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3.3.3 El programa de investigación actual ......................................................................................... 54
3.3.4 Un esquema de las categorías de análisis ................................................................................. 55
3.4 Las instituciones en la TR ......................................................................................................... 56
3.4.1 Las formas institucionales de las sociedades capitalistas ......................................................... 56
3.4.2 Las cinco formas institucionales ............................................................................................... 57
3.4.3 La TR es una teoría institucionalista ......................................................................................... 67
3.5 Régimen de acumulación y modo de regulación...................................................................... 70
3.5.1 Las definiciones y la metodología para el estudio del régimen de acumulación y el modo de
regulación .............................................................................................................................................. 70
3.5.2 Historia y teoría para identificar diferentes modelos de regímenes de acumulación y modos
de regulación.......................................................................................................................................... 72
3.5.3 Tres modelos de regímenes de acumulación compatibles con diferentes modos de regulación
72
3.6 Macroeconomía y sustentabilidad .......................................................................................... 77
3.7 El “modo de desarrollo” y la variedad de capitalismos ............................................................ 80
3.7.1 El modo de desarrollo ............................................................................................................... 80
3.7.2 Trayectorias nacionales ............................................................................................................ 81
3.7.3 Contribuciones al concepto de desarrollo ................................................................................ 84
3.8 La teoría de las crisis ............................................................................................................... 84
3.9 La teoría de la moneda y del valor ........................................................................................... 88
3.10 Subdesarrollo y desarrollo en la TR ......................................................................................... 89
3.10.1 El debate en 1995 ................................................................................................................. 89
3.10.2 El debate en 2008 ................................................................................................................. 90
3.11 Conclusiones preliminares....................................................................................................... 93
4. CONCLUSIÓN: LOS APORTES DE LA TR A LA ED ............................................................................ 95
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ............................................................................................................ 98
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1. Introducción
El concepto de desarrollo económico admite diferentes sentidos, pues se trata de una
categoría aún en construcción. Se espera proporcionar al lector una síntesis
introductoria de los aportes de la Teoría de la Regulación (TR) a dicha construcción. El
interés es doble, ya que la TR se inscribe, desde sus orígenes, en la perspectiva que
considera la naturaleza y alcance del desarrollo como un proceso de cambio
institucional. Este enfoque del concepto de desarrollo ha adquirido especial relevancia
en las discusiones recientes entre los especialistas del tema. La TR tiene la
particularidad que pretende continuar la línea de investigación y reflexión de la
economía política clásica y de la economía keynesiana.
1.3 Metodología
Si bien los principales economistas de la TR no se manifiestan como “economistas del
desarrollo”, se verá que su contribución principal consiste en una teoría del desarrollo
del capitalismo contemporáneo. Por esta razón, el presente trabajo pretende ser un
primer avance en la investigación de la intersección entre ED y TR. Para identificar las
contribuciones teóricas y problemas que comprende la ED desde los años cincuenta a
nuestros días, se siguen los principales criterios y tesis de J.P. Peemans (2002).
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2. Panorama de los viejos y nuevos problemas de la
Economía del Desarrollo
En la presente sección, se resumen los principales aportes, doctrinarios y teóricos, a la
construcción del concepto de desarrollo económico.
El apartado 2.8 presenta las tesis recientes de dos corrientes relevantes de la ED: el
estructuralismo y el keynesianismo. El estructuralismo latinoamericano merece
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especial consideración porque se trata de una reflexión y construcción teórica que
surge como pensamiento original en la región.
Las teorías surgen a partir del trabajo de las comunidades científicas, especializadas en
explicar y comprender los fenómenos que la propia comunidad considera relevante
observar e investigar, la que incluso propone criterios para interpretar los resultados
obtenidos de dichas investigaciones. Se habla entonces de paradigmas científicos, para
referirse a una visión compartida sobre los sustentos ontológicos y epistemológicos en
base a los cuales se investiga y se elaboran teorías.
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En la ED coexisten una diversidad de doctrinas, paradigmas, teorías y modelos. Algunos
son predominantes, y forman el denominado mainstream. Pero la ED es un área de
estudios donde se confrontan posiciones, como lo demuestran los enfoques teóricos
que se presentan en los apartados siguientes.
El hecho inédito es “el ascenso del Sur” (PNUD, 2013 y 2010). Según Husson (2014),
entre 2000 y 2013 el PIB per cápita creció anualmente 1,0 % en los países de mayor
ingreso promedio per cápita y 4,7 % en el resto del mundo. Las cifras deben
interpretarse teniendo en cuenta las diferencias en los niveles de vida de las regiones.
Los países emergentes pasaron de representar el 30% de las exportaciones industriales
mundiales a comienzos de la década del 1990, al 50% en 2012. Entre 1980 y 2005, la
mano de obra industrial ocupada aumenta 120% en los países en desarrollo y cae 19%
en los desarrollados, y se estima que la fuerza de trabajo en los sectores exportadores
de los países en desarrollo aumentó 190% entre 1990 y 2010, y 46% en los avanzados.
Sin embargo, la participación de los salarios en el ingreso mundial cae, tal vez como
resultado de la duplicación de la fuerza de trabajo mundial sometida a condiciones de
competencia global.
El debate sobre los factores que explican el ascenso del Sur ocupa a los investigadores
de la ED, en particular respecto al papel de la estrategia de industrialización de los
países del Sur de mayor crecimiento. El liderazgo de China trae a consideración otro
tema que ocupó el interés de la ED durante todo el siglo XX: el del camino socialista al
desarrollo. También se reaviva el interés por repasar el “milagro de los tigres asiáticos”
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de los ochenta. Y si nos remontamos más atrás en el tiempo, resurge otra experiencia
asiática por su temprana industrialización: el caso de Japón.
Hacia fines del siglo XX, A. Sen (1998) destacaba las siguientes experiencias para
pensar el desarrollo del siglo XXI: la rápida reconstrucción de Alemania y Japón; el
crecimiento de Europa y Norteamérica y su posterior desaceleración, con el aumento
del desempleo y la creación del Estado de bienestar en Europa; las experiencias de
crecimiento de Asia Oriental y la transformación económica de China; la expansión
económica de algunos países de América Latina sin reducción de la pobreza; la crisis
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económica e implosión política de la Unión Soviética y cambios en Europa oriental; las
hambrunas de África sub-sahariana; el aumento del flujo de capitales y del volumen
del comercio; y el aumento de la longevidad en buena parte del mundo.
A partir de estas experiencias, Sen propone una alternativa a las teorías que conciben
el desarrollo como un proceso de “sangre, sudor y lágrimas” con miras a la
acumulación de capital y el crecimiento. Sostiene, por el contrario, que el proceso de
desarrollo debe entenderse como un camino basado en el fortalecimiento de la
democracia como potenciadora de la solidaridad y las capacidades, con miras a la
expansión de las libertades de las personas.
Una perspectiva más cruda es la del historiador E. Hobsbawm (1998) sobre la crisis
económica, social y política que desde mediados de la década del setenta marca el fin
du siècle. Comprende la implosión del socialismo soviético, la deslegitimación de
numerosos estados, y la crisis generalizada del Estado-Providencia.
Siguiendo a Hobsbawm, el “siglo XIX largo” se inaugura con la emergencia de los países
exitosos, liderados por Inglaterra, y culmina con el reconocimiento del subdesarrollo
en las áreas marginales de los imperios europeos, en el período 1870-1914,
denominado la Era del Imperio (Hobsbawm, 1987).
Las razones del éxito de los países desarrollados aún están sujetas a debate, aunque
existe acuerdo respecto al papel de las nuevas tecnologías, la consolidación de la
economía de mercado dirigida al consumidor mediante la producción masiva de
bienes, los procesos de concentración y el poder monopólico, la importancia de las
economías nacionales.
La emergencia del subdesarrollo será explicada por los economistas del desarrollo de
los años cincuenta del siglo XX por la ausencia de los rasgos económicos de los países
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que siguieron el camino de la industrialización durante 1848-1870, que Hobsbawm
(1987) denomina la Era del Capital.
A pesar del camino irrepetible de Gran Bretaña, que –al decir de Hobsbawm (1987)-
comienza la conquista del mundo bajo la bandera del liberalismo y el liderazgo de la
burguesía, las investigaciones profundizan en la revolución industrial inglesa que
“establece la capacidad ilimitada del sistema productivo iniciada por el capitalismo
para el desarrollo económico y la expansión global” (Hobsbawm, 1998).
Según Hobsbawm (1998), es a comienzos del siglo XIX largo (1789-1848) cuando se
inaugura la “era de las revoluciones”, en el plano económico y social con la revolución
industrial inglesa, y en la dimensión socio-política con la Revolución Francesa y la
Americana, que establecen los modelos de las instituciones públicas de la sociedad
burguesa, basadas en el estatuto de ciudadanos de los estados nacionales.
Para comprender el interés por los temas del desarrollo económico, y el surgimiento
de una disciplina orientada a tal fin en los años cincuenta, es pertinente considerar el
contexto histórico (Peemans, 2002).
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impulsar el desarrollo o promover el socialismo para superar las condiciones
coloniales.
Del punto de vista de los EE.UU, el objetivo será persuadir a las nuevas elites
gobernantes de los países emergentes de la descolonización, sobre las ventajas del
“sistema americano”, incluyendo acciones militares como parte de la estrategia de
contención de la “amenaza comunista”.
Del otro lado del espectro político, la construcción del socialismo se propone como la
vía más apropiada para superar los problemas del subdesarrollo. En medio de estas
posiciones antagónicas, surge el movimiento de países no alineados, o países del
Tercer Mundo, cuyo proyecto reconoce en la Conferencia de Bandung de 1955 una
puesta en común de la búsqueda autónoma del camino al desarrollo, principalmente
por parte de los países de África y Asia.
En tercer lugar, se crean los fundamentos del sistema de gobernabilidad mundial con
la ONU. A su vez, el establecimiento de los acuerdos de Bretton Woods concluye con
la creación del FMI y el Banco Mundial, orientados al financiamiento de problemas de
balanza de pagos el primero, y al de proyectos de desarrollo el segundo. Por otra
parte, la regulación del comercio mundial quedó a cargo del GATT, antecedente de la
actual OMC.
Un lugar particular tiene América Latina en el nuevo contexto. Por una parte, ya
contaba con un grupo de intelectuales orientados al estudio de las experiencias de
desarrollo de la región, nucleados en la CEPAL (Rodríguez, 2005), a lo que se suma la
creación del BID en 1959.
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2.2.2 Un enfoque interdisciplinario
Dentro de esta concepción, el esfuerzo teórico se orientó a identificar los factores que
explicarían la trayectoria de los países considerados exitosos, liderados en aquellos
momentos por los EEUU. Este sería el benchmarking referencial, y el american way of
life el patrón para identificar las carencias constatables en las sociedades
subdesarrolladas o en vías de desarrollo. El objetivo no era un puro ejercicio
intelectual, sino que se orientaba a una finalidad bien precisa, la de diseñar las políticas
de desarrollo, es decir cómo construir las vías adecuadas para dar la bienvenida al
desarrollo.
Desde la sociología, T. Parsons (1964), entre otros, se orienta a estudiar el pasaje de las
sociedades primitivas -en las que predomina lo sagrado y ritual, así como los lazos
comunitarios, sin distinción de papeles sociales- a sociedades intermedias y modernas.
Éstas se caracterizan por la creciente diferenciación social, el aumento del consumo y
la economía monetaria, la capacidad de emprendimiento como práctica social
valorada, y el desarrollo de instituciones sociales y políticas orientadas hacia prácticas
democráticas de tipo parlamentario.
El aporte desde la economía fue variado. Una de las teorías más aceptadas sobre el
desarrollo, fue la propuesta por W.W. Rostow (1963) a comienzos de los años sesenta,
con la finalidad de promover la vía capitalista liberal de desarrollo.
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La segunda etapa supone forjar las precondiciones para el “despegue”, siguiendo el
modelo inglés de fines del siglo XVIII, y comprende el fomento de las ciencias y el
comercio, el comienzo de la incorporación de innovaciones tecnológicas, y la
expansión de los mercados mundiales. También comprende el cambio de valores
sociales, y la aceptación de minorías que busquen su progreso personal.
La tercera etapa consiste en el “despegue”, que ocurre cuando se pone fin a las
resistencias de la tradición, y se comienza un proceso de crecimiento continuo, con
aumento de la inversión y aceleración del progreso técnico. Rostow estimaba que el
despegue podía implicar 10 a 20 años de transformación social.
A ello se suman las reflexiones políticas, éticas y filosóficas que formaron parte de las
preocupaciones de los pioneros. En este sentido, cobran relevancia las contribuciones
de J.L. Lebret (1969), F. Perroux (1979), G. Myrdal, D. Goulet (1996), y el mismo
Hirschman (1977, 1978), entre otros.
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En este apartado se caracteriza el contexto en el cual surge una primera crítica al
paradigma de la modernización: la crítica dependentista.
Si bien hacia mediados de los años sesenta la recuperación de Europa y Japón era un
hecho logrado, no ocurrió lo mismo en amplias regiones del mundo que apostaron a
seguir los preceptos de la teoría de la modernización.
Las discusiones respecto a la razón del éxito de Europa y Japón siguen presentes, en
particular sobre la importancia que tuvo la ayuda financiera e injerencia del Gobierno
de EEUU y de las grandes empresas norteamericanas en el desenlace.
