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La Didajé

Descubrir a través del estudio de la Iglesia primitiva cómo la fe católica contiene la


plenitud de la fe cristiana

Por: José Miguel Arráiz | Fuente: ApologeticaCatolica.org

Didaché es una palabra griega que significa “enseñanza”, de allí que el título
completo de la obra sea “La instrucción del Señor a los gentiles por medio de los
doce apóstoles”, o de forma más resumida “Instrucciones de los apóstoles”. Es
considerado como uno de los documentos más importantes de la Iglesia primitiva
perteneciente al grupo de escritos de los Padres Apostólicos [1]. Aunque la fecha
de su composición no se conoce con exactitud algunos autores opinan fue escrito
aproximadamente entre los años 50 al 70, otros lo situan entre comienzos y
mediados del siglo II.

El Bautismo

En la Didaché se encuentra información de valioso interés apologético porque se


describen las prácticas católicas de bautizar tanto por inmersión [2] como por
infusión [3]:

“Acerca del bautismo, bautizad de esta manera: Dichas con anterioridad todas
estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en
agua viva [corriente]. Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua; si no puedes
hacerlo con agua fría, hazlo con caliente. Si no tuvieres una ni otra, derrama agua
en la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Antes del bautismo, ayunen el bautizante y el bautizando y algunos otros que
puedan. Al bautizando, empero, le mandarás ayunar uno o dos días antes.”
(Didaché 7,1-4)

Esto es relevante porque algunas denominaciones protestantes han entendido que


sólo es válido el bautismo por inmersión. Argumentan que la palabra “bautismo” es
una romanización (bapto o baptizo) cuyo significado es «lavar» o «sumergir», y
eso implica que la forma de bautizar ha de ser de esa manera. De allí que el
bautismo por inmersión es el que se suele aplicar en comunidades eclesiales
protestantes como las bautistas y evangélicas, además de algunas sectas como
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y los Testigos de
Jehová. Sin embargo el texto de la Didaché demuestra que para los primeros
cristianos el significado de la palabra no establecía una manera fija para la
administración del sacramento, y que este podía variar de acuerdo a las
circunstancias [4].

El texto de la Didaché también arroja mucha luz sobre la antigua polémica


relacionada a la formula de bautismal, sobre si en la Iglesia primitiva se bautizaba
sólo en nombre de Jesús como se menciona en Hechos 2,38; 8,16; 10,48; 19,5, o
en nombre de la Trinidad como Jesús ordena en Mateo 28,19. Esto, porque la
Didaché también hace referencia al bautismo en nombre del Señor (Didaché 9)
pero cuando indica las palabras a utilizar al momento de bautizar se dice que ha
de hacerse en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo:

“Que nadie coma ni beba de vuestra acción de gracias, sino los bautizados en
nombre del Señor…” (Didaché 9,4)

“…bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Didaché 7)

Esto apoya la tesis de que efectivamente cuando en la Escritura se hace


referencia al bautismo en nombre de Jesús lo que se hacía era hacer referencia
de forma abreviada al bautismo en nombre de la Trinidad, diferenciandolo así de
otros bautismos como el de Juan el bautista. También descarta el hecho de que la
fórmula Trinitaria haya sido una interpolación tardía originada en el siglo IV, tal
como han supuesto algunas sectas que rechazan la doctrina de la Trinidad [5].

La forma de orar

Respecto a la forma de orar, la Didaché presenta instrucciones muy interesantes


de orden apologético de cara a las críticas del protestantismo con respecto a las
oraciones prefabricadas católicas. Esto, porque si bien el protestantismo ha visto
tradicionalmente en este tipo de oraciones un tipo de oración vacía, aquí se
enseña precisamente a recitar el “Padre Nuestro”, una oración ciertamente
prefabricada, como contraposición a la oración de los hipócritas [6].

“Tampoco oréis a la manera de los hipócritas, sino que, como el Señor lo mandó
en su Evangelio, así oraréis: Padre nuestro celestial, santificado sea tu nombre,
venga tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo, así en la tierra. El pan nuestro
de nuestra subsistencia dánoslo hoy y perdónanos nuestra deuda, así como
también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos lleves a la tentación,
mas líbranos del mal. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos. Así oraréis
tres veces al día.” (Didaché 8,2-3)

La celebración de la Eucaristía

Si bien en la Didaché no encontramos un testimonio explícito a favor de la


presencia real de Cristo en la Eucaristía, doctrina católica rechazada casi
unánimemente por el protestantismo, si encontramos un texto que la insinúa
implícitamente al exigir que sólo puedan acceder a ella los bautizados por ser un
alimento sagrado.

