gorra, porque el
solo es tan fuerte que me cuesta ver en la distancia.
]a he pasado tres *haimes y giro a la derecha, como
m”han dicho, pero la sensación que me hace es de no ha-
*ver-me movido, porque el que hay a mis lados,
delante y detrás es igual que antes. No me preocupa
coger referencias para volver, así que puedo andar
libre y feliz.
Recordáis aquel cuento de un niño que va dejando
*pedretes por el camino para no perder°s al volver a casa?
Era uno de mis preferidos, pero ya veis, ni falta que
me hace. Bien es verdad que hay cantidad de *pedretes
extrañas casi negras, como trocitos de roca muy
pulcra. N°cogeré alguna para enseñarla a los amigos,
auténticas piedras del desierto! Si pudiera encontrar una
ďaquellas rosas de piedra... sería total. »
74
ya debe de faltar poco, porque me han dicho que tenía que
atravesar el barrio, dejar atrás los corrales y andar en
dirección a un enorme edificio de una planta, con un
tipo de muralla blanca circular rodeándolo. Esto
es l”escuela, pero creo que no me habrá que llegar.
En la distancia veo una línea de muchos colores, que
avanza lentamente, son los niños del barrio, que ya han
salido de clase. Trato de reconocer *Saïda, pero todas
las niñas s°asemejan demasiado, el color, los cabellos,
la ropa, las mochilas...
-*Saïda! -he decidido llamarla, para acabar antes.
-Ferran! Querías hacerme una sorpresa? -contesta
ella-. He hablado de tú a todo el mundo, la maestra me tiene que-
mandado que te diga que viniera a l”escuela y nos cuentes
cosas de tu tierra. Vendrás?
No tengo tiempo de contestar, porque me llaman
de todas partes.
-Hola, Ferran!
-Cómo estás?
-Conoces Ángeles, lucense?
-Sabes quién es Toni, de Montcada?
Todos me hablan a la vez, debo de ser muy conocido *des-
*prés de la presentación de *Saïda. Cómo quieren que *co-
niega Toni de Montcada? No sé ni dónde es Montcada.
Trate ďexplicarlo, pero *Saïda me dice que para
ellos todo es cerca.
Aquí se conocen todos, las familias son grandes y saben
donde vive cada cual, también son al cabo de la calle del que hacen
75
aunque se encuentran lejos y tardan años a ver”s...
Creen que para nosotros es igual, que yo tengo que
conocer la gente que los ha acogido, aunque me
hablan de Málaga o d°Alicante...
Además, quieren tocarme. Los chicos m”abrazan y m”denominan
todos los futbolistas europeos que *co-
nacen, eso sí que lo entiendo. También me proponen
que *ugue con ellos y yo estoy encantado, así que en lugar
de volver a *líhaima de Hassan, giramos hacia los corrales,
el terreno es ancho, que digo? inmenso, justamente es el que
no falta.
En esta parte no hay tanta arena como en medio del
campamento, porque el viento la lleva lejos, el tierra es
dure pedregoso, así podremos marcar el terreno de juego,
haciendo rayas *arnb un palo. Unas piedras apiladas señalan
las porterías. Por supuesto, yo voy con l”equipo de *Saïda,
*Nur y *Halil. Este va descalzo, como la mayoría
de los otros. Así que se hará daño cuando chuto, de seguro.
El balón ya es en juego, pero qué pelota, madre mía!
Tan pelada está que no tiene ni color.
-Has visto el balón que tenemos? Se auténtico, de re-
*glament, me”l regalaron hace dos años, cuando fui
de vacaciones como *Saïda -dice un niño fl*aquíssim, con
el cabello rapado-. Antes jugábamos con una bola hecha
de bolsas de plástico y trozos de tela. -
-Encara suerte!
76 8
Cuando volvemos a l”*haima, después del partido, la madre
nos iba a regañar por habernos entretenido tanto,
pero Fàtima le explica con las manos que no pasa nada,
que aquí no hay peligro para nosotros y que es bueno jugar.
-Madre... pero cómo chutan estos niños! Parece
que s”entrenan horas y horas, qué técnica! Cómo
deben de saber jugar tan bueno si no ven partidos a la tele?
Yo corro mucho con las zapatillas d”deporte que
he estrenado para este viaje, pero la mayoría de los
saharauis juegan descalzos y no dejan de correr, mal-
grato las *pedretes y todo el que hay por tierra. A juzgar por los
golpes de pie que pegan al balón se podría
decir que traen botas de reglamento...
Después de comer, todo el mundo quiere hacer una becada,
pero como siempre yo m° niego. No quiero perder°m
77
ninguna oportunidad de jugar o hacer cosas nuevas, pero
estoy solo.
-Yo no quiero jugar ahora, m°levanto muy pronto y estoy
cansada, me tumbaré un rato antes de volver
a escuela -dice *Saïda-. Haz tú igual, que hace demasiado calor
fuera. Además, no se puede despertar los mayores.
-Siempre igual... *vaj donde vaya... maldecida mediodía-
*da. Me tumbaré a leer un poco. He llevado libros para los
dos, cuando nos vamos te°*ls puedes quedar todos para
tú -contesto yo.
Me pongo a leer, pero entre el calor y la *diges-
*tió, las letras van borrándose despacio y de golpe
me encuentro durmiendo y soñando, estoy seguro que
sueño, porque estoy abrazando Truco, que ha venido
a recibir°m. Me lame la cara y me hace cosquillas
con el pelo.
-Puig! Fuera ďaquí! -llamamiento *Saïda.
-Qué pasa? -dique despertándome.
-Es nuestro gato, Flaco, que entra y sale como vuelo,
a veces pasamos días enteros sin verlo y ďotros
no nos lo quitamos de encima. Estaba lamiéndote la cara
-me dice *Saïda.
-Y yo creyente que soñaba... De verdad, estaba
convencido ďhaberme dormido.
-Y tanto, roncabas y todo -dice zarandeándome e iniciando
una batalla de almohadas.
-Ni que fuera un yayo, que quieres, niña? -cuentas-
té, mientras le lanzo el primero que encuentro.
78
Ella aprovecha que llega tarde a clase para no recibir
su parte de la guerra que ha empezado.
Mientras dormíamos ya han llegado algunas mujeres
de su familia. Una ďestas es l”abuela de *Saïda,
se le asemeja mucho y debe de ser más joven que la mía.
Ayudarán a preparar la fiesta. Fàtima se encarga de las
presentaciones y nos pide acompañarla por re-
cosechar su bisabuela, entendéis? La tatarabuela de *Saïda!
No sé por qué yo m”había imaginado que debía de
vivir lejos, pero su *haima es casi a tocar de la
nuestra. La tatarabuela se llama Laila, va totalmente de negro,
la túnica sólo deja a la vista la cara, las
manos y los pies. La piel que le puedo ver es muy
oscura, casi negra. Tiene los ojos ďun moratón increíble y,
como que sonríe mucho, muestra unos dientes blancos y perfectos.
La primera que se fijó en esto fue la madre.
Sabéis cómo es el *dentífric de los saharauis? Es un *palet
*paregut a los de *regalíssia, pero en lugar de chuparlo, se°l
rozan por los dientes. La madre, que ha leído mucho,
m”ha revelado el secreto: la planta ďdonde cortan los *palets
contiene flúor, como nuestra pasta de dientes. La gente del
Sáhara también conoce otras muchas plantas que pueden
curar enfermedades y los ojal tanto de provecho como puede. Así
lo han hecho desde hace siglos.
*Uhaima de la tatarabuela es un poco diferente de la
nuestra, porque no hay nada al tierra. Ni almohadas ni
mesa, ni colchones, todavía parece más pobre que
todas las que he visto fi*ns ahora. En un rincón, las mantes

79

(sólo dos) y un tipo de mueble que no reconozco.


