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Una experiencia distinta en desocupados


El Frente de Trabajadores Combativos
Por Ariel Orbuch

A mediados de mayo, el Frente de Trabajadores Combativos (FTC) realizará un plenario con el objetivo de
terminar de conformar un programa de la organización integrada por movimientos de desocupados de Florencio
Varela, Glew, Ezeiza, Solano, Monte Chingolo y Los Polvorines. También forma parte la agrupación docente
Nueva Letra de Varela. Los cinco meses de trabajo en común desde que se creó la FTC brindan la posibilidad de
juntarse a pasar en limpio los puntos de coincidencia que le dan identidad y ponerlos por escrito después de una
experiencia conjunta de lucha y de debate.
La FTC surgió en el marco de la constitución del Bloque Nacional Piquetero, impulsado centralmente por el
Movimiento Teresa Rodríguez que jugó un papel muy importante en la Segunda Asamblea Piquetera de La
Matanza, donde encabezó la pelea que logró desarticular la intención de la CTA y la CCC de embarcar a los miles
de luchadores reunidos en el Frente Nacional contra la Pobreza.
El Movimiento de Trabajadores Desocupados de Glew "A luchar" y el Movimiento de Trabajadores Desocupados
y Ocupados de Varela participaron desde el comienzo de la conformación del Bloque Nacional Piquetero (BNP),
que fue creciendo en la medida en que se hacía más evidente la intención de la CTA y la CCC de no confrontar en
ese entonces con el gobierno de De la Rúa y ante la negativa de llamar al tercer plenario que había sido votado
para octubre. Con el tiempo se sumaron entre otros el Polo Obrero y el Movimiento Territorial de Liberación,
dirigido por el Partido Comunista.
Mientras empujaban por construir el Bloque, los compañeros de Varela y Glew caracterizaron que ninguna de las
organizaciones del BNP peleaba consecuentemente por la confluencia de los piqueteros con los trabajadores
ocupados. Además, coincidían en la necesidad de dar una pelea por la democracia obrera en el Bloque en
particular y en el movimiento de desocupados más en general. A la vez, tenían diferencias con el resto de las
organizaciones construídas a imagen y semejanza de sus direcciones políticas, que ponen el acento centralmente
en la construcción de sus propias organizaciones dejando en un segundo plano el proceso más de conjunto.
çLa propia FTC tuvo su única ruptura por ese problema: en un comienzo formaba parte del agrupamiento Segunda
Independencia de Varela en la que hay compañeros del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), que se
alejaron un tiempo después de que su partido lanzara el Movimiento sin Trabajo (MST) Teresa Vive. Segunda
Independencia no pudo explicar por qué no podían continuar un trabajo en común, al que no le hicieron ninguna
crítica política.
El acuerdo en la necesidad de construir un núcleo abierto que pelee por el clasismo y la democracia directa hizo
que la Asamblea de Desocupados de Ezeiza confluyera con los compañeros de Glew y Varela. En la sociedad de
fomento en la que los compañeros de Ezeiza realizan sus reuniones, los distintos grupos decidieron en un plenario
la construcción del Frente de Trabajadores Combativos.
El problema de luchar por la democracia en los movimientos está muy presente en la FTC ya que algunos grupos
como el de Varela, Glew y el Movimiento de Unidad Popular de Solano lo sufrieron en lo que hoy es el Aníbal
Verón, del que fueron expulsados por plantear posiciones políticas diferentes a las de sus direcciones, que plantean
la horizontalidad pero con una lógica vertical: funcionan en asambleas pero las utilizan como lugar de aprobación
formal de sus posiciones y llaman rupturistas a los que se atreven a polemizar con ellos. Plantean una
horizontalidad despolitizada que no tiene nada que ver con la democracia que no es sólo un modo de
funcionamiento sino que requiere necesariamente del debate de ideas.
La consciencia sobre construirse en base a una democracia real lleva a que puedan confluir en la FTC compañeros
anarquistas, trotskistas (entre ellos militantes del MAS) y de otras corrientes revolucionarias juntos a centenares
de trabajadores que nunca se nuclearon en organizaciones políticas.
La claridad de definirse como trabajadores que hoy están desocupados es lo que permite que los docentes
"ocupados" de Nueva Letra hayan encontrado en la FTC un ámbito desde el cual trabajar. Esa ubicación le
permitió a los más de 30 compañeros de Ezeiza con heridas de distinta consideración tras el choque de trenes que
sufrieron reclamar la reincorporación de los dos trabajadores ferroviarios despedidos por Metropolitano, que

