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UNIDAD X

DERECHO A LOS BIENES ECONÓMICOS. LA PROPIEDAD


I. Doctrina Bíblica en torno a la propiedad de bienes
1. Enseñanza del Antiguo Testamento sobre la propiedad privada
La cultura acepta como un hecho indiscutible que el hombre pueda poseer cosas. El
Génesis consigna que Dios crea al hombre como la cúspide de la creación y le entrega el
conjunto de los seres creados para que domine sobre los peces del mal, las aves del cielo y
los animales de la tierra. Más adelante el Génesis describe al hombre, siguiendo un
mandato de Dios, poniendo nombre a todas las cosas. Poner nombre significa dominio
sobre lo que se “nombra”: de algún modo pasan a su propiedad.
La propiedad en Israel no era absoluta como lo era en los pueblos paganos. El israelita
tenía siempre a la vista la enseñanza de Yahveh: “La tierra no se venderá para siempre,
por cuanto es mía, y vosotros sois advenedizos y colonos míos”.
2. Doctrina del Nuevo Testamento
En tiempo de Jesús, había cambiado la situación económica, frente a algunos ricos, se
movían las masas de pobre, incluso de mendigos. Pero tampoco los ricos, si exceptuamos a
los que se movían en torno a la Corte, disponían de muchos bienes.
Jesús fustiga las riquezas injustas, condena la avaricia en la posesión de los bienes. Pero
no se trata de una reprobación absoluta de la propiedad.
San Pablo advierte contra el peligro de la riqueza y anima contra el peligro de la riqueza y
anima a la comunicación de bienes. El Apóstol no quiere “imponer un precepto” pero
invita al desprendimiento voluntario y generoso, de moto tal que la abundancia de unos
alivie la escasez de otros.
El respeto a la propiedad fue un presupuesto en la organización de las primeras
comunidades. Porque, aun la experiencia de Jerusalén de poner los bienes en común,
suponía la disposición libre de las propias posesiones.
II. Enseñanza de la tradición sobre la propiedad de los bienes
La abundante y reiterada doctrina de los Padres sobre este tema cabe sistematizarlas en
tres tesis fundamentales:
1. El hombre puede disponer de cosas como propias.
El derecho a la propiedad privada de bienes es defendida por los Padres. San Agustín, p.ej.,
condena a los llamados “espirituales” porque afirmaban que los cristianos no podían
disponer de propiedades.
Dado que admiten el derecho de propiedad, los Padres llaman la atención sobre el peligro
de las riquezas.
2. Función social de la propiedad
Aun poseyendo las cosas como propias, los cristianos tenían un gran sentido de la función
social de la propiedad. Un precepto que recogen los primeros documentos cristianos: la

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Dídaque y la Carta de Bernabé determinan; “comunicarás todas las cosas con tu prójimo y
no dirás que las cosas son tuyas propias”.
En ocasiones, tanto subrayan la función social, de servicio para solucionar la pobreza de
los demás, que, en el lenguaje retórico, parece que niegan la propiedad privada.
San Juan Crisóstomo no niega que puedan poseer cosas, pero bajo dos condiciones: a) que
se comuniquen con los necesitados, y que, b) en todo momento, el poseedor se considere
un simple administrados.
3. Primacía del destino general de los bines sobre el principio de la propiedad
privada
Los Padres fundamentalmente hablan de la limosna, pero fustigan tanto las riquezas que
afirman que las cosas han sido dadas por Dios para todos los hombres, por lo que
comunicar sus bienes con los pobres es absolutamente obligatorio. No niegan, pues, la
propiedad de las cosas, pero sí afirman que comunicarlas mediante la limosna está por
encima del derecho de poseerlas. San Ambrosio afirmaba “no le das al pobre de lo tuyo,
sino que le devuelves lo suyo. Pues lo que es común y ha sido dado para el uso, lo usurpas
tú sólo. La tierra es de todos, no sólo de los ricos; pero son muchos menos los que gozan
de ella que los que no la gozan”.