Me quedo mirando, fi*ns que la madre me *déna una
*explicacié.
—*Aixb que miras es una silla de montar camellos,
especial para las mujeres, es muy antigua. Cuando *des-
*rnuntaven podían usarla de mesita.
—C0m sabes *aixb?
-Lo leí en un libro sobre costumbres sano-
*harians.
La *rebesévia se ha enterado de nuestra curiosidad
y señala en *direccié a la silla, sonríe *dc nuevo y hace
el gesto de cabalgar. Parece que haya rejuvenecido en
un segundo, tiene otra mirada, debe de ser que el recuerdo de las
cabalgatas 1’ha hecha *felig. Dice algo a Hassan
y le pide que nos *faga la *traduccié.
—Laila dice que es lo Lo 1*nic que le queda del *an-
*tiga vida en su tierra, si descontamos el tesoro
que algún día espera que nosotros desenterramos.
El *mén de los *sahrauis giraba alrededor de los camellos,
los rebaños eran de centenares de animales que llevaban
de un lugar a otro, eran *nbmades y buscaban los
mejores pastoreos.
-Y también los ordeñaban para beberse la leche, no?
-pregunta el padre.
-Si y, además, podían *aprofi*tar su *cam —c0n-
testa Hassan-. Cuando se recibía una visita de forasteros,
se los obsequiaba con algunos ejemplares y si se hacía
una fiesta, se celebraban cursas femeninas. Con las pieles
80
de los camellos se hacían las *haimes de verdad, ya veis
que todo se *aprofi*tava.
Laila vuelve a intervenir y el padre de *Saïda sigue
traduciendo.
-Ella era una gran amazona... Cuando salía la can-
*ravana, traía los dos fi*lls más pequeños con ella en
el camello, uno a cada lado y no se paraba ni por *alle-
*tar-*los... Le gustaba mucho participar en las cursas,
reían y llamaban ďalegría, aunque más ďuna caía
*ies rompía un brazo, una pierna...
-Qué? Esto lo hacía ella? -pregunto.
-Y tanto, estas cursas eran una gran diversión para
las mujeres y s°lo tomaban como una dirige ďdeporte. Ya
voces, las saharauis son muy valientes y no tienen miedo de nada.
-Como *Saïda?
-Exactamente. Tiene a quién asemejarse. Laila también
quiere que os diga que todo el mundo era muy comprensivo
con la perdedora de la cursa, de forma que en
la siguiente ocasión le buscaban un camello más veloz. Qué
os parece? -pregunta Hassan.
-Increíble... -digo yo.
Cuando salimos hacia casa de *Saïda, pregunto a la
madre a madriguera ďoreja:
-Has sentido esto del tesoro?
-No, cuando lo ha dicho?
-Ahora mismo, cuando ha contado esto de la silla. Y-la *ditque
era lo único que conservaban, además del
tesoro -contesto yo con un cuchicheo.
81
-No sé, quizás m°he distraído pensando en aquella al-
*tra vida, cuando tenían rebaños de centenares ďanimales,
las casas de verdad, los trabajos...
Si yo supiera donde es aquel tesoro... los podría *aju-
*dar a desenterrarlo, así tendrían riquezas y quizás
vivirían mejor...
Cuando entramos a l°*haima de *Saïda, ya es atestada.
Su abuela está desabrochando una bolsa
muy vieja, desgastada, lo aboca sobre la alfombra y caen
una serie de *cudolets, que aliena con mucha
cuenta. Debe de ser otro juego del desierto? Ahora habla
con Fàtima y otra mujer y ďalgún lugar sacan
un lápiz. Qué deben de querer hacer?
-Hola, abuela! -saluda *Saïda, que acaba ďllegar
ďescuela.
-Que bien, ya has vuelto! -digo yo-. ]a sé por qué
eres tan valiente, he conocido la tatarabuela Laila y nos ha
contado todo sobre las caravanas, las cursas de camello...
Bien es verdad que quiero seguir con la historia de *Didi
sobre el tesoro... Justo cuando me iba a lanzar y hacer
l°interrogatorio a *Saïda, ella mí interrumpe con otra
historia.
-Sabes que está haciendo l°abuela?
-Ni idea. Es otro juego del desierto?
-Qué dices, nada ďesto. Esto es importante de verdad.
Tenemos que elegir el nombre de mi *germanet, recuerdas el que
contó el padre? Es una tradición muy antigua -dice
*Saïda cómo si fuera algo de misterioso.
82
-Tiene que ver con las *pedretes que ha sacado de la
bolsa? Para que quieren el lápiz? -pregunto.
-En cada piedra s°escribe el nombre de un antepasado,
abuelos, bisabuelos, tíos... La madre sacará una de la
bolsa, sin mirar. El nombre escrito en la piedra será el
de mi hermano.
-Como una *rifa? -suelto Me parece una broma.
-No es una broma, es su costumbre, una forma
como otra de elegir el nombre -dice el padre-. Hassan
me ha hablado también d°otro método: la madre elige
un *manoll de menta empapado en leche, entre cuatro o cinco
que le ofrecen y cada uno representa un nombre.
Las piedras ya han sido escritas, pero s”han quedado
tendidos a la alfombra. La entrada de una prima de Fàtima,
que vive a horas ďaquí, los ha hacer abandonar los *pre-
*paratius. Se lanzan sobre ella para abrazarla. Locas
ďalegría, l”una va a preparar el té, l°otra le muestra el
bebé. *Ufl Qué escándalo que arman!
Tengo mucha curiosidad para #ver estas piedras
de cerca. Me daba vergüenza pedirlo, pero ahora es
mi oportunidad, porque nadie me ve ni me hace
caso. A ver... Hay diez *cudolets, pero no entiendo
la escritura, qué nombres le deben de estar reservados a esta
bolita de carne tan bonita? En mi clase
hay una niña que se llama *Visitació, porque era el
nombre de su bisabuela. Cuando era *menuda le era
igual, pero ahora quiere que le digamos Vanessa, o Jacto,
porque odia su nombre. yo tengo que hacer algo por
84
proteger este niño que encara no tiene nombre. A saber
cuál le toca! La solución es a mi bolsillo! Tengo
cuatro *pedretes que he cogido esta mañana, las escribiré
todas, así tendré más posibilidades. Será mejor que
m”escondo junto a la mochila para escribirlas.
Diez contra cuatro! Deseadme suerte!
PRIMERA PIEDRA:
ROBEN, como MI *cosf
Y L”AYUDANDO DE BATMAN.
SEGUNDA PIEDRA:
GABRIEL, como EL QUE *CONEGUEREM
A L°Avión.
TERCERA PIEDRA:
FERRAN, sí, FERRAN, QUE PASA?
CUARTA PIEDRA:
*BART, EL TIPO Más ENROLLADO
QUE conozco.
Tengo que ser rápido, pero sigilo-*lós... Ahora, ya son a la
bolsa con las otras, sólo se preguntarán quién las
ha guardado, porque eran a la alfombra..., pero entre
ttgtptdMld'
*an a en no *sos y *aran *emi. *issió *acom y a.
9
Me encuentro a miles de kilómetros de casa, pero incluso
aquí no puedo evitar el que más odio: los castigos
de los padres. Sí, esto es, me encuentro castigado, confinado,
recluido, con prohibición total ďsalir a la calle. *Uhaima
de la familia de *Saïda es mi prisión. Sólo puedo
ir al lavabo y a lavarme. Por cuánto de tiempo?
Exactamente veinticuatro horas. Las más largas
de mi vida.
M°he cansado de leer, de dibujar, de mirar al *sos-
*tre. Sé de memoria las rayas, las fl*oretes y los colores
de la alfombra que cubre todo el tierra, se m°han cerrado
los ojos y he dormido después de comer y ahora ya no sé
qué hacer. Falta poco porque s”acabo la condena, pero
ya he perdido *Yoportunitat ďir a l”escuela de *Saïda,
86
de jugar la revancha del fútbol y quien sabe qué otras
cosas que sólo podría hacer en este rincón del mundo.
Queréis saber cómo he llegado a esta situación
tan injusta? Para hacer un favor. Para ser buena persona y pensar
en los otros. Esto es el que he aprendido en casa y al
col-*legi. Cada día entiendo menos todo esto, es que
no acierto nunca. Todo el que pienso y haya por mi cuenta
acaba en fracaso o *castig.
Ahora os contaré como pasó todo, así podréis
juzgar vosotros mismos. No me falláis! *Ia os había
hablado del tema de las piedras, pero todavía no sabéis el
final. Ah, sí, el final sí que lo sabéis, es mi castigo,
es decir, que el que falta es la parte del medio, cómo he
llegado hasta aquí.
Aquella noche comimos, bailar, cantar, yo hacía
el mismo que los otros, como los padres, aunque no
entendieron nada. *Inclús se vistieron como los padres de *Saïda.
La madre estaba guapísima, también le hicieron
unos dibujos en las manos y a los pies, que tardan siete-
mandas a borrarse.
Hacían música con una garrafa de plástico. Sí! Una
de vacía, que golpeaban con las manos como un *tam-
boro. ]o probé, pero sólo me salía ruido de golpes,
cuando lo hacían ellos era música de verdad. *Saïda
baila sin cesar, suela, con la madre, las primas...
Al final de la fiesta, llegó el momento del bautizo,
aquí exactamente fue donde cambia el rollo... La madre
de *Saïda metió la mano en la bolsa, toda seria, porque
87
hacía algo ďimportante. Todo el mundo l°observaba en
silencio, esperando.
-Qué suerte tenemos *diassistir a esto! -me dijo
la madre a la oreja.
Yo no contesté, pero crucé los dedos por-
que saliera una de mis piedras, incluso cerré
los ojos para hacer más fuerza.
Por eso no vi nada. Cuando volví a mirar,
sentí un grito que casi me perfora las orejas.
Era Fàtima, que se tapaba la cara, después de lanzar
lejos ďella la piedra que había elegido a ciegas. Nadie
entendía nada. Yo menos todavía, porque todo el mundo *par-
lava en su lengua, rápido y cómo enfadados.
Los padres preguntaron a Hassan, que s”había que-
*dat en un rincón con *Saïda. Ella también estaba *espan-
*tada, por eso no valía la pena decirle nada de momento.
Así que me acerqué tan silencioso como pude
al lugar donde había quedado la famosa *pedreta. ]o *necessi-
*tava saber antes de que m”lo dijeron, qué era el que
había hecho chillar Fàtima...
Cuando tenía la piedra ala mano y la giraba para #ver
el nombre, la madre ya estaba enterada de todo. Hassan
los había contado que la piedra decía «Ferran».
-Sólo puedes haber sido tú, hijo -me dijo el padre
mirándome fijamente.
-Yo, bien... qué dices que he hecho?
-Has escrito en una de las piedras? Sí o no?
-No, esto no -contesté yo muy seguro del que digo.
88
-Nadie más ha podido hacerlo -dijo la madre.
De reojo vi que toda la pandilla se partía
de tanto de risa, pero los padres no lo veían porque
estaban ďespalda a los invitados...
-Está claro que no, pero yo no he escrito en «una»
piedra, ďacuerdo? Cuántas veces lo tengo que repetir?
Gané confianza, según veía que *Saïda
abrazaba sano madre y le hablaba a l”oreja, mientras las
dos reían y miraban hacia mí. Pero los padres a la
suya, siempre *nyic-*nyic, como si nada, igual, avergonzados
de su impresentable fileche, que siempre s”tiene que hacer
conocer allá donde va -yo no lo digo, eh? Esto es el que
ellos me sueltan siempre.
-Por última vez! Reconoce que has escrito tu
nombre en una de las piedras, pide disculpas y acepta
tu castigo -sentenció el padre como un juez.
-Esto es diferente. ]o sí que he escrito mi nombre en
una piedra, pero no es el mismo que haber escrito
en «una» piedra, m°entiendes? En una y única -diga yo.
-No nos enredas Ferran, ya está bien. Has escrito
en una piedra o no? -preguntó la madre, perdiendo la paciencia.
-No, no y no, yo no he escrito en «una» piedra, he
escrito en... cuatro piedras!!!
-Qué? En... en... cuatro... piedras? -la madre *tre-
*molava de los nervios-. Y en todas has puesto Ferran?
-No madre, no, ni que fuera idiota. He dado cuatro
posibilidades al bebé porque tuviera un nombre digno,
89
del cual sentirse orgulloso. Los nombres de los yayos *sem-
*pre suenan a antiguo, son complicados y nada enrollados.
De seguro que después se l°habría tenido que cambiar...
Yo sólo quería ayudar, hacer una buena obra... Además,
sólo eran cuatro contra diez, ya veis si era difícil.
Pero que saliera mi nombre, ya es suerte, no sabéis
la alegría que tengo.
-Alegría dices, *bandarra, desvergonzado, no *respec-
tieso nada... -la madre fue interrumpida en este punto
por Fàtima.
-La madre dice que no pasa nada, que todos los *xi-
*quets son traviesos y el que no piensan ellos no lo
piensa nadie. Será una anécdota que nunca olvida-
remo -tradujo *Saïda.
-Y tanto que no. Ferran: estarás todo un día castigado
sin salir -dijo la madre.
Aquí s”acabó todo, la fiesta y l°alegría. Sólo *miacom-
*panyà *Saïda, que no se separa de mí hasta que nos
dormimos, cada uno muy enrollado en su manta
y hablante *fluixet.
-No te preocupas, ya verás como tus padres
te perdonan. Los míos no están enfadados, ya has visto
como s”han *rist -dijo *Saïda.
-Ya, tú no los conoces. Cuando hay visita cambian
un poco, parecen más humanos, pero a mí no me
pasan ni una. A tú que t”ha parecido? -le pregunte-.
He hecho mal para querer que tu *germanet *tin-
*guera un nombre bonito?
90
-Me podías haber avisado, sabes? -*Saïda parecía
enfadada-. Habría preferido saber que ibas tramando,
yo t”habría dicho si te estabas pasando.
-Cómo te lo tenía que decir? Me ha venido la idea
así, de golpe. Además, casi no nos vemos, siempre estás
en escuela o haciendo la siesta -me quejé.
-Y justo mañana, que era el día que m”ibas a *acom-
*panyar, te castigan! Mira el que has conseguido con
tus *gracietes.
-Sólo me falta que tú también *fenfades conmigo. Yo
que sabía? Si era un sorteo era un sorteo, *caram! La suerte
es la suerte y ya has visto: Ferran, por algo debe de ser.
*Saïda se quedó callada, pero sólo porque s°ha-
vía dormido. Esta mañana se n”ha ido antes de que yo
me despertara y cuando ha vuelto, hemos hecho las paces.
El próximo paso será preguntar por el *caribeny, la isla
de Cuba, el tesoro y todo esto.
Cuando vuelve *Saïda a merendar, todavía me espera una
buena sorpresa: la reacción de la familia de *Saïda es el
mejor de todo. De hecho, no estaría nada mal que
nuestros amigos saharauis encomendaron un poco
de su sentido de l”humor a Lluïsa y Tomàs. Mis
padres se cruzan muy correctos, pero yo creo que aquí
han hecho un buen resbalón...
-Esta ha sido una broma muy original. No
había ocurrido nunca nada de semblante entre nuestra
gente -ha dicho Hassan-. He hablado con Fàtima y el resto
de la familia y hemos tomado una decisión.
91