Hacia fines de 1949, R. Prebisch formula las bases del enfoque centro-periferia para
dar cuenta del subdesarrollo latinoamericano (Rodríguez, 2004). Por una parte, la
periferia muestra una tendencia al desequilibrio externo ante la emergencia de
procesos espontáneos de industrialización. Por otra, el subempleo estructural de
amplios contingentes de mano de obra y las presiones inflacionarias se encuentran
relacionadas con las características estructurales del sector agropecuario. El deterioro
de los términos de intercambio viene a ser resultado de las relaciones productivas
entre el centro y la periferia y está vinculado a las condiciones estructurales recién
mencionadas y a la capacidad de generación y apropiación del progreso técnico.
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sostendrá, a comienzos de los años setenta, que la economía-mundo se extiende con
el capitalismo y que la historia mundial es la historia de ese sistema-mundo,
estructurado en base a la existencia de centros, periferias y semi-periferias. Esta
perspectiva es crítica de la tesis del desarrollo como sucesión de etapas, característica
de la teoría de la modernización. Subdesarrollo y desarrollo coexisten en un mundo
global con regiones y países interdependientes.
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promotor de la desindustrialización y del aumento del consumo de bienes importados.
En Uruguay y otros países de América Latina, se agrega la libre circulación del dólar
como moneda alternativa a la moneda nacional, lo cual incentivará la concesión de
créditos en dólares. El riesgo cambiario se instala en el sistema bancario,
contribuyendo a las sucesivas crisis bancarias que caracterizan a la región en los años
setenta, ochenta y noventa.
Como se sabe, los préstamos no pudieron reembolsarse en tiempo y forma. Las causas
de la crisis de la deuda continúan siendo objeto de estudio, pero parece clara la
importancia de factores vinculados tanto a la economía internacional como a
decisiones de política interna. Entre los primeros, se destaca la recesión de la
economía mundial de los ochenta, y el ya mencionado aumento de las tasas de interés
por parte del gobierno de EEUU, como parte de su política antinflacionaria. Los
factores internos se asocian a episodios singulares. En el caso de Uruguay, gran parte
del aumento del endeudamiento externo se explica por la socialización de las pérdidas
bancarias casi al final de la dictadura. Dichas pérdidas resultaron de una gestión
crediticia que asumió riesgos excesivos, confiando en que los compromisos de
estabilización de precios mediante la política cambiaria sostendrían el crecimiento
económico. La dificultad apareció cuando el sistema productivo, luego de un doloroso
proceso de reestructura asociado a la liberalización comercial, perdió sustento
cambiario ante las devaluaciones de sus socios comerciales.
La crisis que atravesaban los países del Norte influyó en la disminución de la demanda
de materias primas y la degradación de los términos del intercambio. Como
consecuencia, aumentó aun más el costo de los intereses comprometidos con las
deudas contraídas. La crisis de la deuda de comienzos de los años ochenta constituye
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una primera advertencia para las estrategias de desarrollo basadas en el
endeudamiento externo (Bacha, 1989) y el privilegio de medidas de corte monetarista
para enfrentar la inflación.
Para comprender la lógica económica de la crisis del año 2002 en Uruguay, se debe
tener presente la particular relevancia que tuvo el “experimento argentino”, a partir
de los sucesivos gobiernos del Presidente Menem, cuya política económica no es
abandonada por el posterior gobierno del Dr. Della Rua. La convertibilidad, la
privatización de las empresas públicas, el aflujo de capitales internacionales,
conformaron los pilares del éxito temprano de dicho experimento. Sin embargo, la
fragilidad del mismo se expresará en los elevados indicadores de desocupación y
pobreza, ligados al deterioro del parque industrial de los países. Con la devaluación de
Brasil del año 1999, el modelo resiste hasta el año 2001 en Argentina, y unos meses
adicionales en Uruguay.
En el caso argentino, el país entra en una grave situación social y política. La estrategia
de crecimiento y desarrollo que resultó de las recomendaciones del denominado
Consenso de Washington (CW) proponía al caso argentino como un modelo exitoso, a
pesar de que estuvo sujeto a críticas tempranas (Williamson, Stuart, 1998).
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relevancia de recuperar los aportes de los pioneros del desarrollo, que consideraban el
funcionamiento económico de manera más compleja que el modelo solowiano simple.
La existencia de equilibrios de bajo nivel o trampas de pobreza, la consideración de los
vínculos sectoriales, de las políticas orientadas a la difusión de la educación pasan a
ocupar, lentamente, la escena.
La discusión académica del mainstream recupera el interés por los temas del
crecimiento, dando origen a las nuevas teorías del crecimiento que culminan con los
aportes que se reseñan en la sección 2.5.
Por último, conviene destacar la importancia que, desde la década del ochenta, el
Banco Mundial le comienza a asignar a la informalidad, a los estudios de género -
considerando especialmente el papel de la mujer en el proceso de desarrollo- y a los
problemas ambientales, junto a organizaciones no gubernamentales y especialistas en
la ED.
Hacia fines de la década del noventa, el tema de las instituciones había ganado la
atención del propio Banco Mundial y del FMI en el diseño de sus políticas. Este interés
no es ajeno a la internacionalización y transnacionalización de las empresas, lo que
planteó la necesidad de criterios de buenas prácticas en cuestiones institucionales por
parte de los países receptores, especialmente en materia de derechos de propiedad.
Por otra parte, frente al optimismo de la globalización de la década del noventa, los
resultados en términos de crecimiento son menores que los esperados en muchas
regiones. Por ejemplo, la performance del crecimiento de los años noventa es inferior
a la observada en las décadas previas a los ochenta (Ffrench-Davis, 1999).
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En esta línea, V. Dutraive (2009) sostiene que el interés del FMI y el Banco Mundial por
el institucionalismo obedece a tres hechos. El primero es el fracaso de los
experimentos de transición al mercado de las ex-economías socialistas. El segundo es
el fracaso de las experiencias de los países alineados con el CW1, a partir, como se ha
visto, del pobre desempeño de las mismas, e incluso de la crisis política y social con
que finaliza el modelo de Argentina. La creciente inestabilidad macroeconómica, la
desigualdad en la distribución del ingreso y el desempleo, aparecen como fenómenos
generalizados de la década de los noventa.
El tercer hecho fue el éxito de las economías denominadas emergentes, como China,
India, Vietnam y otros países que no siguieron las recomendaciones del CW. El tema
amerita recordar la publicación del Informe del Banco Mundial del año 1993, donde se
analizan los llamados milagros del sudeste asiático. Frente a la tesis de que los
milagros respondieron a una estrategia “amigable con el mercado”, otros análisis
destacan las medidas proteccionistas junto a la política industrial y cambiaria orientada
a la competitividad como claves del éxito.
Menos conocidos son los aportes de la escuela austríaca, que junto a la tradicional
defensa doctrinaria del liberalismo, considera la importancia de las instituciones
sociales, sea como resultado de una decisión deliberada, sea como resultado
espontáneo, e incluso no deseado, de los esfuerzos por lograr objetivos individuales.
En este panorama, debe tenerse en cuenta el enfoque del “ordoliberalismo” de
Eucken.
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Al decir de Stiglitz: “The economic theories on which the Washington Consensus rested had long been discredited.
My own work on imperfect and asymmetric information and imperfect markets had contributed to undermining the
theoretical foundations” … “ignoring the social and political dimensions – as the IMF and Washington Consensus
have done – is not only bad social policy, it is also bad economic policy”; citado por V. Dutraive.
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tesis institucionalistas más antiguas. Una consideración especial merece el
institucionalismo de R. Olstrom.
A partir del análisis de Chavance se pueden subrayar las siguientes conclusiones que
caracterizan a las corrientes institucionalistas. La primera, sostiene que las
instituciones se conciben como resultado de procesos sociales endógenos. La segunda,
subraya la diversidad de autores y explicaciones de dicho proceso, que comprende un
abanico de posiciones doctrinarias, desde simpatizantes del liberalismo más absoluto a
las posiciones que proclaman la relevancia del intervencionismo estatal. La tercera, es
la coexistencia de diferentes metodologías al interior de las corrientes
institucionalistas, desde el individualismo metodológico al holismo2. La cuarta y última,
es la relación que se establece a partir de los institucionalismos con otras disciplinas
como la historia, la ciencia política, el derecho, la sociología y las denominadas ciencias
cognitivas.
Como todo enfoque institucionalista, la NEI se ocupa del papel de las instituciones
(formales e informales) en el proceso económico y de la evolución de las mismas. La
importancia de este enfoque ha sido creciente y reconocida, si tenemos presente que
tres de sus principales líderes han sido galardonados con el premio Nobel: R. Coase, O.
Williamson y D. North.
Desde fines de la década del treinta del siglo XX, R. Coase considera el problema de la
existencia de empresas e instituciones al interior del paradigma neoclásico. Si el
mercado realiza eficientemente la asignación de recursos, ¿por qué existen las
empresas, es decir estas formas institucionales descentralizadas y con una estructura
interna basada en la jerarquía? El denominado teorema de Coase sostiene que la
asignación inicial de derechos de propiedad no tiene efectos en la eficiencia de la
asignación de recursos si los derechos de propiedad están claramente definidos y
pueden ser transferidos sin costos. Pero los mercados, en tanto conjunto de
transacciones de bienes y servicios, son también el conjunto de intercambios de
derechos de propiedad, lo cual supone costos de transacción que afectan la asignación
eficiente de recursos. Las instituciones orientadas a garantizar el derecho de propiedad
y su impacto en la asignación de recursos, pasan a ser cruciales con miras al aumento
de la eficiencia de las economías de mercado.
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Según el diccionario de la Real Academia Española: doctrina que propugna la concepción de cada realidad como
un todo distinto de la suma de las partes que lo componen.
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este sentido, se dice que los contratos son incompletos. El nivel de los costos de
transacción de una economía está determinado por la especificidad de las
transacciones, su frecuencia, y la incertidumbre asociada al cumplimiento de dichos
contratos. La incertidumbre se genera por la racionalidad limitada de los agentes, ya
que disponen de información limitada, lo cual puede dar lugar a comportamientos
oportunistas. Williamson sostiene así que la sociedad crea instituciones no mercantiles
para facilitar los intercambios. Dentro de estas instituciones, las empresas crean
estructuras de gobernabilidad apropiadas para lograr sus objetivos con miras a reducir
la incertidumbre. Ello disminuye los costos de transacción, gracias al conocimiento de
las actividades, el control de los agentes involucrados, y la reducción de la asimetría de
información. Williamson concluye que la estructura de gobernanza de las empresas
evoluciona desde las empresas unitarias hasta la organización descentralizada de
conglomerados y empresas multinacionales.
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Respecto a ambas perspectivas el “último North” destaca que las instituciones políticas
se sostienen gracias a la ideología dominante y las creencias culturales, las que
finalmente definen las instituciones económicas. La propuesta más reciente de North
(2005) incorpora el concepto de racionalidad económica como “modelos mentales”
basados en representaciones internas del mundo, que North propone investigar
mediante las llamadas ciencias cognitivas.
En síntesis, North proporciona una explicación teórica de cómo una economía pequeña
e improductiva, con bajos costos de transacción, se transforma en una economía
impersonal, con altos costos de transacción y alta productividad. De esta manera,
espera contribuir a identificar políticas y estrategias que aceleren y faciliten el proceso
de desarrollo, así como identificar la existencia de instituciones disfuncionales al
mismo.
Para North, el nexo entre políticas de desarrollo y cambio institucional es una cuestión
central del desarrollo económico. Es a partir de la manera de concebir dicho nexo que
Dutraive distingue la NEI de la que denomina la “Nueva Nueva Economía Institucional”
(NNEI).
Según la autora, el mea culpa del BM y el FMI respecto a los resultados del CW, y el
reconocimiento del aspecto institucional en línea con el enfoque de North, permite
comprender el surgimiento de las nuevas políticas de “governance reform” impulsadas
por ambas instituciones. No se trata de un cambio radical del enfoque sobre el
desarrollo, ya que estas recomendaciones centradas en la gobernabilidad se realizan
sin revisar el diagnóstico de los problemas del desarrollo.
Es en este sentido que D. Rodrik (2004, a, b) plantea el riesgo de que las instituciones
internacionales de crédito vuelvan a repetir errores y generar nuevos, si las
condiciones de crédito están sometidas a benchmarks occidentales considerados
exitosos en la actualidad, pero no apropiados para los procesos específicos de los
receptores de crédito.
Pero también corren el mismo riesgo cuando se implementan reformas y políticas que
persiguiendo el desarrollo no tienen en cuenta las particularidades de los países
destinatarios. Las recomendaciones de reformas económicas no tienen efectos
sistemáticos, el éxito en un país no garantiza que se logre en otro, como sugiere Rodrik
(2004, a, b).
21
Rodrik (2008) ejemplifica al considerar que tanto en Vietnam como en los países
africanos existe una práctica similar para realizar los negocios, basada en relaciones
personales y renegociaciones sucesivas, sin la confianza en leyes ni en su control. Ante
esta situación es evidente que el magro desenvolvimiento de los países de África en
relación a Vietnam no obedece a la inadecuación del sistema legal africano.
Esta posición se refuerza con las contribuciones de autores como Acemoglou, Johnson
y Robinson (2005), quienes proponen analizar cómo las instituciones económicas
determinan una distribución de recursos que da poder de facto a algunos agentes con
capacidad para influenciar las instituciones políticas de forma favorable a sus intereses
o rentas. En esta línea, Acemoglu y Johnson (2006) explican cómo las elites poseedoras
de rentas en los países en desarrollo pueden conservar las instituciones económicas
favorables a sus intereses, incluso si se democratizan las instituciones políticas, gracias
al poder político de facto que les confiere su riqueza, fortaleza y habilidad para
resolver “problemas de acción colectiva”.