III. Las enseñanzas del magisterio sobre la propiedad
Las enseñanzas del Magisterio en torno a la propiedad tienen como tema de fondo la
fuerte dialéctica planteada entre el liberalismo capitalista, defensor sin límite alguno de la
propiedad privada, y el socialismo colectivista que, en sus extremos, llegó a negar no sólo
la propiedad de los bienes de producción, sino incluso de los bienes de consumo. Los
Papas condenan ambos sistemas.
1. Ideologías en torno a la propiedad privada.
Aunque no es fácil establecer todas las peculiaridades de estos dos sistemas, desde el
campo económico se las puede resumir:
 Defensa de la propiedad privada tanto de  Negación de la propiedad privada,
los bienes de consumo como de los bienes incluso la de la tierra.
de producción.
 Prioridad del trabajo sobre el capital. El
 Distinción entre capital y trabajo al trabajo con el Estado son dueños de los
momento de reparto de beneficios. beneficios.
 Remuneración del trabajo mediante el  Negación del sistema del salario.
salario.
 El Estado dirige la economía y dicta leyes
 Negación de la intervención del Estado. del mercado.
Libertad de producción.
 El mito de la revolución que conducirá la
 El mito del progreso al que llegará la igualdad de todos los ciudadanos.
sociedad con la libertad de mercado.
Ambos sistemas han sido condenados por diversos Documentos del Magisterio y de forma
reiterada. Y, desde el siglo XIX hasta los últimos documentos magisteriales, al ritmo en
que ambas ideologías han ido corrigiendo sus propios principios, los Papas han sido
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constantes en demostrar las insuficiencias de estos dos sistemas. En concreto, los puntos
más destacados de la enseñanza pontificia acerca de la propiedad privada son los
siguientes:
a) La propiedad se fundamenta en la Biblia y en la Tradición
Juan XXIII argumenta: el Evangelio sanciona, sin duda, el derecho de propiedad privada de
los bienes, pero al mismo tiempo, presenta a Jesucristo ordenando a los ricos que cambien
en bienes espirituales los bienes materiales que poseen y lo den a los necesitados.
b) Condena del colectivismo socialista y del capitalismo liberal
El CCE dice: “Un sistema que sacrifica los derechos fundamentales de la persona y de los
grupos en aras de la organización colectiva de la producción es contrario a la dignidad del
hombre. Toda práctica que reduce a las personas a no ser más que medios con vistas al
lucro esclaviza al hombre, conduce a la idolatría del dinero y contribuye a difundir el
ateísmo… La Iglesia ha rechazado las ideologías totalitarias y ateas asociadas en los
tiempos modernos al comunismo o socialismo”.
c) La propiedad privada es de derecho natural
Los Papas dicen que poseer bienes “es conforme a la naturaleza”, queriendo expresar que
es “de derecho natural el destino, el uso y la apropiación de cosas por parte del hombre”.
Es decir, que es conforme a la naturaleza humana apropiarse y tener como “suyos” los
seres creados por Dios con destino universal para todos los hombres.
d) Función social de la propiedad
Los Papas afirman el carácter social que tiene la propiedad privada de bienes. Juan Pablo
II expresa: “La tradición cristiana no ha sostenido nunca este derecho (el de propiedad
privada) como absoluto e intocable. Al contrario, siempre lo ha entendido en el contexto
más amplio del derecho común a todos a usar los bienes de la entera creación: el derecho
a la propiedad privada como subordinado al derecho al uso común, al destino universal de
los bienes”.
Tres principios éticos regulan la propiedad privada de bienes: a) el derecho a la
propiedad, b) la función social de la misma y c) la subordinación del primer principio al
segundo.
e) La socialización. Propiedad privada y propiedad pública
En razón del principio social de la propiedad el Magisterio admite, en determinadas
circunstancias, la legitimidad de la socialización e incluso de la estatificación.
