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16 LA OSCURIDAD Y LAS LU C ES ll li\lt l H l ( ;H(JNl·lt - --- ----- - - - ---- - - 17
e incisivos interrogantes y señalamientos polémicos nos ayudaron a afinar ide- sc1 11ida rn11la propia tierra latinoamericana en la que se ha nacido y segura-
as, a corregir errores, a repensar inconsistencias y apresuramientos. Ocasión se mo rirá, necesidad de pensar -es dec ir, de escribir- "en voz alta" al-
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adicional -aunque posterior- fue también una investigación Ubacyt que diri- g1111as ideas todavía desordenadas, o simplemente -como reza un viej o chiste
gimos (y que está aún en curso); agradezco entonces la colaboración <le los a propósito de un Papa- perche mi piace. Esto último, el piacere, es al2;o muy
miembros de ese equipo de investigadores 2. antiguo. Desde que, por ejemplo , el autor, en su adolescencia (renunciamos a
Asimismo, en medida nada -desdeñable, las preocupaciones que dieron confesar en qué década ocurrió eso: fue, en todo caso, en el siglo pasado), desa-
lugar a nuestra tesis forman parte de los intensos y riquísimos debates desarro- rrolló un intenso amor por el jazz moderno , el interés puramente amateur por
llados en el interior del Grupo de Trabajo (CLACSO) sobre Pensamiento las culturas africanas (y, en esa deriva, po r la historia social y política de ese
Histórico-Crítico de América Latina y el Caribe, que tengo el honor y sobre continente en el cual, hasta donde se sabe hoy, nació la Humanidad) creció
todo el inmenso placer de coordinar. Es un grupo de pensadores y pensado- hasta ocupar un lugar destacado en su biblioteca, su discoteca, sus iconogra-
ras extraordinarios, de primerísima línea intelectual-crítica en el continente y fías murales, lo que fuere . Era hora de hacer algo con eso y co n "Latinoa-
en el mundo (Aníba1 Quijano, Enrique Dussel, León Rozitchner, Walter mérica": el tiempo pasa, sin perdón.
Mignolo, Franz Hinkelammert, el llorado Nicolás Casullo, Edgardo Lander, Y, desde ya, está también la deuda co ntraída por el au tor consigo mismo y
Caio Prado junior, María Ciavatta, Alejandro Moreano, Héctor Diaz- sobre todo con los lectores/as (muchos o pocos, tanto da) de El fi n de fas pe-
Polanco, Martín Cortés,). Todos ellos, sin excepción -y a varios los conside- queñas historias, como apuntábamos al principio de este Prefacio. Mucho más
ro entre mis maestros en muchos sentidos- trabajan con ahínco, con sus di- interesante, sin embargo, es qué pueda pasarle (o no) al lector/a de un libro
ferentes perspectivas y posicionamientos, en pos de esa reconstrucción de un como éste. Deseablemente, ese/a lector/a adoptará con el texto una actitud
pensamiento crítico latinoamericano. A uno en particular, mi antiguo amigo- por lo menos tanto, o más, crítica como la que el texto quisiera promover. Y
maestro León Rozitchner, le debo más de lo que este libro, o cualquier otro lo hará saber. Eso sería de gran utilidad para el autor, sin duda. Pero , sobre to-
texto, podría expresar eficazmente. Pero en lo que respecta al origen más in- do, sería de gran utilidad para todos.
mediato de este libro, que fue nuestra Tesis de Doctorado en la Facultad de
Ciencias Sociales de la UBA, le debo a él -así como a mi compañera, Carina
Battaglia- la cariñosa y calurosa insistencia con la que me empujó a escribir- Notas
la; y, por si eso fuera poco, León para colmo se animó a dirigirla. Debo men-
C fr. Eduardo Grüner, La cosa política. O, el acecho de lo real Buenos Aires, Paidós, 2005.
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cionar aquí, entonces, la amistosa dedicación con la que Pablo Alabarces -en
La investigación (correspondiente al período 2008/201 O de proyectos Ubacyt) esrá ra-
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ese momento Secretario de Postgrado de la Facultad de Ciencias Sociales-, así dicada en el IEALC (I nscicuco de Estud ios de América Latina y el Ca ribe/UBA) , del que tam-
como todo el personal de esa Secretaría, allanó las tramitaciones burocráticas bién cuve el honor de ser uno de sus co-fu ndadores y primer Director Organizador, y que ac-
del caso; y, por supuesto, agradecerle a ese jurado de lujo que tuvo la te- cualmence está bajo la eficaz dirección de Waldo Ansaldi.
sis en las personas de Patricia Funes, Dora Barrancos y José Emilio Burucúa.
Last but not least, mi amigo y editor, Fernando Fagnani, fue como siempre un
lector agudo y sensible. Nunca más cierto que en su caso ese lugar muy poco
"común" de que sin él este libro sería diferente (es decir, peor).
Las motivaciones (una palabra por cierto) , o mejor, el deseo que
me llevó a escribir este texto es harto más difícil de explicar -en caso de que
a alguien pudiera interesarle: a fin de cuentas, todo texto debería explicarse
por sí mismo, y si no lo hace no hay prefacio que pueda suplir esa carencia-:
es una mezcla en proporciones indeterminables entre puro interés intelectual,
compromiso ideológico-político, pasión por la escritura, deuda más o menos