Yo no encuentro donde esconderme. Los padres están


más blancos que la pared, bien, de las de casa nuestra, quiero decir.
-Cómo os decía, hemos acordado poner a nuestro hijo
el nombre de Ferran. Será para nosotros una muestra
de *Fagraïment que sentimos por vuestra familia y una
prueba de la amistad que nos unirá por siempre jamás.
Esto es, sí señor, así se hacen las cosas.
-Si elegimos ďesta manera nuestros nombres
-continúa Hassan- es porque respetamos y estimamos
los antepasados y así los recordamos por siempre jamás. Quiero que
quedo claro, *amiguet -dice esto mirándome fin-
*xament-, que son unos nombres muy bonitos de los cuales
el pequeño Ferran *sihauria podido sentir mucho *orgu-
*llós, está claro?
-Sí, sí, por supuesto, de seguro que eran una .
*preciositat de nombres. Pero del que estoy seguro es que
será l°único Ferran en la clase, al campamento y cuando
volvéis a casa vuestra, será el único Ferran del Sáhara.
-Qué alegría! Así siempre estarás ďalguna *for-
mi con nosotros. Cuando el niño se haga grande le cuenta-
remo d°donde *live este nombre -exclama *Saïda.
-No teníais por qué hacer esto -los dice la madre-.
Son vuestras tradiciones, en fin, que una *brometa de Ferran
no tenía por qué cambiarlo todo.
-Os estamos muy agradecidos -el padre ha parecido más
sincero-. Será para nosotros un orgullo que nuestros
hijos se digan igual. Además, nos sentiremos un poco
como sus padrinos. Verdad, hijo?
92
-Ahora esto? -yo al-*lucine-. Ya no he hecho tan mi-
lamento?
-El problema era si habías ofendido o no nuestros
anfitriones, pero ya voces como s°lo han tomado -dice el
padre.
-Si para ellos no es problema, para nosotros
tampoco -remata la madre.
-Así que ya no estoy castigado?
-No, puedes salir con *Saïda, *Halil y quien quieras.
-Bien!! -*Saïda salta de la alegría.
Está contenta con razón, porque esta tarde
íbamos a una cursa de coches. Sí, esto, de coches muy
especiales, porque van *propulsats por piernas. A ver
como lo explico... a Los niños de los campamentos no
tienen juguetes como los nuestros. Si no tienen ni el más
necesario, que es una buena alimentación, donde tienen que
encontrar juguetes?
El que hacen es construirlos ellos mismos con
los materiales de desechos que ya os he explicado. Es lo mi-
tejo con que hacen los corrales... alambre, latas, cuerdas.
Este viaje resulta como una lección de reciclaje,
aquí nadie lanza nada. El mejor es que los desechos se
pueden usar para hacer juguetes y no n°hay dos ďiguales.
A nadie le regalan nada repetido y los de los amigos siempre
son diferentes.
93
10
-Nosotros ahora trataremos de hablar por teléfono
-m”acaba de decir la madre-. Me han dicho que hay una
gran duna a la entrada del barrio, *des *dion podríamos
tener cobertura para el móvil. Venís con nosotros?
-Sí -contesta *Saïda-, porque hemos quedado cerca
ďallí con *Halil, Nuri los otros niños que tienen coches.
-Yo también voy -dice *Alí.
*Alí está todo el día a mi lado. Este era su
segundo curso y l”ha pasado casi todo en casa, porque está
enfermo a menudo. Me recuerda *Didi... Por cierto, ya es hora
de preguntar a *Saïda.
-*Saïda, yo quería hablar contigo... querría *pregun-
*tar-té... -no sé por donde echar, si ella sólo ha hablado
del tesoro a los mejores amigos, yo debo de ser uno?
94
—Que me quieres preguntar?
—Mira, ya te he dicho que conocí *Didi, que nos
hemos hecho amigos... El primer día que nos vimos
me cuenta que erais *supemmicsdetotalm/*ida y que tú le habías
contado un secreto...
—Qué secreto? —pregunta Sano'1'*cla.
—]a sabes, *allo que sólo cuentos a los mejores amigos,
que cuando vuelvo tu *germa *caribeny vais a *recu-
*perar un tesoro... y todo *aixo.
—-Ah! *Aixo... —Sano'1'*da se ha quedado parada.
—Si no puedes hablar...
-No es *aixo. Este tesoro pertenece a mi
*familia.
—*Pero que tiene que ver el Caribe? Ahmed es un
pirata que ha reunido el tesoro para vosotros?
—Ha, ha, ha!
—Muy bien que te *faca *gracia, *pero podrías como-
partir el chiste, no?
—Y-*Ia, ha, ha! --Sano'1'*da no puede parar de risa.
—Esperaré que se te paso...
Mientras tanto, entre risas y *curiosirat, hemos *arri-
bate a la duna, que es tan grande como decían. Los padres
se fi*len arriba, donde ya hay cuatro 0 cinco personas
más, que conozco del abuelo6. *Aixo *sf que hace *gracia, todo-
se con el *telefon *mobil a la mi, de un lado a otro,
extendiendo el *brag para captar las olas y tener
cobertura. El aspecto que tenemos ya es bastante extraño
en estas tierras, sólo faltaba el *numeret del
* 95
móvil para acabar de parecer extraterrestres... mi
casa... teléfono...
-Ya vienen todos! -me llama *Saïda, pasando de seguir
nuestra conversación.
Me giro al sentir un ruido de chatarra multiplicado
por tres. Estos son los coches de los amigos de *Saïda.
Esto es un pase, no os lo podríais imaginar.
Los han construido alámbricos, son algo más
grandes que una caja de zapatos, las ruedas giran a la
perfección. A la parte de encima tienen unos *compar-
*timents para guardar cosas y el más al-*lucinant es que
de las ruedas sale un *palet largo de hierro que acaba en
forma de volante, los llega a la altura de las manos y los
niños lo usan para girar el vehículo hacia un
lado o l`otro.
Qué colores, qué fantasía! Yo tenía razón: no
hay dos coches iguales. Además, hay ďdeportivos,
familiares, camiones cisterna como los que los traen
el agua. Estos están hechos con latas de atún...
Si mis amigos los pudieron ver...
-Ferran! Ponte a su lado, os haré unas fotos
-dice la madre, que ya pasa de hacer la marciana con
el móvil.
Todos quieren salir, pero no caben. Al final, nos
ponemos en dos filas, como en las fotos del col-*le, unos
detrás de pie y otros agachados delante. *ljimportant
es que los coches se vean bien.
-Dónde hagamos la cursa? -pregunto.
96
-Siempre empezamos bajando la duna, después
giramos hacia los corrales y la meta es el campo de fútbol
-contesta *Alí, que va cogido de mi mano.
-Pero si tú no tienes coche... eres demasiado *menut para
participar -digo yo.
-*Ia lo sé, pero ellos son mis amigos y es cómo
si yo también condujera. Además, *Saïda me dejará su
cuando yo sea grande -dice orgulloso.
'-D”acuerdo, ďacuerdo -a los pequeños siempre *seils tiene que
dar la razón, sabéis?
-Yo daré la salida -dice *Saïda.
-No s” vale, porque tú eres participante, la daré
yo -siempre he deseado hacerlo-. Preparados, *llestos, va!
Salen tan rápidamente, que derrapan por las piedras
de la duna, tanto los que van calzados como los que no.
Los coches van casi por los aires. De momento no usan
el volante, porque van en linea recta, pero cuando
llegan bajo de todo tienen que hacer un giro muy cerrado para
no perder ni un palmo *djavantatge.
Yo voy disparado detrás ďellos, los pares s”han que-
*dat allí arriba y *Alí va unos metros detrás de nosotros,
*pobret, como que es el más *menut... pero no nos *atu-
remo para mirar atrás. *Ijespectacle es ante nuestro.
No hay un ganador claro, todas las máquinas *sem-
*blen en perfecto funcionamiento y aunque los modelos
son distintos, las ruedas van sacando fuego por la velocidad.
La siguiente curva hace tambalear el camión cisterna,
porque *Salek, el conductor, ha perdido l”equilibre en
97
girar tan rápido, ahora s”ha quedado tercero. El primero es
*Halil, que ya m°había dicho que era invencible con
su bólido dorado, hecho con latas d°aceite. Conductor
y máquina parecen uno sólo, de tan *compenetrats
cómo están, deben de haber pasado horas ďentrenamiento
para aprender a esquivar así los rivales.
Hace un momento, casi se tocan los hombros de *Halil
y *Nur, de tan cerca como iban, pero el primero
ha avanzado considerablemente porque ella ha encontrado
un obstáculo inesperado y le ha habido que rodearlo, y ha
perdido así su posición.
Uno última es *Saïda, con l°deportivo verde hecho de *llau-
*nes de guisantes, que por desgracia todavía no ha acabado
de construir. No quería dejar de participar, aunque
faltaba mucho para perfeccionar. Ella nunca se quiere
perder nada, por eso la tenemos en carrera, a pesar de que
en último lugar.
Qué es esto? Ya son cerca de los corrales. Una cabra
que hacía cómo que pacía entre las piedras ha visto
el espectáculo y quiere participar, echa a correr... Oh, no!
La cabra baja la cabeza y saca los cuernos directa hacia
*Saïda, que va un poco separada del grupo. El *animalet
debe de pensar que quieren agredirlo y se defenderá. Tengo que avisar
*Saïda, que no ve más allá de su coche.
-*Saïda, la cabra!!! -llamo a brazo partido.
No me siente, nadie se entera del que pasa, *nin-
*gú excepto *Alí, que ya ha llegado a mi altura y se”n
va directo hacia la cabra para evitar que ataco
98
*Saïda. Que valiendo! Qué escándalo! Ahora veo a tres niñas
descalzas, con los cabellos sueltos, que siguen su
cabra fugitiva. ~
No puedo más de tanto de risa, la cabra esquiva
las niñas, que se lanzan de hacia cogerla, como en
una piscina, qué *bacs se pegan... *Saïda continúa
a su bola, empujando el coche, y s”aleja de la
cabra sin haberse”n dado cuenta de nada. El *animalet *fu-
*gint d”unos y persiguiendo otros al mismo tiempo...
*Alí tropieza con una de las perseguidoras de la
cabra y acaban los dos por tierra, extendidos y reventados
de la cursa.
La cursa! Si ya deben de estar a punto ďllegar... La cabra
ha sido más rápida que *Saïda y *Salek, va en
tercera posición, a poca distancia de *Nur. Cuando ella
siendo tan cerca el galope del quadrúpedo con cuernos,
cae en tierra de la impresión. Así que... la cabra en
segunda posición. Ha, ha, ha! Es un difícil rival para
*Halil, en coche o sin, está a punto ďllegar a su
altura, lo pasa y... ganadora... la cabra.
Nunca he reído tanto en mi vida.
Los que no han acabado por tierra s”han quedado
*paral-*litzats de la sorpresa. De seguro que es la cursa
más original que han hecho nunca.
Lluïsa, Tomàs y otros visitantes, que eran a la duna
tratando de hablar por teléfono y no han podido, han
tomado la decisión de andar hasta el centro de comunica-
*cions. Así se denomina un lugar con teléfono que hay
99
a disposición de todo el mundo, pero eso sí, sólo hay un
aparato y hay que hacer cola.
Yo se los quiero acompañar. *Saïda y *Alí también, pero
los otros se quedan para repetir la cursa, porque dicen
que no era valida. (Debe de ser porque la cabra no tenía
coche, ha, ha, *hal)
Por el camino no dejamos de encontrar conocidos de *Saïda,
que le dicen cosas que no comprendemos. A nosotros
nos saludan moviendo la cabeza y sonriendo muchísimo. Otra
vez vuelven a preguntarnos por desconocidos.
-Conoce Fernando, de Sevilla? Y Emilia, de *Gua-
*dalajara?
-No, no, lo siente, pero no sé quién son -contestan
los padres, sonriente.
Andamos, andamos y andamos, ya hemos salido del
pueblo, dejamos atrás la escuela y el centro de comunica-
*cíım: ya se ve allá lejos, con antenas arriba de todo.
Pasan coches todoterreno muy viejos, completamente
llenos de pasajeros que nos saludan como pueden, de tan
apretujados como va.n.
-Podríamos pedir alguien que nos llevara en *cot-
*xe -dice *Saïda.
-Cómo si fuera un taxi? -pregunto.
-Está claro, lo hacemos a menudo. Recuerdas cuando fueron
los padres a vacunar el pequeño Ferran?
-Sí.
-Habían pedido a un vecino que los llevara. Es
el padre de *Salek y, además, es primo del padre, tiene un coche
100
para traer la gente que va lejos. Nosotros nos ponemos
en el camino y esperamos que paso alguien que nos pueda
llevar, aunque a veces pasa un día entero y nos
hay que volver a casa, porque a los coches no había lugar
para más pasajeros -explica *Saïda.
-No sé si vale la pena hacer esto o seguir andando
-dude yo.
-Entonces, continuamos y si hay oportunidad,
haremos autostop -dice el padre con mucho ďă*nim.
*Alí va cogido de la mano de Lluïsa, que no para de contarle
historias. *Saïda y yo vamos ante todos.
-Si vuelvo a hablarte ďaquello continuarăs riendo?
-pregunto.
-De qué?
-D°aquello del tesoro...
-*Ahl... Aquello? No, no reiré. Qué te ha dicho exacta-
mente *Didi?
-ya t°lo he contado antes. Me dijo que tenéis
un tesoro que recuperaríais cuando Ahmed el *caribeny
volviera.
-Ahmed es mi hermano grande. Él es lo preferido
de la recibasăvía, porque además trae el mismo nombre de su
marido, mi tatarabuelo que murió hace años... Ahmed
se n°fue a Cuba para estudiar cuando tenía quince años y no
l”hemos vuelto a ver desde hace seis. Nos han llegado
algunas cartas y fotos que han traído otras *caribenys
que han acabado ya sus estudios.
-Por qué los denomináis así?

