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UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

INSTITUTO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS,


ANTROPOLÓGICOS Y ARQUEOLÓGICOS
DE LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR.

UNIDAD DE INVESTIGACIÓN SOBRE


LA GUERRA CIVIL SALVADOREÑA

PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

“MEMORIA DE LA GUERRA CIVIL SALVADOREÑA:


UNA MIRADA DESDE LA MILITANCIA DE
LA RESISTENCIA NACIONAL A TRAVÉS DE
FUENTES ORALES Y DOCUMENTALES 1975-1994”

De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la


Identidad de la Organización Política
Resistencia Nacional

FRANCISCO ELISEO ORTIZ RUIZ


SAN SALVADOR, DICIEMBRE DEL 2012
972.840 53
077d Ortíz Ruiz, Francisco Eliseo, 1945 -
De la memoria a la historia : un acercamiento a la identidad de la
sv organización política, resistencia nacional / Francisco Eliseo Ortiz
Ruiz. -- 1ª ed. -- San Salvador, El Salv. : [s.n.], 2013. (Talleres de
Imprenta de la Editorial Universitaria UES)
109 p. ; 24 cm. -- (Memoria histórica ; 1)
ISBN 978-99961-0-356-8
1. El Salvador-Historia--Guerra civil, 1980-1992. 2. El Salvador-
Política y gobierno. I. Título.

BINA/jmh
A mis hijos: Silvita, Paco, Cheyo, Rosa, María y Elisa, Paquito, Mateo,
Pablito,…también a Emiliano.

Con profundo agradecimiento a Normita, Cory, Gabriel, Ulises, Adán,


Dr. David Hernández e Ivan Yash.
INDICE
PRÓLOGO .....................................................................................................9

PRESENTACIÓN ........................................................................................14

PREFACIO ...................................................................................................16

INTRODUCCIÓN:
Experiencia y memoria del actor-autor ...........................................................20

DESARROLLO:
2.1 Una periodización histórica para el estudio
de la Resistencia Nacional ..................................................................64

2.2 Algunas hipótesis para la comprensión


de la Resistencia Nacional ..................................................................72

2.2.1 La realidad según la Resistencia Nacional .............................72

2.2.2 La realidad de la Resistencia Nacional
según la memoria del actor-autor ..........................................76

2.3 Un intento de caracterización del pensamiento


político de la Resistencia Nacional .....................................................80

CONCLUSIONES:
A manera de balance sobre la Resistencia Nacional .........................................87

FUENTES:
Testimonios ....................................................................................................93

ANEXOS:
Cronología sobre los antecedentes, orígenes, desarrollo
y desmovilización de la Resistencia Nacional ..................................................95

Siglas ............................................................................................................101

Fotografías ....................................................................................................104

COLOFÓN:
Antiprólogo ..................................................................................................108
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

PRÓLOGO

Debo comenzar por decir que nunca antes tuve la oportunidad de prolo-
gar un libro. Nadie me lo pidió y nunca lo busqué. Por eso me siento honrado
y comprometido a dar mi opinión acerca de este documento de teoría política,
escrito con un estilo fresco, despojado de severidad intelectualista, y que en su
primera parte discurre en tonos coloquiales pero siempre con respeto, humildad
y una sinceridad que brota de lo más íntimo.
Reconozco que es un intento muy serio para rescatar la memoria histórica
de una parte de nuestro pueblo, organizado para la guerra en la Resistencia Na-
cional. Una primera lectura del texto nos advierte que no hay lugares comunes ni
albergue para dobleces ni sobreentendidos, hay una claridad de propósitos que
conjugan la forma y los contenidos.
Me alegra la existencia de este documento porque no es frecuente en-
contrar reflexiones sobre los hechos políticos del pasado conflicto armado en El
Salvador, que formen parte de la política misma. Todavía es menos frecuente que
sean escritos desde una posición militante de lucha política en el seno de una
organización revolucionaria que se planteó aportar al cambio de la correlación
estratégica de fuerzas para transformar las condiciones estructurales de un pe-
queño país como el nuestro. Eso es lo que hace del ensayo “DE LA MEMORIA
A LA HISTORIA: UN ACERCAMIENTO A LA IDENTIDAD DE LA
ORGANIZACIÓN POLÍTICA RESISTENCIA NACIONAL” escrito por
Francisco Eliseo Ortiz Ruiz, un documento muy importante que ha surgido del
medio social en el que la propia política tiene su ser.
Es una reflexión acerca de los hechos y de los fines de la acción política,
de las formas y medios para alcanzarlos, de necesidades y posibilidades que de-
terminaron diversas coyunturas y situaciones políticas, de aciertos y desaciertos,
de encuentros y desencuentros. En fin, es materia prima para un análisis que
sustenta juicios que acaso el tiempo demuestre que son objetivamente acertados
o no acertados, pero que constituyen parte del proceso político salvadoreño, una
historia que no tiene capítulo final y que por ello abre una puerta que invita a

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

entrar a nuevas informaciones, valoraciones e incluso prejuicios, que en un pe-


ríodo que roza los cuarenta años, no han logrado surgir para iluminar esa época
heróica en la que una generación, que como muchas otras, se creyó heredera de
las épocas anteriores, y puso su vida en juego para alcanzar una utopía que con-
sideró posible.
Como lector, pero más que todo, como militante de la Resistencia Nacio-
nal, y por tanto compañero y camarada de Cheyo, me siento satisfecho porque
como historiador, el autor, no ha puesto obstáculos ni límites para manifestar
con mucha claridad sus preferencias políticas e ideológicas sin faltar a la verdad.
Es gratificante leer este documento porque expresa el compromiso de
Cheyo durante toda una vida, con la causa que desde joven abrazó y su honesti-
dad intelectual para abrir su pensamiento y su corazón, orientando al lector a la
reflexión, primero sobre el autor-sujeto y luego sobre el sujeto político analizado.
El hilo conductor que nunca se pierde en lo anecdótico es la historia polí-
tica de la RN. La reflexión es multidimensional y abarca lo político, lo ideológico,
lo militar, lo organizativo. Es en este contexto que el lector encuentra tres tipos
de escenarios interdependientes:
a) La interioridad del autor en su trayectoria del día a día y los dilemas
que debió enfrentar y resolver; b) La relación del autor con el sujeto político en
un tránsito contínuo que fue de la aproximación y eventuales rechazos, a mayo-
res grados de compromiso; y c) La relación del sujeto político con el contexto
nacional e internacional.
Engarzan estos tres escenarios, la periodización y caracterización política
propuesta. Todas estas relaciones estructuradas en un texto, tienen como telón
de fondo la violencia estructural y la violencia contestataria, y resulta notable
como la palabra impresa va desgarrando una trama que se fue tejiendo paso a
paso en cada período histórico. Da la sensación de que fuera una cebolla a la que
se le va quitando una a una las telas para llegar a su núcleo. No obstante el estilo
coloquial de la narrativa en la parte autobiográfica, las reflexiones políticas tienen
rigor metodológico y bien pueden adoptarse como un avance de investigación
que deja planteadas varias hipótesis que deberían ser abordadas más profunda-
mente desde lo colectivo.
El ensayo logra articular diferentes escalas temporales, no así las espaciales
y territoriales las cuales podrían darle a futuro una mayor integralidad que con-
figure las reflexiones en las dos dimensiones: espacio-tiempo
Asimismo logra articular diferentes ámbitos de lucha: estudiantil, magis-
terial, sindical, gremial, político y militar, así como el internacional. Pero lo que
considero muy valioso es la reivindicación de una tradición de la RN, cual es la
reflexión analítica y la elaboración teórica, alejada de manuales y tesis acarto-

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

nadas, y por eso mismo tan vilipendiada y peyorativamente llamada “pequeño


burguesa” o más despectivamente “social demócrata”.
Celebro el hecho de que Cheyo haya intentado con éxito, elaborar un
relato histórico fundamentado en la memoria colectiva rubricada por su propia
mano, desde una perspectiva militante, crítica pero comprometida, analizando
las opciones de estrategia de lucha armada revolucionaria que la RN formuló
y aplicó. Sin dudas, este conjunto de testimonios, sistematizados y organizados
para su lectura y comprensión, es un importante aporte a la gestión de la me-
moria histórica desde la izquierda salvadoreña, aquella izquierda que no recla-
ma cargos, honores o privilegios, ni se ha sometido al sistema político que nos
desgobierna, que si bien fue remozado por los Acuerdos de Paz, sigue teniendo
en esencia el mismo sello de clase que heredamos de la dictadura y los mismos
vicios que expresan su naturaleza: autoritario, excluyente y corrupto.
Este documento es un aporte generoso porque desde una investigación
llevada a cabo con disciplina y rigor metodológico, nos lleva a comprender de
manera llana, los problemas de la vida colectiva en guerra, en el marco de sus
vivencias organizativas. Mis mayores respetos para este esfuerzo que presenta de
manera persuasiva la naturaleza de las articulaciones que los dirigentes políticos
no pudimos ver o no tuvimos tiempo ni capacidad para comprenderlas o anali-
zarlas por nuestros propios medios y en su debido tiempo.
Como verdadero actor político, Cheyo pudo crear situaciones, conectar
esfuerzos, relacionarse con otros actores en el tejido político en un sentido in-
mediato, pero también, como verdadero teórico de la política, ha sido capaz de
transitar en un proceso de estudio y experiencias empíricas, que le ha permitido
observar, analizar y juzgar, no solo sus hechos y sus prácticas, sino también la
acción colectiva, demostrando, o al menos estableciendo lo que las conexiones y
articulaciones significaron en su momento y como inciden en el momento actual.
En cuanto a la estructura del documento, el breve repaso de la autobio-
grafía del autor, nos lleva a relacionarnos con el militante hombre antes de lle-
gar al tema central de la investigación. Esta es una introducción necesaria para
preparar al lector a las interrogantes y juicios más desafiantes del análisis. Es un
tipo especial de historia en la que los eventos seleccionados son considerados
desde la propia participación personal, trascendiendo la mera narración de lo
que sucedió. La historia y la memoria van de la mano, sin que aparezcan como
compartimentos separados; simplemente están entretejidas, las dos se combinan
acertadamente, fluyendo de manera “natural”. Hay un sentido de realidad muy
grande en el que la memoria es sencillamente historia.
Las partes que componen el documento son armónicas entre sí. Obvia-
mente podrán disfrutarse y aprovecharse mejor si el lector ha vivido o ha sido

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

parte de las experiencias y hechos narrados. Advierto que mi primera lectura del
texto me fue llevando de la causa a los efectos. Me dejé guiar por el pensamiento
tradicional: fui de los datos, a su sistematización, su síntesis, su análisis, hasta el
planteamiento de las hipótesis. Luego, acepté la formulación completa converti-
da en teoría política, procediendo según el método científico moderno.
Pero el documento tiene una riqueza tal que es posible organizar la lec-
tura de otra manera. El texto presenta acciones que son parte de procesos, de
tal forma que los lectores pueden ser llevados a pensar ¿Por qué ocurrió esto?,
llevándonos desde los efectos o consecuencias, de nuevo a las causas, para anali-
zarlas con mayor detalle. Así, me fue posible releer el texto desde el fin hacia el
principio, en un ejercicio de ida y vuelta que me desafió a ir más allá de los re-
gistros históricos de lo acaecido y proporcionarme una perspectiva íntimamente
relacionada con el protagonista central de esta memoria-historia: los diferentes
sectores del pueblo salvadoreño que enarbolamos orgullosamente la bandera de
la Resistencia Nacional.
Estoy convencido que el carácter y naturaleza de la Resistencia Nacional
guardan relación directa con su estrategia revolucionaria para tomar el poder,
surgida en el fragor de la lucha. Y aunque no tuvimos la capacidad de formular
una estrategia con visión de mayor alcance en el tiempo, ni en los pasos a dar en
dirección a la construcción del socialismo, debo decir que ante la inminencia de
la intervención norteamericana ante un cambio de correlación a favor de la revo-
lución, la reflexión y la acción se centró en el objetivo a corto plazo que consistía
en el derrocamiento de la dictadura militar y la derrota política de una eventual
intervención militar yanqui, las que objetivamente eran los obstáculos a salvar
para avanzar hacia otro tipo de estado y de sociedad.
Para finalizar estas líneas quiero plantear que nuestro aporte puede eva-
luarse objetivamente en referencia a lo siguiente: Empeñamos durante más de
veinte años nuestros recursos y nuestras vidas en acompañar a otros sectores or-
ganizados de nuestro pueblo en hacer que la relación tiempo estratégico-tiempo
táctico variara sustancialmente en ese período. De comenzar con acciones con
un tiempo táctico breve, tales como los golpes de mano, en un contexto de tiem-
po estratégico de largo plazo, contribuimos notablemente a la construcción de
instrumentos estratégicos que en 1989, hicieron posible que los tiempos tácticos
fueran más largos como para defender posiciones en las principales ciudades del
país por varios días, en el contexto de un tiempo estratégico de corto plazo, que
obligó a los norteamericanos a la negociación del conflicto.
Si alguno dudara acerca de los aportes de la RN, solo imagine el esce-
nario sin nuestros esfuerzos en el volcán Guazapa, el frente Metropolitano,
sin las iniciativas internacionales que hicieron posible la declaración Franco

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

mexicana, el “lobby” en el Congreso de Estados Unidos, y la estrategia de ne-


gociación, entre otros.
Imposible entonces desligar estas memorias del sacrificio heróico de miles
de compañeros y compañeras que ofrendaron sus vidas por la causa revoluciona-
ria, organizados en un contingente que desde mi punto de vista fue consecuente
con sus planteamientos para enfrentar las necesidades y desafíos de cada período
histórico. Gracias Cheyo porque este documento pionero que recoge la memoria
histórica y los rasgos de identidad de la RN es un reconocimiento a su sacrificio.
Me sumo a este homenaje y al agradecimiento imperecedero a ellos.1

Leo Cabral
Chalatenango, abril de 2013.

1 NOTA DEL AUTOR: A principios de abril del año que corre conversé con Leo Cabral,
quien me hizo algunos comentarios puntuales al contenido del documento, que no aparecen en el
texto del prólogo, y que considero valiosos para contextualizar ciertas afirmaciones hechas, por lo
que decidí retomarlos y resumirlos a manera de nota al pie de página. Tales observaciones se refie-
ren a tres puntos:
a)- Sobre la formación calificada como ecléctica heterodoxa de muchos de sus militantes, la cual se
considera como una de las características más distintivas de la Resistencia Nacional; al respecto Leo
considera que más importante que las fuentes de las cuales se obtuvo conocimiento para tratar de
cambiar revolucionariamente nuestra realidad, es el producto teórico político y su traducción prác-
tica operativa, que constituyen un legado a la lucha heróica del pueblo salvadoreño.
b)- Sobre la “debilidad” que caracterizó las relaciones de la RN con Cuba y los partidos comunistas
del bloque soviético, marcados por una desconfianza debida al no alineamiento ideológico que signó
su política de alianzas y de solidaridad internacional; al respecto Leo cuenta el viaje pionero que
hizo a China en abril de 1983, en compañía de José Luis Quan, el que fue calificado por los cubanos
y por Schafik Handal como un “bandazo de derecha” y un encuentro con los “enemigos de nuestros
amigos socialistas”; tambien Leo reflexiona que la realidad terminó por imponerse a esas posicio-
nes ortodoxas, por lo que ahora ir a China no sólo es “revolucionario”, sino también necesario para
buscar recursos para el desarrollo del país.
e)- Sobre la aparente pérdida de la vocación de poder de parte de la dirección de la RN, que hizo
que ingenuamente se procediera a la desmovilización y desmontaje apresurado de las estructuras
partidarias, a abandonar el Frente y a no disputar su conducción como instrumento de lucha político
– institucional y social; errores a los que se suman otros como el “seguidismo” al ERP que llevó al
acompañamiento del retiro del FMLN, la fundación del Partido Demócrata y a la firma con ARENA
del Pacto de “San Andrés”; al respecto Leo aclara que estas acciones no pueden ser atribuidas a
la Organización, pues no fueron discutidas por la dirigencia y la militancia y, en consecuencia, no
fueron decididas mediante mecanismos de democracia interna; que no se abordó con profundidad
la desmovilización y el proceso de reinserción con medidas que preservaran y potenciaran lo acu-
mulado; que la única “estrategia” dentro del FMLN fue abandonar los frentes de guerra y zonas de
control, fluir hacia las ciudades y copar las estructuras dirigenciales del nuevo partido, para después
acceder a diputaciones y cargos municipales, como parte de las prebendas de una reinserción con
privilegios, lo que al final se materializó con un reparto de puestos entre algunos núcleos cupulares;
Leo agrega que en la reunión de la Comandancia General de 1985, en Morazán, la RN planteó como
estrategia la consolidación del Frente guerrillero, a fin de conservar las acumulaciones e identidades
de cada una de las cinco organizaciones; que esta tesis fue derrotada para dar paso a la “construcción
del partido único”, cuya hegemonía quedó reservada para los “guardianes de la pureza revoluciona-
ria”, apadrinados por los aliados estratégicos socialistas.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

PRESENTACIÓN

Hasta hace poco para las ciencias sociales en general y especialmente para
la historia, la relación entre memoria e historia2 era de total incompatibilidad.
Creo que ahora, en la medida en que ha habido una mayor discusión acerca de
sus fundamentos epistemológicos, los límites así como sus coincidencias están
más claras. Bajo esta premisa, podemos entender, que Eliseo Ortiz titule su en-
sayo “De la memoria a la historia: un acercamiento a la identidad de la organi-
zación política Resistencia Nacional”.
En el relato del autor podemos vislumbrar la interrelación de su memoria
individual y la memoria colectiva de un grupo de ex militantes de la Resistencia
Nacional3, que buscan desde las condiciones del presente, comprender las lógi-
cas de su identidad política e ideológica, así como entender las interrelaciones de
esa identidad con la de los ex militantes de las otras organizaciones político mi-
litares que surgieron en la década de los 70 del siglo recién pasado, conformando
una complejidad de subjetividades que influyeron positiva y negativamente en
el desarrollo y desenlace final del conflicto armado salvadoreño. De ahí, el inte-
rés del autor por contrastar sus recuerdos traídos a la memoria con la de otros
compañeros ex militantes de la Resistencia Nacional, así como con otras fuentes
documentales que produjeron las organizaciones político-militares.
El presente libro ha sido concebido tomando como hilo conductor, la
propia experiencia militante de Eliseo Ortiz durante el conflicto armado, entre-
lazándola con una periodización general de configuración de la Resistencia Na-
cional, para, luego, proponer algunas hipótesis sobre la identidad de su organiza-
ción. Se abre con esta propuesta toda una línea de debate en torno a la Historia
del conflicto armado. Quizá sea la mayor trascendencia del presente libro, que
mediante la propia memoria individual de Eliseo Ortiz, que es a la vez memoria
colectiva de los ex-militantes de la Resistencia Nacional, se abre un abanico de

2 La historia entendida como disciplina de las ciencias sociales.


3 Una de las cinco organizaciones político-militares que conformaron el Frente Farabundo
Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en octubre de 1980.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

posibilidades de discusión que nos acerque a la comprensión del pasado reciente


de El Salvador y especialmente del conflicto armado de finales del siglo XX. De-
bemos tomar en cuenta –como lo plantea Paul Ricoeur- que la memoria perso-
nal o colectiva se refiere, por definición, a un pasado que se mantiene vivo gracias
a la transmisión de generación en generación y que estas memorias enunciadas
en forma de relato, están cargadas de sentido de la historia.4
Ojalá que estos debates contribuyan a que en un futuro cercano, otros ex
militantes de otras organizaciones que conformaron el Frente Farabundo Martí
para la Liberación Nacional (FMLN) tomen la iniciativa de escribir sus memo-
rias o las historias de sus organizaciones.
Para la Unidad de Investigaciones sobre la Guerra Civil Salvadoreña (UI-
GCS) del Instituto de Estudios Históricos, Antropológicos y Arqueológicos
(IEHAA) de la Universidad de El Salvador (UES), ha sido alentador colaborar
con el proyecto “Memoria de la Guerra Civil salvadoreña: una mirada desde la
militancia de la Resistencia Nacional a través de fuentes orales y gráficas (1975-
1994)”5, apoyado por el Consejo de Investigaciones Científicas de la Universidad
de El Salvador (CIC-UES), del cual el presente libro es un primer resultado.

Jorge Alberto Juárez Ávila


Director IEHAA-UES
Coordinador UIGCS

4 Paul Ricoeur. La memoria, la historia y el olvido. Fondo de Cultura Económica. Argenti-


na. 2004. P.513-514
5 El número de registro del proyecto en el CIC-UES es 09-10.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

PREFACIO

Estas reflexiones sobre la organización política Resistencia Nacional


(RN) –una de las cinco que históricamente constituyeron el Frente “Farabundo
Martí” para la Liberación Nacional (FMLN) fundado en octubre de 1980-, son
parte de un esfuerzo más amplio que busca hacer una caracterización de la na-
turaleza específica de esta organización desde distintos ángulos: político-militar,
político-partidario, político de masas, político-estudiantil, político-humanitario,
político-internacional y político-ideológico, entre otros, a fin de acercarse a la
comprensión de su práctica y de su pensamiento, en el contexto del conflicto
social y la guerra civil desarrollados durante veinte años (1972-1992), y como
una de las expresiones organizativas herederas del proceso de lucha social y cívica
que tiene su corte estructural definitorio con la fundación del Partido Comunista
Salvadoreño en 1930 y la insurrección indígena-campesina de 1932.
Lo novedoso de este ensayo radica en que se sustenta en testimonios
de militantes, que fueron actores destacados durante ese conflicto y esa guerra y,
desde esta subjetividad, se intenta reconstruir el origen y desarrollo de su organi-
zación considerando las circunstancias objetivas particulares que les tocó vivir.
La inquietud por escribir esta mezcla de memoria e historia nació en
mayo del 2010 con ocasión de la conmemoración del treinta y cinco aniver-
sario del asesinato del poeta y compañero Roque Dalton y la fundación de la
Resistencia Nacional (RN) en mayo de 1975. En esta oportunidad Eric López,
Jefe del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de
El Salvador, planteó a un grupo de ex militantes y asistentes a esa actividad,
entre los que se encontraban José Luis Quan, profesor de la Escuela de Artes
de la Universidad de El Salvador, la necesidad de recuperar los testimonios de
compañeros(as) provenientes de distintas zonas del país donde hubo presencia
o incidencia político-militar y social de la organización (Guazapa-Suchitoto-
Cuscatlán, Cabañas, norte de San Miguel, Morazán y la Unión, sur de Usulután
y área metropolitana de San Salvador-La Libertad, principalmente); para, pos-
teriormente y con base en estas “historias individuales de vida”, articular, escribir

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

y publicar la historia colectiva de la RN, como un aporte a la sobrevivencia y


registro de esta gesta poco conocida por las nuevas generaciones, para la re-
construcción de una de las vertientes de la identidad político-cultural del pueblo
salvadoreño, y como un reconocimiento a tantos compañeros(as) olvidados(as),
vivos, muertos y desaparecidos, durante esos veinte años de lucha, especialmente
hijos e hijas de la Universidad de El Salvador.
Con esta inquietud nos pusimos en contacto con el Instituto de Es-
tudios Históricos, Antropológicos y Arqueológicos de la Universidad de El
Salvador (IEHAA) y hablamos con su entonces Director, el sociólogo e histo-
riador Ricardo Argueta, quien acogió con entusiasmo la iniciativa y decidió in-
corporarla como punto partida de un proyecto de la Unidad de Investigación
sobre la Guerra Civil Salvadoreña dirigida por el historiador Jorge Juárez. Así
las cosas, se integró un equipo conjunto de investigación responsable del pro-
yecto integrado por Eric López, José Luis Quan y quien escribe, la antropóloga
Ana Silvia Ortiz, el historiador Jorge Juárez y el historiador y geógrafo Oliver
Prudhomme; los dos primeros como coordinadores y los tres últimos como
asesores; posteriormente se incorporaron como asistentes las estudiantes de la
Licenciatura en Antropología Sociocultural Mercedes Griselda López Huezo,
Grazzia María Grimaldi Calderón, Yessenia Patricia Álvarez Amaya y Marta
Eugenia Zavala Lemus.
El proyecto, con el nombre de “Memoria de la Guerra Civil Salvadoreña:
Una mirada desde la militancia de la Resistencia Nacional a través de fuentes
orales y documentales. 1975-1994” fue presentado, para efectos de instituciona-
lización y financiamiento, al Consejo de Investigaciones Científicas de la Uni-
versidad de El Salvador (CIC), el que lo oficializó el 28 de marzo del 2011 y le
asignó el número 0910.
El proyecto pretende obtener varios productos: a) la organización de un
Centro de Documentación sobre la guerra civil salvadoreña; b) la publicación
de los resultados de la investigación en dos libros que aborden aspectos parcia-
les de la historia de la Resistencia Nacional, tomando como fuentes principales
los testimonios de militantes representativos de los distintos campos de trabajo
(político-partidario, político-militar, político de masas, político-ideológico, etc.);
c) un libro que recoja la metodología de análisis que desde la historia y la antro-
pología puede hacerse de este esfuerzo de re-construcción de la memoria de la
RN; y d) un documental sobre la historia de la Resistencia Nacional, entre otros.
Este ensayo es parte de la primera entrega y contiene una aproximación a
la historia general político-organizativa de la Resistencia Nacional (sus antece-
dentes, orígenes, desarrollo y desmovilización) y una caracterización tentativa de
su pensamiento ideológico-político.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Los insumos informativos para hacer este ensayo se obtuvieron prin-


cipalmente de un ejercicio de memoria del autor, de entrevistas personales y
grupales, libres u orientadas con cuestionarios, de “tertulias” con los entrevista-
dos, que tuvieron como insumos los testimonios y comentarios de compañeros
y compañeras como Eduardo Sancho, Ricardo Vásquez, Eugenio Chicas, José
Luis Quan, Roberto Cañas, Arnulfo Herrera, Herbert Guzmán, Alberto Ramos,
Lázaro Munguía, Eric López, Orlando Alfaro, René Vega, Gilberto Meléndez,
Héctor Bernabé Recinos, Salvador Arévalo, Fidelina Martínez, Julia Rodríguez,
Jaime Esteves, Danilo Cea y José Morales.
Con base en estos fragmentos de “historias de vida” se elaboraron una
serie de hipótesis (ideas provisionales para ser cotejadas con otros testimonios y
fuentes documentales) donde se mezclan las ideas ajenas con las propias, prove-
nientes éstas tanto de la experiencia personal como la de otros compañeros con
los que se convivió, así como de textos y documentos “internos” que fueron obje-
to de lectura y discusión como parte de la autoformación o de la “escuela política”
que era una actividad inherente al trabajo revolucionario de la época.
El ensayo contiene una introducción que consiste en una breve biografía
política del autor a partir de su memoria personal, con el propósito de relacionar
su vivencia como militante (o como colaborador, simpatizante o aspirante), con
el desarrollo de la organización política objeto del estudio.
El desarrollo propiamente tal del ensayo contiene tres partes: a) una pe-
riodización de las transformaciones (evolución y rupturas) de la Resistencia Na-
cional, tomando como criterio principal los cambios concepcionales, políticos
y organizativos operados en el contexto del conflicto social y de la guerra civil
(desde su génesis en 1970 hasta su desmovilización en 1992); b) algunas hi-
pótesis que intentan explicar las particularidades de la RN como organización
política-militar, desde dos ángulos: como la RN veía la realidad del país a partir
de su marco ideológico-político; y como el actor-autor vio la realidad particu-
lar de la RN desde su subjetividad y circunstancias; y c) una caracterización
del pensamiento político de la RN, tratando de ubicar sus diferencias con otras
organizaciones con las que seguramente tuvo mucho en común. Se agregan al-
gunas conclusiones a manera de balance que intentan identificar sus debilidades
y fortalezas como organización política, sus errores y aciertos y sus deudas y
aportes al proceso de lucha por el cambio necesario en El Salvador. Al final se
incluye como anexo, una cronología sobre los antecedentes, origen, desarrollo y
desmovilización de la RN.
Este trabajo se asemeja a una recuperación-reflexión-sistematización
parcial de una memoria individual-colectiva, por lo que no pretende sustituir
una investigación científica sobre la identidad de la Resistencia Nacional, de la

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

cual puede ser un insumo de partida, entre otros. Si la memoria histórica es la


reconstrucción del pasado a partir del recuerdo de los sujetos, desde las condicio-
nes de su presente6, este ensayo sería algo así como la recuperación, a partir del
testimonio de algunos de sus militantes y del recuerdo del autor, de lo que fue, en
grandes trazos, la Resistencia Nacional, desde la subjetividad y las condiciones
objetivas (económicas, sociales, políticas, ideológicas, etc.) en que esos militantes
se reinsertaron a la “normalidad” social y como viven en la actualidad y recrean
su experiencia.
Este esfuerzo de hacer memoria individual-colectiva para escribir histo-
ria ha comenzado con el caso de la RN por la relativa facilidad que se desprende
de la afinidad ideológica del grupo que lo promovió y de compartir éste, con
los investigadores del IEHAA, una misma preocupación política-académica por
recuperar la memoria histórica de la relación de la Universidad de El Salvador
-UES-con la sociedad salvadoreña.
Sin embargo, la pretensión es que se convierta en un trabajo pionero para
que en un futuro cercano el estudio se haga extensivo a otras organizaciones del
FMLN histórico, en la medida que ex militantes de éste se interesen e involucren
en esta tarea y asuman el reto de ser autores de su historia propia como actores y
la de otros con los que se compartió un tiempo singular de fraternidad y solida-
ridad por conquistar una utopía posible.
No podemos concluir esta presentación sin un reconocimiento a todos
aquellos compañeros y compañeras que murieron durante el conflicto social y
la guerra civil, con los que compartimos experiencias y confrontamos ideas, que
seguramente moldean lo que el autor piensa que fue la RN, lo que sin duda
alguna impregna sus recuerdos y hoy aparece sin una referencia expresa en las
hipótesis que damos a conocer en este texto, no sólo con el propósito de que sean
retomadas para efectos de registro y conmemoración, sino para incentivar un
debate que sigue siendo actual e imprescindible para hacer una síntesis colectiva
que nos permita avanzar en la construcción de la sociedad que fue el paradigma
que impulsó al sacrificio a tanto salvadoreño y salvadoreña.

6 Tal como la recuerdo, esta noción de “memoria histórica”, del antropólogo francés Mau-
rice Hobbsman, me la proporcionó en una conversación el antropólogo salvadoreño Carlos Lara
cuando inicie un acercamiento al concepto para efectos de este trabajo.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

1. INTRODUCCIÓN: Experiencia y Memoria del Actor-Autor

TRAZOS DE MI PARTICIPACIÓN POLÍTICA PERSONAL


Esta parte del ensayo tiene como propósito ubicar en el tiempo trazos de
mi participación política personal y relacionarlos con lugares, situaciones, hechos
y personas para darle “credibilidad testimonial” a las ideas que después se expon-
drán y que tienen su fuente primaria en la experiencia propia o ajena, compartida
o conocida por referencia.

Considero que durante mi vida hubo momentos y sucesos que la marca-


ron y fueron determinantes para encausar el rumbo por el que transitó mi parti-
cipación política y que bien pueden servir para hacer una periodización de una
historia personal; entre éstos quiero destacar mi traslado, por razones de estudio,
de Sonsonate, mi suelo natal, a San Salvador, en 1962; mi ingreso a la Universi-
dad de El Salvador, en 1967; mi incorporación a la organización política Resis-
tencia Nacional en mayo de 1975; mi salida del país hacia México, por razones
de seguridad, en mayo de 1981; y mi retorno al país en julio de 1990. Tomando
como cortes temporales esos eventos pueden distinguirse los siguientes períodos
de mi vida política personal:

1.1 UNOS ANTECEDENTES INMEDIATOS (1962-1964, 1965-1966-68)


En enero de 1962, a los 17 años, gracias a una beca oficial, partí de Son-
sonate hacia San Salvador para iniciar mis estudios de profesor de educación
primaria en la Escuela Normal “Alberto Masferrer”, donde estuve interno tres
años; durante este tiempo participé en algunas huelgas estudiantiles por reivin-
dicaciones muy inmediatas, como la comida.