Tanto la socialización como la estatificación de algunos medios debe hacerse conforme a
estos cuatro principios:
a) principio de la propiedad privada,
b) principio del bien común,
c) principio de subsidiariedad y
d) principio de solidaridad.

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Es decir que, aceptada la propiedad privada y justamente recompensada, en caso de que
lo demande el bien común y que no se posible que entidades sociales intermedias den
solución al caso, por solidaridad compartida, el Estado puede asumir la propiedad de
algunos medios que contribuyen al bien común de la comunidad social.
IV. Modos de adquirir la propiedad
Hay 5 modos de adquirir la propiedad: la ocupación, el hallazgo, la accesión, la donación y
el trabajo.
El trabajo es el que se destaca sobre todos los demás, porque el trabajo representa la
actividad más personal y en él el sujeto compromete toda su vida.
Conclusión: la defensa de la propiedad privada, aun limitada por la función social que le
es propia, no justifica el reparto actual de la propiedad en el mundo. La distribución actual
de la renta mundial es injusta. Al lado de hombres y sociedades bien acomodadas y
saciadas, viven también familias, individuos y grupos sociales que sufren hambre. No
faltan niños que mueren de hambre a la vista de sus madres y padres. No faltan en
diversas partes del mundo, en diversos sistemas socio-económicos, áreas enteras de
miseria, de deficiencias y de subdesarrollo. El estado de sesigualdad entre hombres y
pueblos no sólo perdura sino que va en aumento. Sucede todavía que, al lado de los que
viven acomodados, otros viven en la miseria y con frecuencia muren incluso de hambre.
Esta situación es tan angustiosa que demanda urgente reforma de la economía mundial.
Es evidente que no es fácil una solución inmediata al conjunto de la situación. Pero sí
resulta factible tomar medidas a un plazo inmediato. Los Papas han ofrecido algunos
remedios como: un Fondo Mundial para ayudar a los más desheredados, una reforma del
sistema fiscal y del comercio internacional, la condonación de la deuda a los Estados del
Tercer Mundo o al menos ofertar condiciones favorables para su pago a largo plazo, etc.
La enseñanza de la moral católica acerca del derecho a la propiedad privada no alcanzará
su pleno sentido mientras no se cumpla esta advertencia del Papa Juan XXIII: “No basta
afirmar que el hombre tiene derecho natural a la propiedad privada de los bienes,
incluidos los de la producción, si al mismo tiempo, no procura, con toda energía, que se
extienda a todas las clases sociales el ejercicio de este derecho”.
La moral católica no dejará de enseñar que el estado actual de la propiedad es injusto
mientras no exista una distribución equitativa de la riqueza entre el conjunto de los
pueblos del planeta, pues, según el proyecto original de Dios, la tierra ha sido creada para
uso de todos los hombres.
JUSTICIA DISTRIBUTIVA Y JUSTICIA SOCIAL
La “socialización” que conlleva el “incremento de las relaciones sociales” es una de las
notas más características de nuestra época. Esto motiva que las relaciones entre los
ciudadanos no se agoten en la mutua convivencia de unos con otros, sino que se
intercambian con el conjunto de la sociedad. El estudio de la justicia distributiva y legal es
urgente, primero porque cada día el Estado interviene más en la vida de los ciudadanos y
legisla sobre muy diversos asuntos, incluidos temas relacionados con la ley natural.
Segundo, porque, como reacción, los ciudadanos eluden el cumplimiento de sus deberes

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cívicos e incluso se conculcan con mayor frecuencia las leyes, con evidente descuido del
bien común.
A la ética teológica le corresponde señalar el ámbito moral en que debe desarrollarse la
convivencia justa entre la autoridad civil y los súbditos.
I. JUSTICIA DISTRIBUTIVA
La justicia distributiva regula las relaciones de la autoridad con los súbditos. Por ello, en
las sociedades democráticas el Estado debe proteger los derechos de los ciudadanos y
éstos han de contar con los recursos jurídicos adecuados para garantizar la defensa de sus
derechos.