102

-Se cómo se conoce los saharauis que han estudiado


en Cuba, que es una isla caribeña. Estos hablan
muy bien el español y por su acento parecen cubanos.
-Y por qué van tan lejos?
-Aquí no podemos aprender a ser médicos o *profes-
*sors. Los que queremos estudiar hemos d°ir a Argelia,
Libia, España, Cuba...
-Pero, que tiene que ver tu hermano con el tesoro...
*Uha escondido él? -pregunto.
-Qué dices? Ha, ha, ha! Fue la familia la que
esconde el tesoro, era un cofre que traían cuando *is-
*queren de su tierra, allá donde hay mar, árboles y casas
de verdad.
-Por qué no lo desenterráis cuanto antes
poded y compráis el que necesitáis para vivir mejor?
-]o que sé... Ellos dicen que lo escondieron a medio camino,
porque los perseguían los soldados y tenían miedo
por si se lo quitaban, pero no sé dónde, ni tampoco qué
hay dentro del cofre.
Hemos tardado, pero hemos llegado al teléfono público.
El primero que vemos es la cola que hay a la puerta,
más larga que la del *cine el sábado por la tarde.
-Todos estos quieren hablar por teléfono? -pregunto
yo, asustado.
-Parece que sí -contesta *Saïda.
-Unofl *Seins hará por la noche...
-No hay problema, mis padres preguntarán
a *Halil y él los dirá donde somos.
103
*Sino lo digo por eso... pienso en el retorno, todo
oscuro, sin camino ni farolas...
-Tranquilo, somos a mi terreno. No t”tienes que *pre-
ocupar -dice *Saïda muy segura.
La gente del campamento que espera para hablar quiere
dejar pasar ante los visitantes, pero los padres y los
otros no aceptan. De vez en cuando, la cola avanza,
algunos de los que salen parecen tristes. *Saïda dice que
debe de ser porque no han podido comunicar, porque las
personas a quienes han telefonear no estaban en casa o su
número estaba ocupado. Tantas horas de camino y cola
para lo cual...
*Miagradaria encontrar algo a hacer mientras se-
*perem. Qué aburrimiento!
-Quizás tendremos para más de dos horas -dice
una mujer que vendía con nosotros.
-Tanto rato? Qué podremos hacer mientras tanto?
-me quejo.
-Podemos volver y pasar a visitar los abuelos -dice *Saïda.
-Puedo ir, madre?
-No sé, pronto se hará por la noche. Tú que piensas,
Tomàs? Los soltamos sólo?
-Por qué no? Nosotros encontraremos alguien que nos
*guíe en el retorno.
Nos n”alejamos rápidamente, para llegar a l°*haima
con tiempo para jugar. *Saïda ha dejado el coche a su
amigo, que s”ha comprometido a traérselo a casa.
Así podemos correr y jugar a cogernos. No hay donde
104
esconderse, nada en absoluto, así que sólo podemos
hacer cursas, pero nos cansamos pronto. Sentamos en el tierra
un poco para descansar y *miadone que estoy rodeado
ďaquellas piedras oscuras. Parecen rocas en mí-
*niatura, pero relucientes cómo si alguien las hubiera pulido.
-La maestra nos ha dicho que quizás son trozos de meteorito...
-dice *Saïda, que ha visto mi interés.
-Piedras caídas del cielo? -pregunto.
-Sí, se debieron de estrellar aquí, por eso es lleno.
-Una sorpresa más del desierto. *Ia que me voy *des-
hacer de las que había recogido -dique-, qué te parece si
guardo algunas como recuerdo y las traigo a mis amigos?
-Es una buena idea, como la concha que tú me
diste.
-Creo que con un buen puñado tendré bastante...
De repente, una abanicada me llene los ojos ďenarena,
me°*ls tape como puedo y añoro mi gorra, que m°he
dejado a la mochila.
-Ferran, tenemos que irnos rápido, es el siroco.
-El qué? .
-Es el viento del desierto, no te n°ha hablado nadie?
Provoca tormentas ďenarena y, entonces, vale más no
salir de casa.
-Durará mucho?
-Quién sabe si unas horas o días enteros...
La boca se me ha *omplit de polvo. Qué mal alas
piernas, parece que l°enarena *nfassota. Si lo sé, no me
pongo pantalones cortos...
105
Cuando pasa un rato y esto no cambia *comen *fz
a ponerme nervioso. Se hace difícil andar, *perqui,
tenemos el viento en contra. Me siente enlucido pe;
el polvo, la tengo a los ojos, las orejas, por dentro de l”.
camiseta y *inclús de los calcetines. Cuando trate *def
quitármela de la cara, el que hago es extenderla. "
Todo esfuerzo es inútil. Y -Esto
pasa a menudo? -pregunto a gritos. y'
-Sí, más del que nos gustaría -contesta ella-. *Agafz-*ft de mi mano y no te sueltes, paso el
que paso. _*
M”esfuerzo para llegar a su altura, porque va *ii
unos metros por ante mí,' pero parece que el ¡*pl
viento sea una mano gigante que no me deja avanzar H
nı un paso. 1
-Espera°m! No puedo cogerte.
-Ferran! No te puedo ver. -f
Me giro ďespalda para poder abrir un momento .k
los ojos y protegerme la cara de l°enarena, pero cuando '*Á
vuelvo a andar en dirección a *Saïda ya no está.
-*Saïda! Yo tampoco te veo! --llamo tan fuerte como *Ï
puedo-. Me puedes sentir? Uno única cosa que puedo escuchar es el viento silbando. '_
De golpe, es cómo si m”hubieran aislado en una cápsula,
no veo nada, no siendo la voz de mi amiga, no sé
ninguna donde andar y tengo miedo de pararme, por si me
separo del todo d°ella. No quiero perderla. .
-*Saïda!!! -me pongo las manos a los lados de la boca,
porque la voz se sienta más fuerte-. *Saïda!!!
106
s Ni un ruido que no sea l°enarena zarandeo por el viento.
ı§No te dejas vencer por el pánico, de peores has *ei-
ã*tlt. Sí? De qué?» Todo m°lo digo y m°lo contesto
yo. Al menos mi pensamiento m”acompaña y puedo
hablarme a mí mismo. «T°tienes que calmar y tratar de pensar
con claridad.»
Recuerdo el día que me perdí a la feria, tenía
Seis años y todavía no lo he podido olvidar. Me sentía
tan suele como por ejemplo. Más, porque estaba rodeado d”un
1 gentío y no conocía ninguna cara.
Esto es la nada de verdad. M°paro, continúo,
si seco en tierra acabaré hecho una escultura ďenarena, no
podré respirar.
Será mejor que me quito la camisa que traigo sobre
la camiseta y me lo enrollo a la cabeza. Así, puedo dejar
espacio para respirar, es un tipo de bolsa. Qué
descanso!, pero ahora me *rasquen los brazos, es como sí
y me pasaron papel de vidrio y me clavaron mil agujas
l al mismo tiempo.
«Anda, no te dejas vencer, a algún lugar llega-
raído. Quizás vas en la dirección correcta. Encontrarás *Saïda
o los padres, no pierdas la confianza»
Sí, puedo sentir algo, un ruido de motor.
Será un todoterreno ďaquellos que me ha hablado *Saïda?
-Eh! Eh!!! Soy aquí. Soy Ferran. Venís ninguno aquí!!!
«Aunque no soplara este viento, cruces que te
sentirían? El ruido del motor ahoga tu voz. Quizás
estarán buscándote si los padres saben que *tihas perdido?
107
Tan rápidamente? Has perdido la noción del tiempo...
No sabes si han pasado minutos u horas, si *Saïda es
cerca o ya ha llegado a la *haima.»
-*Saïda!!! -la ve m”sale más floja del que querría,
la garganta me cuece, de tan seca que la tengo.
Las piernas ya no pueden más, me dejo vencer, es cómo
si tratara de andar dentro de una piscina llena
de barro. Me cuesta demasiado avanzar..., las piernas no me
soportan, trate ďlevantarme, no puedo. Descansaré un poco...

108
1 Y -Venga,
Lluïsa, tranquilo-la, que ya ha pasado todo
-repite una vez más Gabriel.
-Es que, es que... no dejan de pasar desastres
desde que hemos llegado... ]o no veía nada claro esto de traer
Ferran en el Sáhara, pero tú -decía señalando el
padre con el pañuelo todo mojado de lágrimas y mocos-
venga animarme...
-La pobre criatura s”ha adaptado mejor del
que esperábamos. Come el que le ponen delante, no
se queja de nada, ha hecho amistades y encima, ha bautizado un
bebé... Que más quieres? -pregunta el padre.
-No te pones así, no lloras más -dice muy serio
Gabriel.
-Tiene razón, Lluïsa, Ferran nos podría sentir... -el
109
padre parece adivino-. Además, la familia de *Saïda...
qué debe de pensar?
-D°acuerdo. Que quedo muy claro que lo hago por
ellos, porque ya m”he unfl*at de llorar. *Ahhh! -vuelve
a empezar.
-Pero, qué habíamos dicho? -el padre está perdiendo la paciencia.

-Es que el mío fıleche ha estado en un gran peligro.


*Solet, perdido en medio del desierto, sin nadie que *vet-
*lara por él. Y nosotros le dimos permiso, sin
considerar el que podía pasar.
-Lluïsa, nadie podía prever una tormenta
de arena. No te tienes que sentir culpable por eso. Todo ha
acabado bien, que es el que importa. Además, estas
aventuras hacen madurar los niños -Gabriel busca y busca
razones para calmar la madre.
-Así es. Nuestro Ferran ha sabido resolver una
situación de peligro con mucho sentido común. Habríamos
ďestar orgullosos, como él mismo lo estará, al #ver
de que ha sido capaz: encontrar *solet el camino de vuelta
en el centro de comunicaciones.
Desde mi colchón, enrollado con la manta, me
hago *Fadormit pero lo estoy sintiendo todo. Resulta que
Gabriel era también a la cola del teléfono y nos ha *acom-
*panyat hasta aquí. A mí m°han encontrado en la misma puerta
del centro. M”ha despertado la voz de la madre, venga
llorar. Bien es verdad que m”he asustado creyente que
había pasado una desgracia, pero la desgracia era yo.
1 10
Gracias, padre, para confiar en mí. Gracias, madre,
para preocuparte, pero calla ya, por favor. Preferiría
decirlos esto a la cara... pero, de momento, seguiré haciendo-
me el dormido.
-Cómo se puede haber orientado en medio de la nada?
Todavía no me lo explico... -dice Hassan-. En estos
casos es difícil encontrar con vida los extranjeros que
se extravían al desierto.
-*Ahhh! ]a lo veis. Ha ido ďun pelo! *Ahh! Mi
Ferran... -volvamos, qué obsesión!
-Lluïsa, te lo pido por última vez: o cambias
el rollo o seré yo el que se pierda al desierto, pero por siempre jamás
más.
Si esto continúa habré ďlevantarme y decirlos cuatro
cosas: por ejemplo, que no tengo ni la menor idea de cómo
he ido a parar al mismo lugar ďdonde salí.
Qué me decís de *Saïda? Ella sí que fue capaz de volver
a casa, porque sabe como sobrevivir en una
tormenta ďenarena. El que hay que hacer es quedarse quieto,
sentar en tierra y esperar. Incluso los coches han
ďpararse. Después, cuando ya se veía bien, ha seguido
de camino a casa para buscar ayuda. Yo, sencillamente...
he tenido suerte.
No sé por qué, pero l”aventura m”ha abierto la hambre
una barbaridad. Fàtima me ha sacado queso en *porci-
*ons, galletas, crema de cacao, cosas que habíamos traído
para ellos y que nos están ofreciendo a nosotros. Cuanto menos
tienen, más generosos son!
111