Durante el último año en la Escuela Normal conocí Miami, USA, en


un intercambio estudiantil que buscaba reclutar ideológicamente líderes juve-
niles con claras intenciones anticastristas; y fui presidente de la Asociación de
Estudiantes. Durante estos años adquirí disciplina de estudio, bajo un régimen

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

cuasi militar, y descubrí mi vocación por la enseñanza; los maestros de la Es-


cuela Normal, aun cuando en gran mayoría eran de pensamiento conservador,
me inculcaron valores morales y cívicos que complementaron los adquiridos en
una familia pobre, pero amante del trabajo, la honradez y la verdad, respetuosa
de sus ancestros e identificada con las causas justas (la revolución de 1944-54 en
Guatemala, la revolución cubana en 1956-1959, etc.).
De 1965 a 1966 estudié bachillerato en la sección nocturna del Instituto
Nacional “Francisco Menéndez” de San Salvador; aquí tuve que ver con algunas
escaramuzas estudiantiles contra sus autoridades y fui presidente de la Asocia-
ción de Estudiantes.
De 1965 a 1969 trabajé como profesor de educación primaria en las Es-
cuelas “Alberto Masferrer” y “Miguel Pinto” de San Salvador; en esta condición,
en 1968, participé como activista en la primera huelga general de maestros im-
pulsada por ANDES “21 de junio”

1.2 A MANERA DE PROLEGÓMENOS POLÍTICOS (1967-69, 1969-70,


1971-1972-1973)
En 1967 ingresé a la Universidad de El Salvador a estudiar Licenciatura
en Periodismo en la Facultad de Humanidades (1967-1969). Aquí tuve mis pri-
meros contactos con estudiantes vinculados al Partido Comunista Salvadoreño
(PCS) y con las ideas políticas de izquierda; conocí a militantes de las expre-
siones orgánicas de aquel entonces: la Federación Revolucionaría Universitaria
Social Cristiana (FRUSC), la Federación Social Demócrata (FSD) y la Federa-
ción de Estudiantes Universitarios Revolucionarios Salvadoreños (FEURS), de
tendencia comunista; fui Secretario de Reforma de la Asociación de Estudiantes
de Humanidades (AEH) y Presidente de la Asociación de Estudiantes de Perio-
dismo (AEP). Aquí conocí a Raúl Castellanos, Secretario General del Partido
Comunista Salvadoreño; con él fundamos “Primera Plana”, órgano de prensa del
Departamento de Periodismo.

En 1968 comencé a estudiar Áreas Comunes con una idea no muy clara
de cuál sería mi carrera profesional (Medicina, Derecho, etc.), pues los estudios
de periodismo eran académicamente precarios, no obstante que había buenos
profesores como Francisco Guzmán y Arturo Gallegos. En 1969 la carrera de
Ciencias Jurídicas se incorporó al Sistema de Áreas Comunes y flexibilizó su
pensum, como resultado del proceso de reforma promovido por el llamado Mo-
vimiento de Autogestión de la Facultad de Derecho, promovido y alentado por
Fabio Castillo, Rubén Zamora, Ramón Montoya, Roberto Roldán, Eduardo
Cáceres, Atilio Maravilla, entre otros, por lo que decidí estudiar esta carrera.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Además renuncié al magisterio y comencé a trabajar como asistente del Coordi-


nador del Sistema de Áreas Comunes, Dr. Albino Tinetti.

En Áreas Comunes conocí al Dr. Juan Ricardo Ramírez Rauda, que era
el Secretario General del Partido Demócrata Cristiano. El Dr. Ramírez Rauda
me ofreció una beca para estudiar Derecho en Chile; rechacé la oferta, no por
razones ideológicas, sino porque siempre he sido sedentario y rutinario. A finales
de ese mismo año me casé. Como estudiante de la Universidad de El Salvador se
me presentaron varias oportunidades de viajar, pero sólo salí del país en tres oca-
siones: en 1972 cuando viaje a México con el equipo de fútbol de la Facultad; en
1974, cuando fui a Costa Rica a un Congreso Centroamericano de Sociología; y
en 1975, cuando fui a Argentina con el Dr. Luis Domínguez Parada, Decano de
la Facultad de Derecho, a un Congreso de la Unión de Universidades de Amé-
rica Latina (UDUAL).

A principios de 1970 estalló la huelga de Áreas Comunes, en la cual tuve


una participación marginal. En esta coyuntura conocí a Rafael Arce Zablah,
Virginia Peña, Francisco Jovel y otros jóvenes que conducían el Comité de Re-
presentantes de Áreas Comunes (CRAC); también conocí a Federico Baires y
a Manuel Rivera, Presidentes de AGEUS en 1970-1971 y 1971-1972, respec-
tivamente. Esta huelga fue el inicio de una crisis en la UES que culminó con
la ocupación militar, el cierre y la intervención gubernamental del 19 de julio
de 1972, por el régimen militar encabezado por el Coronel Arturo Armando
Molina. Durante esta crisis fuí miembro del Consejo de Representantes de la
Asociación de Estudiantes de Derecho (AED) y, en esa calidad, participé en el
Comando de Toma de la Facultad de Medicina; en este momento también fui
representante estudiantil de la Facultad de Derecho ante el Consejo Superior
Universitario.

En 1971 en la segunda huelga nacional de maestros, participé como ac-


tivista dentro del movimiento universitario de solidaridad con ANDES “21 de
Junio”. Este año, cuando estudiaba segundo año de Derecho, tuve las primeras
noticias de que en el país ya sucedían acciones políticas armadas, pues mi pro-
fesor de Derecho de Integración, Jorge Cáceres Prendes, de pensamiento social
cristiano, había sido capturado por las fuerzas de seguridad, por vinculársele con
el secuestro y muerte del millonario Ernesto Regalado Dueñas, atribuido a “El
Grupo”, surgido en 1969 e integrado mayoritariamente por jóvenes social cris-
tianos radicalizados y que sería uno de los núcleos que después conformaría el
Ejército Revolucionario del Pueblo.

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1.3 MI PARTICIPACIÓN POLÍTICA GREMIAL. (1972-73-74-75)


Inmediatamente después de la ocupación militar de la UES, sin trabajo
remunerado y abandonada la idea de que su cierre produciría un auge organizati-
vo popular promovido por los estudiantes en sus lugares de residencia, me incor-
poré a las tareas por su reapertura por invitación de compañeros de la Facultad de
Medicina que conocí durante la toma de esta Facultad, entre ellos Carlos Arias,
con quienes formé parte del Consejo Estudiantil Provisional (CEP). En 1973
conseguí empleo como profesor del Instituto Nacional de Armenia, Sonsonate,
e impulsé un discreto trabajo de formación política con sus estudiantes, entre
ellos recuerdo a Joel Hernández y Julio Alfaro. En octubre de ese año se reabrió
la Universidad en condiciones de intervención gubernamental; regresé a estudiar
a la Facultad de Derecho y me sumé a la lucha contra la ocupación, específica-
mente a las tareas por recuperar la dirección de la Asociación de Estudiantes de
Derecho (AED) que estaba en manos de estudiantes nombrados directamente
por la Comisión Normalizadora de la UES.

La izquierda representada por la AEU-FAU se dedicó a promover la elec-


ción de una nueva Junta Directiva del gremio estudiantil; en esta labor jugó
un papel de liderazgo Manuel Franco; solían frecuentar la Facultad Dagoberto
Gutiérrez y Carlos Ruíz. No obstante la influencia del FAU, mi relación política
continuó con Carlos Arias, Vinicio Bernal, Alirio Barrera y Herbert Guzmán,
estudiantes de Medicina los tres primeros y de Odontología el último, a esa al-
tura seguramente ya miembros de la REU vinculada al Ejército Revolucionario
del Pueblo (ERP).

El Frente de Acción Universitaria (FAU), de tendencia comunista, en


alianza con militantes social cristianos (Francisco Díaz, entre otros) impulsaba
una planilla de izquierda para la elección de la Junta Directiva de la AED para el
período 1974-75; como estudiante del 4° año se me propuso integrar esa planilla
“independiente” junto con Marcos Gregorio Sánchez, Roberto Turcios, Carlos
Henríquez y Fernando Avalos.

La contienda fue contra una planilla de derecha, y bajo la bandera del FAU
fui electo presidente de la AED en junio de 1974. Esta Junta Directiva formal-
mente estaba bajo la conducción política del FAU, pero en la práctica el trabajo lo
realizábamos en coordinación con la Resistencia Estudiantil Universitaria (REU).
Fueron colaboradores cercanos de esta Junta Directiva Félix Ulloa y María Do-
lores Rosa, en ese momento bajo la influencia del FAU. Félix era el encargado de
la librería “Anastasio Aquino” y su interés era publicar literatura “alternativa” a los

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manuales soviéticos, entre ella los cuadernos de educación popular sobre Materia-
lismo Histórico de la chilena Martha Harnecker, que incluso eran utilizados en la
cátedra de Sociología General coordinada por Geraldina Portillo.

Siendo presidente de la AED conocí a Schafik Handal, a raíz del escán-


dalo que provocó la publicación de un artículo, traducido del francés, sobre el
conflicto chino soviético, proporcionado por el Dr. Napoleón Rodríguez Ruíz,
mi profesor de Derecho Civil. Poco después publicamos “La Tragedia Chilena”
del troskista peruano Hugo Blanco, lo que dio lugar a otro desencuentro ideo-
lógico, esta vez con el Dr. Rodríguez Ruíz. En este período también fundamos
el periódico “Poder Estudiantil” y reactivamos “La Jodarria”, paquín político sa-
tírico de los estudiantes universitarios; el equipo editorial lo formamos con el
Dr. Rodríguez Ruíz, el Dr. Domínguez Parada, Félix Ulloa y Roberto Turcios;
Roque Dalton colaboró en uno de sus números con una “autopsia” del Coronel
Arturo Armando Molina.

Recuerdo también las actividades literarias de Roberto Turcios, Secretario


de Actas y Cultura de la AED, quien era miembro del grupo “Juez y Parte”, jun-
to con Félix Ulloa, Antonio Hernández, Joaquín Domínguez Parada, Francisco
Bertrand Galindo y José Napoleón Rodríguez Ruíz.

Ese año, 1974, la AED, con el apoyo del Decano Luis Domínguez Parada,
reactivó el Socorro Jurídico de la Facultad bajo la dirección de Saúl Villalta, que
fue orientado hacia la asesoría organizativa y de conflictos de los movimientos
obrero y campesino; destaca el papel que jugó el Socorro, con Saúl Villalta y
Bernabé Recinos, en la reorientación ideológica y reivindicativa de la Federación
Nacional Sindical de Trabajadores Salvadoreños (FENASTRAS), que poco
tiempo después se convirtió en un semillero de cuadros del FAPU y de la RN.

A raíz del desalojo campesino provocado en 1974 por la construcción de


la presa “Cerrón Grande”, me involucré en el trabajo organizativo-formativo de
la zona de Suchitoto-Guazapa, junto con Carlos Arias, Mario López, y los curas
Chencho e Higinio Alas, una de las vertientes geográficas del Frente de Acción
Popular Unificada (FAPU), en su versión ampliada, en cuya fundación participé,
junto con Félix Ulloa, en noviembre de 1974, en la iglesia “El Sagrado Corazón”,
situada en la calle Arce de San Salvador.

La RN-FAPU se vinculó políticamente con varios sacerdotes, ade-


más de Chencho e Higinio Alas; sé que hubo varios pero en lo personal me

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relacioné con Neto Barrera, párroco de la Iglesia de Mejicanos, muerto en


combate en una casa de seguridad en la colonia La Providencia, San Salva-
dor, cuando ya militaba en las FPL, a raíz de la división ERP-RN; Octavio
Ortiz, párroco de la Iglesia San Francisco, Mejicanos, asesinado por los cuer-
pos represivos en el centro de retiro “El Despertar” de San Antonio Abad; y
Manuel Reyes Mónico, párroco de la Iglesia de la Colonia 10 de Septiembre,
asesinado por los “escuadrones de la muerte” en la colonia Zacamil de Meji-
canos; sin embargo, la relación estratégica se estableció con pastores bautistas
entre los que destacaron Carlos Sánchez, Edgard Palacios y Miguel Tomás
Castro.

En septiembre de 1974, con el Socorro Jurídico y la SEMEA, a raíz del


huracán “Fifi” iniciamos un trabajo organizativo campesino en la costa del de-
partamento de Ahuachapán, que culminó con una toma de tierra para reubicar a
las familias de colonos afectados por las inundaciones en El Zapote, El Porvenir,
Bola de Monte y Garita Palmera, una de las primeras zonas de influencias del
FAPU-RN en el occidente del país. La legalización de estas tierras se presionó
con una movilización campesina que culminó con una marcha a Casa Presi-
dencial; en esta acción me acompañaron Roberto Turcios y Adonay Pimentel.
Recuerdo la presencia de Carlos Ascencio, Paco Montes, Saúl Villalta, Rubén
Calderón y Leo Segovia en este esfuerzo político reivindicativo.

El uso de la sátira política fue una de las armas de lucha contra el régimen
militar y las autoridades impuestas; como expresión de esta lucha, a principios de
1975, con la AED organizamos un “desfile bufo” interno que, frente a las cáma-
ras de la televisión, frustró un acto de graduación en el Auditórium de Derecho
que puso en ridículo a nivel nacional a las autoridades centrales, entre ellas al
Rector Carlos Alfaro Castillo, las que buscaban dar un aire de normalidad a las
labores de una universidad intervenida.

A esta altura ya era miembro de la coordinación del Frente Universita-


rio de Estudiantes Revolucionarios “Salvador Allende” (FUERSA), expresión
abierta de la REU, conducida por Víctor Amaya y Carlos Arias, entre otros;
en el FUERSA también militaban Oscar Fernández, Raúl Hernández, Neftalí
Ramos, Alberto Ramos, Gilberto Meléndez, Carlos García, Nelson Colato, Lito
Colato, Alba Amaya, Carmen Sermeño, Juanita Minero, Sonia Cansino, Reyna
Menjívar, Hugo Torres, Eric López, Orlando Alfaro, René Vega, Jorge Ramí-
rez, Eduardo Barrientos, Oscar Morales, para mencionar algunos compañeros.
También ya era instructor de la cátedra de Sociología General de la Facultad de

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Derecho, junto con Rubén Calderón “El Chapín”, y, al mismo tiempo, represen-
tante estudiantil ante la Junta Directiva de la Facultad.

La REU, con Herbert Anaya (1973-1974) y Beto Ramos (1974-1975),


entre otros, conducía la Sociedad de Estudiantes Becarios Salvadoreños (SE-
BUS), así como la AED, la SEMEA, la JOS ( Juventud Odontológica Sal-
vadoreña), y la SECAS (Sociedad de Estudiantes de Ciencias Agronómicas
Salvadoreña). Como presidente de la SEMEA tengo presente a Jorge Ramírez
(“Cooper”) y de la AED a César Humberto Hidalgo (“Manolo”, 1980).

1.4 MI RELACIÓN POLÍTICA PARTIDARIA (1975-1981)


El 10 de mayo de 1975, la tendencia militarista del ERP asesinó a Roque
Dalton; al día siguiente Carlos Arias me buscó y muy rápidamente me contó lo
sucedido y me dijo que vendrían miembros del ERP a querer reclutarme; que no
me negara, sino que pospusiera mi respuesta y que tuviera cuidado; que después
me contaría, pues lo “andaban buscando”.
Noté que andaba armado; pocos minutos después sucedió lo mencionado
y mi respuesta fue que lo pensaría; la contestación seria y con tono amenazante
fue que lo hiciera rápido, pues no se esperaría mucho tiempo; casi de inmediato
escuché unos disparos por el lado norte de la ciudad universitaria; después supe
que se trató de un atentado contra Carlos.

A la semana siguiente me citó Carlos a la Colonia Miramonte y ahí


me explicó más lo sucedido y me dijo lo que yo ya sabía: que el FUERSA
y el FAPU eran organizaciones influenciados por la RN-FARN y, lo que
me esperaba, que yo tenía que ingresar como militante a esta organización
político-militar; que se trataba de algo serio pero meramente formal, pues yo
ya lo era en la práctica y que me consideraban un compañero valioso.
Recuerdo sus palabras cuando le pregunté cómo habíamos quedado:
“Se llevaron el dinero y las armas, pero nos ha quedado lo fundamental, las
personas y la convicción”. Mi respuesta fue que sí, en parte por razones de
seguridad, pero más por vergüenza e identificación y confianza con su per-
sona. Realmente, después lo supe, la fuerza militar de la RN había quedado
reducida a tres escuadras, una en Sonsonate y dos en San Salvador; estaban
integradas por Neto Jovel, el Chele Quintin, el Pocho, Danilo y Andrés, en-
tre otros compañeros. El ERP se había llevado y militarizado la mayor parte
del trabajo organizativo de secundaria y campesino de oriente; del trabajo
universitario se fueron Herbert Anaya, la “Chayito” y el Choco Velásquez,
quien fue el que me quiso reclutar.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Una de mis primeras tareas, ya como militante de la RN, fue colaborar


en recomponer el trabajo organizativo estudiantil de secundaria y universitario.
Como parte del ERP se había fundado el Frente Revolucionario de Estudiantes
“Luis Moreno” (FRELM), entre cuyos dirigentes se encontraban Carlos Velis
y Bisckmar Elías Julián; a nivel de secundaria las otras organizaciones eran la
AES, dirigida por el PCS, y el MERS, dirigido por las FPL. Mi labor en el sec-
tor de secundaria consistió en retomar el trabajo estudiantil que en 1973 había
dejado en Armenia, San Julián, Lourdes, Atiquizaya y otros lugares. En Arme-
nia (1976) tuve una discusión acalorada con Bisckmar quien me advirtió de las
consecuencias personales de que interviniera en la huelga que se desarrollaba en
el Instituto; comprendí que ya no éramos compañeros. A partir de este esfuerzo
se formó Acción Revolucionaria de Estudiantes de Secundaria (ARDES). Re-
cuerdo como artífices de este trabajo a Jorge Ramírez “Cooper”, Orlando Alfaro,
Federico Dreyfus, Mauricio y Alberto Cárcamo, “Derby”, Herbert (hijo de Fito
Flores Cienfuegos) y Alex (hermano de Eric López).

A las pocas semanas, la RN-FARN tuvo las primeras acciones armadas


para recuperar armas y dinero: el montepío “El Socorro” en Sonsonate, la venta
de madera “El Tesoro” y Cartografía en San Salvador. La primera pinta la vi en
Santa Ana: “Lucha Armada Hoy, Socialismo Mañana”, y me sentí confortado
porque ya contaba con una organización tras de mí, pues sólo eso faltaba para
tener completa la “quintología” que, en ese tiempo, todo militante revolucionario
necesitaba para mantener en alto su moral de lucha; los otros cuatro elementos
eran el enemigo: la dictadura militar; el proyecto: el socialismo; el método de
lucha: la política militar y el liderazgo: la comandancia. La contextura ideológica
se reforzaba con una disciplina espartana y una moral monacal.
En junio de ese año ingresé a un GASMA (grupo armado selecto de ma-
sas) que eran estructuras de transición entre el trabajo político gremial y el mili-
ciano (frentista) y las llamadas células de vanguardia del partido (la RN). A este
GASMA también se integraron René Vega, Orlando Alfaro y Neftalí Ramos;
fue la primera vez que adopté un seudónimo interno, “Olaf ”. Me dijeron que mi
responsable era Lil Milagro Ramírez, aun cuando nunca la ví directamente, pues
pocas veces nos reunimos y discutimos, bajo estrictas medidas de seguridad; para
efectos de tareas elaborativas, bajo la orientación de Lil, mi enlace era Sergio
Cañas, al que conocí como “Rolando”.
Como miembro de este GASMA, aun cuando no tenía una vida partida-
ria regular, comencé a involucrarme en distintas labores: de propaganda con au-
todefensa en “minimitines”, de organización y formación en el sector magisterial,
obrero y campesino, de asesoría jurídica a conflictos obreros, de apoyo logístico a

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

acciones milicianas, de defensa legal de reos políticos, de cobertura “profesional”


a tareas clandestinas (casas de seguridad, centros de impresión, resguardo de
armas después de acciones armadas, etc.).
Realmente nunca tuve una vida clandestina, en sentido estricto; más bien
mi vida cotidiana (familiar, laboral, estudiantil) me servía de cobertura para mi
trabajo político, en una especie de compartimentación de actividades abiertas y
normales que buscaban encubrir y proteger actividades cerradas y “anormales”;
solía andar armado con un revólver “SW” que mi papá me había regalado, más
por costumbre traída de mi origen campesino, que por razones de seguridad
relacionadas con mi actividad política; sí tenía en mi poder varias armas cortas,
propiedad de la organización, pero en calidad de “depositario” y que entregué
para la ofensiva de enero de 1981.

Después estuve en otros colectivos políticos; tengo presente uno en el cual


me reunía con David (“Misael Gallardo”), Guillermo Ardón, el “Chino”Quan y
un compañero más, cuyo nombre no recuerdo. En otro colectivo, también clan-
destino y en el que realizábamos ejercicio físico, estuve con José Luis Quan y
Juan Osegueda; este colectivo era atendido por un compañero profesor llamado
“Julián”, que venía de otra escisión del ERP, el Frente Revolucionario de Acción
Popular (FRAP); el enlace militar con “la dirección” era Raúl Hércules, quien no
llegaba regularmente pero siempre que lo hacía hablaba en nombre del compa-
ñero “Neto”; supongo que se refería a Ernesto Jovel.

Este último era un colectivo del sector magisterial del FAPU, la OMR;
con el Chino Quan dedicamos tiempo a organizar este sector en la UES y den-
tro del ANDES 21 de junio; en el plano gremial este esfuerzo era dirigido por
Manuel Rivera, Secretario Departamental del ANDES en Sonsonate, el cual se
hizo extensivo a San Salvador, La Libertad, Santa Ana y San Vicente.
En junio de 1975, cuando se fundó el segundo FAPU (por sectores), nues-
tro referente era Mario López, pero éste se fue con el PRTC en septiembre de
ese año, junto con Chencho Alas.
Compartí experiencias en este campo también con Fito Realageño y Lito
(profesores de Apastepeque), Lilo González, Guillermo Tesorero y Mauricio
Segura (de Sonsonate). Manuel Rivera fue capturado y desaparecido junto con
Lil Milagro Ramírez en una casa de seguridad en San Antonio del Monte, Son-
sonate, en noviembre de 1976.

El ejercicio físico era de rutina y para hacerlo fuera de los colectivos


utilizábamos el deporte como cobertura; por ejemplo, formamos un equipo de

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

fútbol que llamamos “Los Partizanos”, y participamos en el campeonato de la


Liga Burocrática o no federada de la colonia Zacamil, promovido por la Orga-
nización Democrática Nacionalista (ORDEN). Algunos de los que integraron
este equipo fueron Saúl Villalta, el “Pollo” Jiménez, el “Choco” Alfaro, Don Pepe
Rodríguez Ruíz, el “Gordo” Alvarado, “Pancho”, “Cooper”, René Vega, entre
otros compañeros. El equipo comenzó a disgregarse porque la prensa comercial
publicó una foto en donde aparecía Saúl Villalta y Beto Ramos capturados por
la Policía, en una huelga y toma de la Fábrica de Guantes “Eagle Internacional”,
en la zona franca de San Bartolo, Ilopango; la situación se complicó más cuando
Rubén Alvarado propinó un puntapié a un árbitro y éste le retuvo el carnet que
era el de Saúl Villalta.

En 1975, ya escindida del ERP, la RN hizo un ensayo de alianza coyuntu-


ral a nivel estudiantil con las FPL con motivo de las elecciones de la Asociación
General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños, fundada en 1929, según
tengo registrado.
Así se formó la Alianza Revolucionaria UR-19-FUERSA para el perío-
do 1975-1976, y se integró una planilla conjunta de la cual formamos parte, por
la RN, mi persona como vicepresidente, René Vega, Raúl Hernández, Neftalí
Ramos y Amadeo Flores; por las FPL, Medardo González como presidente,
Atilio Montalvo, Armando y Oscar, cuyos apellidos he olvidado o nunca conocí;
parte de este equipo del UR-19 también eran Oscar Abarca (“Maoíto”), “El
Ronco” y Carlos Fonseca.

En un principio yo era el candidato a presidente, por la presencia que


había ganado como presidente de la AED; pero, dada la debilidad en que había
quedado la RN, se “negoció” el cambio de puesto. La planilla contrincante la
postuló el FAU y llevó como candidato a presidente a Tony Martínez Uribe. La
elección la ganó la Alianza Revolucionaria y durante un año se intentó hacer un
trabajo gremial conjunto, pero en la práctica cada organización aprovechaba la
plataforma de AGEUS para impulsar su proyecto particular.
Por nuestra parte el esfuerzo se centró en la lucha contra las autoridades
impuestas; así impulsamos el sitio al cuartel de “los grises” situado en el an-
tiguo edificio de la residencia estudiantil; la manifestación contra las oficinas
centrales de las autoridades de la UES, que se hallaba fuera del campo univer-
sitario, en el desaparecido edificio “La Fuente”, frente a la fuente luminosa de
la 25 avenida norte; la huelga de los trabajadores que reconstruían el antiguo
edificio del Paraninfo Universitario y la toma de éste; la toma conjunta con el
UR-19 de las oficinas de la Rectoría y la retención de las autoridades centrales

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

de la UES; la recuperación del predio universitario situado en el centro de


San Salvador, frente a la Catedral Metropolitana; la recuperación del local de
la clínica de AGEUS; las tomas de los edificios de las Facultades de Econo-
mía, Odontología y de la Rotonda de la Facultad de Medicina, situada frente
al Hospital “Rosales”. En la toma de Odontología conocí personalmente a
Lil. Para el período siguiente, 1976-1977, el UR-19 ganó las elecciones de
AGEUS, con Oscar Bonilla como presidente, él que después se pasó a trabajar
en el exterior con la Social Democracia (MNR). El FUERSA se centró en
fortalecer el trabajo en dos gremios estudiantiles que consideraba estratégicos:
la AED y la SEMEA.

La debilidad orgánica de la RN, particularmente de su sector estudiantil


(organizado en el FUERSA), se debió no tanto a la separación del ERP, sino
principalmente a que en septiembre de 1975, el PRTC, que era aliado de la RN
en el FAPU, se separó y formó su propia organización estudiantil de masas, en-
cabezada por Francisco Jovel, a la que denominó “Liga para la Liberación”. Con
Paco Jovel salieron del FUERSA Mercedes Turcios, Humberto Mendoza, Adán
Marquina, Manuel Federico Castillo, Carlos y Roberto Gómez, Marta Vallada-
res, “Moralitos”, Mario Zetino, entre otros; a nivel abierto sólo nos quedamos
en el FUERSA quienes veníamos de la REU y otros compañeros que se man-
tuvieron con el nombre de ORT, aliada de la RN a nivel del trabajo de masas,
después que se separó el PRTC; de éstos los más públicos eran Paco Montes y
Carlos Ascencio, pero a ellos los veía más dedicados a las tareas de reorganiza-
ción interna.

Siendo vicepresidente de AGEUS me tocó organizar y conducir la ma-


nifestación del 30 de julio de 1975, que salió como a las 3 pm de la ciudad uni-
versitaria por la 25 avenida norte hacia el Parque Cuscatlán, con la intención
de doblar a la izquierda sobre la calle Rubén Darío hacia el Parque Libertad.
Estuve en el centro de la represión y me salvé porque me refugié en el Hospital
del Seguro Social, en el cual me ayudó la que fue esposa del poeta Roberto
Armijo, que ahí trabajaba; me puso una “gabacha” verde y con ella me confundí
entre el personal y los enfermos. Momentos antes de la represión me encontré
con Carlos Fonseca, quien me dijo que le entregara el megáfono para ir a ver
a la parte de atrás pues se sentía cierto desorden; fue la última vez que lo ví;
me fui para la cabeza de la manifestación y relevé a un compañero que llevaba
la punta derecha de una manta alusiva; en ese momento aparecieron efectivos
de los cuerpos de seguridad, parecían de la GN, los que empezaron a disparar
contra los manifestantes, la mayoría de los cuales sólo estaban “armados” con

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

pañuelos con bicarbonato para contrarrestar los efectos en los ojos de los gases
lacrimógenos; unos compañeros alcanzaron a lanzar unas bombas “molotov”
incendiarias y de humo; aprovechando ese momento, corrimos en dirección
al Colegio “La Asunción”, pero ahí nos taparon la salida con balas otro grupo
de efectivos; creo que eran de la PH; los que pudimos nos refugiábamos en el
ISSS, pero el grueso de quienes iban entre el Hospital Policlínica Salvadoreña
y el puente del Arenal de Tutunichapa quedaron atrapados en el paso a desni-
vel del ISSS.
Como a las dos horas, más o menos a las 6 pm., orientado por empleados,
salí del Hospital del ISSS y me vine a la UES por una calle que llamábamos “La
Tripa” y que desembocaba en la 25 avenida norte, por la calle “Gabriela Mistral”;
por ahí me encontré con Gregorio Sánchez, quien me daba por muerto o captu-
rado, “Goyito” había sido Secretario General de la AED cuando yo fui Presiden-
te; más o menos a esa hora tenía un contacto en el cine Terraza y me andaba bus-
cando un compañero en su “WV”, él que me condujo a la Facultad de Derecho
en donde se había refugiado gran cantidad de manifestantes; en su auditórium
hicimos una asamblea general y hablé para informar de lo sucedido y decidir qué
hacer ante la nueva etapa represiva que el régimen iniciaba contra el movimiento
popular. En ese mismo instante, el UR-19, en la Catedral Metropolitana, junto
con otras organizaciones, fundaban el Bloque Popular Revolucionario (BPR).

Los compañeros de la RN-FUERSA hicieron un análisis político-militar


de lo sucedido y no olvido un “croquis” con el que respaldaban la tesis de que
se trató de una emboscada como parte de la “escalada fascista” de la dictadura
militar; la consecuencia política que se extrajo fue que, de esa fecha en adelante,
habría que incorporar organizadamente el componente armado a las activida-
des de calle; de aquí nacieron las brigadas de autodefensa y de propaganda con
autodefensa, de las cuales formé parte, aun cuando se trataba de un armamento
muy rudimentario (palos con clavos, “miguelitos”, bombas “molotov”, una que
otra arma corta de fuego, vehículos para seguridad periférica); así comenzaron
las milicias populares.

En 1976, a un año de la represión estudiantil del 30 de julio, la RN hizo


otro ensayo unitario a nivel popular, por medio del FAPU; esta vez con organi-
zaciones influenciadas por el PCS, la Democracia Cristiana y la Social Demo-
cracia, que en ese tiempo calificábamos como “revisionistas” y democráticas, con
lo que queríamos decir que no luchaban por el socialismo y sólo impulsaba la
lucha parlamentaria. Se organizó y participó en una manifestación que marchó
y convergió en el centro de San Salvador con otra, la “revolucionaria”, integrada

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

por las organizaciones del BPR (FECCAS, ANDES, UTC, UPT, etc.); tuve no-
ticias que este ensayo fue calificado por los “revolucionarios” como una “bandazo
de derecha” y produjo un tensionamiento al interior de la dirección partidaria.
La primera vez que vi las armas largas para la defensa de actividades de
masa fue en febrero de 1976, para el entierro del compañero Israel Rodríguez,
joven obrero de INDECA muerto a raíz de la recuperación de un vehículo en la
Colonia Zacamil; en 1978, fue cuando las milicias del FAPU ya utilizaron un
lanzacohetes RPG-7 para detener un camión de efectivos de la Fuerza Área, en
el Boulevard del Ejército; creo que esto sucedió en el entierro-manifestación del
jefe miliciano Dr. Elas Vásquez.

En el mismo período 1975-1980 me involucré como “asesor jurídico” en la


toma de empresas y negociación de algunos conflictos y huelgas obreras; me vie-
nen a la mente las del Sindicato de Maquinaria Pesada, durante la construcción de
la autopista San Salvador-Santa Ana; la de la Pedrera “El Refugio” en San Marcos;
la del Sindicato de Muebles de INDECA; de la fábrica de Sacos “Cuscatlán”; de
la fábrica de dulces “Delicia”; de la fábrica de boquitas “Diana”; del Sindicato de la
Industria Eléctrica de El Salvador (SIES); de STECEL; de SIPES; etc.
En estas luchas sindicales jugaron un papel destacado Saúl Villalta, Beto
Ramos, Raúl Hernández, Mercedes Recinos, Arnulfo Grande, Alfredo Repre-
sa, Mario Valencia, Higinio, Oscar Interiano, Santillana, Cirilo Huezo, y otros
verdaderos cuadros de la RN-FAPU. Algunos de éstos conflictos eran huelgas
con tomas de la empresa y retención de los representantes patronales, por lo que
la negociación se hacía con autodefensa armada; entre los encargados de este
aspecto me viene a la mente los nombres de Andrés (muerto en el conflicto de la
fábrica “Diana”), Alberto Carcámo y Carlos Arias.

