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plástico... para hacer una valla. Está claro que donde tienen que trueno-
bar otros materiales? Pero no hay ningún camello...
-Cómo es de bonita la cabrita! Tiene nombre? -pregunto.
-Yo le digo Pies Sucios, porque tiene las patas negras,
pero a la madre no le gusta. Por la noche volveremos aquí y m°ayudarás
a darle la comida.
-Qué come?
-Nuestros desechos, *inclús plástico y cartón...
-contesta *Saïda.
-Por qué? No come hierba o pienso?
-Has visto mucha hierba por el camino o tiendas donde
vendan comer ďanimales? Si no hay para las
personas... -contesta medio enfadado *Halil.
-*Vaj a, es que se”m hace extraño... Esta noche vendré
con vosotros y os ayudaré.
-Quieres ver un camello de cerca? -pregunta ahora
*Halil, queriendo hacer las paces.
-Está claro.
-Aquel es de mi tío, quizás nos dejará *pu-
*jar. Aprovecharemos que has venido tú para convencerlo,
porque nunca le apetece que lo montamos.
*Uoncle de *Halil es un hombre alto y delgado con bigote,
que lleva un turbante negro que le envuelve la cabeza. Nos
dejará subir al camello?
-Tío, este es Ferran, l”amigo de *Saïda -me
presenta mi nuevo amigo.
-Cómo estás? -también me da la mano, como hacen
los mayores-. T”gusta el Sáhara?
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-Acabo ďllegar, nunca había visto un camello de verdad
y estoy bastante impresionado.
-T”gustaría subir?
-Y tanto! Puedo?
-Será el bautizo del desierto. Pero primero de nada *pu-
*jarà *Halil, así verás como lo tienes que hacer. D”acuerdo?
-Gracias, tío -dice *Halil, que encara no se cree
la suerte que ha tenido.
Yfitío abre la reja del *corralet y saca el camello,
estirando de la cuerda que le rodea el cuello. No
m”habría imaginado nunca que fueran tan grandes, tan altos,
como subiré? D”un salto? No hará falta, porque *Brahim,
que es el nombre de l”tío, le hace unos golpecitos a las rodillas
con una vara que trae a la mano y el camello s°arrodilla.
Al principio, me hace la impresión que ha caído en tierra,
de tan brusco como baja. Ahora sí que está a mi
altura, pero el que sube es *Halil.
Mientras tanto, *Saïda, *Nur y yo esperamos nuestro
turno observando toda l°operación. Bien es verdad que no
parece tan difícil. Ah! M”ha asustado l”arrancada del
animal. S°levanta tan de golpe como se había arrodillado. Por eso
*Halil s°coge muy fuerte de la cuerda, mientras *Brahim
le pega ahora detrás porque empiezo la marcha.
Al principio iba andando despacio, pero de repente
echa a correr y *Halil no para de risa, parece
que era esto justamente el que quería.
La carrera del camello los aleja en medio del polvo
que levantan sus patas. Nos cuesta mucho seguirlos
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con la mirada y l°tío está que saca fuego por los *quei-
*xals... *Enfadadíssim, se esfuerza para llamar y correr,
levantando el palo que lleva en la mano, para hacerse sentir.
-*Halil, *Halil! Para”t! Vuelve aquí! Este camello
no es un caballo de carreras!
Se inútil, *Halil no lo puede sentir, porque es demasiado
lejos. Me empiezo a preocupar por si todavía lo pan-
*gue yo. A ver si, de tan enfadado cómo está, pasa de dejarme
subir... *Saïda levanta los hombros y me hace
una mueca. Creo que quiere decir que nos habremos ďaguantar.
Su amigo no piensa en nosotros.
Allá lejos vemos Y-*Ialil levantando los brazos por sano-
*ludar-*nos. Esto quiere decir que ha soltar las riendas del
camello y cabalga sin manso! No quiero mirar, me tapo
los ojos, me°*ls destapo, vuelvo a mirar, finalmente llega
donde estamos esperándolo nerviosos y preocupados.
