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Ricardo N. ALONSO1
Resúmen: AMBIENTES E VAPORÍTICOS CONTINENTALES DE ARGENTINA. En Argentina los ambientes evaporíticos están
representados en las facies del Mioceno desde Mendoza hasta Bolivia y en el Cuaternario desde la Puna hasta la
Patagonia. La Puna constituye de por sí una “provincia evaporítica” con salares desarrollados hasta niveles
profundos y donde además de las evapofacies comunes de yeso y halita ocurren los boratos que la distinguen e
identifican. En esa región se registra sedimentación evaporítica desde el Mioceno hasta la actualidad. En la faja
andina se reconocen también evapofacies miocenas donde abunda el yeso y puntualmente alcanza el estado
clorurado sódico. Al menos dos momentos evaporíticos son reconocidos para el Mioceno medio y superior.
Durante el Cuaternario, puede verse que gran parte del territorio argentino es árido y endorreico lo que facilita
la formación de lagunas salobres y salinas. Puede distinguirse a grandes rasgos un ambiente pampeano entre
Catamarca y la provincia de Buenos Aires, ocupando gran parte del norte, centro y Cuyo; y luego hacia el sur un
ambiente patagónico. Se trata en general de salinas someras, sin desarrollo hacia profundidad, que dejan una costra
evaporítica superficial que da lugar a explotaciones de sal de cosecha.
Introducción
Los ambientes evaporíticos han recibido en general menos atención que otros ambientes
sedimentarios en la literatura especializada del país. Los antecedentes históricos relacionados con las
sales se remontan sin embargo a los propios indígenas del territorio argentino quienes comerciaron
y guerrearon por esos productos. Cicatrices de explotación de sal de roca por parte de los indígenas,
junto a las hachas de piedra utilizadas en la explotación minera, se encontraron en la F. Pozuelos en
el salar de Pastos Grandes (Salta). En igual sentido fueron explotados los salares de la Puna para el
intercambio comercial con los valles orientales. Esa caravanería de portadores de sal en animales
todavía se mantiene viva. Asimismo, desde los primeros escritos coloniales encontramos referencias
a la sal. Para los españoles, la sal no sólo era elemental en la alimentación sino que también fue
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UNSa-CONICET, Facultad de Ciencias Naturales. Buenos Aires N° 177, 4400-Salta, Argentina.
E-mail: rnalonso@uolsinectis.com.ar
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utilizada ampliamente en la metalurgia de la plata. Tal vez la primera mención de un geólogo sobre
el tema sea la del alemán Helms (1807) quién en su viaje desde Buenos Aires a Potosí, que realizara
en 1788, señala: “About seven miles from Tala (Salta) we passed the dry bed of a river, the southern bank of
which was incrusted with a white substance, in taste and shape resembling common culinary salt; and from various
other indications, we were led to conclude that there are large beds of fossil salt in this part of the country”(p. 16).
Si bien la lista de autores que han trabajado en las evaporitas argentinas es importante, merecen
destacarse los trabajos pioneros de Luciano Catalano en las cuencas con depósitos de boratos y de I.
Rafael Cordini, en las cuencas con depósitos de cloruros y sulfatos.
En el ámbito mundial existe una vasta literatura relacionada con los ambientes evaporíticos.
Excelentes síntesis se encuentran en los capítulos correspondientes a evaporitas en Pueyo (1991),
Walker y James (1992), Reading (1996), Einsele (2000), Gutierrez Elorza (2001) y los trabajos allí
citados. Sin embargo una obra moderna que cubre todos los aspectos del tema y tiene una amplia y
actualizada bibliografía es el libro de Warren (1999).
1.1. Definiciones
Las evaporitas son sedimentos químicos precipitados a partir de salmueras. A diferencia de los
sedimentos terrígenos clásticos que provienen de la destrucción de una roca madre y que son
transportados hasta un ambiente deposicional -donde adquieren sus características faciales de acuer-
do con las variaciones en el tamaño de los granos y sus estructuras sedimentarias- los sedimentos
evaporíticos se originan dentro del propio ambiente deposicional por precipitación físico-química.
Por ello, James y Kendall (1992) señalan que mientras los sedimentos terrígenos “se hacen” los
evaporíticos “nacen”.
Las evaporitas fósiles y actuales pueden proveer información sobre el tipo de agua en que se
formaron, la temperatura y salinidad de las salmueras así como el grado de aislamiento de la cuenca.