En junio de 1975 egresé de la carrera de Ciencias Jurídicas, con un prome-


dio de nota arriba del 8.50; recién había ingresado a la RN; a principios de 1976
me sometí a mi examen privado escrito, el que preparé aceleradamente en 15
días, dada la situación de inseguridad e incertidumbre que vivía la UES; algunos
meses después, ya siendo vicepresidente de AGEUS, hice mi examen privado
público y oral; el presidente del Tribunal Examinador fue el Dr. Mario Solano,
los otros dos miembros fueron el Dr. Francisco Callejas Pérez y el Dr. Mario
Samayoa. El Dr. Samayoa me quería reprobar porque en quinto año lo quitamos
como profesor de Derecho Laboral; al final, me aprobaron por mayoría.
A finales de septiembre de ese año, en una ceremonia privada, me entregó
el título el rector Carlos Alfaro Castillo, quien ocupaba interinamente el cargo a
raíz de la renuncia del Dr. Alwood Paredes; este gesto de “cortesía” fue a instan-

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

cia del Dr. Luis Domínguez Parada, decano de mi Facultad, quien le habló al Dr.
Alfaro Castillo de las dificultades que yo tenía para esperar la ceremonia pública;
éste ya me conocía, pues habíamos cruzado algunas palabras durante la toma de
la Rectoría que la AGEUS había hecho pocos días antes; resultamos casi parien-
tes por la línea de mi abuelo paterno que era de apellido Durán.

El rector interino tenía la idea de que los dirigentes estudiantiles no es-


tudiábamos o éramos malos estudiantes; el Dr. Domínguez Parada parece que
lo convenció de que este no era mi caso y pienso que como un reconocimiento
y una señal de respeto accedió a entregarme mi título de manera personal y
privada. Carlos Alfaro Castillo fue “ajusticiado” en septiembre de 1977 por un
comando de las FPL, en la entrada de la UES, por el portón de Odontología.

Las dificultades que yo tenía con la justicia penal, de las que el Dr. Alfaro
Castillo creo que ya estaba enterado, se relacionaban con una orden de captura
que pendía sobre mí, girada unos meses antes, durante la preparación de mis
exámenes privados, se me acusaba de haber herido a un efectivo de la policía
universitaria (“los grises”) durante un intercambio de disparos con estudiantes
de la Facultad de Derecho; “Los grises” eran el aparato represivo del Consejo de
Administración Provisional de la UES; realmente el hecho había sucedido, pero
en él no tuve participación directa alguna, aun cuando sí intervinieron algunos
“milicianos” del FUERSA, entre los que vi, me parece, a Hugo, al que conocía
como “El Barbudo”.

Dada mi calidad de dirigente, las autoridades impuestas se coaligaron


con autoridades judiciales (presumo que en esto tuvo que ver el Dr. Paco Vega
Gómez, que era profesor de la Facultad y Juez de lo Penal) para capturarme,
procesarme y, eventualmente, mandarme a prisión y, con bastante seguridad, des-
aparecerme. El juicio se celebró en el Centro Judicial “Isidro Menéndez” en mi
ausencia, y fuí absuelto por el Tribunal del Jurado; fueron mis defensores parti-
culares Saúl Villalta y Seth Estrada.

Recibido mi título, me apresuré a obtener la autorización de Abogado y


Notario, que normalmente no tardaba más de quince días, y lo único que se exigía,
además del título, eran las solvencias de antecedentes penales y de la Policía Nacio-
nal, de la Guardia Nacional y de la Policía de Hacienda. Aquí surgió un obstáculo,
pues las tres últimas solvencias se me negaron, seguramente porque los cuerpos de
seguridad ya me tenían registrado como un potencial “subversivo”; fue mi padre el
que logró que me las dieran y para ello habló con algunas amistades pudientes que

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

tenía en Sonsonate, dados sus vínculos sanguíneos con algunas familias de dinero
y apellido; supongo que habló con Rubén Alfonso Rodríguez, el “Chele Juayúa”,
en aquel entonces omnipotente presidente de la Asamblea Legislativa, y con el Dr.
Ávila Moreira, ambos connotados representantes de la derecha del PCN.
Cuando era perseguido por la “justicia”, el “Chele Juayúa” le ofreció a mi
padre que él me defendería o que, si lo prefería, le ayudaría para que me mandara
a Costa Rica a terminar mis estudios de Leyes; su hijo había sido mi alumno en
la Facultad de Derecho y me conocía.
En septiembre de 1979 fue “ajusticiado” por las FPL, cerca del desvío de
Sonzacate, Sonsonate. En septiembre de 1977 la Corte Suprema de Justica me
habia autorizado como Abogado y Notario de la República.

Una vez egresado de la carrera, en 1975, procedí a instalar una oficina jurí-
dica en la primera planta del Edificio Panamericano, situado sobre la 25 avenida
norte, frente al Hospital Bloom, y comencé a intentar abrirme campo en el ejer-
cicio profesional, para así complementar el salario que ganaba como instructor
de la Facultad de Derecho; esta oficina también servía para darle cobertura de
normalidad a actividades relacionadas con mi compromiso político; a esta altura
mi situación económica y familiar comenzaba a complicarse, pues ya tenía dos
hijos, Silvia y Paco.

1979 podría caracterizarse como un año de optimismo político de la RN


y de la izquierda en general; así se percibía y lo percibía en el ambiente social,
universitario e interno de la organización. Esta pasaba por un buen momento,
pues tenía un fondo de guerra, una fuerza miliciana considerable, armas suficien-
tes; pero, principalmente, porque estaba cohesionada alrededor de su dirección y
de una estrategia de guerra revolucionaria e insurrección. El FAPU y FENAS-
TRAS, contaban con una presencia y capacidad de incidencia política y social,
así como reconocimiento público, que le daban credibilidad a ese optimismo. El
triunfo de la revolución sandinista en julio de 1979 le inyectó a ese optimismo
otra dosis de factibilidad de un próximo desenlace revolucionario, el que se sin-
tetizó en la consigna “Si Nicaragua venció, El Salvador vencerá”.

La represión gubernamental se extendía e intensificaba en la ciudad y en


el campo, pero no se hacían esperar las respuestas del movimiento social organi-
zado y de las organizaciones guerrilleras.
Mis conversaciones bilaterales con Carlos Arias y las reuniones de colec-
tivo así me lo hacían sentir. Carlos me hablaba de los contactos de la RN con un
sector democrático de las FF.AA. y del recrudecimiento de las contradicciones

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

al interior del régimen militar y de la misma oligarquía alrededor de la salida a


la situación “revolucionaria” que vivía el país; la disyuntiva nacional era: salida
progresista o reaccionaria.
Lo anterior ponía a la orden del día los preparativos insurreccionales y la
urgencia de la superación de la mayor debilidad política que se tenía, que era la
dispersión de la “vanguardia” revolucionaria en 5 organizaciones, lo que obligaba
a incrementar los contactos para avanzar en la unidad de las fuerzas revolucio-
narias y en las alianzas con las fuerzas democráticas y progresistas. Este era, en
resumen, el análisis que reproducíamos en las estructuras gremiales y frentistas
en las que me movía.

Por mi parte y en consonancia con ese análisis, en ese momento me dedi-


qué a coordinar e impulsar el trabajo organizativo de los trabajadores del sector
público y fundamos la Federación Unitaria Salvadoreña de Empleados Públicos
(FUSEP), para lo cual logramos crear colectivos de lucha política-reivindicativa
en varias dependencias como el Órgano Judicial, la Fiscalía General de la Re-
pública, la Procuraduría General de la República, el Ministerio de Educación,
el Ministerio de Salud, el Instituto Salvadoreño de Turismo y el Instituto Sal-
vadoreño de Rehabilitación de Inválidos. Fueron compañeros en este esfuerzo
Jorge Urbina, Juan Osegueda, Aquiles Palacios, “El Diablo” Johnny, Pablo Flores,
Raúl “Situs”, Hugo Torres, Maribel Amaya, Filomena Claros, Miguel Cardoza y
Mario Ramírez, entre otros.

El golpe de Estado del 15 de octubre de este año vino, por una parte, a confir-
mar en cierta medida la tesis de que El Salvador estaba a las puertas de una “situación
revolucionaria” y que se acercaba un momento de definición en el que había que
tensionar y desplegar las fuerzas acumuladas para intentar tomar el poder político,
acelerando los preparativos insurreccionales, así como incrementando la actividad
armada para profundizar las contradicciones al interior del enemigo y aislar al sec-
tor fascista de la oligarquía y de la Fuerza Armada; pero por otra, a plantear una
discusión al interior de la organización y de ésta con otras organizaciones, sobre el
tratamiento correcto a darle a la Junta Revolucionaria de Gobierno ( J.R.G.), en cuyo
gabinete ya participaba el PCS. En la RN prevaleció, por lo menos así lo percibí, la
postura de incrementar la movilización popular para exigir el cumplimiento de la
proclama de la FF.AA., la cual, vista a la distancia del tiempo, era un programa de
gobierno más avanzado que el de la actual Administración Funes. Tal postura era un
cierto apoyo tácito condicionado a la J.R.G.; así lo entendí en aquel momento y me
pareció lo correcto; tuve información y signos que, a nivel de la Dirección Nacional,
esta decisión distanció a más de algún dirigente partidario.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

En esta coyuntura se me encomendó también la tarea de trabajar en el


programa de un Gobierno de Salvación Nacional, que era una alternativa que
buscaba retomar y profundizar, desde una óptica democrática, progresista y
revolucionaria, la proclama de la FF.AA.; y, al mismo tiempo, ser un instru-
mento de alianza con los sectores democráticos, en un proceso de negociación
para una eventual salida política a la crisis y a la confrontación violenta que
se veía venir, y para lo cual se estaban preparando las condiciones político-
militares. En este programa trabajé con Carlos Arias y Paco Montes, y para
ello teníamos la colaboración técnica de algunos intelectuales, entre los cuales
se mencionaba a Rafael Guido Béjar.
Por el contrario, 1980 podría decirse que fue un mal año para la Resis-
tencia Nacional. En los primeros días de enero, como parte de una campaña
militar, se atacó los puestos de los cuerpos de seguridad y la defensa civil de
Izalco. Posteriormente los “escuadrones de la muerte” asesinaron a sangre fría
al estudiante de derecho René González, conocido como “Buey Muco”, duran-
te su fiesta de bodas en la colonia “14 de Diciembre” de Sonsonate; su muerte
se relacionó con aquel operativo; yo me encontraba presente porque su casa-
miento se asentó en mi Libro de Protocolo, que se lo presté a Mario Jiménez.
En junio la Resistencia Nacional realizó otro operativo militar que se
conoció como la “Batalla de Acajutla”, el cual, militarmente, fue un éxito re-
lativo, pero organizativa y políticamente tuvo un alto costo por la represión
que se desató en la zona contra militantes, simpatizantes y colaboradores del
FAPU, lo que desarticuló todo el trabajo organizativo de la costa de Sonsonate
(Metalío, etc.), lo cual me consta.
Como conmemoración a la insurrección indígena-campesina de 1932, el 22
de enero de ese año se realizó en San Salvador la gran marcha de la unidad, que mo-
vilizó unas trescientas mil personas, quinientas mil según cálculos más optimistas; el
país se encontraba en un momento de auge de la lucha popular, social y militar, que
en la organización se calificó como una “situación prerevolucionaria” (revolucionaria,
para otros); el FAPU-FENASTRAS fue uno de los contingentes más numerosos,
conformado por estudiantes, campesinos, obreros y trabajadores públicos, y cubría
casi toda la 25 avenida norte, desde cerca de la Ciudad Universitaria hasta el Hospi-
tal Rosales. Se partió del parque Cuscatlán por la calle “Rubén Darío” hacia el centro
de la capital; yo iba con Carlos Arias y otros compañeros hablando sobre la crisis
que vivía el país y la incidencia que podía tener la movilización masiva de ese día; de
repente, cuando caminábamos por el mercado central, comenzaron a oírse disparos
sobre los manifestantes; algunos compañeros que iban con nosotros se parapetaron
detrás de unos contenedores metálicos de basura y comenzaron a responder el fuego,
sin saber a ciencia cierta de dónde venían los disparos.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Carlos me dijo que me retirara y le pidió a un miliciano, que recuerdo era


un obrero que había conocido en la huelga de INDECA o de Sacos Cuscatlán,
que me acompañara y me protegiera; yo no andaba armado. Salimos por la calle
Arce y, a partir de ahí, caminé solo de regreso al parque Cuscatlán, en el cual
todavía había columnas del BPR que comenzaban a avanzar. Supe de muertos y
heridos, pero no de cantidad ni nombres.
Con Carlos éramos compañeros y amigos y siempre tuve la impresión
que se preocupaba mucho por mi seguridad e, incluso, lo criticaban porque me
sobreprotegía y trataba de evitar que participara en actividades que pusieran di-
rectamente en riesgo mi vida; algunas veces lo oí decir que no debíamos cometer
el mismo error del ERP, cuando destinó a Lito Arce Zablah a operativos milita-
res muriendo en una acción, en el Carmen, La Unión, perdiéndose así a uno
de los teóricos con que contaba esa organización; pienso que Carlos veía en mí
cualidades para el análisis y la elaboración teórica.
En Santa Ana teníamos un local de FENASTRAS en donde se hacían
reuniones gremiales, frentistas y partidarias. Otros compañeros y yo atendíamos
los sábados por la tarde una escuela política en el Centro Universitario de Occi-
dente; la escuela era para esos tres niveles en los que solían mezclarse sus parti-
cipantes; de éstos se reclutaban futuros cuadros para las milicias y las estructuras
armadas clandestinas de las FARN.
En febrero los cuerpos represivos capturaron en ese local como a doce
compañeros, que eran atendidos por Raúl Hernández; éste y casi todos ellos
aparecieron asesinados con arma de fuego al día siguiente, por el cantón “Las
Cruces”, en la carretera de Los Naranjos, que de esa ciudad conduce a Sonsona-
te; después vi un obrero que se había salvado, quien narró lo acontecido, del cual
no supe ni su nombre ni que pasó después con él.
En abril del 80 murió Carlos Arias en San Salvador, cuando una madru-
gada el vehículo que conducía, en circunstancias no esclarecidas, incidentalmen-
te o al ser perseguido por otro auto, se precipitó en un hoyo hecho para construir
el paso a dos niveles del Centro Judicial “Isidro Menéndez”. Saúl Villalta se hizo
cargo de los trámites para recuperar el cuerpo de Carlos; con Herbert Guzmán
fuimos a recoger sus cosas (un arma corta, una cachucha, papeles, etc.). Una
de las últimas veces que hablé con él fue cuando nos vimos en la Facultad de
Derecho con Paco Montes, para valorar la muerte de Raúl Hernández. A Raúl
y Carlos los enterramos, con honores militares, bajo el árbol de amate que ésta
frente a la entrada principal de la Facultad de Medicina de la UES.
El 22 de junio de ese año, por la noche, murió Paco Montes y su esposa
María Elena, en Santa Ana; en esta ocasión también murió Tonatiuh Ramos y
una compañera llamada “Catalina”; sólo sobrevive el hijo menor de Paco, Fran-

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

cisco José. Todos fueron capturados desarmados y asesinados por efectivos de la


Segunda Brigada de Infantería, en una casa que se estaba acondicionando para
clínica médica en la Residencial Santa Lucía.
A finales de agosto se suscitó un conflicto dentro de la Dirección Re-
volucionaria Unificada (DRU), sucesora de la Coordinadora Política Militar y
antecesora inmediata del FMLN (fundado en octubre de ese año). Este tuvo
su origen en el retiro temporal de la RN por una decisión supuestamente in-
consulta, de Beto Ramos, en ese momento Secretario General del FAPU. Con
algunos compañeros comentamos que este incidente era manifestación de una
disputa hegemonista que en esa coyuntura se daba con más intensidad entre las
tres organizaciones que integraban la DRU (FPL, PCS y RN).
En septiembre de ese año ocurrió la muerte de Ernesto Jovel, primer Se-
cretario de la RN y comandante en Jefe de las FARN, en un no esclarecido acci-
dente de aviación cuando volaba sobre el mar Caribe, de Panamá a Cuba; en este
mismo accidente murieron también el pastor evangélico Augusto Coto, capellán
de las FARN, y Anabel, la hermana menor de Beto Ramos; esta información se
me dio con mucha reserva. Este suceso fue el principio de un tensionamiento
entre la Dirección Nacional y mandos intermedios, del cual sólo me llegaban
rumores, que se relacionaba con el ascenso de Fermán Cienfuegos al cargo que
ocupaba Neto y con la designación directa hecha por Fermán de miembros de
una Dirección Nacional Provisional. Este malestar fue atenuado por la necesidad
de cohesión interna que exigían los preparativos de la ofensiva general que se
lanzó el 10 de enero del siguiente año; sin embargo, esta crisis estallaría en mar-
zo de 1981, la que se intentó resolver con la realización del Tercer Consejo de
Delegados, en el cual afloraron las contradicciones incubadas meses atrás y aún
no resueltas, entre el trabajo urbano y el trabajo rural, entre el trabajo político de
masas y el militar, y entre el trabajo del interior y el trabajo en el exterior del país.
En 1980 me dediqué principalmente a organizar el sector de los trabaja-
dores públicos, junto con Jorge Urbina y algunos compañeros ya mencionados.
Este trabajo se puso en función de las dos huelgas generales que se impulsaron
en junio y agosto de este año.
En la primera logramos paralizar parcialmente, en distinta medida, las
instituciones en las que teníamos presencia e incidencia como las que antes se-
ñalé; nuestro enlace con la COMAS (Comisión de Masas de la RN) era Saúl
Villalta. En la segunda huelga, después del corte de energía eléctrica hecho por el
STECEL, fueron capturados por efectivos combinados de los cuerpos represivos
y mandados a prisión, Héctor Bernabé Recinos, Arnulfo Grande, Alfredo Re-
presa, Arturo Valencia y otros directivos del Sindicato, así como varios activistas.
Se me encomendó la tarea de hacer su defensa legal, y como un acto de solidari-

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

dad vinieron de México varios abogados, entre ellos Carlos Fernández del Real,
de origen español, Fernando Pérez, de origen argentino, y Benjamín Aguillón,
mexicano. En esta tarea también me colaboró Seth Estrada.
En marzo fue asesinado Monseñor Romero y amplios sectores de la po-
blación se volcaron a las calles de San Salvador en protesta; tanto la opinión
pública nacional como internacional expresaron su indignación. Según el análisis
que hizo la RN, este fue el momento más álgido de la situación prerevolucio-
naria, que se desarrolló entre octubre de 1979 y junio de 1980, pero que no se
aprovechó porque las organizaciones revolucionarias no estaban a la altura de
esa circunstancias debido principalmente a su falta de unidad; para el entierro de
Monseñor Romero la indicación que recibí fue que no asistiera, pues se preveía
una represión, tal como sucedió con los resultados conocidos; percibí que esta
línea de no asistir no fue del agrado de algunos compañeros.
A principios de este mismo año, por medio de Juan Osegueda, que mante-
nía vínculos con la Democracia Cristiana, me enteré de la separación de Rubén
Zamora, Jorge Villacorta, Héctor Silva, Marina Avalos, Juan José Martell, Fran-
cisco Díaz, Pedro Barrera y otros dirigentes de ese partido, que conformaron
luego el Movimiento Popular Social Cristiano (MPSC) con el cual la RN hizo
una alianza temporal; de este contingente social cristiano decidió militar con la
RN, Alberto Arene, quien hizo un valioso trabajo de relaciones diplomáticas en
Estados Unidos durante la década de los ochenta, de cara a buscar una solución
política al conflicto militar.
A propósito de esta relación, me viene a la mente un suceso que creo
oportuno narrar, pues refleja el ánimo, casi irresponsable, con el que asumíamos
nuestro compromiso; sucedió que un día de enero de 1980, después de la recom-
posición de la Junta de Gobierno, y con motivo de que algunos integrantes del
MPSC fueron objeto de persecución policial y tuvieron que salir del país, Juan
Osegueda se me acercó y me dijo que Francisco Díaz, por razones de seguridad
abandonaría el país y quería entregarme una arma de fuego que tenía en su casa,
pero que ésta era vigilada por los cuerpos represivos; decidí ir a traerla y para
ello simulé que era Juez Ejecutor de Embargo y me hice acompañar de Mario
Ramírez, “El Peludo”, como mi secretario de actuaciones. Así me dirigí a la casa
situada, si mal no recuerdo, en la colonia América o Manzano; al llegar, efecti-
vamente, la casa estaba rodeada por soldados del FFAA; me dirigí a un sargento
que los comandaba y le expliqué mi cometido, quien amablemente me franqueó
la entrada; en un dormitorio, en una gaveta de una mesa de noche, encontré un
revolver “Colt Cobra”, de cinco tiros, calibre 38 largo, cacha de madera enrollada,
como los que usaban los tahúres de las películas del viejo oeste norteamericano;
me imagino que era un arma de colección, herencia de familia. Con el arma en

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

mi poder, oculta en mi saco, salí de la casa y me despedí del sargento. Este revól-
ver supuestamente para la organización, decidí no entregarlo y conservarlo, dada
su calidad y rareza, y lo deposite con mi hermano Beto para que lo guardara,
previendo eventuales registros; después de la ofensiva de enero de 1981 y del
cateo a mi oficina jurídica y de la casa de mis padres en Sonsonate, mi hermano
la escondió y después se la robaron en el camino cuando intentó salir para USA.
Otra tarea que me encomendaron, una vez que me autorizaron como
notario (1977) fue que casara a los compañeros y compañeras que mantenían
relaciones maritales de hecho; recuerdo entre ellos a Gilberto Meléndez, Eric
López, Roberto Benítez, Esperanza, la hermana de Juan Osegueda, la hermana
de Jorge Ramírez, Celso Castro e Irma Najarro, César Hidalgo, Oscar Fernán-
dez, entre otros. A algunos de estos compañeros (as), incluso, los llevaba de “luna
de miel” a un rancho de la playa de Metalío, que me lo prestaba el Mayor Melara
Vaquero, un militar de fila, buena onda, que había sido mi alumno; este rancho
en algunas ocasiones lo utilizábamos para reuniones políticas.
Me ocupaba también a los compañeros y compañeras capturados y des-
aparecidos, así como de hacer la defensa legal de otros que habían sido captura-
dos y presentados a los tribunales. En esta tarea de pedir exhibiciones personales
o “habeas corpus”, en algunas ocasiones me acompañó Félix Ulloa; me viene a
la mente la búsqueda de Lil Milagro Ramírez, Manuel Rivera y del Dr. Carlos
Madriz en la Guardia Nacional; en cuanto a defensa legal recuerdo la de Ricardo
Vásquez.
Ese año, con Mario Jiménez montamos una oficina jurídica en Sonsonate,
que era una fuente de sobrevivencia pero también una base de apoyo logístico
para el trabajo en la zona; casi al mismo tiempo fundamos una extensión del
Socorro Jurídico de la Facultad de Derecho en la casa de Mario, en el Barrio
“El Pilar”. Debido a la represión que se desató tuvimos que cerrar ambas. Mario
Jiménez había sido encargado del Socorro Jurídico de la Facultad de Derecho,
después que Saúl Villalta se dedicó a otras tareas; en Sonsonate colaboró en la
asistencia legal de un conflicto laboral de SIPES con la patronal de CEPA, pero
fue amenazado a muerte y en junio tuvo que abandonar el país hacia México.
Posteriormente en este mismo período, en 1981, asesinaron en Sonsonate a va-
rios jóvenes vinculados con la organización; tengo siempre presente a Mario
Rivera, estudiante de Derecho e integrante del grupo musical “La Compañía
10”. La represión era despiadada en Sonsonate, bajo las órdenes del Jefe del Des-
tacamento Militar Coronel Elmer González Araujo, y ejecutada por personajes
siniestros como el Capitán Medina Garay y el Teniente Villanueva.
En noviembre de 1980 había sido la masacre campesina de la Cooperativa
del cantón “Las Hojas”, de San Antonio del Monte. Dadas las amenazas que

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

recibí en este momento comencé a portar un arma de fuego que me proporcionó


Paco Montes; la información sobre el peligro que corría me la daba un empleado
del Órgano Judicial, que colaboró con el FAPU, y que después fue cooptado por
la derecha, cuya cara política visible era, en ese momento, el Dr. Castro Nájera,
también asesor “legal” del aparato represivo que operaba en el departamento.
1981, fue un mal año para mí. El peligro de la represión gubernamen-
tal, de ser capturado, desaparecido o asesinado por los cuerpos de “seguridad”,
siempre fue un acompañante incómodo en mi vida, tanto privada como políti-
ca, desde que comencé a involucrarme en actividades gremiales y frentistas ya
vinculado a la R.N. a partir de 1974-75; sin embargo, no obstante ser el peligro
una presencia objetiva inmediata, subjetivamente no me producía un efecto que
disuadiera mi participación, sino, más bien, lo asumía como un riesgo calculado,
como una amenaza mediata que podía ser evitada a pesar de la experiencia diaria
de compañeros(as) que desaparecían o morían; la ausencia de este efecto para-
lizante aun cuando tenía que ver con cierta inconsciencia del peligro, también
era producto de la convicción de la justeza de una causa, de la pertenencia a una
organización que me “protegía” y de una vergüenza personal de quedar mal con-
migo mismo y con otros que en mi confiaron.
Durante los años que trabajé, principalmente en el ámbito urbano, fui
perseguido, intentaron capturarme y me dispararon, me escapé de situaciones
difíciles, cumplí con tareas arriesgadas, puse en peligro a mi familia y evadí, como
pude, el abrazo frío de esa acompañante caprichosa que es la muerte. Hoy pienso
que estoy vivo porque “no me tocaba todavía”, pero también porque otros me
protegieron o hicieron lo que yo pude haber hecho e, incluso, murieron por mí.
Recuerdo que mi mamá me dijo, cuando la volví a ver en 1987, que era San An-
tonio del Monte el que me cuidaba; concluyo que en parte fue cosa del azar, de
algunas medidas básicas de seguridad, de una cierta rutina “irregular” con la que
me movía, que me hacía a ratos imprevisible y, quizás, porque al enemigo, hasta
cierto momento, me vio como un abogado con vida “normal”, como otros que
al dejar la Universidad se olvidaron de sus afanes “revolucionarios”, o, como me
decían algunos compañeros, como un intelectual inorgánico, liberal y disperso.
Lo cierto es que siempre me preocupé por darle credibilidad a mi ru-
tina profesional y hogareña, en aplicar aquella norma que “el más ilegal debe
ser el más legal”; por otra parte, en mi vida colectiva, en algunos momentos
reforzábamos nuestra sicología de lucha comentando experiencias de tortura
y del comportamiento de los torturadores y recibiendo indicaciones de cómo
actuar en caso de ser capturado, cómo resistir la tortura y de cómo preservar la
seguridad mediante la aplicación de las reglas de las 3D (disciplina, discreción
y desconfianza).

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Para la ofensiva general de enero de 1981 me involucré en tareas pre-


paratorias de carácter logístico (sin saber exactamente para que lo hacía), en
medio del clima represivo que caracterizó el segundo semestre de 1980, ade-
más de dedicarme a la recomposición del trabajo organizativo de los emplea-
dos públicos. El 10 de enero, día del inicio de la ofensiva, me quedé “varado”
en Ilopango, durante la tarde, al perder el contacto con quien debía darme
instrucciones (nunca supe quién era y cuál era la tarea). Tardé varios días en
retomar la relación con la organización en el trabajo urbano de masas; si mal
no recuerdo, fue con Saúl o con Manolo, en mi oficina jurídica; después vinie-
ron los balances y los preparativos para el Tercer Consejo de Delegados que
se celebró en la Habana en junio de ese año. Se me llamó a participar en el
pre consejo, que fue en abril, pero a última hora fui marginado, aduciendo que
aún seguía sancionado (esa sanción venía desde 1975 y nunca fue formalmente
levantada; tal pérdida de derechos se debía a una conducta “poco ortodoxa” en
mis relaciones maritales, se decía).
Ya no fui, por supuesto, al Tercer Consejo; después hasta me alegré por-
que un buen número de compañeros(as), al regresar, fueron capturados y des-
aparecidos; se dice que fue a causa de la infiltración o traición del “Negro” Ma-
rio, que poco tiempo después se pasó a colaborar abiertamente con el enemigo
y murió a manos de éste.
Mi primera oficina jurídica la monté en 1977 con Leo Segovia, en el Edi-
ficio Panamericano, sobre la 25 avenida norte, frente al Hospital “Bloom”, cerca
de la UES; sin embargo, por precaución la trasladamos al Edificio “MM”, cerca
del Centro de Gobierno, frente a la Universidad Politécnica; ahí la mantuve
hasta 1980 como lugar de trabajo profesional, pero también era utilizada como
base logística de actividades armadas de la organización, como centro de repro-
ducción de documentos internos, etc. Nunca tuvimos problemas de seguridad,
pero los compañeros, suponiendo que ya estaba “quemada”, me sugirieron que la
cambiáramos; ese mismo año la regresamos al edificio Panamericano, que tam-
poco había sido objeto de cateos o de vigilancia policial directa, no obstante estar
en una zona muy conflictiva dada su cercanía con la Universidad de El Salvador
y la Embajada Americana.
Esa oficina, después de la ofensiva de enero del 81, se convirtió en un lugar
de reencuentros, de reuniones, de descanso, para tomar café, leer el periódico,
hablar por teléfono, orinar, fotocopiar documentos, ahí llegaban casi a diario
“Cooper”, “Manolo” y otros compañeros; en resumen, se volvió sospechosa de
su fachada abogadil; dimos poca importancia a una situación obvia: que toda la
periferia de la Embajada había sido declarada zona de seguridad y por ello, los
controles se habían incrementado.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

En el mediodía del martes santo de 1981, en abril, un operativo com-


binado de la Guardia Nacional y de la Primera Brigada de Infantería ocupó
mi oficina jurídica con el propósito de capturarme; algunos compañeros, como
Manolo, lograron escapar momentos antes cuando advirtieron movimientos sos-
pechosos de cuerpos de seguridad; yo andaba cobrando unos honorarios que me
debía un cliente y ya no regresé por atender otros compromisos personales; eso
me salvó. Manolo me avisó y Leo Segovia me buscó y con su vehículo me llevó
a otra casa que últimamente alquilaba con mi familia. Durante el cateo cayó
en manos de la Policía una agenda personal, un balance del trabajo en el sector
público, un revólver 22 Magnum y dinero en efectivo, entre otros objetos; esa
misma noche me buscaron en la colonia Escalón, guiados por el ordenanza que
trabajaba conmigo, pues éste les dijo que por ahí vivía; esa misma tarde penetra-
ron en mi apartamento de la colonia Zacamil, cuya dirección estaba en la agenda,
que se lo había prestado a mi hermano Beto y éste lo había dejado porque se
trasladó a Sonsonate; también llegaron a la casa de mis padres, en el Barrio El
Pilar de Sonsonate; dijeron que buscaban armas; no hubo capturas y, en honor
a la verdad, los efectivos se comportaron inusualmente tranquilos y trataron con
respeto a quienes ahí se encontraban; después me contaron que los que dirigían
el operativo conocían a miembros de la familia y, sigo pensando, que quienes lo
ordenaron sabían que mi papá era persona conocida y estimada en mi pueblo;
días después supe que la inteligencia militar me confundía con el Comandante
Sergio, desaparecido después y al cual ni siquiera conocía. Con posterioridad me
enteré que era hermano de Jaime Hernández, obrero de la fábrica textil “Mejo-
ramiento Social” de San Miguel, donde yo llegué algunos fines de semana a dar
“Escuela Sindical”, desaparecido en 1972. Roberto Turcios me habló de Jaime y,
en 1974, pusimos su nombre a un certamen cultural de la AED.
A partir de ese día mi principal preocupación consistió en evitar que
me capturaran y comunicarme con los compañeros para decidir cuál sería el
camino a tomar para continuar trabajando, sobrevivir económicamente y sal-
vaguardar la seguridad personal, de mi familia y de la organización. Aun cuan-
do logré sacar mis enseres de la oficina e intenté montarla por otro lado, ya
no pude seguir atendiendo a los clientes que tenía, quienes eran mi principal
fuente de ingresos, pues ya no seguía laborando como profesor a medio tiempo
de la Facultad de Derecho, porque la UES había sido ocupada militarmente
desde 1980 y cerrada a raíz de los acontecimientos de enero de 1981; mis casos
legales se los pasé a Seth Estrada y poco a poco me fui quedando sin recursos
económicos; nunca había recibido dinero de la organización, pero en esta oca-
sión Saúl Villalta me entregó ¢150.00. Me comunicaba ocasionalmente con
Manolo quien me dijo que había dos opciones: que me fuera para Guazapa o

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

que saliera del país, Costa Rica o México; en ese momento me pareció más
razonable la segunda opción, dado el deterioro de la relación que mantenía
con el sector de la organización con el cual últimamente estaba asignado; aní-
micamente no me encontraba bien, pues no sólo me perseguía el enemigo,
sino también había compañeros que me amenazaban con “ajusticiarme” por
desobedecer los lineamientos partidarios e irrespetar las normas de conducta
“revolucionaria”; se referían a mí discrepancia con la Comisión de Masas, en
el marco del conflicto interno que estalló en el Tercer Consejo de Delegados
alrededor del tensionamiento campo-ciudad e interior-exterior; se volvió a re-
tomar el expediente de mi vieja sanción; hacía poco se me había desplazado
de la coordinación del trabajo del sector público y se me dejó como “asesor”;
concretamente se me vinculaba con el sector militar de Guazapa y del Me-
tropolitano, con el cual la Comisión de Masas se encontraban distanciada;
seguramente mis desencuentros con Saúl y mi amistad con Manolo contribuyó
a esa sospecha.
La moral de lucha se mantiene, en gran medida y como antes lo dije, por
la confianza que se tiene en la organización; en mi caso se debilitó esa confian-
za por las divisiones internas originadas en los problemas que se venían arras-
trando desde la muerte de Ernesto Jovel y que el Tercer Consejo no resolvió
y que, más bien, profundizó; la unidad de conveniencia que se logró, antes de
la ofensiva de enero, se resquebrajó al no poderse asimilar el desbalance entre
las expectativas de triunfo que se despertaron, los resultados obtenidos y las
consecuencias negativas que se sucedieron posteriormente a la misma.
Reflexiono que lo peor que le puede pasar a un militante es precisamente
ese debilitamiento de la confianza en su organización, especialmente cuando
son compañeros los que te tratan con ingratitud, por decir lo menos; a eso hay
que agregar que son muy pocos los que se arriesgan a ayudarte; yo, con suerte,
conté con el apoyo de mi familia inmediata y de algunos amigos y compañeros,
a quienes guardo un profundo agradecimiento, entre los que se encuentran el
“Chele” Hermes y su familia, Alfonso Chacón, Leo Segovia, Silvia, Doña Rita
y la niña Rosa.
Una vez tomada la decisión de salir del país me dediqué a prepararme
para eso y el 3 de mayo de 1981 salí para México, vía terrestre, con papeles
falsos, en un tráiler conducido por Eduardo Chacón que muy solidariamente
se prestó a esa arriesgada tarea. La idea era llegar a Guatemala y ahí obtener
visa para México; la mala suerte quiso que la Embajada Mexicana se encon-
trara cerrada por ser cinco de mayo; entonces decidí regresar al país, pues debo
confesar que no me iba convencido de que salir fuera la mejor decisión, no sólo
por razones políticas sino también por razones afectivas.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Cuando regresé al país me encontré con el hecho de que ya era noticia el


operativo de mi captura, pues la radio “Venceremos” lo había difundido y agen-
cias internacionales de prensa la habían retomado. Enterado de mi regreso, Ma-
nolo insistió en que tenía que salir, pues los espacios para moverme se reducían
cada vez más; me recordó el riesgo que se corría con mi presencia en el país, pues
la inteligencia policial me confundía con el Comandante Sergio y me buscaban
con especial interés. Esta confusión me la había confirmado, pocos días antes,
Luis Domínguez Parada, quien había hablado con Reynaldo López Nuila, el
comandante “Aquiles Baires”, en esa época Director General de la Policía Na-
cional. Por segunda vez salí hacia México, gracias a Leo Segovia, quien conocía
la ruta de los “mojados”; Leo me llevó por tierra hacia Tapachula y ahí tomé un
avión al Distrito Federal; llegué el 8 de mayo y me alojé en el Hotel Canadá, sólo
con una “mariconera”, un cepillo de dientes, mi pasaporte, unos pocos dólares, la
mudada que llevaba puesta y la dirección de dos amigos: Rubén Calderón, “El
Chapin”, ex compañero de la RN que vivió en El Salvador y tuvo que salir por
similares razones; y Carlos Fernández del Real, abogado español radicado en
México, a quien conocí cuando visitó el país con motivo de la defensa penal que
hice de los sindicalistas de CEL capturados durante la huelga general de agosto
del 80. Como a los dos días llegó Rubén y me llevó para su casa en Texcoco, en
el Estado de México, cerca de la Universidad Autónoma Chapingo.