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social, la organización de los sistemas educativos, los sistemas de innovación y la
organización del sistema financiero.
Ha-Joon Chang (2006, 2010) realiza un análisis crítico de los enfoques institucionalistas
en materia de desarrollo económico. La tesis central de dicho autor es que las políticas
de desarrollo deben orientarse a promover la industrialización, en vez de promover
reformas institucionales difusoras de los estándares institucionales de Occidente,
considerados, sin fundamento, como estándares válidos para todos los países. En un
análisis más detallado, los argumentos se pueden resumir de la siguiente manera.
En primer lugar, los enfoques institucionalistas postulan la causalidad que va desde las
instituciones al desarrollo económico. Estos enfoques ignoran el impacto del desarrollo
económico sobre las instituciones.
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como regla universal que las instituciones que aumentan la libertad para los negocios y
dan mayor garantía a los derechos de propiedad conducen a un crecimiento más alto.
Por último, cuestiona la evidencia empírica, planteando los problemas de los estudios
de corte transversal en relación a las series históricas, las dificultades para medir
estándares de calidad institucional, así como los problemas de heterogeneidad de los
datos.
Al resumir el debate entre Chang y sus críticos, Cartier-Bresson (2013) identifica una
primera crítica generalizada al economista coreano, que refiere al papel del Estado en
el proceso de desarrollo, y que se resume considerando que el Estado, per se, no tiene
por qué comprometerse con impulsar la industrialización como estrategia de
desarrollo.
En tercer lugar, los críticos de Chang argumentan que desconoce las posibilidades que
ofrece el enfoque institucionalista para superar el debate teórico de “fallas de
mercado vs fallas del Estado”, o el dilema “intervencionismo vs libertad”, mediante el
estudio de las diferentes formas de coordinación según el contexto institucional.
Por último, se le critica a Chang que si bien los costos de transacción y las visiones
fatalistas o voluntaristas son insuficientes para analizar los procesos políticos y
conflictos entre grupos sociales, éste no propone una “economía política de los
bloqueos”, es decir una explicación de la razón que impide la adopción de políticas
económicas que promuevan la eficiencia. La “economía política de los bloqueos” debe
orientarse a considerar cómo se logran compromisos entre los grupos influyentes, de
manera tal de hacer que la política de industrialización sea creíble y compatible con la
estructura de poder existente. Chang subestima los aportes de las corrientes
institucionalistas a este problema.
3
Cartier-Bresson (2013) sostiene que “Le gouvernement bienveillant nécessaire pour mettre en œuvre des
politiques volontaristes efficaces serait le plus souvent une fiction dans les PED aux régimes politiques autoritaires,
clientélistes où les règles informelles sont plus crédibles que les formelles».
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modelo anglosajón como preferible a otros modelos y a la postura simplista de la copia
institucional como política de desarrollo, desconociendo las condiciones históricas de
cada país. Son diferencias sustantivas las que existen para Brasil en los años sesenta,
para Corea en los ochenta, y en los años noventa para China, en relación a las
prevalecientes en los viejos países industrializados del siglo XIX. Otro acuerdo con
Chang es el reconocimiento de la democratización como favorable al desarrollo. Por
último, ninguno de los críticos de Chang desconoce la relevancia de las políticas
económicas en el proceso de desarrollo.
Más recientemente, Toye (2007) analiza críticamente si existe en verdad una carencia
de teorización sobre el efecto de las instituciones en el proceso de desarrollo, o si el
factor clave es la toma de decisiones políticas. Su análisis parte del reconocimiento de
que el desarrollo capitalista supone cambios institucionales conflictivos.
Toye sostiene que las primeras contribuciones de D. North realizan una combinación
ecléctica del marxismo y la teoría neoclásica. De esta última, retiene el supuesto de
escasez y competencia, pero abandona el supuesto de que los agentes maximizan la
utilidad sin fricciones ni costos. Por otra parte, del marxismo retiene la idea de que las
instituciones son cruciales en el desarrollo y de la importancia de la ideología, al
sostener que las personas operan con construcciones mentales pre-existentes que les
impiden observar la realidad independiente de dichas construcciones.
Respecto a la teoría neoclásica, North rechaza el enfoque de elección racional por las
limitaciones que enfrentan los sujetos para realizar los cálculos, recurriendo a la
ideología para cubrir los gaps en las acciones en el mundo real. Estas soluciones crean
incertidumbre que amenaza las interacciones humanas, incertidumbre que se reduce
mediante las instituciones. Pero, de acuerdo a North, ningún conjunto de instituciones
garantiza la eficiencia en términos de la performance económica, y no existen fuerzas
inmanentes que conduzcan a la eficiencia sino es mediante cambios marginales y path
dependent.
25
Según Toye, la propuesta de North consiste en extender la tesis de Coase para explicar
la existencia de las empresas, a toda la economía. El argumento consiste en sostener
que las transacciones impersonales no evitan los costos de transacción, por lo que es
necesaria la presencia del Estado, utilizando la coerción para garantizar las
obligaciones. Pero si los estados no actúan de manera imparcial, surge un serio
problema, que puede explicar por qué instituciones de menor rango de coerción que el
Estado, pueden dominar a las superiores. Este factor, junto a las diferencias en el
crecimiento de la población y las tasas de ahorro, pueden explicar que los países no
converjan a los mismos niveles de ingreso per cápita.
De acuerdo a Toye, North define las instituciones como las reglas del juego económico,
y a las organizaciones (que incluye a las empresas) como los jugadores que buscan
alterar las reglas a su favor. Pero considera una exageración suponer que existen reglas
sin una autoridad que las respalde. También le parece artificial y legalista sostener que
las organizaciones y empresarios las buscan cambiar para su ventaja particular.
Si bien North adjudica a los derechos de propiedad una importancia crucial para el
desarrollo ya que provee de seguridad a los intercambios, olvida -a juicio de Toye- que
ello es posible una vez superada la anarquía hobessiana. Esta condición no debería ser
considerada secundaria, como muestra la existencia de “estados fallidos” y las grandes
crisis institucionales que se han observado y observan cotidianamente en diferentes
regiones del planeta.
4
Hobbes, Thomas [1651] 1960, Leviathan, Oxford, Basil Blackwell, p. 82, citado en Toye, J. (2007).
26
Pero la industrialización y la urbanización vuelven a plantear un problema con la
propiedad, esta vez con los derechos de los trabajadores a la propiedad de su propia
fuerza de trabajo. El análisis parte de la observación de Marx, respecto a que el
contrato salarial refiere a la fuerza de trabajo, y hace legal la explotación del
trabajador, al permitir la extracción de trabajo que no está regulada contractualmente.
Estos problemas del desarrollo vuelven a plantearse actualmente, lo cual exige la toma
de decisiones a un alto nivel político, sujeto a tres claves para una transición
consensuada: (i) el grado de competencia entre partidos; (ii) la dimensión de la
descentralización, y (iii) el acceso al debate público.
La democracia de competencia entre partidos puede ser una espada de doble filo en
determinadas situaciones, especialmente frente a inequidades de riqueza e ingreso de
una minoría rica y una mayoría pobre, y puede ser peligrosa si se alinea a divisiones
étnicas o religiosas. A partir de este enfoque, Toye agrega:
“El tema de la economía del desarrollo - es decir las fuentes del progreso
económico y el proceso de cambio económico a largo plazo - figura a la vez
entre las ramas más antiguas y más recientes de la economía”.
27
Dicho objeto admite diferentes denominaciones, semejantes aunque no idénticas, al
concepto de desarrollo económico, como se puede observar en la breve cita recién
referida: “progreso económico”, “proceso”, “cambio”. Otras denominaciones
habituales son las de evolución, cambio económico y social, desenvolvimiento (y des-
enrollo). Pero se debe tener cuidado con el uso de los diferentes términos, ya que el
significado no es el mismo y cada término está provisto de una carga cultural diferente
según la época y la sociedad considerada.
Adam Smith, y los clásicos ingleses y franceses, dan forma a las categorías analíticas
que permiten comprender -y medir- los nuevos fenómenos económicos y sociales que
la Ilustración consideró como síntomas de progreso5. La intención de que el Estado
promueva el progreso mediante políticas adecuadas anima la investigación de Smith,
recurriendo al método comparativo para identificar la eficacia de las mismas.
No obstante, uno de los aspectos más llamativos que emprende Smith es el análisis
comparativo de experiencias históricas, asignando un lugar relevante a la experiencia
de China, por el “nivel de progreso” alcanzado hacia mediados del siglo XVIII. La
reciente performance de la economía china ha conducido a revalorizar la perspectiva
de Smith sobre el proceso de desarrollo económico, y el significado de China en el
esbozo de su teoría del desarrollo (Arrighi, 2007; Aglietta y Bai, 2012). De esta manera,
Smith sienta un antecedente metodológico relevante para abordar la explicación del
desarrollo económico, a partir del análisis comparativo de las experiencias de procesos
históricos, orientado a identificar los caminos del progreso.
A este enfoque positivo del progreso, no es ajena la preocupación por los problemas
normativos del mismo. Si bien se reconoce a Smith como uno de los creadores del
liberalismo económico, fundamentalmente a partir de sus afirmaciones sobre la
importancia de la competencia y el egoísmo personal como virtud pública, las
5
Para una discusión del concepto de progreso ver Nisbet (1981), Sklair (1970), de Benoist (2002), Pachter (1974).
28
relecturas contemporáneas ponen al descubierto los componentes éticos (De Vroey,
2009), (Sen, 1999), (Lasida, 2011), (Toussaint, 2014) y políticos (Ryan, 2014), vinculados
a una metodología (Dow, 2009) y un análisis de corte antropológico (Dow and Dow,
2008) e histórico (Alvey, 2003).
29
Marx identifica el capitalismo en tanto nuevo modo de producción, por su potencial
productivo, que significa un acontecimiento desconocido hasta entonces por la
humanidad (Marx, 1859, 2001; Cohen, 1986). Esta perspectiva del capitalismo, en su
teoría de la historia, no está desprovista de cierta ambigüedad. Por una parte, Marx
elogia los logros del capitalismo, y por otra, sienta las bases de una ética condenatoria
del mismo por las relaciones de explotación en que descansa.
De acuerdo a Lenin, las tres fuentes del marxismo son: la economía política inglesa, el
socialismo francés y la filosofía alemana. Estos orígenes hacen de la obra de Marx una
síntesis compleja, que explica el interés y las relecturas que persisten hasta la
actualidad. La apropiación crítica de sus teorías ha dado lugar a diferentes corrientes
marxistas que se suceden a lo largo del siglo XX. Algunas escuelas de la regulación
parten de concepciones marxistas particulares, entre las cuales se destaca el
“marxismo estructuralista” de L. Althusser, o los aportes de Gramsci.
6
Téngase presente que el libro “Teoría del desenvolvimiento económico” fue traducido al francés como “Théorie de
l'évolution économique”.
30
Los aportes a la ED de la corriente evolucionista contemporánea se inspiran en esta
aproximación de la economía, continuando el estudio del fenómeno de la innovación
en las economías contemporáneas.
31
2.7 La economía del crecimiento y los aportes de las Nuevas
Teorías del Crecimiento (NTC)
Como se sabe, la modelización de Harrod y Domar (Sen, 1979) plantea una perspectiva
poco optimista, en razón de tres consideraciones. Primero, la tecnología puede
propiciar un cambio técnico ahorrador de mano de obra, lo cual plantea problemas
para la ocupación. Segundo, la voluntad de ahorro es decisión de las familias, la cual
puede no coincidir con una tasa de acumulación de capital suficiente para ocupar una
fuerza de trabajo creciente. Tercero, el crecimiento de la fuerza de trabajo está
determinado por condiciones de tipo demográfico. En base a estas tres condiciones, la
existencia de una senda de crecimiento de pleno empleo y su automatismo dejan de
ser una cuestión obvia, para depender de una feliz coincidencia entre la voluntad de
ahorro, el cambio tecnológico y el aumento de la demanda de empleo.
A partir de este enfoque, se genera una profunda discusión desde fines de los años
cuarenta, que continúa hasta el presente. Pero se impone una respuesta a los
problemas mencionados, que cumple todos los requisitos metodológicos del
positivismo lógico, encarnada en el denominado modelo de Solow. El modelo teórico,
y su contrastación empírica con la información de EEUU para el período 1919-1949,
sostienen una respuesta positiva a los problemas de Harrod-Domar. Si el salario se
ajusta a las condiciones de demanda y oferta de trabajo, la tecnología disponible es
flexible y se adapta a la abundancia relativa de los factores de producción (capital y
trabajo), una economía de mercado alcanzará una senda de crecimiento equilibrada de
largo plazo con pleno empleo. Un resultado del modelo es que la tasa de crecimiento
se determina por el ritmo de aumento de la fuerza de trabajo, y que se aceptarán
diferencias de nivel de ingreso per cápita entre países según los niveles de ahorro de la
economía.
Sin embargo, dicha senda es estacionaria en términos del crecimiento del producto per
cápita, dependiendo del denominado residuo de Solow, asociado a la introducción de
innovaciones que aumenten la productividad. Solow descubre que las notorias mejoras
en el nivel de vida de los estadounidenses se explican por este factor residual, o
productividad total de los factores.