-Inconsciente! Mira que n”eres, ďinconsciente! No
sé como t”educan tus padres! Siempre igual, me
conofi@e y vuelves a *ugar-me-la. Entiendes ahora por qué no
te dejo subir nunca? -*Brahim está *enfadadíssim, se ha
puesto rojo de tanto de llamar.
-No n°hay para tanto, tío. No le pasará nada
para hacer una cursa de vez en cuando. De seguro que es
bueno para él y todo, después de pasar tantas horas cerrado
-se excusa *Halil.
-Yo sé por qué lo digo. El que tienes que hacer es *obe-
*ir los mayores, porque sabemos más que tú -contesta
el tío.
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Cada vez veo más claro que las fronteras son
algo ď*artifi*cial. Qué importa que tu familia
sea del *Sahara, d”Ontinyent o de Vilafranca del Pe-
*nedès? Si te has ganado el *regany, no te°l quita nadie.
Parece que han aprendido en la misma escuela. Bien, ahora,
en teoría, tendría que ser mi turno...
-Ferran, quieres subir? -pregunta *Brahim.
-Y tanto que sí.
*Ifoperació se repite, golpecito a las rodillas, camello
obediente, Ferran arriba. Lástima que no me puedan
ver los amigos o los padres... *Aaahh! Sí que sube de golpe!
Parece una azotada a mi nuca, m°ha hecho
ondear toda la columna vertebral. M°cojo a brazo partido
de la cuerda medio derrota que me han puesto en-
*tre las manos, pero parece que esté desintegrándola,
porque las palmas me sudan de los nervios.
Allá voy! No sé si lo hago bien o mal, pero las
risas de *Saïda y compañía son estereofónicas. El
pobre *Halil no tenía tanta culpa, porque este camello
es loco. ]o no he hecho nada, lo juro, pero cada vez
traemos más velocidad. A esto se debía de referir l°tío
*Brahim, al hecho que es un camello loco y él lo tendría que
saber, de seguro. ]a me hace daño el culo de rebotar sobre el
lomo del animal, querría parar, pero no sé cómo.
Las personas que son cerca levantan los brazos para
hacer señales a l°animal y tratan ďpararlo. S°acercan
a nosotros para #ver si pueden coger las riendas, pero
yo no las suelto ni loco. El que faltaba, un coche #el
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terreno viene directo a nuestro encuentro y yo no sé cambiar
de dirección. Qué hago? Me lanzo? Cierro los ojos y continúo?
Creo que esto último es lo más razonable.
-Que m”ha pasado? -pregunto, cuando vuelvo a abrir
los ojos.
No sé si es sueño o realidad, pero las personas que
m°rodean son Tomàs y Lluïsa, van con el padre de *Saïda,
que me palpa los brazos y las piernas.
-No tiene nada roto. Ha hecho bien de no soltarse, así
la caída ha sido más suave, l°ha atenuada el camello.
-Qué me ha pasado? -vuelvo a preguntar.
-El camello iba *desbocat y un coche l°ha *espan-
*tat. Después, ha caído en tierra y tú con él. Qué te hace daño?
-dice el padre.
-No sé. La cabeza me hace vueltas. Sabéis? He subido en
camello -digo yo mirándolos y sonriente.
-Dios mío. Este niño se ha quedado tocado de la
cabeza -gimotea la madre.
-No será nada, ya veréis. Sólo es la conmoción
-dice el padre de *Saïda-. Que descanso un poco a l”*haima
y se le pasará todo. Si hace falta, podemos llevarlo a hace falta
médico.
-Espero que no sea necesario. Miradlo cómo
sonríe -dice el padre.
-Sí, como si estuviera en otro lugar... más allá
que aquí -dice la madre en un gemido.
El conductor del todoterreno nos lleva amablemente
hasta l”*haima y allí descanso rodeado de mantas y 64
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Lluïsa, tranquilo-la, que ya ha pasado todo
-repite una vez más Gabriel.