1.5 MI ESTANCIA EN MEXICO


Mi principal preocupación en México fue sobrevivir y estabilizar mi si-
tuación migratoria; lo primero, al principio, lo hice gracias a la solidaridad de
Rubén Calderón y de Carlos Fernández del Real; ambos me dieron alojamiento
y alimentación en sus casas. Rubén me ayudó a conseguir el trabajo en la Uni-
versidad Autónoma Chapingo ((UACH); en noviembre de 1981 ya era docente
de Sociología General adscrito a la Oficina de Investigación y Formación de
Profesores (INFOPROF) del Departamento de Preparatoria Agrícola, debido
también al apoyo del Sindicato de Trabajadores de esa Universidad (STUA-
CH), particularmente a la actitud fraternal de mexicanos como Jorge Ocampo,
su secretario general, y Antonio Rueda Márquez, así como Francisco Sotomayor,
Guillermo Ortiz y Eduardo Carrillo, mis compañeros de oficina.
Mi situación migratoria, como asilado político, se resolvió en poco tiempo
por la gestión de Carlos Fernández del Real, quien mantenía relaciones cercanas
con Fernando Gutiérrez Barrios, Sub Secretario de Gobernación, responsable
de la inteligencia política durante el sexenio del Presidente José López Portillo.
Mi otra preocupación fue revincularme con el trabajo político de la Re-
sistencia Nacional en México; a través de Rubén conocí la oficina de solidaridad

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

con del FMLN situada en colonia “Los Pinos”, en México, DF; aquí me reen-
contré con Mario Jiménez y Roberto Turcios, que habían llegado a México en
junio del año anterior por razones similares a las mías, y que ya se encontraban
vinculados con la organización. En esta oficina se desempeñaba como respon-
sable de las relaciones Antonio Hernández, a quien lo había conocido en El
Salvador como colaborador de la RN en el trabajo sindical; nos hicimos amigos
cuando asumimos juntos la defensa penal de Miguel Villalobos y Roger Blan-
dino Nerio que estaban capturados como reos políticos y se les relacionaba con
el ERP. Toño vivía en San Jerónimo con su compañera Aracely Zamora ( Julia)
y su pequeña hija Amarilis, en un seminario bautista, en el cual se coordinaban
actividades de solidaridad con el proceso revolucionario salvadoreño; supe que
el uso de ese espacio era posible por las gestiones de Carlos Sánchez y Augusto
Coto, pastores evangélicos salvadoreños cercanos a la organización.
Dada mi condición de “sancionado” se me reclasificó como colaborador y
en esta calidad, con el “seudónimo” público de Eliseo Ruiz, comencé a trabajar
con Toño en la redacción del boletín informativo internacional del FMLN en
México; esta labor la realicé durante más de un año; al mismo tiempo y con la
colaboración de “Julia”, me dediqué a escribir mis “memorias políticas”; de este
ejercicios surgieron varios documentos en los que resumí mi experiencia perso-
nal y mi conocimiento de “la teoría de la revolución” que había adquirido durante
mi militancia con la RN; estos manuscritos los extravié en mis idas y venidas y, a
lo mejor, se encuentran en algún archivo personal por ahí; recuerdo que escribí,
entre otros temas, sobre el carácter y la vía de la revolución en El Salvador; el
movimiento sindical salvadoreño; la situación de los trabajadores salvadoreños
durante la Junta de Gobierno Militar-Democristiana (éste fue publicado por
una revista mexicana); el movimiento estudiantil universitario; y sobre el movi-
miento humanitario.
No obstante esa limitación orgánica, al mismo tiempo, por mi iniciativa
comencé a promover la solidaridad con la revolución salvadoreña; para ello me
apoyé en las relaciones que hice en la UACH y fundé un comité al cual se incor-
poraron “Diana” (La China), “Susana”, Elsa Corvera, Julio Bacca, Ángel Vargas,
Alfredo Rodríguez, Ramón Pérez, Aileen Haley, Mari Carmen Rojas, Armando
Martínez Verdugo y Edgard Palacios, entre otros. A partir de este comité y con
el apoyo de Toño nos extendimos a otras provincias, en donde ya estaban otros
salvadoreños haciendo lo mismo, particularmente a Guadalajara (Mario Rodrí-
guez y su compañera Celia Beltrán, Carlos Tavares, Porfirio Cerritos, Roberto
Antillón…), Monterrey (Efrén Reyes…), Puebla (Don Pepe Rodríguez Ruiz,
Ovidio Cerón, “El Mico”, Fabito Castillo…) y Guerrero (Enrique González
Ruiz…), Tlaxcala, Colima, Morelia, entre otros. El trabajo consistía en labores

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

de difusión, de recolección de fondos y ayuda material, análisis, reclutamiento


personal y apoyo logístico; algunos de los compañeros mexicanos que nos co-
laboraban, posteriormente se incorporaron al trabajo en el interior; recuerdo a
Ramón Pérez y a Carlos Tavares; esto se facilitaba por la tolerancia del gobier-
no mexicano, siempre y cuando respetáramos una sola regla: no meternos en
los asuntos internos; y por la ayuda de sindicatos como el SUTIN y el STU-
NAM, por mencionar los principales, y de compañeros mexicanos del MAP
(Movimiento de Acción Popular) como Toño Gergensson, Arturo Walley, Pepe
Woldemberg y Luis Emilio Jiménez Cacho; tengo también presente a Luciano
Concheiro, militante del PCM.
Como expresión organizativa de este trabajo de solidaridad también fun-
dé la Asociación Internacional por la Paz en El Salvador (AIPAS), cuyo lo-
cal lo pusimos en el Seminario Bautista de San Jerónimo; en este esfuerzo me
acompañaron Sonia Riveiro (brasileña), María Luz Casals (“Lucia”, argentina),
Mari Carmen Rojas (mexicana), Alfredo Rodríguez (mexicano) y Juan Luján
(mexicano).
Así estuve trabajando en la UACH y promoviendo la solidaridad, hasta
1984, cuando la Dirección del trabajo en el exterior me tomó más en serio, debi-
do, quizás, a los resultados obtenidos y a mi actitud de lealtad y compromiso con
la organización; entre los integrantes de la Dirección en México recuerdo a Don
Pepe (“Feliciano”), Félix Ulloa (“Pepe”), Oscar Acevedo (“Andrés”), José Luis
Quan (“Iván”), y al “Negro” Daniel. Este año me anunciaron la decisión de que
debía trasladar la coordinación del trabajo de solidaridad, pues tenía que retornar
a El Salvador; pocos meses antes El Chino “Iván” lo había hecho. Recuerdo que
Daniel me dijo que me preparara y que le diera unas fotos que serían utilizadas
para mis “papeles”. Estuve en espera todo ese año, lo cual me producía inestabi-
lidad, así como una mezcla de alegría y tristeza, de entusiasmo y de temor, pues
implicaba dejar otra vez mi entorno y regresar a un país diferente al que dejé
años atrás, con las rupturas y riesgos que ello implicaba; sin embargo prevalecía
el deseo de regresar, pues creo que a todos lo que estábamos en el exterior, por
distintas razones y circunstancias, siempre tuvimos un sentimiento de culpa, por
haber salido, sentimiento que era reforzado por la actitud de algunos compañe-
ros del interior que llegaban frecuentemente y nos recordaban esa situación, la
cual cargábamos con cierta vergüenza.
A principios de 1985, me pidieron nuevamente otras fotos y me dijeron
que esta vez sí era en serio; que para ello debía dejar el trabajo de solidaridad para
desvincularme de las relaciones que manejaba, pues por razones de seguridad no
convenía que tuviera actualizada la información cuando entrara al país; por un
tiempo, se me dijo, se me ubicaría en el Centro de Estudios Centroamericano

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

de Relaciones Internacionales (CECARI) y que me integraría a un equipo que


dirigía Breny Cuenca, como directora académica, pero cuyo responsable político
era Roberto Turcios. El CECARI era un proyecto de la RN fundado por Breny
y Félix Ulloa, en 1983, distinguidos intelectuales mexicanos y latinoamericanos
como Gregorio Selser, LuchoMaira, Miguel Inzulsa, entre otros, con el propósi-
to de establecer relaciones para efectos de información, análisis y difusión de la
realidad salvadoreña y regional, especialmente sobre las políticas de la adminis-
tración norteamericana. Aquí me encontré con Aracely Zamora (“Julia”), Marvel
Interiano, María Luz Casals (“Lucía”), Gustavo Rosa (“Ricardo”), Carlos Fede-
rico Paredes Castillo; había también compañeros de otras nacionalidades como
María José (hondureña), Armando Maldonado, Alberto Monterroso y Alma
Baldizón (guatemaltecos). Asimismo colaboraban cercanamente académicos
como Irene Sánchez, Lilian Bermúdez y Lucrecia Lozano (mexicanas), Frances-
ca Gargallo (italiana), Ricardo Córdova (salvadoreño), Álvaro Echeverría (mexi-
cano), hijo del ex presidente Luis Echeverría, Ricardo Benítez (mexicano), Ro-
drigo Páez Montalván (costarricense), Víctor Ferrigno (guatemalteco); lo mismo
que periodistas como Carmen Lira y Blanchi Petrich (mexicanas del periódico
UNO+UNO), Horacio Castellanos Moya y Víctor Flores (salvadoreños).
Cuando llegué al CECARI se fundó el Programa de Capacitación Po-
pular y se me nombró encargado del mismo. Con este programa comencé a dar
formación política y metodológica a salvadoreños en México y en poco tiempo
se hizo extensivo a otras nacionalidades de la región (hondureños, nicaragüen-
ses, guatemaltecos y mexicanos) que los enviaban sus organizaciones civiles. El
programa se extendió a otros países de la región, a Honduras principalmente, y
a El Salvador, por supuesto; del método utilizado fue el taller y ello me obligó a
formarme en el campo del método de la educación popular.
Los talleres eran sobre análisis de coyuntura, metodología de educa-
ción popular, metodología de organización sindical, metodología de comu-
nicación política, entre otras materias; mi vocación y formación docente me
sirvieron mucho, pero tuve que estudiar y aprovechar la experiencia de otros;
realmente no recibí cursos formales pero sí aprendí de los maestros del CE-
CARI como Rodrigo Páez e Irene Sánchez, y de otros del Centro de Estu-
dios Ecuménicos (CEE), con los cuales “Lucía” mantenía vínculos estrechos,
igualmente de mis compañeros de trabajo de INFOPROF como Eduardo
Carrillo y Juan Piña y de otros mexicanos, cuyos nombres no recuerdo, que
trabajaban con el Instituto Mexicano de Desarrollo Comunitario (IMDEC)
con sede en Guadalajara, especialistas en técnicas de educación popular, con
los cuales Mario Rodríguez mantenía excelente relaciones, especialmente
con Roberto Antillón, salvadoreño.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

En los primeros años de mi estadía en México intenté estudiar la maestría


en Sociología Rural de la UACH, pero mi dedicación al trabajo de solidaridad
no me dio tiempo; sin embargo, pienso que mi trabajo en el CECARI y mis
vivencias con el movimiento social de la región me “graduó” en el campo de la
educación popular; estas vivencias fueron especialmente gratas con compañeros
de Honduras, quienes me trataron con una fraternidad y solidaridad que pocas
veces encontré en otro lugar; quizás fue porque nos admiraban y nos veían como
un ejemplo de compromiso revolucionario a seguir; esta admiración llegó a ex-
tremos de que cada una de las organizaciones que conformaban el FMLN tenían
su referente homólogo en Honduras; se me dijo que la RN tenía una estrecha
relación, si recuerdo bien, con el Frente Morazanista de Liberación Nacional; lo
cierto es que bastantes hondureños y hondureñas se incorporaron, junto a otros
internacionalistas, a la lucha del pueblo salvadoreño e, incluso, algunos ofrenda-
ron su vida por la causa nuestra.
Esa formación y experiencia me sirvió para enfrentar otros retos educa-
tivos a mi regreso al país, particularmente con el movimiento popular a partir
del IEJES, y en la Facultad de Derecho de la UES, en donde fundé en 1990 el
Seminario de Graduación en Ciencias Jurídicas.
Además de mi inserción en el CECARI, que se prolongó más de lo pre-
visto (1985-1990), continué laborando en la UACH; en 1987, aprovechando
el año sabático a que teníamos derecho los profesores de esa universidad, entre
otras prestaciones, ingresé temporalmente a El Salvador a impartir talleres de
capacitación al movimiento social vinculado al FMLN; me acompañaron los
mexicanos Salvador Durán e Irene Sánchez; esta tarea fue posible por la colabo-
ración de la UES, especialmente de Armando Herrera, su Secretario de Relacio-
nes Internacionales, y de Adonay Pimentel, compañero normalista que trabajaba
en la Facultad de Ciencias Agronómicas.
Ingresé en mayo de ese año con papeles falsos, gracias a la “complicidad”
de la Oficina de Asilados Políticos de México, la que me dio permiso para viajar
legalmente a Guatemala y desde ahí entré al país con una cédula de identidad
con otro nombre; ya en el país obtuve una cédula con mi nombre verdadero
por medio de Don Mauro Estrada, en ese entonces Secretario Municipal de la
Alcaldía de Mejicanos. Entré por tierra, por la frontera de “La Hachadura”, por
el litoral de Ahuachapán; y ahí enfrenté la prueba de fuego que, se decía, debía
pasar todo aquel que regresaba al país después de haber salido por razones de se-
guridad: mantener la sangre fría ante un peligro inmediato de represión; al pasar
esa frontera el autobús fue detenido por un operativo del ejército y se registró
e interrogó a los pasajeros; pasamos sin novedad la prueba y eso me fortaleció
anímicamente; la guerra estaba en pleno desarrollo y eran días difíciles para los

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

activistas que se movían en la ciudad, pues los aparatos de inteligencia y de re-


presión del gobierno demócrata cristiano centraban su atención en el esfuerzo
reorganizativo del movimiento social; una muestra de ello fue el “cateo” que se
hizo al local en donde realizábamos un taller de capacitación, en un centro de
retiro religioso situado próximo a la carretera troncal del norte, cerca de Nejapa,
el cual enfrentamos sin novedad.
Cuando regresé del año sabático, en 1988, algunos miembros del CE-
CARI, Breny Cuenca, Irene Sánchez y Roberto Turcios, estaban involucrados
en la conformación de un equipo de análisis, asesor de la dirección de la RN;
se me llamó a que me integrara, por lo que a partir de ese momento mis res-
ponsabilidades de capacitación se combinaron con la de estudio y discusión de
la situación política salvadoreña y regional; esto hizo más difícil de sostener mi
relación laboral con la UACH, la cual mantenía gracias a la comprensión de mi
jefe inmediato, Guillermo Ortiz, y de los Jefes del Departamento, como Edmun-
do Pérez, entre otros.
Por razones de asesoría política, mis viajes a Nicaragua se hicieron rela-
tivamente frecuentes, pues ahí se reunía parte de la comandancia de la RN; así
fue como conocí personalmente a Eduardo Sancho (“Fermán Cienfuegos”) y
me reencontré con Roberto Cañas (“Rubén Rojas”), Carlos Asencio (“Eduardo
Solórzano”) y Ricardo Vásquez (“Leo Cabral”). En esta misma época se inten-
sificó la cooperación del CECARI con el movimiento social hondureño, lo cual
planteó la necesidad de viajar más seguido a Honduras a desarrollar talleres de
capacitación popular; esta tarea fue intermediada por la FUTH, dentro de cuyos
dirigentes recuerdo a Héctor Hernández, Ayax Irías, Carlos Rápalo, Carlos Lei-
va, la “Loncha” y el “Tigre”, entre otros y otras.
Cumpliendo esas tareas me encontró la ofensiva militar del FMLN de
noviembre de 1989; en octubre había estado en El Salvador y salí para México
un día antes del atentado dinamitero al local de FENASTRAS, perpetrado el
31 de ese mes por efectivos militares gubernamentales, en el cual murieron va-
rios sindicalistas, entre ellos Febe Elizabeth Velásquez. La ofensiva la pasé en
Managua dándole seguimiento a las acciones militares y haciendo comunicados
para la prensa internacional que también eran difundidos por las radios de la
insurgencia.
A principios de 1990, mi situación en México era prácticamente insoste-
nible, pues mis compromisos con la organización y las demandas que ésta me
planteaba, a través del CECARI y de otras instancias partidarias, ya no me permi-
tían asumir responsablemente mis labores académicas en la UACH; así que decidí
abordar el asunto con mis responsables en México y en Managua y se me autorizó
que, ahora sí, tenía que regresar definitivamente a El Salvador, por lo que comencé

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

a prepararme para asumir ese nuevo reto; lo primero que hice fue renunciar a mi
trabajo en la UACH, ordenar mi separación del entorno familiar y político que
había construido en México y comenzar a retomar relaciones en mi país para solu-
cionar el problema de mi sobrevivencia y mi reinserción social y laboral.

1.6 EL REGRESO A EL SALVADOR Y MI REINSERCION SOCIAL


El 7 de julio de 1990 regresé del todo a El Salvador; la misión que traía
era impulsar la organización de un partido político; se me dijo que la negociación
iba en serio (los acuerdos de Ginebra se habían firmado en abril de este año) y se
avecinaba un período de cierta apertura democrática para darle credibilidad a ese
proceso; que eso planteaba una oportunidad para aprovechar los espacios legales
que eventualmente se abrirían y que para ello se requeriría de un instrumento
idóneo para las nuevas formas de lucha que se le demandarían a la R.N. Entendí
y así se lo expliqué a los compañeros que se involucraron más cercanamente con
el proyecto, que éste reto suponía que en el futuro inmediato podrían configu-
rarse dos escenarios: que la negociación no daría para un cese de fuego o que
éste sería inestable y precario y, en consecuencia, el FMLN no se desmovilizaría
o sólo lo haría aparentemente, pero que siempre habría que ocupar los espacios
que se abrirían; o que la negociación llevaría a un cese de fuego definitivo, que el
FMLN se desmovilizaría realmente, se convertiría en partido político y enfren-
taría el reto de participar en la lucha electoral, pero que cada una de las organi-
zaciones que lo conformaban tendrían siempre su referente autónomo dentro de
una nueva alianza política.
Para la construcción de este partido se pensó en dos instrumentos: una
revista y un centro de producción de pensamiento. La primera se comenzó a edi-
tar en México con la colaboración de intelectuales amigos del CECARI, entre
ellos Irene Sánchez; se le llamó “El País” y se publicó un número experimental
o “cero”, del cual unos cien ejemplares circularon en algunos espacios políticos
y académicos salvadoreños. Para impulsar el segundo me apoyé en un equipo
de compañeros de la Universidad de El Salvador, entre los que recuerdo a Eric
López, Miguel Paredes, Magdalena Morales y Adolfo Flores Cienfuegos; al-
rededor de este núcleo se logró aglutinar unos cien profesionales de distintas
disciplinas que se identificaron con la idea de la creación de este “tanque” de
pensamiento, cuyo nombre fue Instituto de Estudios sobre El Salvador (IES).
Como IES nos reuníamos cada semana para discutir la situación del país y
las perspectivas inmediatas, así como la factibilidad de obtener un financiamien-
to para sostener el desarrollo del proyecto; en este espacio la relación entre el IES
y un partido político no era un asunto de agenda, pues se manejaba únicamente
en el núcleo gestor.

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Yo me veía bilateralmente con Fermán Cienfuegos para darle seguimiento


al proyecto; posteriormente apareció Félix Ulloa y se incorporó al colectivo; un
buen día, me imagino que de acuerdo con Fermán, presentó la propuesta de una
rosa roja como símbolo del partido; tal propuesta no me agradó por lo intem-
pestiva, y repliqué que yo me identificaba con el socialismo y la democracia, pero
que no compartía la ideología socialdemócrata y que, además, jamás se me dijo
que mi tarea consistía en promover la organización de un partido de esa orien-
tación; se evadió una explicación y decidí retirarme de esas reuniones; desde ese
momento se rompió la comunicación y me abstuve de seguir promoviendo la
fundación del Instituto.
Poco a poco esta iniciativa se fue debilitando por pérdida del entusiasmo
de mi parte, lo cual me creó problemas con compañeros que, con razón, valoraban
como necesaria y urgente la producción y difusión de pensamiento crítico que
buscara explicar la nueva situación y prever su evolución inmediata; únicamente
toqué el tema con Eric López, quien nunca estuvo de acuerdo con abandonar
el proyecto; pero para mí, sin la perspectiva del partido, lo del Instituto carecía
de sentido y viabilidad, aun cuando, dada la nueva situación que se abría, fuera
necesaria y urgente esa tarea; hoy creo que debí perseverar más en esta idea.
Cuando posteriormente la RN y el ERP se escindieron del FMLN y
promovieron la organización del llamado “Partido Demócrata” como una alter-
nativa cuasi social demócrata, entendí que aquella iniciativa con la que vine al
país y de la cual me retiré, era parte de este proyecto, el que expresaba las contra-
dicciones al interior del Frente alrededor de un asunto estratégico como era el
tipo de instrumento para enfrentar los nuevos desafíos políticos del período de
posguerra, lo cual hacía casi inevitable la separación de las fuerzas que la guerra
contra un enemigo común y determinado había mantenido unidas, no obstante
sus diferentes raíces históricas e identidades ideológicas.-
En lo personal nunca consideré una medida correcta y conveniente que la
RN se saliera del FMLN, no obstante el hegemonismo prevaleciente y el poco
espacio para la lucha ideológica interna, tal como sucedió cuando siete de los
veintiún diputados que se ganaron en la elección legislativa de 1994, entre los
que estaba Raúl Hércules y Fermán Cienfuegos, formaron fracción aparte en la
Asamblea y después, durante el gobierno de Calderón Sol, firmaron el Pacto de
“San Andrés” y acompañaron al partido ARENA en la aprobación del incremen-
to al IVA. No obstante lo anterior, a instancia de Félix Ulloa, di mi firma para
legalizar al Partido Demócrata y concurrí al acto de su lanzamiento público en
1995, mas por solidaridad histórica con algunos miembros de mi organización
que por convicción e identificación con tal iniciativa. A partir de ese momento
me marginé de toda actividad relacionada con ese partido, pero tampoco me

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acerqué al FMLN; más bien comencé a reunirme con compañeros que, por dis-
tintas razones, se habían marginado de ambos agrupamientos, con el propósito
de reflexionar sobre la situación imperante al interior de la “vanguardia histórica”
después de la desmovilización y valorar la idea de reagrupar a la RN a partir de
una identidad común y de las acumulaciones con las que se tenía contacto.
Paralelamente a esa actividad política en la que me involucré al regresar de
México, tuve que enfrentar nuevamente el problema de mi sobrevivencia perso-
nal y familiar; con lo único que contaba era con una ayuda de quinientos colones
mensuales que me daba la RN, canalizados a través del Sistema Universitario
Mundial cuyo representante para El Salvador era Leonardo Mena; para efectos
de cobertura y hacerme de algunos ingresos, saqué mi libro de Protocolo, desem-
polvé mi sello de abogado y puse una oficina jurídica en el edificio “Tenysson”,
ubicado cerca del Boulevard de Los Héroes, próximo a la sorbetería “Pops”; esto
lo hice en sociedad con mi hermano Beto y Fernando Carranza.
Otro paso inmediato que di fue acercarme a la UES a buscar algún espa-
cio laboral en la Facultad de Derecho, cuyo decano era el Dr. Héctor Hernández
Turcios; pero no tuve buena acogida, pues algunos “compañeros” se ocuparon de
bloquear mi reinserción como docente. A solicitud de mi hermano Beto y de
Fernando, en noviembre de 1990 comencé a impartir en la Facultad, extraofi-
cialmente y retribuido modestamente por los mismos alumnos, un taller sobre
como investigar en Ciencias Jurídicas para hacer un trabajo de graduación; de
una población de más de quinientos, concurrieron a la convocatoria aproxima-
damente cien egresados, los que no encontraban formas de titularse, muchos de
ellos después de varios años de haber concluido sus estudios, lo que había produ-
cido una demanda acumulada que no encontraba respuesta de las autoridades; se
decía que había un grupo de docentes que manejaban los exámenes privados a su
antojo y conveniencia aprobando sólo a los “amigos” y a quienes pagaban el favor.
Como respuesta a este problema propuse institucionalizar un seminario
de investigación como alternativa a los exámenes privados y a las tesis como
requisitos de graduación; para ello se pensó montar de hecho una experiencia
metodológica que demostrara en la práctica que la propuesta era válida y via-
ble; el taller no se concluyó porque los participantes se fueron retirando por la
parsimonia de las autoridades de la Facultad para oficializarla, aunada al vacío
que le hicieron aquellos que se beneficiaban con la situación de incertidumbre
académica prevaleciente; fue hasta 1994, bajo el decanato del Dr. Jorge Gómez
Arias, que se incorporó el Seminario de Graduación al plan de estudios y se me
contrató para que capacitara un contingente de profesores en su metodología,
que dirigiera su implementación y que atendieran docentemente a los primeros
grupos de egresados; la coordinación del seminario se puso bajo la responsabili-

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

dad del departamento de Ciencias Políticas, en ese momento bajo la jefatura del
Dr. Madecadel Perla Jiménez.-
De 1990 al 1992, ya en el país, continué mi labor de análisis y elaboración
intelectual para la dirección de la RN; viaje a Nicaragua y a México a participar
en un equipo periférico de apoyo a la comisión de dialogo-negociación; quizás
mi aporte más directo tuvo que ver con la reforma constitucional de La Fuerza
Armada; en 1989, estando en el CECARI, con Jorge Urbina y Mario Ramí-
rez, a requerimiento de la RN elaboramos una propuesta de defensoría de los
derechos humanos que llamamos “Fiscalía”, la que se me dijo, fue un insumo
para la creación posterior de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos
Humanos.
Dado el ambiente de tensión e incertidumbre que se vivía en el país,
en los meses previos a la ofensiva de noviembre de ese año, era lógico que se
previera que, en caso de una negociación del cese del conflicto, uno de los pri-
meros acuerdos fueran en materia de derechos humanos, tal como sucedió, pues
después de la Agenda de Caracas de mayo de 1990, en julio de este mismo año,
se firmó el Acuerdo de San José precisamente en esta materia. En este mismo
período me relacioné nuevamente con Breny Cuenca y Roberto Turcios que
trabajaban en el Programa Regional de Estudios sobre El Salvador (PREIS);
este programa había sido fundado en 1987 por Breny, Roberto Codas y Paulín
Martín; a la altura de 1990 PREIS se convirtió en la Fundación “Tendencias”,
la que publicó la revista del mismo nombre hasta el año 2000; formaron parte
de su cuerpo editorial Horacio Castellanos Moya y Geovany Galeas, entre otros
competentes periodistas y escritores; Breny y Roberto me instaron a formar
parte del directorio de la Fundación, lo que acepté meramente como un cargo
formal.
Simultáneamente con mi acercamiento a la UES, lo hice también con el
Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador (IEJES), fundado en 1989 por
un grupo de abogados y estudiantes de Derecho dedicados a la defensa y pro-
moción de los derechos humanos con el apoyo de instituciones como la Iglesia
Luterana de El Salvador, entre los que se encontraban Salvador Ibarra, Fausto
Payés, Álvaro Solano, Florentín Meléndez y Eduardo Urquilla; cuando llegué al
país en julio de 1990, su presidente era Eduardo Urquilla y su director Ejecutivo
Félix Ulloa; por invitación de Félix me comencé a vincular al IEJES y se me
abrieron algunos espacios de participación , específicamente en lo que se llamó
“Programa de Capacitación Jurídica Popular”, del cual llegué a ser coordinador
dada la experiencia adquirida con el CECARI en ese campo; en 1992 me encar-
garon montar el Programa de Información Jurídica (INFOR-LEX) con el apoyo
financiero de la Cooperación Canadiense y la asesoría técnica del Instituto de