Sin embargo a la hora de establecer modelos de sedimentación evaporítica debe tenerse en cuenta
que: 1) La mayoría de los modelos primitivos se hicieron siguiendo un punto de vista químico y/o
estuvieron basados en unos pocos ejemplos; 2) las evaporitas expuestas en afloramientos, en general
escasas, están demasiado alteradas y los testigos de sondeos son muy limitados; 3) no hay comparación
entre las espectaculares cuencas evaporíticas del pasado geológico con las actuales (las cuencas
evaporíticas de Michigan (silúrica), Elk Point (devónica), Zechstein (Pérmica), Mediterránea (Mioceno)
tienen tamaños decenas a centenares de veces más grandes que las actuales); 4) La distinción entre
evaporitas continentales y marinas no siempre es obvia y su reconocimiento a veces resulta difícil al
punto que muchas evaporitas ahora consideradas marinas pueden haber sido afectadas a un grado
variable por afluencias no marinas; 5) los cambios en las condiciones deposicionales son rápidos,
profundos, y comúnmente resultan en facies superimpuestas, haciendo dificultoso el reconocimiento
del ambiente original; 6) en forma característica los nuevos ambientes reemplazan a los viejos con lo
cual las facies parecerán caprichosas a la hora de interpretar depósitos pobremente preservados; y 7)
las evaporitas son susceptibles de cambios completos post deposicionales que pueden remover los
rasgos primarios. Así, después de su depositación, las evaporitas están sujetas a procesos diagenéticos
tempranos que: a) alteran la mineralogía original y los rasgos sedimentarios hasta llegar a la obliteración
de las características originales, y b) llevan a una completa remoción por disolución. De esta manera
muchas evaporitas no son estrictamente precipitados primarios. Ellas son minerales diagenéticos
(neocristales) emplazados dentro de otros sedimentos o son reemplazamientos diagenéticos de
verdaderos precipitados primarios.
AMBIENTES EVAPORÍTICOS 157
Fig. 1: Zonación de Ambientes en cuencas evaporíticas Continentales (modificado de Eugster and Hardie, 1978)
Fig 2: Diagramas de ambientes depositacionales evaporíticos y las diferentes fuentes de agua subterránea
(modificado de Rosen, 1994)
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1. 3. Clima y tectónica
El clima y la tectónica afectan profundamente la distribución de las evapofacies. Un análisis de
ambientes evaporíticos antiguos y modernos indica que hubo condiciones alternantes de sequedad
y humedad. En los periodos secos, regresivos, se producen evaporitas en las etapas de salares o
playa-lake mientras que en los húmedos (transgresivos) hay un aumento de las facies de aguas dulces
sin precipitación evaporítica. Esas variaciones entre condiciones más y menos áridas causan el reem-
plazamiento de los lagos perennes por salares o llanuras fangosas secas, los niveles de los lagos
suben y bajan, las márgenes de los lagos se expanden y contraen, varía la cantidad de aporte de
sedimentos clásticos y cambia la química del agua. Durante prolongados episodios de aridez, el nivel
del agua subterránea puede estar tan bajo que los lagos salinos efímeros se secan, se convierten en
llanuras fangosas secas y eventualmente pueden ser invadidos por arenas eólicas. En cambio, las
etapas húmedas pueden estar marcadas por la parcial o total disolución de las sales previamente
AMBIENTES EVAPORÍTICOS 159
Evaporitas continentales anteriores al Neógeno son muy escasas y hasta dudosas en la R. Argentina.
La rareza de ejemplos pre-terciarios puede reflejar la naturaleza efímera de muchas cuencas evaporíticas
continentales y de evaporitas en el ambiente deposicional. Muchas evaporitas migran hacia arriba a la
misma velocidad de la acreción sedimentaria y de esta manera no son acumulativas. Así, muchos
ambientes evaporíticos no dejan registros en la forma de depósitos evaporíticos. Sin embargo su
presencia anterior, puede ser deducida de la presencia de moldes de evapocristales y la modificación
volumétrica de estructuras deposicionales entre otros aspectos que reflejan una situación evaporítica
fantasmal.