-Es que, es que... no dejan de pasar desastres
desde que hemos llegado... ]o no veía nada claro esto de traer
Ferran en el Sáhara, pero tú -decía señalando el
padre con el pañuelo todo mojado de lágrimas y mocos-
venga animarme...
-La pobre criatura s”ha adaptado mejor del
que esperábamos. Come el que le ponen delante, no
se queja de nada, ha hecho amistades y encima, ha bautizado un
bebé... Que más quieres? -pregunta el padre.
-No te pones así, no lloras más -dice muy serio
Gabriel.
-Tiene razón, Lluïsa, Ferran nos podría sentir... -el
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padre parece adivino-. Además, la familia de *Saïda...
qué debe de pensar?
-D°acuerdo. Que quedo muy claro que lo hago por
ellos, porque ya m”he unfl*at de llorar. *Ahhh! -vuelve
a empezar.
-Pero, qué habíamos dicho? -el padre está perdiendo la paciencia.
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*Saïda está *paral-*litzada, medio dormida y medio *sor-
tomada.
-Entonces, por qué vas armado? -pregunto *astu-
*tament.
-Porque soy cazador.
-Aquí, aquí hay caza?
-No tan cerca, vengo de Malí y Mauritania, son
naciones fronterizas. Allá cazo gacelas y otras *ani-
malos... También me dedico a recoger *fbssils, miráis...
Abre una bolsa que traía cerrada con cordones
y esparci el contenido sobre la alfombra donde sentaba.
-Oh! *Qn encuentras todo esto?
Nos quedamos boquiabiertos mirando las maravillas
que ha abocado de la bolsa.
-Al desierto, hay lugares donde es lleno de fósiles. Hace mí-
*lions ďaños todo esto era cubierto por la mar, han quedado
muchas restes d°seres que ahora parecen piedras. Podéis
elegir los que quered, os los regalo.
-Sí? De verdad? No sé qué elegir, tienen unas
formas tan reales, que es fácil reconocer si eran mol-
*luscos, pescados... -dice *Saïda.
-Este *trilobit es uno de mis preferidos, coge°l,
Ferran -dice poniéndome”l a la mano.
-Era un bicho?
-Es un artrópodo paleozoico. Vivía en aguas mi-
*rines profundas -me explica *Mahfud-, su *im-
*portància fue excepcional en la era primaria, porque
era numerosísimo. Además, la variedad de las suyas
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han buscado por todas partes. Han pasado aviso a todas las
dııiras con vuestras descripciones... yo me he quedado
aquí *des ďanoche, por si volvíais.
-Y el camello, que ha dicho *Brahim? -pregunto sobrecogido.
-Qué le pasa, al camello? -dice *Alí.
-Que nos lo hemos llevado al desierto, para buscar el
tesoro -contesta *Saïda.
-Nadie lo debe de haber echado de menos, *Brahim salió
de viaje y volverá esta tarde.
-*Ufl, al menos ďesto nos hemos escapado -dique yo.
-Sí, pero cuando te vean tus padres, prepara°t.
El castigo no l°olvidarás nunca. Esto es el que ellos decían,
pero a la cabeza ďun momento salían que nunca más te bono-
negarán, que últimamente han sido demasiado duros contigo
y que encontrarte era lo más importante. Vaya, que
no sé qué pasará, pero yo creo que té la ganarăs...
Ya no contestamos, nos hace daño todo el cuerpo. Cuando *ar-
*ribem a l°*haima no hay nadie todavía. *Mahfud me
promete que volverá más tarde y *Alí va a *Fajuntament
para avisar y que no nos continúan buscando.
Una vez más la fatiga puede más que las *emoci-
*ons... Espero recuperar las fuerzas y, sobre todo, mi
astucia cuando me despierto, porque la que *miespera
es buena...
-*Ahh! Qué susto! Qué haced aquí?
No *miha dado tiempo ni a cerrar los ojos, porque
los padres eran cerca del *haima cuando *Saïda y yo hemos
llegado. Se han cruzado con *Alí y se lo ha contado todo.
