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"Vamos a empezar con algunas reflexiones sobre algo que ha sido realmente
un tema bastante presente a lo largo de la historia en el mundo occidental, que
es la cuestión de la democracia.
Democracia sería aquello que hubo en Grecia, que todo el mundo participase
en el gobierno y que el gobierno representase los intereses de todos, aunque
-repito, lo sabemos- en Grecia el todo estaba limitado a una parte de la
población; que una república es distinto. Una república es un sistema de
gobierno que no es monárquico, que está basado en instituciones renovadas
mediante el voto, con la participación de parte de la sociedad, que debe ser la
que domina ese sistema, la que domina económicamente la sociedad.
Ahora, ¿qué es lo que está pasando ahora? ¿En qué situación nos
encontramos hoy? En realidad, con el avance del capitalismo, ha ido
avanzando también la mercantilización de todo, incluyendo la política, de las
elecciones, los procesos electorales, etcétera; no voy a abundar sobre eso,
ustedes lo ven, todos los días hay noticias que se refieren a esto, no solo a la
corrupción, no solo a la compraventa de votos, no solo a los escándalos
financieros asociados a las elecciones, sino todo el sistema basado en la
publicidad cada vez más cara y la necesidad para los candidatos de buscar el
dinero, lo cual le da un poder especial a quien da el dinero, a quien contribuye
para las campañas, para los procesos electorales, etcétera.
Hay otro fenómeno que también va cuestionando las bases del sistema
representativo, que es que la propia evolución del capitalismo cada vez más
anula, incluso la llamada democracia representativa. Ejemplos los encuentran
también todos los días: se estuvo a punto de adoptar mundialmente un Acuerdo
Multilateral de Inversiones que hubiera establecido normas para el libre flujo del
capital en todo el planeta, con consecuencias para las economías nacionales,
consecuencias para los trabajadores, los empresarios, las poblaciones de
todos los países del mundo.
Ya esos, realmente, son ejemplos que son más notorios; pero, en realidad,
todos los días, es parte ya de la vida misma, las pruebas reiteradas de cómo se
van eliminando, incluso, las formas representativas de la democracia, cómo se
va restringiendo la capacidad de intervención del pueblo en el gobierno de la
sociedad.
Todos los días ustedes encuentran una noticia de una empresa que se cerró o
de una empresa que se fundió con otra, o de una fábrica que se mueve de un
país para otro; esas noticias tienen que ver con la vida, con lo más esencial de
la vida de miles de personas, con ninguna de las cuales se han consultado
esas decisiones, que tampoco han sido consultadas con sus supuestos
representantes. Y este es un fenómeno, asociado con la globalización actual,
que es parte del pan de cada día, de la noticia de todos los días.
Hay otro elemento asociado con la globalización que también va a tener una
creciente importancia; porque igual que hablábamos de que en Atenas no
votaba el extranjero, no participaba en las reuniones en la plaza pública, por
supuesto, los extranjeros no participan ni siquiera en el acceso a los procesos
electorales para elegir a aquellos en quienes el ciudadano delega la autoridad,
y los extranjeros son un núcleo importante y siempre creciente de las
poblaciones de los países capitalistas desarrollados y van a seguir creciendo,
según todo parece indicar, por las realidades internacionales y los pronósticos
que se hacen sobre ello.
Sin contar, repito, los elementos de fraude, las presiones, las trampas, cosas
como las que hicieron famosa a la Florida recientemente, sin contar eso,
dejando a un lado esos elementos de podredumbre que muestran adónde ha
caído ese sistema, realmente, tenemos que recordar que desde su origen la
idea de organización representativa de la burguesía, que ahora se llama
democracia representativa -en su origen, incluso, no querían usar ni la palabra
democracia, porque todavía recordaba aquella idea de que no solamente ellos
sino todo el mundo tenía algo que hacer en ese sistema político-, ese sistema,
cuestionado desde su origen por los mejores pensadores burgueses y por los
elementos más radicales de la época, hoy ya ni siquiera es asumido por esa
burguesía, excepto en el plano de la manipulación propagandística. Se sigue
hablando del mundo libre, democrático, de la defensa de la democracia,
etcétera, y lo que ya no se le puede dar es ningún contenido a esa idea
democrática, porque la vida lo contradice todos los días.
Pasemos ahora a Cuba. Yo diría que desde este ángulo que estamos
hablando, en Cuba se producen dos elementos, hay dos elementos básicos
para juzgar el sistema cubano. En primer lugar, por supuesto, toda la
transformación social que se da en nuestro país con la Revolución, que nos
acerca a la solución de esa contradicción básica que veía Rousseau;
lógicamente, cuando aquí había una enorme parte de la población analfabeta,
una enorme parte de la población desempleada, viviendo en la miseria,
etcétera, era una ficción decir que todos participaban o podían participar de una
forma igual en el gobierno de la sociedad.
Yo quiero aquí subrayar algunos puntos, porque, realmente, hay cosas del
sistema nuestro que son tan naturales, vivimos con ellas de un modo tan
normal como respirar, que no nos damos cuenta quizás de la importancia que
tienen en término de ese debate, al que yo aludí, de esos antecedentes
históricos.
Hay diversas regulaciones que, si uno las analiza, todas buscan no abrir, sino
cerrar, estrechar, restringir el número de personas que acceden a lo que en la
democracia representativa es el único derecho, que es el de votar por alguien
para que actúe en su nombre.
