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CONSEJO DE COORDINACIÓN
Hno. Carlos Gabriel Gómez Restrepo , fsc
Rector
Hno. Fabio Humberto Coronado Padilla, fsc
Revista Universidad de La Salle Vicerrector Académico
ISSN: 0120–6877 Hno. Manuel Cancelado Jiménez , fsc
Periodicidad de la Revista: Vicerrector de Investigación
Cuatrimestral ¤ N.° 51 ¤ y Transferencias
Enero-abril de 2010
Hno. Carlos Alberto Pabón Meneses , fsc
Vicerrector de Promoción
y Desarrollo Humano
PRODUCCIÓN EDITORIAL
Guillermo Alberto González Triana
Jefe Oficina de Publicaciones
Fotografía
Javier Torres Ortega
REVISIÓN DE TEXTOS
Germán Villamizar
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
Paola Rivera Leguizamón
William Yesid Naizaque Ospina
PREPRENSA E IMPRESIÓN
Editorial Kimpres Ltda.
EDITOR DE LA REVISTA
Hno. Fabio Humberto Coronado Padilla, fsc
Vicerrector Académico
COMITÉ EDITORIAL
Leopoldo Pinzón Escobar
Director del Centro de Lenguas
Oficina de Publicaciones
Sede Chapinero, Cra. 5 n.° 59A-44
PBX; 348 8000, Exts: 1224 y 1276
Correo electrónico: publicaciones@lasalle.edu.co
Bogotá D. C., Colombia
www.lasalle.edu.co
Editorial
Consolidar nuestras utopías: opción por la investigación
Hermano Fabio Humberto Coronado Padilla, FSC 7
Galería
Centenario del natalicio del Hermano Daniel (1909-2009) 217
Con la segunda década del siglo XXI que estamos comenzando, y con
el realismo otorgado por los sucesos nacionales y mundiales que han
moderado las euforias y los optimismos que embargaron el mundo con
el cambio de milenio, se inicia una etapa promisoria para la Universi-
dad de La Salle. Se inauguran tiempos para afirmar, robustecer, solidi-
ficar y fortalecer. Es hora de darle estabilidad al cambio consolidando
y afianzando procesos, pero con esa estabilidad inestable propia de la
academia que hace nuevas todas las cosas, incluso las tradiciones más
entrañables a su centenaria historia.
De aquí y de allá
Comisión de Doctorados
Nueva etapa
Artículos y articulistas
La relación investigación-saber-docencia
realidad social, proveyendo los elementos para discutir los paradigmas vigentes
y redefinir los problemas a investigar”. María Luzdelia Castro Parra, inspirada en
la clásica narración de los hermanos Grimm El Genio de la botella y en la pintura
de Bosch El jardín del Edén, define el proceso educativo como “permitir la libe-
ración del otro mediante la investigación”, proceso al cual se accede mediante la
actitud investigadora del profesor, quien gracias a ella es capaz de destapar el re-
cinto mágico y liberar el genio que está dentro de cada estudiante, posibilitando
así la revelación de su humanidad y potencialidad científicas, en cuanto capacidad
generadora de nuevas ideas, concepciones y cosmovisiones.
Las personas, los grupos, las comunidades y los animales, según las distintas
disciplinas y profesiones, son protagonistas de los procesos de enseñanza-
aprendizaje tanto en la investigación como en la docencia. Continúa la revista
con cuatro artículos que ayudan a pensar tales interacciones. Elkin A. Sánchez
Montenegro, Director de la Clínica de Optometría, analiza el rol del paciente
en la enseñanza de las ciencias de la salud. María Floralba Angulo Abaúnza y
José Aldemar Álvarez Valencia, profesores de la Facultad de Ciencias de la Edu-
cación, presentan la práctica pedagógica como un “momento del continuum
educativo que posibilita el diálogo de los diversos saberes: didácticos, investiga-
tivos, disciplinares y epistemológicos”, asumiendo como ejes fundamentales la
proyección social y la investigación. Ana Marcela Bueno, profesora de la Facul-
tad de Ciencias Económicas y Sociales, hace una reflexión sobre los procesos
de intervención profesional del Trabajo Social, orientados a su propio mejora-
miento, a la transformación de la realidad social, y a la construcción de conoci-
miento útil mediante la investigación. Berta Constanza von Arcken, profesora
de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, dirige su mirada a los problemas en el
uso de animales en los estudios universitarios. Sostiene que “cuando se trabaja
con animales, tanto en docencia como en investigación, es importante conocer
a los seres vivos primero y estar seguros de su capacidad de sentir dolor, de
su sensibilidad ante el trato que se les da, lo mismo que reconocer y valorar
su importancia en el desarrollo científico de la humanidad, como ‘modelos
biológicos’; es por esta característica por la que se utilizan en la enseñanza
biomédica como parte del entrenamiento profesional en diversas disciplinas”.