1. Objeto y definición
La justicia distributiva estudia las relaciones del todo social con los individuos. Es la
virtud del gobernante. La autoridad debe velar para que el ciudadano vea reconocidos sus
derechos tanto ante la ley como en la vida social y cumpla sus respectivos deberes. El
sujeto de la justicia distributiva es el Estado.
El riesgo de la justicia distributiva es el “parcialismo” en el ejercicio de la autoridad: en
lugar de dar “a cada uno lo suyo”, “distribuyen” conforme a un criterio injusto para
favorecer a unos súbditos sobre otros, bien sea a una clase social o a los compañeros de
partido… Este “favoritismo” es el vicio que corrompe la justicia distributiva, porque la
autoridad no “distribuye” a cada ciudadano lo que le corresponde, sino que perciben lo
que les “toca· según decida caprichosamente -injustamente- el que manda.
2. Derechos y deberes de la persona como miembro de la sociedad
Los derechos-deberes cívicos brotan de la condición social de la persona humana. La
convivencia origina derechos y deberes entre los ciudadanos, que la autoridad debe
reconocer, vigilar y proteger.
La justicia distributiva pretende salvaguardar los derechos. Una sociedad justa es aquella
que protege los derechos y exige el cumplimiento de los respectivos deberes. A esta
situación justa se opone una autoridad despótica que no reconoce los derechos subjetivos
del ciudadano o que no tiene fuerza para demandar el cumplimiento de los deberes. En el
primer caso, estamos ante una dictadura, en el segundo, se trata de un gobierno sin
autoridad. En ambas situaciones la autoridad no cumple con la justicia distributiva.
3. Sentido de la sociedad
Sociedad es el conjunto de habitantes de un país que viven en un territorio regido por el
mismo Gobierno y unidos por lazos étnicos o de historia. El Estado es el gestor, mientras
que la Sociedad es el conjunto de miembros, que, animados por esa cabeza, constituyen el
cuerpo social.
Por consiguiente, la vida económica de la sociedad no es la que establece el Estado, sino la
que moviliza la actividad de los individuos, siempre con el apoyo del Estado. Así, no se
niega la intervención del Estado en la vida económica, sino más bien la supone, pero
demanda que sus intervenciones, más que frenar la actividad de los individuos, la custodie
y la dinamicen.

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4. Exigencia éticas de la justicia distributiva
El cumplimiento de la justicia distributiva exige de la autoridad una serie de actitudes:
a) Cualidades que deben acompañar al gobernante
 Competencia: con el fin de alcanzar la eficacia en la administración de la entidad que
rige.
 Responsabilidad: ante la esmerada atención que requiere el gobierno.
 Prudencia: para tomar las decisiones que exige gobernar con eficacia.
 Desinterés: pues su fin es el servicio a los súbditos y no el propio bien del que manda.
b) Cometidos de la función de gobierno
El gobernante ha de velar por los derechos-deberes de aquellos ámbitos que más influyen
en la vida del individuo y de la convivencia. Son los siguientes:
 La familia: como institución natural es la célula primera de la vida social.
 La educación: pues se presenta como imprescindible para la formación del hombre y
de buenos ciudadanos.
 La moralidad pública: por la influencia que ejerce sobre el comportamiento de los
individuos.
 El bienestar económico: pues favorece la paz social. Lo cual exige una distribución
justa de la renta nacional. Es la participación equitativa en el PNB o “producto nacional
bruto”.
c) Algunas tareas generales y siempre urgentes. Entre las más decisivas, cabe
enumerar:
 Justa distribución del bien común: aquí cabe resaltar la justa distribución de cargas e
impuestos.
 Reparto equitativo de subvenciones y ayudas: los Estados modernos, con unos
sistemas de ayuda tan amplios, deben cuidar la justicia en la distribución de los mismos.
 Promulgación de leyes justas: las leyes económicas deben dirigirse al bien común y no
a intereses particulares, de clase social o de partido político. Se debe guardar la
independencia de la justicia que juzgará con equidad los casos de corrupción.