otra en el techo 7.2±1.4 Ma, lo que indica una edad Mioceno medio a superior para el conjunto. En
la parte media de la sección clástica yace una evapofacies yesífera y hacia el techo ocurren carbonatos
lacustres. Hacia el sur de Farallón Catal se han identificado recientemente capas de halita sincrónicas
con el yeso. Ello estaría indicando una cuenca con facies clásticas hacia el norte y oeste y un desarrollo
evaporítico hacia el este y sur, con los términos clorurados de centro de cuenca hacia el sur. La
sedimentación yesífero-halítica de Farallón Catal, se habría desarrollado entre los 14 y 13 Ma aproxi-
madamente (Vandervoort et al., 1995). Este evento evaporítico precede al que ocurrirá en un espacio
geográfico próximo y que dará lugar a la sedimentación con participación boratífera de Tincalayu en
el Mioceno superior; ii) Quebrada Seca: A 5 km kilómetros al nordeste del pueblito de Santa Rosa
de los Pastos Grandes aflora una secuencia neógena de capas rojas que incluye una sección de halita
Fig. 4: Evapofaciesen la cuenca de Pastos Grandes, Puna Salteña (Orti Cabo y Alonso, 2000)
y yeso. Por su composición litológica fue atribuida erróneamente a la F. Sijes (Alonso, 1986). Poste-
riormente, una datación de Vandervoort et al. (1995) de 12.4±0.2 Ma confirmó que se trataba de un
ciclo evaporítico más antiguo. Gutiérrez (2000) definió la F. Barreal Seco para incluir esta potente
secuencia de unos 2000 m de espesor que se inicia con facies de abanico aluvial a las que suceden la
evapofacies halítica y yesífera y finalmente pelitas y tobas. La formación yace en discordancia entre dos
ignimbritas de 17 y 10 Ma aproximadamente. El conjunto indica la ubicación de un depocentro
evaporítico más antiguo que el de Pastos Grandes, ubicado más al sur, de edad Mioceno superior y
esencialmente boratífero; iii) Siete Curvas: Entre el salar del Pocitos al este y la sierra de Macón al
oeste se extienden cientos de kilómetros cuadrados de capas rojas pelítico yesíferas en delgados
niveles alternantes. Se han reportado bancos de yeso alabastrino de hasta 0,60 m los que fueron
explotados como cantera Punta Negra. Una datación en el tope de la secuencia dio 10.8±2 Ma
(Alonso et al., 1991); iv) Tolar Grande: Al norte y sur de Tolar Grande, siguiendo todo el margen
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oriental del salar de Arizaro, se distribuyen cientos de kilómetros cuadrados de capas rojas que
albergan potentes secuencias de halita y yeso. Vandervoort et al (1995) obtuvieron una edad de
11.5±0.2 Ma para esa secuencia. Sobre la base de los rangos de edades, los depocentros de Farallón
Catal, Quebrada Seca, Siete Curvas y Tolar Grande serían relativamente contemporáneos y ubicados
todos ellos en el Mioceno medio, v) Antofalla: En el borde oriental del salar de Antofalla se extiende
una potente secuencia sedimentaria neógena que incluye uno de los llamados megacuerpos salinos
de la Puna Austral (Alonso et al, 1984, 1991). Adelman y Gorler (1999) definieron la F. Juncalito para
incorporar dicha secuencia. La misma está integrada por capas rojas, cenizas volcánicas y espesos
paquetes de halita, yeso y escasos boratos diseminados en el conjunto. La F. Juncalito fue datada en
7.9±0.3 Ma (Kraemer et al, 1999). Los autores citados mencionan un ambiente de playa con diferen-
tes subambientes tales como llanuras fangosas, llanuras arenosas, lagos y salares. Las capas de halita
varían desde intercalaciones milimétricas a decimétricas hasta alcanzar potencias de halita masiva de
50 m de espesor en el centro de cuenca. Un estudio reciente de Voss (2002) aporta nuevas edades
radimétricas y realiza comparaciones, correlaciones y homologaciones de las unidades estratigráficas
salinas allí aflorantes con las de la cuenca de Pastos Grandes.
cuenca miocena con edades entre 10 y 6 Ma, que se ubica en la región de Coranzulí (Jujuy). Un
ambiente de tipo volcaniclástico lacustre y evaporítico está representado por arcilitas verdes tobaceas,
carbonatos travertínicos y boratos, donde yeso y halita están ausentes. Loma Blanca muestra
evapofacies boratíferas con un típico “bull-eye” de solubilidades con boratos cálcicos en los bordes,
calco-sódicos en la parte media y sódicos en el centro de cuenca (inyoita-ulexita-tincal). La edad de este
depósito es 6.99±0.18 Ma (Alonso, 1986). En Morro Blanco se observan carbonatos lacustres y se
encontró escasa colemanita. Una datación de 10.2±0.3 fue obtenida por Prezzi y Alonso (2002) para
esa secuencia que indica la mayor antigüedad obtenida para los boratos de la Puna. v) San Juan de
Oro: En el extremo norte de la Puna de Jujuy se presentan sedimentitas neógenas de escaso espesor.