32
retoma los estudios del crecimiento, arribando a los primeros resultados a mediados
de los años ochenta. Se trata de las denominadas Nuevas Teorías del Crecimiento
(NTC). Orientadas a explorar las pistas que pueden explicar el “residuo”, las NTC
resumen varios programas de investigación.
Dos factores claves serán destacados por las NTC. El primero es el denominado capital
humano, ligado a las condiciones sanitarias, pero especialmente educativas, medidas
por ejemplo según el número de años de escolarización de la población de un país. La
segunda clave es la existencia de externalidades, es decir, efectos sociales no
reconocidos a partir de los comportamientos individuales. En base a estos factores se
comienzan a explicar las notorias diferencias de ritmo de crecimiento del PIB per
cápita, y particularmente las diferencias del mismo entre las naciones. A ello se
agregan otros factores, especialmente el fomento del conocimiento y la innovación, la
existencia de una infraestructura adecuada para el desarrollo, la apertura al comercio y
las finanzas globales, entre los principales.
En esta perspectiva, el espacio de acción del Estado cobra relevancia, en la medida que
pueda captar el efecto de las posibles externalidades. Las vías de acción pueden ser de
diferentes tipos, desde políticas orientadas a superar los problemas de coordinación
de mercados, hasta el incentivo al fortalecimiento del capital humano, y a los sectores
impulsores del crecimiento. Todo ello monitoreando la estabilidad macroeconómica,
los derechos de propiedad y las externalidades, que por otra parte pueden ser
negativas, como ocurre con los temas del cambio climático, la contaminación
ambiental y el abastecimiento energético.
Las contribuciones de las NTC no resultan una novedad para la ED (Kurz y Salvadori,
2008), ya que los factores propuestos habían sido considerados responsables de la
situación de subdesarrollo, pero fueron rescatados del olvido que acompañó la ola
neoliberal.
7
El estructuralismo latinoamericano es bien conocido a partir de los aportes de la CEPAL, pero se pueden reconocer
otras corrientes, como la liderada por los trabajos de L. Taylor, a la que se puede agregar la propuesta de L. Pasinetti
del crecimiento como cambio estructural, desde su particular enfoque teórico.
33
A efectos de reseñar las posiciones recientes de estas corrientes respecto a los
problemas del desarrollo, se comentan brevemente “Las diez tesis sobre el nuevo
desarrollismo”. Las mismas conforman la propuesta de un grupo de economistas que
comparten los enfoques keynesianos y de la macroeconomía estructuralista del
desarrollo, publicada a manera de manifiesto luego de un encuentro realizado en el
marco del proyecto “Crecimiento con Estabilidad Financiera y el Nuevo Desarrollismo”,
promovido por la Fundación Getulio Vargas en el año 2010.
Como se sostiene en la introducción del documento: “El proyecto tiene como telón de
fondo el fracaso del Consenso de Washington para promover el crecimiento en
América Latina y la Crisis Financiera Global de 2008, que mostró los límites y los
peligros que involucran la globalización financiera y la desregulación financiera. El
encuentro tuvo lugar bajo las secuelas de la mayor crisis financiera de la historia, en la
que fueron evidentes los impactos de los mercados de capitales abiertos sobre los
tipos de cambio y sobre los precios de los bienes comercializables. El G20 y países
individuales están ahora elaborando las regulaciones requeridas para los mercados
financieros. Dada esa circunstancia y considerando las repetidas crisis financieras
acaecidas en países de ingresos intermedios, el objetivo general del encuentro fue el
de evaluar cuán efectiva podría ser la estrategia del nuevo desarrollismo para
promover el crecimiento con estabilidad”8.
Luego aclara la importancia del pleno empleo, así como la transferencia de mano de
obra a las industrias que producen mayor valor agregado per cápita y pagan mayores
retribuciones y salarios. Asimismo se plantea que la productividad debe ser creciente
en todas las industrias, debiendo contar con financiamiento para alcanzar este
objetivo.
8
http://www.tenthesesonnewdevelopmentalism.org/theses_portuguese.asp
9
Ibídem.
34
La cuarta tesis sostiene que el cuello de botella del crecimiento se encuentra en la
demanda, particularmente por la tendencia de los salarios a crecer en menor
proporción que la productividad y por la tendencia a la sobrevaluación cambiaria real y
nominal.
La quinta tesis sostiene que la tendencia del aumento de salarios a ser más lento que
el aumento de la productividad obedece a la abundante oferta laboral, pero también a
la economía política de los mercados de trabajo. Se propone establecer un salario
mínimo legal, asegurar transferencias en efectivo a los pobres, y asegurar la garantía
estatal para proveer de empleo a un salario vital. La sobrevaluación crónica de la
moneda nacional no es sostenible, y de no lograrse solucionar este problema de
distribución se afecta negativamente la tendencia a largo plazo del crecimiento de la
productividad.
La sexta tesis sostiene que existe una sobrevaluación cambiaria cíclica debido a la
dependencia del ahorro externo, y a la falta de una regulación apropiada de los
mercados de capital. El tipo de cambio no es volátil, y contribuye a generar crisis y
burbujas financieras, así como vuelve poco competitivas las empresas exportadoras.
La octava tesis refiere al financiamiento del desarrollo. Sostiene que debe provenir del
ahorro interno, canalizado por instituciones publicas que aseguren su inversión
doméstica. El ahorro externo no suele promover la inversión y facilita el
endeudamiento externo y la inestabilidad financiera, generando la “fragilidad
financiera” “que atrapan a los gobiernos en juegos de ‘construcción de confianza’ y,
con demasiada frecuencia, terminan en crisis monetarias o de balance de pagos”.
La novena tesis sostiene que el gobierno debe asegurar una relación estable de largo
plazo entre la deuda pública y el PIB, así como un tipo de cambio real para
contrarrestar la enfermedad holandesa.
La décima tesis sintetiza que el desarrollo a largo plazo debe perseguir el pleno empleo
con estabilidad de precios y financiera.
35
2.9 La dimensión política y ética del desarrollo
Las líneas generales recién esbozadas para dar cuenta de los temas relevantes de la ED
quedan incompletas si se omite el paradigma del desarrollo humano, y junto a él una
“corriente subterránea” de enfoques que destacan las dimensiones filosóficas del
concepto de desarrollo.
Supone, al fin, la posibilidad de revertir los procesos iniciados a partir de las políticas
de ajuste estructural implementadas para el pago de la deuda desde comienzos de los
años ochenta en la mayoría de los países en desarrollo. Estos procesos se basan en una
retórica con fuertes componentes fatalistas, que parten de la impotencia política para
administrar el Estado sino es con miras a lograr el equilibrio presupuestal, aunque
queden reducidas poblaciones sociales al espacio de las actividades informales y al de
las ilícitas, y la única solución sea la búsqueda de beneficios individuales, incluso
mediante la acción política (El Aoufi, 2009).
10
En referencia al concepto que propone J. L. Austin quien considera que los enunciados orales performativos son
aquellos que más que describir o enunciar una situación constituyen en sí una acción.
36
(Hinkelammert y Mora, 2005), así como el enfoque de la economía del buen vivir
(Unceta, 2015).
Otro enfoque a partir del cual reflexionar sobre la estrategia de desarrollo es la tesis de
P. Van Parijs (2013, 1996), quien partiendo de la discusión de los diferentes enfoques
de filosofía política contemporáneos, propone organizar la sociedad bajo la consigna:
“De cada cual (voluntariamente) según sus capacidades, a cada cual
(incondicionalmente) según sus necesidades”.
37
El apartado 2.2 reseña el contexto histórico en que surge la ED y la teorización del
desarrollo, como proceso imitativo de la modernización de los países occidentales
industrializados.
Los apartados 2.5 a 2.9 presentan una sinopsis de las discusiones actuales sobre el
desarrollo, a partir de cuatro vertientes teóricas: el institucionalismo (2.5), la
recuperación del enfoque sobre cuestiones éticas e institucionales de los clásicos (2.6),
las perspectivas estructuralistas y keynesianas (2.8), y el enfoque del paradigma del
desarrollo humano (2.9). El apartado 2.7, resume los aportes provenientes de la
Economía del Crecimiento, que recuperan y refuerzan la importancia de los factores ya
identificados en la E.D. respecto a la salud, educación y coordinación de los agentes del
mercado, a efectos de potenciar externalidades positivas y mitigar las negativas, como
las asociadas a la desigualdad en la distribución de activos. La gestión de estos factores
y las externalidades, vuelven a poner en discusión el papel del Estado.
Dos conclusiones se pueden extraer del análisis realizado. La primera es que todas las
corrientes teóricas nucleadas en la ED comparten el interés por comprender las
particularidades de las experiencias históricas de los países desarrollados y
subdesarrollados. No obstante, en muchos casos definen su objeto de estudio a partir
de posiciones doctrinarias, no ajenas a una fuerte ideologización del concepto de
desarrollo.
Los esfuerzos por comprender la lógica económica, social, política y cultural del
proceso de cambio histórico por parte de A. Smith, D. Ricardo, K. Marx, J. Schumpeter
y J. M. Keynes, constituyen aportes fundacionales del concepto de desarrollo. Pero es
preciso discriminar, en la medida de lo posible, las contribuciones positivas de las
normativas. Estos dos niveles de análisis han sido puestos de relieve por las recientes
contribuciones de A. Sen.
38
En este marco general de problemas y enfoques de la ED, cabe preguntarse sobre la
posibilidad de inscribir a la TR como una contribución al esclarecimiento de al menos
alguno de los problemas que estudia la ED. Para ello, la siguiente sección presenta el
enfoque, las escuelas y el estado actual de la Teoría de la Regulación (TR).
3. La teoría de la regulación
En el territorio del pensamiento económico al que se va a acceder, el término
“regulación” connota diversas escuelas, un enfoque y una (o varias) teorías. El
diccionario de la Real Academia Española define regulación como la “acción y efecto
de regular”, y el verbo “regular” presenta dos acepciones próximas al uso teórico: la
primera define regular como “ajustar el funcionamiento de un sistema a determinados
fines”; y la segunda “determinar las reglas o normas a que debe ajustarse alguien o
algo”. Por sistema se entiende un conjunto de cosas que relacionadas entre sí, y
ordenadamente, contribuyen a determinado objeto. Pero se debe desechar la
acepción que define regular como reajustar tarifas, gastos, plantilla de empleados.
B. Jessop (2006) destaca que existen varias escuelas de la regulación según las
cuestiones principales que tratan. Si bien ninguna establece fronteras rígidas para
auto-identificarse, es diferente la importancia que otorgan a la dimensión nacional y/o
internacional, así como el uso del concepto de “regulación". Sin ánimo de un análisis
39
comparativo exhaustivo de dichas escuelas, se presentan a continuación los rasgos
principales de cada una, siguiendo al autor mencionado.
Desde los años 60 del siglo XX, P. Boccara (1961, 1978, 2013) desarrolla la tesis del
capitalismo monopolista de Estado, entendiendo por regulación las políticas del Estado
para hacer frente a la desvalorización del capital social que resulta excedente por la
tendencia a la baja de la tasa de ganancia. Ejemplos de la intervención estatal para
regular la economía son el otorgamiento de subsidios a las inversiones monopólicas, la
nacionalización de sectores claves de infraestructura o la socialización de pérdidas
mediante nacionalizaciones. El costo de dichas acciones se asume fiscalmente
mediante el aumento de impuestos al resto de los sectores económicos. El sentido de
regulación refiere, entonces, a la distribución de costos entre las clases sociales. Se
trata de un enfoque de economía política del proceso capitalista (Tausch, 2010),
conocido como la tesis del capitalismo monopolista de Estado.
40
económica. El modo de regulación se basa en la negociación colectiva de salarios, que
permite el aumento del consumo masivo, complementado por el desarrollo del crédito
y la regulación monetaria mediante la política estatal.
A partir del estudio de los casos de EEUU y Francia, los economistas de esta escuela
buscan comprender la crisis que diagnostican se inicia desde fines de la década del
sesenta, y pone fin a un modo de desarrollo muy particular que denominan
“fordismo”.
41
La Escuela de Alemania Occidental tiene un antecedente en la denominada Escuela de
Constanza, formada a fines de los años setenta como un grupo de discusión del Partido
Socialdemócrata Alemán sobre el “modelo alemán” (Modell Deutschland). Este grupo
se orientó a desarrollar un enfoque de investigación sobre los fundamentos de la
estabilidad política alemana. Se parte de considerar las razones del éxito alcanzado en
Alemania Occidental, focalizando en la gestión de los vínculos de la economía
(crecimiento, competitividad), la sociedad (integración social, bajo desempleo) y la
política (gestión de las crisis), aunque se reconoce que dicho éxito es cuestionado por
los movimientos sociales.
El Enfoque Nórdico de la regulación fue desarrollado por cientistas sociales en los años
ochenta, influenciados por la escuela de París. El foco de análisis fueron los modos de
crecimiento de los países nórdicos (Dinamarca, Islandia, Finlandia, Noruega y Suecia),
liderados por el sector exportador, y las particularidades de las políticas económicas,
reflejo de los modos de crecimiento, tradiciones políticas y relación de poder entre
fuerzas económicas y políticas (Mjoset, 1993).
En la década del ochenta, fueron numerosos los aportes de economistas ligados a esta
escuela en temas referentes a la conexión de los ciclos coyunturales con las tendencias
de largo plazo (Gordon et al, 1983), los cambios en las estructuras del mercado de
trabajo y las relaciones laborales (Gordon et al, 1986), las relaciones entre el Estado y
la economía (Bowles y Gintis, 1986), entre otros.