 Promover el bien común internacional: dada la multiplicación de las relaciones
internacionales, la economía debe estar orientada al bien común de todos los pueblos. En
la actualidad esta política económica se la denomina “solidaridad internacional”.
5. Deberes de los súbditos en relación con la justicia distributiva
Si bien la justicia distributiva se dirige a los gobernantes, sin embargo también origina
deberes en los súbditos.
a) Obediencia a la legítima autoridad: esta obediencia atañe principalmente al
cumplimiento de las leyes justas.

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b) Colaboración en la vida pública: deben colaborar en las tareas que atañen a la
convivencia social. Además, quienes tengan cualidades no pueden eximirse de tomar parte
activa en los órganos de dirección de la vida social.
c) Ejercicio social de la profesión u oficio. Deberes sociales: la aportación más
inmediata y eficaz de cada ciudadano es el ejercicio de la propia profesión u oficio con
sentido social. A este respecto, cada día cobran más importancia las distintas
“asociaciones profesionales”, las cuales, además de la consecución del bien de los
integrantes, han de colaborar al bien común de la sociedad.
6. Pecados contra la justicia distributiva
Gobernantes:
a) Tiranía o cualquier uso abusivo de poder: no se practica un gobierno democrático si
no se atiende en algunos casos las peticiones justas de la minoría política.
b) Incumplimiento de los compromisos electorales: deben cumplirse aquellas que
determinaron el voto de los ciudadanos. El gobernante puede pecar del engaño y mentira
a la opinión pública.
c) Arbitrariedades en el ejercicio de gobierno: en ningún caso deben primar los fines del
partido sobre el bien común. Por ello se condena el “tráfico de influencias”.
d) Ejercicio de la justicia: no cuidar el cumplimiento de las leyes o la preparación de los
reglamentos, etc., cuyo objeto ha de ser la promoción del bien común.
Súbditos:
a) Abandonar el ejercicio de las responsabilidades cívicas: por ejemplo, no emitir el
voto sin causa suficiente.
b) No presta colaboración o rehuir responsabilidades en la administración pública.
c) Provocar o prestar colaboración a fines injustos como tomar parte, sin motivos
razonados, en manifestaciones de simple protesta que erosionan la autoridad o causan
quebrantos a la economía del país.
d) Ocasionar daño en las instalaciones públicas, como es el deterioro de los bienes de
servicio público.
II. JUSTICIA LEGAL
La justicia legal es la que regula las relaciones del individuo con el conjunto de la sociedad.
Cualquier ciudadano, en razón de su condición social, ha de respetar los vínculos que le
unen a los otros ciudadanos.

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1. Deberes de los ciudadanos a la sociedad
a) Deberes con los gobernantes:
 Cumplimiento de las leyes justas: la primera obligación que impone la justicia legal es
el cumplimiento de las leyes justas del Estado.
 Aceptación del gobierno legítimo: la legitimidad viene por el voto de los ciudadanos.
 Deber de ejercer una crítica positiva: con frecuencia el juicio sobre la política
económica de un gobierno lo ejerce el ciudadano. A este respecto, en las nuevas
democracias, corresponde un papel insustituible a los medio de comunicación social.
b) Deberes con las formas de gobierno
 Oposición a las leyes injustas: dado que el objetivo de la justicia legal dice relación
directa con las leyes justas, demandando oposición cuando se trata de leyes injustas.
 Aceptación de la pluralidad de las formas de gobierno: la ética cristiana acepta las
distintas formas de gobierno democrático, y asimismo admite los diversos programas
económicos que permitan la iniciativa privada.
 Obligación de votar: votar es el modo normal de participar el ciudadano en la vida
política y económica.
