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1973
COMITÉ DIRECTIVO COMITÉ COLABORADOR DE ESTE NÚMERO
Israel J. González S.
Marco Antonio Meneses Monroy Agustín Cadena
Rodrigo Círigo
Coordinador general Dalí Corona
Marco Antonio Meneses Monroy Guadalupe Flores Liera
Israel J. González S.
Redacción y corrección de estilo Javier Márquez
Israel J. González S. Adriana Marrufo
Marco Antonio Meneses Monroy
Arte María Elena Ortega Ruiz
Almendra Vergara Jimena Ramírez
Oscar Reyes
Diseño gráfico Laura Sofía Rivero
Israel Campos Nava
Difusión
Jorge Contreras Herrera
CONSEJO COLABORADOR
Rodrigo Círigo
Dalí Corona
Ilallalí Hernández Rodríguez
La cultura griega es uno de los momentos definitorios de la cultura
occidental. No sólo fundó muchas de las artes y prácticas de la so-
ciedad actual. También estructuró la realidad.
ÍNDICE
Femme fatale
Agustín Cadena
Ensayo......................................................................... 6
Apuntes sobre la dicha
Dalí Corona
Relato.......................................................................... 11
Fantasmagoría de medianoche
Oscar Reyes
Poemas......................................................................... 16
Mirada distante a una isla del caribe
María Elena Ortega Ruiz
Perséfone
Jimena Ramírez
Kimera
Marco Antonio Meneses Monroy
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Portafolio.................................................................
Adriana Marrufo
DOSSIER....................................................................... 33
Poemas
Aris Alexandrou: Escribir con las manos laceradas
Nota introductoria, selección y traducción de los poemas directamente
del griego por: Guadalupe Flores Liera
Silvia Plath
Dos hermanas de Perséfone
Rodrigo Círigo
Ensayo
De Zero a Hero
Laura Sofía Rivero
Agustín Cadena
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ensayo ensayo
Dalí Corona
Lloré, también por primera vez, cuando escuché en la radio un bolero que me
ha seguido desde aquellos años y que esté donde esté, al escucharlo, me re-
gresa a aquel cuarto de azotea con mi abuelo y lloro una vez más. El bolero se
llama “Delirio” y es del compositor cubano César Portillo de la Luz.
Herida sombra, antología poética de Jorge Valdés Díaz-Vélez que este año pu-
blica Posdata Editores, en su colección “Versus”, es un sincero acercamiento a
la poesía amorosa, género poético por el que muchos lectores comienzan su
gusto por la poesía y en no pocos casos, su carrera literaria. Para gran parte de
los lectores de poesía, su primer contacto fue con algún poema amoroso, esto
debido a la cercanía emotiva que produce el verse reflejado en un argumento
tan conocido por todos como es el amor, motor del mundo y de los hombres.
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ensayo ensayo
Se escribe no sólo para dejar constancia de nuestro paso por la tierra, sino por-
que nuestro paso es único y vale la pena mencionarlo. Se escribe poesía no sólo
para dialogar con el tiempo, sino porque el tiempo del hombre es irrepetible; se
escribe poesía amorosa, no para prolongar lo vivido, sino para intensificarlo, ha-
cerlo lúcido y perfecto.
Herida sombra es la prueba inequívoca de esto último. El poeta Díaz Vélez ha de-
dicado gran parte de su obra a intensificar y a hacer lúcidos y perfectos esos mo-
mentos de amor que merecen ser salvados del olvido y del vértigo del tiempo.
NATURALEZAS VIVAS
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ensayo ensayo
DOY FE
Jamás elucubración verbal, malabar silábico que sólo maravilla y nunca alumbra.
La poesía de Díaz Vélez contiene el eco de la generación del 27, en especial de
Miguel Hernández, no se queda sólo en el canto a sus amores, trasciende al inven-
tar otros espacios, al olvidarse de la originalidad y sustentarse en el argumento de
lo auténtico. No hay nada nuevo bajo el sol, salvo que el sol que miro yo, siempre
es otro en otra parte.
