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DEFINICION DE LA ORATORIA SAGRADA

Por lo demostrado en el capítulo anterior podemos decir que la oratoria sagrada es el arte que
enseña las reglas de hablar ordenadamente para el fin de persuadir la verdad o el bien revelados
en orden a la vida eterna. Como a cualquiera se le vendrá a los ojos, las palabras en orden a la
vida eterna, añadidas a la definición general de la oratoria, constituyen la diferencia específica,
y las otras de hablar ordenadamente distinguen la oratoria sagrada de toda otra ciencia o arte
sagrada.
Oratoria sagrada
es el subgénero de la oratoria que se utiliza por los predicadores. Se vincula estrechamente con
el género deliberativo o político.
En el cristianismo se denomina sermón u homilía al discurso de tema religioso, por lo general
pronunciado desde un lugar elevado, especialmente habilitado al efecto (el púlpito), por
el oficiante durante la misa o el ministro1 del servicio religioso de que se trate; pero también en
otras circunstancias o por otros clérigos o incluso seglares. Los predicadores solían llevar
preparado lo que iban a decir mientras que los más ejercitados improvisaban. En ocasiones,
algunos "notarios" copiaban los sermones valiéndose para ello de "notas" o abreviaturas.

Oratoria sagrada en las religiones abrahámicas[editar]

La profecía de Isaías, de Louis-Félix Legendre, 1835.

Los profetas aparecen en la Biblia pronunciando piezas discursivas de contenido moral


y religioso. Al siglo VIII a. C. (período asirio) se le considera "la época más floreciente
de la oratoria hebrea" o del judaísmo: Joel, Amós, Oseas, Isaías o Miqueas. En el
periodo de la cautividad de Babilonia (612-539 a. C.) destacó especialmente Jeremías,
pero también Sofonías, Habacuc, Ezequiel o Abdías.3
¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, raza de malhechores, hijos pervertidos! ¡Han abandonado al
Señor, han despreciado al Santo de Israel, se han vuelto atrás! ¿Dónde pueden ser golpeados todavía, ustedes, que
persisten en la rebelión? Toda la cabeza está enferma y todo el corazón dolorido; de la planta de los pies a la cabeza,
no hay nada intacto: ¡heridas, contusiones, llagas vivas, que no han sido curadas ni vendadas, ni aliviadas con aceite!
Su país es una desolación, sus ciudades, presa del fuego; su suelo, delante de ustedes, lo devoran extranjeros; ¡hay
tanta desolación como en el desastre de Sodoma! La hija de Sión ha quedado como una choza en un viñedo, como
una cabaña en una plantación de pepinos, como una ciudad sitiada. ¡Si el Señor de los ejército no nos hubiera dejado
algunos sobrevivientes, seríamos como Sodoma, nos pareceríamos a Gomorra!
Isaías, 1, 4-9.4
¡Qué clase de gente son ustedes! Vean lo que dice el Señor: ¿Acaso he sido yo para Israel un desierto o
una tierra tenebrosa? ¿Por qué dice mi pueblo: «Somos libres, ya no acudiremos a ti»? ¿Olvida una joven
sus atavíos, una novia sus ceñidores? ¡Pero mi pueblo se ha olvidado de mí hace ya un sinnúmero de
días! ¡Qué bien te abres camino para ir en busca del amor! Así, también tú te has habituado a los caminos
de la maldad. Hasta en los bordes de tu vestido se encuentra sangre de gente pobre, inocente, que tú no
habías sorprendido perforando una pared. Y a pesar de todo esto, tú dices: «Sí, soy inocente,
seguramente su ira se ha apartado de mí». Pero yo entro en juicio contigo, porque tú dices: «No tengo
pecado».

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