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del/v m MDO
A n iíg v o
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mFŒCIG,
Esta historia, obra de un equipo de cuarenta profesores de va
rias universidades españolas, pretende ofrecer el último estado
de las investigaciones y, a la vez, ser accesible a lectores de di
A ntïgvo del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
monografía. Cada texto ha sido redactado por el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.
Diseño y maqueta:
Pedro Arjona
F J. Fernández Nieto
Indice
Págs.
Introducción............................................................................................................... 7
Bibliografía................................................................................................................ 54
El m undo griego y Filipo de Macedonia 7
Introducción
La palestra de Olimpia.
El m undo griego y Filipo de M acedonia 9
aun con algunas reservas, que entre la ciudad de Lebea. Expulsados más
los estratos lingüísticos más profun tarde de este refugio, se hicieron fuer
dos se encontrarían el ilirio, el tracio, tes en otra comarca y lograron des
una lengua no indoeuropea e incluso pués conquistar el resto de Macedo
un dialecto griego (que estaría em pa nia. De este Perdicas I se hacía des
rentado con el tesalio). El macedonio cender a Argeo, Filipo I, Éropo II y
fue sin duda un dialecto que bastaba Alcetas, padre de Amintas I (540?-
para las necesidades diarias y distin 498?) primer rey de Macedonia que
guía claramente a sus hablantes de ofrece rasgos definidos de personaje
sus vecinos ilirios y tracios, así como histórico.
de los griegos. Esta fue u n a razón Gracias al penetrante estudio reali
principal, según sabemos, por la que zado por Klaus Rosen ha quedado
se discutía el helenismo de los mace- patente, como antes señalamos, que
donios. Pero como al mismo tiempo Alejandro I modeló el relato sobre el
Macedonia experimentó un proceso origen griego de sus antepasados mo
de influencia cultural y lingüística vido por intereses políticos; pero del
griega —probablemente a partir del análisis lingüístico de los nombres de
siglo VIT comenzó ya a irradiar una los primeros monarcas se desprende
cierta helenización desde las colonias que los invasores de Macedonia pro
Calcídica y más tarde desde Metona—, venían de varias estirpes ilirio-epiro-
que afectó sobre todo a las capas al tas domiciliadas en Epiro, concreta
tas, la corte macedonia y los nobles mente en la región Tesprótida, au n
s ie m p re u tiliz a ro n com o segundo que ta m b ié n se recon oce la exis
idioma, propio para las relaciones tencia de una rama tracófrigia. Lo
políticas, el griego. más probable es que después de to
m ar Pieria los conquistadores epiro-
tas cerraran matrimonios con la aris
Los orígenes de la dinastía tocracia local, de donde pudo surgir
macedonia la definitiva dinastía macedonia con
nuevas raíces tracias. En cualquier
Los datos transmitidos por las fuen caso parece seguro que los linajes
tes griegas acerca de las raíces del fundadores del reino de Macedonia
principado de Macedonia contienen se integraron rápidamente con esta
sin duda un fondo histórico, aunque antigua población tracófrigia, sin que
las figuras de los distintos soberanos pueda concederse crédito a los hiso-
aparecen absolutamente desvirtuadas triadores griegos (Hecateo, Helánico,
por las narraciones de una pseudo- H eró doto, Tucídides) cu a n d o afir
histórica llegada de los fundadores m an que los primeros pobladores del
desde una importante ciudad de G re territorio fueron expulsados o exter
cia. Así como los príncipes molosos minados. Una ciudad como Vergina
recurrieron al tronco de los Eácidas. (Egas) ofrece aspecto de haberse en
los ilirios al de C adm o o los lincestas tregado y no haber sufrido daño algu
al de los B aquíadas de Corinto, la no; arqueológicamente se aprecia en
casa de Macedonia había favorecido los yacimientos que no hay rupturas,
la idea de que su árbol brotaba de la sino una clara continuidad entre el
ciudad de Argos. Tres legendarios her siglo VIII y los dos siguientes.
m an o s argivos, G avan es, Eropo y La primitiva regencia macedonia
Perdicas, familiares de Tcmeno, ha estaba, por su origen y su carácter,
brían huido de su patria; llegaron pri muy cerca de las dinastías locales a
mero a Iliria y desde allí se interna las que sustituía. Ciertamente había
ron hacia la alta Macedonia. hallan logrado extender su dom inio algo
do acomodo en casa del monarca de más allá del Haliacm ón y del Axio
12 A kal Historia del M undo Antiguo
I \ GOLFO MALIACO
Termópilas
Heraclea de Tracia
M. Calidromos.
Elatea
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•T ito re a
M. Hedilio
F O C Μ. Acontio
M. Parnaso • èO rcom enos
Queronea ‘V .