ALFAMA
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ensayo ensayo
La poesía, según López Velarde, es un ropaje, pero sobre todo una sustancia.
Es decir, que al cubrir la palabra se descubra su significado. En este sentido, las
imágenes de Díaz Vélez, descubren el significado real de las palabras. No corta
un verso sólo por cortar, encabalga para que el verso solo cobre vida, para que
brille. Su argumento retórico es sólo eso, un argumento que ayuda a potenciar el
espíritu del verso.
CUARTOS VACÍOS
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ensayo ensayo
por el aire que asfixia nuestras vidas.
Hieren la soledad cuando se cierra
la puerta y sólo están sus muros fríos.
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relato relato
FANTASMAGORÍA DE
MEDIANOCHE
Oscar Reyes
Del miedo obtuvo una fuerza que desconocía su propio cuerpo. Había
perdido el control de sus piernas, pero la autonomía que adquirieron le hizo
estar agradecido con Dios, pues así mantuvo la esperanza de seguir vivo; y
es que sólo una fuerza ajena a sí mismo podía despertarle el instinto de su-
pervivencia.
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relato relato
Pensó que algo bueno ya había hecho en la vida para que, enmendado, pu-
diera mantener ese ritmo endemoniado. Tal vez era la gracia divina que, por su
misericordia, no se ocupó de sus blasfemias vomitadas durante el correteo. Por
lógica, advirtió que todo eso que dijo no fue a gritos, pero resonaron palabras
retumbantes desde su alma, Para algo estoy hecho… El cobijo que encontró
entre un inmenso montón de basura tras un tropiezo afortunado le bastó para
conservar el pellejo. Aguardó ahí mientras sus pulmones jalaban a bocanadas
el aire enrarecido del muladar, pero le era tan difícil usar la nariz por la aguda
pestilencia que su boca quedó abierta, dejando escapar un silbido gutural en
cada exhalación. Temía que su incontrolable temblor de brazos y piernas le hi-
ciera mover demasiado la basura como para elucidar su ubicación ante aque-
llos acosadores. Apretó los párpados y las mandíbulas tan fuerte como pudo
para contener los escalofríos. Le vino una jaqueca. De inmediato comenzó a
rezar.
Escuchó de cerca pasar las camionetas que iban escoltadas por una moto-
cicleta de la cual no había notado que igual le perseguía, como tampoco se
percató del tiempo que había permanecido allí acostado con media espalda
empapada por algún líquido descompuesto. La motocicleta dio un leve derra-
pe en cuanto pasó aún más cerca de él; luego, sólo una camioneta por detrás.
Mientras rondaban como zopilotes, intrigado, esperó a que pasara la segun-
da… Nada. Cuando decidió abrir los ojos lo hizo tan despacio que parecía que
esperaba lo peor. Era la luz de la lámpara de la calle la que le daba de lleno en
la cara y no la de la esperanza que se le iba apagando de a poco, porque así
son las travesuras del pavor. A pesar de que ya no oía más que el transitar nor-
mal de los contados automóviles, vaciló en levantarse cuando de pronto sintió
que la humedad le llegaba hasta los pantalones. Sabía que, de prestarse a la
incredulidad, se convertiría en una presa fácil, pues la obstinación profesional
de sus perseguidores los orillaría a regresar a esa calle donde yacía tirado entre
desperdicios, como dispuesto a tomar el sol. Para encontrarme tendrían que
peinar la zona con una pala mecánica. Toda esta basura los desalentará, eso
le gustaba pensar. Quién creería que de tal contaminación se puede obtener
el beneficio mismo de la salvación. Su cuerpo, que en parte quedó cubierto y el
resto a cielo abierto, fue recuperando el aliento. No se confió y decidió perma-
necer ahí todo el tiempo que fuese necesario, hasta que le abrazó el entumeci-
miento. Al mover la cadera, le vino un dolor punzante e insoportable a la altura
del riñón izquierdo, dejándolo paralizado por completo. Cuando pudo aflojar el
dorso trémulo, logró relajarse para hacer otro intento por incorporarse.