2. Educación social de los ciudadanos
La educación social tiende a que el hombre desarrolle esa dimensión de su vida con el fin
de influir activamente en la marcha de la sociedad. El Concilio Vaticano II dice: “Hay que
prestar gran atención a la educación cívica y política que hoy día es particularmente
necesaria para el pueblo y sobre todo para la juventud, a fin de que todos los ciudadanos
puedan cumplir su misión en la vida de la comunidad política.
III. JUSTICIA DISTRIBUTIVA Y JUSTICIA LEGAL EN LA MORALIDAD DE LOS
IMPUESTOS
Pocos temas suscitan tanta confrontación entre la justicia distributiva y la justicia legal
como la cuestión de los impuestos: el Estado, apoyado en la justicia distributiva reclama
de los súbditos el impuesto y los ciudadanos invocan la justicia legal para soslayar ese
deber. Esa confrontación ha existido siempre y en todas las culturas.
1. Dificultad del tema
El tema es de especial dificultad para la ética teológica, dado que no se trata del hecho en
sí -nadie niega el derecho del Estado a reclamar los impuestos ni el deber del ciudadano a
colaborar al bien social- sino que es precisamente en la “cantidad con que se ha de
contribuir” donde se enfrentan la avidez del Estado y la resistencia del súbdito.

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Esta relación es justa si se cumple el principio de equivalencia, es decir que haya
proporcionalidad entre lo que aporta el ciudadano y lo que éste recibe del Estado. Pero
este principio depende a su vez de otros muchos factores:
 El sistema económico que rige en la sociedad según se atienda a todos los ciudadanos
por igual o se beneficie una clase social frente a la otra.
 El sistema político que lo impulsa: gobierno democrático o dictadura.
 La ideología del sistema que ofrece a los ciudadanos una verdadera cultura o bien
persigue fines del partido o defiende una cultura ajena a la que demanda el ciudadano.
 Justicia de la ley tributaria.
 Justicia en la distribución, aquí se cumple el fin de la justicia legal que demanda la justa
contribución del ciudadano como la justicia distributiva que ha de distribuir
equitativamente conforme a lo recaudado.
2. Historia de los impuestos
El pago de los tributos aparece en los pueblos más primitivos. En la Biblia, en el AT
podemos leer que Caín y Abel tributan a Dios la ofrenda de sus bienes. Los diezmos se
integran en la historia inmediata de Israel para ayudar al levita, al forastero, a la viuda y al
huérfano. En el NT, vemos la propuesta a Jesús de los fariseos y herodianos sobre el
tributo al César. Los apóstoles recomiendan a los creyentes la obligación de pagar los
tributos a quienes corresponda. También los Santos Padres aconsejan procurar pagarlos.
La enseñanza bíblica y de los Padres es continuada por los teólogos. Nadie duda de la
obligación de pagar tributos debidos. El CCE enseña: la sumisión a la autoridad y la
corresponsabilidad en el bien común exige moralmente el pago de los impuestos.
3. Naturaleza del deber tributario
La obligación del pago de impuesto es un deber moral. A su vez, los autores modernos en
mayoría afirman que el pago de impuestos pertenece a la justicia legal.
4. Moralidad de los impuestos
Las leyes impositivas deben cumplir con ciertos recaudos para ser justa y obligar en
conciencia:
 Debe ser impuesta por autoridad legítima.
 Debe tener causa justa (ej., costear obras suntuosas poco rentables o hacer frente a
necesidades urgentes).
 Justa proporcionalidad: cuanto puede imponer la ley. Se debe contribuir
“proporcionalmente” según los diversos criterios preestablecidos.
Juan Pablo II habla que los contribuyentes no pueden ser víctimas de la imposición
tributaria, por lo que debe asistirle el derecho de hacer valer sus derechos y defenderlos.
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La justicia demanda que los ciudadanos puedan iniciar recursos jurídicos en el caso de
que se consideren injustamente tratados en materia fiscal.
 Fines honestos: no se puede oponer a los valores humanistas, p.ej., una ley que
subvencione con bienes públicos el aborto.
 Transparencia en la administración: para ello están los sistemas de control.

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