A un año de la ley 1286
Discursos a la academia
En la última sesión de grados del 2009, el Doctor Luis Carlos Villamil Jiménez,
Decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, se dirigió a los graduandos
e invitados en nombre de la comunidad universitaria lasallista. Con su discurso
cerramos la presente edición de la publicación.
Galería
El Museo de La Salle, dirigido por el Hermano José Edilson Espitia Barrera, or-
ganizó la exposición conmemorativa del distinguido investigador lasallista de las
ciencias naturales Julián González Patiño, más conocido en el ámbito científico
como el Hermano Daniel. Las páginas finales de la revista dejan constancia para
la historia de tal celebración, presentando una muestra selecta de las fotografías
alusivas al homenajeado.
Resumen
El concepto de responsabilidad social ha tomado fuerza en un mundo
que reconoce el avance cada vez más fuerte de la globalización. Ésta ha
traído a las sociedades continuos retos de adaptación y transformación.
La Universidad, como institución histórica arraigada en dichas socieda-
des, no escapa a tales desafíos, más aún si busca asumir coherentemente
la vocación social y política que siempre la ha caracterizado, como inter-
locutor calificado en el debate tras la construcción de un futuro mejor
para nuestros pueblos. La universidad lasallista debe responder a tales
llamados a través de una educación innovadora, una investigación trans-
formadora y un diálogo permanente entre las ciencias y el humanismo,
que permitan caminar hacia una red universitaria con una agenda común.
Se podría decir también que en los noventa, después del quiebre de los so-
cialismos históricos y cuando los modelos económicos de libre mercado se
constituyeron en prácticamente la única posibilidad de organizar las sociedades,
paralelamente surgió la necesidad –y con ella la angustia– de encontrar formas
de llamar la atención sobre la justicia, la equidad, el respeto al medio ambiente
porque resultó claro desde el principio, que estas mismas políticas potencial-
mente conllevaban un modelo que podía resultar depredador e incluso salvaje.
Los acontecimientos del último año nos han vuelto a plantear el fantasma de
que un tipo de desarrollo así entendido resulta fatal para el progreso y creci-
miento de los pueblos, además de tornarse pesado e insostenible.
Desde los años setenta y con más fuerza desde el final de los ochenta, el De-
sarrollo Humano Sustentable se ha posicionado como referente de la acción
política y social, como objeto de estudio de académicos e investigadores de
diferentes áreas del conocimiento, como preocupación central de organismos
multilaterales del tenor, por ejemplo, de la Organización de las Naciones Uni-
das, y como un llamado angustiante a la imposibilidad de pensar y hablar de
desarrollo, si este concepto compromete la posibilidad de existencia de las
próximas generaciones, la destrucción del medio ambiente, la exclusión social,
el irrespeto de la dignidad humana, el desprecio por la vida en todas sus formas
y manifestaciones, además del aumento exponencial de la pobreza.
La responsabilidad social de la universidad lasallista:
elementos para la reflexión y el debate
2 El Pensamiento social de la Iglesia es posible rastrearlo desde los inicios del Cristianismo en las obras de los Pa-
dres de la Iglesia, los Concilios ecuménicos, los Concilios locales, etc. Pero, bajo la denominación de “Doctrina
Social” tiene su punto de partida con Rerum Novarum de León XIII. No obstante, y es cuestión de gusto personal
_además de que la palabra “doctrina” produce sospecha en muchos medios académicos–, prefiero hablar de
Pensamiento Social de la Iglesia.