\\° M. Ptoo "S- «Calcis
M. Turio LAGO COPAIS
® Lebadea
Delfos ,°
• Coronea Aulida
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A
• Platea
M. Citeron
GOLFO DE CORINTO Decelea
• Acamas
Eleusis
Μ E G A R I D A
M. Geranea
PELOPONESO • Megara
SALAMINA Pire°
Corinto
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comerciales del reino con el resto del ñación de nuevas monedas de plata
Egeo. Los dinastas de las comarcas macedonias, que reemplazaron a las
vecinas de Iliria (Lincéstida, Orésti- antiguas emisiones, patrocinadas por
da, Elimea) tuvieron que seguir aca varios dinastas locales, anteriores al
tando, como en los siglos anteriores, 480. La unificación monetaria afirmó
la autoridad del soberano macedonio. la soberanía de la casa real Heráclida
Al entrar en posesión del monte sobre todo el reino de Macedonia; la
Disoro, situado al norte de Bisaltia fábrica de Pidna asumió especial re
d o m in a n d o el Estrimón, Alejandro levancia, pues la ciudad era el centro
adquirió los yacimientos argentíferos comercial marítimo que canalizaba
de aquel distrito que, según noticias las relaciones con el Egeo.
antiguas, rendían un talento diario; Ya hemos visto cómo Alejandro I
gracias a tales recursos pudo iniciarse logró por estas mismas fechas (proba
en los talleres de Egas y Pidna la acu- blemente en el 476) su admisión en
14 Aka! Historia del M undo Antiguo
pensado que aquella estancia debió des. Por último Arquelao, hijo bastardo
de contribuir en cierta medida a su de A m intas III, quería im poner su
formación, particularmente desde el primogenitura frente a los derechos
punto de vista militar. Los éxitos del de la ram a legítima y el designio era
ejército confederal beocio, sus nove s e c u n d a d o por sus dos h erm ano s,
dades tácticas, la brillantez de las Arrideo y Menelao.
operaciones ejecutadas por Pelópidas Por fortuna para Filipo, los conflic
y Epam inondas, su arrojo en el m a n tos internos de Grecia reforzaban la
do, fueron sin duda objeto de com en seguridad del reino. Las ciudades grie
tario y asombro entre los jóvenes te- gas estaban cada vez más fragmenta
banos con quienes se educó Filipo: das y débiles después de treinta años
no podía encontrar en aquella época de contin u as luchas, lo que hab ía
mejor escuela, dentro de Grecia, para producido un equilibrio forzoso entre
despertar sus dotes como estratega. Esparta, Atenas y Tebas tras la bata
Hacia el 365, con 18 años, regresó a lla de M antinea (362). Ciertamente
M acedonia y Perdicas le encomendó las tres grandes potencias de Grecia
el gobierno de un territorio, por lo trataban de reparar sus pérdidas, y al
que pudo familiarizarse con las ta gunas, como Atenas, efectuaban n o
reas de la administración y del reclu tables esfuerzos por fortalecer la m a
tamiento, así como estar en contacto rina, asegurar las cleruquías y activar
con la corte de Pela y los consejeros las rutas comerciales; en Tesalia los
griegos del rey, buenos conocedores Alévadas de Larisa m antenían la gue-
de las coaliciones montadas por las
potencias del momento.
Com o Perdicas tenía un heredero
de corta edad, Amintas, legó la coro
na a su hijo y designó para la regen V
cia a Filipo. En el tiempo que dura su
función de regente (359-355?) tuvo
que ejecutar una urgente tarea, que le
conducirá precisamente a la consoli
dación de su poder personal: conju
rar los peligros que se cernían sobre
el reino. Efectivamente, los ilirios h a
bían ocupado la Lincéstida, los peo-
nios se disponían a invadir el norte
del país, mientras que los tracios y los
tesalios se entregaban a violentas dis
cordias que podían, llegado el caso,
repercutir desfavorablemente en la
integridad territorial de Macedonia
(el príncipe tracio Berisades preten
día am pliar sus dominios cruzando
el Estrimón). Además en el interior
del país había surgido una pléyade de
pretendientes: Argeo, antiguo rival de
Amintas III, tenía el apoyo de los ate
nienses; Pausanias, que fue expulsa
do de Macedonia por Ifícrates en el
368 y se había refugiado en Migdo- Cabeza femenina, hallada en la bajada sur
nia, encontraba eco a sus aspiracio de la A cró p o lis de Atenas (M ediados del
nes m onárquicas en el tracio Berisa siglo IV a.C.) M useo Nacional de Atenas.