-Esto no se lo creerá nadie, *Saïda. Esta sí que


es una aventura de verdad. De libro -digo yo entre
bocado y bocado.
El bisabuelo de *Saïda se ha enterado de todo y me
quiere conocer. Él no vino al bautizo porque estaba
de viaje, pero ha vuelto hoy. Rápidamente le han
charlado todo el que pasó con las *pedretes y también que
yo m”había perdido al desierto. Nos ha mandado llamar y nos
espera para conocerme. No creo que esta
presentación sea ďabrazos y sonrisas. *Saïda me ha
dicho que toda la familia respeta muchísimo el bisabuelo
Rashid y que sus padres todavía le consultan sus
decisiones. Los consejos que da tienen fama
en todo el campamento, porque se lo considera un hombre
sabio y experimentado, es decir, que ha vivido muchas
cosas interesantes.
Hassan m”ha dicho, antes de hacer la visita, que Rashid
fue muy rico y poderoso antes ďsalir de su país, que
tenía los rebaños de camellos más numerosos y que los
españoles que colonizaban el Sáhara lo respetaban
muchísimo. No puedo evitar que las rodillas me tiemblan
cuando *Salida me abre la cortina que cubre la puerta de su
*haima.
-Así que tú eres el famoso Ferran, de quién *Saïda no
para de contarme cosas desde que volvió de las *vacan-
ces -dice una voz profunda, que sale entre las sombras.
-Cómo está? -pregunto con toda l°educación que
he acumulado durante casi doce años. p y 112
f
-Bien, bien, gracias y tu familia, están todos bueno?
-pregunta él a su vez.
-Sı', aquí están conmigo.
-Muy bien... Y el resto de la familia, los que han
quedado en casa tuya, están todos bueno? De salud, de todo?
-No sé si sabe esto de mi abuela, la madre del
padre, estaba enferma y poco antes de venir...
-Sí, sí, ya me lo ha dicho Fàtima. Si esta era la voluntad
de Dios..., hay que resignarse.
-M”ha dicho *Saïda que me quería conocer, pero yo
también he sentido algunas cosas... y quería preguntar...
-Ante todo -interrumpió el bisabuelo-, os ser-
*virem un té y os haremos un regalo.
Mientras dice esto, la bisabuela de *Saïda nos saca
de una maleta que tienen en un rincón unos collares de plástico
de colores y una cajita ď*alquena (las pólvoras
con que hicieron los dibujos de las manos a la madre).
El padre y yo nos ponemos los collares, porque entendemos
el gran valor que tienen como regalo.
-Espero que muy pronto los podremos recibir ala
nuestra tierra, el que nosotros decimos el *Sahara auténtico.
Allí os ofreceremos todo el que tenemos, que ciertamente será
mucho mejor que esto -dice el bisabuelo.
-Laila siempre cuenta que cuando teníais invitados
Los regalabais camellos, verdad bisabuelo? -dice *Saïda, que
*fha sentado ante él, con las piernas cruzadas.
j, *Alí también ha venido y sede a tierra, entre las piernas
F: Rashid, que le mima el *cabet con mucha ternura.
113
. Parece que vaya a dormirse, de tan a gusto
como está. Y este era el bisabuelo tan impresionante?
Bien es verdad que su aspecto sí que lo es...
Apuntáis: la piel muy oscura, como la de la re-
bisabuela, que es su madre. Los dientes igual de *blan-
*ques. Tiene una barba larga de color ďplata, como los
cabellos casi rapados que se le ven cuando se *desem-
*bolica el turbante que lleva a la cabeza. Los ojos son azules y cogeos...
los lleva pintados con una raya de color
negro que sigue la línea de las pestañas.
Cuando se gira para servir el té, pregunto a *Saïda.
-Por qué lleva los ojos pintados?
-No es maquillaje, bobo -me dice una
vez más riendo-, es un tipo de medicina para proteger los
ojos. ya has visto qué pasa con el viento, el solo y l°enarena.
Imagina°t que pasaste la vida sobre un camello a l°aire
libre... Los ha quedado la costumbre, nosotros ya no lo hacemos.
-Otra cosa... por qué su piel es tan oscura,
como la de la tatarabuela? Vosotros no la tenéis igual
-continúo preguntando.
-Esto es porque antes la ropa se hacía con un
tejido de color azul oscuro que tintaba la piel, así, más
oscura, se protegía del solo.
-Bebéis, amigos -dice el bisabuelo-. Y tú, niño, qué es
el que querías saber? Hassan m”ha dicho que tenías mucha
curiosidad para conocer nuestras costumbres.
-Bien. .. exactamente... *vaj a... el que querría saber es *É
todo aquello del tesoro de vuestra familia -digo yo.
114
-Se que nuestra familia no fue l”única a *ama-
*gar un tesoro, hay muchas familias de refugiados que
también tienen uno -contesta el bisabuelo.
Rashid se queda pensativo con el té en la mano, no
bebe, no habla, no mira nadie, hasta que nos dice:
-En aquel punto donde la vida ya no tenía valor,
donde los brazos del desierto se levantaban a A el-la *suplicants
y el rumor de las entrañas de la tierra era una se-
*perança...
-Dónde? -pregunto yo, esperando una indicación más
clara.
-En aquel lugar, en aquel momento, supimos que
había llegado la hora de decir adiós a aquello que más se-
*timàvem, a nuestro tesoro... Laila señala el lugar y todas
las familias nos imitaron... Los gigantes de piedra
lo protegen *des ďentonces, a sus pies el *soter-
*ràrem y d”allí lo sacaremos.
-Y por eso necesitáis Ahmed?
-_*Ïo ya soy grande y a veces pienso que moriré
en este exilio, pero conofi@e que el día de su regreso
también sea lo del nuestro. No podemos tardar mucho más,
nuestra tierra nos espera...
Los ojos del bisabuelo se hacen más transparentes, son
llenos de lágrimas, que el tiempo pasado al campamento
de refugiados no ha podido enjugar. Cómo está de triste...
No puedo seguir preguntando. ]o también noto un peso al
pecho, una pena extraña. No puedo evitar levantarme de tierra
e ir hacia él y darle un abrazo. *Saïda ha
1 16
tenido el mismo pensamiento. De repente, estamos chafando
*É Rashid y *Alí, que ya se había dormido. Qué peine
' que debemos de hacer!
No he dejado de despertarme en toda la noche. Pensar que
*Saïda tenía un tesoro que podría resolver los *proble-
mes *dela suya familia m”abría los ojos como platos. Por qué
esperar Ahmed? Hassan no podía ir? El lugar
sería peligroso, defendido ahora por el enemigo? He *sobrevis-
*cut al siroco y podría ser un *xicot del desierto... Si hay
un tesoro, hay ďhaber un plano. Sólo me hace falta un
vehículo para llegar y cargarlo todo. Aquí, en lugar
de plano hay un mensaje en clave: los brazos del desierto
levantándose a A el-*là, el rumor de las entrañas de la tierra,
los gigantes de piedra... y l°único vehículo es el camello...
Sacaré un lápiz y miraré ďaclarar esto *arnb un *esque-
mi... M”gustaría que *Saïda no hubiera *dianar en escuela
y pudiéramos planear juntos esta misión imposible.
-Qué haces, Ferran? -pregunta la madre, preparada
para salir.
-Una redacción sobre el viaje...
-Nosotros vamos a visitar Gabriel y su familia.
Quieres seguir o vienes?
-Me quedaré para acabar antes de que vuelvo *Saïda
para ir a jugar. Puedo?
-Volveremos pronto, a *ljhora de comer -s,*aco-
*miada el padre.
1 17
Poco ha faltado para descubrirme. A ver, *comen-
*çaré por los brazos que s”levantan. *Humm, he visto rezar
Hassan y siempre levanta los brazos, también hace como que
se lava sin agua. Pero por qué los brazos del
desierto? Llevan ser de quienes viven al desierto. Y dónde hay
muchos brazos que rezan? A l”iglesia, quiero decir, a la
mezquita!
Las entrañas son las *tripes, las tripas y todo
el que hay dentro del cuerpo. Púafl Como puede ser esto una
esperanza? pensaré más. Y los gigantes? Además, de piedra...
esculturas, seguramente. *Ia lo tengo casi todo.
*Mihan dejado tranquilo y podré concentrarme hasta
encontrar la solución.
Estoy decidido, yo seré quien rescato el tesoro, de *pri-
mero lo de *Saïda, después los otros... A la hora de la
siesta no sospecharán si me voy de la *haima,
tendré que ser *rapid. Por eso necesitaré un vehículo,
un quadrúpedo, un camello! L”único que conozco es el
de *Brahim, sé que corre mucho y es medio loco, mejor.
Iremos y volveremos más deprisa.
Antes he ďacabar el plano: mezquita, después,
entrañas y esperanza... ya lo tengo! Hospital! Esto es:
donde abren el cuerpo y trabajan con el que hay adentro.
Y, para acabar, esculturas, es a dedo, museo! Nuestro *tre-
*sor es entre la mezquita, el hospital y el museo. D”esto
se”n dice deducir, col-*legues.
Cuando *Saïda vuelve de clase, le cuento mis
deducciones y el que he planear.
118
-No puedes hacer esto, Ferran! Si el bisabuelo quiere esperar
que la familia esté #reunir para rescatar aquello no tienes
ningún derecho a desenterrar el tesoro por tu cuenta -dice
enfadada.
-Pero si es para vosotros, porque se solucionan
vuestros problemas cuanto antes...
-Ya sé que tienes buena intención, pero no tendrías que
mezclado-té en una historia que sólo tiene que ver
con nosotros... Aunque... -los ojos de *Saïda brizna-
*llen *diuna forma especial, esto quiere decir que ha tenido
una buena idea.
-Qué...?
-Estaba pensando que si yo Čacompaño... yo soy
parte de la familia y así el tesoro no sería rescatado por
un forastero. Qué te parece?
-Y *Yescola? Porque yo pensaba salir a l”hora de la
siesta... y tú faltarás en clase.
-*Bah! Por un día que falto no pasará nada, ya lo
arreglaré yo con la maestra.
-De acuerdo! No sabes como me alegra que vamos juntos.
Es el mejor que podía esperar: *Saïda y Ferran,
Ferran y *Saïda al rescate!
1 19
12
A l”hora prevista, salimos sin hacer ningún ruido. Todo el mundo
duerme, nadie s°entera del que hacemos. Ahora falta saber
donde puedo encontrar estos edificios entre las *haimes... *Saï-
*da está totalmente ďacuerdo con mis deducciones
y aporta las suyas...
-Nunca he ido a la mezquita, nosotros rezamos
en casa, pero sí que he estado a *lihospital. Hemos ďir
por el mismo camino que en el centro de *comunicacians -dice
muy segura.
-Una vez allí preguntaremos a alguien, ďacuerdo?
-En primer lugar tendrás que disfrazarte -dice *Saïda.
Joan! Por qué no eres aquí con tu imaginación?
Tanto como me podría ayudar... A ver, qué *co-
*ses de mi aspecto me distinguen ďun refugiado?
120
*Ï Los pies: las zapatillas ďdeporte nuevas de trinca, fuera.
Descalzo. Los texanos: son *vellets, podrían pasar. La camiseta:
de marca, me la pondré del revés y *Yesgarra-
*ré un poco a los hombros. La cara es bastante *bronzej *ada,
pero remataré el disfraz con un turbante negro,
enrollado alrededor de la cabeza. Sólo dejará a la vista
los ojos, la nariz y la boca... Ya está!
Próxima acción: buscar el camello. No es cuestión
de pedir a *Halil que nos acompaño al corral
de l”tío. Nadie tiene que saber nada.
Una vez somos a los corrales, todos me parecen
iguales, no puedo distinguir el de *Brahim, aunque hay
un que me resulta familiar, tiene las mismas latas
donde dice: «Leche en polvo, donación de la Unión Europea».
Aquí está nuestro compañero ďaventura.
*Saïda vigila por si viene algún conocido. Con
este disfraz puedo pasar por *Halil, haré como que traigo
comer a las cabras y que en una distracción el camello
se escapa, correré detrás ďél, montaré y... hasta la vista!
-No tengas miedo, *camellet, te diré Rayo, por
cómo eres de veloz -trato de ganarme”l-. Quieres *xo-
*colate? Ten, verdad que es bueno?
Conseguido! Sólo faltan los golpecitos a las rodillas
y saldremos como ud... rayo.
*Ahhh! ]a no recordaba l°estribada que pega-
va para arrancar. Tenemos que dirigirnos en las afueras del
campamento. Esto será sólo el comienzo de la
aventura

121

La velocidad de crucero de este animal es *increï-


*ble. ya somos cerca del teléfono. Ahora tenemos que preguntar
por el hospital.
-Salam *Alecum! -quiere decir 'hola'-. Sabéis cuál es
el camino de *Yhospital?
-*Alecum Salam! Se a dos horas de aquí, será mejor
que os traigo un coche, os podéis perder -contesta un
hombre joven a *Saïda.
-No hace falta, voy a l°encuentro de mi familia,
que ha salido un poco antes de que yo. Los encontraré enseguida,
sólo tengo que saber en qué dirección ir
-contesta rápidamente *Saïda.
-Veis aquel cerro al fondo, a l°izquierda, no lo
perdéis de vista, siempre a *Yesquerra, tu familia
pasará por allá para ir a *Fhospital. Sort! Cómo te
llamas, por si te pierdes y preguntan por tú?
-*Hummm... *Selma -ha tenido que mentir, para
poder hacer una buena acción.
Hacia allá! Me siente como el *ove Jim Y-*Iawkins, que
encontró el mapa de *Lïlla del tesoro, yo todavía mejor, porque
he hecho mi propio mapa y voy con mi amiga.
No *fuı*tarem nada, sólo recuperaremos el que le pertenece.
Me hace un poco de miedo pensar como *siho toma-
*dran cuando volvemos... Todavía no entiendo como no han
ido ellos antes a desenterrarlo ni por qué esperan la vuelta
d°Ahmed?
No!!! Hemos olvidado el más importante! Qué los
hace más falta a los que s”adentran en el desierto? Exacto.
122
*Uaigua transparente, *cristal-*lina, inodora, insípida y refrescante.
Dicen que los camellos soportan la siete, pero
y los humanos? Nos pararemos en el hospital y que nos
dan un poco.
¡ Cuando tengamos los tres edificios controlados (*hospi-
tal, mezquita, museo), continuaremos las deducciones,
para encontrar el lugar exacto. Seguro que *Saïda tiene alguna
idea. Después, a excavar... (Con qué?) Unofl Otra
distracción! Habremos d°conseguir una pala...
-Has visto? Por suerte he llevado mi reloj del *Co-
*ronel *Mandioca. Tiene *inclús una brújula -digo orgulloso
como un explorador experimentado.
-Sí, sí, pero no hemos llevado agua...
Han pasado dos horas y hemos dejado atrás el cerro
hace mucho rato, ahora no se ve nada... Nada, excepto
aquella fila de coches a lo largo de la línea de *Phoritzó.
]a hace falta que nos esforzamos, que nunca llegamos a su
altura, aunque están casi parados. Los ojos me
hacen daño de fijarme tanto, *inclús diría que a ratos
desaparecen y vuelven a aparecer. Ahora se separan los
unos de los ďotros y... se funden entre el cielo y el desierto...
Oh, no! Un espejismo! No había ningún coche, sólo el
reflex de la luz en l”enarena ardiente. Y ahora qué? Ningún dónde?
Traigo brújula, pero no sé en qué dirección marchar.
-Pensamos, Ferran: si el Sáhara auténtico desde donde
vinieron mis padres tiene costa, es a l”oeste del cono-
teniente, nosotros somos al este d°allí. Si el tesoro fue
enterrado en el camino del oeste al este, tenemos que deshacer
123
aquel viaje, es decir, ir hacia el oeste, allí encontraremos
las pistas que buscamos.
Tengo la boca tan seca y llena de polvo que parece
de cartón, no puedo ni tragar saliva. El solo es muy fuerte,
gracias que traigo el turbante, pero me da mucho
calor. No paro de tener visiones como las ďantes: un
barco, un bosque... M°pararé a descansar, porque *tam-
bien me hacen daño el culo y la espalda de tanto de cabalgar
en camello. *Saïda no se queja, debe de estar acostumbrada.
Acabo de ver una duna enorme, llena de pe-
*dres dispersiones a su pie, que hace una rayita ďolmo-
*bra. Un buen lugar para descansar un rato.
-Qué te parece si descansamos aquí un rato?
-pregunto a mi amiga.
-No sé si podemos perder tiempo. Pero, bien es verdad que
m°gustaría cambiar de postura... No sé como
bajar ďaquí, porque no llego a golpearle las rodillas.
-Rayo, *Llampet, a estamos. Nos pararemos a *des-
cansar un poco... -la voz no m”sale por cómo tengo de seca
la garganta. Pero *lianimalet me ha entendido, debe de ser que
también está cansado.
Ah! Qué gusto estirarnos sobre l”enarena! En esta
vertiente de la duna es más fresca, nos podríamos dormir...
Cuando vuelvo a abrir los ojos no veo nada, quizás
me he quedado ciego de tanta luz, los ojos no *mienvien
ninguna imagen al cerebro. Al mío cercando todo es negro,
sin contornos ni colores. Puedo sentir los *brams de Rayo,
pero no lo veo. M°he vuelto ciego? Aquí enmedio
124 r
de la nada... Tanteo con las manos y encuentro un brazo
de *Saïda. Miro arriba, qué veo? Centenares de *llumenetes
que agujerean el cielo, es por la noche! He dormido
horas y ya es por la noche, así no podemos seguir, ni montar
Rayo ni encontrar nada.
Además, el calor tan sofocante de hace unas horas se ha
transformado en un frío ďinvierno, no tengo nada con
qué cubrirme. Cuando m”acostumbro a la oscuridad, puedo
ver Rayo, tumbado en tierra. No sé si duerme o sólo
descansa, *liacarone y noto su calor. M”acurrucaré
a su lado, para calentarme.
*Saïda también s”ha dormido junto al camello. El
frío la debe de haber despertada y ha encontrado la misma sonido-
*lució que o. Toda la noche ha sido una @mescla de descanso
y pesadillas. He soñado que los piratas m”rodeaban, o no
tenía pala, pero ellos sí, *Saïda estaba decepcionada por
mi falta de previsión. El bisabuelo Rashid creía que
mi objetivo era hurtarlos el tesoro y huir en l”avión
hacia casa. Después, cuando pasaba el control ď*equi-
paje a l°aeropuerto, los rayos X mostraban collares de perlas,
pulseras d”ore sacos de monedas que traía
a mi mochila. Yo no sabía nada...
Me esposaban y me cerraban en la prisión y, de repente,
los policías acontecían *corsaris, con *arraca-
*des, *garfis y loros al hombro. El más temible era uno
con pata de palo, que apoyaba en una muleta, lo
podía reconocer perfectamente: John *Silver el Largo,
con su falsa amabilidad, quería convencerme
125
porque le entregara el tesoro de *Saïda. Me halagaba y me
prometía un parto del botín. Cómo que yo me re-
*sistia, sacó un inmenso puñal *malai, con la hoja
*ondulada, ďaquellos que causan heridas horribles, además de mortales.