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-Que qué hagamos? Tú nos lo dices? Dónde habéis ido? Que
t”hemos hecho porque huiste? -la madre llora de verdad. Su
cara es diferente. No parece ella, porque, además,
su mirada es extraña, como si los ojos se le *nieixiren.
-Madre, si yo hubiera sabido que... -lloro y lo abrazo
a brazo partido, porque tengo más alegría de ver-
la que miedo del castigo.
-Ya tendremos tiempo ďexplicaciones -dice el padre de *Saïda,
que acaba ďentrar-. He encontrado *Mahfud por el camino
y m”ha hecho *tm resumen de vuestra aventura. Hace falta *reconéi-
*xer que no tenéis miedo de nada. Pero no habéis dudado a toma-
*dre prestado un camello y poneros en un peligro enorme.
Tampoco habéis pensado en vuestras familias. Encara suerte
que habéis encontrado esta buena persona, si no..., pero ahora
dormís y cuando hayáis descansado ya hablaremos.
-Además, sólo falta un día para volver a casa,
imagina°t si no te encontramos, nos habríamos ďhaber que-
*dat hasta que hubiste aparecido -dice la madre.
-Sólo un día, he perdido la noción del tiempo...
Y queda tanto para hacer, no he ido a la clase de *Saïda,
no he probado a conducir un cochecito de latón...
-Esta tarde haremos una merienda de despedida
para olvidarlo todo, así guardaréis un buen recuerdo del
viaje -dice Fàtima, con traducción de *Saïda.
-Ya verás, iremos a las dunas -dice *Saïda-, miedo-
*tarem todo el que hace falta para merendar...
Por la tarde viene un coche para llevarnos a merendar.
Aparecen un montón de niños, a algunos ya los *co-
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*nec. Traen alfombras enrolladas, decenas de almohadas,
el *fogueret para hacer el té, la *tetera, los *vasets, bandejas,
de todo... No sé si cabremos en el todoterreno. S°afanan
como *formiguetes, que saben qué tienen que hacer y donde col-
*locar la carga que traen.
Todavía me sorprendo más cuando veo que toda la pandilla
que rodeaba el coche se dispone a *pujarl, pero... esto
no moverá! Ahora contaré: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis,
siete, ocho, nuevo, diez, once, doce, trece, catorce, quince
(contando el bebé)! La parte de atrás del coche no tiene
asientos, así que nos apoyamos como podemos sobre las cate-
haz enrolladas a los lados, ďotros sientan en el tierra, enmedio, y delante
van cuatro! El más divertido empieza cuando nos
ponemos en marcha, porque los saltos que hacemos nos cambian
de lugar. Los únicos que no se mueven son los de delante,
que parecen sardinas en lata. No pueden ni respirar.
De momento, yo bajo del coche con un chichón
en el frente y el culo insensible... Me cuesta estirar las
piernas, pero con un par de fl*exions... preparado!
Qué sorprendida, verdad que no sabéis donde somos? En
el fi*nal de mi aventura. Esta es exactamente
la duna donde encontraremos *Mahfiıd. No sé si ellos tienen idea
de la coincidencia.
-Padre, aquí es dónde hemos pasado la noche. No somos tan
lejos del campamento.
-En coche hemos tardado media hora, pero tú *ana-
ve en camello... De todas maneras, el más posible es
que hubiste ido tirando círculos.
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Después de merendar *redolem duna abajo, como lo
hago con el padre en la playa. El más difícil es volver
a subir, porque es empinada y los pies s”hunden
en la arena, pero una vez allí, qué gusto resbalar,
dejarse caer, sin miedo, *ahhh!
Desde arriba veo como baja *Saïda, sin control,
puesto que al caer s”ha desviado sin darse cuenta y va
directa a la alfombra, con *fogueret, *tetera, *vasets y *co-
*ixins... Quienes sientan d°espalda y no la ven venir
recibirán el impacto de aquí a unos segundos... No tienen tiempo
de apartarse, aunque los de delante los avisan, pero
justo cuando se giran para mirar... El padre y una prima
de Fàtima *empomen *Saïda, pero con la fuerza que
rodaba los arrastra a todos y acaban empujando los que
sentaban delante. En medio de todos, la vajilla...