El m undo griego y Filipo de M acedonia 21
rra contra los aristócratas de Feras. dos: a comienzos del 358 concertó un
Nadie era capaz ahora de am enazar tratado de paz con Atenas en el que
directamente a Macedonia, como h a no se oponía a los derechos de aqué
bía ocurrido en época de Amintas III lla sobre Amfípolis, m ientras que
y de sus dos primeros sucesores. Atenas se comprometía, a cambio, a
M ediante dinero y regalos Filipo devolver Pidna. De este modo consi
compró la retirada de los peonios y la guió Filipo apaciguar un posible con
amistad del tracio Berisades, que dejó flicto con los atenienses, nada conve
de sostener los planes del pretendien niente entonces para Macedonia.
te Pausanias. Acto seguido privó de A continuación, en el verano de ese
esperanzas a los restantes aspirantes año, Filipo se apresta a acabar con
al trono: Arquelao fue eliminado y los peligros externos: invade Peonía,
sus hermanos huyeron de M acedo aprovechando la muerte del rey Agis,
nia. Argeo recibió ayuda de Atenas y coloca el territorio bajo su autori
—algunos soldados de la guarnición dad. Los ilirios eran dueños de las re
de M eto n a—, a u nqu e no encontró giones de la Alta Macedonia ganadas
demasiados partidarios entre los pro en guerra a Perdicas III; Bardilis, su
pios macedonios: organizó una m ar jefe, había transmitido una oferta de
cha contra Egas, pero en la vieja resi paz a condición de que Filipo renun
dencia real no obuvo ningún auxilio ciara a aquellos territorios. La res
y optó por regresar a Metona; ya en el puesta del m acedonio consistió en
camino fue sorprendido por Filipo y asaltar desde Peonia la Lincéstida y
obligado a entregarse, luego ajusticia derrotar a los ilirios en un enfrenta
do. Sin embargo el regente no sólo miento muy comprometido que Fili
devolvió a los prisioneros atenienses po planteó, al estilo tebano, con evo
sino que propuso renovar la antigua luciones de la caballería contra los
amistad existente entre los dos esta flancos y dirigiendo personalmente el
22 AkaI Historia del M undo Antiguo
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empeño ante el Consejo y la A sam Relieve con la representación de Asclepio y
blea la aprobación de sus propuestas de las divinidades eleusinas. (Hacia el 350)
Museo Nacional de Atenas.
y facilitaron el progreso de su políti
ca. Lo mismo hicieron otros particu
lares de algunas ciudades beocias, ar partidarios del rey o los votos favora
cadlas y argivas, que propagaron las bles a su política (en las ciudades, en
ideas de M acedonia como las más las ligas, en los santuarios) se g ana
congruentes a sus intereses propios. ba n m edian te el soborno. Explotó
Por otra parte Filipo nunca eludió, con habilidad las pasiones, rivalida
cuando parecía oportuno, el recurrir des e im prudencias de los estados
a ciertas armas diplomáticas poco re griegos: a fin de ganarse la colabora
comendables, aunque bien conocidas ción de los más y evitar el nacimiento
y practicadas en Grecia. Algunos de de coaliciones prestaba ayuda a las
los publicistas y oradores que defen peq ueñas ciudades am en azadas de
dieron su figura actuaban al dictado agresión, pero en otros casos auxilia
de un salario o de regalos remitidos ba a las que deseaban engrandecerse;
desde Macedonia, y en ocasiones los sin embargo únicamente les consen-
El mundo griego y Filipo de Macedonia 33
tía adquirir ventajas mínimas y efí sión de las ciudades griegas: su apego
meras que no constituían am enaza a la tradición de los largos discursos
para su posición. en las asambleas y a la lenta reacción
El trato concedido a los vencidos de cara a los peligros externos —pues
refleja u n a g e n e ro s id a d efectista, a fin de cuentas éstos siempre prove
puesto que el rey solía renunciar a al nían de otros helenos, que poseían
gunos derechos del triunfo y devolver los mismos hábitos— tuvo esta vez
a las ciudades conquistadas una ap a fatales consecuencias. Filipo no fue
rente dosis de autonomía, pero la li un enemigo cualquiera, sino el mejor
mitaba a aquellas competencias que pre p ara d o de cuantos am en a zaro n
no p u d ie ra n lesionar la soberanía acabar con la autonomía de los grie
macedonia. Las fuentes antiguas des gos y, por añadidura, encontró a sus
tacan asimismo la singular maestría rivales divididos, aislados y agotados.