“Respecto a la acción de gracias, daréis gracias de esta manera: Primeramente,


sobre el cáliz: Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David, tu
siervo, la que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria
por los siglos. Luego, sobre el fragmento: Te damos gracias, Padre nuestro, por la
vida y el conocimiento que nos manifestaste por medio de Jesús, tu siervo. A ti
sea la gloria por los siglos. Como este fragmento estaba disperso sobre los
montes y reunido se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra
en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente. Que
nadie, empero, coma ni beba de vuestra acción de gracias, sino los bautizados en
el nombre del Señor, pues acerca de ello dijo el Señor: No deis lo santo a los
perros” (Didaché 9,1-4)

Muchas denominaciones cristianas no católicas a raíz de la Reforma Protestante


han rechazado también el carácter sacrificial de la Eucaristía al leer en Hebreos
9,28 que “Cristo ha sido ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados
de muchos”, por eso para ellos Misa católica es una abominación [7]. En la
Didaché por el contrario vemos que los primeros cristianos veían la Eucaristía
como el sacrificio puro y perfecto profetizado por el profeta Malaquías “Pues desde
el sol levante hasta el poniente, grande es mi Nombre entre las naciones, y en
todo lugar se ofrece a mi Nombre un sacrificio de incienso y una oblación pura.”
(Malaquías 1,11).
“Reunidos cada día del Señor, romped el pan y dad gracias, … Porque éste es el
sacrificio del que dijo el Señor: En todo lugar y en todo tiempo se me ofrece un
sacrificio puro, porque yo soy rey grande, dice el Señor, y mi Nombre es admirable
entre las naciones.” (Didaché 14,1-3)

Cabe resaltar que la doctrina católica no enseña que Cristo se “resacrifica” en


cada Misa como asumen muchos protestantes de forma errónea. Lo que enseña
es que el único sacrificio de Cristo es presentado a Dios Padre en cada Eucaristía,
y por eso en el Catecismo oficial de la Iglesia Católica se ensena que “actualiza el
único sacrificio de Cristo Salvador”(CEC 1330) y no que lo “repite”.

Confesión de los pecados

En contraposición con la práctica común dentro del protestantismo donde la


persona se confiesa directo con Dios, en la Didaché encontramos un temprano
testimonio de la disciplina penitencial de la Iglesia primitiva que inicialmente
implicaba una confesión pública de los pecados ante los presbíteros y la
comunidad tal como se menciona en la Sagrada Escritura (Hechos 19,18;
Santiago 5,16) y cuya forma de desarrolló paulatinamente hasta la confesión
auricular que conocemos hoy en día [8].

“Reunidos cada día del Señor, romped el pan y dad gracias, después de haber
confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro.” (Didaché
14,1)

La limosna

Se encuentra también una breve mención a la limosna como una obra piadosa
ordenada en el evangelio.

“Respecto a vuestras oraciones, limosnas y todas las demás acciones, las haréis
conforme lo tenéis mandado en el Evangelio de nuestro Señor.” (Didaché 15,4)

Ahora, ¿se refería esta limosna también a la contribución voluntaria de los fieles
para el sostenimiento de la Iglesia y la ayuda de los más necesitados mencionada
en Romanos 15,26-28; 1 Corintios 16,1; 2 Corintios 8,10? Si bien el texto no lo
indica es bastante probable. Lo que si parece ser seguro es la ausencia total de la
práctica del diezmo tal como la ha adoptado el protestantismo y que ha sido
derivada de la Ley Mosaica prescrita en el Antiguo Testamento. La norma cristiana
reflejada en la Didaché es por el contrario la misma norma evangélica donde cada
creyente debe contribuir no con un estricto 10%, sino “según el dictamen de su
corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría.” (2
Corintios 9,7)
Segunda venida de Cristo

Según se observa en la Didaché los cristianos en la Iglesia primitiva tenían


pensaban que no podía ser predicho el momento de la segunda venida de Cristo,
tentación en la que han caido una y otra vez numerosas sectas (Adventistas,
Testigos de Jehová, Creciendo en Gracia, etc.). Para los primeros cristianos había
que estar preparados precisamente por la razon contraria: porque al no saber ni el
día ni la hora, lo prudente era evitar que los tomara desprevenidos.