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relato relato
Maldita sea la invitación que me hizo Lety para venir a husmear en esa
vulgar rueda de prensa. Me cegó mi obsesión por seguir esas tetas. Qué ilu-
so fui al hospedarme en el mismo motel que los demás reservaron; imbécil,
todo por atajar la suerte de meterme en la cama de Leticia. Si no hubiera
ignorado el comentario del portero del motel que consideré desvariadas elu-
cubraciones…
Ay, joven. Sólo dígales a sus amigos que no se vayan a meter en problemas
con toda esa gente, que es de mucho cuidado… Y es que ciertas personas
se vuelven fantasmas antes de convertirse en meros muertitos. Aquí ya varios
se llamaron.
Maldita sea mi necedad por cazar la nota del año y permitir que el trabajo
me sedujera en plenas vacaciones… Vaya ingenuidad a pesar del advertido
peligro que todo esto representaba… Maldito mi egoísmo que me hizo infiel
a mi compromiso con la sociedad. No puedo creer que un periodista de mi
clase se prestara a semejante bajeza… Sin tener vela en el entierro, llegué a
la cita para reservar mi propio sepelio…
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relato relato
Se sentía bendecido por una cosa: por la basura misma entre la que se encon-
traba.
Flexionó la cintura para enderezar la espalda. El dolor aún era agudo; sin em-
bargo, ya no estaba dispuesto a seguir ahí. Quería palpar lo que tenía en el dor-
so mojado. Medio erguido, apoyado en una bolsa rellena de desechos sólidos,
logró llevarse la mano al riñón, pero el dolor le puso tieso otra vez. Palpó y notó
su mano completamente ensangrentada, creyendo tener enterrado un trozo de
vidrio. Aunque estaba empapado, no pensó que estuviese desangrándose, pues
su movilidad se conservaba regular; y por eso creyó que Dios no le abandonaría,
ya que sus escasas fuerzas le bastaron para abrirse paso entre la vasta basura has-
ta ponerse de pie a fuerza de gemidos. La sangre de la cabeza se le agolpó tan
fuerte que se atarantó. Se mantuvo en pie, constreñido, y al fin dio algunos pasos
para alcanzar a apoyarse en la acera. Por la calle pasaban los automóviles como
a cada diez minutos e iban tan rápido que no lo veían, o aceleraban en cuanto
lo vislumbraban; y es que su aspecto era similar al de un ebrio. Entonces, con tre-
mendo esfuerzo, logró alzar una mano para pedir auxilio hasta que se detuvo un
automóvil grande que le encimó las luces altas. Ayúdeme…, le dijo al conductor
que tardó un poco en salir del auto; y cuando lo hizo fue muy despacio. Oyó la
parsimonia de los tacones de unas botas vaqueras que se le acercaron. Ayúde-
me, por favor, imploró. Otra persona que salió del coche se mantuvo detrás de la
puerta del copiloto. Estoy malherido… necesito un médico, les afirmó. Al parecer
había otras personas dentro de la camioneta, y una de ellas apagó los faros. En
ese momento, trató de alzar la mirada para verles las caras, pero el dolor lo dobló
nuevamente y lo tumbó de rodillas. Distinguió el color del automóvil. Estaba segu-
ro que era una camioneta. Permaneció agachado mientras un segundo golpe
de sangre se le arremetió en la cabeza; el dolor fue aún más intenso. Presintió es-
tar alucinando, siendo esto la antesala de la pérdida del conocimiento. Las per-
sonas de esa camioneta negra seguían ahí, inmutadas, pero intentó comprender
que, ante alguien tan extraño, sólo trataban de tomar precauciones. La distancia
que conservaban ante él no les permitía ver su ensangrentada espalda, aunque
su mano enrojecida no los alertó en ningún momento. Sintió sobre la nuca sus
miradas contemplativas, tan frías como los cañones de unas pistolas. Su cuerpo
se venció hasta quedar tendido bocabajo. El lejano sonido de las sirenas de al-
gunas patrullas se mezclaron con el chasquido parecido al que produce el corte
de cartucho de una arma corta, mientras las imágenes del día anterior le vinieron
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relato relato
desordenadas a la mente, haciéndole concluir que todo era una confusión, aun-
que esa razón no le explicaba las represalias tomadas en contra del grupo. Luego
de esa balacera de recuerdos sólo le quedó uno bien fijo: el del instante en que le
expresó a Lemus su parecer sobre la extraña manera en que se había desarrollado
la rueda de prensa de la tarde anterior, así como también había indagado sobre
la forma en que algunos colegas propalaron sentencias amañadas disfrazadas de
preguntas. A alguien no le pareció tal actitud. Y a todo eso, como si fuese una re-
gla de oro, la respuesta de Lemus le sería inolvidable hasta ese fatídico momento
de medianoche, Si sorprendes a uno… inquietas a todos.