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quiere lavar sus culpas descargando la responsabilidad en los dos laburantes.
La FTC, como toda organización que nuclea desocupados, se ve obligada muchas veces a salir a la ruta a reclamar
por bolsones de comida y los miserables Planes Trabajar porque los necesitan para poder sobrevivir. En algunos
grupos funcionan ollas populares, roperos comunitarios y tienen otro tipo de instancias para defenderse de la
miseria. Pero a la vez no queda sólo en eso. Por eso estuvieron firmes los varios días que el BNP realizó el corte
en los accesos a las destilerías petroleras de Dock Sud, en las que se reclamaba trabajo genuino.
La comprensión de que no sólo hay que luchar por las reivindicaciones de los desocupados se materializó en la
dura pelea que dieron los compañeros junto a otros del BNP durante todo el 20 de diciembre para derrocar a
Cavallo y De la Rúa. O en la columna que formaron el 24 de marzo pasado que fue tomado como una jornada de
lucha contra el gobierno de Duhalde y el FMI en el marco del aniversario del golpe de estado del 76.
La FTC ya es una realidad que en cada marcha moviliza entre 400 y 500 compañeros pese al poco tiempo que
pasó desde que se empezó a conformar. La necesidad que los compañeros sintieron en construirla por los límites
que veían en el BNP no los desequilibró: por eso pueden crecer mientras se juegan a fondo en consolidar al
Bloque que tras cansarse de llamar a la CTA y la CCC para convocar a la tercera asamblea en Matanza, dio un
importante paso adelante con la convocatoria a la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y desocupados.
La FTC considera muy importante la consolidación de grupos de trabajadores que identifican al gobierno como
"enemigo de los trabajadores" y que se niegan a concertar en la misma mesa con los funcionarios siervos del FMI
y los empresarios. Por eso está presente en la mesa del Bloque y participa con fuerza de cada medida de lucha
votada con la mira puesta siempre en confluir con los trabajadores ocupados y las asambleas populares.
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El Frente de Trabajadores Combativos
Por Roberto Sáenz, Revista SoB n° 14, marzo de 2003

FTC: Una experiencia que busca ser distinta

Se trata de una experiencia riquísima, probablemente una de las más dinámicas -en esta coyuntura- de los
movimientos de trabajadores desocupados. Sin embargo hay que ser conscientes que cuando se trata de una
organización “de masas” que agrupa a miles de compañeros, como es el caso del FTC, las presiones y situaciones
contradictorias son inmensas.
Hay que partir de la definición de qué es el FTC para ir desde allí a los problemas de su orientación. ¿Adónde
quiere llegar el FTC? ¿Qué batallas políticas están planteadas en su seno? La respuesta a estas cuestiones es
doblemente importante. Es que estamos transitando un momento del argentinazo en que la burguesía está haciendo
el intento de aislar a los movimientos piqueteros del resto de la clase trabajadora. Y, lamentablemente, la
orientación de la mayoría de las direcciones de estos movimientos le está haciendo el juego a esa tentativa. Por el
contrario, hoy de lo que se trata perentoriamente es de ir a un escalón superior tanto reivindicativo como político,
que efectivice la unidad de clase de los desocupados con los trabajadores ocupados, Y, desde esa unidad, dirigirse
al resto de la sociedad explotada y oprimida.

¿Qué es el FTC?

Debemos partir de interrogarnos acerca de la experiencia que se está transitando y de qué tipo de organización se
está construyendo. Ésta no es una cuestión menor y hasta ahora desde ninguna de las corrientes del movimiento
de trabajadores desocupados se ha trabajado para responderla, ya que en su mayoría soslayan o esconden la
cuestión. Lo que no ocurre solamente en el ámbito de trabajadores desocupados, sino que igual sayo le cabe a las
experiencias de ocupaciones de fábricas y otras.
Creemos que la definición más precisa debe tener en cuenta “dos caras”: desde el punto de vista político y desde