“Vigilad sobre vuestra vida; no se apaguen vuestras linternas ni se desciñan


vuestros lomos, sino estad preparados, porque no sabéis la hora en que va a venir
vuestro Señor” (Didaché 16,1-2)

Justificación y Salvación

En cuanto a la doctrina de la justificación la Didaché hace un aporte rico en


doctrina para un texto cristiano tan breve y antiguo. Rechaza por un lado y con
antelación al pelagianismo, herejía que surgió formalmente en el siglo V donde el
hombre se justifica por sus propios méritos y no por la gracia de Dios mediante la
fe:

“Luego, tampoco nosotros, que fuimos por su voluntad llamados en Jesucristo, nos
justificamos por nuestros propios méritos, ni por nuestra sabiduría, inteligencia y
piedad, o por las obras que hacemos en santidad de corazón, sino por la fe, por la
que el Dios omnipotente justificó a todos desde el principio.” (Didaché 32,4)

Pero al mismo tiempo rechaza con antelación la herejía adoptada por Lutero y el
protestantismo en donde sólo la fe basta para salvarse (“Sola Fides”) aunque no
esté acompañada de la obediencia a los mandamientos y a una vida conforme a la
voluntad de Dios. Rechaza también la idea de que la salvación no se pueda perder
(doctrina protestante “Salvo siempre salvo”) señalando que de nada sirve haber
tenido fe durante mucho tiempo si la muerte no sorprende al creyente en gracia de
Dios [9].

“Reuníos con frecuencia, inquiriendo lo que conviene a vuestras almas. Porque de


nada os servirá todo el tiempo de vuestra fe, si no sois perfectos en el último
momento.” (Didaché 16,2-3)

Puede leer una traducción católica de la Didaché en esta dirección: La Didaché

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NOTAS
[1] Se conocen como Padres Apostólicos a aquellos autores del cristianismo
primitivo que tuvieron algún contacto con uno o más apóstoles. Son un
subconjunto dentro de los Padres de la Iglesia que se compone de escritores del
primer siglo y comienzos del segundo, cuyos escritos tienen una profunda
importancia en el conocimiento de la fe cristiana primitiva. Se caracterizan por ser
textos descriptivos o normativos que tratan de explicar la naturaleza de la
novedosa doctrina cristiana.

[2] El bautismo por inmersión se realiza sumergiendo totalmente al bautizado en el


agua.

[3] El bautismo por infusión se realiza derramando agua sobre la cabeza.

[4] De la misma manera que en la Sagrada Escritura se observa que la forma de


bautizar no siempre pudo ser por inmersión. A este respecto se puede mencionar
el hecho de que San Pablo parece ser bautizado en una casa y de pie. En Hechos
22,16 se narra un bautismo en Jerusalén de 3000 personas en un mismo día, y
dado que se trata de una ciudad que no cuenta con ningún rio se hace difícil creer
que se sumergiera esa cantidad de personas en algún estanque o algún poso
donde se tomara el agua para beber.

[5] Quienes han argumentado que la fórmula bautismal en nombre de las Tres
Divinas Personas mencionada en Mateo 28,19 es una interpolación tardía buscan
apoyo en los escritos de Eusebio de Cesárea, historiador de la Iglesia del siglo IV,
haciendo notar que antes del Concilio de Nicea (año 325) citaba Mateo 28,19
escribiendo “Haced discípulos a todas las gentes, bautizándolos en mi nombre” y
posteriormente comenzó a citar el texto como lo conocemos hoy. Sin embargo,
esto, más que probar que en la antigüedad se solía citar la Escritura de forma no
textual, no tiene fuerza con respecto a la evidencia documental en la que la
totalidad de manuscritos bíblicos existentes (incluyendo los más antiguos) se lee la
fórmula completa: “…bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo”. (Vea a este respecto: ¿Bautismo sólo en nombre de Jesús?)

[6] En el catolicismo no se cree que una oración sea vana por estar prefabricada.
Se cree que cuando Jesús advierte que al orar no hay que “charlar mucho como
los gentiles que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados” (Mateo
6,7) no critica la repetición en sí misma, que el propio Jesús llegó a utilizar (Mateo
26,43-44) y que encontramos frecuentemente en oraciones presentes en la
Sagrada Escritura (Isaías 6,2-3; Daniel 3,52-57; Salmo 136; 150; Apocalipsis 4,8;
etc.) ni la oración larga de la que el mismo Señor dio ejemplo en Getsemaní
(Mateo 26,39.42.44) y al permanecer la noche entera en oración. Se cree que la
crítica se refiere por el contrario a la forma de orar de los paganos que veían la
oración como una especie de fórmulas mágicas que al repetirlas mecánicamente
lograban sus objetivos, tal como hacían, por ejemplo, los sacerdotes de Baal en el
Antiguo Testamento demostrando prácticas interminables patológicas en la
oración (1 Reyes 18,26). (Puede consultar al respecto mi libro Conversaciones con
mis amigos evangélicos, Createspace 2014, Primera Edición, p. 170)

[7] Por otro lado, si se lee la Epístola a los Hebreos en su contexto (capítulos 9 y
10) se observa que su propósito no era rechazar el carácter sacrificial de la
Eucaristía, sino amonestar a aquellos cristianos que extrañaban los sacrificios
rituales de la Antigua Alianza a no caer en ellos y judaizar. El cristiano no tiene
necesidad dichos sacrificios que no eran más que una prefiguración del sacrificio
Eucarístico.