Por una vez no he sido yo el torpe. De todas maneras,
creo que ya he dejado suficiente impronta
en esta familia. Los padres y amigos de *Saïda no
s°enfadan. Todos ríen a pedir de boca, nunca he visto gente
con tanto de sentido de l°humor.
-Con los problemas tan gordos que tienen, cruces
que una tontería de niños los puede hacer enfadar? -piensa
la madre en voz alta.
El retorno al campamento se hace más rápida que
el camino d°ida. La descarga del todoterreno es
tan eficaz como fue la carga, porque todo el mundo col-
*labora, incluso los vecinos que pasan por ante
el *haima.
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Ahora tenemos que volver a col-*locar cada cosa a su
lugar, porque las alfombras y las almohadas eran los *matei-
*xos que usábamos dentro. Yo voy cargado con una
pila, que m”llega hasta la cabeza, con l°levantada justa para
poder *guaitar por los lados, para no caer.
Pero el que me cae es la carga, por la *sor-
tomada de ver sentado en medio de la *haima el bisabuelo
Rashid. Yo me pensaba que volveríamos a hacerle visita
y que tendría tiempo para hacerme a la idea, en caso de que
*mianara a regañar.
-Ferran, he venido para deciros adiós. *Ia sé que
salís mañana con l°avión hacia casa vuestra y no quiero
dejar ďdespedirme y agradeceros el esfuerzo de viene-
*nir de tan lejos, para acompañarnos y compartir
vuestro tiempo con nuestra familia -dice muy
solemne Rashid.
-Bisabuelo, somos nosotros quienes os hemos ďagradecer vuestra
hospitalidad -contesta la madre-. Os carece el
más básico y aun así compartís el poco que tenéis. Sueldo
de una generosidad extraordinaria, que ni siquiera a nuestra
tierra, donde sobra de todo, se conoce.
-Mi mayor deseo sería acogeros en nuestras
casas de verdad y mostraros las bellezas ďuna tierra rica
donde se puede vivir sin necesidades -contesta el bisabuelo.
-Cuando volvéis iréis a las casas donde habéis vivido
toda la vida? -pregunto.
-Quienes eran nómadas vivían en *haimes, más
ricas y cómodas que estas, viajaban con
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suyos rebaños, que los proporcionaban todo el que *ne-
*cessitaven, esto ya lo sabes. Los que vivían en las ciudades
tenían casas *paregudes a las vuestras, con patios con
sombra, donde poder reunirse y conversar.
-Pero, *Saïda volverá a la suya?
-Está claro -dice Rashid, abrazando *Saïda y mirándola
a los ojos.
-Y cómo entraremos? -pregunta ella.
-Con nuestra clave.
-Sí? La tenemos todavía?
-Es parte del tesoro, estimada. Estas claves son
al cofre *soterrar a l”oasis. Cuando volvemos las sacaremos
con todas las otras cosas que hay escondidas.
-Qué cosas? Por qué no me habías hablado
nunca? -pregunta *Saïda.
-Sabes qué es un tesoro? Aquello que más aprecios es
un tesoro. Tú eres un tesoro y *Alí y Ahmed. Los buenos
recuerdos también lo son... y los objetos que representan
una vida feliz y libre también.
-Pero di qué cosas, bisabuelo!
-Es la primera vez que revelo aquello que *Lai-
la escondió al cofre: quiero que escucháis atentamente y no
os lo tomáis en broma, charlándolo a los amigos.
De acuerdo?
-D°acuerdo -contestamos *Saïda y yo a la vez.
-Laila *soterrà en l°oasis las claves de las casas
de toda la familia, todas las escrituras de propiedad, es decir,
los papeles donde dice de quién son las casas. También
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escondió los carnés ďidentidad españoles, que son como
los vuestros, Ferran.