Hay otro aspecto fundamental, por supuesto, que conocemos bien, que es la
ausencia de campañas, la ausencia de competencia electoral entre los
candidatos. Esto quizás sea el punto en que se hace mayor el contraste entre
el sistema nuestro y los demás. En la llamada democracia representativa se
convierte a esa supuesta competencia en el elemento definitorio, esencial.
Realmente no es así; realmente lo que definiría la posibilidad de intervención
del pueblo en el gobierno, o sea, su participación en el ejercicio del poder, sería
sus posibilidades de acceso real para empezar a ver quién va a ser el
candidato y cómo va a actuar después el candidato, que a eso llegaríamos más
tarde.
Es llamativo el hecho de que es una regla casi inviolable que los que aspiran a
reelegirse, en más del 90 % de los casos, son reelectos. Esto tiene que ver con
una cosa muy sencilla: el que está ocupando el puesto, el que ya llegó a ese
lugar, normalmente es el que tiene el apoyo de los intereses económicos
prevalecientes en ese lugar, y salvo que entre en crisis con esos intereses, o
algún caso especial, algún caso excepcional que lo pueda poner en crisis,
normalmente esa persona es imbatible; en segundo lugar, los distritos
electorales los acuerdan esos mismos políticos, las distintas asambleas
legislativas estaduales y lo van a hacer conforme a sus intereses.
Hay las llamadas elecciones abiertas, que son los casos en que ya el ocupante
del escaño decidió retirarse, decidió no seguir, el senador Thurmond, con sus
98 años, ya encontró que era tiempo para retirarse, bueno, esa es elección
abierta; después de estar varias décadas ocupando ese escaño, lógicamente
ahí hay más oportunidad, digamos, para que venga otro a pretender ocuparlo;
o Torricelli, que aspira a reelegirse por su estado de Nueva Jersey y que lo
hubiera hecho sin mayores tropiezos si no fuera porque está enredado en un
gran escándalo de negocios sucios y de haber recibido dinero indebidamente,
sobornos de empresarios, etcétera, etcétera, hay un gran cuestionamiento a
este señor, que estuvo a punto de ir ante los tribunales, al final lograron
negociar para que no pase la cosa al terreno de los tribunales de justicia; pero,
evidentemente, toda esta situación de escándalo le da una cierta expectativa
ahora en esa elección a un candidato republicano para poder intentar desplazar
a este hombre.
Ahora, en esas reuniones no solo han participado los diputados, sino otros
elementos de la sociedad que tienen que ver de algún modo o que son
invitados a esas discusiones, con lo cual, si sacamos la cuenta bien, cuando
nosotros aprobamos una ley en la Asamblea Nacional, en la plenaria a lo mejor
le dedicamos al final una sesión; pero si sacamos la cuenta bien y sumamos el
número de horas que les han dedicado los diputados en esas reuniones
previas, no son menos, sino más que las que le dedica cualquier parlamento
burgués a la discusión de una ley, y si sumamos, además, el número de
personas no diputados que participaron en esas reuniones previas, son mucho
más los miembros de la sociedad que han intervenido en el proceso de
conformación de un texto legislativo.
Ahora mismo, este mismo año -con muy poca publicidad, pero tengo por lo
menos un cuarto de millón de testigos-, la Ley de Cooperativas Agropecuarias
que se ha discutido en cada CPA y en cada CCS han participado decenas de
miles, aquí tengo algunos compañeros, que recuerde, que participamos cada
uno en alguna, los diputados.
Hay aproximadamente un cuarto de millón de personas, campesinos,
cooperativistas de un tipo o del otro, que han estado en varias reuniones,
porque en las que yo estuve, ellos mismos me contaron las reuniones previas
que ellos tuvieron entre sí, las que tuvo la directiva de la cooperativa, la que
tuvieron con los socios de la cooperativa, los cambios, las propuestas que
examinaron entre ellos.
No hay campesinado en ninguna parte del mundo que tenga esa posibilidad de
opinar, de sentirse parte del proceso de aprobación de una ley que les
concierne, como la que tenemos en nuestro país.
Yo diría que tiene dos raíces que son fundamentales, por supuesto, el carácter
socialista de nuestra sociedad. El socialismo, en esa historia por la que pasé
tan rápidamente, desde Grecia para acá, es una ideología y es un movimiento
que surge en algunos países del Occidente, vinculado con ese despertar
democrático, con esa aspiración a abrir la participación en el gobierno de la
sociedad.
Finalmente, concluyo con esto: Nada de esto, por supuesto, es perfecto y nadie
puede pretender que hemos llegado al final de la historia y que no hay cosas
que perfeccionar, que pulir, que mejorar. Precisamente eso es parte de nuestra
batalla, pero están sentadas las bases, las premisas, y cada día este pueblo va
a ser un pueblo más culto y, por lo tanto, más libre.
Piensen por un momento las consecuencias que tiene todo esto que estamos
haciendo ahora en materia de educación y de cultura. Eso debe conducir a un
pueblo más capaz de ser protagonista real, de intervenir creadoramente en el
gobierno de la sociedad, de perfeccionar estos mecanismos, porque, en última
instancia, estos mecanismos dependen también del hombre y de la mujer, de la
gente. En la medida en que sea un hombre y una mujer más cultos, más
conscientes, y, por lo tanto, más libres, será un sistema que alcanzará niveles
superiores de perfección