[8] Si bien la confesión auricular pudo desarrollarse en su forma exterior a través


del tiempo, su esencia, que radica en el hecho reconocido de la reconciliación del
pecador por medio de la autoridad de la Iglesia se desprende del poder que Cristo
otorgó a sus apóstoles, cuando les dijo que “a quienes perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Juan
20,23).

[9] Para más detalles respecto a la doctrina católica sobre la justificación puede
consultar mis libros Conversaciones con mis amigos evangélicos, Createspace
2014, Primera Edición, p. 52s) y Compendio de Apologética Católica Creatspace
2014, Segunda Edición, p. 205

La Didajé o Didache

Por Matt Slick

Breve reseña acerca de la didajé

La Didajé o Enseñanza de los Doce Apóstoles es un escrito de la antigüedad


cristiana. Trata sobre normas morales, litúrgicas y disciplinares que han de guiar la
conducta, la oración, y la vida de los cristianos.
Se desconoce el autor, algunos estudiosos hablan más bien de un compilador,
que habría puesto por escrito algunas enseñanzas de la predicación apostólica.
Se sitúa su compilación sobre el año 150 AD y contiene los materiales y
tradiciones de la iglesia primitiva en Siria.

En este libro se compone de cuatro partes. La primera, de contenido catequético-


moral, está basada en la enseñanza de los dos caminos que se le presentan al
hombre: el que conduce a la vida y el que lleva a la muerte eterna. La segunda
parte, de carácter litúrgico, trata del modo de administrar el Bautismo, del ayuno y
la oración, muy practicados por los primeros cristianos, y de la celebración de la
Santa Cena. La tercera parte trata de la disciplina de la comunidad cristiana y de
algunas funciones eclesiásticas. Se explica también, sintéticamente, el modo de
celebrar el día del Señor (nuestro actual domingo), y se alude a dos
manifestaciones comunes de la clase de amor que practicaban nuestros primeros
hermanos en la fe: la hospitalidad, con advertencias ante los abusos de quienes
buscaban vivir a costa de los demás, y la corrección fraterna. La última sección
comienza parafraseando la exhortación de Jesús a vivir vigilantes, a prepararse
para la hora en la que el Señor viene. Esta parte acaba con una síntesis de las
principales enseñanzas escatológicas pronunciadas por el Maestro.

Reseña del editor

Este libro nos sitúa en los albores de la tradición cristiana, entre la segunda mitad
del siglo I y las primeras décadas del siglo II. En ellos se percibe fácilmente cómo
el cristianismo, entroncando con las tradiciones judías, marca sin embargo sus
diferencias al hacer a Cristo clave de la interpretación de las Escrituras y de toda
la realidad. La Didaché, descubierta en 1873, es una pequeña y preciosa obra en
la que han desembocado antiquísimas tradiciones relativas al catecumenado,
liturgia, costumbres, estructura y ministerios de las primeras comunidades
cristianas. La Doctrina Apostolorum, que durante mucho tiempo fue considerada
una traducción latina de la primera sección de la Didaché, es muy probablemente
un estadio anterior de la enseñanza de "Los dos caminos", mediante la cual se
impartió la enseñanza moral. La Epístola del Pseudo-Bernabé es un escrito cuyo
interés permanece indiscutible por sus tradiciones teológicas, a veces, muy
primitivas, por el conjunto de procedimientos exegéticos y por su postura radical
frente al judaísmo. También testimonia la enseñanza de "Los dos caminos".

Conocida también como la “Enseñanza de los Doce Apóstoles”. Escrita entre el 65


y 80 d.C. Trata sobre normas morales, litúrgicas y disciplinarias que los doce
enseñaron a los Gentiles. Existe mucho debate acerca de su autenticidad. La obra
es citada por Eusebio (260-341) y Atanasio (293-373) y otros eruditos del s. III.
Parece estar referenciada por Orígenes (185-254). En la Didajé, 16:2-3 la Epístola
de Bernabé en 4:9 es citada, o viceversa.1 La Didajé aunque no es un documento
divinamente inspirado, es valioso como documento de la iglesia primitiva.

Traducida por Charles H. Hoole. NOTA: La Didajé es un documento de dominio


público.