42
3.2 El Enfoque de la regulación
En este sentido, Aglietta sostiene que el enfoque comparte dos críticas recientes al
postulado de homogeneidad del paradigma neoclásico: la asimetría de información y la
existencia de externalidades. Reconoce los aportes de antecedentes que destacan la
heterogeneidad de los individuos en la sociedad, como los de J. Schumpeter respecto a
la figura social del empresario, muy alejada de la de un autómata en busca del máximo
beneficio. O la diferenciación de J.M. Keynes entre la figura del industrial y el
financista, por sus diferentes percepciones del tiempo y el poder. También considera
que los fines perseguidos por los individuos pueden incluir o excluir metas colectivas, y
el resultado de sus esfuerzos es independiente de los fines perseguidos y sujetos a su
convalidación social.
43
social del trabajo, movida por el deseo individual de acumular dinero, y que implica
progreso social en la medida que se establezcan mecanismos de mediación social
capaces de asegurar la cohesión social.
La razón para seguir dicho método no es arbitraria, sino que obedece a la inestabilidad
de las relaciones sociales capitalistas, pasibles de identificación mediante el método
retroductivo. Se puede concluir, entonces, que el enfoque de la regulación no rechaza
una perspectiva nomotética para el estudio del capitalismo, pero rechaza toda
11
Según el Diccionario de la Real Academia Española, dicho especialmente de una ciencia: que enuncia leyes de
validez universal o principios generales.
12
Según el Diccionario de la Real Academia Española, ideografía consiste en la representación de ideas, palabras,
morfemas o frases por medio de ideogramas (imagen convencional o símbolo que representa un ser o una idea,
pero no palabras o frases fijas que lo signifiquen).
44
subsunción de los fenómenos a categorías de análisis definidas a priori. Para
comprender la “regulación” del capitalismo se debe emprender un proceso que pasa
por diferentes niveles de abstracción-concretización, y de simplicidad–complejidad.
13
Antes de continuar con los argumentos de B. Jessop, corresponde dejar sentada la complejidad de la cuestión
respecto a si el método de Marx es del tipo retroductivo, y si su posición filosófica respecto al materialismo histórico
es asimilable a la del realismo crítico. Recuérdese especialmente que Marx sostuvo con vigor que su método era el
método dialéctico. Como se vio en la sección 2, apartado 2.2, el tema no es ajeno a las discusiones de la ED, en la
medida que atañe directamente al alcance del concepto de desarrollo y la forma de abordarlo.
45
R. Boyer (2012) considera que la estrategia de conocimiento de los regulacionistas se
ajusta a los preceptos de una epistemología “modesta pero exitosa”. Modesta, en
tanto se acepta que el conocimiento de los fenómenos económicos se realiza
mediante la formulación de hipótesis y teorías, a partir de las cuales se accede a la
observación de los mismos, para reformular las teorías.
Boyer (2004) sostiene que la TR sigue una estrategia de investigación que busca
articular los niveles micro y macro, liberándose a la vez del “holismo estándar” y del
“individualismo metodológico”14. La articulación se realiza entre el nivel macro-
institucional y el micro-institucional. El primero es el nivel de los actores institucionales
que establecen reglas sociales, en tanto el segundo es el de los actores que se
comportan dentro de las reglas dadas. Boyer sostiene que de esta forma se evita la
regresión al infinito para justificar un fundamento individualista a las organizaciones
colectivas, y no se confunde el tiempo histórico de constitución de las instituciones con
la influencia de dichas instituciones en las decisiones cotidianas de los agentes
sociales.
14
El individualismo metodológico es el método que sostiene que los fenómenos sociales se explican a partir de los
comportamientos individuales. El holismo es una posición metodológica y epistemológica que analiza la sociedad
como un todo integrado.
46
Representación esquemática de la dinámica de las investigaciones regulacionistas
Fuente : Boyer, R. (2012) (trad. propia)
Análisis de los
Extensión de capitalismos
conceptos de la asiáticos: 2000-
Permanente
teoría 2010
ajuste de
conceptos y
3.1. La TR según M. Aglietta y el programa de investigación métodos
actual
Esquemas de Confrontación
Años 1980-2000:
acumulación de con historia de
modo de desarrollo
Marx EEUU (1970)
latinoamérica
Régimen de
acumulación
Años 2000: Años 1980- fordista
Taxonomía 1990: análisis
capitalismos de países
europeos europeos
Escuela y enfoque admiten los plurales, como se ha visto para el caso de las escuelas
en 3.1, y la coexistencia de diferentes enfoques en 3.2. Lo mismo ocurre con la TR,
pero su unidad se advierte al confrontarla con otras teorías. Se trata de un mismo tipo
de conocimiento abstracto orientado a formular leyes que sirven para dar cuenta del
fenómeno del capitalismo, en alguna de sus fases de desarrollo o incrustaciones
espaciales.
47
“Hablar de la regulación de un modo de producción es intentar expresar
mediante leyes generales cómo se reproduce la estructura determinante de
una sociedad” (p.4)… “Siendo uno de los objetivos de la teoría la construcción
del concepto de regulación, éste designa la necesidad de realizar un análisis
que englobe el conjunto del sistema económico. Este análisis ha de producir
leyes generales que estén determinadas socialmente, y cuyas condiciones
históricas de validez se identifiquen claramente” (p.6)
(vi) Las formas económicas y no económicas como relaciones sociales (de (ii) y (iii)),
(vii) Que se ajustan a leyes que explican las transformaciones de las relaciones
sociales para asegurar la reproducción y el cambio de la estructura dominante. Es
decir, las leyes de la regulación.
(x) Existen sociedades capitalistas regidas por leyes de regulación que aseguran su
reproducción y explican los cambios en el tiempo.
La TR se ocupa de las leyes que dan cohesión a la sociedad, es decir las leyes de la
regulación social. La sociedad, y la pertinencia de las leyes descubiertas, son puestas a
48
prueba en los episodios de crisis. Es a partir del estudio de la “regulación” de la
economía de los EEUU, que Aglietta avanza en el desarrollo de su teoría.
49
La TR postula que la moneda es la cristalización de la forma más abstracta de poder en
una sociedad capitalista, y que las relaciones monetarias deben analizarse como
relaciones de poder entre individuos, grupos y clases sociales. El capitalismo puede
interpretarse como un sistema de relaciones de poder, cuya violencia exige ser
regulada por instituciones sociales capaces de apartarse de las reglas del mercado.
Pero no todas las economías de mercado, ni todas las economías monetarias que se
puedan observar en la historia -o se puedan concebir teóricamente- son economías
capitalistas. Como se trata de economías en las cuales se generaliza la producción
mercantil, un aspecto sustantivo refiere a que si bien en el capitalismo los individuos
son iguales por estatuto legal -no existe la esclavitud ni formas de servidumbre de tipo
feudal- están separados, aunque formen parte del colectivo social.
Los individuos están separados por el lugar que ocupan en la división social
del trabajo. Cada individuo no conoce a priori ni los deseos ni las necesidades
de otro individuo. En el caso de la producción de bienes y servicios, ello
supone la posibilidad de éxito con la realización del valor, o fracaso cuando
las mercancías no se venden.
(xiv) La moneda es una institución social total, por las siguientes razones:
(a) Para que funcionen los intercambios mercantiles debe existir un medio
exterior, pero al mismo tiempo aceptado por todos los individuos que
participan en los mercados: la moneda.
(b) La moneda es la institución social que establece el lenguaje económico
básico para las actividades económicas, en su calidad de unidad de cuenta
que permite el cálculo para las acciones estratégicas de los individuos con
vistas a procurarse ingresos.
(c) La moneda es una institución social que descansa en la confianza de los
individuos, en tanto sujetos sociales, para evaluar el resultado de sus
acciones económicas.
50
(xv) Segundo Principio de separación de los individuos.
Pero los mercados financieros están sujetos a la incertidumbre radical del futuro, por
lo que se genera una interdependencia subjetiva entre los participantes. Dicha
interdependencia genera una creencia colectiva fluctuante, que se llama convención
de mercado, y que puede explicar el surgimiento de burbujas especulativas. Cada
individuo puede transformarse de vendedor a comprador, según las expectativas, y los
precios de los activos financieros pueden variar desde cero al infinito.
(xvi) Las finanzas representan la forma más acabada de las relaciones sociales
capitalistas.
51
a desempeñar en las horas contratadas. Es por esta razón que la remuneración del
trabajador suele estar asociada a diferentes formas de aumentar la eficacia y eficiencia
mediante mecanismos de control o incitación a un grado de intensidad esperada:
(xviii) “La viabilidad del capitalismo exige que la sociedad cree y desarrolle una red
de instituciones sociales que permitan regular los mercados, pilares del
capitalismo”. (trad. propia)
52
regímenes de crecimiento que varían según los países y dependen del camino
recorrido a lo largo de la historia”. (trad. propia)
Por último, Aglietta y Bai (2012, p.14) retoman los siguientes cinco principios
propuestos por F. Braudel para el análisis histórico de las formas capitalistas:
53
instituciones más perennes e importantes y encarnan el bien común de
una sociedad, y ésta es la razón principal de la existencia del Estado.
Los temas que se plantean para discusión son de distinto alcance: el papel del
economista en relación a los temas políticos, la necesidad de un enfoque integrado de
las ciencias sociales y de los estudios pluridisciplinarios, la importancia de una reflexión
sobre los supuestos epistemológicos de la TR, y la definición de las áreas de
investigación prioritarias para el futuro.
15
Colloque International Recherche & Régulation 2015. La théorie de la régulation á l’épreuve des crises.
54
concebible una economía del decrecimiento compatible con la lógica del
capitalismo?
– ¿Cuáles son los regímenes de regulación posibles -más allá de que sean
deseados o no- que la investigación permite caracterizar y detectar? ¿Se
pueden explicitar los actores determinantes?
– En este período de dominación de las finanzas corto placistas, ¿como
concebir la legitimidad a largo plazo de un orden político que no esté
dominado por las finanzas?
– ¿Cuál es el análisis regulacionista respecto al aumento de las desigualdades
en la casi totalidad de países? ¿Son ellas la expresión de mecanismos
comunes, tal vez universales, o pueden definirse regímenes de desigualdad
dependientes de los modos de desarrollo socialmente situados?
– ¿Cuál es el futuro de las instituciones supra nacionales? ¿Hasta dónde el
Estado-nación, atravesado por la mundialización, encarna aún un espacio
coherente con los principios democráticos?
Los apartados que siguen buscan precisar el alcance de los términos técnicos con que
se han formulado estas preguntas.
La figura 1 presenta las principales categorías de análisis de la TR, que serán definidas y
comentadas en los apartados siguientes. En la Figura 1 se han establecido las
principales relaciones entre las categorías mediante líneas, pero debe tenerse
presente que las formas institucionales no son autónomas entre sí, sino que se
encuentran conectadas. Asimismo, para caracterizar los regímenes de acumulación y
modos de regulación, la TR plantea la relevancia de establecer una jerarquía entre las
mismas, que caracteriza a diferentes modos y regímenes de acumulación.
55
Figura 1- Esquema de las categorías de análisis de la TR
Modo de producción
Modo de producción
capitalista Variedad de
capitalismos
Variedad
Modo de desarrollo
En los apartados 3.4 a 3.6 y en el 3.8 se retoman las definiciones de las categorías
analíticas del “Glosario” de términos contenido en Boyer y Saillard (1995, 1997), y
Boyer (1986, 2004). En las obras mencionadas, Boyer ha presentado para el público
interesado la síntesis del estado de conocimientos de la TR.
56
“Modo de producción. Toda forma específica de relaciones de producción y
de intercambio, es decir, las relaciones sociales que rigen la producción y la
reproducción de las condiciones materiales requeridas para la vida de los
hombres en sociedad”. (Boyer y Saillard, 1997, p.188)
57
intercambio, desechando la teoría que concibe el surgimiento de la moneda a partir
del desarrollo del trueque. Dos hechos, a simple vista banales, son cruciales para
comprender la importancia de la moneda en las sociedades capitalistas.
El primero, que los individuos son libres de perseguir sus propios fines, sin tener que
acordar previamente los precios de equilibrio del mercado. La coherencia del sistema
de intercambios mercantiles reposa en la liquidación de las deudas contraídas por los
individuos para llevar adelante sus planes de producción y consumo, y no en la
coordinación previa para determinar la estructura de precios necesaria para la toma de
decisiones. La moneda es una norma social básica, cuya soberanía surge por la
aceptación unánime de la misma en tanto unidad de cuenta y medio de pago.
58
tecnologías de la información y las comunicaciones, de desregulación financiera a
escala global, y desintermediación bancaria, proceso no exento de dificultades, como
lo atestiguan las crisis financieras.
Esta distinción entre trabajo y fuerza de trabajo explica el conflicto estratégico entre
trabajador y patrón, y la discusión sobre dispositivos de control de desempeño laboral,
regímenes de remuneración que inciten a mayor intensidad y calidad, establecimiento
de normas de esfuerzo o negociaciones colectivas.
59
Como se dijo, la negociación colectiva entre sindicatos y gremios patronales ha
conducido a la definición de la duración de la jornada laboral, la definición de carreras
profesionales, el establecimiento de convenios salariales y formas de remuneración
mediante “salarios indirectos” y condiciones respecto a la organización del trabajo. El
Estado profundizó su papel en la regulación del conflicto mediante las normas del
derecho del trabajo, y su participación directa en el conflicto.