Ellas afloran notablemente a lo largo del río de San Juan de Oro y sus tributarios. Capas rojas y
niveles verdes con abundante material tobáceo, a los que se suman carbonatos travertínicos y muy
escaso yeso, indican la presencia de lagos someros de aguas dulces a ligeramente salobres.
superficies extensas en los bordes de los salares y cambian facialmente hacia los niveles de nódulos o
papas. En algunos salares se ha observado una marcada zonación desde barras hacia papas (Alonso
y Gutierrez, 1984). Esta zonación está directamente relacionada con el aporte de boro desde las
fuentes. En general la sedimentación boratífera proviene del aporte de fuentes termales ubicadas a lo
largo de las fallas que limitan los salares. Esto es muy notable en los salares de la Puna Argentina y
la relación es menos clara en los salares del CVZ y del Altiplano boliviano y peruano. La zonación que
se observa desde los bordes hacia el centro es: carbonatos (representados por travertinos), sulfatos
(yeso), boratos (ulexita y/o bórax) y cloruros (halita). En los salares en que aumenta la presencia de
sulfatos (mirabilita, yeso) disminuyen los boratos hasta volverse inexistentes como ocurre en los
salares de Pocitos y salar de Río Grande (Salta). Cuando aumentan los contenidos de boratos (y de
boro en las salmueras) aumenta también el contenido de litio, al punto que los salares con sedimen-
tación boratífera son también aquellos con valores anómalos y hasta económicos de litio (ej. Hom-
bre Muerto, Rincón). De acuerdo al tipo de cuerpo de agua y calidad de las fuentes termales serán las
presentaciones de los boratos. Se tienen entonces capas macizas (cuando el ambiente fue de salar) a
intercalaciones periódicas de ulexita y clásticos finos (en ambientes lacustres). Los salares de la Puna
tuvieron etapas lacustres durante el Pleistoceno como lo indican las terrazas y los depósitos de
diatomitas (las diatomeas se habrían desarrollado con mayor eficacia ante la presencia de boro que
tiene efecto positivo en su crecimiento). En algunos salares la facies boratífera ocupa un porcentaje
mayor que el resto de las facies clásticas y evaporíticas y pueden considerarse como verdaderos salares
de sedimentación boratífera (ej. Salar de Diablillos). Los boratos son un ejemplo de sedimentación
químico-evaporítica en ambientes continentales áridos a semiáridos con volcanismo activo, cuya
presencia debe ser considerada en los análisis de facies y en los modelos de depositación de las
cuencas andinas de intra-arco/intra-plateau.
Fig. 7: Vista de un clásico ambiente evaporítico andino (Salinas Grandes, Puna Salto-Jujeña).
lacustres superiores transgresivas de la Fm. San José con la cual presentan similitudes paleontológicas.
Facies evaporíticas, pero de edad Mioceno superior, se encuentran en los valles de Santa María y
Cajón. El Miembro El Jarillal de la F. Chiquimil en el sector norte del valle de Santa María tiene
carácter netamente hipersalino con ritmitas de yeso-halita (Bossi et al, 1999). Sería a su vez correlacionable
con la Aloformación Playa del Zorro en el valle del Cajón (Bossi et al, 1999). Las edades radimétricas
de estas unidades (5-7 Ma) las hacen correlacionables con formaciones fuertemente evaporíticas de la
Puna (F. Pozuelos y F. Sijes). También pertenecientes al Mioceno superior y formadas en un clima
árido con contenido evaporítico están la F. Salicas en el Bolsón de Pipanaco y la F. Los Aparejos y F.