de Filipo como negociador: la am bi En las páginas siguientes veremos en
güedad en la formulación de prom e qué forma se aprovechó el m acedo
sas y acuerdos, la imprecisión de los nio de la debilidad de Grecia.
planteamientos esbozados por el rey
o sus agentes, dab an pie más tarde a
asegurar que sus interlocutores h a
bían abrigado falsas esperanzas o no
atinaron a interpretar las verdaderas
ofertas de Macedonia. Gracias a una
especial cortesía, a su infalible m e
moria —como sostiene Esquines—, a
sus virtudes oratorias, a la am enidad
y persuasión de sus discursos, Filipo
levantó la adm iración y ganó la vo
luntad de bastantes embajadas llega
das de Grecia.
Al igual que los anteriores m on ar
cas de M acedonia, tam bién Filipo
contaba con un poder absoluto para
llevar a la práctica los objetivos traza
dos en beneficio del reino. Demóste-
nes lo describe como dueño absoluto
del ejército, general y tesorero, como
la única autoridad que puede ordenar
lo que debe decirse y hacerse; y para
tomar cada una de sus decisiones no
necesitaba acudir a públicas delibe
raciones, no había de temer la oposi
ción ni el debate de los macedonios.
Lo cual se traducía, efectivamente, en
que Filipo adoptó frecuentes iniciati
vas que conjugaban previsión, au da
cia y energía, aunque de ordinario
fueron bien m aduradas; y esta ausen
cia de ataduras le valió, en sus rela
ciones con Grecia, para m arcar siem
pre las distancias y enm endar veloz
mente toda suerte de yerros. Frente a
ello contrasta la pasividad e indeci La estoa de los atenienses en Delfos.
34 Akal Historia del M undo Antiguo
dios por sus sacrilegios (condena am- los cuales, aunque desde el 353/52 te
fictiónica, saqueo de los tesoros del nían clerucos en Sestos, m antenían
templo) se encam in ó hacia Grecia buenas relaciones con los reyes ira
Central. Pero el paso de las Termopi d o s y soportaban el esfuerzo de vigi
las estaba bloqueado: todos los esta lar con naves el norte del Egeo, veían
dos griegos que apoyaban a los foci cóm o el comercio con Tracia y el
dios h a b ía n descubierto el peligro transporte del trigo adquirido en la
que les am enazaba si los macedonios Propóntide y el Quersoneso experi
llegaban a la Fócide y Delfos —como mentaba serias dificultades, pues Fi
efectivamente ocurrió años después—, lipo había incrementado también su
desde donde podrían controlar buena poderío p o r m ar y los barcos bajo
parte de Grecia. Mil soldados espar pabellón macedonio capturaban sus
tanos y dos mil de la liga aquea, junto presas entre los fletes atenienses des
a dos mil mercenarios de los antiguos de Lemnos e Imbros hasta el sur de
tiranos de Feras y cinco mil hoplitas Eubea. Ya desde ahora Demóstenes
atenienses, más cuatrocientos jinetes clama vehementemente contra Filipo
(todos de Atenas), persuadieron a Fi
lipo de que forzar el paso había de La columna de las bailarinas.
costarle un grave revés. Los macedo Museo de Delfos.
nios em prendieron la vuelta a su p a
tria y se desentendieron, durante seis
años, de la Guerra Sagrada y de sus
secuelas al sur de Tesalia; pero la tác
tica de desgastar a los griegos había
surtido efecto, y sólo Atenas consumió
más de 200 talentos en despachar una
pequeña ilota y al estratego Nicocles
(con los hoplitas y la caballería) hasta
las Termopilas.