Por suerte, siempre me despierto en estos *mo-


mentes límite, me quedo sin saber el final, pero
dejo de sufrir...
Hace una mañana maravillosa, debe de ser muy pronto
porque no hace calor y *Saïda todavía duerme. También sé que
es la hora que nos desayunamos, porque puedo oler un
té acabado de hacer... Seguiré soñando?, porque nosotros
no hemos traído nada para comer, ni para beber y los
camellos todavía no saben preparar el desayuno. De todas maneras,
este aroma de te es muy real... Lo
seguiré, cercaré toda la duna...
Creo que tengo el corazón parado. No es posible el que
estoy viendo. A mí no me han visto, puedo seguir *obser-
*vant, eso sí, temblando y muerto de miedo. A unas pasas
d°donde me escondo, tengo delante un hombre preparando
un té en un *fogueret ďacampada. Además, con un
cuchillo largo, estrechado y, al parecer, *esmoladíssim,
talla finas tiras de una pieza de no sé qué casi negro,
que saborea antes d°tragar. Sea cual sea, don-
*naria el que tengo por *cruspir-me un buen trozo.
Continúo *Fobservació: este tipo parece algo más
grande que el padre, tiene la piel *embrunida y trae
un turbante como el mío.
126
A su derecha, a l°alcance de la mano, apoya una
escopeta! Ahora me fijo que también lleva, cruzándole el
pecho, un tipo de cinturón lleno de balas! Oh no! Yo
me pensaba que tenía las piernas cruzadas, pero cuando
*sialça del tierra para buscar algo en la bolsa que tiene
al lado, veo que la pierna que dejaba a la vista es
*Púnica que tiene!
Por favor, que todo esto sea todavía una pesadilla. *Des-
*perta Ferran, esto que estás viendo no es... una pata de palo!
La *confı*rmació del que veo es la muleta
que apoya junto a l”escopeta. Quizás este lleva
la misma dirección que nosotros, que esté buscando
el tesoro... Dios mío! La cabeza me hace vueltas, donde soy?
Me tengo que relajar, quizás este es la señal que voy
en la dirección correcta. Debe de faltar poco para encontrar «los
brazos del desierto que s°levantan a A el-*là, el rumor de las
entrañas de la tierra y los gigantes de piedra».
El grumete ]*im *Hawkins, con miedo y todo, no habría
dudado a hacer el que tenía que hacer. Así que yo volveré
a montar el camello con *Saïda y, silenciosos, seguiremos
este *corsari que nos conducirá a nuestro objetivo.
Una vez allí, a veremos...
127
13
*Saïda no se despierta y este hombre no tiene ninguna
prisa d°salir del campamento. Parece que más bien
esté descansando. Pero yo no puedo perder”l
de vista, si me quedo junto al camello, podría
irse”n silenciosamente sin que yo llegara
a darme cuenta.
Mientras espero, pienso en nuestros padres,
que anoche nos debieron de echar de menos. De seguro que
deben de estar buscándonos, deben de haber organizado
una patrulla, porque no pueden tener ni idea d”donde
hemos ido. No pasa nada, cuando volvemos con los *tre-
*sors todo el mundo estará tan feliz que nos perdonarán.
Ya veis como acabó aquello del bautizo de la criatura,
después de tanta pelea!
128
Me canso ďesperar, iré a dar un vistazo a Rayo,
es tan loco que quizás se n°ha ido hacia casa.
*Caram! No está, pero puedo seguir las huellas...
Voy siguiendo el contorno de la duna, sin dejar
de mirar en tierra y, de repente, me encuentro frente a frente
con el *corsari, que m°coge por los hombros y lanza
un grito:
-*Ahhl, me has dado miedo, que haces por aquí? No esperaba
encontrar nadie y menos un niño cristiano... Deja”m que
me recupero... -dice sobrecogido.
-Soy Ferran. Y tú quién eres? -pregunto aparentando
estar tranquilo.
-Me llamo *Mahfud.
-Y que haces por aquí? Si buscas el tesoro, tengo que
decirte que nunca compartiré el mapa. No voy armado
y antes perder la vida que t”ayudaré a hurtar el que
más s°estiman *Saïda, Rashid, Laila, Fàtima, Ahmed y el
pequeño Ferran -suelto todos los nombres de la familia que
puedo recordar.
*Saïda se ha despertado al sentir los gritos y aparece
detrás de mí.
-Tú eres *Saïda, de la familia Hassan? -pregunta
el desconocido.
-Los debes de conocer, supongo, porque vas a hurtarlos
su tesoro -contesto yo.
-Qué dices? Tú no me conoces a mí, no sé de qué
tesoro hables, pero te puedo asegurar que no soy
ningún ladrón.

129
*Saïda está *paral-*litzada, medio dormida y medio *sor-
tomada.
-Entonces, por qué vas armado? -pregunto *astu-
*tament.
-Porque soy cazador.
-Aquí, aquí hay caza?
-No tan cerca, vengo de Malí y Mauritania, son
naciones fronterizas. Allá cazo gacelas y otras *ani-
malos... También me dedico a recoger *fbssils, miráis...
Abre una bolsa que traía cerrada con cordones
y esparci el contenido sobre la alfombra donde sentaba.
-Oh! *Qn encuentras todo esto?
Nos quedamos boquiabiertos mirando las maravillas
que ha abocado de la bolsa.
-Al desierto, hay lugares donde es lleno de fósiles. Hace mí-
*lions ďaños todo esto era cubierto por la mar, han quedado
muchas restes d°seres que ahora parecen piedras. Podéis
elegir los que quered, os los regalo.
-Sí? De verdad? No sé qué elegir, tienen unas
formas tan reales, que es fácil reconocer si eran mol-
*luscos, pescados... -dice *Saïda.
-Este *trilobit es uno de mis preferidos, coge°l,
Ferran -dice poniéndome”l a la mano.
-Era un bicho?
-Es un artrópodo paleozoico. Vivía en aguas mi-
*rines profundas -me explica *Mahfud-, su *im-
*portància fue excepcional en la era primaria, porque
era numerosísimo. Además, la variedad de las suyas
130