-Cómo los nuestros?
-El *Sahara pertenecía en España y nosotros éramos
ciudadanos españoles. Cuando se fueron ellos sólo
nos quedaron los documentos. Pero, los guardamos por-
qué cualquiera sepa ďdonde venimos. Al cofre, que en
realidad es una caja de latón, sin cerradura, también hay
la *tetera que regalaron a Laila para su primer
matrimonio y las escasas joyas de la familia: collares,
pendientes y pulseras.
-Entonces sí que era un tesoro... -digo yo.
-Y tanto que lo es, pero sentimental. *Inclús las
joyas tienen más valor por su significado que por el metal
de que están hechos.
Los padres y Rashid se quedan hablando y *Saïda y yo
vamos a despedirnos de *Halil. Cuando ya somos cerca de su
*haima, ella tiene una idea fenomenal.
-Qué te parecería si nosotros también *soterràrem
un tesoro?
-Nosotros? Para qué? Qué podemos esconder? -*pre-
*gunte yo también.
-Es por aquello del valor sentimental, del significado
que pueda tener para nosotros. Siempre sabremos que al
desierto d”Argelia tenemos un cofre con las cosas que
estimamos.
-Qué pondremos?
-Algo tuya, mía y de los dos.
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-Por ejemplo: la gorra que he traído estos días,
la piedra donde escribí mi nombre -he conseguido
recuperarla-, un collar que me regalaron tus
abuelos... -digo yo.
-Yo guardaré la concha que me diste a la plato-
ya, una de las cosas que más me estimo, una de las fotos
que m”enviaste y esta sortija que me hice con
el plástico d°una garrafa, es muy especial, porque está
pintado y todo, eh?
-Y de los dos?
-Qué te parecería un papel donde escribimos que
nuestra amistad es por siempre jamás y que prometemos venir
juntos a desenterrarlo?
-Genial! Iré con mi familia a recogerte al
*Sàharai volveremos aquí todos juntos para no olvidar estos
años en el desierto. Sabes? Algo ha tenido que bueno...
-De bono, no sé qué puede tener esto de bono? -pregunta
ella.
-Es clarísimo: que nos hemos conocido!
*Esclafim a reír a la vez, tan fuerte que salen *Halil y *Nur
a ver qué pasa, aprovechamos para despedirnos
con una última cursa de coches, que quedaba *pen-
diente, y volvemos a casa para hacer *líequipatge.
Por cierto, *Nur me ha dado ďescondido un papel don-
combado porque lo traigo a *Didi, pero sin que lo sepa
nadie. Al fin y al cabo, este *xicot no le debe de ser tan
indiferente, eh?
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Esto de hacer *Fequipatge sólo es una forma de *par-
*lar, porque la familia de *Saïda se quedó casi todo
el que habíamos traído en bolsas y mochilas: los dio-
remo la ropa, vaciamos los *necessers, *Saïda y *Alí se
quedaron mis libros. También dejé a *Saïda
las zapatillas de deporte nuevas y me n”fui con las que
traía de repuesto.
Todas las expresiones que he leído a los libros y me han
parecido tan *coentes, como por ejemplo se”m hace un nudo a la garganta,
siendo un gran dolor al separarme, me dejo un trozo
de mí al irme”n, blando, blando, blando..., pues ahora tienen
un significado para mí. Me siente exactamente así! Esto
no se puede comparar *arnb el vacío que me dejó *Saïda a l”aeropuerto,
cuando volvió al Sáhara. Ahora siendo de verdad que
el corazón se”m hace a trocitos -veis qué os decía?-, porque a 1
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mí m”espera una casa, una cámara, un perro bien *alimen-
*tat -que están cuidando los vecinos-, una vida segura...
Imaginaos vosotros el resto de la despedida, por favor,
así m°ahorro recordarlo. Nada será exagerado.
Antes de venir tenía una *quasigermana al desierto, ahora
tengo una *quasifamília, incluso vuelvo a tener abuela, además de bisabuela
y tatarabuela...