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CAPÍTULO 1

1.1: Existen dos caminos, uno de la vida y otro de la muerte; pero grande es la
diferencia que hay entre estos dos caminos.
1:2: Ahora bien, el camino de la vida es éste: En primer lugar, amarás a Dios que
te ha creado; y a tu prójimo, como a ti mismo, y todo aquello que no quieras se te
haga contigo, no lo hagas tú tampoco a otro.
1:3: Y la doctrina de estas máximas es como sigue: Bendigan a los que los
maldicen y oren por sus enemigos. Ayunen por los que los persiguen. ¿Pues qué
gracia tiene amar a los que los aman? ¿No hacen también eso mismo los
Gentiles? Pero Ustedes, amen a los que los aborrecen y así, no tendrán
enemigos.
1:4: Absténganse de la carne y los deseos mundanos. Si alguien te golpea en la
mejilla derecha, vuélvele también la otra para que seas perfecto; si cualquiera te
obliga a ir con él una milla, ve con él, dos; si un hombre toma de ti tu capa, dale
también tu túnica; si un hombre toma de ti lo tuyo, no lo reclames, porque tú
tampoco eres capaz de hacerlo.
1:5: Dale a todo aquel que te pide y no preguntes; porque el Padre desea que a
todos se dé de Sus propios dones. Bendito aquel que da conforme al
mandamiento porque es libre de culpa; pero aquel que recibe cuando no lo
necesita, deberá dar cuenta del por qué recibió y con qué propósito; y cuando esté
en tribulación deberá examinarse con relación a las cosas que ha hecho, y no se
irá de allí hasta que haya pagado el último cuarto de penique.
1:6: Porque una verdad se ha dicho acerca de estos asuntos, deja que tu limosna
permanezca en tus manos hasta que sepas a quien dársela.

CAPÍTULO 2

2:1: Pero el segundo mandamiento de la enseñanza es este:


2:2: No matarás, no cometerás adulterio, no será tu juventud corrompida, no
cometerás fornicación, no robarás, no usarás adivinación, no practicarás la
brujería, no matarás a un niño por aborto, ni tampoco cuando nazca, no codiciarás
los bienes de tu prójimo.
2:3: No cometerás perjurio; no levantarás falso testimonio; no hablarás maldad; no
tendrás malicia.
2:4: No serás de doble ánimo o mentiroso; porque ser mentiroso es un lazo de
muerte.
2:5: Tu hablar no será falso o vacío, sino que el mismo será de acción.
2:6: No serás codicioso o rapaz, o hipócrita, o malicioso, u orgulloso, no has de
desear lo malo contra tu prójimo;
2:7: No odiarás a ningún hombre, pero a algunos refutarás, con relación a otros
orarás y a algunos amarás más allá de tu propia alma.

CAPÍTULO 3

3:1: Hijo mío, huye de todo aquello que es malo, y de todo aquello que se le
parezca.
3:2: No te enojes, porque la ira lleva al asesinato; no seas celoso, o contencioso, o
pendenciero, porque de todas estas cosas viene el asesinato.
3:3: Hijo mío, no seas lujurioso, porque la lujuria lleva a la fornicación; no seas
obsceno al hablar; no estimules el ojo, pues de todas estas cosas viene los
adulterios.
3:4: No seas observador de presagios ya que conducen a la idolatría, ni tampoco
uses hechizos ni astrólogos, ni te purifiques en viajes, ni desees ver estas cosas
surge la idolatría.
3:5: Hijo mío, no seas mentiroso porque la mentira conduce al robo; no seas
codicioso o engreído, pues de todas estas cosas surgen los robos.
3:6: Hijo mío, no seas un murmurador, ya que esto lleva a la blasfemia; no seas un
obstinado o malintencionado, pues de todas estas cosas se producen blasfemias;
3:7: Sé manso, porque los mansos heredarán la tierra;
3:8: Sé paciente y compasivo, e inofensivo, y pacifico, y bueno, y teme siempre a
las palabras que has escuchado.
3:9: No te exaltarás a ti mismo, no pondrás atrevimiento en tu alma. Tu alma no se
unirá a la altivez, sino que caminarás con el justo y el humilde.
3:10: Acepta las cosas que te ocurren como buenas, sabiendo que sin Dios nada
sucede.