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México; en


este momento era presidente del IEJES Félix Ulloa y Jorge Urbina su Director
Ejecutivo. Estuve en el Instituto como Director Académico hasta 1995; regresé
al Instituto en 1998 cuando se eligió nuevamente a Félix como su presidente y a
mí como vicepresidente; así estuve hasta el 2001, cuando ocupé el cargo de pre-
sidente durante dos períodos (2001-2004-2007); desde el 2001, la cooperación
internacional, la cual financiaba el sostenimiento del IEJES desde su fundación,
había declinado, pues el “boom” de ayuda a la ONG´S durante el período del
conflicto armado se fue agotando conforme avanzó el período de posguerra, a tal
grado que para sobrevivir el IEJES tuvo que autofinanciarse y bajar la intensidad
del protagonismo público por medio de eventos como congresos, seminarios y
otros espacios de debate, y concentrar el esfuerzo institucional prioritariamente
en el movimiento social, desarrollando talleres de capacitación popular y de aná-
lisis de la realidad nacional.-
A principios de 1991, estando en el IEJES, Álvaro Solano me dijo que en
la UES se elegiría Fiscal General para hacer fórmula con el Dr. Fabio Castillo,
quien estaba por regresar de Costa Rica para participar en las elecciones para
la rectoría. Álvaro me aclaró que lo habían propuesto para el cargo, pero que él
consideraba que yo era la persona más adecuada. Me entusiasmó la idea y me
inscribí como candidato; me eligió la Asamblea General Universitaria y tome
posesión el primero de julio de ese año. Como Vicerrectora fue electa la Licen-
ciada Catalina Machuca y Mirna Perla fue nombrada Secretaria General.
Mi salario, ya con los descuentos, rondaba por los 3,500 colones mensua-
les y la Universidad requería dedicación a tiempo completo (integral, exigía el
Dr. Castillo), por lo que tuve que cerrar mi oficina jurídica y desatender nueva-
mente los pocos clientes que había hecho. Aun cuando el país estaba en guerra,
ya se percibía en el ambiente que la paz era casi un hecho cierto y predominaba
un sentimiento de optimismo político, por lo que la UES emprendió la tarea de
su reconstrucción física y se preparó para la absorción académica de profesiona-
les graduados en el exterior o que por causa del conflicto habían interrumpido en
el país sus estudios universitarios; en esta labor jugué un papel muy activo como
apoyo jurídico a la Rectoría y al Consejo Superior Universitario.
De 1991 a 1995 desempeñé la función de Fiscal y el primero de julio del
último año me desperté nuevamente sin trabajo y sólo con el espacio laboral de
la Facultad de Derecho, por lo que me dediqué al ejercicio profesional, pero ya
no pude abrir mi oficina jurídica, pues los costos habían subido y la “litis” estaba
ya muy saturada; utilizando como despacho mi automóvil, busqué algunas con-
sultorías; Francisco Bertrand Galindo me contrató como notario para escriturar
en el Fondo Social para la Vivienda, y Deysi de Arana, Directora Ejecutiva del

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Fondo de Protección de Lisiados y Discapacitados a Causa del Conflicto Arma-


do, me dio la oportunidad de trabajar revisando los expedientes de combatientes
muertos para efectos de establecer filiación con sus descendientes y ascendientes
y así acceder a la prestación a que tenían derecho.
Viendo mi futuro económico poco prometedor y mis apremiantes necesi-
dades de sobrevivencia personal y familiar, Leo Segovia me dio una idea genial:
que entrara al Órgano Judicial; no muy convencido de que fuera posible, me ins-
cribí como aspirante a juez en el Consejo Nacional de la Judicatura; el Consejo
me propuso en una terna y la Corte Suprema de Justicia me nombró como Juez
de Primera Instancia, suplente, de Armenia, Sonsonate; en esta calidad entré
en funciones en noviembre de 1995; esto fue posible porque en la Corte habían
Magistrados que me conocían como los Doctores Mario Solano, René Her-
nández Valiente, José María Méndez, Pepe Artiga Sandoval y Aronette Díaz de
Zamora, entre otros.
En 1998, con la entrada en vigencia de la nueva normativa procesal pe-
nal, después de un concurso, se me seleccionó como presidente del Tribunal de
Sentencia de Zacatecoluca; en el 2001 se me nombró como presidente de la
Cámara de Usulután y en el 2003 se me trasladó como presidente de la Cámara
de Sonsonate; en el 2009 fui electo como Magistrado Suplente de la Sala de lo
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
Antes, en 1994, había intentado por primera vez ser Magistrado de la pri-
mera Corte Suprema de Justicia electa con las reformas constitucionales de 1991
que viabilizaron los acuerdos de paz de 1992; en esta oportunidad fui propuesto
por el Consejo Nacional de la Judicatura a iniciativa del Dr. Ricardo Merino
Avalos, pero no pasé el filtro de la Asamblea Legislativa; supe después que el
FMLN no me apoyó lo suficiente porque me relacionaba con el Partido Demó-
crata. También participé en la elección para Fiscal General de la República en
los años 2000 y 2006, pero ARENA me vetó; esta vez sí conté con el apoyo del
Frente, especialmente de Schafik Handal.
Después de mi alejamiento de la RN en 1991, a causa de la frustrante
experiencia de fundar un partido de “nuevo tipo”, me dediqué a desempeñar mi
cargo de Fiscal General de la Universidad de El Salvador y, al mismo tiempo, me
inserté en el Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador, para, apartir de esa
plataforma institucional, tratar de aportar al desarrollo subjetivo del movimiento
social con análisis político y capacitación jurídica y metodológica.
Con posterioridad a la desmovilización, a la altura de 1995, ya con la idea
incipiente de reagrupar a ex militantes de la Resistencia Nacional, consideré
oportuno aprovechar los programas académicos y el espacio físico del IEJES
para reunirnos y discutir la necesidad y viabilidad de esa idea. Producto de la

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

invitación comenzaron a concurrir compañeros(as) relacionados orgánicamente


o que por variadas razones, estaban al margen del FMLN, pero incorporados
en organizaciones populares de carácter sectorial o territorial, algunos de ellos
simpatizantes del Frente y otros en franco o velado rechazo a la lucha electoral y
parlamentaria emprendida por aquel.
Estos compañeros, en su mayoría, provenían de acumulaciones que la RN
tuvo durante la guerra civil, particularmente de San Salvador, La Libertad, Santa
Ana y Cuscatlán; a todos, no obstante su dispersión geográfica y distinto que-
hacer reivindicativo, los unía una identidad histórica común por haber formado
parte de una misma vertiente ideológica de la revolución salvadoreña.
El esfuerzo más serio en que participé en esa dirección fue el que llama-
mos “Movimiento Patria para Todos”, el cual impulsamos junto con Roberto
Cañas, José Luis Quan, Roberto Benítez, Marcos Cativo, Hugo Higinio López,
David Córdoba, Gilberto Meléndez, Lester y Napoleón Campos, entre otros. El
MPT se fundó, sin hacerlo públicamente explícito, en el local del IEJES, en San
Salvador, el sábado 13 de enero del 2001, el día del primer terremoto de ese año,
a partir de una convocatoria amplia hecha para luchar contra la dolarización de
la economía. En mayo de ese año, con motivo del veintiséis aniversario del asesi-
nato de Roque Dalton y del nacimiento de la RN, se efectuó una concentración
en el Polideportivo de Nejapa que reunió cuatrocientos cincuenta ex –militantes
provenientes de aquellas acumulaciones, incluyendo las de Cabañas, Usulután y
Morazán.
El MPT se sostuvo hasta el 2005, cuando el colectivo de conducción se
disgregó por la concurrencia de factores como la falta de recursos económicos
para atender los distintos núcleos dispersos por el territorio nacional, los que re-
querían una atención más constante, y la falta de perspectivas inmediatas de ob-
tener financiamiento para ese propósito; las necesidades organizativas demanda-
ban mayor dedicación y los que estábamos comprometidos sólo disponíamos de
un tiempo marginal, por razones de sobrevivencia, y así era muy difícil avanzar
más allá de donde habíamos llegado. También incidió la indiferencia de ciertos
liderazgos históricos cuya participación hubiera sido decisiva para desarrollar la
iniciativa, producto de la desconfianza que aún prevalecía entre ellos y la poca
importancia que le atribuían al esfuerzo; por otra parte, en la cohesión de la
propuesta organizativa, influyó negativamente la incapacidad del colectivo de
conducción de orientar correctamente la resolución de las contradicciones que se
dieron entre los que le apostaban a mantenerse dentro del Frente para ocupar es-
pacios de influencia, y los que propugnaban por apostarle al trabajo organizativo
al margen del mismo; entre quienes ponían el acento en lo electoral y quienes lo
ponían en lo social.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

En lo personal desatendí el esfuerzo debido a un cierto cansancio y frus-


tración por haber promovido una idea que consideraba valiosa pero que terminé
por percibir como poco factible, dadas las circunstancias adversas apuntadas, los
que tornaba inútil seguir impulsando un trabajo que no daba para más; el obstá-
culo, creo, no era la falta de claridad sobre el rumbo a tomar y cómo hacerlo y así
lo atestiguaban los documentos producidos, sino a la incapacidad de traducir en
acciones lo que se pensaba.
No obstante la disolución del colectivo y el consecuente abandono de lo
hecho durante aproximadamente cuatro años, el MPT se mantuvo en el occidente
del país, principalmente en Santa Ana, sostenido por compañeros como Hugo
Higinio, Carlos Olano, Juan José, Pedro, Chema, Arnulfo Arias, Oscar, Chico,
Maklin, Roberto e Ismael, quienes habían reactivado un esfuerzo político gremial
entre los profesores y abogados de la zona, así como de carácter comunal; y, ade-
más, mantenían un vínculo con el FMLN, lo que les abrió espacios de incidencia
en el campo electoral y municipal; esta relación se facilitó gracias a una carta de
entendimiento que a principios del 2004, con motivo de la campaña presidencial
de ese año, firmó el Movimiento con el Frente; la persistencia del MPT en el occi-
dente y el impulso que aún mantiene, pienso que también se debe a que los com-
pañeros retomaron la producción teórica mencionada como su ideario para darle
identidad como organización, lo cual les permitió diferenciarse y seguir haciendo
su propio trabajo organizativo y al mismo tiempo, mantener una convergencia de
propósitos con el FMLN en el campo de la lucha social.

1.7 BALANCE Y EPÍLOGO


A manera de balance puedo comenzar por decir que no soy el mejor ejem-
plo del precio que se tuvo que pagar por decisiones como la que tomé en mayo
de 1975 y que se gestó desde mi ingreso a la Universidad de El Salvador en 1967.
Conozco y me consta directamente el enorme costo humano que asumieron, en
lo personal y familiar, compañeros y compañeras de la RN y de otras organiza-
ciones hermanas, así como salvadoreños y salvadoreñas que sin formar parte de
éstas, fueron víctimas de la represión social y de la guerra civil.
Nunca fui capturado, ni torturado; pero fui perseguido y mi vida estuvo
en peligro en varias ocasiones; también fui procesado y enjuiciado penalmente; y
sufrí exilio, con lo que ello implica en términos de frustración, vergüenza, culpa,
limitaciones económicas y desarraigo familiar y social; perdí bienes, relaciones,
oportunidades y lo poco que había acumulado en mi irregular ejercicio profesio-
nal; trastorné y precarice las condiciones de vida de mi núcleo familiar y puse en
riesgo la vida e integridad física y salud mental de mis hijos y sus madres, y de
mis padres y hermanos, por decir lo menos.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

No obstante lo anterior, en términos de mi reinserción social puedo con-


cluir que no salí tan mal librado, pues logre recomponer, en alguna medida y
forma, mis relaciones familiares, especialmente con mis hijos e hijas. En cuanto
a lo laboral, retomé la docencia en la Facultad de Derecho de la UES e ingresé al
Órgano Judicial, lo cual me permitió estabilizarme económicamente y solucio-
nar la sobrevivencia familiar y personal. En lo profesional, si bien no pude reto-
mar mi trabajo como abogado y notario, a cambio, pude hacer carrera como Juez
de la República. En lo académico intelectual, a partir de mi regreso definitivo al
país, pude escribir artículos, ensayos y libros sobre educación, metodología, cien-
cia política y ciencia jurídica, que son las áreas de conocimiento que manejo; así
mismo he podido incursionar en el análisis político y el trabajo formativo, gracias
a las plataformas institucionales que me proporcionaron el IEJES y la UES. Al
respecto, un amigo me hizo el comentario que lo que hago tiene que ver con las
tres grandes pasiones de mi vida: mi país, mi universidad y la justicia, creo que
tiene razón y sólo agregaría otra: mis hijos e hijas.
En cuanto a lo político, en la posguerra, los resultados no son muy satis-
factorios, dado que mi principal esfuerzo se ha encaminado a rearticular la acu-
mulación histórica, sectorial y territorial de la RN alrededor de un proyecto po-
lítico-social, que sin negar al FMLN, recupere la identidad y aportes teóricos de
esta organización para fortalecer el movimiento social, que es el factor más débil
pero decisivo para impulsar y profundizar los cambios pendientes en el país; en
esto muy poco se ha avanzado y, como ya lo dije, el MPT es lo más desarrollado
en esta dirección. En la Facultad de Derecho con Eric López, en los últimos cua-
tro años, hemos impulsado un programa de formación para jóvenes que hemos
llamado “Diplomado en Liderazgo Político”; al mismo tiempo, con José Luis
Quan organizamos un “Diplomado en Liderazgo Sindical” dirigido a trabaja-
dores del sector público; con ambos compañeros, con la plataforma académica
del Departamento de Ciencias Políticas y con la asesoría del Instituto de Antro-
pología, Historia y Arqueología de la UES, desde 2010 estamos desarrollando
un proyecto de recuperación de la memoria histórica de la Resistencia Nacional,
en el cual me he dedicado, particularmente, a estudiar su desarrollo orgánico y
pensamiento político. Siempre en este mismo campo y dirección, a partir del
2011, hemos aglutinado a compañeros universitarios bajo la idea de organizar la
“Concertación para la Participación Universitaria”, como un instrumento para
promover una reforma del Alma Mater en función de la transformación del país.
Con respecto a mi relación con el FMLN, tampoco me ha ido muy bien,
quizás el mejor calificativo de esa relación sería de cercanía y no de pertenencia;
realmente nunca me ha interesado ser militante, aun cuando he estado dispuesto
a colaborar, lo cual no siempre ha sido posible; presumo que por falta de comu-

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

nicación, de oportunidad e, incluso, de receptividad a lo que yo pudiera aportar;


lo más cerca que he estado fue cuando me integré a la Comisión de Memoria
Histórica que dirigía Nidia Díaz.
Recuerdo que antes de las elecciones del 2003 intenté ingresar formal-
mente a la estructura territorial del FMLN en Mejicanos; presenté mis pape-
les para afiliarme y supuestamente se me registró, pero cuando se convocó a
elecciones internas para elegir candidatos(as) para el Concejo Municipal, no
aparecí en el padrón; sospecho que en el proceso de depuración del listado
oficial de militantes se me “tachó” por no confiable; tiempo después supe que
se había comenzado a diferenciar a los militantes de los llamados afiliados y sim-
patizantes; se me dijo que los primeros eran los que estaban colectivizados, lo se-
gundos lo que estaban registrados, y los terceros los que concurrían a actividades
partidarias abiertas y que votaban en las elecciones nacionales por los candidatos
propuestos por el partido; asumo que estoy, quizás, en esta última categoría.
La conclusión a que he llegado y que comparten otros compañeros es
que este rechazo a mi afiliación, como otras actitudes de reserva hacia mi per-
sona, se debe a la desconfianza que miembros de la dirección del FMLN han
mantenido hacia ex militantes de la RN, a quienes frecuentemente les han lla-
mado peyorativamente, “socialdemócratas”; esta idea parece que la confirma-
mos cuando se abandonó el Frente y se fundó el llamado Partido Demócrata.
En lo personal esta desconfianza, que la considero injusta por no tener
una base real, se ha evidenciado en los casos que he necesitado ese apoyo como
candidato a Magistrado de la Corte Suprema de Justicia; así sucedió en las elec-
ciones de 1994; en las del 2006 , cuando se escindieron los “renovadores”, lide-
rados por Julio Hernández, y se aliaron con los partidos de derecha, esos “social-
demócratas” tampoco me apoyaron y el Frente se marginó de ese evento; para las
elecciones del 2009 se me explicó que la derecha me vetó por ser de izquierda,
lo cual no me extrañó ni me incomodó; pero, en las elecciones del 2012, no me
cabe duda que el rechazo vino de la dirección del FMLN, lo cual me entristeció
porque me corroboró que la confianza, tal como la entiende esa cúpula, no es
sinónimo de lealtad, que se basa en la verdad y la honestidad, sino de fidelidad,
es decir, de servilismo, la cual tiene mucho que ver con la mentira y la hipocresía7.
A propósito de esta constatación, traigo a cuenta una plática que tuve con
un compañero cuando lo invité a que se incorporara al trabajo de articulación de
las acumulaciones de la RN; me respondió que admiraba mi terquedad, pero que
no me había dado cuenta que el tiempo de los héroes y mártires había terminado

7 En una ocasión el Dr. Fabio Castillo me dio un consejo que se aplica a este tipo de gente:
hay que desconfiar de los radicales verbales y los aduladores del poder, pues en ellos se incuban los
futuros traidores.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

con la firma de los acuerdos de paz, y que el nuevo tiempo era de los anodinos,
mediocres y oportunistas. Quizás tenga razón, pero no la suficiente para perder
la confianza en que este pueblo todavía tiene una reserva moral por la que vale
la pena luchar.
Como epílogo de estos breves trazos autobiográficos, intentaré contestar
una pregunta que me hice en momentos críticos de mi vida y que se refiere a
un asunto muy personal: ¿Qué fue lo que determinó que me involucrará en la
lucha revolucionaria (entiéndase, por transformar este país) y que militara en la
organización que lo hice?
A partir de mi propia experiencia y la que conozco de otros compañeros(as),
pienso que para comprometerse con una causa semejante en la que se sacrifica
mucho de lo individual y se expone, incluso, la existencia misma, se requiere la
concurrencia de varios factores, tanto objetivos como subjetivos; entre los primeros
puedo mencionar la situación particular de cada quien dentro del ambiente social
que prevalecía en ese tiempo, como el asesinato de familiares cercanos, el enfren-
tamiento con la patronal por la sobrevivencia económica, y la inseguridad derivada
del acoso constante de los organismos represivos; entre los segundos se me ocurren,
entre otros, las aspiraciones por un destino mejor, dadas las condiciones de pobreza
imperantes, la indignación ante los fraudes electorales, la violencia institucional y
la burla a la ley de parte de los gobernantes de turno; debe agregarse la influencia
ideológica proveniente de la lectura, de la prédica y el ejemplo de los padres, los
curas, los profesores y otras personas cercanas. Presumo que muchos salvadoreños
y salvadoreñas se incorporaron a las filas de las organizaciones político-militares y
político-sociales por una o varias de estas razones.
En mi caso particular, tengo claro que debo excluir la pretensión de satis-
facción material y de ocupar posiciones de poder8, yo era un maestro de educa-
ción primaria, un futuro profesional prometedor, dado mi rendimiento académico
como estudiante de Derecho, y con aspiraciones a formar una familia ordinaria y a
vivir con ciertas comodidades (casa propia, carro, etc.). Poco a poco esto fue cam-
biando y de repente me encontré en una situación en que esos planes pasaron a un
segundo plano y por último se volvieron inviables, pues cedieron su lugar a otras

8 Después de los acuerdos de paz, cuando se estaba censando a los beneficiarios del Pro-
grama de Transferencia de Tierras, alguien me dijo si quería ingresar a la lista de la Organización
para aplicar a una parcela; no me interesó la invitación, pues realmente nunca me asumí como un
desmovilizado de la guerra, para quienes estaba destinado ese programa, pues no participé direc-
tamente en acciones político-militares, aun cuando me considero un combatiente político-social;
pero, además, porque no consideraba ético aprovecharme de ese programa cuando no lo necesitaba
para sobrevivir; conozco algunos, sin muchos méritos, que hasta se “dobletearon”. Necesidad de in-
gresos si tenía, así que ingenuamente intenté que me incluyeran en la lista de notarios encargados de
escriturar la entrega de las parcelas adjudicadas; por supuesto no fui llamado, dado que el “negocio”
lo acaparaban algunos privilegiados que hicieron su dinerito y sin mayores escrúpulos.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

prioridades que tenían como meta transformar este país en función de los pobres,
para lo cual había que enfrentar y derrotar a los ricos y a los militares que los pro-
tegían; estas eran más o menos y dicho en términos simples, la utopía posible y
la razón loca que movilizó y entusiasmó por aproximadamente un cuarto de siglo
(1967-1992) a tres generaciones de compatriotas y no compatriotas (internacio-
nalistas), hombres y mujeres, abuelos, padres e hijos; yo entre ellos.
No tengo muy claro por qué lo hice; viendo en retrospectiva mis cir-
cunstancias de aquel entonces, creo que se debió a un cierto convencimiento
intelectual-emocional de la necesidad y posibilidad de cambiar la situación del
país, caracterizada por la represión y la miseria prevalecientes en la ciudad y el
campo; este convencimiento nació y se desarrolló dadas las vivencias de mi ni-
ñez y adolescencia, pero también debido a la lectura y a las cátedras que recibía
en las aulas de la UES, con un debate ideológico como fondo, en un país con
una conflictividad social permanente que atemorizaba y al mismo tiempo mo-
tivaba a organizarse para luchar por cambiar aquella situación; eran tiempos
de solidaridad y disposición a sacrificarse por el bienestar de otros. Así veía y
sentía el ambiente de los años setenta del siglo veinte, entre mis veinte y tantos
y mis treinta y tantos años de edad.
Esa disposición al compromiso fue también producto de la influencia po-
lítica que recibí de compañeros(as) con los que conviví durante mi época de estu-
diante universitario, varios de los cuales ya andaban en cosas más serias y tenían
una formación ideológica variada (marxista, leninista, maoísta, troskista, castris-
tas, etc.), habría que agregar la vocación de liderazgo que siempre me acompañó,
producto de mi carácter rebelde, del reconocimiento a mi capacidad intelectual
y de mi formación de profesor normalista, que hizo que otros confiaran en mí y
me impulsaran a asumir cargos de representación de intereses colectivos.
En lo concreto mi ingreso a la Resistencia Nacional en mayo de 1975
fue más bien resultado del proceso objetivo en que me había insertado, no muy
consciente de sus implicaciones y consecuencias, especialmente de la situación
de riesgo en que me estaba metiendo en cuanto a la represión; pero también
tuvo que ver la vergüenza que pasaría si le decía que no a un compañero, al
cual admiraba y respetaba mucho y que tenía muchas expectativas de mi aporte
para salir de la crisis en que se encontraba la organización.
Habría que agregar que en estas decisiones juega un papel el azar, pues
en 1972, estando intervenida la Universidad de El Salvador, Manuel Rivera,
ex presidente de la AGEUS, me citó a un contacto que perdí por un error de
dirección; después me enteré que estaba ligado a las FPL y que su intención
era reclutarme; no sé qué le hubiera dicho; así mismo fue determinante en este
salto de conciencia la confianza que me inspiraban ciertas personas que me

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

rodearon en distintos momentos de mi vida universitaria; como lo dije al prin-


cipio, mis primeras relaciones políticas fueron con miembros de la Juventud
Comunista como Manuel Franco; esta relación me llevó al Frente de Acción
Universitaria (FAU) e, incluso, a que me nombraran su coordinador general;
incluso, para asegurar mi militancia pasé por el ritual de la juramentación y de
la firma de un acta; el cargo fue efímero, pues me marginaron cuando se cons-
tató mi cercanía con compañeros de la Resistencia Estudiantil Universitaria
(REU), como Carlos Arias; públicamente se propaló la especie que se sospe-
chaba que yo era agente de la Sección de Investigaciones Criminales (SIC),
la policía política de la dictadura; lo que realmente pasó es que la dinámica
del trabajo político y gremial en la AED me acercó a la REU, quizás porque
me atrajo más la forma como actuaban (discretos, disciplinados, eficientes…),
lo que produjo una empatía que me identificó con sus planteamientos, y que
propició que, en la práctica, se diera una ruptura con el FAU, y que después me
incorporara al FUERSA, al FAPU, y, finalmente, a la RN.
Realmente mi militancia fue bastante irregular, es decir, que mi estatus
más frecuente fue el de sancionado y colaborador; siempre que se me ascendía
a puestos de conducción intermedios o se me reconocía la calidad de militan-
te, algún miembro influyente traía a cuenta la sanción que se me impuso en
1975; inmediatamente se me degradaba. Conversando después con algunos
compañeros que conocieron esta incongruencia entre mi compromiso real y
mi membresía formal, fueron de la opinión que se debió a un propósito deli-
berado de mantenerme en esa indefinición para impedir que accediera a car-
gos de dirección, lo cual jamás pretendí, aun cuando en la práctica creo que
jugué un papel importante en la elaboración y el desarrollo de la línea política
aplicada al trabajo de masas con estudiantes, profesores, trabajadores públicos,
entre otros…, así como en actividades concretas de organización y formación
de esos sectores; hoy agradezco a quienes se preocuparon por obstaculizar mi
promoción como militante, pues ello contribuyó a evitar que asumiera algunas
responsabilidades que seguramente hubieran puesto en mayor riesgo mi vida y
la de mi familia; quizás por eso estoy vivo.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

2. DESARROLLO

2.1 UNA PERIODIZACIÓN HISTÓRICA PARA EL ESTUDIO


DE LA RESISTENCIA NACIONAL (1970-1994)9
En la vida de la Resistencia Nacional (RN) se puede distinguir varios
períodos, tomando como hilo conductor los cambios operados en su desarrollo
organizativo y en su estrategia político-militar, con relación a las condiciones
objetivas del contexto nacional e internacional en que le tocó actuar. Estos pe-
ríodos, con las particularidades de cada caso, pueden ser comunes a las otras
organizaciones que conformaron el Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional (FMLN).

PRIMER PERÍODO: LAS RAÍCES, LA GESTACIÓN


Y EL NACIMIENTO (1967-1972)
El antecedente político ideológico mediato de la Resistencia Nacional
es la fundación del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) en marzo de 1930
y la participación de éste en la insurrección campesino-indígena de enero de
1932; otro antecedente es el triunfo de la revolución cubana en enero de 1959,
con su tesis del foco guerrillero que cuestionó la vía pacífica para la toma del
poder impulsada por el PCS; debe mencionarse también el proceso de reforma
académica promovido por el Dr. Fabio Castillo (1963-1967) en la Universidad
de El Salvador (UES), que dio lugar a los programas de becas y residencias
estudiantiles y sus efectos concientizadores en la juventud universitaria y de-
mocratizadores en términos de acceso a la educación superior.
Otros hechos significativos que incidieron directamente en la gestación
y nacimiento de la tendencia política de la futura RN fueron los siguientes:
Las elecciones presidenciales de 1967 y la campaña desarrollada por el
Partido Acción Renovadora (PAR) con el Dr. Fabio Castillo como su candida-
to, que marcaron un antes y un después en el desarrollo de la lucha popular, no
9 Para hacer esta periodización, en cuanto a los hechos militares, tomé en cuenta la crono-
logía elaborada por el compañero José Luis Quan, como parte de este proyecto, la cual me entregó
a principios de septiembre de 2012, pocos días antes de morir.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

sólo por la experiencia organizativa de movilización que adquirieron las fuer-


zas democráticas de izquierda, sino también porque produjo un rompimiento
ideológico-político en la conciencia de un contingente considerable de jóvenes
dirigentes sociales y políticos, al mostrar en la práctica la inviabilidad de la vía
electoral para que la oposición accediera al Gobierno y la necesidad de la lucha
político-militar para la toma del poder.
Las huelgas magisteriales de 1968 y 1971, que contaron con la solidaridad
del movimiento estudiantil universitario y que fueron escuelas prácticas de lucha
cívico-social para muchos jóvenes que después engrosaron las filas de las organi-
zaciones revolucionarias.
La guerra El Salvador-Honduras de julio de 1969 es también un antece-
dente relevante, pues puso en la agenda de las fuerzas de izquierda la convenien-
cia y legitimidad del apoyo que el PCS dio al gobierno en esa aventura bélica,
con relación a la estrategia para tomar el poder; este hecho catalizó la división
de este partido que, menos de tres años después, en abril de 1970, dio lugar a
la formación de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), con Salvador Ca-
yetano Carpio a la cabeza, como uno de los dos polos de conformación de las
organizaciones político-militares de la nueva izquierda.
La huelga estudiantil del Sistema de Áreas Comunes (Estudios Genera-
les) de la Universidad de El Salvador, en enero de 1970, en la cual emergieron
como líderes, futuros dirigentes de la guerrilla, particularmente de orientación
social cristiana, bajo la influencia de la doctrina social de la Iglesia (1962-1965) y
de la Teología de la Liberación (1968), como Rafael Arce Zablah, Virginia Peña
y Felipe Peña, entre otros.
La formación de “El Grupo” (1970-1971), germen del Ejército Revolu-
cionario del Pueblo (ERP) resultado de la convergencia de jóvenes comunistas
(“Juventud Patriótica”), entre ellos Eduardo Sancho, Alfonso Hernández, Carlos
Rico y socialcristianos como Lil Milagro Ramírez, Alejandro Rivas Miras, Ri-
cardo Sol y Carlos Menjívar, que a principios de 1971 secuestraron al oligarca
salvadoreño Ernesto Reglado Dueñas.
El surgimiento público del ERP en marzo de 1972, con su acción militar
de recuperación de armas y ajusticiamiento de dos guardias nacionales en el
antiguo Hospital Bloom en San Salvador (hoy Unidad 1° de Mayo del ISSS).
Las elecciones presidenciales de 1972 y el triunfo de la Unión Nacional
Opositora (UNO) con el Ing. Napoleón Duarte como candidato; el fraude elec-
toral y el golpe de Estado fallido contra el Presidente Fidel Sánchez Hernández,
dirigido por el Coronel Benjamín Mejía en defensa del triunfo electoral de la
oposición. Debate entre las tendencias de la izquierda sobre la vía electoral y la
lucha armada para tomar el poder.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

SEGUNDO PERÍODO: LA DISPERSIÓN ORGANIZATIVA Y LA LUCHA IDEO-


LÓGICA. RUPTURA Y AUTOAFIRMACIÓN (1972-1975)
Este es el período en que terminan de conformarse las principales expre-
siones organizativas de la nueva izquierda, entre ellas la Resistencia Nacional, a
partir de la ruptura del ERP en mayo de 1975, en el marco de una intensa lucha
ideológica sobre la vía y el carácter de la revolución salvadoreña, frente a la es-
trategia electoral del PCS, que fue perfilando la identidad de cada una de esas
organizaciones. Algunos hechos relevantes de este período serían los siguientes:
La intervención militar en la UES, de julio de 1972, que acelera la radi-
calización de un sector estudiantil de la izquierda, que se decantó por la lucha
armada. En esta coyuntura se da la fundación de la Resistencia Estudiantil Uni-
versitaria (REU).
La lucha por la reapertura de la UES (octubre de 1972), en la que partici-
pó la REU, con dirigentes estudiantiles de Medicina como Carlos Arias, Alirio
Barrera y Vinicio Bernal, y de Odontología como Herbert Guzmán.
La organización en 1974 del Frente Universitario de Estudiantes Re-
volucionarios Salvador Allende (FUERSA), expresión abierta de la REU, que
condujo los gremios estudiantiles de las Facultades de Medicina (SEMEA) y de
Derecho (AED), principalmente.
La fundación del Frente de Acción Popular Unificada (FAPU), en no-
viembre de 1974, como instrumento amplio de la lucha de masas de la RN ante
el proceso de fascitización de la dictadura militar, a partir del trabajo organiza-
tivo con los campesinos desalojados por la construcción de la presa “El Cerrón
Grande”, en Chalatenango y Cabañas.-
El asesinato de Roque Dalton (mayo de 1975) y la escisión de la RN del
ERP
La fundación del Frente de Guerra de Guazapa (1975) bajo la dirección
de Raúl Hércules, Chano Guevara y Federico Dreyfus
Primer ensayo unitario de la nueva izquierda (junio 1975) con motivo de
las elecciones de la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadore-
ños (AGEUS): la Alianza Revolucionaria UR-19 (FPL) y Fuersa (RN).
Fundación del segundo FAPU (junio 1975) como frente político por sec-
tores (VP, MRC, FUERSA, ARDES Y OMR). Difusión del manifiesto histó-
rico del FAPU.
La represión gubernamental abierta contra el movimiento estudiantil
universitario (julio de 1975). Consecuencia: la masificación de la lucha armada,
con las brigadas de propaganda con auto-defensa, los GASMAS y las milicias
populares.
La fundación del Frente de Guerra Metropolitano; participan Ernesto

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Jovel, “El Pocho”, el Chele “Quintin”, Julia Rodríguez, Marcos Jiménez, el Chi-
no Lázaro, Carlos Arias, Alberto Cárcamo, Andrés Hernández, Leo Cabral….
(1975).
Surgimiento de las Ligas para la Liberación como expresión abierta del
PRTC, a consecuencia del abandono de éste del trabajo de masas en el FAPU
(septiembre 1975).
Incorporación a la RN de la Organización Revolucionaria de los Trabaja-
dores (ORT), bajo la dirección de Paco Montes y Carlos Ascencio (septiembre
1975), al separarse de la corriente que se constituyó como el PRTC; en 1973,
la tendencia de la ORT se había escindido del ERP; incorporación a la RN del
Frente Revolucionario de Acción Popular (FRAP), escisión del ERP (1975);
incorporación a la RN del Frente Obrero Campesino (FOC), en 1975.