El que no podía imaginarme yo era la sorpresa
que m°esperaba a l°aeropuerto. En general, ya sabía qué
iba a encontrarme: una terminal d°estar por casa,
sin cafeterías y con tiendas más *menudes que un
quiosco, donde venían recuerdos y postales *empolsegades...
Aquí no hay problemas para entender la megafonía,
porque no hay. Cómo que no hay equipaje para
facturar, puesto que traemos todo el necesario a las mochilas,
pasamos rápido.
¿_-Sí que volvéis ligeros ďequipaje, amigos! -nos
llama Gabriel.
-]a voces, creo que todos hagamos el mismo, no? -cono-
testa el padre.
Nos hemos reencontrado al camión que nos traía
a l”aeropuerto. Él tenía mucho para contarnos, porque
ha compartido l”estancia con dos familias. De hecho, miedo-
*tava cinco o seis collares *diaquells de plástico al cuello, las
manos con dibujos ď*alquena, como la madre, sortijas
con la bandera de la República Saharaui... No podía
esconder ďdonde vendía.
-Preparados para los rayos X? -pregunta Gabriel,
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haciéndome Folleto, porque los padres le habían contado aquello
de l”bocadillo.
-Está claro que sí, no tengo nada a ocultar! -contesto
un poco picado.
Dejo la mochila ala cinta que *engul los equipado-
ges de mano y avanzo hacia la salida, con la mano estirada,
para recogerla.
-De quién es esta mochila? -pregunta el policía
de aduanas argelino.
Oh, no! Otra vez la *brometa, no. Ahora qué
*seils debe de haber acudido para hacerse los simpáticos? Vuelvo
atrás y declaro que es mía, pero la cara del *poli no
parece para bromas.
-Traes piedras? -pregunta sorprendiéndome.
-*Ehem... piedras? Qué pasa con las piedras? -no
entiendo qué importancia puede tener llevarme
unas *pedretes del desierto como recuerdo.
- llevas o no llevas? -pregunta el padre nervioso.
-Y tanto que sí, son un recuerdo.
-Y-*Io siendo, ni piedras ni arena del desierto, son *patri-
*moni d”Argelia y no se pueden sacar del país -declara
a serio el *poli.
Yo no sabía si era broma y m°tenía que reír, para
parecer un hombre de mundo, o me hablaba seriamente
y me había que volver las piedras a su país...
-]a lo has sentido, Ferran, saca las piedras y que
la cola pueda avanzar. La gente está esperando que *er
decidas -manda la madre.
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-D”acuerdo, pero que quedo muy claro que lo hago
porque me obliga la ley. No estoy ďacuerdo ďtener que
dejar las piedras!
Cuando ya éramos al avión, elevados, el padre me dijo
que llevarse alguna parte ďun país -por *menuda que
sea- se llama expoliar, es coger aquello que pertenece a otro,
algo *paregut a hurtar. Lo entendí
cuando me habló de tesoros artísticos y monumentos que
s”han transportado a trocitos hacia los países ricos.
Así que, como os decía, qué mundo más extraño!
Quienes organizan, mandan y obligan los otros a cumplir
sus órdenes tienen que ser un poco se-
*pecials, sobre todo quienes s”encargan d”esto de las
fronteras, qué locura... Alguien dibuja una raya y d°aquí
cabe allá no puede pasar quién quiera (ni las piedras
sin valor) o hay que hablar otra lengua... En otros
lugares, no puedes pasar un bocadillo de jamón o se habla
la misma lengua a los dos lados *dela frontera, pero
tienen diferentes banderas...
*Des ďallí arriba, en medio de las nubes, se podían
ver las montañas, las líneas de la costa, pero no
había rayas al tierra que hicieron frontera como a los
mapas. Hay naciones que no viven en su territorio,
hay personas que no pueden vivir en otro *pais...
Con todo el que saben los padres, todavía han dejado
sin respuesta la última pregunta que hice en
el viaje: por qué no se puede elegir dónde vivir?
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