CAPÍTULO 4

4:1: Hijo mío, acuérdate de día y de noche de aquel que te habla la Palabra de
Dios; hónralo como lo haces con el Señor, porque donde la enseñanza del Señor
se da, ahí está el Señor;
4:2: Buscarás día a día el favor de los santos, para que puedas descansar en sus
palabras;
4:3: No desearás divisiones, sino que establecerás la paz con aquellos que
contienden; juzgarás rectamente; sin mirar a la persona, para condenar el pecado;
4:4: No dudarás de si una cosa será o no.
4:5: No seas de los que alargan su mano para recibir, ni la encojas para dar.
4:6: Si tienes, da por medio de tus manos como una redención por tus pecados.
4:7: No dudes al dar, ni murmures cuando des, porque debías bien saber quién es
el justo que premia la recompensa.
4:8: No deberás alejarte de aquel que está en necesidad, pero comparte con el
hermano en todas las cosas, y no digas que las cosas son tuyas; porque si son
socios en lo inmortal, ¿cuánto más en lo que es mortal?
4:9: No quitarás de tu corazón a tu hijo o a tu hija, sino que desde la juventud de
ellos les enseñarás el temor de Dios.
4:10: No darás órdenes con amargura a tu siervo y a tu sierva, quienes esperan
como tú en el mismo Dios, no sea que no tengan temor de la consecuencia del
Dios que está sobre ambos, porque él no ha venido a llamar con relación a las
personas, sino a aquellos que el Espíritu ha preparado.
4:11: Y Ustedes, sirvientes sométanse a sí mismos a sus amos con reverencia y
temor, como el tipo de Dios.
4:12: Deberás odiar toda hipocresía y todo aquello que no es agradable a Dios;
4:13: No abandonarás los mandamientos del Señor, sino que guardarás aquello
que has recibido, ni agregándole ni quitándole;
4:14: Confesarás tus pecados en la Iglesia, y no orarás con una conciencia
maligna. Este es el camino de la vida.

CAPÍTULO 5

5:1: Pero el camino de la muerte es este. Primero, es maligno y lleno de maldición,


se encuentran homicidios, adulterios, concupiscencias, fornicaciones, robos,
idolatrías, adivinaciones, hechicerías, robos, falsos testimonios, hipocresías, doble
ánimo, artimaña, orgullo, malicia, obstinación, codicia, deshonestidad en el hablar,
celos, osadía, orgullo, arrogancia;
5:2: Hay quienes persiguen al bueno; los amantes de la mentira, sin conocer el
galardón de la justicia, no adhiriéndose a lo bueno ni al justo juicio, no mirando lo
bueno sino lo malo, de quienes la humildad y la paciencia están alejadas, amando
cosas que son vanas, no teniendo compasión de los necesitados, ni ayudando al
que está en problemas, no sabiendo que los hace homicidas de niños, corruptores
de la imagen de Dios, que se alejan del que está en necesidad, que oprimen al
que está en problemas, jueces injustos del pobre, equivocándose en todas las
cosas. Hijos, de todo esto, deben ser librados.

CAPÍTULO 6
6:1: Mira que nadie te haga errar de este camino de doctrina, ya que aquel que así
enseñe se aparta de Dios.
6:2: Si eres capaz de llevar todo el yugo del Señor, será perfecto; pero si no eres
capaz, lo que seas capaz, hazlo.
6:3: Pero con relación a la carne, soporta aquello de lo que eres capaz de hacer.
Pero ten cuidado de las cosas sacrificadas a los ídolos, porque esto es adoración
a las deidades infernales.

CAPÍTULO 7

7:1: Pero en cuanto al bautismo, bautícense así: Habiendo recibido todos los
preceptos bauticen en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, en
agua corriente;
7:2: Pero si no tienen agua corriente, bauticen en otra agua, sino pueden hacerlo
en agua fría, bauticen en agua tibia;
7:3: Pero si tampoco tienes ninguna, vierte el agua tres veces sobre la cabeza, en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
7:4: Pero antes del bautismo, permite que aquel que bautiza y el que es bautizado
ayune rápidamente y cualquier otro que pueda ser capaz. Y le ordenarás a aquel
que se vaya a bautizar que ayune uno o dos días antes.

CAPÍTULO 8

8:1: Pero en cuanto a sus ayunos, no permitas que sean como el de los hipócritas
porque ellos ayunan en el segundo y en el quinto día de la semana, pero Ustedes,
ayunen en el cuarto y sexto día de la semana.
8:2: Tampoco oren como lo hacen los hipócritas, sino como el Señor en Su
evangelio les enseñó a orar: Padre nuestro que están en los cielos, santificado sea
Tu nombre. Venga Tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así en la tierra.
Danos este día, nuestro pan diario. Y perdona nuestras deudas, como también
nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos lleves a la tentación, sino
libéranos del mal: Porque tuyo es el poder y la gloria, por siempre.
8:3: Ore de esta manera tres veces al día.