TERCER PERÍODO: DESARROLLO ORGANIZATIVO Y TRABAJO DE MA-


SAS. UNIFICACIÓN DE LA VANGUARDIA DISPERSA (1975-1981).
Este período puede caracterizarse por el desarrollo organizativo, la crea-
ción de un fondo de guerra y el despliegue de la lucha reivindicativa en la ciudad;
también destacan los avances unitarios entre las fuerzas revolucionarias y entre
éstas y las fuerzas democráticas. Entre los hechos principales que marcaron este
período se pueden mencionar:
Las jornadas de lucha de los trabajadores, entre 1975 y 1980, encabezadas
por el FAPU, FENASTRAS y el Sindicato de Trabajadores de la Comisión
Ejecutiva del Río Lempa (STECEL); sobresalen las huelgas obreras y las movi-
lizaciones contra la represión con autodefensa armada; las huelgas de hecho, las
ocupaciones o tomas de fábricas y la negociación de los conflictos laborales; el
paso de la huelga reivindicativa a la huelga de solidaridad y a la huelga política.
El operativo “Fabián Ventura”, Guazapa (1976)
El ensayo unitario con las fuerzas democráticas. COP-30 de julio (1976).
El Primer Consejo de Delegados de la RN, en El Salvador (1976). Estra-
tegia de guerra revolucionaria e insurrección popular; impulso a la construcción
de los núcleos guerrilleros y al trabajo organizativo obrero; la radicalización del
trabajo de masas.
La conformación del Estado Mayor de la FARN.
La construcción del fondo estratégico de guerra: Operación “Héroes y
Mártires de la Revolución Salvadoreña” (1976).
El trabajo organizativo en el departamento de Cabañas, dirigido por Gui-
llermo Ardón y Chepe “Cabañas” (1976).
La captura y desaparición de Lil Milagro Ramírez y de Manuel Rivera
(noviembre de 1976).

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Fundación de la Escuela Política Lil Milagro Ramírez.


El impulso al trabajo humanitario (1977): El Comité de Madres y la Co-
misión de Derechos Humanos no Gubernamental.
El fortalecimiento de los comandos urbanos. El Comando “Torres Nieto”.
La lucha electoral de masas. Elecciones presidenciales de 1977. Triun-
fo de la Unión Nacional Opositora con el Coronel Ernesto Claramount como
candidato a Presidente de la República. Fraude electoral y represión popular; el
agotamiento (subjetivo) de la vía electoral. La contradicción elecciones-lucha
armada entre las fuerzas de izquierda.
El golpe de Estado (octubre de 1979). La Junta Revolucionaria de Gobier-
no y la Proclama de la Fuerza Armada. El trabajo político en el seno del Ejército.
La participación de la izquierda tradicional en el Gobierno. La apertura de una
situación pre-revolucionaria; el debate en la RN sobre el tratamiento a la nueva
situación.
El Segundo Consejo de Delegados de la RN, El Salvador, 1979. La pro-
puesta de Gobierno de Salvación Nacional.
La fundación del Frente de Guerra Nororiental (1979-1982), bajo la di-
rección de Chano Guevara y Ramón Arce.
Constitución de la Coordinadora Político-Militar (diciembre de 1979),
integrada por la FPL, el PCS y la RN.
La marcha popular del 22 de enero (1980); la represión y la autodefensa
armada. Fundación de la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM). For-
mación del Frente Democrático Revolucionario (FDR).
El ensayo ofensivo: la operación “Colima” (marzo de 1980); la batalla de
Acajutla (junio 1980). Consecuencias: la desacumulación del trabajo de masas en
el occidente del país.
Captura y asesinato de Raúl Hernández (febrero 1980); muerte de Carlos
Arias (abril 1980); captura y asesinato de Paco Montes (junio 1980).
El asesinato de Monseñor Romero (marzo de 1980). La situación pre
revolucionaria (octubre 1979-junio 1980). Inicio de la guerra civil.
Huelgas generales de los trabajadores públicos (junio y agosto de 1980);
captura y encarcelamiento de la dirección sindical de STECEL.
Surgimiento de los embriones de los frentes de guerra (1980: Cabañas,
Morazán, Sur Oriental, Cuscatlán, Guazapa, Occidental y Metropolitano). Re-
crudecimiento de la represión en el campo y en la ciudad.
Muerte de Ernesto Jovel, Secretario General de la RN, de Augusto Coto,
Capellán de las FARN y de Anabel Ramos (septiembre 1980).
La conformación de la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU). Reti-
ro temporal de la RN a causa de disputas por hegemonía (septiembre de 1980).

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Constitución del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional


(FMLN), en octubre de 1980.
Captura y asesinato de la dirección del FDR (noviembre de 1980)
La ofensiva general (enero de 1981). El repliegue al campo. Inicio de la
construcción de las zonas del control insurgente (Guazapa, Cabañas, etc.). Con-
signa: resistir, desarrollarse y avanzar.
El Tercer Consejo de Delegados de la RN, la Habana, abril de 1981; la
crisis y el replanteamiento estratégico; la línea de diálogo-negociación, las con-
tradicciones campo-ciudad e interior-exterior.

CUARTO PERÍODO: LA ACUMULACIÓN POLÍTICO-MILITAR Y LA CONS-


TRUCCIÓN DE LAS FUERZAS ESTRATEGICAS. EL REPLIEGUE DE LA LU-
CHA DE MASAS EN LA CIUDAD (1981-1984)
Este período se caracteriza por el proceso de acumulación político miliar
que se da en el campo, después del repliegue impuesto por las consecuencias de
la ofensiva militar de enero de 1981; también por la desacumulación del trabajo
de masas en la ciudad debido a la represión gubernamental y del vaciado de
dirigentes sociales por su incorporación al trabajo militar. Algunos hechos que
marcan este período serían los siguientes:
Represión en la ciudad a los dirigentes del trabajo de masas. Capturas y
desaparición de Saúl Villalta y Fernando Perdomo (San Salvador, agosto de 1982).
La fundación del Frente Sur-Oriental en Usulután, bajo la responsabili-
dad de Eduardo Solórzano, entre otros comandantes guerrilleros.
La toma de Corinto, Morazán (1982)
La organización de los Batallones “Carlos Arias” y “Sergio Hernández”,
y de la columna “Comandante Ramón”, en Cuscatlán, Oriente y Cabañas, res-
pectivamente.
La campaña militar de los batallones de las FARN en occidente del país y
la batalla de Guarnecia, Texistepeque, Santa Ana (1982).
Inicio del trabajo de expansión del campo hacia la ciudad (periferia de San
Salvador,…), en materia logística, organizativa,...
La resistencia activa a la guerra de contra insurgencia (operativo “Guaza-
pa 10”, tácticas de “yunque y martillo”, “tierra arrasada”, etc.)
Consolidación de los frentes de guerra: Guazapa-Cuscatlán, Cabañas,
Morazán, Sur Oriental y Metropolitano (1984)
Conformación del equipo central de la Escuela Militar “Federico Dre-
yfus”; formación de los equipos de instructores y sub oficiales de las FARN;
estructuración de la plantilla militar de las FARN; formación de oficiales de la
FARN, de cuadros sanitarios y de comunicaciones.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Renacimiento de la lucha de masas en la ciudad: huelga de los trabajado-


res del Círculo Deportivo Internacional (noviembre 1983); impulso al trabajo
humanitario (COMADRES, CDH, COPPES).
Ampliación e intensificación del trabajo de relaciones y de solidaridad in-
ternacional (México, USA, Canadá,…) en los campos diplomático, logístico,…
La asistencia de cuadros estratégicos de la RN a Vietnam para la formación
político-militar dentro de la concepción de guerra de todo el pueblo.
El Cuarto Consejo de Delegados de la RN, Chalatenango, El Salvador,
1984; aprobación de los Estatutos y de la propuesta de la República Democrática.

QUINTO PERÍODO: LA EXPANSIÓN CAMPO-CIUDAD. LA REACTIVACIÓN


DEL TRABAJO URBANO DE MASAS. LA READECUACIÓN DE LA TÁCTICA
GUERRILLERA RURAL (1984-1989).-
Este período se caracteriza por el despliegue del poder ofensivo de las
FF AA a través de la llamada “guerra de baja intensidad”, que persigue golpear
a las masas para separarlas de las fuerzas guerrilleras; también se intensifica
la expansión del trabajo insurgente especialmente organizativo y logístico del
campo hacia la ciudad (periferia de San Salvador, particularmente) como ac-
tividad preparatoria de una ofensiva final; se continua con la reactivación del
trabajo humanitario por medio de COMADRES, COPPES y la CDH; en
el campo hubo un viraje en la táctica guerrillera, pues se pasó de las grandes
concentraciones de combatientes a la dispersión de fuerzas en pequeñas unida-
des político-militares en las zonas de control insurgente. Algunos hechos que
destacan en este período son:
La readecuación de la táctica guerrillera que pasó de la concentración
a la desconcentración de fuerzas, ante el cambio de la estrategia enemiga: uso
de la fuerza aérea, trabajo de inteligencia, las Patrullas de Reconocimiento de
Alcance Largo (PRAL),…
La reunión de la Comandancia General del FMLN en Perquín, Mo-
razán, en mayo-septiembre de 1985, en la cual se aprobó la estrategia de la
contraofensiva general estratégica.
El operativo estratégico “Fénix” y el repliegue temporal de las fuerzas
guerrilleras de las FARN de Guazapa a Cabañas. Conversión de la zona nor-
te de Cabañas (frontera con Honduras) en una retaguardia estratégica de las
FARN (1986).
Fundación del Frente “Gerardo Barrios” (La Libertad-San Salvador,
1986) Misael Gallardo, Alma y otros comandantes.
Muerte de los compañeros de Dirección Nacional Santiago y Andrés, en
un combate en jurisdicción de Dulce Nombre de María, Chalatenango.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Organización del Frente Estudiantil Universitario Salvadoreño en la


UES (FEUS, 1987); el FEUS como retaguardia logística y de combatientes
del Frente “Gerardo Barrios”.
Reconquista del trabajo de masas de Cabañas. Trabajo de repoblación
(de Mesa Grande a Santa Marta). El Frente de Cabañas (Chico Montes,…).
Asentamiento de la columna “Comandante Ramón”.
El Movimiento “Pan, Tierra, Trabajo y Libertad”, Jaime Esteves, (1987)
Operativo militar de las FARN contra la base militar contrainsurgente
“El Roblar” (Cerro de Guazapa, diciembre, 1988).
Reestructuración estratégica del aparato logístico de las FARN durante
el período 1987-89, para preparación de la contraofensiva general estratégica
de noviembre de 1989.
Atentado dinamitero contra el local de FENASTRAS: muerte de Febe
Elizabeth Velásquez y otros sindicalistas (31 de octubre de 1989).

SEXTO PERÍODO: EL DESPLIEGUE DE LA ACUMULACIÓN POLÍTICO-MI-


LITAR. LA SALIDA POLÍTICA A LA GUERRA CIVIL. LA DESMOVILIZACIÓN.
Este período se caracteriza por el despliegue de la acumulación político
militar hecha por las organizaciones del FMLN, por lo menos desde 1981;
por la construcción de una salida política al conflicto mediante la línea de
dialogo-negociación, la ofensiva militar de noviembre de 1989 y la presión
internacional, particularmente de la Administración Norteamericana; también
por el impulso a la reconstrucción del país y la apertura de un proceso de de-
mocratización, a través de una reforma jurídica-institucional del aparato del
Estado y de los términos de la relación gobernante-gobernados, que desmilita-
rizó la sociedad y que incorporó a las fuerzas insurgentes a la vida política legal.
Algunos hechos que marcan este período son:
La ofensiva guerrillera de noviembre de 1989. La batalla de Soyapango
El Quinto Consejo de Delegados de la RN, México, 1990.
La negociación de la salida política a la guerra civil entre el GOES y
el FMLN (1989-1992), formalizada con la firma de los acuerdos de paz, en
México, Chapultepec, el 16 de enero de 1992.
El cese de fuego y la desmovilización de las fuerzas insurgentes.
El Sexto Consejo de Delegados, Zaragoza, La Libertad, 1992.
La desmovilización, la dispersión social y la reinserción de la militancia
a la vida civil.
La disolución de la RN y su integración parcial al FMLN (1992)
La RN en el FMLN como partido político. La participación en las elec-
ciones de 1994.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

La experiencia parlamentaria de la RN (1994-1997) y la institucionaliza-


ción de algunos de sus dirigentes.
La salida parcial de la RN del FMLN histórico. El intento organizativo
del Partido Demócrata (PD), 1994-1997.
El pacto de San Andrés que suscribió, por iniciativa propia, una parte de la
cúpula de la RN y ERP con ARENA. Las consecuencias. Mayo de 1995.
Los intentos de reagrupamiento de ex militantes de la RN de cara al tra-
bajo político social: el MPT (2001), los veteranos de guerra,…
Presencia e incidencia social de ex militantes de la RN: El IEJES, FUN-
DALEMPA, REDES, CRC, ADES,…

2.2 ALGUNAS HIPOTESIS PARA LA COMPRENSIÓN DE LA RESISTENCIA


NACIONAL

2.2.1 LA REALIDAD SEGÚN LA RESISTENCIA NACIONAL


En este apartado del trabajo intentamos traer al presente, a manera de hi-
pótesis, algunas interpretaciones que la Resistencia Nacional hizo de la realidad
salvadoreña en distintos momentos del conflicto social, las cuales orientaron su
práctica política.
El surgimiento del ERP-RN y de las otras expresiones salvadoreñas de
la llamada “nueva izquierda” se explica, en cierta medida, a partir del contexto
político-social, tanto nacional como internacional, que moldeaba al país en el
período 1969-1975. Entre los factores internos hay que tener en cuenta:
a)- La intensa lucha ideológica sobre el carácter y la vía de la revolución
en El Salvador que se libraba desde el triunfo de la revolución cubana en 1959, al
interior de la izquierda partidaria y no partidaria (social e intelectual), catalizada
por la guerra en El Salvador-Honduras en 1969, las huelgas obreras de 1967 y las
huelgas de maestros de 1968 y 1971, y la experiencia aleccionadora adquirida en
la lucha electoral durante la campaña por la presidencia de la República en 1967.
b)-El agotamiento de la apertura democrática limitada y del reformismo
militar preventivo (leyes laborales y de seguridad social y la representación pro-
porcional en la Asamblea Legislativa) impulsada por los gobiernos del Partido
de Conciliación Nacional en el período 1962-1972, que hizo crisis al fracasar el
proyecto llamado de “Transformación Agraria”.
c)-El proceso de agotamiento, en la conciencia social, de la vía electoral
para acceder al poder político, dadas las frustraciones sufridas en las elecciones
presidenciales de 1972 y1977, en las cuales el fraude, la imposición y la represión
burlaron la voluntad popular y demostraron en la práctica la inviabilidad de esa
forma de lucha y la necesidad de desarrollar la lucha política-militar.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

d)-La acentuada disminución del control ideológico sobre amplios secto-


res de la población como resultado de la crisis de los aparatos escolar y religioso,
debido a la radicalización política de un contingente significativo de profesores
y sacerdotes; el impulso, desde las aulas de la Universidad de El Salvador, de un
cuestionamiento al pensamiento marxista tradicional contenido en los manua-
les soviéticos promovidos por el Partido Comunista de El Salvador, como
resultado de contactos con académicos formados dentro de la corriente del lla-
mado “neomarxismo”, tanto europeo como latinoamericano.
e) - El paso de una represión selectiva (principalmente, cárcel, tortura
y exilio) a una represión masiva en el área rural (Chinamequita, La Cayetana,
León de Piedra, Tres Calles…), que se generaliza y urbaniza a partir de 1975
con el Gobierno del Coronel Arturo Armando Molina (1972-1977), el cual
involucra al Ejército en labores de “seguridad nacional” y que hace la oposición
social un objetivo militar.

A los factores antes señalados debe sumarse el optimismo revolucionario


que imperaba en esa época en Latinoamérica y que contagió a El Salvador, en
especial, a la intelectualidad de izquierda; este clima sicosocial tuvo su origen
primigenio en el triunfo de la revolución cubana en 1959, se mantuvo alimen-
tado con el sostenimiento de la lucha guerrillera en Colombia y Guatemala y se
avivó con los avances de la revolución sandinista en Nicaragua (1966-1979); esto
no obstante la muerte de Che Guevara en Bolivia (1967) y el golpe militar de
1973 en Chile contra el gobierno socialista de Salvador Allende.

En el marco de la guerra fría USA vrs. URSS, este optimismo resultaba


poco realista, pues ni uno ni otro polo de la confrontación veían con buenos ojos
la lucha armada como forma para acceder al poder político. Si para la nueva
izquierda latinoamericana la revolución cubana era un buen ejemplo, no lo era
para los Estados Unidos ni para la casta militar que gobernaba la mayoría de los
países de la región. El primero, para contrarrestarla impulsó el programa refor-
mista de la Alianza para el Progreso ( J.F. Kennedy, 1961) y la segunda, por su
parte, en algunos países ejecutó un reformismo nacionalista que tuvo sus mejores
expresiones en Bolivia ( J.J. Torres, 1970), Perú ( J. Velasco Alvarado, 1968) y
Panamá (Omar Torrijos, 1968-1978). En El Salvador el presidente Julio Rivera
(1962-1967) intentó aplicar un cierto reformismo militar populista con similares
propósitos preventivos.

El período 1970-1975 puede caracterizarse como de dispersión y de auto


identificación político-ideológica, cuyo desarrollo dio lugar al surgimiento de

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

las dos expresiones matrices de la lucha político-militar: las Fuerzas Populares


de Liberación (FPL) en 1970, y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en
1969-1972. A partir de estos dos troncos, uno con predominio de la corriente
comunista y el otro con predominio de la corriente social cristiana, se desprenden
otras expresiones de esa forma de lucha como la ORT-PRTC (1973) y la RN
(1975), principalmente. Las FPL con un acentuado componente estratégico de
lucha popular prolongada, de carácter sectario y anti electoral; el ERP, con un
acentuado componente estratégico insurreccionalista, con un carácter más propen-
so a la unidad, pero hegemonista, y al acercamiento de los sectores progresistas del
Ejército; la primera puso el énfasis en el trabajo político organizativo de las masas;
y el segundo en el trabajo político-militar con los sectores sociales avanzados.

A partir de 1972, con la llegada del Coronel Arturo Armando Molina a


la Presidencia de la República, la RN calificó el período como de fascistización
o de escalada fascista, pues el régimen le apostó a la organización, armamenti-
zación y movilización reaccionaria de masas rurales, a partir de un proyecto de
control político, ideológico de fuerte arraigo territorial, como componente de
un procesos de reforma agraria (Transformación Agraria) y el impulso de un
modelo económico alrededor del capital financiero, así como a la militarización
de los cuerpos de seguridad y el lanzamiento del Ejército a labores de seguridad
pública, lo que facilitó una represión generalizada en la ciudad y en el campo.
En congruencia con esta caracterización la RN lanzó la línea de resisten-
cia de masas, de unidad con las organizaciones de izquierda y de alianzas con las
distintas expresiones ideológicas del movimiento social y popular. El ensayo de
unidad con las FPL en la UES en 1975 (UR-19 y FUERSA), y la alianza a nivel
social con fuerzas democráticas, calificadas como no revolucionarias, aglutinadas
en el COP-30 de Julio, en 1976, son ejemplos de esta línea política de la RN. El
nombre de “Resistencia Nacional” guarda relación directa con la referida carac-
terización del período político.

La lucha electoral se consideraba como una forma secundaria, por lo que


no se excluía del todo dentro de una estrategia integral político militar y cívico-
social. Las contradicciones alrededor de lo político-electoral y lo político-militar,
de la necesidad de la unidad de la izquierda revolucionaria y sus alianzas con las
fuerzas democráticas y progresistas, y de la caracterización del período político,
marcaron el desarrollo de la RN y de las otras organizaciones de izquierda a
partir de 1975.
Con el fraude electoral y la represión popular de febrero de 1977, la RN
consideró subjetivamente agotada la lucha electoral como forma de acceder al

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Gobierno; objetivamente se había considerado agotada desde 1969, lo que justi-


ficó en ese momento la necesidad de la vía armada para acceder al poder político.
De enero a junio de 1980 se dio en el país una situación objetiva que fue
calificada por la RN como pre revolucionaria; el régimen y las clases dominantes
se encontraban divididas, aisladas, atemorizadas, sin dirección unificada y sin
capacidad de ejercer hegemonía ni en el estado ni en la sociedad civil; se sostenía
gracias a la represión generalizada e indiscriminada y la ayuda norteamericana.

La disposición de lucha del movimiento social había alcanzado su cota


más alta; así lo testificó la marcha del 22 de enero, la reacción ante la muerte de
Monseñor Romero en marzo, y la primera huelga general de junio; ya en agosto,
para la segunda huelga general, el ánimo de lucha de las masas había declinado.
El asesinato de la dirección del FDR, en noviembre, se dio en esta situación de
declive y no hubo capacidad de respuesta de parte del movimiento popular.
La RN y el FMLN no estuvieron a la altura de las circunstancias. En ello
incidió el sectarismo y el hegemonismo prevaleciente, a los que no fue ajena
la RN. El retiro temporal de la RN de la Dirección Revolucionaria Unificada
(FPL, RN, PCS) se explica, en gran medida, por estos vicios que impregnaban
su conducción política.

La ofensiva general de enero de 1981 se vio afectada por ese debilitamiento


del factor objetivo, el cual también obligó a readecuaciones de carácter estratégico
en el desarrollo posterior de la lucha político-militar, particularmente por la repre-
sión selectiva que el régimen intensificó contra el movimiento social urbano.

1980 puede ser considerado como un “parte aguas” en el desarrollo de la


situación política del país; bien puede decirse que, con la derrota del proyecto
reformista democrático de la juventud militar (enero), se cierra un período po-
lítico y se abre otro caracterizado, por un lado, por el impulso de un reformismo
contrainsurgente (reformas con represión) y, por otro, por un cambio en la forma
principal de lucha popular, pues el énfasis dejó de estar en la lucha político-social
y se trasladó a la lucha político-militar. La RN puso menos acento en la idea de
“insurrección” y lo puso más en la idea de “guerra revolucionaria”.
1980 fue el año del avance unitario de las fuerzas revolucionarias y demo-
cráticas (FMLN y FDR); sin embargo, este desarrollo del factor subjetivo (orga-
nizativo) no estuvo a la altura del factor objetivo (ánimo y disposición de lucha
del pueblo); este desarrollo desigual impidió aprovechar en términos de poder la
crisis del bloque dominante que devino en una situación pre revolucionaria entre
enero y junio de ese año.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

La intensificación de la represión gubernamental contra la dirigencia del


movimiento popular, la militarización de la sociedad y la extensión y escalona-
miento de la guerra, debilitaron el trabajo organizativo social y político urbano;
a ello también contribuyó la incorporación de los cuadros obreros y del liderazgo
social a tareas políticos militares y político diplomáticos como producto de las
exigencias que le planteó a la RN la extensión y escalonamiento de la guerra civil.

Esta traslación de acumulaciones de un sector organizativo a otro y su no


retorno al sector original del movimiento de masas, es uno de los factores que
explica la debilidad del movimiento social actual, así como la incapacidad del
viejo liderazgo social de trasladar su experiencia a las nuevas generaciones de
dirigentes que han surgido en la posguerra; a ello había que agregar la institucio-
nalización política de muchos de los cuadros que dirigieron la lucha social antes
y durante el conflicto armado.

Aun cuando la coherencia entre la teoría y la práctica no siempre fue


resuelta de la manera más apropiada, lo que le costó críticas de otras organiza-
ciones, en el análisis y discurso de la RN fue un supuesto implícito, una verdad
elemental, pero frecuentemente olvidada: que la realidad es compleja, dinámica
y contradictoria. Esta postura epistemológica se deslindó de otra visión homo-
genizadora, maniqueísta y maximalista que en ciertos momentos prevaleció en
la “nueva izquierda” salvadoreña respecto al enemigo a derrotar, lo que sólo era
posible, se sostenía, mediante la violencia revolucionaria, que era el único camino
para instaurar el socialismo de manera inmediata.

Su apelación a la historia del país le permitió a la RN entender que ese


enemigo no era todo igual y que existían contradicciones al interior del mismo;
así lo atestiguaban, se decía, las reiteradas rebeliones de un sector democrático y
progresista de la FF.AA. (1944, 1948, 1960, 1972, 1979, 19819).
Esta constatación está a la base de su política de alianza con la juventud
militar y fuerzas civiles de oposición, en la línea de diálogo negociación con el
GOES, en el acercamiento con propósitos de intermediación a sectores liberales
de la administración norteamericana, y en propuestas como las del Gobierno de
Salvación Nacional (1979) y de la República Democrática (1984).

2.2.2 LA REALIDAD DE LA RESISTENCIA NACIONAL


SEGÚN LA MEMORIA DEL ACTOR-AUTOR
En esta parte del trabajo expresamos siempre a manera de hipótesis
algunas ideas de lo que el autor, ahora, recuerda como fue la organización

76
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Resistencia Nacional, destacando aquellos rasgos más distintivos de su perfil


político.
En el plano subjetivo, la Resistencia Nacional (1975) es producto de tres
vertientes ideológico-políticas principales: la corriente comunista (ortodoxa),
la corriente social cristiana de izquierda y la corriente neo marxista-leninista.
En sus orígenes no aparece la corriente social demócrata.
Su antecedente político más inmediato es el Ejército Revolucionario del Pue-
blo (ERP) que tiene su origen en “El Grupo” (1969-1972), conformado por la con-
fluencia de las tres vertientes mencionadas, con predominio del social cristianismo.

En el plano objetivo, al igual que otras expresiones de la “nueva izquierda”,


el ERP es resultado, entre otros factores, del impacto ideológico de la revolución
cubana (1959) en la juventud universitaria salvadoreña y en el liderazgo del mo-
vimiento social (obrero-campesino); de la experiencia aleccionadora de la lucha
social y cívica (campaña electoral de 1967, huelga de maestros de 1968, etc.);
del trabajo organizativo en el campo impulsado por sectores religiosos y laicos
influenciados por la Teología de la Liberación (Medellín, 1968); de la crisis uni-
versitaria de los años 1970-1972 y de la radicalización del liderazgo estudiantil;
del proceso de lucha ideológica al interior del PCS y de las organizaciones so-
ciales bajo su influencia, intensificado por la posición a adoptada ante la guerra
El Salvador-Honduras (1969); y de la incapacidad de la dictadura militar de
modernizarse y abrir un cauce democrático a las demandas populares (reforma
agraria, elecciones libres, etc.)

El desprendimiento de la RN del ERP es consecuencia de varios factores,


entre los que destacan una disputa de liderazgo político (Sebastián Urquilla vrs.
Roque Dalton); un problema de hegemonía entre la corriente social cristiana,
por un lado, y las corrientes comunistas y neo marxistas, por otro; la lucha ideo-
lógica sobre la vía de la revolución y la caracterización del régimen político; entre
la vía insurreccionalista popular-militar, por una parte y la vía de guerra revolu-
cionaria e insurrección popular, por otra; la primera puso el énfasis en el trabajo
organizativo político-militar y la otra en el trabajo político social.

El Frente de Acción Popular Unificada (FAPU), en su expresión amplia


(1974) y más en su expresión restringida (1975), fue producto de la concepción
de que entre la construcción del núcleo de vanguardia (partido-guerrilla) y las
masas populares, debía mediar un vínculo político que jugara el papel de escuela
política teórico-práctica, de instrumento de alianzas y de eje organizativo de los
sectores más avanzados del movimiento social.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

A partir de 1975, con la experiencia del ERP como referente inmediato, la


RN le dió prioridad a la lucha político-ideológica al interior de la izquierda; se
intensificó y extendió el trabajo de información, análisis y propaganda; se apostó
a la politización, masificación y radicalización del trabajo de masas (brigadas de
propaganda armada, etc.). Se impulsaron las huelgas reivindicativas y de solida-
ridad, buscando combinar la lucha parlamentaria con la no parlamentaria (lucha
extraparlamentaria combativa), y las acciones milicianas con las acciones de ma-
sas. Se pasó de la huelga reivindicativa a la huelga de solidaridad como antesala
de la huelga política (huelga general-insurrección popular).

La ruptura con el ERP dejó a la RN en una situación de debilidad relativa


en el campo político-militar y financiero, pero le permitió desplegar su trabajo
organizativo político social que fue la base de un acelerado desarrollo político-
militar posterior, que tuvo su mejor ejemplo en la creación de un fondo de guerra
(1976-1977), en la construcción de cierta hegemonía en el trabajo organizativo
social urbano y en la consolidación de dos frentes de guerra estratégicos como lo
fueron Guazapa y el Metropolitano.

La ruptura con el ERP debilitó también el trabajo organizativo en el


campo, pues se perdió la relación con la Federación Cristiana de Campesinos
Salvadoreños (FECCAS), que se encontraba incorporada al primer FAPU, cuya
conducción en manos de jóvenes religiosos jesuitas, al quedar sin atención polí-
tica, fueron cooptados por las FPL, haciendo de esa federación el eje movilizador
del BPR en el sector rural.

Tomando en cuenta la desacumulación que significó la ruptura con el


ERP, que se expresó principalmente en las áreas militar, financiera y organizativa
social, los resultados del esfuerzo de rearticulación y consolidación que se dio
entre 1975 y 1976, pueden ser calificados de excepcionales, pues de una situación
de acentuada debilidad se transitó, en un corto tiempo, a ser una organización
con capacidad de incidir en el curso del proceso político-social; esto gracias a su
capacidad de conducir una cuota significativa del trabajo organizativo en la cla-
se trabajadora urbana (obreros de la industria y servicios, trabajadores públicos,
estudiantes universitarios, etc.), en el trabajo diplomático (USA, México, etc.),
y en el trabajo político militar en frentes de guerra estratégicos como Guazapa-
Cuscatlán, Cabañas y el Metropolitano de San Salvador.

Para este salto cualitativo fue decisivo el 1er Consejo de Delegados cele-
brado en 1975, en San Salvador. Este desarrollo confirmó la tesis, sostenida por

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

la dirección de la RN en mayo de 1975, de que para el impulso de la lucha revo-


lucionaria y aun en las condiciones adversas de que se partía, lo fundamental era
el factor humano, por encima de los factores técnico-militar y financiero10; así lo
confirma el hecho de que, en gran medida, la RN-FARN es hija del FAPU, pues
fueron los cuadros de éste, fogueados en la lucha de masas, los que alimentaron
las estructuras político-militares clandestinas.11

En 1981, después de la ofensiva general de enero, se produjo un replie-


gue al campo en búsqueda de un salto cualitativo de carácter político-militar
a partir de una reacumulación en este factor: la construcción de fuerzas mó-
viles estratégicas de cara a una segunda ofensiva general. Esta tarea se com-
binó con el impulso de la resistencia urbana a partir del trabajo humanitario
(COMADRES, CDH, COPPES, etc.) que desembocó en una reactivación
de la lucha social, marcada por dos acontecimientos: la marcha del 1° de
mayo de 1983 y la huelga de los trabajadores del Círculo Deportivo Interna-
cional en noviembre de ese mismo año.

La RN logró su mayor desarrollo organizativo político-social en el


sector de los trabajadores urbanos, obreros y empleados públicos; para ello
centró su mejor esfuerzo en la conducción de los sindicatos de áreas estraté-
gicas de la economía (energía, puertos, café, pesca, agua, zonas francas, banca,
etc.), la mayoría de los cuales se aglutinó en FENASTRAS (1972), que llegó
a ser la central sindical con mayor fortaleza, representatividad e incidencia
en las luchas reivindicativas durante los años setenta. Esto fue producto del
reconocimiento del carácter plural de los gremios y de la apuesta a una he-
gemonía ideológica y al ejercicio de la democracia interna, por encima de la
tendencia a la homogenización ideológica y un control orgánico numérico
partidario, lo que permitió un crecimiento cualitativo-cuantitativo sin pre-
cedentes12.

A partir de 1980, fue significativo el aporte de la RN al fortalecimiento


del frente externo (retaguardia diplomática, logística y de solidaridad), espe-
cialmente en la construcción de relaciones con la clase política mexicana y de
USA; la propuesta de diálogo negociación fue un instrumento decisivo para
ganar adhesiones y aislar el régimen militar. La declaración franco-mexicana
10 Conversación con Carlos Arias (“Rodrigo”), San Salvador. Mayo 1975.
11 Entrevista con Beto Ramos, ex secretario general del FAPU, San Salvador, octubre del 2011.
12 Tertulia con Héctor Bernabé Recinos, San Salvador, octubre del 2011.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

de agosto de 1981 confirmó lo acertado de esta línea de trabajo al reconocer


al FMLN como una fuerza representativa13.

Una parte de la dirigencia de la RN no se preparó para la desmovilización,


no pudo integrarse al FMLN, ni propiciar una reinserción digna de sus militan-
tes a la vida civil; le apostó a la reconversión, junto con el ERP, en una organiza-
ción social demócrata (PD), desconociendo la inviabilidad histórica, en el plano
orgánico, de esta corriente ideológica política. Otro factor que ayudaría a expli-
car esa afirmación es una cierta pérdida de la vocación de poder en la dirigencia
superior, quizás por el agotamiento sicológico producido por la guerra civil14.