Se podría decir, entonces, que hoy existe no sólo un llamado sino un fuerte
movimiento hacia la responsabilidad social. De hecho, estoy convencido de
que todo lo que es susceptible de impactar la sociedad conlleva una gran res-
ponsabilidad, sea una empresa, una ONG, la ciencia, la política y cualquier otra
actividad o ejercicio humano. Pero el objeto de estas páginas es plantear el
tema de la Responsabilidad social de la universidad y, más aún, de la universidad
lasallista. Quisiera decir desde el inicio que encuentro numerosas similitudes
y que creo que tanto empresas como universidades tienen que ser social-
mente responsables; pero pienso que los dos temas no son necesariamente
equiparables, entre otras cosas, porque aunque creo que la universidad tiene
dimensiones empresariales que requieren, en muchos casos, una ‘gerencia’
efectiva, ésta dista mucho de ser una empresa en los términos en los cuales
se plantea la responsabilidad social empresarial, que es donde encontramos la
mayor literatura al respecto del tema, pero, que también, nos llevará a otros
problemas actuales como las universidades corporativas o, incluso, los peli-
gros que conlleva la estandarización de muchos procesos universitarios como,
por ejemplo, las mismas acreditaciones y certificaciones en las que todos nos
hayamos inmersos. En síntesis, quiero plantear que el ejercicio de la respon-
sabilidad conlleva dimensiones comunes y otras bien diferentes en la manera
como empresa y universidad han de ser responsables frente a la sociedad. Las
dos comparten la dimensión ética con que su accionar afecta a la sociedad y su
entorno, pero se distancian en que su razón de ser, su identidad y su tradición
las obliga a posicionarse de manera diferente frente a la sociedad, el estado y
el sector empresarial.
Debo confesar que el término como tal me produce algo de dificultad. Si atrás
hice referencia a la historia de la empresa y al por qué se ha llegado a la ne-
cesidad de plantear su responsabilidad social, resulta por lo menos curioso
observar que la historia de la universidad es bastante diferente porque, desde
sus inicios, esta institución de casi diez siglos de antigüedad ha sido el hogar de
los pensadores, del pensamiento alternativo, del conocimiento, de la discusión,
del disenso, de la ciencia; pasando por haber sido, incluso en épocas recien-
tes, trinchera de la revolución, o aparato ideológico de los regímenes políticos
La responsabilidad social de la universidad lasallista:
elementos para la reflexión y el debate
De tal suerte, es posible que sigan existiendo empresas que no sean muy res-
ponsables socialmente –lo que no debería darse–, pero sería imposible pensar
una universidad que no lo sea, porque, o no es digna de tal nombre o puede ser
simplemente un negocio con implicaciones de responsabilidad pero no la insti-
tución casi milenaria que ha crecido, cambiado y aportado al ritmo de la historia.
Los proyectos educativos universitarios y, sin duda alguna, los lasallistas pro-
claman la educación integral como uno de sus objetivos primordiales. A esto
se une la proclamación de una preocupación por la formación ética de los
estudiantes. El Superior General en su reciente mensaje a las universidades la-
sallistas hace un balance de los puntos comunes que nuestros textos universita-
rios inspiracionales presentan. Quiero señalar uno que me parece fundamental
para nuestro tema. Dice el Superior (2009):
Son tantas las consideraciones que pudiéramos hacernos y tan profundos los
cuestionamientos que surgen en esta hora que resulta imposible abordarlos
en esta ocasión. Quizás –es mi interés al plantearlos– podamos suscitar una
reflexión en la Universidad y buscar referentes para ofrecernos y ofrecerla a
los jóvenes que se educan con y entre nosotros. Ciertamente que la universi-
dad es, fundamentalmente, pregunta. O como dijo Martín Heidegger (2009)
en su cuestionado discurso al tomar posesión del rectorado de la Universidad
de Friburgo: “la autonomía sólo se justifica sobre la base de la autorreflexión”.
Nuestros proyectos educativos expresan también la idea de cuestionamiento
permanente sobre su razón de ser instándonos a que la universidad está com-
prometida con una reflexión rigurosa sobre sí misma, sobre la ciencia, sobre la
filosofía y sobre todas las formas superiores de cultura. La Universidad deberá
dar cabida a otras formas de conocimiento y a los retos que la sociedad y la
cultura le presenten (Universidad de La Salle, 2007, p. 10).