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el punto de vista reivindicativo. Dos caras que no son sólo complementarias, sino también contradictorias.
Desde el punto de vista “político” el FTC es un movimiento de trabajadores desocupados de lucha, en la medida
que la pelea es el medio de acción principal para obtener sus reivindicaciones. Esto no está de más decirlo porque
hay organizaciones que tienen otros medios principales para obtener sus cosas: las negociaciones permanentes con
la patronal (el caso de las viejas burocracias), el ámbito parlamentario, el ámbito directamente de subordinación
institucional a la negociación con el Estado (los consejos consultivos de la CCC y CTA, las ONGs), etc.
Esa experiencia de lucha, común a la mayoría de los movimientos, es riquísima: es un aporte al conjunto del
movimiento de los trabajadores el que un sector de ellos se plante y haya desarrollado un aprendizaje y una
experiencia de pelea de enorme importancia ante el eventual desarrollo de una mayor polarización de la lucha de
clases. De más está remarcar la importancia que tiene para cualquier organización de la izquierda el ser parte y
aprender de esta experiencia de lucha militante.
Al mismo tiempo, es un movimiento “reivindicativo” en la medida en que agrupa a sus integrantes -por lo menos
de manera inicial- alrededor de un ámbito donde poder satisfacer sus necesidades más inmediatas: responder al
problema del hambre que amenaza a millones de trabajadores.
Sin embargo, el carácter de lucha o combativo no agota y no podría agotar el carácter del FTC. Es al mismo
tiempo que esto un movimiento político o tiende a serlo: el FTC adquiere elementos de un programa que van
mucho más allá de lo reivindicativo y de la mera lucha. Se define comoanticapitalista: esto es, apunta a un cambio
radical de la sociedad, y esto solo se puede hacer mediante la lucha política. Por ejemplo, participa de
movilizaciones que no tienen objetivos reivindicativos inmediatos, sino directamente políticos.
Sin embargo, en su construcción efectiva, el FTC es todavía más reivindicativo-político que
político-reivindicativo, que es lo que está planteado lograr. No es una diferencia menor: es necesaria una
“tensión”, un “inclinar la vara” para que se transforme verdaderamente (sin perder su carácter reivindicativo de
lucha) en un movimiento político revolucionario.

Una “cooperativa” de reparto y micro producción

Al mismo tiempo, el FTC tienen necesariamente otra cara, dadas las constricciones a las que está sometida: es
también una “cooperativa de distribución” de lo obtenido mediante la lucha. Y de producción en pequeña escala
de micro emprendimientos.
Esta cara hace a las limitaciones materiales del movimiento. Porque, lamentablemente, los trabajadores sin trabajo
y sin fuerzas productivas considerables en sus manos están desposeídos de la palanca esencial para la
transformación social.
Esta “cooperativa” de distribución y pequeña producción que es el FTC, para nosotros –a diferencia de la Aníbal
Verón o el MTL- no es una virtud: es producto de la necesidad. Lo que hay de virtud acá es el hecho riquísimo de
la reconstrucción de los vínculos solidarios, de la jerarquización de la mujer, etc. Pero esta construcción de
“solidaridades” no debe confundir. En lo que atañe al debate estratégico en la vanguardia hoy, el FTC no puede
estar por la utopía reaccionaria de la construcción de relaciones sociales “paralelas”, de “economías alternativas”
que se piense que puedan significar bases materiales para la emancipación de los trabajadores, mientras se deja
las principales palancas de las fuerzas productivas en manos de los capitalistas.
Esta realidad del FTC lleva directamente a otra cuestión: en el marco de las constricciones señaladas, ¿cuáles
pueden ser los mejores criterios para repartir lo poco que se obtiene con la lucha?
Como decíamos, esta cuestión es una de las más soslayadas en el debate de la izquierda y los movimientos. En
general, nadie da cuenta de las contradicciones que atraviesan las experiencias que estamos recorriendo bajo la
presión de la aguda necesidad: la “distribución de la miseria” en el caso de los movimientos de trabajadores
desocupados, el inevitable “imperio de la ley del valor” en el caso de las ocupaciones de fábrica. La resultante
del soslayar estos problemas se “resuelve”, muchas veces, por la vía de criterios burocráticos y de aparato.
Para esta discusión tenemos algunos parámetros en nuestra tradición. Desde otro lugar y enfrentando otros
problemas, Karl Marx dejó criterios en lo que hace a esta discusión, y en las experiencias de la Revolución Rusa o
la de España, se tendieron a plantear problemas similares.
Porque en la cuestión del desarrollo de una perspectiva de transformación social y de otras practicas de los