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poemas poemas
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poemas poemas
Jimena Ramírez
El dolor
yacía oculto bajo los poros de la piel,
aguardando el momento en que lo nombraría
por vez primera
Ya no lo recuerdo
pero el primer sonido que desgarró mis tímpanos
fue el lamento de mi madre
ese bramido que ella escondió en su vientre
y recordó años después
cuando la tierra se abrió como una herida
para engullirme
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poemas poemas
Ojalá no lo supiera
pero la caricia de un dios
es la canción más triste
que jamás se ha escuchado
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poemas poemas
Según Hesíodo
Refiere en su Teogonía
Hija de Ekidna y Tifaón.
Enorme, horrenda y cruel
Poseedora de tres cabezas,
La primera de león,
La segunda de cabra
Y la postrera de dragón.
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Adriana Marrufo muestra en este portafolio parte de su trabajo en papel
florido en la colección pictórica Xochiquetzalamatl de la raíz náhuatl del
sufijo amatl representa al papel, soporte orgánico con el cual la artista ex-
plora la técnica del grabado y evidencia la amplitud de recursos y varia-
bles de impresión. El contenido encarna mariposas prehispánicas y colo-
ca a la naturaleza como “materia de transformación”. Xochiquetzalamatl
alude a la sutileza de las mariposas en vuelo, pero también a las hojas
maduras que caen de los árboles cubriendo calles, banquetas, camello-
nes o parques urbanos; objetos que al ser recontextualizados de manera
artística, activan la posibilidad de diversas lecturas estéticas.
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VENTANA
ASCENSO
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PROCURA
EN LAS PIEDRAS
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ensayo ensayo
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ensayo ensayo
poemas
Hércules hace lo que ni los dioses pudieron hacer. Sin embargo, la felicidad
está en aferrarse a la vida mundana y en no tener aspiraciones mayores a
encontrar el amor. Ni siquiera la eternidad es apreciable, el secreto de la
felicidad es afianzarse al mundo tangible y disfrutar el momento. Las castas
quedan anuladas mediante el mágico pase de manos que consiste en igua-
larse al ser amado. Nada más importa.
Porque la vida sin mi amada Meg, incluso la vida inmortal, estaría vacía. Y
con esta frase melosa el cierre de la película culmina en la mayor enseñanza
de nuestra cotidianidad: sujetémonos a los deleites y gozos sin importar lo
efímeros que sean. Luego que nadie se queje al escuchar que nos llaman
sociedad de consumo.
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ensayo ensayo
Israel J. González S.
En estos días tan aciagos, me vuelvo a preguntar acerca del aún para qué de
algunas prácticas humanas. Más asertivamente hablando, incluso ya no sobre su
finalidad, sino acerca de su permanencia, pues a pesar de que pueda parecer-
nos no ser demasiado clara se comprende, incluso sin saber muy bien por qué
pueda parecer extraordinario tal hecho o sea, en todo caso, una situación que
a nadie importe. Quizás, por esas razones tan distintas, uno se termine pregun-
tando a qué causas se debe tan tenaz supervivencia. Una de esas prácticas es
la reflexión filosófica. La pregunta al cruzarnos por la cabeza, no puede soslayar
el hecho de que este tipo de reflexión, ha perdurado alrededor de tres milenios,
por lo menos en Occidente.