Es decir que, para la TR, caracterizar la relación salarial exige un esfuerzo por conocer
cuáles son las formas predominantes de organización del trabajo en la sociedad, lo
cual implica analizar el grado de división social del trabajo (social y técnica), el tipo de
empresas predominantes y los rasgos principales de las relaciones laborales. El modo
de vida de los trabajadores y la modalidad de reproducción de los asalariados implica
el estudio de la reproducción de los asalariados en tanto clase social. Este análisis no
puede desconocer la impronta de la historia específica de cada país.
60
creciente importancia de los intereses individuales, caracterizan el fin de dicha
“relación salarial fordista”. Aglietta (1997, p. 39) sostiene que:
El diagnóstico de la rigidez del mercado laboral europeo fue señalado como una causa
del alto desempleo, conduciendo a las economías europeas a orientar la acumulación
de capital según los criterios neoliberales: aumento de la competencia, control de las
empresas por parte de los accionistas institucionales, y cotización de las acciones en la
Bolsa. Otra cara de la estrategia es la reducción de los costos de la mano de obra, el
empleo como variable residual, las exigencias de rentabilidad de la comunidad
financiera, que desplaza a la negociación colectiva como elemento central del sistema
de regulación macroeconómica nacional.
Aglietta (1997, p. 57) sostiene que se “detuvo e incluso invirtió el progreso social en los
países de Europa continental en los que había florecido más pródigamente”,
aumentando las desigualdades sociales.
61
de monopolio cuando prevalecen algunas reglas de socialización ex ante de la
producción, para una demanda social de un monto y una composición
sensiblemente equivalentes”. (Boyer y Saillard, 1997, p.187)
Para la TR, el mercado es también una institución social, y como tal una construcción
social. Un mercado fluido requiere cierta organización previa: un lugar para el
encuentro entre oferentes y demandantes, ciertas formas pre-establecidas de acceso,
la reglamentación de las transacciones, y el acuerdo respecto a la calidad de los bienes
o servicios que serán objeto de intercambio. No debe olvidarse que la existencia de la
moneda precede a las transacciones mercantiles, eliminando la doble coincidencia de
deseos o necesidades que supone una economía de trueque, y evitando la previa
definición del precio entre los sujetos mercantiles.
62
Estado-nación y el resto del mundo, tanto en materia de intercambio de
mercancías como de localización de la producción, vía la inversión directa o por
financiamiento de los flujos y saldos externos”. (Boyer y Saillard, 1997, p.187)
Para afrontar este desafío, considera que la organización del proceso de trabajo se
debe convertir en un proceso colectivo, atento a las inversiones en infraestructura y en
capacidades humanas y reforzando las bases sociales de la competitividad, para
afrontar las nuevas formas de competencia ligadas a la oferta de bienes de consumo
masivo producidos en los nuevos países industrializados, más baratos por los bajos
63
costos salariales, rendimientos a escala dinámicamente crecientes, y abaratamiento de
la transferencia de tecnología.
Especial atención merecen los efectos de la apertura de los mercados financieros. Para
considerar su impacto, conviene tener en cuenta tres funciones de las finanzas que
permiten hacer frente a la incertidumbre, creando un horizonte económico
compartido. En primer lugar, la función de producción y puesta en circulación de la
información, aunque enfrenta la amenaza de degenerar en mera especulación,
desconectada del mundo real de la producción, y crear fenómenos perturbadores:
burbujas especulativas. En segundo lugar, estas perturbaciones tienen repercusiones
en la valoración de los activos financieros que determinan la dirección hacia la que se
orienta la acumulación y la asignación del ahorro a través de medios internos (auto-
financiación) y externos (crédito y emisión de acciones). Por último, la calidad de las
dos primeras funciones condiciona la tercera, que consiste en la supervisión de la
utilización del ahorro, y que puede llevarse a cabo de un modo centralizado, sobre la
base de criterios acordados por los mercados financieros, o bien de forma
descentralizada, a través de relaciones bilaterales entre empresas e intermediarios
financieros.
64
Dado que estas tres funciones de las finanzas no son independientes entre sí, es el tipo
de combinación entre ellas lo que define el régimen financiero de regulación
macroeconómica. Durante el período fordista, la acumulación articulada a escala
nacional se veía respaldada por la movilización del ahorro interno, gracias a la
competencia entre intermediarios dentro de un oligopolio. Esta competencia se
encontraba contenida y dirigida por un conjunto detallado de reglas que regían las
actividades y condiciones de mercado. El estricto control de los movimientos
internacionales de capital aumentaba la coherencia de este sistema.
3.4.2.5 El Estado
65
procesos de mediación social para resolver los conflictos que surgen al interior de la
sociedad y en las relaciones internacionales, potestad del Estado.
Aglietta recuerda la disputa ideológica sobre las relaciones entre los gobiernos y las
economías nacionales. En los países de vieja industrialización, en la década de 1960
prevaleció el criterio de que el crecimiento a largo plazo dependía sólo de la oferta,
reservando al Estado el uso de la política fiscal y monetaria para sostener la demanda y
el pleno empleo en el corto plazo. En la década de 1970 se fortalece la posición
ultraliberal y monetarista, rechazando toda forma de intervención del Estado, salvo la
salvaguarda de la estabilización nominal de los precios para los monetaristas. Frente a
estas tendencias dominantes, Europa muestra otras culturas políticas, como la
socialdemocracia escandinava o la «economía social de mercado» alemana. Incluso en
Francia es posible reconocer –a juicio de Aglietta- una primer fase en que el Estado se
orienta a “contrarrestar la división del movimiento sindical y las actitudes arcaicas de
los patronos”, seguida en la segunda posguerra por la renovación de las elites
gubernamentales, con una fuerte presencia estatal en la dirección de la economía, una
fuerte presencia pública en el sistema productivo, y el control estricto del sistema
financiero.
66
sistemática del Estado bajo cierta indigna bandera libertaria son algunos de
los síntomas de una democracia enferma.” (Aglietta, 1997, p. 65)
El autor distingue una primera fase de la TR, o TR1, próxima al análisis marxista del
modo de producción capitalista, y una segunda fase, o TR2, que se distancia de la
perspectiva marxista para estudiar el cambio institucional, a costa de perder la
coherencia observable en la fase TR1. Ello plantea el riesgo de convertir la TR en una
especificación funcionalista del marxismo, no obstante su oposición implícita a
considerar las instituciones como parte de la superestructura. Para superar este riesgo
-según Favereau- la TR debe completar sus fundamentos institucionalistas a nivel
microeconómico. La relación de la TR con el pensamiento de Marx está planteada
como un tema candente, sobre todo a partir del abandono de la teoría del valor-
trabajo por parte de la TR2.
67
comportamientos individuales que validan dichas instituciones se explican con la tesis
del “habitus”, planteada por P. Bourdieu16.
Las preguntas que se plantean son las siguientes: ¿Se trata de aspectos propios a cada
tipo de sociedad, independientes del capitalismo? ¿Cómo se inserta “lo económico” en
“lo societal”? ¿Qué tipo de instituciones conviene distinguir? ¿Es la estructura socio-
económica una construcción del investigador o es una entidad dotada de su propia
esencia? ¿Cuál es la diferencia entre forma estructural, forma institucional e
institución?
Una primera posición respecto a los vínculos entre la esfera política y la económica es
la de Boyer, que considera diferentes niveles de análisis: (i) respecto al orden
constitucional y el Estado; (ii) a nivel de las cinco formas institucionales, postulando
que la compatibilidad y complementariedad de dichas formas se estabiliza bajo la
égida de una de las cinco, lo cual permite identificar diferentes formas o variedades de
capitalismos, (iii) el nivel de las organizaciones sociales y su interacción con otras
organizaciones, y el Estado; (iv) el nivel que involucra a las personas.
16
“Por habitus Bourdieu entiende el conjunto de esquemas generativos a partir de los cuales los sujetos perciben el
mundo y actúan en él. Estos esquemas generativos están socialmente estructurados: han sido conformados a lo
largo de la historia de cada sujeto y suponen la interiorización de la estructura social, del campo concreto de
relaciones sociales en el que el agente social se ha conformado como tal. Pero al mismo tiempo son estructurantes:
son las estructuras a partir de las cuales se producen los pensamientos, percepciones y acciones del agente”, en
Reyes, R. (2009). Diccionario Crítico de Ciencias Sociales. Ed. Plaza y Valdés, Madrid-México.
68
El cuarto enfoque que refiere Billaudot es el de B. Théret, quien caracteriza a las
sociedades de la modernidad por la construcción de “lo económico” y “lo político”
como dos lógicas de alienación social: “lo económico” porque se orienta a la
acumulación de riqueza, basada en la alienación de la fuerza de trabajo del
proletariado por el capital; y “lo político” porque se orienta a la acumulación de poder,
a partir de la alienación del poder de los ciudadanos al Estado. Sostiene que los medios
sociales para lograr dichas formas de alienación son la moneda y el derecho.
17
Que según Billaudot comprende: (i) el institucionalismo de la teoría de la agencia, (ii) el de la teoría de derechos
de propiedad, y (iii) el de la Nueva Economía Institucional (NEI).
69
heurística de considerar las crisis como criterio de “viabilidad” de las configuraciones
institucionales.
70
Al considerar el régimen de acumulación, el centro de atención es “la coherencia del
progreso de la acumulación de capital”, reconociendo que se trata de un proceso con
distorsiones y desequilibrios resultado de que no existen mecanismos de coordinación
a priori. En estas condiciones, para que las inversiones se lleven adelante, se requiere
un horizonte de valorización de la producción adicional, es decir que el inversor
disponga de un marco para prever la demanda con una ganancia adecuada.
(iii) La articulación con las formas sociales no capitalistas, en particular las propias
del control político, las formas de producción no capitalistas, y las
relaciones sociales que se satisfacen por mecanismos no mercantiles.
Boyer (2004, p. 42) propone un método de seis pasos para lograr caracterizar un modo
de regulación, que presupone caracterizar también el régimen de acumulación.
71
aspectos monetarios y financieros (crédito, tasa de interés), el presupuesto fiscal, el
análisis de las relaciones con el exterior y la determinación del tipo de cambio.
Una vez verificada la pertinencia del mismo, el cuarto paso consiste en analizar la
coherencia del “modo de regulación” objeto de estudio. Se trata de analizar la
compatibilidad entre las regularidades parciales detectadas y la aptitud del modo de
regulación para “pilotear” el régimen de acumulación. A partir de este análisis, se
identifica la existencia de ciclos o las formas potenciales de “pequeñas crisis” propias a
todo régimen de acumulación.
Por último, el sexto paso consiste en analizar los procesos de salida de crisis. Se trata
de caracterizar las estrategias disponibles y reflexionar respecto al papel de las
representaciones predominantes de los principales problemas, reconociendo la
relevancia e importancia de la política en la codificación de las formas estructurales y
sus posibles cambios y/o ajustes. Llegados a completar este ciclo, los aspectos sujetos
a discusión indican la relevancia de comenzar un segundo ciclo de investigaciones, que
permita superar los mismos.
En base a los criterios teóricos generales presentados en la sección 3.3 y 3.4, y con las
categorías de análisis recién planteadas, es posible avanzar en la formulación de
modelos específicos de regímenes de acumulación y modos de regulación. En 3.5.2.1
se presentan tres modelos de regímenes de acumulación compatibles con diferentes
modos de regulación, y en 3.5.2.2 un cuadro sinóptico presentado por Boyer para
caracterizar la evolución histórica de los regímenes de acumulación y modos de
regulación típicos de los países capitalistas de vieja industrialización.
72
“Acumulación extensiva/intensiva. Dos casos extremos constituyen la referencia
entre los regímenes de acumulación: la acumulación puede ser, de manera
predominante, extensiva o intensiva. El primer caso, de acumulación extensiva,
remite al desarrollo del capitalismo, que conquista nuevas ramas de actividad y
nuevos mercados, extiende sus relaciones de producción a nuevas esferas de la
actividad económica sin modificar por eso, de manera importante, las
condiciones de producción y la eficacia del trabajo o del capital. En la
acumulación intensiva, en cambio, se transforman sistemáticamente las
condiciones de producción, de modo que se incremente la productividad
aparente del trabajo. Las numerosas inversiones, en su mayoría, toman la forma
de un aumento del stock de capital por trabajador. Resulta evidente que se trata
más de una distinción lógica que de puntos de referencia históricos. Tan es así,
que la transformación de las condiciones de producción es una característica
intrínseca del capitalismo”.
73
Figura 2 - El enfoque “clásico” del proceso de acumulación y
crecimiento
Salario
convencional en Beneficios Inversión Productividad
condiciones de
competencia
Producción
Empleo
74
que la acumulación intensiva esté sensiblemente autocentrada y gobernada por
el consumo interno.”
La figura siguiente sintetiza las tres condiciones del denominado círculo virtuoso de
desarrollo fordista.
Fuertes ganancias de
productividad
Demanda de
Fuerte Nivel de beneficios bienes de capital
acumulación
El régimen de acumulación liderado por las finanzas asigna importancia a las variables
de stock financiero y al efecto riqueza, que influye tanto en la inversión como en el
consumo, lo que se puede observar en la Figura 4. El aumento de beneficios aumenta
la cotización bursátil de los títulos financieros, sustituyendo al ajuste de la
productividad respecto a los salarios.