La universidad, su historia y sus funciones. Un punto de llegada:
la universidad políticamente responsable
4 La Constitución de México lo hace explícito en su artículo 3º, apartado VII, que dice:
VII. Las universidades y las demás instituciones de educación superior a las que la ley otorgue autonomía, tendrán
la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas; realizarán sus fines de educar, investigar y difundir la
cultura de acuerdo con los principios de este artículo, respetando la libertad de cátedra e investigación y de libre
examen y discusión de las ideas; determinarán sus planes y programas; fijarán los términos de ingreso, promoción
y permanencia de su personal académico; y administrarán su patrimonio. Las relaciones laborales, tanto del per-
sonal académico como del administrativo, se normarán por el apartado A del artículo 123 de esta Constitución,
en los términos y con las modalidades que establezca la Ley Federal del Trabajo conforme a las características
propias de un trabajo especial, de manera que concuerden con la autonomía, la libertad de cátedra e investigación
y los fines de las instituciones a que esta fracción se refiere.
La responsabilidad social de la universidad lasallista:
elementos para la reflexión y el debate
Hoy urge acrecentar esta relación y abrir otros espacios para la construcción
de acuerdos y el planteamiento de cuestionamientos que se hacen necesarios
en los procesos educativos de las actuales generaciones. Entiendo aquí la in-
mensa posibilidad en la vida universitaria de propiciar continuamente los diá-
logos entre fe y razón, ciencia y cultura, ética y política, ciencia y ética, religión
y ciencia, y ética, estética y racionalidad científica. Las realidades actuales han
generado una plataforma más bien propicia para avanzar en estas búsquedas.
Las catastróficas absolutizaciones sea de una ideología política, de una postura
religiosa, o de una perspectiva científica –asuntos de los que la mayoría de
nosotros hemos sido testigos– han generado la posibilidad y la necesidad de
caminar con más humildad, de reconocer los aportes que todos los campos
del conocimiento y la actividad humana tienen para la construcción del tejido
social y la búsqueda de respuestas y, para nuestro caso, una oportunidad muy
especial para la universidad ya que en su seno alberga académicos, científicos,
humanistas, y jóvenes en busca de sentido.
Hans Küng (2007), en El principio de todas las cosas, expresa al referirse a la
búsqueda de los grandes enigmas del mundo que “también en la ciencia ha
tenido lugar, al menos en ciertas personas, un cambio de estado de ánimo: del
anterior entusiasmo por el progreso, que creía poder sustituir la religión por
la ciencia, se ha pasado a la afirmación a menudo más bien desconsolada de la
ausencia de Dios y de sentido como rasgos distintivos del mundo y el ser hu-
mano”. En el cotidiano devenir universitario también somos testigos de la au-
sencia de sentido en la vida de muchos de nuestros estudiantes, especialmente
de los más jóvenes. Buscan en nuestras instituciones soportes para la soledad
y espacios para la convivencia; los hay quienes se apuntan en las actividades
científicas para desarrollar inquietudes y potencialidades personales, o quienes
en la proyección social de sus carreras encuentran lugares de realización y de
respuesta; hay también los cansados de la búsqueda o que quizás ni siquiera
la han emprendido; encontramos los preocupados por los temas sociales, po-
líticos o ecológicos; los indiferentes e incluso impermeables a toda propuesta
social; son también numerosos los que vuelven a creer en el país y quienes
conviven junto a los escépticos en el devenir de la historia. La realidad es va-
riopinta, pero ellos, no obstante, vienen a la universidad con el implícito anhelo
de encontrar ese algo de sentido fundamental para la lucha. Cobran hoy nuevo
significado algunas de las inmortales páginas de John Newman (1996) en La
Idea de Universidad, que al presentar la educación humanista en su relación con
el fin del conocimiento, dice
Esto me lleva a una conclusión como referente para nuestra acción universita-
ria. La universidad lasallista ha decidido aceptar que su misión fundamental es
la formación integral de las personas al tiempo que generar conocimiento que
La responsabilidad social de la universidad lasallista:
elementos para la reflexión y el debate
5 México, con el mayor número y la pionera: la ULSA (1962), Colombia, Costa Rica, Guatemala, Brasil, Argentina,
Haití, Bolivia, Chile, Venezuela y Perú. Es de notar que algunas son instituciones terciarias que en sus países perte-
necen al sistema de educación superior como en el caso peruano con las Escuelas normales. Universidades, con
tal denominación, existen en México, Colombia, Costa Rica, Brasil y Bolivia.
zás porque los lasallistas somos mejores hacedores que pensadores. Pero esto
no nos exime de la responsabilidad histórica que tenemos al haber asumido
esta opción por la educación superior.