formas era muy grande. También sirve de base para datar


el paleozoico, que es l,otro nombre con que se conoce
la era primaria. Miráis si *nihi había, que *Yèpoca también
se denomina era de los *trilobits.
-*Uf!Todo esto en una *pedreta... Cuántos millones
ďaños hace ďesto? -dice *Saïda, que n”ha elegido un *diigual
que el mío.
-El paleozoico comprende desde los -590 hasta los -248
millones ďaños, siguiendo lo era cristiana. Si queréis lo
*trilobit, os llevaréis una parte de la historia del
Sáhara -dice *Mahfud mientras recoge los otros *fbssils y empieza
a desmontar el campamento.
-Entonces no eres un *corsari, no buscas tesoros...
eres cazador y un tipo de paleontólogo... -digo yo pe-
*nedit ďhaber clavado la pata.
-Así es. Ahora volvía hacia casa. Y, vosotros, de verdad
vais buscando un tesoro? -pregunta extrañar.
-Bien, no es un tesoro cualquiera. Rashid, l”abuelo de Hassan,
cuenta que su madre, Laila, *soterrà lo *tre-
*sor de la familia cuando eran perseguidos por l”enemigo.
*Io quiero encontrarlo y ayudarlos a mejorar las suyas cono-
*dicions de vida.
-Pero sí... aquellos tesoros... Escucha, Ferran, esto
no es el que cruces. Mi familia también va *soterrar
las pertenencias más preciadas, mientras que ďotras no
se”n quisieron separar y las conservan a las *haimes
-m”explica *Mahfud.
-Y no los han servido de nada?
132
-De nada fi*ns que no vuelven a sus casas. Creéis-
me los dos, habéis sido muy valientes viniendo fi*ns aquí *sen-
se provisiones y con un camello loco, porque es el de *Brahim,
no?
-Sí -contesta *Saïda bajando los ojos, porque ahora
los que quedamos como ladrones somos nosotros.
-Os haré una proposición: volveréis conmigo al
campamento y procuraré que no sean demasiado duros
con vosotros. Os ayudaré a explicar el malentendido y la buena
intención que os han traído hasta aquí. Encara
suerte que nos hemos encontrado, *amiguets. D”aquí adelante
no hay ninguna *fri.
-Qué es *frig?
-Un campamento de nómadas -contesta *Saïda.
-Y, por supuesto, ningún *wílø*ya. Os habríais en-
*dinsat en el puro desierto y, seguramente, vuestros días
habrían acabado sobre la arena del Sáhara.
De repente, m”doy cuenta de la dimensión ave-
*tèntica del que estábamos a punto de hacer y de la suerte
que hemos tenido de encontrar *Mahfud. *Saïda y yo nos
miramos y, sin hablar, decidimos ďaceptar su
proposición y dejarnos llevar al campamento. Pero
ante todo...
-*Mahfud, que no te debe de haber sobrado un poco
de té? -dice *Saïda, tan hambrienta como yo.
-Cómo he podido olvidarlo? Ve a saber desde
cuando no habéis bebido ni comido! Primero de nada bebéis
agua, yo iré preparándoos el desayuno.
133
No me había venido nunca tanto de gusto un *desdej *uni:
té, carne seca de camello (aquello que lo veía cortar) y galletas
saladas, como de pan. Al fin y al cabo, no es tan diferente
del que comen los piratas, ahora que, en lugar de té, de seguro
que bebían romo...
-Podemos compartir el camello, *Mahfud -propongo yo.
-]o siempre voy en todoterreno, pero se me va *ava-
*riar hace días y lo he dejado al costado d”uno Conozco
mi camino y sé sobrevivir al desierto, puedo llegar a pie
sin problemas, de peores n”he salido, sabes?
~Has vivido muchas aventuras? -pregunto.
-Y tanto, mientras hacemos camino te°n contaré algunas...
Y vaya si tenía para contar! Cuando vimos las
primeras *haimes de *Ausserd, todavía iba por la parte
más emocionante... M”habría gustado que el regreso
durara días y días.
*Mahfud es un tipo fuera de serie. Juzgáis vosotros
mismos: esta pata de palo no sustituye la que
perdió en un abordaje *corsari. Su aventura es
más impresionante, porque es real. *Mahfud luchó
en la guerra contra Marruecos, cerca ďaquí, en el de-
*sert, sin a penas armes, en un ejército improvisado
que s”enfrentaba a otro de muy preparado y *provist
ďarmamento *superpotent, que había comprado en otros
países, quizás también al nuestro...
Una de las armas más temidas por los soldados y los
civiles (es decir, la población que no lucha: mujeres, abuelos,
niños) son las minas. Se trata de bombas de la medida
134
ďun plato que se *soterren y explotan cuando las chafas.
N 'hay que matan al explotar y hay que sólo
te arrancan las piernas. Esto es terrible, porque, además,
cuando acaba la guerra no las desactivan. Por eso hay
tantos niños a l”África mutilados...
Bien, esto es el que le pasó a mi amigo *Mahfud,
defendiendo su pueblo *xafă una ďestas minas y perdió
la pierna. Pero todavía continuó luchando, porque
no se podían permitir perder ni un soldado.
-Recordáis que las guerras son la peor peste de la
humanidad, no se°n saca nada de bono. *Inclús si hace falta de-
*fensar-se de un enemigo que nos ataca, tenemos que buscar
siempre el camino de las palabras, es mejor negociar,
hablar y discutir. La palabra es *Yarma más eficaz. La fuerza
sólo destruye, más los débiles que los podo-
*rosos, pero ďalguna manera todos salen perdiendo.
-Por eso dejasteis de luchar? -pregunto yo.
-Se propuso un alto el fuego y aceptaremos enseguida.
La guerra acabó, pero todavía somos en medio de la
nada, viviendo de la solidaridad de los que no nos
dejan morir de hambre y enfermedades, pero sin perder
*Fesperança...
Esto de l”esperanza hace recordar a *Saïda nuestro
mapa del tesoro. Quizás *Mahfud sabe donde está enterrado
y entiende mejor que yo el mensaje en clave de Rashid.
-Sabes? El bisabuelo nos ha dicho que las suyas por-
tenencias más preciadas habían sido sepultadas por
Laila «donde los brazos del desierto s”levantaban a A el-*là *su-
135
*plicants y el rumor de las entrañas de la tierra era
una esperanza. Los gigantes de piedra lo protegen
*des ďentonces, a sus pies el *soterraren y ďallí
lo sacarán». Lo digo de memoria, *Mahfud, creo que
no m”equivoco -dice *Saïda.
-Así es exactamente, qué memoria más buena
tienes, que t°*aprofité en tus estudios. Pero, d°esto,
tú qué conclusión has sacado?
-Ferran y yo pensamos que los brazos son los de la
gente que ruega... a la mezquita. Que las entrañas se
ven... en los hospitales, y que los gigantes de piedra son
esculturas que hay... al museo. O no?
-Más bien... no. Pero tengo que reconocer que Hacer-
*ran tiene una gran imaginación, quizás sería un buen se-
*criptor.
-Tan equivocado estoy? -m”alarmo.
-Verás, por lógica, si escondieron aquello por el camino,
cuando huían de l°enemigo, tendría que ser lejos ďaquí.
Si ya hubieran sido cerca del lugar donde se refugiaron,
no los había que esconderlo.
-Ya...
-Segundo: el lugar que describe Rashid es un pequeño
oasis con árboles *esquifits, de ramas *retorçudes,
que *falcen al cielo, poéticamente, a él le parece que
suplican *aAl-*là, como ellos mismos hacían en aquellos
momentos. El rumor de las entrañas de la tierra es la del
*riuet subterráneo que alimenta l”oasis. Para ellos era
*liesperança, los *permeté de recuperarse, *aprovisio-
136
*nar-se y continuar. Los gigantes *depedra son tres grandes
rocas que s”levantan en medio de l”enarena, a pocos metros
del oasis. A sus pies, como él decía, hay sepultados
nuestros tesoros.
-*Uf! Qué resbalón de campeonato! Ahora parece
todo clarísimo. Por qué no lo dijo él así? -digo yo.
-Porque el rescate parece alargarse tanto como nuestra
estancia en estos campamentos. Rashid no *ne-
*cessita dar instrucciones porque nadie lo encuentro y nos
lo doy. Precisamente, porque l”hora de recobrar las
pertenencias será la misma ďsalir d”aquí y volver a casa.
-Y que tenía que ver el regreso d°Ahmed? -*pre-
*gunta *Saïda.
-Él vendrá ďaquí además de cinco años... Todos conofi-
me que no tardaremos más a resolver este conflicto
y que los países de todo el mundo conocerán nuestra
situación y ayudarán para llegar a una solución justa y *pacífican.
Rashid espera que l”llegada de Ahmed *supo-
se un doble regreso. Esto es el que nos queda, niño,
esperar, confiar y... sobrevivir.
137
14
L”l1*aima de *Mahfud es al otro extremo de la *daira,
así que nos acompaña todo el camino, además, yo le he
pedido que no nos dejo sólo, porque confío que hablo
con nuestros padres y nos doy un golpe de mano porque
nos perdonan. De primero vamos al corral de *Brahim.
Sin que nos Vea nadie cerramos el camello y esperamos
que llego el momento adecuado para pedir disculpas.
Nos ha sorprendido mucho encontrar *Alí. Es a l°entrada de la
*duim, sentado en una pila ďadobes. Cuando nos ve
hace señales con los brazos y después nos abraza tan fuerte
que nos hace daño. Pero no nos quejamos, más bien nos
encontramos avergonzados del ridículo que hemos hecho.
-Qué miedo hemos pasado, *Saïda! -dice *Alí colgado
de su brazo-. No hemos dormido en toda la noche, los
padres, los tíos y todos los amigos, *inclús Gabriel, os

38
han buscado por todas partes. Han pasado aviso a todas las
dııiras con vuestras descripciones... yo me he quedado
aquí *des ďanoche, por si volvíais.
-Y el camello, que ha dicho *Brahim? -pregunto sobrecogido.
-Qué le pasa, al camello? -dice *Alí.
-Que nos lo hemos llevado al desierto, para buscar el
tesoro -contesta *Saïda.
-Nadie lo debe de haber echado de menos, *Brahim salió
de viaje y volverá esta tarde.
-*Ufl, al menos ďesto nos hemos escapado -dique yo.
-Sí, pero cuando te vean tus padres, prepara°t.
El castigo no l°olvidarás nunca. Esto es el que ellos decían,
pero a la cabeza ďun momento salían que nunca más te bono-
negarán, que últimamente han sido demasiado duros contigo
y que encontrarte era lo más importante. Vaya, que
no sé qué pasará, pero yo creo que té la ganarăs...
Ya no contestamos, nos hace daño todo el cuerpo. Cuando *ar-
*ribem a l°*haima no hay nadie todavía. *Mahfud me
promete que volverá más tarde y *Alí va a *Fajuntament
para avisar y que no nos continúan buscando.
Una vez más la fatiga puede más que las *emoci-
*ons... Espero recuperar las fuerzas y, sobre todo, mi
astucia cuando me despierto, porque la que *miespera
es buena...
-*Ahh! Qué susto! Qué haced aquí?
No *miha dado tiempo ni a cerrar los ojos, porque
los padres eran cerca del *haima cuando *Saïda y yo hemos
llegado. Se han cruzado con *Alí y se lo ha contado todo.
139 .
-Que qué hagamos? Tú nos lo dices? Dónde habéis ido? Que
t”hemos hecho porque huiste? -la madre llora de verdad. Su
cara es diferente. No parece ella, porque, además,
su mirada es extraña, como si los ojos se le *nieixiren.
-Madre, si yo hubiera sabido que... -lloro y lo abrazo
a brazo partido, porque tengo más alegría de ver-
la que miedo del castigo.
-Ya tendremos tiempo ďexplicaciones -dice el padre de *Saïda,
que acaba ďentrar-. He encontrado *Mahfud por el camino
y m”ha hecho *tm resumen de vuestra aventura. Hace falta *reconéi-
*xer que no tenéis miedo de nada. Pero no habéis dudado a toma-
*dre prestado un camello y poneros en un peligro enorme.
Tampoco habéis pensado en vuestras familias. Encara suerte
que habéis encontrado esta buena persona, si no..., pero ahora
dormís y cuando hayáis descansado ya hablaremos.
-Además, sólo falta un día para volver a casa,
imagina°t si no te encontramos, nos habríamos ďhaber que-
*dat hasta que hubiste aparecido -dice la madre.
-Sólo un día, he perdido la noción del tiempo...
Y queda tanto para hacer, no he ido a la clase de *Saïda,
no he probado a conducir un cochecito de latón...
-Esta tarde haremos una merienda de despedida
para olvidarlo todo, así guardaréis un buen recuerdo del
viaje -dice Fàtima, con traducción de *Saïda.
-Ya verás, iremos a las dunas -dice *Saïda-, miedo-
*tarem todo el que hace falta para merendar...
Por la tarde viene un coche para llevarnos a merendar.
Aparecen un montón de niños, a algunos ya los *co-
140
*nec. Traen alfombras enrolladas, decenas de almohadas,
el *fogueret para hacer el té, la *tetera, los *vasets, bandejas,
de todo... No sé si cabremos en el todoterreno. S°afanan
como *formiguetes, que saben qué tienen que hacer y donde col-
*locar la carga que traen.
Todavía me sorprendo más cuando veo que toda la pandilla
que rodeaba el coche se dispone a *pujarl, pero... esto
no moverá! Ahora contaré: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis,
siete, ocho, nuevo, diez, once, doce, trece, catorce, quince
(contando el bebé)! La parte de atrás del coche no tiene
asientos, así que nos apoyamos como podemos sobre las cate-
haz enrolladas a los lados, ďotros sientan en el tierra, enmedio, y delante
van cuatro! El más divertido empieza cuando nos
ponemos en marcha, porque los saltos que hacemos nos cambian
de lugar. Los únicos que no se mueven son los de delante,
que parecen sardinas en lata. No pueden ni respirar.
De momento, yo bajo del coche con un chichón
en el frente y el culo insensible... Me cuesta estirar las
piernas, pero con un par de fl*exions... preparado!
Qué sorprendida, verdad que no sabéis donde somos? En
el fi*nal de mi aventura. Esta es exactamente
la duna donde encontraremos *Mahfiıd. No sé si ellos tienen idea
de la coincidencia.
-Padre, aquí es dónde hemos pasado la noche. No somos tan
lejos del campamento.
-En coche hemos tardado media hora, pero tú *ana-
ve en camello... De todas maneras, el más posible es
que hubiste ido tirando círculos.
141

-El que es seguro es el buen recuerdo que tienes que' «y al


Sålıahora... -dice la madre. ,
-Faltan horas para irnos y te promete *iv
no te perderemos de vista ni un segundo. En este *viatg
te has hecho mucho *escàpol -dice el padre. A'
-Cómo lo *Houdini aquel que se desataba de can l
*denes y camisas de fuerza, cerrado en una caja fuerte
sumergida al fondo de la mar o en una piscina *amlí
hielo? -pregunto yo, imaginando nuevas aventuras. f
-No me gusta esta *míradeta, hijo -dice el parecer
regañándome-, no inventas nada más, por favor. Te?
recuerdo que todavía debes una disculpa a todo el mundo. '
Afortunadamente, *Alí saca un balón de *plàsticí nos
ponemos a jugar a fútbol. S”ha acabado así el sermón de los V'
padres. Los niños siguen descalzos, a pesar de la *quanti- -
*tat de *pedretes que cubren el tierra. Cómo corren! Hace V.
mucho viento, no el siroco de *llaltre día, sino una brisa
fuerte que *slendú la pelota lejos, lejos. Todos la siguen, _
como si fuera fácil cogerla. Si nos encontramos a *Benalest, W
mis amigos y yo habríamos pasado de correr tanto y, más
todavía, para no recuperarla. Estos no s,lo piensan, 2
van como un cohete, grandes, *menuts, cada cual al máximo de sus
fuerzas. El balón ya ni se ve. Parecen minúsculos `~
en la distancia, espero que no se pierden como yo. y -Come
una galleta, Ferran -m”ofrece Hassan, j
que ha abierto un paquete de los que ha llevado la madre. ¿
-No tengo hambre, sabes? Creo que todavía tengo la *pan- ;
*xa *rebolicada por todo el que ha pasado. .
142
-Qué te parece si al retorno pasamos por l”*hai-
*Ina de Rashid, t°despides y escuchas un buen consejo?
-propone el padre de *Saïda.
r -D°acuerdo, pero... no me *marmolarà, creyente que
he querido hurtar el tesoro?
-No tengas miedo, a estas alturas ya lo debe de saber
todo. He pedido a *Mahfud que le explicara tu
aventura...
Cuando vuelvo a mirar hacia l”horizonte, veo toda la pandilla
de *Saïda que vuelve sonriente. Habían llegado *llu-
*nyíssim! A medida que s°acercan, descubro que han
rescatado la pelota. Lo han conseguido! Está claro que
no podían dejarse vencer por el viento. El balón es demasiado
valioso para ellos. Qué sonrisas, cuánta alegría!
-Madre, madre, han cogido el balón! Hazlos una foto,
rápido!
-Un momento... Quieres salir con ellos?
-En esta no, después. Quiero recordar cómo son
de valientes... unos héroes!
Cuando llegan a la alfombra, que Fàtima ha extendido
sobre la arena y ha cubierto de vasos, comer y almohadas,
los falta la respiración. Todavía no han recuperado el aliento.
Ponen para la foto como el día de los cochecitos. *Alí, oro-
*gullós, sostiene la pelota como un triunfo.
-Esta vez han ganado la partida al de-
*sert y al viento, que son los enemigos *diaquest lugar que
s”asemeja más a la Luna que en la Tierra -dice el padre
lleno ďadmiración.