Cuando se intenta jerarquizar por su desarrollo a las organizaciones revo-


lucionarias salvadoreñas, la RN, casi siempre, se ubica en un tercer lugar, después
de las FPL y el ERP; esto puede ser cierto si se considera únicamente de manera
general la principal expresión de la guerra, que es el trabajo político-militar;
pero no lo es si se consideran otros campos como el político-organizativo social
urbano, el político diplomático y el teórico político, en los cuales, especialmente
en el primero, la RN alcanzó niveles por encima de las otras organizaciones;
incluso, en el campo político-militar, esa ubicación no es tan cierta, si se toman
en cuenta de manera particular frentes estratégicos como el de Guazapa y el
Metropolitano.

2.3 UN INTENTO DE CARACTERIZACIÓN DEL PENSAMIENTO POLÍTICO


DE LA RESISTENCIA NACIONAL
A continuación se presenta un conjunto de hipótesis que intentan carac-
terizar el pensamiento político de la Resistencia Nacional diferenciándolo de
las otras organizaciones que conformaron el FMLN histórico, ubicándolo en el
contexto ideológico que lo condicionó, tal como lo recuerda el actor-autor.
El pensamiento político de la Resistencia Nacional fue el resultado de
un esfuerzo colectivo articulado por un eclecticismo teórico que abrevó en las
corrientes comunista ortodoxa, social cristiana de izquierda y neomarxista leni-
nista, lo que permitió una interpretación heterodoxa de la realidad salvadoreña,
tal como se percibía en los años 1972-1992; en sus orígenes, no se advierte la
influencia de la corriente social demócrata.

Dentro de la construcción teórico política de la estrategia que posibi-


litó la derrota de la dictadura militar y la solución política que desbloqueó la

13 Tertulia con Alberto Arene, San Salvador, noviembre del 2011.


14 Conversación con José Luis Quan (“Iván Portillo”), septiembre del 2011.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

democratización del país, el aporte de la RN fue significativo, especialmente


en cuanto a la caracterización del período político (1972-1979); a la relación
partido-frente de masas-movimiento social (con repercusiones en el trabajo
obrero, estudiantil universitario, etc.); a la relación de la lucha parlamentaria
con las medidas de hecho; a la combinación del diálogo-negociación y las rela-
ciones diplomáticas con la guerra revolucionaria; a las alianzas con las fuerzas
democráticas y progresistas (relación con los militares, clase política norte-
americana, etc.); a la ubicación de la lucha electoral dentro de una estrategia
político-militar; a la política de no alineamiento y de relación plural con el
campo socialista; a las propuestas de Gobierno de Salvación Nacional (1979)
y de la República Democrática (1984), que en gran medida anticiparon, hacia
la izquierda, el programa de gobierno con el que el FMLN ganó las elecciones
presidenciales de 2009. Esta fortaleza teórica-política no siempre coincidió
con un respaldo político-militar suficiente para hacerla prevalecer oportuna-
mente entre las otras fuerzas aliadas15.

Una de las ideas-fuerza más audaces de la RN fue la de diálogo-negocia-


ción, como componente de la estrategia de guerra revolucionaria e insurrección
popular; nació después del golpe de Estado de octubre del 79 y antes de la ofen-
siva de enero del 81.

La propuesta de Gobierno de Salvación Nacional ya implicaba este giro


estratégico. Esta combinación de la lucha armada con lucha político-social y lucha
político-diplomática y diálogo-negociación encuentra su antecedente en la com-
binación, en el campo social-reivindicativo, de las medidas de hecho (huelga y
toma de fábricas) con la lucha parlamentaria (utilización de medidas legales como
la contratación colectiva y la negociación con la patronal). Cuando se planteaba la
huelga de hecho también se preparaba la salida negociada, lo cual suponía la idea
de no tensionar el conflicto al grado de destruir la fuente de trabajo y perder el
trabajo organizativo generado en la coyuntura al interior de la empresa.16

Una de las características más distintivas de la RN fue su apertura para el estudio


crítico de las distintas expresiones del pensamiento marxista, lo que llevó a mucha de su
militancia a una cierta formación eclecticista heterodoxa17. Sin embargo, a la par de esta
15 Tertulia con Fermán Cienfuegos, San Salvador, enero del 2012.
16 Conversación con Beto Ramos, San Salvador, agosto del 2011
17 Decir que los militantes de la RN eran marxista sería muy atrevido; me arriesgo a afirmar
que muy pocos tenían una formación consistente en esta corriente de pensamiento; estoy casi segu-
ro que la gran mayoría tenía una mixtura de conocimiento, fragmentario y de segunda mano. Creo

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

flexibilidad ideológica también imperaba una rigidez orgánica en la agenda co-


lectiva, en la cual nunca faltaba la escuela política, es decir, el análisis y discusión
de la situación actual del país; sin duda ésta fue una de las bases de la capacidad
elaborativa y de difusión de pensamiento que acompañó, casi siempre, a esta
organización.
Este apego al estudio y a la formación proviene de las vertientes de su origen
comunista y socialcristiano. Con la adopción de la línea militarista y la ruptura de
la RN en 1975, el ERP abandonó esta tradición, la que conservó el PRTC; no
percibí que las FPL se distinguieran por esta preocupación intelectual18.

Un instrumento metodológico muy usado por la RN para la formación de


sus cuadros y para el análisis de la realidad del país, fueron los conceptos de “co-
yuntura” y de “período político”, los cuales fueron muy útiles para aproximarse a
la comprensión de una realidad salvadoreña especialmente dinámica y compleja
en esos veinte años de conflicto social (1972-1992). Una coyuntura se distinguía
de otra por una determinada correlación de fuerzas entre los principales con-
tendientes en los distintos planos del enfrentamiento (social, político, militar,
ideológico e internacional)19; un período político se distinguía de otro por una
determinada forma de dominación del “bloque hegemónico de clase” y su apa-
rato estatal sobre el “pueblo”, mediante una cierta combinación de mecanismos
coactivos e ideológicos20.
ser un buen ejemplo de ello, pues mi formación política, si se puede llamar así, deviene de la lectura
de una miscelánea de textos que circulaban en la UES, como el “Manual de Economía Política” de
E. Nikitin; el “Tratado de Economía Política”, de E. Mandel; “Las tres tesis filosóficas” y “Las tres
fuentes y las tres partes integrantes del marxismo”, de Mao Tsé-Tung; “El Estado y la Revolución”;
“El Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo”, “Que hacer”, “Un paso adelante, dos pasos atrás”
y “El Izquierdismo, enfermedad infantil de comunismo”, de Vladimir Lenin; “El origen de la familia,
la propiedad privada y el Estado” y “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”,
de F. Engels; “El método de la Economía Política”, de K. Marx; “El manifiesto comunista”, de K.
Marx y F. Engels; “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” y “La guerra civil en Francia”, de K. Marx;
los “Cuadernos de la cárcel”, de A. Gramci; “Los condenados de la tierra”, de Frank Fanon; “Lo que
todo revolucionario debe saber sobre la represión”, de Víctor Serge; y “El Marxismo Vietnamita”, de
Tromh Ching, entre otros.
18 Conversación con Gilberto Meléndez (“Manuel”), San Salvador, septiembre del 2011.
19 En lo personal, mi primer acercamiento a la noción de “coyuntura”, como el nivel más
concreto del análisis político (por combinar las variables espacio y tiempo), junto con las nociones
de “formación social” (que sólo considera la variable espacio) y de “modo de producción” (el nivel
más abstracto o estructural de las contradicciones de clase) fue producto de la lectura de “Los con-
ceptos elementales del materialismo histórico” de la chilena Martha Harnecker, que era de estudio
casi obligatorio entre los militantes del FUERSA, junto con los “Cuadernos de Educación Popular”
de la misma autora; a partir de la cátedra de Sociología General que impartía Geraldina Portillo en
la Facultad de Derecho de la UES, de la cual era instructor docente, también tuve contacto con otros
textos como “Dependencia y Cambio Social” del brasileño Theotonio Dos Santos e “Interpretación
del Desarrollo Social Centroamericano” del guatemalteco Edelberto Torres Rivas.
20 A la idea de período político correspondía la noción de “línea política”, que hacía referen-

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

El primer paso teórico metodológico que dio la RN, todavía como una
tendencia dentro del ERP (1972-1975), fue la idea de la unidad y diferenciación
entre “lo político” y “lo militar”21, de la complementariedad de ambos elementos,
pero también de la determinación estratégica, en esa relación contradictoria, del
primero sobre el segundo. En un primer momento, esta relación y determinación
se ubicaron en el plano orgánico, en la medida que no se concebía la revolución
sin partido y el énfasis se ponía en la construcción de éste como una estructura
político-militar, cuyo accionar militar debía estar sujeto a criterios políticos.
Esta concepción, en cierta medida simple, poco a poco se fue compleji-
zando y, a la altura de 1974, con la fundación del FAPU, lo político se extendió
a “lo social”; a partir de ese momento, este último concepto se convirtió en el
dominante en el trabajo organizativo y se entendió como el generador de aquella
primera relación (la reconstrucción del aparato armado a partir de los cuadros
del FAPU, después de la separación del ERP, parece confirmar esta tesis)22.

Este papel determinante de lo social da un salto de calidad con la orga-


nización de las milicias populares como forma armada de las masas. Durante la
guerra civil (años 80), aun cuando tácticamente lo militar dominó lo político y lo
social, esa relación estratégica entre los tres elementos no se perdió y se manifes-
tó en el papel que jugó el trabajo político-diplomático y el diálogo-negociación
como instrumentos de la solución política de la guerra, pero también en el papel
que jugó lo militar como factor viabilizador y legitimador de esa solución.

La idea de la relación entre lo político y lo militar y de éstos con lo social


como factor de sostenibilidad de ambos, ocupa un lugar central en el pensamien-
to estratégico de la RN sobre la vía de la revolución en El Salvador; tiene sus
fuentes teóricas y prácticas, no sólo en los textos marxistas-leninistas, ortodoxos
y renovados, sino también en el conocimiento que se obtuvo de las relaciones con
varias experiencias de lucha revolucionaria, entre las que destacan los casos de la
FAR de Guatemala, la revolución cubana (el foco guerrillero), el caso del MLN-
Tupamaros de Uruguay (guerrilla urbana) y la guerra de liberación de Vietnam
(guerra de todo el pueblo), entre otras.

cia, no muy precisa, a una especie de táctica general, reservándose el término “táctica”, a secas, para
el quehacer concreto en una determinada coyuntura; dentro de esta misma lógica el concepto de “es-
trategia”, como proyección a largo plazo, estaba en correspondencia con el concepto de “etapa”; la
que se caracterizaba por el predominio de un modelo económico (forma de organizar la producción
y distribución de los bienes materiales) en un cierto momento del desarrollo del sistema capitalista
salvadoreño.
21 Tertulia con Eduardo Sancho, San Salvador, octubre del 2011.-
22 Conversación con Beto Ramos, San Salvador, noviembre del 2011.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

En el desarrollo y síntesis de esta mixtura de pensamiento y su aplicación


creativa a las condiciones concretas de El Salvador, hay que destacar el aporte,
a riesgo de ser injustos por razones de memoria y de información, de Ernesto
Jovel, Lil Milagro Ramírez, Fermán Cienfuegos, Roque Dalton, Roberto Ca-
ñas, Víctor Amaya y Leo Cabral; en el desarrollo táctico-ejecutivo de ese pen-
samiento, entre otros, se deben mencionar a Carlos Arias, Paco Montes, José
Luis Quan, Marcos Jiménez, Saúl Villalta, Beto Ramos, Carlos Ascencio, Chico
Montes y Chano Guevara.

Los aportes de quienes mencionamos sólo se explican en el marco de un


esfuerzo de estudio y trabajo colectivos; se trata de un desarrollo teórico poco
sistemático, que, además de su carácter ecléctico, tuvo también una fuerte carga
empírica, ligada a la experiencia propia y ajena, y a las situaciones y demandas
coyunturales a las que había que interpretar y dar respuesta sobre la marcha de
los acontecimientos.

La RN se consideraba a sí misma una organización revolucionaria en la


medida que su objetivo estratégico era instaurar el socialismo en El Salvador; el
socialismo lo entendía en el sentido marxista y tal como lo definía V. I. Lenin,
es decir, como la primera etapa de la construcción de una sociedad comunista;
sin embargo, esta visión a largo plazo no fue objeto de un desarrollo teórico;
más bien la reflexión se centró en la explicación del objetivo a corto plazo que
consistía en el derrocamiento de la dictadura militar que era, implícitamente, el
primer obstáculo a salvar para avanzar hacia ese tipo de sociedad; para el período
político (cambio en la forma de dominación) esta forma de Estado era califica-
da como “en proceso fascistización” o en “escalada fascista” por la movilización
reaccionaria de masas que se buscaba combinar con un reformismo económico
contrainsurgente, a favor de los intereses del capital financiero; así se entendía el
carácter de la revolución necesaria y posible23.

La muerte del Comandante Ernesto Jovel (septiembre 1980) y el ascenso


de Fermán Cienfuegos al cargo de comandante general, propició una modifica-
ción significativa en la concepción estratégica en relación a los sujetos actores
de la revolución; en cuanto al objetivo se perdió en profundidad, pero se ganó
en amplitud; perdió peso el énfasis obrerista y ganó peso el papel de los sectores
medios; el lenguaje comunista cedió paso al lenguaje socialista; la visión radical

23 Esta caracterización del período político (1972-1979), a partir de la forma predominante


de dominación, no era compartida por las otras organizaciones; así, las FPL le llamaba “tiranía mi-
litar fascistoide”; el ERP, “dictadura militar fascista”; el PRTC, “dictadura militar gorila” (con coro
fascista); y el PCS, “dictadura militar oligárquica”, “dictadura fascista”.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

primaria facilitó los acercamientos unitarios con las fuerzas revolucionarias; la


visión moderada que la sucedió facilitó las alianzas con los sectores calificados
como democráticos; el concepto de “revolución socialista” cedió paso al concepto
de “revolución democrática popular”.

De tal manera que no sería tan inexacto afirmar que la muerte de Ernes-
to Jovel marca un antes y un después en el desarrollo del pensamiento político
de la RN24. Para otros compañeros la desaparición de Lil Milagro Ramírez en
noviembre de 1976, marca también un antes y un después en el desarrollo del
pensamiento político de la RN, debido al papel que ella jugaba en las tareas de
escuela y de elaboración teórica; a Lil se le atribuye la redacción del manifiesto
histórico del FAPU, difundido en mayo de 1976 con motivo del primer aniver-
sario de fundación de la organización25.

En cuanto a la vía para alcanzar esos objetivos, su apuesta estratégica la


constituía la lucha armada; sin embargo esto se acompañaba con la exigencia de
combinar esa forma de lucha con otras como la social, la parlamentaria y la di-
plomática; a nivel de masas esto se traducía en el impulso de la lucha “extraparla-
mentaria combativa” (lucha de calle, huelga de hecho, toma de edificios públicos,
etc.), lo que no excluía las iniciativas legales y dentro de las instituciones oficiales.
Este tipo de revolución y esta vía para alcanzarla se sintetizaba en la con-
signa: “Lucha armada hoy, socialismo mañana”.

Por una parte, esta relación del objetivo a corto plazo como un medio
para alcanzar el objetivo a largo plazo, llevó a la RN a hacer propuestas como la
del Gobierno de Salvación Nacional (1980) y la de la República Democrática
(1984); éstas y otras propuestas como la del diálogo-negociación fueron motivo
para que se le calificara, con sentido despectivo, de “social demócrata”. Por otra
parte, la necesidad de combinar la lucha armada con otras formas de lucha, le
permitió defender la validez y viabilidad de propuestas como la del diálogo-
negociación y, a nivel social, acompañar las huelgas de hecho con la utilización
de formas legales como la negociación con la patronal.

En cuanto a los sujetos de la revolución, mientras otras organizaciones


defendían la pureza de la “alianza obrero-campesino con hegemonía proletaria”
24 Conversación con Eugenio Chicas (“Marcos”), San Salvador, octubre del 2011.
25 Conversaciones separadas sostenidas con René Vega y Beto Ramos, San Salvador, febrero
del 2012

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

o una alianza con una supuesta burguesía “nacional” para hacer factible una re-
volución democrático-burguesa, la RN siempre puso a la par de la alianza obrero
campesina a los llamados “sectores medios avanzados”, en los cuales incluía a los
estudiantes, profesionales, pequeños y medianos empresarios y militares pro-
gresistas, entre otros, lo que en definitiva era una concepción de amplia alianza,
que en la práctica se tradujo en propuestas como el FAPU (frente amplio, 1974)
y el COP-30 de julio (1976); lo anterior no evitó manifestaciones voluntaris-
tas como cuando se impulsó la línea de priorizar lo proletario “obrerizando” los
organismos de dirección. Este pensamiento sobre el tipo y vía de la revolución
en El Salvador y sus fuerzas motrices, abreva en la concepción de frente amplio
antifascista, en la idea insurreccionalista de corte leninista y en la experiencia
vietnamita de la “guerra de todo el pueblo”, que se sintetizaban en la fórmula de
“guerra revolucionaria e insurrección popular”, la cual suponía una táctica flexi-
ble y una amplia política de alianzas.

Su idea del instrumento orgánico era la leninista, es decir, de un “partido


de cuadros”, con fuertes y hondas raíces en la clase trabajadora, como eje articu-
lador de lo táctico con lo estratégico, de lo político-social con lo político-militar,
de la parte con el todo; esto en la realidad se tradujo en un escalonamiento or-
ganizativo que articulaba gremio-frente de masas-partido y aparato armado, con
varios eslabones intermedios (milicia, gasmas, células de vanguardia, etc.) a lo
largo del cual la disciplina y el ejercicio democrático corrían en sentido inverso
conforme se avanzaba del trabajo abierto al trabajo cerrado o clandestino (en el
gremio había menos disciplina pero más democracia, mientras que en el partido
había más disciplina pero menos democracia); el Consejo de Delegados era el
momento y el espacio en que democracia y disciplina se encontraban para inten-
tar hacer síntesis; el llamado “centralismo democrático” era el método para lograr
ese inestable equilibrio entre participación y obediencia.

El carácter y naturaleza de la Resistencia Nacional guardan relación di-


recta con la caracterización de los períodos políticos 1972-1979, 1979-1989,
1989-1992 y con su visión a largo plazo de la construcción del socialismo y de
la necesidad de la derrota de la dictadura militar para avanzar hacia ese objetivo
estratégico; de ellas derivaron sus concepciones, objetivos, líneas tácticas, defini-
ciones orgánicas, prioridades organizativas y territoriales, énfasis en las formas
de luchas, sujetos principales y alianzas26.

26 En lo sustancial, esta hipótesis es una propuesta de Ricardo Vásquez (“Leo Cabral”).

86
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

3. CONCLUSIONES: A MANERA DE BALANCE


SOBRE LA RESISTENCIA NACIONAL.

Hacer un balance de la organización política de la que se ha formado parte


(y sicológicamente se sigue formando parte) no resulta cómodo, aun cuando ya
no exista como tal; es fácil hacer remembranzas y hablar bien de ella y de noso-
tros mismos; eso quizás se debe a que la memoria tiende a ser benevolente con
el pasado mediato, escondiendo y metamorfoseando las acciones u omisiones
que nos avergüenzan, y destacando y recreando aquellas de las que nos sentimos
orgullosos; es como hablar de nuestra familia, de la que normalmente decimos
cosas agradables y nos alegra escuchar que otros las digan; nos cuesta aceptar sus
errores y miserias y también nos molesta que terceros las señalen. Siempre hay
una alta dosis de subjetividad que nos dificulta ser equilibrados en los juicios que
emitimos, no sólo porque nos fallan los recuerdos, sino porque fuimos parte acti-
va e interesada en esa historia y en el presente no nos hemos podido desprender
de ese pasado que sigue moldeando nuestra forma de pensar la perspectiva de
futuro que tenemos del país.-
Con el riesgo de que esa carga afectiva nos haga ser injustos, pues en la
retrospectiva los hechos enjuiciados se ven distintos a como los vimos hace más
de veinte años y, conscientes de que no seremos “objetivos”, queremos destacar
en este ejercicio de memoria algunos aspectos que, según nuestra “parcializada”
opinión, constituyeron debilidades y fortalezas de la Resistencia Nacional como
organización revolucionaria; también se incluyen posibles errores cometidos y
aciertos de su práctica política; así mismo lo que llamaremos deudas morales
con la militancia y con el país, y los que consideramos sus principales aportes
teórico-prácticos para una estrategia de cambio social.-
Durante las “tertulias” que acostumbramos hacer, por lo menos dos veces
al año, en mayo para el aniversario de la organización y en noviembre para el ani-
versario de la ofensiva final de 1989, los que nos reunimos, además de la obligada
“catarsis”, solemos hablar de estos asuntos y hoy que lo pienso para el propósito
de registrarlos en estas líneas, puedo distinguir aquellas debilidades que pueden

87
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

calificarse de objetivas (que no dependieron tanto de la voluntad colectiva); de


otras que nos más bien son de carácter subjetivo, en la medida que fueron pro-
ducto consciente de sus organismos de dirección.
Entre las objetivas podemos mencionar: el relativo poco desarrollo al-
canzado en el campo reivindicativo campesino y estudiantil de secundaria; esto
debido principalmente a la desacumulación producidas en el norte de Morazán,
San Miguel y La Unión, y en la zona metropolitana de San Salvador, respecti-
vamente, a causa de la separación del ERP en 1975 y de la militarización que
éste hizo de las estructuras organizativas; esta separación hizo también que se
perdiera capacidad de continuar atendiendo el trabajo con FECCAS a través de
una relación con jóvenes jesuitas; lo mismo sucedió con el trabajo conspirativo
desarrollado con integrantes de la llamada “juventud militar” que dio el golpe de
Estado de 1979; en este caso fue a causa de las contradicciones internas que sus-
citaban esa clase de relaciones; creo que también repercutió el abandono y vacío
de atención que produjo la muerte de Carlos Arias en abril de 1980, quien era
un vínculo fundamental en este sector de la Fuerza Armada.
Otra debilidad de este tipo fue el relativo poco desarrollo político-militar
alcanzado en el llamado Frente Occidental (Santa Ana, Ahuachapán y Sonso-
nate), atribuible particularmente a la represión gubernamental desatada contra
las bases de apoyo del FAPU en la costa de Sonsonate y Ahuachapán, a raíz de
acciones militares como la “batalla de Acajutla” en junio de 1980, y la huelga
de trabajadores de la Central Azucarera “Izalco” en enero de 1978; habría que
agregar la desaparición de Lil Milagro Ramírez y de Manuel Rivera, encarga-
dos políticos de la zona, en noviembre de 1976, capturados en San Antonio del
Monte, Sonsonate, durante un operativo de las fuerzas represivas del régimen
militar presidido por el Coronel Arturo Armando Molina.
Otras debilidades fueron las relaciones con Cuba y los partidos comu-
nistas del bloque soviético, marcadas por la desconfianza debido al asesinato de
Roque Dalton, del mote de “socialdemócrata” que se le indilgó a la organización,
debido a su no alineamiento ideológico que caracterizó la política de alianzas y
de solidaridad internacional con otras organizaciones homólogas y países como
Vietnam, China, Libia, etc.-
Desde al ángulo subjetivo, alguna de sus principales debilidades consis-
tieron en las dificultades que se tenían cuando se trataba de traducir en acciones
concretas las iniciativas o formulaciones teórico-políticas (diálogo-negociación,
la República Democrática, la relación con la clase política liberal norteamerica-
na, la alianza no coyuntural con las fuerzas democráticas); lo anterior porque no
siempre se tuvo la correlación de fuerza político-militar y social suficiente para
hacer valer, sostener y respaldar esas formulaciones frente a las otras organiza-

88
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

ciones del FMLN; en este aspecto habría que agregar, después de la firma de
los Acuerdos de Paz, la aparente pérdida de la vocación de poder de parte de la
dirección RN, que hizo que ingenuamente se procediera a la desmovilización y
desmontaje apresurado de las estructuras partidarias, a abandonar el Frente y a
no disputar su conducción como instrumento de lucha político-institucional y
social.
Sin embargo, la RN desarrolló fortalezas políticas en el trabajo reivindica-
tivo obrero y de masas en la zona metropolitana de San Salvador, que posibilitó
la conducción de los principales sindicatos del país a través del FAPU y de FE-
NASTRAS; este trabajo constituyó un semillero de cuadros políticos-militares
y políticos-sociales; lo mismo puede decirse con relación al trabajo estudiantil
universitario (El FUERSA en la década del 70, y el FEUS en la década del
80). En el campo político militar sobresalen como fortalezas el desarrollo del
Frente Metropolitano, el Frente de Guazapa y las zonas de control de Cuscatlán
y Cabañas; mención especial merece el trabajo humanitario impulsado a través
de COMADRES y el COPPES, así como la relación con la Iglesia Bautista
Emmanuel, de donde salieron valiosos cuadros para las estructuras militares y
de masas.
Otros aciertos, sin mayor duda, lo constituyen la política de alianza con
perspectiva no coyuntural con las fuerzas democráticas del país (MPSC, MNR,
etc.); el trabajo de relaciones sostenido con sectores políticos liberales norteame-
ricanos, que fue un factor decisivo para viabilizar la solución negociada a la gue-
rra civil; igual puede predicarse de las relaciones, para efectos de solidaridad, con
los partidos socialdemócratas europeos y, particularmente, con el gobierno mexi-
cano y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el gobierno panameño de
Omar Torrijos, dentro de una política de no alineamiento político-ideológico
que no le caía en gracia a la ortodoxia comunista. Lo anterior no negaba, sino
que fortalecía su disposición unitaria con las fuerzas revolucionarias y de alianza
con las fuerzas democráticas, como lo atestigua el acercamiento con la juventud
militar y ensayos como el COP-30 de Julio.
En cuanto a las fortalezas de carácter subjetivo, merecen la pena ser men-
cionadas la capacidad de análisis de la realidad y de producción y difusión de
pensamiento, de lo cual son ejemplos los órganos de información como los pe-
riódicos “Por la Causa Proletaria”, “Pueblo”, la revista “Polémica”, el boletín se-
manal Pueblo, el periódico Guazapa, el boletín Aquí El Salvador, las publicacio-
nes de FENASTRAS en un periódico nacional antes de la ofensiva del 89, y la
producción de institutos como el “CECARI”, en México.
Junto a lo anterior hay que mencionar un constante impulso a la escuela
política para la militancia, cuyo principal recurso metodológico era el análisis de

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

la coyuntura nacional y regional desde los enfoques marxista clásico y neomar-


xista, que llevó a un abordaje ecléctico-heterodoxo que superó el enfoque tradi-
cional basado en el estudio de los manuales soviéticos.
Otras fortalezas de este tipo, que en alguna ocasión repercutió negativa-
mente en el ámbito interno, fue la flexibilidad táctica en el manejo de los relacio-
nes y la apuesta al método democrático para el tratamiento de los conflictos a su
interior; de 1975 a 1992 se realizaron seis consejos de delegados, como espacio
de síntesis de las contradicciones que permitieron, en definitiva, trazar la línea
política del momento y avanzar por la ruta estratégica que condujo a la derrota
de la dictadura militar y a la apertura del proceso de democratización del país.
Otra perspectiva crítica del desarrollo de la RN es reconocer sus errores
y aciertos; por ejemplo, la desacumulación política-organizativa que se produjo
en el occidente del país, producto de yerros cometidos en el accionar político-
militar y político-social como en los casos de la llamada “batalla de Acajutla” y la
huelga de los trabajadores de la central Azucarera “Izalco”, como antes se men-
cionó; otros errores serían la línea de “proletarizar” los organismos de dirección,
promoviendo mecánicamente a cuadros obreros que no siempre estaban prepa-
rados para esa responsabilidad; la “profesionalización” de las milicias populares
que degeneró en desviaciones de carácter “lumpen”; la desviación hegemonista
que culminó con el retiro temporal de la DRU en septiembre de 1980; la miopía
de no poder administrar con austeridad el fondo de guerra acumulado, principal-
mente, mediante la operación “Héroes y Mártires de la Revolución Salvadoreña”
en 1976, que impidió prever y atender demandas posteriores como la reinserción
productiva de excombatientes.
Otros errores, que pueden atribuirse a una ingenuidad política, fue el “se-
guidismo” de una parte de la cúpula al ERP, que llevó al acompañamiento de
acciones como el retiro del FMLN, la frustrante aventura de fundar el Partido
Demócrata y la firma en 1996 del pacto de “San Andrés”, que constituyó un ar-
did de parte de ARENA para imponer al pueblo un incremento al IVA, durante
la administración presidencial de Armando Calderón Sol.-
Como contrapartida, la RN tuvo aciertos que es justo reconocerlos, in-
cluso algunos de ellos como verdaderos aportes al proceso revolucionario salva-
doreño. Entre éstos se pueden mencionar: el trato autónomo que se daba a las
organizaciones gremiales con respecto a la conducción política de las mismas, al
contrario del tratamiento que les daban otras organizaciones, en el cual predo-
minaba una visión instrumental y sectaria de las mismas; la idea de la masividad
como la fortaleza principal de los sindicatos, por encima de la radicalidad y
homogeneidad ideológica, que hizo que se apostara a una conducción por he-
gemonía, es decir, a partir del debate y el predominio de las ideas correctas que

90
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

terminaban por imponerse en la lucha política; una de estas ideas era que las
medidas de hecho debían ser acompañadas de propuestas de negociación de los
conflictos y que, por ejemplo, aun cuando una lucha se perdiera, en términos
reivindicativos, podría constituir una victoria política si se lograba fortalecer el
sindicato con la incorporación de nuevos miembros; otro acierto de la RN fue
su disposición a tomar la iniciativa a través de propuestas audaces que, si bien al
principio no era bien recibidas por otras organizaciones del FMLN, al final ter-
minaban por imponerse, tal como sucedió con la línea de dialogo-negociación, la
línea de establecer relaciones con representantes del sector político liberal nor-
teamericano, el no alineamiento ideológico político, la alianza no coyuntural con
las fuerzas democráticas, la idea de la República Democrática como la forma
de transición que adoptaría el Estado salvadoreño que sucedería a la dictadura
militar y que permitiría aglutinar amplios sectores sociales para aislar y derrotar
a la derecha oligárquica.
Aun cuando no se hizo explícito, supongo que por los conflictos ideológi-
cos que se provocarían, tal como sucedió con las propuestas del Gobierno de Sal-
vación Nacional en 1980 y de la República Democrático en 1984, la política de
una amplia alianza con las fuerzas democráticas, desde una visión no coyuntural,
suponía la aceptación de que el cambio social en El Salvador solo sería factible
por la vía de un “reformismo revolucionario”, es decir, que dada la correlación de
fuerzas, real y previsible, la derrota de la dictadura militar sería sucedida por un
gobierno de transición cuyas tareas serían esencialmente democráticas y que su
carácter revolucionario estaría dado por la participación popular y la dirección
correcta de las medidas a tomar dentro de una perspectiva estratégica que apun-
tara al socialismo.-
Un balance supone siempre un contraste entre lo propuesto y lo realizado,
entre lo que se hizo y lo que se dejó de hacer. En el debe o saldo negativo hay
que inventariar las deudas que como organización se tiene, entre las que señalo
la falta de un auténtico reconocimiento moral al aporte de los internacionalistas,
tanto vivos como muertos y desaparecidos, que engrosaron las filas de la orga-
nización y se sacrificaron por la causa del pueblo salvadoreño; pienso que ni si-
quiera se tienen registrados los datos personales mínimos de estos compañeros y
compañeras; otra deuda es con las demandas de los veteranos o desmovilizados;
así como la falta de apoyo a los familiares de los caídos y desaparecidos durante el
conflicto armado, de los que ni se tiene un censo; ni tan siquiera hay un proyecto
para identificar a los caídos y ubicar a los desaparecidos, para propósitos de jus-
ticia restaurativa; todo lo anterior tiene que ver directamente con la carencia de
un esfuerzo sostenido de recuperación de la memoria histórica de la RN como
un actor de conflicto político-social y político-militar; otro olvido se refiere a la

91
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

participación y aporte de los trabajadores del arte y la cultura; y podrían seguir


los ejemplos de lo que se conoce como ingratitud.
Como un saldo a favor podemos enumerar lo que considero son aportes
de la Resistencia Nacional al proceso de cambio social en El Salvador e incluso
como contribución a una teoría de la revolución latinoamericana; veamos, entre
otros: la tesis del reformismo revolucionario (el Gobierno de Salvación Nacional,
la República Democrática, …); la política de alianzas no coyuntural con las fuer-
zas democráticas; la relación con la clase política liberal norteamericana; el no
alineamiento político-ideológico; la línea de diálogo-negociación; el principio
de conducción gremial por hegemonía; el análisis de la realidad concreta como
recurso metodológico de la escuela política (a partir de la aplicación de las cate-
gorías de coyuntura política, período política y etapa económica, a las que corres-
pondían las categorías de correlación de fuerzas, forma de dominación y modelo
económico, en su orden); y las tesis frentistas, que esencialmente planteaban que
entre el partido (organización político-militar) y el movimiento social (gremios,
…), debe existir un eslabón intermedio, constituido por un frente por sectores
sociales (obreros, campesinos, estudiantes,…), como medio para incorporar a
los elementos más avanzados de las organizaciones de masas, alrededor de una
misma línea política, cuyo papel era servir de escuela teórico-práctico para la
formación de cuadros con la misión de conducir la lucha político-reivindicativa
del pueblo.-
Esas son algunas de mis conclusiones, que intentan ser congruentes con
los planteamientos que las preceden; seguramente algunos compañeros o com-
pañeras no estarán muy de acuerdo con algunas o con todas, y tendrán las propias
a partir de sus recuerdos y del contexto en que hagan su ejercicio de memoria;
tampoco me cabe duda de que la revisión documental que queda pendiente y la
crítica que se hará a este testimonio, modificarán eventualmente mis opiniones,
por lo que las reflexiones que hemos adelantado deben ser tomadas muy provi-
sionalmente.-

San Salvador, diciembre del 2012.-

92
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

FUENTES TESTIMONIOS27

1. Alberto Ramos “?” (Secretario General del FAPU, FUERSA,…)


2. Danilo Cea “?” (FARN,…)
3. Eduardo Sancho, “Fermán Cienfuegos” (Secretario General de la RN,…)
4. Eric López “’?” (FUERSA,…)
5. Eugenio Chicas, “Marcos Jiménez” (Comandante de la RN-FARN,…)
6. Fidelina Martínez, “?” (ODUP,…)
7. Gilberto Meléndez, “Manuel” (REU, FUERSA,…)
8. Héctor Bernabé Recinos, “?” (Secretario General de FENASTRAS, Secreta-
rio General de STECEL; VP,…)
9. Herbert Guzmán, “Chele Jaime” (REU, FUERSA,…)
10. Jaime Esteves “?”, (RN, MPTTL,…)
11. José Luis Quan, “Ivan Portillo” (OMR,…)
12. José Humberto Morales, “?” (FEUS,…)
13. Julia Rodríguez, “Julina” (RN-FARN,…)
14. Lázaro Munguía, “Chino Lazaro” (FARN,…)
15. Orlando Alfaro, “Joaquín” (FUERSA,…)
16. René Vega, “?” (REU, FUERSA,…)
17. Ricardo Vásquez, “Leo Cabral”(RN-FARN, Segundo Secretario General)
18. Roberto Cañas, “Rubén Rojas” (REU,…)
19. Salvador Arévalo, “Seco Salva” (RN,…)

27 La pertenencia orgánica que aparece a la par de cada nombre es la que conocí personal-
mente o por referencia durante mi militancia política y no la que hay después o durante el testimo-
nio me enteré.

