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Introducción.
La relación que tiene el individuo con todos los vínculo con los que se relaciona
(pares, objeto de amor, etc.) pueden ser considerados fenómenos sociales. Estos
entran en oposición con otros fenómenos que los hemos denominado narcisistas,
donde la satisfacción pulsional se sustrae del influjo de otras personas o renuncia
a estas.
Si los individuos dentro de una masa están ligados en una unidad, tiene que haber
algo que los una, que sea lo característico de la misma. En la masa, según Le
Bon, desaparecen las adquisiciones de los individuos y por lo tanto su
peculiaridad, lo heterogéneo se hunde en lo homogéneo.
Por otra parte, este autor también plantea que la masa es impulsiva, voluble y
excitable. Es guiada casi con exclusividad por lo inconsciente. No soporta demora
entre su apetito y la realización de lo apetecido. Aparece un sentimiento de
omnipotencia, desaparece el concepto de lo imposible. La masa es influible,
crédula y acrílica. Los sentimientos de la misma son simples y exaltados, solo es
estimulada por estímulos desmedidos. En relación con la autoridad, quiere ser
dominada y sometida al mismo tiempo.
➢ existe una cuarta causa, que tiene que ver con la idea de identificar el alma
de las masas con el alma de los primitivos. En las masas las ideas
opuestas pueden coexistir y tolerarse sin que su contradicción de por
resultado un conflicto. Está sujeta al poder “mágico” de las palabras.
Además, nunca conocieron lo real, piden ilusiones, a las que no pueden
renunciar, lo irreal siempre prevalece ante lo real.
Siguiendo la exposición de Le Bon, quien argumenta, que los individuos tan pronto
se encuentran unidos se ponen instintivamente bajo la autoridad de un jefe.
Entiende que los conductores adquieren su predicamento por las ideas que los
fanatizan a ellos mismos. Tanto esas ideas, como los conductores tienen la
característica de un poder “misterioso” denominado prestigio (paraliza por
completo nuestra capacidad de critica), lo que provocaría la fascinación en la
masa.
Otras apreciaciones de la vida anímica colectiva.
Todo lo que Le Bon expone, no aporta nada nuevo, ha sido dicho con anterioridad.
Sugestión y libido.
Iglesia y ejército son masas artificiales, se emplea cierta compulsión externa para
prevenir su disolución e impedir alteraciones de su estructura.
De igual modo el pánico nace por el aumento del peligro que afecta a todos, o por
el cese de las ligazones afectivas que cohesionan a la masa.
El principal fenómeno del psicología de las masas: la falta de libertad del individuo
dentro de ellas.
El conductor o la idea pueden ser negativas (odio a una persona /institución) pero
podría producir igual efecto unitivo y generar ligazones parecidas que la
dependencia positiva.
La identificación.
La identificación:
Los estados anímicos que se han descrito en la masa, Trotter los deriva de un
instinto gregario innato en los hombres. Este instinto es la expresión de la
tendencia de todos los seres vivos de formar unidades cada vez más amplias. El
individuo se siente incompleto cuando está solo.
La crítica que realiza Freud es que el instinto gregario no deja lugar a la figura del
conductor, ese se añade a la masa solo de modo contingente, para él la esencia
de la masa no puede concebirse descuidando al conductor.
El instinto gregario surge del trato igualitario para todos. Ninguno debe querer
destacarse, todos deberían ser guales y poseer lo mismo, la justicia social significa
que uno se deniega a cosas para que otros también puedan renunciar a ellas o no
puedan exigirlas. Esta exigencia de igualdad es la raíz de la conciencia moral
social y del sentimiento del deber.
Las masas efímeras desaparecen sin dejar huellas del desarrollo individual. Se
comprende diciendo que el individuo resigna su ideal del yo y lo permuta por el
ideal de la masa corporizado en el conductor. Esto no tiene igual magnitud en
todos los casos. En muchos individuos la separación entre su yo y su ideal del yo
no llega demasiado lejos. Circunstancia que facilita la elección del conductor
porque a menudo solo necesita poseer las propiedades típicas de estos
individuos. Los otros cuyo ideal del yo no se habría corporizado en su persona en
otras circunstancias sin que mediase corrección son arrasados por identificación.
El psicoanálisis demuestra que casi todas las relaciones afectivas entre dos
personas (el matrimonio, la amistad, el amor paterno o filial) conservan un
depósito de sentimientos hostiles, que para desaparecer necesita represión.
Cuando la hostilidad se dirige contra personas amadas, se trata de una
ambivalencia afectiva, originada en el narcisismo.
Y esto pasa también entre conjuntos más amplios (pueblos, naciones, etnias).
Pero, dentro de cada conjunto, el narcisismo se restringe, a favor del vínculo
libidinal con los otros miembros del mismo grupo.