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movimientos de trabajadores, estuvo siempre presente el problema de la presión de la necesidad y de los
problemas que sobre esta base se dan de “lucha de todos contra todos”, de “vuelta al viejo caos“, cuando
incluso en el caso de un gobierno de los trabajadores no le quede más remedio que dedicarse a administrar la
miseria.
La “cooperativa” que es el FTC en su práctica cotidiana lo que logra es colocar a una escala superior la inevitable
“pelea de todos contra todos”. La saca del compañero individual, pero la lleva al nivel de la relación entre
asamblea y asamblea.
Difícilmente podría ser de otra manera, en las condiciones de un movimiento que -hasta ahora- no ha logrado
obtener mas que planes Trabajar, alimentos y ha puesto en marcha una serie de huertas y comedores populares.
Por esto mismo se debe aspirar a más: a puestos de trabajo genuinos.
Los criterios en relación al reparto de lo obtenido han marcado de hecho los distintos periodos por los que ha
pasado el FTC. Un primer momento, más “político”, casi sin planes ni bolsas ni nada para repartir. Y un segundo
momento de “masificación”, muy progresivo pero que –al mismo tiempo- introdujo profundas contradicciones. La
masificación del FTC le ha dado una fuerza que no tenía, una potencialidad que le permite comenzar a pelear por
una correcta orientación de “unidad de clase” entre los trabajadores.
Pero al mismo tiempo, se incorporan elementos ideológicos “luchistas”, “piqueteros”, en cierta manera
despolitizantes y no de clase, no solidarios. Criterios que se resumen en algo así como “el que no se moviliza no
come”.
El éxito de la masificación incorpora el peligro de seguir creciendo por la “vía regia” de los planes, lo que
multiplica problemas como producto inevitable de las tensiones acumuladas, de las sordas peleas apolíticas por el
reparto. Esta distorsión “luchista” del movimiento puede dar lugar al desarrollo de los peores rasgos del mismo: a
cierto “clientelismo burocrático” donde el compañero no participa de lucha o de la movilización con una cuota
incrementada de conciencia en su cabeza, sino simplemente forzado por las circunstancias. Esto es un grave error
que tiende a educar en un sentido equivocado a los compañeros.
Por último, hay un tercer período en el que se está entrando ahora: el del giro en la orientación del FTC,
transformado ya “en un movimiento de masas” y buscando realmente aportar a un salto en calidad en el
argentinazo, elevándose realmente a la, durísima lucha política por “trabajo genuino”, por lograr progresos en
la unidad de clase y por funcionar con un criterio más político, más de clase, menos “piquetero” en su actividad,
que ponga a los trabajadores en mejores condiciones para poder apropiarse de las fuerzas productivas del
trabajo social.

Pequeña propiedad vs. expropiación de los principales medios de producción

Hemos mencionado los problemas de la orientación “luchista”. Nos interesa ahora polemizar con las orientaciones
que embellecen la puesta en marcha de micro emprendimientos.
Somos críticos de aquellos que promueven la pequeña propiedad como salida frente a la crisis del capitalismo. En
muchos casos los movimientos desarrollan panaderías, huertas, confección de calzado, etc., pero creemos que esto
debe ser visto como producto de la necesidad, que no debe ser transformado en estrategia
La “Aníbal Verón” es la que más consecuentemente ha teorizado esta posición. Pero esto se hace extensivo a los
“emprendimientos productivos” que defiende el MTL, o a la aspiración de Luis Zamora de llenar el país de
“pequeños productores” (1).
Tomamos la cita de un debate entre miembros del MTD y el intelectual británico John Holloway: “Hay un debate
muy grande (…) una de las cuestiones que más discutimos es lo que llaman ‘trabajo genuino’. Así le llaman a las
posibilidades que se han abierto a partir de que el gobernador de la provincia (Neuquén) ha hecho acuerdos con
las petroleras para que incorporen algunos nuevos puestos. La propuesta de estos movimientos es la
reconstrucción de los sindicatos, la apertura de nuevas fuentes de trabajo, la inversión en obras publicas. Nosotros
lo que planteamos es que se trata de tener ‘trabajo digno’, y esto es incompatible con la explotación, con el
sometimiento del trabajo al patrón, con el robo que esto implica, con el control de los horarios. Es un debate muy
rico que está abierto. Y que nos ha hecho a nosotros avanzar en la idea del ‘trabajo autónomo’, es decir, el de
quienes nos decidimos a trabajar por nuestra propia cuenta” (2).
El FTC debe plantear una estrategia opuesta: la perspectiva del trabajo productivo genuino, la perspectiva de la