93
Anexos
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Anexo 1. CRONOLOGIA SOBRE LOS ANTECEDENTES, ORIGEN,


DESARROLLO Y DESMOVILIZACION DE
LA RESISTENCIA NACIONAL.

Francisco Eliseo Ortiz Ruiz

I. “La Gestación y el Nacimiento. Las Raíces


y la Protoguerrilla” (1967-1972)

1930: Fundación del Partido Comunista Salvadoreña (PCS)


1932: Insurrección indígena campesina. Represión popular
1959: La revolución cubana. El Frente Unido de Acción Revolucionaria (FUAR)
60’s El reformismo militar-popular. Dr. Fabio Castillo: el golpe de Estado y la
Junta Revolucionaria de Gobierno. El Programa de Gobierno (la reforma educa-
tiva, la reforma política, la reforma agraria,…) La fundación del PDC
1961. El reformismo militar preventivo de Julio Rivera; golpe de Estado; Direc-
torio Cívico Militar. Fundación del PCN
1962: El reformismo contrainsurgente norteamericano. La Alianza para el Progreso.
1963-1967. Reforma Universitaria; rectorado del Dr. Fabio Castillo: democrati-
zación y masificación de la educación universitaria con becas estudiantiles, resi-
dencias universitarias, etc.
1967. Las elecciones presidenciales y el PAR, con Fabio Castillo como candi-
dato. El programa de Gobierno (5 grandes problemas, 5 grandes soluciones).
Algunos dirigentes políticos y sociales concluyen que no hay más alternativa que
impulsar la lucha armada. Fundación del MNR (Socialdemocracia)
1968. El mayo francés, Tlatelolco, México, etc. La primera huelga de ANDES.
1969. La guerra El Salvador-Honduras. Gestación de la división del PC
1970. La Huelga de las Áreas Comunes en la UES. Liderazgo estudiantil de fu-
turos dirigentes de la guerrilla (Rafael Arce Zablah, Ricardo Sol, Francisco Jovel,
Virginia Peña, Felipe Peña, etc.). Gestación de “El Grupo”.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Las corrientes políticas estudiantiles: FEURS (comunistas), FSD (social demó-


cratas), FRUSC (social cristianos).
Abril de 1970: División PCS. Fundación de las FPL. Salvador Cayetano Carpio
vrs. Schafik Handal.
1971. “El Grupo”, germen del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). El
Grupo es la convergencia de jóvenes comunistas (jp) y social cristianos (Lil Mi-
lagro Ramírez, Eduardo Sancho, Carlos Menjivar, Ricardo Sol, Salvador Mon-
toya, Alfonso Hernández, Carlos Rico, entre otros). El secuestro de Ernesto
Regalado Dueñas. La segunda huelga de ANDES.
1972. En marzo surge el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Su primera
acción militar en el antiguo Hospital Bloom (hoy denominado Unidad “Primero
de Mayo del ISSS”). Consigna de la época: “La paz de los ricos ha terminado,
la lucha armada ha comenzado”. Elecciones y golpe de Estado. La UNO. Na-
poleón Duarte. La contradicción elecciones-lucha armada. Sublevación militar
Coronel Benjamín Mejía.

II. Dispersión y lucha ideológica.


Ruptura y Autoafirmación. (1972-1975)

Julio de 1972. La crisis de la UES. Intervención militar en la UES. El estudian-


tado se radicaliza y algunos se decantan por la lucha armada. Dispersión de la
masa estudiantil. La REU.
Octubre de 1973. Reapertura de la UES; protagonismo de la Resistencia Estu-
diantil Universitaria (REU); Carlos Arias, Herbert Guzmán, Roberto Cañas,
Alirio Barrera, Vinicio Bernal, etc. El Comité Estudiantil Provisional. La Co-
misión Normalizadora de la UES
1974: Trabajo organizativo estudiantil universitario. FUERSA. Conducción de
gremios SEMEA (Facultad de Medicina) y AED (Facultad de Derecho). EL
FOC (Suchitoto, Guazapa)
Noviembre de 1974. Frente de Acción Popular Unificada (FAPU) como fren-
te amplio de masas. La escalada fascista y la línea de resistencia de masas. La
lucha contra el alto costo de la vida. Trabajo con sacerdotes y campesinos (as).
FECCAS. Desalojo de campesinos por la construcción de la presa “El Cerrón
Grande”, Chalatenango. (junio). Los curas Inocencio e Higinio Alas
Mayo, 1975. Asesinato de Roque Dalton; ruptura del ERP y surgimiento de la
Resistencia Nacional (RN-FARN). Primeras acciones armadas: Montepío “El
Socorro”, Sonsonate; venta de madera “El Tesoro”, San Salvador; “Cartografía”,
San Salvador; Santa Ana, etc. Relaciones con la FAR de Guatemala. Incorpo-
ración de ORT, FRAP, FOC… a la RN. La fundación del Frente de Guazapa.
Raúl Hércules, Chano Guevara, Federico Dreyfus…Consignas: “Lucha armada

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

hoy, socialismo mañana”; “Por la revolución hasta la muerte”. Relaciones con el


FSLN de Nicaragua. La relación con la Iglesia Bautista “Enmanuel”. La corrien-
te cristiana-evangélica de izquierda. Rev. Miguel Tomás Castro.
Junio de 1975. Elecciones de AGEUS y la Alianza Revolucionaria entre las FPL
y la RN: Los Universitarios Revolucionarios 19 de julio (UR-19) y el Frente
Universitario de Estudiantes Revolucionarios “Salvador Allende” (FUERSA).
El segundo FAPU (Frente Político por sectores): FUERSA, ARDES, OMR,
VP y MRC. El manifiesto histórico del FAPU. ( Junio de 95). La lucha ideoló-
gica: “Por la Causa Proletaria”; “Polémica”, “Pueblo”, “Liberación”, “La Chispa”,
“Las Cartas de Domingo Beltrán”, etc. Incidencia en “La Crónica”, “El Inde-
pendiente”.
Julio de 1975. Represión estudiantil. Se impulsa la masificación de la lucha ar-
mada; las brigadas de propaganda con autodefensa; los GASMAS; las milicias
populares. El Frente Metropolitano. Ernesto Jovel, “El Pocho”, el Chele “Quin-
tin”, Julia Rodríguez, Marcos Jiménez, el Chino Lázaro, Leo Cabrales, Carlos
Arias, Andrés Hernández, Alberto Cárcamo…
Septiembre 1975. Surgimiento de las Ligas para la Liberación (LL) como ex-
presión abierta del PRTC, como consecuencia del abandono de éste del trabajo
de masas del FAPU.

III. Desarrollo Organizativo y Trabajo de Masas.


Unificación de la Vanguardia Dispersa. (1975-1981)

1975-1979. Lucha obrera (huelgas, represión y autodefensa). FENASTRAS;


huelgas de hecho; tomas de fábricas y negociación: “Maquinaria Pesada”, “Inde-
ca”, “Sacos Cuscatlán”; “Diana”;“Delicia”, “Eagle Internacional”, “Texas Instru-
ments”, “Central Izalco”, “STECEL”, “Sipes-Acajutla”, “Pesca, S.A.”, etc. De la
huelga reivindicativa a la huelga de solidaridad y a la huelga política.
1976. El Operativo “Fabian Ventura”, Guazapa.
1976. COP-30 de julio. Política de alianzas. Lucha ideológica.
Noviembre 1976. Sonsonate. Captura y desaparición de Lil Milagro Ramírez y
Manuel Rivera.
1976. Manifestación en Sonsonate con autodefensa armada exigiendo la libertad
de Lil Milagro Ramírez y de Manuel Rivera.
1976. Primer Consejo de delegados de la RN. El Salvador. Estrategia de guerra
revolucionaria e insurrección popular. Construcción de los núcleos guerrilleros;
trabajo organizativo obrero (Saúl Villalta, etc.); construcción el fondo de guerra
(secuestro de oligarcas). Operación “Héroes y Mártires de la Revolución Salva-
doreña”. Fundación de la Escuela Política “Lil Milagro Ramírez”. La radicaliza-
ción del trabajo de masas. La posición de la ODUP. Lucha ideológica El trabajo
organizativo de Cabañas. Guillermo Ardón, Chepe “Cabañas”… (1976)

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

1977. El trabajo humanitario: COMADRES; la Comisión de Derechos Huma-


nos no Gubernamental. La contradicción elecciones-lucha armada. La UNO; Co-
ronel Ernesto Claramont. La lucha electoral de masas. Fraude electoral. Represión
popular. El agotamiento de la vía electoral. Fundación de las LP-28 (ERP)
1978: Huelga de los trabajadores de la Central Azucarera “Izalco”, enero, Son-
sonate.
1979. El 2° Consejo de la RN. El Salvador. El Gobierno de Salvación Nacio-
nal. Relaciones con Panamá, General Omar Torrijos Golpe de Estado (octubre);
Junta Revolucionaria de Gobierno; trabajo de la RN en el Ejército. Conflicto
interno por relación con militares. Posiciones El Frente Nororiental (Morazán,
San Miguel, La Unión) 1979-1982, Chano Guevara, Ramón Arce.
Diciembre: Coordinadora Político-Militar (FPL, PCS, RN).
22 de enero de 1980. La gran marcha popular. La represión y la autodefensa
armada. La Coordinadora Revolucionaria de Masas. El MIPTES. El Foro De-
mocrático, formación del FDR
Marzo del 80: miniofensiva (Operación Colima, etc.) La batalla de Acajutla.
La desacumulación en el occidente del país, (junio). El MPSC. La relación con
la corriente social cristiana de izquierda. Rubén Zamora, Héctor Silva, Marina
Ávalos, Juan José Martel,…
Marzo 1980: Asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero. ¿Una situación
revolucionaria?. Inicio de la guerra civil.
1980 (junio y agosto). Primera y segunda huelga general de trabajadores (as)
públicos (as). Encarcelamiento de dirección de STECEL: Bernabé Recinos, Ar-
nulfo Grande, Alfredo Represa, etc. Surgimiento de embriones de frentes de
guerra dada la represión en la ciudad y el campo; las y los campesinos y estu-
diantes se incorporan a estos frentes (Guazapa, Cabañas, Morazán, Sur Oriental,
Occidental, Frente Metropolitano y Cuscatlán). Relación guerrilla-masas
1980. Muerte de Raúl Hernández (febrero), Carlos Arias (abril) y Paco Montes
(junio).
Septiembre 1980: muerte de Ernesto Jovel, secretario general de la RN de Au-
gusto Coto y Mabel Ramos. Relaciones con Cuba. Formación militar.
La Dirección Revolucionaria Unificada (DRU). Retiro temporal de la RN. El
hegemonismo.
Octubre de 1980. Surge el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional
(FMLN).
Noviembre 1980: captura y asesinato de dirección FDR. (Enrique Álvarez Cór-
dova, Juan Chacón, Humberto Mendoza, Manuel Franco,…) Fundación de AIP
(Managua, Panamá, México, Washington)

98
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Enero de 1981. Ofensiva general. Repliegue al campo. Conformación de las


zonas de control insurgente (Guazapa, Cabañas, etc.). Resistir, desarrollarse y
avanzar. Fundación de ARENA. (Septiembre). Mayor Roberto d’Aubuisson.
ANSESAL. El proyecto de Radio “Guazapa”
1981. Tercer Consejo de la RN: crisis y replanteamiento estratégico. La Habana.
Contradicciones campo-ciudad, interior-exterior. Línea de diálogo-negociación
La declaración franco-mexicana (agosto)
IV. Acumulación Político-Militar y Construcción de
las Fuerzas Estratégicas. Expansión campo-ciudad. (1981-1984)

1980-1982: el Frente Sur oriental (Usulután). Eduardo Solórzano…Columna


“Comandante Ramón”, Batallones “Carlos Arias” y “Sergio Hernández”. Impul-
so de la lucha armada en el campo y la resistencia urbana. Cambio en la corre-
lación de fuerzas con las Fuerzas Armadas salvadoreñas. Acumulación militar y
política de la RN (preparación ofensiva de 1989). Trabajo de expansión hacia las
ciudades. Despliegue de la guerra popular vrs. guerra de contrainsurgencia (tác-
ticas de “yunque y martillo, tierra arrasada”, etc). Operativos en el cerro de Gua-
zapa (“Fenix”, “Guazapa 10”, etc.). Consolidación de frentes de guerra: Guazapa,
Cuscatlán, Cabañas, Morazán, Sur-oriental y Metropolitano.
1982: Relaciones con Vietnam. Formación militar. Concepción de guerra del pueblo.
Captura y desaparición de Saúl Villalta. Fernando Perdomo… (San Salvador, agosto)
1983. Renacimiento de la lucha de masas. Marcha del 1° de mayo; el trabajo hu-
manitario COPPES; Huelga del Círculo Deportivo Internacional (noviembre).
La batalla de Calle Nueva. El operativo militar “Guazapa 10. (febrero). Frente
externo. Trabajo internacional bajo tres modalidades: relaciones, diplomático y
de solidaridad (logística, etc.) México, Costa Rica, USA, etc. Construcción de
relaciones con la cooperación internacional (Oxfam, etc.)
1984. 4° Consejo RN, El Salvador, Chalatenango. Los Estatutos. La República
Democrática. (antecedentes: 1982, “El Libro Verde”). El Periódico “Guazapa”.
México-Managua. Desarticulación del trabajo de masas por la represión; milita-
rización del trabajo de masas.

V. Expansión Campo-ciudad. La Reactivación el Trabajo Urbano


de Masas. La Reformulación de la Estrategia Militar (1984-1989).

Viraje estratégico en la guerra civil. Cambio en la estrategia revolucionaria: con-


centración – dispersión – concentración.
1985: trabajo de producción y difusión de pensamiento. México: CECARI; Bre-
ni Cuenca. Ofensiva contrainsurgente. El operativo “Fénix” (1986). Repliegue
guerrillero de Guazapa a Cabañas.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

1986: terremoto en San Salvador. Trabajo de masas


1986: El FEUS (UES).
1986: El Frente “Gerardo Barrios” (La Libertad, San Salvador). Misael Gallardo.
Chalatenango: Muerte de Andrés (Oscar Acevedo) y Santiago (Salvador Silhi)
1987: El movimiento “Pan, Tierra, Trabajo y Libertad”, ejercicios preinsurrec-
cionales; Jaime Esteves,…Reconquista del trabajo de Cabañas. Repoblación
(Mesa Grande - Santa Marta, etc.) El Frente de Cabañas. Chico Montes…
1988: PREIS-Tendencias. El Salvador. Roberto Turcios, Breni Cuenca, Roberto
Codos,...
1988: operativo contra la base miliar “El Roblar”, Guazapa (diciembre)
1988: Fundación de REDES. El Salvador. Octubre 1989: atentado dinamitero a
FENASTRAS. Muerte de Febe Elizabeth Velásquez

VI. El Despliegue de la Acumulación Político-Militar.


La Salida Política la Guerra Civil (1989-1997)

Noviembre 1989. Ofensiva final. El despliegue de la acumulación política mili-


tar. La batalla de Soyapango, etc. La salida política a la guerra. La posguerra y el
proceso de democratización.
1990: 5° Consejo RN, Oaxtepec, México Negociación. Los acuerdos de Gine-
bra,… los acuerdos de México y los Acuerdos de Paz, Chapultepec, 16 de enero
de 1992.
1992: 6° Consejo RN. El Salvador, La Libertad. La desmovilización y la reinser-
ción.Desmovilización. 1992-1994. Disolución e incorporación al FMLN (1994)
La experiencia parlamentaria. 1994-1997. Reinserción a la vida civil. Dispersión
La RN en el FMLN como partido político. Elecciones de 1994. La institucio-
nalización. La salida (parcial) del FMLN histórico. 1994. El Pacto de “San An-
drés”. El intento del PD (1995) Los intentos de reagrupamiento: MPT, Organi-
zación de Veteranos de Guerra, etc. Expresiones, incidencia y presencia social e
institucional. El IEJES, FUNDALEMPA, REDES, CRC, ADES,...

Diciembre, 2012

100
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Anexo 2. Siglas:

ADES: Asociación para el Desarrollo de El Salvador


AED: Asociación de Estudiantes de Derecho
AES: Asociación de Estudiantes de Secundaria
AGEUS: Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños
AIPAS: Asociación Internacional por la Paz en El Salvador
ANDES: Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños “21 de junio”
ARDES: Asociación Revolucionaria de Estudiantes de Secundaria
BPR: Bloque Popular Revolucionario
CDHES: Comisión de Derechos Humanos de El Salvador
CECARI: Centro de Estudios Centroamericanos de Relaciones Internacionales
COMADRES: Comité de Madres de Presos y Desaparecidos Políticos en El
Salvador
COMAS. Comisión de Masas
COP-30: Coordinadora de Organizaciones Populares “30 de Julio”
COPPES: Comité de Presos Políticos de El Salvador
CRC: Comité de Reconstrucción de Cabañas
CPM: Coordinadora Político Militar
CRM: Coordinadora Revolucionaria de Masas
DRU: Dirección Revolucionaria Unificada
ERP: Ejército Revolucionario del Pueblo
FAPU: Frente de Acción Popular Unificada
FARN: Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional

101
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

FAU: Frente de Acción Universitaria


FECCAS: Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños
FEURS: Frente de Estudiantes Universitarios Revolucionarios Salvadoreños
FD: Frente Democrático
FENASTRAS: Federación Nacional Sindical de Trabajadores Salvadoreños
FDR: Frente Democrático Revolucionario
FMLN: Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
FOC: Frente Obrero Campesino
FP: Foro Popular
FPL: Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí”
FRAP: Frente Revolucionario de Acción Popular
FRELM: Frente Revolucionario de Estudiantes “Luis Moreno”
FRUSC: Frente Revolucionario Universitario Social Cristiano
FSD: Federación Social Demócrata
FUERSA: Frente Universitario de Estudiantes Revolucionarios “Salvador
Allende”
FUNDALEMPA: Fundación para el Desarrollo del Río Lempa
FUSEP: Federación Unitaria Salvadoreña de Empleados Públicos
GASMA: Grupo Armado Selecto de Masas
IEJES: Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador
IES: Instituto de Estudios Sobre El Salvador
LL: Ligas para la Liberación
LP-28: Ligas Populares “28 de febrero”
MERS: Movimiento de Estudios Revolucionarios de Secundaria
MNR: Movimiento Nacional Revolucionario
MPSC: Movimiento Popular Social Cristiano
MPT: Movimiento Patria para Todos
MPTTL: Movimiento Pan, Trabajo, Tierra y Libertad
MRC: Movimiento Revolucionario Campesino
ODUP: Organización de Docentes Universitarios Progresistas

102
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

OMR: Organización Magisterial Revolucionaria


ORT: Organización Revolucionaria de los Trabajadores
PCS: Partido Comunista Salvadoreño
PCN: Partido de Conciliación Nacional
PD: Partido Demócrata
PDC: Partido Demócrata Cristiano
PRTC: Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos
REDES: Fundación por la Reconstrucción y Desarrollo de El Salvador
REU: Resistencia Estudiantil Universitaria
RN: Resistencia Nacional
SEMEA: Sociedad de Estudiantes de Medicina “Emilio Álvarez”
SEM_RH: Sociedad de Estudiantes de Medicina “Raúl Hernández”
STECEL: Sindicato de Trabajadores de Empresa Comisión Ejecutiva del Río
Lempa
UES: Universidad de El Salvador
UNO: Unión Nacional Opositora
UPT: Unión de Pobladores de Tugurios
UTC: Unión de Trabajadores del Campo
UR-19: Universitarios Revolucionarios “19 de Julio”
VP: Vanguardia Proletaria

103
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Anexo 4. Fotografías

Óscar Acevedo, “Andrés”

David, “Misael Gallardo” Saúl Villata

José Luis “Chino” Quan, “Iván


Febe Elizabeth Velázquez Lil Milagro Ramirez, “Miriam”
Portillo”

Roberto Cañas, “Rubén Rojas”


Combatientes de la RN en Cerro de Guazapa

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Tanqueta del ejercito salva-


doreño destruida durante una
Ernesto Jovel, Raúl Hércules, Misael Gallardo y combatientes
ofensiva en el Cerro de Guaza-
pa en 1982.

Milicianas de la Resistencia
Primeros combatientes
Nacional

La China, guerrillera del Cerro


de Guazapa

Camila, Pedro Guerra, Tatiana y Camilo

Carlos Ascencio, “Eduardo So- Augusto Coto y Edgar Palacios.


lorzano”, y Mauricio Cárcamo. Beto Ramos y Augusto Coto.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

Roberto Turcios, Gregorio Sánchez, Eliseo Ortiz y Luis Domín- Combatientes a finales del
guez Parada conflicto

Combatiente con un misil an-


Elizabeth Villalta, Eliseo Ortiz en 1974. Facultad de Derecho, UES tiaéreo

Combatientes de RN Raúl Hércules y Mario López, “Venancio Salvatierra”

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

“Raúl Hércules”, Javier Martínez, “Walter Funes”, Eugenio Chi- “Raúl Hércules” con miembro
cas, “Marcos Jimenez de la ONUSAL

Oscar Andrade, Atilio Montal- Roberto Cañas, Chano Gueva-


Óscar Fernández en el aniver-
vo “Chamba Guerra” y Salva- ra, Ferman Cienfuegos, “Chino
sario de la RN
dor Sanabria Quan”, “Chino Lázaro”

“El Morro”, Augusto Coto, Roberto Benítez, Óscar Ríos, “Chino Quan”, Tito Tierra, Walter Funes
Raúl Hércules, Fermán Cienfuegos, Luisa Jovel y otros.

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De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

COLOFÓN: ANTI-PROLOGO

Francisco Eliseo Ortiz Ruiz, Paco para algunos y Cheyo para muchos, nos
ofrece en este ensa-yo, entre otras cosas, una mirada analítica-vivencial sobre la
historia reciente de una de las cinco organizaciones político militares que con-
formaron el FMLN, la Ere Ene (RN).
Con un paso seguro y fresco, nos traslada a momentos claves de nuestra
historia nacional, en donde a la luz de nombres de compañeros y compañeras
(rostro humano de la historia), nos descifra los intricados momentos, acciones y
decisiones que desde lo individual y colectivo fueron configurando el quehacer y
el pensar de la ere ene, en un mar social y político revuelto, complejo y conflictivo.
Su forma didáctica de abordar este retazo de historia, nos brinda ele-
mentos para asomarnos desde nuestras propias experiencias e intimidades, a su
comprensión, no para volvernos eternamente analistas y críticos de la realidad,
sino para que desde esa herencia de lucha contribuir a transformar esta realidad
que hoy nos plantea nuevos desafíos.
Relacionando este documento con tres palabras claves con que se nombró
una de las famosas películas del oeste de los años 70, lo bueno, lo malo y lo feo,
buscaremos abordar el mismo desde esas tres dimensiones:
Lo Bueno es que con un lenguaje sencillo, claro, preciso, honesto, pero
tapizado de riguroso análisis, Cheyo nos lleva a “cucucho” por medio de sus vi-
vencias a conocer, saborear y digerir momentos importantes en la vida política y
social de El Salvador que fueron configurando nuestra realidad actual. Quizá lo
extraordinario de cada situación abordada por el actor-autor es que deja entrever,
además del heroísmo, la entrega y el sacrificio de muchos compañeros y compa-
ñeras; síntesis del amor hacia el pueblo en su máxima expresión; las angustias,
la incertidumbre, el sufrimiento y el dolor por los compañeros asesinados o des-
aparecidos, por la familia amenazada o por el exilio obligatorio que muchos de
salvadoreñas y salvadoreños tuvieron que padecer. Esa combinación tan humana
que se entreteje con una aproximación critica a los hechos vividos, le da a este
ensayo un magnetismo que nos invita a devorar sus páginas en una actitud de

108
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

reflexión y aprehensión permanente, como quien se está armando de ideas para


seguir luchando o, como bien podría decir Cheyo, para tener argumentos claros y
punzantes para convencer a alguna parroquiana bien dotada que se nos atraviese
en medio de la tarea que estemos realizando.
No es menos interesante que en cada palmo de historia de la RN, que el
actor-autor diseccionada de manera magistral (de ahí uno de sus grandes amo-
res, y no los únicos, el magisterio), aparezcan nombres como la China, el Peludo,
Manolo, Cooper y Beto; como testimonio y referencia continua que la carreta
de la historia en nuestro país fue halada por personas de extraordinaria calidad
humana nacidos del seno de este pueblo sencillo y luchador. Hombres y mujeres
que desde la fábrica, el campo, la universidad y el gremio, trazaron la táctica y la
estrategia de un proceso cuyas etapas son abordadas de forma clara y precisa por
el actor-autor, marcando la pauta para enriquecerlas con otras visiones, pasiones
y emociones de quienes desde otras expresiones organizativas fueron también
parte importante de este esfuerzo colectivo.
Lo malo es que las expectativas que despertó Cheyo al escribir este docu-
mento vivencial o casi biográfico enmarcado en la situación social y político en
un periodo complejo de nuestra historia nacional, se quedaron a medias. No lo
decimos por la calidad y profundidad del análisis histórico y su vinculación con
una de las organizaciones que conformaron el FMLN, la ere ene, sino más bien
por la ausencia de sus peculiares analogías a los que nos tiene acostumbrado,
incluso cuando aborda temas de mucha importancia en espacios también no
menos importantes. No somos pocos los que recordamos y nos regodeamos de
ese ingenioso método de aprendizaje, en donde para hacer más fácil la compren-
sión de un tema o concepto, nos eleva a la más sublime explicación en donde la
profundidad aristotélica se combina creativamente con la picardía urdimalesca;
es así como en la lógica cheyiana la explicación sobre la táctica y la estrategia
para conquistar el poder político, se ilustra mejor, si esos conceptos los aplicamos
en el terreno del amor, es así que cuando queremos lograr el amor de la cipota o
sea el poder, partimos por supuesto del análisis del contexto (si tiene novio o no),
la correlación de fuerzas (posibles interesados) y la caracterización del periodo
(pretendiente principal, aliados y propuesta viable); una vez articulados celosa-
mente esos tres aspectos, la táctica y la estrategia queda claramente definida.
Analogías, por supuesto, patentadas por la Popular Academia de Menes-
terosos Salvadoreños que consuetudinariamente y de forma religiosa se reúne en
el centro cultural del “Little Garden”, en donde los sueños, los amores, las pasio-
nes y el análisis más exhaustivo de la realidad se entrelazan para construir hilos
de verdadera fraternidad y construir la línea imaginaria que nos lleva victoriosos
a encontrar el unicornio azul, rojo o tal vez multicolor.

109
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

De igual manera se queda en deuda y en dudas al referirse a las grandes


pasiones de su vida: el país, la universidad, la justicia y sus hijos e hijas; de lo cual
no dudamos, pero deja de lado una, con la cual consideramos, completaría los
cinco dedos de su mano diestra con que escribe estas reflexiones; y que también
por supuesto, ha sido una parte importante de sus grandes motivaciones. Nos
referimos a las musas, aquellas divinidades que inspiran a todo buen catador de
desafíos; de allí nace esta idea fuerza “Para alimentar nuestra creatividad debe-
mos estar sensibles a las personas que nos generan cosas nuevas para transformar
todos esos sentimientos en creación.” Idea con la cual el autor-actor se identifica
claramente, lo cual queda referenciado en su texto, al leer entre líneas por ejem-
plo el enfoque de género que desde esos momentos marcaron su quehacer al
constituir los colectivos de colaboradores conformados en su mayoría por com-
pañeras que encontraron en el siempre un referente solidario a quien arrimarse
en los momentos de soledad existencial.
No menos importante, es señalar que en ese largo proceso de lucha y
clandestinidad, también esos seres divinos con su magia casi enervante más de
alguna vez le salvaron la vida, ya sea porque llegó tarde a una cita con la muerte o
porque lo ocultaron, maniobras tácticas que más de algún irreverente compañero
machista nunca entendió, ya que había que mantener a toda costa la leyenda para
no caer en manos de un enemigo siempre al acecho.
Lo Feo será que este documento de mucho valor histórico sea obviado por
aquellos y aquellas que desde su posición dentro de la izquierda no retomen este
reto de construir desde las diferentes perspectivas y experiencias, la historia
común de quienes hicieron posible los cambios en este país. Pero el reto deberá
ir encaminado a que esa historia sea construida con responsabilidad, objetividad
y con un sentido crítico, buscando interpretar los hechos en su justa dimensión;
poniendo al centro al ser humano, al hombre y la mujer que con sus virtudes y
sus defectos, sus aciertos y errores hicieron posible los cambios humanamente
posibles, en este país en donde lo humano siempre ha sido desechado por ser
precisamente eso, humano.
La fealdad sería mucho mayor si este esfuerzo realizado por Eliseo, Paco
o Cheyo, en cuyas raíces encontramos una mezcla la dedicación, terquedad y
empeño por cambiar este país, condimentado por el amor a un pueblo y a las
muchachas también, se quedara en un libro bien empastado, adornando un
estante de cualquier sala o Universidad; o en las discusiones interminables de
intelectuales aniquiladores de la alegría y el mal vivir.
Finalmente esta propuesta la haremos buena si la asumimos como el co-
mienzo de un esfuerzo colectivo por construir la historia reciente de nuestro país
de manera seria y humana; será mala para aquellos que siempre han vivido y

110
De la Memoria a la Historia: un Acercamiento a la Identidad de la Organización Politica Resistencia Nacional

mantenido sus privilegios a costa de la mentira y la tergiversación; y pasaremos


de lo feo a lo bello si este aporte contribuye a que las personas sean capaces de
vivir con otros y volcados hacia otros, reconocer y mostrar interés por otros seres
humanos como en su momento lo hicieron, quienes escribieron con su vidas este
camino hacia la justicia y la libertad en El Salvador.

Colectivo Coordinador del Sector “Social” del CPU


Colaboradores del órgano viril del CPU
“La Mazacuata Encachimbada”
San Salvador, abril del 2013

111
Este libro se terminó de imprimir en la Imprenta Universitaria
de la Universidad de El Salvador, en diciembre de dos mil trece.
Final Av. “Mártires Estudiantes del 30 de julio”. Ciudad Universitaria.
San Salvador, El Salvador, Centro América. Tel. (503) 2511-2039.
Tiraje: 500 ejemplares.

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