CAPÍTULO 9

9:1: Pero con relación a la Eucaristía, después de esta forma, den las gracias.
9:2: En primer lugar y con relación a la copa. Padre nuestro, te damos gracias, por
el vino santo, David, Tu Hijo, el cual nos has dado a conocer a través de
Jesucristo Tu Hijo; a Ti sea la gloria por los siglos.
9:3: Y con relación al partimiento del pan. Padre nuestro, te damos gracias, por la
vida y el conocimiento que nos has dado a conocer a través de Jesús Tu Hijo; a Ti
sea la gloria por los siglos de los siglos.
9:4: Así como este pan partido, esparcido una vez en las montañas, y que
después de haberse reunido se convirtió en uno, así pueda ser reunida Tu Iglesia
desde los confines de la tierra en tu reino; porque tuya es la gloria y el poder, a
través de Jesucristo por siempre.
9:5: Y no permitas que nadie coma o beba de Tu Eucaristía, sino que haya sido
bautizado en el nombre del Señor, porque una verdad dijo el Señor con relación a
esto, Lo que es santo, no lo des a los perros.

CAPÍTULO 10

10:1: Pero después de que esto haya sido hecho, oren así.
10:2: Padre santo, te damos gracias, por tu santo nombre, el cual has hecho
habitar en nuestros corazones, y por el conocimiento y la fe e inmortalidad, las
cuales nos has dado a conocer a través de Jesús Tu Hijo; a Ti sea la gloria para
siempre.
10:3: Tú, Señor Todopoderoso, has creado todas las cosas para el bien de tu
nombre, y nos has dado tanto carne como bebida, para que los hombres las
disfruten, que podamos dar gracias a Ti, pero a nosotros nos has dado carne y
bebida espiritual, y vida eterna a través de Tu Hijo.
10:4: Por encima de todo te damos gracias porque Tú puedes ser capaz de salvar;
a Ti sea la gloria por siempre.
10:5: Acuérdate Señor de Tu Iglesia, para redimirla de toda maldad, y para
perfeccionarla en tu amor, y reunirla desde los cuatro vientos, incluso lo que ha
sido santificado por tu reino, lo cual has preparado para esta, porque tuyo es el
reino y la gloria por siempre.
10:6: Que venga la gracia y permite que este mundo pase. ¡Hosanna al Hijo de
David! Si alguno es santo, permite que venga (a la Eucaristía); si alguno no es,
permite que se arrepienta. Maranatha. Amén.
10:7: Pero instruye a los profetas a dar gracias, en la medida en que ellos estén
dispuestos a hacerlo.

CAPÍTULO 11

11:1: Por lo tanto, todo aquel vendrá, y les enseñará todas estas cosas antes
mencionadas, a él, recibe;
11:2: Pero si el mismo maestro se vuelve y enseña otra doctrina con el fin de
trastornarlos, no lo escuchen; pero si viene a agregarle a la justicia de Ustedes, y
al conocimiento del Señor, recíbanlo como al Señor.
11:3: Pero con relación a los apóstoles y a los profetas, que hagan conforme a la
doctrina del Evangelio.
11:4: Permitan que cada apóstol que venga a Ustedes sea recibido como el Señor.
11:5: Él, permanecerá un día, y si es necesario un segundo día; pero si
permaneces tres, es un falso profeta.
11:6: Y permitan que cuando el apóstol se vaya, no lleve nada sino el pan hasta
que llegue a su lugar de descanso; pero si él pide dinero, es un falso profeta.
11:7: Y no serán tentados o discutirán con algún profeta que hable en el espíritu,
porque cada pecado será perdonado, pero este pecado, no será perdonado.
11:8: Pero no todo el que habla en el espíritu es un profeta, sino el que tiene la
disposición del Señor; por su forma de ser deberá ser conocido el falso profeta y el
profeta.
11:9: Y cada profeta que ordena en el espíritu que una mesa debe ser puesta, no
coma él de esta, pero si hace lo contrario, es un falso profeta.
11:10: Y cada profeta que enseñe la verdad, si no hace lo que enseña, es un falso
profeta.
11:11: Y cada profeta que es aprobado y verdadero, y ministre en el visible
misterio de la Iglesia, pero que enseña a otros a hacer las cosas que él hace, no
deberá ser juzgado por Ustedes porque con Dios yace su juicio, porque de esta
forma también hicieron los profetas antiguos.
11:12: Pero cualquiera que dijera en el espíritu: Denme dinero o cosas por el
estilo, no lo escuchen; pero si les dice cosas relacionadas con otros, de que están
en necesidad y que les deberían dar a ellos, nadie lo juzgue.