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propiedad social de los grandes medios de producción, expropiándoselos al capitalismo. Porque lo que propone el
compañero del MTD (bajo el eufemismo de trabajo “digno”) significa aceptar un paso atrás, un retroceso en
relación a las relaciones sociales y al desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo. Se necesita lo
contrario: dar un paso adelante, construir nuevas relaciones sociales sin explotación y opresión mediante la
apropiación -por parte de la clase trabajadora unificada- de las principales fuerzas productivas del trabajo
social, y mediante el desarrollo de tales fuerzas productivas.
Y esto pasa por entender que no hay “trabajo digno” que valga por fuera de la expropiación de las principales
fuerzas productivas. “Trabajo genuino” es verdadero trabajo productivo que apunte a desarrollar estas mismas
fuerzas, y no aceptar la producción de zapatillas de manera “improductiva”, “autoexplotándonos” en pequeños
talleres, mientras les dejamos a los grandes burgueses la explotación del trabajo productivo en las grandes
fábricas.
Con el agravante de que se crea una nueva separación y aislamiento entre los trabajadores “dignos”, que se han
“elevado” a esa comprensión, y todo el resto de la clase trabajadora, que no está en condiciones de renunciar al
“indigno” trabajo asalariado en las empresas capitalistas.

La práctica del movimiento como base material para su politización

Un “movimiento de masas” no tiene las mismas leyes de politización que un partido de propaganda o de
vanguardia. Sus leyes son otras: incluye elementos como los pañuelos, cierta simbología, las banderas, los cantitos
y sobre todo su práctica cotidiana: esto es lo que sienta las bases materiales de la politización. La politización que
se produce al calor de una practica limitada es entonces tambiénlimitada. No se puede politizar sólo con cursos a
un movimiento de masas (aunque, obviamente, éstos son fundamentales): nunca se podrá llegar a todos. Y sobre
todo no se puede politizar a un movimiento –menos en su sentido clasista y anticapitalista como se pretende en
relación al FTC- sobre la base estrecha y no de clase de la pelea sólo por los planes Trabajar, por la bolsa de
comida y por el reclamo al Estado.
En este sentido, el giro efectivo hacia la pelea por trabajo genuino, hacia el diálogo con los trabajadores ocupados
y la unidad de clase, hacia proyectarse políticamente hacia el resto de la sociedad, el desarrollo de una actividad
cotidiana en este sentido, es la condición material que sienta las únicas bases posibles para dar un paso adelante en
la efectiva politización del movimiento.
En esto podemos seguir un análisis de León Trotsky que, aunque referido a un tema diferente, sirve para el
problema que estamos señalando: la importancia de determinadas en el desarrollo ulterior de la conciencia
social y política, cuando se trata de un movimiento de masas.
“La ceremonia religiosa esclaviza a todos los trabajadores, incluso de poca o ninguna creencia religiosa, en tres
grandes momentos de la vida del hombre: nacimiento, enlace y muerte (…) ¿Cómo podemos combatirlos? La
superstición (…) debe, por supuesto, ser atacada por medio de una crítica racional y una actitud realista y atea
frente a la naturaleza y sus fuerzas. Pero la cuestión de una propaganda científica y critica no agota el problema
(…) Los argumentos sólo funcionan a nivel del pensamiento. Las ceremonias espectaculares, en cambio, actúan
sobre los sentidos y la imaginación (…) De ahí que en los círculos comunistas haya surgido la necesidad de
reemplazar las viejas prácticas por nuevas formas, por nuevos símbolos(…) la creación de nuevas formas de
vida” (3).

Un giro en la orientación del FTC

Las condiciones objetivas y subjetivas están maduras para dar un giro en la orientación del FTC. La pelea por las
bolsas de comida y los planes no puede ser más la actividad central de los movimientos de trabajadores
desocupados. Por esta perspectiva van a un estallido. sería quedarse por detrás de las necesidades y de las
posibilidades. Porque hay un cambio real en la economía: como producto de la devaluación, la acumulación del
capital se tiende a organizar de una manera distinta y esto hace que haya cierta reapertura de fuentes de trabajo.
Esto no quiere decir que vayamos a una recuperación global de la economía, pero es un hecho el restablecimiento
de algunas ramas de la producción. Hay ofertas de trabajo concretas. Esto es lo que el FTC debe aprovechar
para levantar la puntería en sus reivindicaciones, para dar pasos efectivos en concretar elementos de unidad de