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38 Akal Historia del M undo Antiguo
Pelike ático de figuras rojas, con flexibles ante los ruegbs de Filócrates,
representación del juicio de Paris. (Hacia el
340-330 a.C.) Museo Nacional de Atenas.
esforzado en conciliar los intereses de
su patria con la posición macedonia:
El monarca, que mostró excepcional admitirían que se mencionara como
consideración a los embajadores, re firmantes de la paz a Atenas y a sus
bajó aquellas peticiones: aceptaba no «aliados» (symmachoi), pero ese térmi
intervenir para nada en el Quersone- no sólo podría englobar a los estados
so y añadía a la paz con Atenas una de la confederación m arítim a ate
oferta de alianza; pero respecto a los niense, no a aquellos otros unidos a
demás puntos sólo se comprometía a Atenas mediante acuerdos bilaterales
que el destino de los focidios pudiera (lo que equivalía a dejar fuera a Halo,
en su día ser d ecidido de c o m ú n a los focidios y al monarca tracio).
acuerdo. Bajo tales circunstancias redactó
Los delegados regresaron a Atenas Filócrates un texto que, presentado
y al mismo tiempo llegó una em baja como moción de los sinedros, resultó
da de Filipo, con poderes especiales, aprobado. Para vencer la oposición
a cuyo frente figuraban Antipatro y de ciertos sectores Filócrates hubo de
Parmenión. Reunidos en sesión con recordar que los tebanos aún repre
junta la Asamblea y el synedrion (Con sentaban una amenaza, Demóstenes
sejo) de los aliados, se debatieron apoyó el texto por estimarlo el m e
calurosamente los términos de la paz; nor de los males y Esquines dejó en
si existía acuerdo en resignarse a la trever que en el fondo Filipo no re
pérdida definitiva de Amfípolis y Po- chazaba las aspiraciones atenienses
tidea, los presentes repelían la pro —en lo que el orador ático se enga
puesta de excluir nom bradam ente del ñ a b a —. La redacción era la siguiente:
tratado a los focidios, a la ciudad ambos estados conservaban los terri
de Halo y a Querseblepte§ de Tracia torios que poseían en el momento del
(que deseaba verse incluido allí). Los cierre, por lo que Atenas sólo salvaba
plenipotenciarios de Filipo fueron in el Quersoneso tracio (sin la ciudad de
El mundo griego y ,Filipo de Macedonia 41
El ágora de Atenas
Según reconstrucción c
M. Parnés
«Decelia
R. Cefiso
.Filé •Lipsidrio
•Peónidas
•Maratón
Ί/. «Icaria
• Probalinto
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•Cefisia o
' X °o
•Acam as
•Colargo V
• Eleusis ’ Mirrinonte
Palene ? araeto
•Jónldas
.Atenas •Peania
Salamina .A grilé ^
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SALAMINA / Alopeca ^
f b a le r o * • Brauron
El Píreo
•Halim o .S feto
Mirrino
•Aixoné ’ Prasias
"Lamptras
GOLFO SARONICO
• Frearrios
M. Laurión
•Anaflisto «Tórico
• Egina
EGINA
Cabo Sunio
El mundo griego y Filipo de Macedonia 49
Ambracia fueron ocupadas sin resis Amfictionía délfica, pero tal solución
tencia. Después de atravesar el istmo no aseguraba claramente a Macedo
de Corinto todos los peloponesios, a nia el control de los resultados: por
excepción de Esparta, aclam aron a eso a finales de año Filipo invitó a
Filipo como su dueño y admitieron los distintos estados griegos para que
sus decisiones en materia de disputas enviaran sus representantes a C orin
territoriales. Los espartanos perdie to. en la primavera siguiente, al obje
ron tres de sus comarcas en beneficio to de estatuir los derechos y obliga
de los arcadlos, de los mesenios y de ciones mutuas (de los griegos para
Argos, y su obstinación fue castigada con Macedonia y viceversa). Unica
por el ejército devastando sus cam mente Esparta desoyó la convocatoria.