75
Figura 4 - Un régimen liderado por las finanzas
Beneficios
Dividendos y planes Valorizacion de las Fácil acceso al
de ahorro acciones crédito
Producción
Consumo
Empleo
Difusión de Gestión de
normas financieras inversiones
76
clase asalariada ganancias de debilitamiento de las formas
productividad de negociación colectivas
Repartición del Regulado por el A favor de los Estabilización ex ante Reducción de la
valor agregado ejército industrial beneficios de la repartición participación de los salarios
de reserva y posterior estabilización
Composición de Campesinado, Crecimiento de la La demanda de los Estratificada en función de
la demanda burguesía. Gasto demanda de asalariados es el los ingresos
social Público asalariados motor de la
demanda agregada
Boyer propone un modelo que pone de relieve algunos parámetros para considerar el
tipo de régimen de acumulación. El modelo consta de las siguientes variables:
Q : Producto total
N : Empleo
: Tasa de variación de la productividad aparente del trabajo (Q/N)
D : Demanda Agregada
I : Inversión
C : Consumo total
SR : Salario real
PRO : Beneficios
k : coeficiente de distribución de las ganancias de productividad
: Participación del consumo en el producto
ƞ : Elasticidad del salario real respecto al empleo
(1) =a + b. (I /Q) + d .
77
técnico (parámetro a). El segundo factor, que evoca los modelos de crecimiento con
generaciones de capital, es la tasa de inversión (I/Q). Por último, siguiendo un
enfoque kaldoriano, se incorpora el impacto de la propia dinámica del crecimiento de
la producción en la generación de rendimientos crecientes a escala; este impacto se
capta según el valor del parámetro exógeno d.
La ecuación (2) plantea como variable independiente la tasa de inversión I/Q. Tres
factores son relevantes para explicar esta variable. Por una parte, el parámetro f se
puede considerar asociado a la importancia en la economía del sector productor de
bienes de capital. El segundo factor proviene de los modelos poskynesianos, que
asignan una relevancia crucial a la dinámica de la demanda de consumo. El tercer
factor, incorpora una hipótesis central del enfoque clásico respecto a la acumulación
de capital: la participación de los beneficios en el valor agregado (PRO/Q).
Es interesante considerar cuáles pueden ser teóricamente los valores esperados de los
parámetros (v, u) según el régimen de acumulación predominante. En un régimen
fordista ideal, es de esperar que tomen los siguientes valores: (v >0; u=0), en tanto que
en un régimen de acumulación competitivo característico del enfoque clásico los
valores esperados son (v =0; u >0).
(3) (N˙SR)+ g
La ecuación (3) retoma la asimetría fundamental de Kalecki entre clases sociales desde
el punto de vista de la dinámica económica, basada en que “los capitalistas ganan lo
que gastan y los asalariados gastan lo que ganan”. El consumo agregado depende de la
masa salarial.
(4) = k. + ƞ. +h
(5) = = . + (1-).
78
el corto plazo, pero la TR postula el liderazgo de la demanda agregada en el
crecimiento de largo plazo.
(6) = -
(I) = A + B.
(II) = C+D.
Donde:
79
Por supuesto, la calibración del modelo exige estimar los parámetros del mismo para
evaluar su pertinencia. Pero puede ser una herramienta útil para analizar las
condiciones en que la senda de crecimiento sea estable y acompañada por el pleno
empleo. El modelo permite identificar algunas condiciones relevantes para alcanzar y
sostener la senda de equilibrio de pleno empleo. Por ejemplo, si la tasa de variación de
los salarios es superior o inferior a la tasa de crecimiento de la economía, el modelo
conduce a dinámicas explosivas. Por otra parte, para sostener el pleno empleo, ante
cambio técnico ahorrador de mano de obra, es preciso generar mayor inversión, y por
esta vía cobra relevancia la participación de los beneficios en el valor agregado.
Se ha visto que la TR concibe al capital como la relación social sostenida por el deseo
ilimitado de acumular dinero, que puede aumentar el potencial productivo de la
sociedad. No obstante:
Esta capacidad de la fuerza del capital para alterar la cohesión de la sociedad difiere
radicalmente del enfoque ortodoxo del equilibrio como resultado de la interacción
mercantil de agentes económicos homogéneos y autónomos.
80
enfoque de la regulación sostiene que procede de las instituciones sociales,
legitimadas por valores colectivos, que sostienen la cohesión social.
Aglietta (1997, pp. 33-38) destaca que un pilar del fordismo fue la estabilidad de la
división funcional de la renta entre salarios y beneficios, ya que la tasa de beneficio
permaneció estable, y por ende, la acumulación uniforme de capital. Otro pilar de este
régimen de crecimiento consistió en un mayor nivel de inversión, el aumento de la
fuerza de trabajo, estructuras de empleo estable y una baja tasa de desempleo. La
interacción positiva entre, por una parte, la distribución de la renta y, por otra, la
inversión y la productividad, fue un resultado del dinamismo de la demanda. La
redistribución del aumento de la productividad permitió aumentar el consumo de
masas. El resultado fue un modelo de crecimiento endógeno cuya duración fue de casi
tres décadas, con fluctuaciones amortiguadas del ciclo económico.
81
formas institucionales derivan de conflictos internacionales. Además, se pueden
distinguir dos tipos de trayectorias según el grado de persistencia que muestran
las formas institucionales y los procedimientos que apuntan a reformarlas.
Hablamos de trayectoria en sentido débil cuando los procesos dinámicos de
ajuste son propios de un solo modo de desarrollo. Por extensión, hablamos de
trayectoria en sentido fuerte cuando un estilo común preside las dinámicas
engendradas por la sucesión de uno o varios regímenes diferentes. Por ejemplo,
un grado elevado de institucionalización de las relaciones económicas caracteriza
a Francia en relación con los otros países industrializados, lo que explica que en
la crisis de los años treinta, como en la iniciada en los años setenta, se
manifiesten evoluciones macroeconómicas mucho más regulares que en los
EEUU, país marcado por un papel del Estado diferente y una preponderancia de
la lógica del mercado.” (Boyer y Saillard, 1997, p.191)
Por último, identifica a los países subdesarrollados, donde los enfoques regulacionistas
han avanzado en comprender la especificidad de los latinoamericanos, por una parte, y
los países del Magreb, por otra. Boyer destaca la ausencia de estudios respecto a los
nuevos países industrializados del sudeste asiático.
¿Qué permanece y qué agregan los estudios llevados adelante los últimos veinte años
por los seguidores de la TR? Para responder esta pregunta, es necesario realizar una
lectura minuciosa y crítica de los trabajos disponibles en 2015, tarea que excede las
82
posibilidades del presente documento. No obstante, a continuación, se adelantan
algunos comentarios generales.
En primer lugar, del análisis del régimen y modo de regulación sucesor del fordismo en
EEUU surge la identificación de un régimen de acumulación liderado por las finanzas.
Dicho régimen se caracteriza por su inestabilidad intrínseca, manifiesta en las crisis
financieras de la década del ochenta, noventa y el primer lustro del siglo XXI, para
culminar con la crisis de 2007-2008. Por otra parte, dicho modelo responde a la
particular posición de EEUU en la economía financiera mundial, con una especial
relación con respecto al crecimiento de China. En tercer lugar, se trata de un modelo
de desarrollo que promueve la desigualdad en la distribución del ingreso. Sin duda, la
crisis y la desigualdad exigen repasar las hipótesis respecto al capitalismo
patrimonialista y su dificultad para constituir un nuevo modo de desarrollo (Boyer,
2014).
83
(i) países líderes en las finanzas internacionales y en el modo de desarrollo liderado
por las finanzas (EEUU y el Reino Unido);
(ii) países dependientes de las finanzas internacionales (Irlanda, Islandia y Hungría);
(iii) países líderes en innovaciones y exportaciones (Alemania y Japón);
(iv) países cuyo modelo de desarrollo es de tipo rentista (Rusia, Venezuela, Arabia
Saudita);
(v) países continentales (India, China, Brasil);
(vi) países cuya configuración de desarrollo es híbrida, y desarticulada por la
internacionalización (Argentina hasta 2001, México);
(vii) países cuyo modo de desarrollo está desconectado del comercio mundial
(países de África).
La segunda proposición sostiene que la crisis resulta de las distorsiones que implica el
proceso de acumulación de capital, con la tendencia a la sobreacumulación de capital
en la expansión y su ajuste en las fases de recesión y depresión. Este proceso puede
generar la crisis si modifica las estructuras de consumo, inversión y producción en las
cuales se afirma la cohesión social.
84
“Los síntomas de agotamiento de un régimen de crecimiento, que anuncian
un período de incertidumbre, crisis y cambios, deben endilgarse a
disfunciones en la interacción entre los mecanismos de mediación. … La
autoridad ya no puede quedar legitimada por un figura simbólica meramente
decorativa o por la invocación de un valor moral o una creencia religiosa
transcendente.”
De acuerdo a Boyer (2004, p.75), la TR tiene por objetivo establecer las condiciones de
viabilidad de un modo de desarrollo, y al mismo tiempo, las condiciones que explican
su desestabilización, proponiendo un conjunto de mecanismos de base que
contribuyen a los episodios de crisis.
Puede deberse (i) al impacto de factores exógenos, como los que resultan del aumento
del precio del petróleo en 1973, 1979, 1990 y 2003, del aumento de la tasa de interés
en EEUU en los países endeudados a fines de la década del setenta, del impacto de la
devaluación de los socios comerciales de un país, o como resultado de sequías u otros
fenómenos climáticos.
También puede explicarse por (ii) los impactos derivados de la propia dinámica de
acumulación de capital, pero susceptibles de ser regulados, como los “ciclos de
negocios” característicos del siglo XIX.
Un tercer tipo de crisis (iii) obedece a cambios en las estructuras que detienen el
proceso de acumulación y crecimiento sin posibilidad de recuperación endógena, que
dan lugar a las denominadas crisis estructurales, o grandes crisis.
En este caso, Boyer propone diferenciar las (iv) crisis del modo de regulación, pero que
no afectan al régimen de acumulación, de las (v) crisis del régimen de acumulación.
85
presentaba una sincronía acumulativa entre la contracción económica y la caída de la
tasa de beneficio. Boyer sostiene que se trató de un crisis originada por un modo de
regulación inadecuado.
Por último, se debe considerar la posibilidad de (vi) una crisis del modo de producción,
que ocurre cuando las relaciones sociales fundamentales de un modo de producción
son cuestionadas. Históricamente, la crisis del feudalismo es un ejemplo, así como la
implosión reciente de la economía soviética.
“Crisis. La teoría de la regulación distingue cinco tipos de crisis, clasificadas por orden
creciente de gravedad, en el sentido de que se ven involucradas formas de
organización cada vez más esenciales:
1- Crisis como perturbación externa. Un episodio en cuyo transcurso se encuentra
bloqueada la prosecución de la reproducción económica de una entidad
geográfica dada, sea por penurias ligadas a catástrofes naturales o climáticas,
sea por derrumbamientos económicos que tienen su origen en un espacio
exterior, en particular internacional… incluso guerras.
2- Crisis endógena o cíclica, expresión del modo de regulación. Fase en que se
comprueban tensiones y desequilibrios acumulados durante la expansión, en el
propio seno de los mecanismos económicos y de las regularidades sociales, por
lo tanto en el modo de regulación que prevalece en un país y una época dados.
En este sentido la recurrencia de fases favorables y luego desfavorables para la
acumulación es consecuencia directa de las formas institucionales vigentes que
no resultan afectadas más que muy lentamente y de manera parcial por las
crisis cíclicas.
3- Crisis del modo de regulación. Episodio en cuyo transcurso los mecanismos
asociados a la regulación vigente se revelan incapaces de cambiar los
encadenamientos coyunturales favorables, aun cuando en su comienzo al
menos el régimen de acumulación fuera viable.
4- Crisis del régimen de acumulación. Esta crisis se define por la llegada a los
límites y un incremento de las contradicciones dentro de las formas
institucionales más esenciales que condicionan el régimen de acumulación.
Supone a un cierto plazo la crisis de la regulación y por lo tanto del modo de
desarrollo en su conjunto.
5- Crisis del modo de producción. Es el derrumbe del conjunto de las relaciones
sociales, propias de un modo de producción. En otros términos, la llegada de
una configuración de formas institucionales a sus límites precipita el
cuestionamiento y la volición de las relaciones sociales vigentes en lo que
tienen de más fundamental”.
86
Boyer (2004) pone como ejemplo de crisis de un modo de desarrollo la crisis del
fordismo. La crisis sobreviene a partir de cambios estructurales que se van gestando
lentamente. Uno de ellos es la indexación total de precios e ingresos al Índice de
precios al consumo, por lo cual la inflación pierde todo poder regulador (un remedio
para resolver las situaciones de desvalorización de fracciones de capital que se vuelve
tóxico ante la indexación generalizada). Un segundo cambio es la exigencia de
aumentos salariales en base a los aumentos de productividad pasada, cuando dichas
ganancias comienzan a descender. Así, Boyer (2004, p.82-85) considera pertinente
plantear que el éxito de un modo de desarrollo puede generar transformaciones
estructurales que conducen a su desestabilización. Otro ejemplo que propone es el
caso del modelo japonés, que desde la década del setenta generó un modo de
regulación meso-corporativista, acorde con las especificidades de las formas
institucionales de Japón, y sostuvo un modo de desarrollo caracterizado por la
sincronización de la producción y el consumo de masas. Como resultado del éxito del
modelo, Japón acumula excedentes en su balanza comercial que le empujan a la
liberalización financiera, culminando en una burbuja especulativa que marcará la
entrada en crisis. Posteriormente, las medidas de política económica no han logrado
recuperar el crecimiento previo.