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ensayo ensayo
Ciertamente tal crisis de la visión anterior del mundo tuvo la intensión de compren-
derse secular. Esta situación fue una de las causas por las que el hombre ilustrado pudo
acercarse a la religión y al mito como un fenómeno social, convirtiéndolos a ambos en
objeto de estudio, no sin dejar de cuestionarse cuáles eran las razones por las que estos
fenómenos aún permanecían a pesar de todo, arraigados en el imaginario del hombre.
En ese momento incluso, los románticos se encontraban ante la posibilidad que no fuera
algo deleznable o superfluo en el hombre, sino que formara parte esencial de la huma-
nidad.
Esta posibilidad, que poco a poco fue convirtiéndose en certeza, se debe al revisar
de nueva cuenta las fuentes de la cultura occidental, sobre todo la griega. Este perío-
do no sólo contó con nuevas herramientas, sino con una disposición distinta: no desde
la certeza, sino a partir del aprendizaje. Sin embargo la esencia de este pensamiento
analítico ya se encontraba de forma germinal en la posición de Platón ante el pensa-
miento mítico, representado por el personaje de Sócrates. Y por otro lado mucha de la
obra aristotélica, se caracteriza por estudiar algunas de las típicas prácticas griegas. El
ejemplo más emblemático es ofrecer un análisis de la tragedia. La tragedia concebida
como una festividad ritual, y que Aristóteles, con su análisis termina por darle legitimidad
como obra literaria.
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ensayo ensayo
Alemania, que tenía en lo político y social, algunas situaciones similares a la que tuvo en
algún momento la cultura griega como el idioma – variantes dialectales-, y la relación
de varios estados independientes entre sí, pero más o menos homogéneos culturalmente
hablando.
La importancia de este hecho llevó a intentar comprender, cuáles eran los lazos que
efectivamente habían logrado una cultura homogénea en los múltiples estados griegos.
En muchos sentidos, el rasgo importante de esa unión consistía en sus mitos. Durante el
Romanticismo, fue evidente que la poesía, efectivamente había sido la educadora de
la humanidad, si se aceptaba la idea de que el mito, es Poesía. Una poesía sacra que
funda y legitima, es decir da sentido a la existencia de los hombres, porque no sólo habla
de la existencia en cuanto tal sino de sus fines. Los románticos, hombres ilustrados al fin
y al cabo, se vieron en la disyuntiva de plantearse un ideal mítico para salvaguardar un
proyecto nacional o, bien aceptar que el mito sólo podía ser objeto de estudio, y con ello,
comprender que el mito también está incrustado en la racionalidad, aunque sólo como
su detonante.
Saber algo no significa de forma necesaria que ese conocimiento sea factible en
cuanto a su posibilidad ejecutiva. ¿Cómo sería posible volver a ese estado de inocencia,
es decir a la experiencia del “mundo encantado”, después de la misma Ilustración? ¿En
realidad qué era lo que había provocado la reflexión respecto de ese mundo mítico? Para
el mundo occidental, ya le era imposible a pesar de todos sus esfuerzos volver a ese mun-
do mítico. En gran parte los sucesos que transformaron nuestra realidad durante el siglo
XX es una muestra de ese enloquecido afán. En ese aspecto nuestro mundo tiene rasgos
muy parecidos al griego, y a la actitud de la época ilustrada. Sólo que nuestra cultura está
veinticinco siglos por delante, es posterior a varias guerras devastadoras, y es un mundo
esencialmente injusto, aunque en este sentido no es muy distinto al de la antigüedad. Lo
que nos salva ahora como entonces a los griegos es la reflexión, aun si a veces no puede
ofrecernos consuelo, por lo menos, otorga la oportunidad de ser razonables sin ser cínicos.
No será mucho, pero para algunos será suficiente.
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