pos. La orgullosa Esparta siguió lan Reunidos pues en Corinto (marzo/
guideciendo reducida ahora a sus pri abril del 337) los embajadores de las
mitivos límites de Laconia. Finalmente, ciudades griegas establecieron una
un importante contingente de tropas paz general (koiné eirene), reforzada
fue acuartelado en la acrópolis de m ediante la conclusión simultánea
C o rin to p ara vigilar el istmo y el de una alianza (conocida como Liga de
Peloponeso. Corinto). El tratado de paz contenía
Pero los planes de Filipo eran más las siguientes disposiciones: se garan
am biciosos y p re te n d ía n e n c au za r tizaban la libertad y autonomía de to
bajo un solo régimen —el suyo— la dos los estados, así como sus actuales
política externa de todos los griegos fronteras y el derecho a no recibir
del continente. U na forma de lograrlo guarniciones extranjeras (pero se au
podría hab er consistido en ampliar la torizaba la continuidad de las insta
52 Akal Historia del M undo Antiguo
ladas por Macedonia en Tebas, Calci- mento, aunque fuera sólo la expre
de, Corinto y Ambracia); se prohibió sión de una alianza impuesta. Por vez
cualquier intento de cambiar las consti primera se designaba a un hombre,
tuciones o de dictar medidas que fo no a una polis, para ejercer la hege
m entaran la revuelta social (repartos monía, y aquella supuesta unidad de
de tierra, abolición de deudas, libera toda la Hélade reflejaba antes la a m
ción de esclavos); se declara la liber bición de Filipo que la creencia en un
tad de comercio marítimo y se fija el programa panhelénico. Si nom inal
principio de que toda diferencia será mente los griegos aún podían consi
arbitrada por la vía legal. Se acordó, derarse autónomos, las realidades po
por último, que los delegados de las líticas del m om ento m uestran que
distintas ciudades com pondrían un habían renunciado ya a cualquier li
Consejo, el llamado synedrion de los bertad de acción.
helenos —el número de delegados de Llevando la guerra a Asia para li
cada estado sería proporcional a la berar a los griegos de aquella orilla
entidad de su aportación militar—, al Filipo podía acrecentar su soberanía,
cual competería velar por el cum pli verse reconocido como un gran líder
miento de las anteriores cláusulas. y acallar críticas hostiles a todos sus
Pero este mismo synedrion funcio planes; la expedición quizá hubiera
naba asimismo como órgano central servido para estrechar los intereses
de u na alianza militar constituida comunes de Macedonia y Grecia. En
por todos los firmantes de la paz: la la prim avera del 336 Parm enión y
liga de Corinto. Ningún estado se h a Atalo c ru zaro n el Helesponto con
llaba sujeto a contribución o tributo, diez mil hombres; debían descender
pero debía aceptar la fijación de los por la costa hacia el sur —ya algunas
contingentes y obligaciones militares ciudades griegas com enzaban a rebe
que le señalara el Consejo, al que co larse contra Persia— y esperar a que
rrespondía también decidir en asun les alcanzase el grueso de las tropas
tos relativos a la guerra o a la nego cuando Filipo cae asesinado en Egas,
ciación de la paz y poseía facultad a la edad de 46 años, durante una ce
para sancionar a los infractores de la remonia nupcial (julio del 336). Su
alianza. Entre esta liga de los helenos obra incompleta tendrá que ser conti
(término que no incluye, resulta ob nuada por Alejandro, el hijo y sucesor.
vio, a los macedonios) y Filipo II se Con Filipo se acaba una figura que
juró un pacto defensivo y ofensivo a suscitó las mayores pasiones entre los
perpetuidad por el que los griegos re griegos, que vieron en él al responsa
conocían al rey de Macedonia la he ble de su decadencia. La enemistad se
gemonía de la alianza y convenían en alimentó progresivamente, porque las
que la ejerciera personalmente, llega principales ciudades helénicas, cega
do el caso, con el título de strategós das por sus problemas e inquietudes,
autokrátor (general con poderes ilimi no prestaron suficiente atención al
tados). Pero en realidad, parece que con desarrollo de Macedonia, y cuando se
esta concesión se permitía a Filipo no percataron ninguna, excepto Atenas,
sólo dirigir las operaciones, sino tam creó los medios políticos, financieros
bién reunir al synedrion sólo cuando y militares para limitarlo. Luego fue
lo juzgara oportuno, prefijar su políti tarde. Probablemente la mejor discul
ca, sugerir resoluciones y ejecutarlas. pa en favor del monarca, y aquí estri
Con ello la guerra general contra ba la paradoja, consistiera en recor
los persas, por la que habían clamado dar que si Filipo subyugó a Grecia lo
tantos griegos desde Arkstides a Iso hizo con la abierta colaboración, de
crates y que Filipo tenía ya decidida, sinteresada o no, de la mayoría de los
e n c o n tra b a ciertam en te su in s tru propios griegos.
El mundo
Bibliografía