Hoy se reconoce que la universidad lasallista tiene que hacer presencia signifi-
cativa en nuestra sociedad y que su oferta educativa sea clara en sus intencio-
nalidades y explícita en sus opciones que inspiran la creación y ofrecimiento de
programas académicos, las líneas de investigación, la extensión y proyección
social, y la misma reflexión pedagógica. Y, por la complejidad del mundo actual
y en razón a la importancia histórica que tiene la universidad en el modela-
miento y propuestas para una nueva sociedad, también la universidad tiene
que asumir otras funciones que los son propias: la función política que obliga a
la universidad lasallista a ser proactiva en las propuestas, arriesgada en sus posi-
ciones, e incidente en la formulación de políticas públicas, y planes de desarro-
llo, y no ser solamente reactiva a las decisiones tomadas por otros en las que
se hubiera podido hacer presencia por medio del debate, la investigación y la
propuesta integral de proyectos; la función ética que sitúa la universidad como
parte de la conciencia moral de un país; y, la función sistémica que la impele a
articularse con los otros actores sociales como el Gobierno, la empresa y, cla-
ro, con el continuum educativo (Gómez, 2006). El PERLA señala, entre otros,
dos aspectos centrales que tienen mucho que ver con la universidad lasallista.
A ellos me referiré de manera particular.
En el amanecer del siglo XXI, los países miembros de las Naciones Unidas se
fijaron ocho objetivos, siete de los cuales deberían ser cumplidos en 2015.
Estos objetivos hacen relación a la erradicación de la pobreza reduciéndola a
la mitad, la educación básica para todos, temas de salud y medio ambiente. A
nueve años de llegar a la fecha prevista, no parece ser tan viable alcanzarlos ni
quizás se haya puesto toda la voluntad política necesaria para hacerlo. El se-
cretario general de las Naciones Unidas en su invitación a los gobernantes en
preparación a la 65º Asamblea General de 2010, que volverá sobre el tema,
con angustia les dijo “El tiempo apremia. Debemos aprovechar este momento
histórico para actuar de manera responsable y contundente por el bien co-
La responsabilidad social de la universidad lasallista:
elementos para la reflexión y el debate
mún.” Lo cierto es que por la crisis financiera y seguramente por muchas otras
variables, ya se prevé que no se llegará a la meta. Hace sólo unas semanas,
la ONU informó que el número de pobres había sobrepasado, por primera
vez, la cifra de mil millones de personas. No obstante, la carrera armamentista
sigue desaforada, en la que han caído, tristemente, muchos países de nuestra
América Latina.
Sin duda que los Objetivos del Milenio deberían ser referentes continuos de
nuestras decisiones en las universidades lasallistas. Tenemos posibilidades de
aportar en esta empresa de la humanidad por todo lo que significa una universi-
dad y por el poder de convocatoria que tiene. El DHIS pasa por la consecución
de los Objetivos del Milenio que, ciertamente, no lo agotan pero nos permite
ver que estamos en el camino. Vencer la pobreza extrema y sus principales
manifestaciones en términos de hambre, baja o nula escolaridad, y salubridad
son puntos de partida para considerar que el Desarrollo es humano, que abor-
da la integralidad de la persona, y es sustentable porque nada más depredador
y antiecológico que la pobreza.