CAPÍTULO 12

12:1: Permitan que todo aquel que venga en el nombre del Señor sea recibido,
pero luego será examinado y conocido su carácter, porque ya tendrán
conocimiento tanto del bien como del mal.
12:2: Si la persona que viene es un caminante, asístanlo en la medida en que
puedan; pero no permanecerá con Ustedes más de dos o tres días, a menos que
sea necesario;
12:3: Pero si él desea permanecer con Usted, siendo un artesano, permítanle
trabajar así como comer;
12:4: Pero si no conoce ningún oficio, provéale de acuerdo a su propio criterio, de
que un Cristiano no puede vivir ocioso en medio de ti;
12:5: Pero si él no está dispuesto a hacerlo, él es un traficante en Cristo. Del tal,
manténgase al margen.

CAPÍTULO 13

13:1: Pero todo profeta verdadero que esté dispuesto a habitar en medio tuyo, es
digno de su comida,
13:2: De igual manera, un verdadero maestro es en sí mismo digno de su
alimento, de igual manera como lo es un trabajador.
13:3: Por lo tanto, toma las primicias de todos los frutos del lagar y de la era, de
los bueyes y las ovejas, y las entregarás a los profetas porque ellos son sus
sumos sacerdotes;
13:4: Pero si no tienen profetas, denlo a los pobres.
13:5: Si haces un banquete, toma y da los primeros frutos de acuerdo al
mandamiento;
13:6: De igual manera, cuando abras una jarra de vino o de aceite, toma las
primicias y dala a los profetas;
13:7: Toma también los primeros frutos, del dinero y de toda posesión, y todo lo
que a bien te parece y dalo, de acuerdo al mandamiento.

CAPÍTULO 14

14:1: Pero en el día del Señor, después de que se hayan reunido, partan el pan y
den gracias, habiendo además confesado sus pecados, para que vuestro sacrificio
sea puro.
14:2: Pero no permitan que alguien que tenga una contienda con su compañero se
reúna con Ustedes hasta tanto no se hayan reconciliado, a fin de que el sacrificio
de Ustedes no sea contaminado,
14:3: Porque esto es lo dicho por el Señor. En todo lugar y tiempo, ofrézcanme un
sacrificio puro, porque yo soy un gran Rey, dice el Señor, y mi nombre es
admirable entre los Gentiles.

CAPÍTULO 15

15:1: Por lo tanto, entres Ustedes mismos eligen los Obispos y Diáconos dignos
del Señor, hombres que sean mansos y no codiciosos, y veraces y aprobados,
porque ellos llevan a cabo para Ustedes el servicio de profetas y maestros.
15:2: Por lo tanto, no los desprecien porque ellos serán honrados en medio de
Ustedes, junto con los profetas y maestros.
15:3: Repréndanse entre sí, no en ira sino pacíficamente, como lo tienen en el
Evangelio, pero nadie le hable a quien anda desordenadamente con relación a su
vecino, ni permita tampoco que lo escuche hasta que se arrepienta.
15:4: Pero sus oraciones y sus limosnas y todas sus obras para hacer, como se ha
ordenado en el Evangelio del Señor.

CAPÍTULO 16

16:1: Miren con relación a su vida, no permitan que sus lámparas de apaguen y
que sus lomos se suelten, sino que estén preparados porque no saben la hora en
que vendrá el Señor.
16:2: Pero si se reúnen con frecuencia, buscando lo adecuado para sus almas, de
nada les aprovechará todo el tiempo de la fe de Ustedes, a menos que sean
encontrados perfectos en el último tiempo.
16:3: Porque en los últimos tiempos los profetas y engañadores se multiplicarán, y
las ovejas se convertirán en lobos y el amor se convertirá en odio;
16:4: Y debido a que la iniquidad aumentará ellos se odiarán entre sí, y se
perseguirán, y se entregarán entre sí; entonces, el Engañador del mundo
aparecerá como el Hijo de Dios y hará señales y prodigios, y la tierra será
entregada en sus manos; y hará cosas ilegales, como nunca antes habían
sucedido desde el principio del mundo.
16:5: Entonces la creación del hombre llega a la cruel prueba de fuego, y muchos
se ofenderán y perecerán; pero aquellos que permanezcan en su fe serán salvos
por la roca misma que ofendieron.
16:6: Y entonces aparecerán las señales de la verdad; primero, la señal de la
aparición en el cielo, entonces la señal del sonido de trompeta y tercero, la
resurrección de los muertos.
16:7: No todos, pero como ha sido dicho, el Señor vendrá y todos Sus santos con
Él;
16:8: Entonces el mundo contemplará al Señor viniendo en las nubes desde el
cielo.

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