Un tercer ejemplo que propone Boyer (2004, pp. 86-87) es la crisis de la estrategia de
sustitución de importaciones, que permitió en los años cincuenta y sesenta una
aceleración del crecimiento. Para Boyer, fue la incapacidad de sustituir la importación
de bienes intensivos en tecnología y portadores de rendimientos crecientes, junto a la
estrechez del mercado interno, lo que crea las condiciones para las posteriores crisis
financieras, económicas y sociales.
Otro ejemplo es la crisis de los modos de desarrollo liderados por las exportaciones en
las economías dependientes. Boyer distingue dos casos: por un lado, el de los países
dependientes, donde el aumento de salarios conduce a la caída de beneficios y con
ellos a la caída de la productividad y la competitividad de las exportaciones. Por otro,
el caso de los países cuyas exportaciones son principalmente materias primas. El
aumento de salarios conduce también a la caída de beneficios y de productividad, pero
la formación competitiva de los salarios penaliza la demanda interna, al tiempo que
87
los ingresos por exportaciones dependen de los precios internacionales, ya que
consisten en materias primas. Un aspecto de interés es la comparación entre A. L. y
Asia; permite identificar los factores comunes de bloqueo y crisis propios de las
economías dependientes, aunque mantienen diferencias importantes.
Por último, el cambio del modo de regulación también puede desencadenar crisis en el
régimen de acumulación. Este tipo de crisis es de particular relevancia, dado el
contexto de liberalización financiera de las últimas décadas. Por ello, Boyer propone
considerar dos aspectos de los regímenes de acumulación liderados por las finanzas.
Por una parte, es relevante considerar a las finanzas como factor de propagación de la
crisis. Por otra, las finanzas globalizadas pueden disimular la incoherencia de un
régimen de acumulación. El desarrollo de los mercados financieros permite que los
regímenes de acumulación se aproximen a zonas de inestabilidad estructural del punto
de vista macroeconómico. En este sentido, lo que aparece como el éxito del régimen
de acumulación liderado por las finanzas, puede estar agudizando problemas
macroeconómicos que propicien la crisis, como ocurrió con la crisis de la
convertibilidad de Argentina, según Boyer.
Aglietta y Orléan parten de este modelo para explicar la moneda como institución
social que permite medir la “riqueza” social, siendo la moneda el medio para evaluar
toda forma de riqueza. La riqueza, representada por un monto monetario, es el modo
de protección que tienen de los sujetos sociales frente al azar de la fortuna. La riqueza
proporciona el poder de compra de cualquier mercancía por la liquidez propia de la
moneda, anónima y transferible.
88
Es decir que la violencia originada en el deseo mimético por la posesión de
determinados bienes, se transfiere a un bien extraño, la moneda, que en sí mismo
carece de valor de uso, y sin embargo es el objeto unánime de deseo. Aceptar la
moneda es parte del proceso de socialización, y el intercambio monetario el punto de
partida de las relaciones mercantiles. Moneda y mercado canalizan la violencia
fundadora de las sociedades y aseguran la cohesión social.
Según L. Talha (1998), tres aspectos estaban en debate a mediados de la década del
noventa. El primero era el de “factores estructurales internos vs dependencia” como
explicación del subdesarrollo. El segundo, el de la pertinencia de las categorías de
análisis de la TR para estudiar los países en desarrollo. El tercero, las razones de la
inexistencia del sector productor de bienes de capital en los países en desarrollo.
89
“El hecho es que los tiempos del sistema centro/periferia han terminado y
que una dinámica de transformación divergente ha hecho estallar las
discrepancias tradicionales, sobre la base de las cuales había prosperado la
teoría de la dependencia” (Talha, 1998, p. 103).
Desde América Latina, C. Ominami propuso resolver el dilema distinguiendo los países
cuyos regímenes de acumulación y crecimiento eran “inducidos del exterior”, lo cual
solo modificaba el tipo de dependencia, de los países cuyos modos de regulación
tendían a reproducir la situación de subdesarrollo por factores internos. Por otra parte,
como el propio Talha menciona, la discusión simplificaba el problema, ya que la teoría
de la dependencia destacaba la importancia de las condiciones políticas y sociales
locales en el proceso de subdesarrollo (Talha, 1998).
90
ritos, etc.). Incluso las actividades simbólicas de las sociedades subdesarrolladas son
evaluadas a partir de la racionalidad propia de los países centrales, como ya fue
analizado por antropólogos y sociólogos como H. Lévi-Strauss, M. Godelier, C.
Meillassoux, J. Berque, entre otros. El carácter auto-referencial se observa en la
preocupación por descubrir las leyes fundamentales y las variedades canónicas del
fordismo en las economías centrales, en tanto las periferias constituyen
configuraciones ad hoc y sobre-determinadas. La perspectiva sustancialista consiste en
considerar el desarrollo como categoría derivada del capitalismo, y las economías en
desarrollo como trayectorias especificas de variedades sub-fordistas.
18
Los trabajos pioneros entre 1983 y 1990 fueron los de Lipietz, Ominami, Haussmann y Márquez, Gutiérrez García,
Saboia, Lanzarotti y el propio El Aoufi.
91
frente a las posiciones que atribuían la debilidad del proceso de acumulación a la
inserción en la economía internacional, los estudios regulacionistas destacaban cómo
las condiciones de vida de asalariados y clases populares impedían dinamizar la
acumulación a partir del mercado interno.
El autor subraya que en los estudios, llevados adelante por A. Lipietz, C. Ominami y él
mismo, se identificaron tres constantes o invariantes de los modos de regulación en los
países en desarrollo. La primera es que la demanda externa es la que lidera la dinámica
de la producción interna. La segunda, refiere a la creación en los países en desarrollo
de dispositivos de sostén de la demanda social, como las subvenciones en el precio de
alimentos y servicios de educación, salud y vivienda. La tercera, la perennidad de
mecanismos no mercantiles de reproducción de la población.
A partir de la década del setenta, se debe agregar el endeudamiento de los países, que
lleva la crisis del fordismo a la crisis de endeudamiento de los años ochenta
(L’Hériteau, 1986), (Salama, 1984). Los países en desarrollo y subdesarrollados se ven
enfrentados, al decir de El Aoufi, a las «horcas caudinas» del FMI y el Banco Mundial,
que imponen las políticas de ajuste estructural. Dichas políticas no contemplan los
mecanismos de sostén de la demanda social, incentivando el retorno a formas no
mercantiles de reproducción de la fuerza de trabajo. A ello se agregan las políticas
proteccionistas de los países centrales. El Aoufi destaca los esfuerzos en América
Latina para amortiguar el impacto de los programas de ajuste estructural, con el Plan
«Austral» en Argentina y el Plan «Cruzado» en Brasil.
92
los ochenta) como herramientas para la lucha contra la pobreza, modelos todos
basados en la redistribución de ingresos. Según el autor, estos modelos resultaron
ineficientes para neutralizar el impacto de las desigualdades provenientes de la
diferente dotación de recursos en las diferentes categorías de la población.
Es en este sentido que El Aoufi plantea la importancia de considerar los aportes de Sen
a efectos de incorporar a la TR una conceptualización del propio desarrollo,
superadora del concepto de “modo de desarrollo”. Las sugerencias de El Aoufi parecen
ajustarse a las recientes contribuciones, mencionadas en el apartado anterior,
respecto a las experiencias latinoamericanas y asiáticas.
93
integración de otras perspectivas teóricas, e incluso elaboraciones teóricas propias de
la TR, como se destacó en 3.9 respecto a la moneda y el valor.
Las cinco formas institucionales analizadas en el ítem 3.4.2 son necesarias para
resolver los problemas de coordinación de una economía capitalista. Pero no son
suficientes para generar un proceso endógeno que asegure un crecimiento dinámico.
El régimen de acumulación refiere a la configuración de dichas formas institucionales
de manera que genere endógenamente un proceso de ajuste automático. La forma del
ajuste refiere al modo de regulación adecuado a un patrón de crecimiento.
Por otra parte, el apartado 3.6 sintetiza de manera general el esfuerzo por modelizar
las relaciones agregadas desde una perspectiva institucionalista, incluyendo los
aportes de la macroeconomía keynesiana y kaleckiana, estos últimos analizados
sumariamente.
Son múltiples los factores que pueden poner en cuestión la viabilidad de un régimen
de acumulación o su modo de regulación. Ello puede explicar el por qué de la sucesión
de crisis, que no se repiten de manera idéntica.
94
Por último, el apartado 3.10 contiene una primera evaluación de las contribuciones de
la TR a la ED donde se constata que ha sido un tema de interés por parte de los
regulacionistas que se acelera en los últimos años, exigiendo una consideración crítica
de las categorías de análisis y no su mera transposición.
95
observan en el planeta, difícilmente reductibles a un patrón homogéneo de modo de
desarrollo. El test de los márgenes implica prestar especial atención a las vinculaciones
entre las regiones y países desarrollados y subdesarrollados, es decir profundizar en la
naturaleza, características y modalidades del denominado régimen internacional.
A partir de esta perspectiva del test de los márgenes y la consideración del espacio se
espera descubrir y analizar las formas intermedias que contribuyan a superar el
dualismo, hasta cierto punto simplificador, de subdesarrollo/desarrollo. Por otra
parte, el análisis exige enriquecer las formas institucionales del régimen internacional,
superando también una perspectiva simplista de la globalización como un único
proceso válido para todas las regiones y países del planeta. Se trata de investigar
cuáles son las formas específicas de condicionalidad o de dominación pertinentes para
las diferentes regiones y países.
El problema del espacio y el test de los márgenes permiten formular preguntas como
las siguientes: ¿Un régimen de acumulación nacional, puede existir ajeno a la
configuración mundial adecuada, o está sobredeterminado por relaciones de
naturaleza política? ¿Cuáles son las modalidades de dichos condicionamientos
políticos, cómo se generan, cómo se validan? ¿Un modo de regulación nacional supone
una institución estatal con su plena soberanía política, o compartida? Si compartida,
¿mediante qué procedimiento: democrático, de cooptación y/o asociación de elites
económicas nacionales con los intereses de las elites globales, como postulaba la
teoría de la dependencia? ¿Cómo se articulan la nación, la región y el continente? La
búsqueda de respuestas a las interrogantes requiere realizar los “test del margen”,
imprescindibles para comprender el funcionamiento actual de la economía. Los
enfoques estructuralistas, en particular el estructuralismo latinoamericano, plantean
una aproximación a los fenómenos económicos compatible con el enfoque de la TR,
que requiere ser explorada.
96
Séptimo. A partir de estas observaciones, parece relevante volver a discutir el
concepto de regulación, atendiendo a su carga filosófica y epistemológica. Si por una
teoría de la regulación en economía se espera una teoría que dé cuenta de los cambios
observados en las características, funcionamiento y crisis de las economías, la TR es
una contribución relevante. Sus limitaciones radican en la dificultad para precisar la
ontología de su objeto de estudio, es decir las relaciones sociales, cuyos cambios son
permanentes. ¿Cuál es el método que permite comprender un objeto de estudio cuya
naturaleza cambia en el devenir de un tiempo histórico irreversible?
Aglietta (1997) critica las corrientes marxistas que sostienen que existen leyes
generales que explican el capitalismo, sin considerar la naturaleza de la sociedad en la
que está implantado. También es crítico de la tesis de que dichas leyes conducen al
derrocamiento del capitalismo, anunciando la llegada de un sistema de planificación
perfecta, transparente y homogénea. Aglietta advierte sobre la tesis de O. Lange,
quien hacia los años treinta argumentó que la competencia perfecta y la planificación
centralizada perfecta eran idénticas.
97
Este aspecto abre la posibilidad de reconsiderar el tema de las políticas de desarrollo,
si como sugiere Sen (2010) debieran estar orientadas a resolver las situaciones de
injusticia para mantener la coherencia con la ampliación de la libertad.
Sin embargo, del punto de vista normativo, los aportes de la TR recién comienzan a
explorar esta dimensión, a partir del interés por clasificar las variedades del
capitalismo atendiendo a los criterios de eficiencia y justicia, y destacando el papel de
la política (Boyer, 2000). Por otra parte, la importancia de precisar el alcance
normativo del concepto de desarrollo radica en la necesidad de definir las políticas de
desarrollo, que se pueden sintetizar en el debate entre modelos de desarrollo Blast
(“sangre, sudor y lágrimas”) o Gala (“con una ayuda de los amigos”), según sugiere
Sen (1998).
También es en ese sentido que J.P. Peemans propone identificar dos grandes
concepciones del desarrollo: una concepción mayoritaria, que concibe al desarrollo
como el proceso de “modernización del orden de las cosas mediante el crecimiento”. Y
otra visión, que asigna un papel relevante al “orden de los pueblos y las personas”, y
concibe al desarrollo como proyecto colectivo. Tal vez estemos asistiendo a un lento
amanecer, en que la tarea sigue siendo pensar cómo pasar del “orden de las cosas” al
“orden de los pueblos y las personas”.
Los indicadores del desarrollo han ido evolucionando, desde la primacía del PIB per
cápita como criterio, a su cuestionamiento. Los problemas de la desigualdad del
ingreso (funcional y personal), los fenómenos de anomia social, las limitaciones del
entorno ecológico para la reproducción de los modos de producción, distribución y
consumo, son problemas pendientes. La discusión al respecto está lejos de estar
clausurada en ninguna región del mundo, ya que involucra a la totalidad del planeta.
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