143
Después de merendar *redolem duna abajo, como lo
hago con el padre en la playa. El más difícil es volver
a subir, porque es empinada y los pies s”hunden
en la arena, pero una vez allí, qué gusto resbalar,
dejarse caer, sin miedo, *ahhh!
Desde arriba veo como baja *Saïda, sin control,
puesto que al caer s”ha desviado sin darse cuenta y va
directa a la alfombra, con *fogueret, *tetera, *vasets y *co-
*ixins... Quienes sientan d°espalda y no la ven venir
recibirán el impacto de aquí a unos segundos... No tienen tiempo
de apartarse, aunque los de delante los avisan, pero
justo cuando se giran para mirar... El padre y una prima
de Fàtima *empomen *Saïda, pero con la fuerza que
rodaba los arrastra a todos y acaban empujando los que
sentaban delante. En medio de todos, la vajilla...
Por una vez no he sido yo el torpe. De todas maneras,
creo que ya he dejado suficiente impronta
en esta familia. Los padres y amigos de *Saïda no
s°enfadan. Todos ríen a pedir de boca, nunca he visto gente
con tanto de sentido de l°humor.
-Con los problemas tan gordos que tienen, cruces
que una tontería de niños los puede hacer enfadar? -piensa
la madre en voz alta.
El retorno al campamento se hace más rápida que
el camino d°ida. La descarga del todoterreno es
tan eficaz como fue la carga, porque todo el mundo col-
*labora, incluso los vecinos que pasan por ante
el *haima.
144
Ahora tenemos que volver a col-*locar cada cosa a su
lugar, porque las alfombras y las almohadas eran los *matei-
*xos que usábamos dentro. Yo voy cargado con una
pila, que m”llega hasta la cabeza, con l°levantada justa para
poder *guaitar por los lados, para no caer.
Pero el que me cae es la carga, por la *sor-
tomada de ver sentado en medio de la *haima el bisabuelo
Rashid. Yo me pensaba que volveríamos a hacerle visita
y que tendría tiempo para hacerme a la idea, en caso de que
*mianara a regañar.
-Ferran, he venido para deciros adiós. *Ia sé que
salís mañana con l°avión hacia casa vuestra y no quiero
dejar ďdespedirme y agradeceros el esfuerzo de viene-
*nir de tan lejos, para acompañarnos y compartir
vuestro tiempo con nuestra familia -dice muy
solemne Rashid.
-Bisabuelo, somos nosotros quienes os hemos ďagradecer vuestra
hospitalidad -contesta la madre-. Os carece el
más básico y aun así compartís el poco que tenéis. Sueldo
de una generosidad extraordinaria, que ni siquiera a nuestra
tierra, donde sobra de todo, se conoce.
-Mi mayor deseo sería acogeros en nuestras
casas de verdad y mostraros las bellezas ďuna tierra rica
donde se puede vivir sin necesidades -contesta el bisabuelo.
-Cuando volvéis iréis a las casas donde habéis vivido
toda la vida? -pregunto.
-Quienes eran nómadas vivían en *haimes, más
ricas y cómodas que estas, viajaban con
los 145
suyos rebaños, que los proporcionaban todo el que *ne-
*cessitaven, esto ya lo sabes. Los que vivían en las ciudades
tenían casas *paregudes a las vuestras, con patios con
sombra, donde poder reunirse y conversar.
-Pero, *Saïda volverá a la suya?
-Está claro -dice Rashid, abrazando *Saïda y mirándola
a los ojos.
-Y cómo entraremos? -pregunta ella.
-Con nuestra clave.
-Sí? La tenemos todavía?
-Es parte del tesoro, estimada. Estas claves son
al cofre *soterrar a l”oasis. Cuando volvemos las sacaremos
con todas las otras cosas que hay escondidas.
-Qué cosas? Por qué no me habías hablado
nunca? -pregunta *Saïda.
-Sabes qué es un tesoro? Aquello que más aprecios es
un tesoro. Tú eres un tesoro y *Alí y Ahmed. Los buenos
recuerdos también lo son... y los objetos que representan
una vida feliz y libre también.
-Pero di qué cosas, bisabuelo!
-Es la primera vez que revelo aquello que *Lai-
la escondió al cofre: quiero que escucháis atentamente y no
os lo tomáis en broma, charlándolo a los amigos.
De acuerdo?
-D°acuerdo -contestamos *Saïda y yo a la vez.
-Laila *soterrà en l°oasis las claves de las casas
de toda la familia, todas las escrituras de propiedad, es decir,
los papeles donde dice de quién son las casas. También
146
escondió los carnés ďidentidad españoles, que son como
los vuestros, Ferran.
-Cómo los nuestros?
-El *Sahara pertenecía en España y nosotros éramos
ciudadanos españoles. Cuando se fueron ellos sólo
nos quedaron los documentos. Pero, los guardamos por-
qué cualquiera sepa ďdonde venimos. Al cofre, que en
realidad es una caja de latón, sin cerradura, también hay
la *tetera que regalaron a Laila para su primer
matrimonio y las escasas joyas de la familia: collares,
pendientes y pulseras.
-Entonces sí que era un tesoro... -digo yo.
-Y tanto que lo es, pero sentimental. *Inclús las
joyas tienen más valor por su significado que por el metal
de que están hechos.
Los padres y Rashid se quedan hablando y *Saïda y yo
vamos a despedirnos de *Halil. Cuando ya somos cerca de su
*haima, ella tiene una idea fenomenal.
-Qué te parecería si nosotros también *soterràrem
un tesoro?
-Nosotros? Para qué? Qué podemos esconder? -*pre-
*gunte yo también.
-Es por aquello del valor sentimental, del significado
que pueda tener para nosotros. Siempre sabremos que al
desierto d”Argelia tenemos un cofre con las cosas que
estimamos.
-Qué pondremos?
-Algo tuya, mía y de los dos.
147
-Por ejemplo: la gorra que he traído estos días,
la piedra donde escribí mi nombre -he conseguido
recuperarla-, un collar que me regalaron tus
abuelos... -digo yo.
-Yo guardaré la concha que me diste a la plato-
ya, una de las cosas que más me estimo, una de las fotos
que m”enviaste y esta sortija que me hice con
el plástico d°una garrafa, es muy especial, porque está
pintado y todo, eh?
-Y de los dos?
-Qué te parecería un papel donde escribimos que
nuestra amistad es por siempre jamás y que prometemos venir
juntos a desenterrarlo?
-Genial! Iré con mi familia a recogerte al
*Sàharai volveremos aquí todos juntos para no olvidar estos
años en el desierto. Sabes? Algo ha tenido que bueno...
-De bono, no sé qué puede tener esto de bono? -pregunta
ella.
-Es clarísimo: que nos hemos conocido!
*Esclafim a reír a la vez, tan fuerte que salen *Halil y *Nur
a ver qué pasa, aprovechamos para despedirnos
con una última cursa de coches, que quedaba *pen-
diente, y volvemos a casa para hacer *líequipatge.
Por cierto, *Nur me ha dado ďescondido un papel don-
combado porque lo traigo a *Didi, pero sin que lo sepa
nadie. Al fin y al cabo, este *xicot no le debe de ser tan
indiferente, eh?
148
15
Esto de hacer *Fequipatge sólo es una forma de *par-
*lar, porque la familia de *Saïda se quedó casi todo
el que habíamos traído en bolsas y mochilas: los dio-
remo la ropa, vaciamos los *necessers, *Saïda y *Alí se
quedaron mis libros. También dejé a *Saïda
las zapatillas de deporte nuevas y me n”fui con las que
traía de repuesto.
Todas las expresiones que he leído a los libros y me han
parecido tan *coentes, como por ejemplo se”m hace un nudo a la garganta,
siendo un gran dolor al separarme, me dejo un trozo
de mí al irme”n, blando, blando, blando..., pues ahora tienen
un significado para mí. Me siente exactamente así! Esto
no se puede comparar *arnb el vacío que me dejó *Saïda a l”aeropuerto,
cuando volvió al Sáhara. Ahora siendo de verdad que
el corazón se”m hace a trocitos -veis qué os decía?-, porque a 1
50
mí m”espera una casa, una cámara, un perro bien *alimen-
*tat -que están cuidando los vecinos-, una vida segura...
Imaginaos vosotros el resto de la despedida, por favor,
así m°ahorro recordarlo. Nada será exagerado.
Antes de venir tenía una *quasigermana al desierto, ahora
tengo una *quasifamília, incluso vuelvo a tener abuela, además de bisabuela
y tatarabuela...
El que no podía imaginarme yo era la sorpresa
que m°esperaba a l°aeropuerto. En general, ya sabía qué
iba a encontrarme: una terminal d°estar por casa,
sin cafeterías y con tiendas más *menudes que un
quiosco, donde venían recuerdos y postales *empolsegades...
Aquí no hay problemas para entender la megafonía,
porque no hay. Cómo que no hay equipaje para
facturar, puesto que traemos todo el necesario a las mochilas,
pasamos rápido.
¿_-Sí que volvéis ligeros ďequipaje, amigos! -nos
llama Gabriel.
-]a voces, creo que todos hagamos el mismo, no? -cono-
testa el padre.
Nos hemos reencontrado al camión que nos traía
a l”aeropuerto. Él tenía mucho para contarnos, porque
ha compartido l”estancia con dos familias. De hecho, miedo-
*tava cinco o seis collares *diaquells de plástico al cuello, las
manos con dibujos ď*alquena, como la madre, sortijas
con la bandera de la República Saharaui... No podía
esconder ďdonde vendía.
-Preparados para los rayos X? -pregunta Gabriel,

15 1
haciéndome Folleto, porque los padres le habían contado aquello
de l”bocadillo.
-Está claro que sí, no tengo nada a ocultar! -contesto
un poco picado.
Dejo la mochila ala cinta que *engul los equipado-
ges de mano y avanzo hacia la salida, con la mano estirada,
para recogerla.
-De quién es esta mochila? -pregunta el policía
de aduanas argelino.
Oh, no! Otra vez la *brometa, no. Ahora qué
*seils debe de haber acudido para hacerse los simpáticos? Vuelvo
atrás y declaro que es mía, pero la cara del *poli no
parece para bromas.
-Traes piedras? -pregunta sorprendiéndome.
-*Ehem... piedras? Qué pasa con las piedras? -no
entiendo qué importancia puede tener llevarme
unas *pedretes del desierto como recuerdo.
- llevas o no llevas? -pregunta el padre nervioso.
-Y tanto que sí, son un recuerdo.
-Y-*Io siendo, ni piedras ni arena del desierto, son *patri-
*moni d”Argelia y no se pueden sacar del país -declara
a serio el *poli.
Yo no sabía si era broma y m°tenía que reír, para
parecer un hombre de mundo, o me hablaba seriamente
y me había que volver las piedras a su país...
-]a lo has sentido, Ferran, saca las piedras y que
la cola pueda avanzar. La gente está esperando que *er
decidas -manda la madre.
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-D”acuerdo, pero que quedo muy claro que lo hago
porque me obliga la ley. No estoy ďacuerdo ďtener que
dejar las piedras!
Cuando ya éramos al avión, elevados, el padre me dijo
que llevarse alguna parte ďun país -por *menuda que
sea- se llama expoliar, es coger aquello que pertenece a otro,
algo *paregut a hurtar. Lo entendí
cuando me habló de tesoros artísticos y monumentos que
s”han transportado a trocitos hacia los países ricos.
Así que, como os decía, qué mundo más extraño!
Quienes organizan, mandan y obligan los otros a cumplir
sus órdenes tienen que ser un poco se-
*pecials, sobre todo quienes s”encargan d”esto de las
fronteras, qué locura... Alguien dibuja una raya y d°aquí
cabe allá no puede pasar quién quiera (ni las piedras
sin valor) o hay que hablar otra lengua... En otros
lugares, no puedes pasar un bocadillo de jamón o se habla
la misma lengua a los dos lados *dela frontera, pero
tienen diferentes banderas...
*Des ďallí arriba, en medio de las nubes, se podían
ver las montañas, las líneas de la costa, pero no
había rayas al tierra que hicieron frontera como a los
mapas. Hay naciones que no viven en su territorio,
hay personas que no pueden vivir en otro *pais...
Con todo el que saben los padres, todavía han dejado
sin respuesta la última pregunta que hice en
el viaje: por qué no se puede elegir dónde vivir?
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