¿Por qué, para una Universidad Lasallista, podría tener tanta importancia mirar
al DHIS como elemento inspirador del quehacer universitario? Precisamente
por la misión misma de la universidad que enseña, investiga, impacta social-
mente y, porque además, las actuales circunstancias del mundo la impelen a
asumir una misión política en sus contextos, una dimensión ética como parte
de la conciencia moral de la sociedad donde está inserta, y hacerlo en perspec-
tiva sistémica como parte del sistema cultural de una sociedad. El DHIS permi-
te orientar la misión universitaria lasallista de manera que su aporte al proceso
educativo de la juventud y su impacto en el medio sean más significativos. En su
función de docencia permite abordar muchos procesos con una perspectiva,
primero humanizante, pero que lleva una propuesta de sociedad, una postura
frente a los modelos económicos imperantes que, desde esta óptica, aparecen
claramente como insostenibles de cara a las próximas generaciones, y permite
el diálogo inter y transdisciplinario de saberes tan necesario hoy para compren-
der la complejidad del fenómeno humano de todos los procesos. En su función
investigativa, el DHIS es fuente importantísima de campos donde se requiere
la producción de conocimiento y, especialmente para el caso de la universidad
lasallista, una opción clara de que sus proyectos de investigación tienen que
estar al servicio de la construcción de una sociedad incluyente, justa, sostenible
en el tiempo, respetuosa del medio ambiente, y facilitadora de la dignidad de
La responsabilidad social de la universidad lasallista:
elementos para la reflexión y el debate
Como lo señalé, frente a la magnitud de los problemas tenemos que tomar de-
cisiones y una fundamental que nos permitirá entendernos a nosotros mismos
y a la sociedad entender nuestro posicionamiento es, precisamente, sobre una
agenda de investigación que determine líneas y proyectos que permitan ver a
qué le apuntamos, qué mundo queremos ayudar a construir y, consecuente-
mente, que tipo de intervención social vamos a propiciar. Además, si nuestra
agenda de investigación está realmente relacionada con la función docente,
también permitirá ver el tipo de enfoque y de conocimiento que inspirará
nuestra acción educativa superior.
la principal razón que justifica que una sociedad sostenga los sistemas de ciencia y
tecnología es que éstos tienen un papel imprescindible en la solución de los pro-
blemas sociales, empezando por la satisfacción de las necesidades básicas de todos
los ciudadanos y en el desarrollo de sus capacidades para realizar los planes de vida
trazados por ellos, siempre respetando los valores éticos consensuados en esa
sociedad así como la justicia social y el respeto a la diversidad cultural (ibíd., p. 141).
Esta posición podría ser calificada como pragmática y, en parte, lo es. Hay
mucho dinero y esfuerzos que en nuestros países se dedican a hacer investiga-
ciones muy interesantes pero de muy poca utilidad real, de poquísimo impacto
para la solución de las problemáticas. Sé que la frontera es difícil de trazar y
que algunos campos del conocimiento plantean temas que apasionan a algunos
grupos. Lo que me parece fundamental es que, al menos en nuestras institu-
ciones, ni se puede investigar de todo, ni se puede financiar todo, ni se puede
propiciar todo. Parece interesante además del conocimiento que premia Har-
vard University en los Ig Nobel como parodia y burla a proyectos científicos to-
talmente inútiles. Basta ver la lista de los últimos, concedidos la semana anterior
de los verdaderos Premios Nobel, que generan un sentimiento que va entre la
risa y la indignación. En esta ocasión se premió, por ejemplo, un ‘proyecto de
investigación’ en que dos científicos ingleses de la Universidad de New Castle,
luego de visitar a 516 granjeros en todo el país para interrogarlos sobre sus va-
cas, llegaron a una curiosa conclusión: las vacas con nombre propio producían
en promedio 214 litros más de leche al año que aquellas ‘anónimas’.
Hace sólo unas semanas fue publicado el Primer Reporte de la Junta Directiva
del Área Europea de Investigación que lleva por título Preparar a Europa para
un Nuevo Renacimiento (European Research Area, 2009). Sin duda: un do-
cumento inspirador; pero, más que eso, un desafío para América Latina y, por
La responsabilidad social de la universidad lasallista:
elementos para la reflexión y el debate
Ésta es una declaración que ambienta los seis temas estratégicos fundamen-
tales que son requeridos en Europa para el 2030. Estas estrategias proponen
la libre circulación de ideas y personas en una sociedad abierta; un espacio
europeo construido sobre la responsabilidad compartida entre ciencia, política
y sociedad con un ‘nuevo contrato entre ciencia y sociedad’; la innovación que
comprometa a los actores sociales y una investigación que sustente la econo-
mía; un área europea para ofrecer excelencia donde la aceptación del riesgo
en investigación sea un principio conductor de la política científica europea; y
un espacio de cohesión en el Europa en el que los investigadores participen
de la sociedad del conocimiento. Sin embargo, me llama mucho la atención la
segunda estrategia que clama por un espacio de investigación europeo “guiado
por las necesidades sociales para abordar los ‘Grandes desafíos’, tales como el
cambio climático, el suministro de energía, el recurso agua, el envejecimiento,
el cuidado de la salud, y la prosperidad sostenible para todos” (ibíd., p. 7).