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clase.
El FTC debe tomar cotidianamente en sus manos la lucha por trabajo genuino: debe abrir un sendero en este
terreno. Esto es lo que se necesita para responder -en esta coyuntura- a los crecientes ataques de la burguesía a los
movimientos: con unidad de clase y no con vanguardismo, como hacen otras organizaciones del resto del Bloque
Piquetero. Pero también por una necesidad estratégica: la necesidad de la unidad de la clase trabajadora
argentina, la necesidad de llevar el fermento revolucionario y de lucha de los movimientos hacia los ocupados
para lograr una síntesis superior, de unificación de toda la clase trabajadora.
Porque las consecuencias de la división entre trabajadores ocupados y desocupados tiene graves antecedentes
históricos. La revolución de 1848 en Francia fue derrotada porque esta unidad de clase no se logró, y porque las
corrientes de izquierda de aquella época no vieron la necesidad de esta unidad.
Sobre esa experiencia decía Arthur Rosenberg: “Así como la unidad de los obreros y los campesinos no es
evidente y automática por sí misma, sino que debe ponerse en práctica, por el contrario, a través de una laboriosa
unidad política, así la armonía entre los obreros de la ciudad no es tampoco una realidad natural garantizada de
una buena vez. Cuando crece la desocupación, se produce una divergencia de consenso y de intereses entre los
obreros de las fábricas y los que están fuera de ellas. El partido socialista democrático francés tenía una unión
seria con los obreros de las industrias, a causa de las actividades de Louis Blanc, pero dejó escapar a los
desocupados; ¡y realmente la democracia socialista oficial no tuvo la culpa de que los obreros de las fábricas
nacionales libraran, después, la batalla de junio contra el capitalismo!” (4). Esto es, por falta de unidad de clase,
los trabajadores desocupados libraron solos la batalla revolucionaria de junio del ’48 en París… y fueron
aplastados.

Movimiento y partidos

Desde el punto de vista de los partidos, el FTC también contiene un cierto frente único de corrientes políticas
revolucionarias o de cuadros de determinadas corrientes políticas.
La relación entre el FTC y estos partidos es compleja, pero no tan conflictiva como parecería a primera vista. A
diferencia de otras experiencias (como el Polo Obrero, y ni que hablar del Movimiento Teresa Vive) el FTC nació
realmente desde abajo y no desde arriba. Esto quiere decir que en este caso no es una “colateral” (de las que no
estamos -en general- en contra) ni una construcción de aparato, sino quese trata de una organización independiente
genuina que tiene, en gran medida, su propia dirección y sus propios organismos.
Sin embargo, al mismo tiempo, se halla en estrecha relación con los partidos o corrientes políticas que actúan en
su seno, y que –a nuestro entender- para el FTC esta relación es de “vida o muerte” para su propio
desarrollo. Esto desde dos ángulos: los partidos o grupos políticos militamos e influenciamos desde el interior del
FTC. Y también –en cierto modo- desde su dirección. Esto es: militamos, dirigimos e influenciamos tratando de
contrapesar las tendencias más despolitizantes en la construcción del FTC. Esto hace que la relación entre el FTC
y sus corrientes políticas sea muy estrecha.
Esta construcción nos parece, en relación a las “populistas” y las “aparatistas”, más sana, más “socialista”. Las
populistas están caracterizadas por la demagogia anti partido y por la estrechez a de sus perspectivas. La
construcción de aparatos no puede zafar del mecanismo anti socialista de que el compañero entra al Polo Obrero o
al Teresa Vive y no sabe que en realidad está entrando “sin conciencia” alguna al PO o al MST.
Esta articulación del FTC y los partidos es –entonces- una expresión creativa y original del argentinazo y un
humilde aporte a la experiencia y teoría de los problemas de organización de los trabajadores.

Notas
(1) Como es sabido, la discusión acerca de la propiedad privada, las cooperativas y la expropiación de los medios de
producción en su conjunto, ha jalonado la historia del movimiento obrero desde sus inicios. Parte de este debate ha sido
la polémica de Marx con Proudhon, lo mismo que las discusiones que jalonaron los congresos de la 1° Internacional.
(2) “La hipótesis 891”. MTD de Solano y Colectivo Situaciones. Ediciones de Mano en Mano, 2002, p. 247.
(3) León Trotsky, “Problemas de la vida cotidiana”, p. 48.
(4) Arthur Rosenberg, “Democracia y Socialismo”, Cuadernos de Pasado y Presente, 1981, p. 142.

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