Tamberías en el Bolsón de Fiambalá (Bossi et al, 1999). En el flanco oriental del cordón de Ancasti,
Aceñolaza y Toselli (1977) definieron la F. Portillo, una sucesión de areniscas y limolitas amarillentas
a pardo rojizas con bancos de yeso. El yeso forma “bochas” de alabastro y de acuerdo a los autores
citados los bancos de yeso tienen una notable extensión lateral y prácticamente ellos constituyen el
elemento más característico de esta unidad. La presencia de esa conspicua facies yesífera permitiría
correlacionarla con la F. Chivatos en la zona de El Chamical y Sierra Brava (La Rioja) de acuerdo con
Aceñolaza y Toselli (1977). La F. Río Mañero, que aflora en el río homónimo en La Rioja, está
representada por limolitas y arcilitas interestratificadas con bancos de yeso que incrementan hacia el
tope de la secuencia, junto con la presencia de areniscas medianas, en secuencias que culminan con
limolitas. Hacia los términos medios a superiores, se presenta una importante participación tobácea
asociada a limolitas, arcilitas con participación de yeso. Culmina con arcilitas, limolitas y areniscas finas
(Malizzia y Villanueva García, 1984). Muestran una gradación de ambientes que involucran facies
lacustres y de planicie de inundación, playa lake y facies de prodelta (Malizzia y Villanueva García,
1984). Estudios geocronológicos permitieron obtener dataciones de tobas (trazas de fisión) de 15 ±
1.2 Ma y 9.6 ± 1.5 Ma. La F. Las Mulitas, del Mioceno superior, aflora al oeste de San Luis y es
portadora de importante bancos de yeso nodular, macizo y selenítico que en algunos casos se
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explota. La F. Río Jachal, del Mioceno superior, tiene varios niveles de yeso. En el Valle del Cura (San
Juan) aflora una secuencia conocida informalmente como “Serie del Yeso”, que está compuesta por
una sección conglomerádica inferior (100 m) y una sección yesífera superior (200 m), portadora de
una importante asociación palinológica del Mioceno medio (Barreda et al., 1998). La presencia de
cuerpos de agua sometidos a sucesivos eventos de expansión y contracción, en condiciones ambien-
tales cálidas y relativamente áridas, es el marco paleoambiental deducido por los autores citados. Esta
formación sería correlacionable con la F. Chinches, que aflora al sur de la provincia de San Juan, en la
cual se encontraron elementos paleontológicos que corresponderían a la ingresión marina paranense
a través del “Brazo del Espinacito” (Perez et al., 1999). En el oeste de Mendoza, sobre el límite con
Chile, se encuentran afloramientos correspondientes a la F. Papal, donde se reconocen potentes
secuencias de yeso y que serían el resultado en parte del ingreso del mar paranense a través del “Brazo
del Río Grande” (Pérez et al, 1999). Un estudio integral reciente sobre el Neógeno de Argentina
corresponde a Aceñolaza y Herbst (2000).
Salinas de Mascasín y Pampa de las Salinas están consideradas como parte de una misma depresión
tectónica entre las sierras de Las Minas y de las Huertas, próximo al límite entre Mendoza y San Juan,
alcanzando una longitud de unos 80 km y un ancho máximo de 25 kilómetros. El depósito muestra
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una costra pulvurulenta salina milimétrica desarrollada sobre arenas finas y arcillas castaño claras a
rojizas. En el borde oeste se llegan a formar algunas lagunas someras que al desecarse dejan una
costra de sal común de 2 a 5 cm de espesor (Marcos, 1999). La salina de Bebedero en San Luis ha sido
uno de los ambientes más estudiados por la calidad de la sal que allí se explota. Con 15 km de
longitud y un ancho promedio de 5 km, ocupa el depocentro de la cuenca de Beazley. Se han
reconocido distintos subambientes que desde este a oeste son: a) costa o borde, con varios niveles
lacustres de terrazas antiguas, y vegetación halófila en parches con sedimentos arenosos; b) playa
distal con sedimentos poco salinizados y mucha materia orgánica; c) playa proximal con terrenos
muy salinizados donde abundan las espumas de resaca y d) depocentro salino con material econó-
mico explotable. La Salina del Diamante, se ubica a 50 km al oeste de San Rafael (Mendoza). Es una
laguna temporaria ubicada en una cuenca cerrada con geología de basamento carbonífero. Se obtiene
sal de cosecha en la temporada seca. Se inunda durante el verano.
Depósitos de yeso del Holoceno inferior depositados en una sabkha continental fueron descriptos
por Dangavs y Blasi (2002) en el NE de la provincia de Buenos Aires.
Fig. 9: Block diagrama ilustrativo de una salino típica de la región pampeana (tomado de Schalamuk et al.
1998)
alimentado por aguas continentales, que se encuentra activo con renovación anual de sales. Cuenta
con grandes reservas de sal común y reservas importantes de sulfato de sodio (Brodtkorb, 1999ª).
En el interior de la península de Valdés se encuentran las salinas Grande y Chica en una depresión
de unos 230 kilómetros cuadrados. Se trata de bajos barrosos con un cuerpo lagunar efímero.
Constan de evapofacies de yeso y sulfato de sodio (glauberita) y un depocentro con cloruro de sodio
del cual se extrae sal común en alguna época del año (Brodtkorb, 1999b).
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