Sin duda, tal documento me produce una sensación difícil de expresar. Si bien
sé que Europa ha caminado durante las últimas décadas en procesos impre-
sionantes de convergencia, articulación y construcción de proyectos comunes;
por lo mismo me sigue cuestionando por qué nuestra incapacidad en el Con-
tinente de articular procesos comunes que nos permiten enfrentar nuestros
grandes retos. De hecho, la Comunidad Europea tiene una agenda científica
clara y explícita a la que se articulan los países y sus centros de investigación
y universidades. Existe financiación para el desarrollo de los temas que han
definido como estratégicos. Parte de esta financiación puede llegar a proyectos
en nuestros países si están articulados con líneas promovidas por la Unión.
De la misma manera, Estados Unidos cuenta con una agenda científica propia
que provee de recursos federales para quienes desarrollen sus trabajos de
investigación sobre estas líneas. El gobierno federal es el gran apoyo para la
investigación y transfiere recursos inmensos a las universidades, sin importar su
carácter público o privado, sino la capacidad real que tienen de desarrollar los
temas previamente definidos. Los conocidos ‘grants’ son los apoyos sin los cua-
les no podrían funcionar las universidades del país. Lo que me interesa resaltar
es la importancia de articular agendas para acceder y optimizar los recursos
humanos y financieros.
Pero tener una agenda lasallista propia implica que ésta debe estar articulada
con las políticas nacionales de ciencia y tecnología, para ayudar a fortalecer
el sistema investigación de nuestros países, al tiempo que apuntar a temas
concretos que impacten el desarrollo. Esto también tiene la virtud de poder
recabar fondos nacionales e internacionales para investigación, opción que to-
dos sabemos es muy costosa. Hay que alinear proyectos y trabajar juntos.
Quizás no podamos trabajar en todos los propuestos en nuestros países, pero
trabajaremos en los que consideremos más sensibles a nuestra misión y donde
tengamos las mejores posibilidades para hacerlo.
Además, es importante pensar y actuar con humildad. No podemos ser bue-
nos en todo. En el sistema mexicano de universidades lasallistas hay la posibili-
dad de organizarse como sistema y esto es una gran fortaleza. Pensarse como
sistema permite especializarse por regiones y proyectos de manera que salga
fortalecido el sistema como tal, más que el brillo de una sola institución. Esto
conlleva la posibilidad de distribuir mejor los recursos con una política previa-
mente definida. Me atrevo a sugerir que éste es otro tema de responsabilidad
social y política. No obstante, también veo la necesidad de articularnos como
región y posicionarnos como un sistema que permite y favorece la internacio-
nalización, la movilidad, el compartir recursos y el embarcarnos en proyectos
de investigación de gran envergadura y posible impacto social.
La responsabilidad social de la universidad lasallista:
elementos para la reflexión y el debate
Perspectivas y conclusiones
Todas estas páginas me llevan a sintetizar en unas cuantas ideas el tema que
he intentado desarrollar: la responsabilidad social y política de la universidad
lasallista.
Sin embargo, pienso que para el caso lasallista –también diría que para el caso
latinoamericano– se trata de investigación con impacto social. No podemos
darnos el lujo de poner nuestra gente a investigar sobre temas que no aporten
a la solución de nuestros problemas más críticos como sociedades donde la
dignidad de la persona está en juego. Esto exige un principio de responsabilidad
para la universidad –accountability–, es decir, dar cuentas a la sociedad que
espera de sus científicos y de sus universidades aportes para la solución de los
problemas, así como coherencia con la opción del desarrollo humano integral
y sustentable.
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La responsabilidad social de la universidad lasallista:
elementos para la reflexión y el debate
Resumen
En la situación actual, las ciencias sociales no pueden establecer su cien-
tificidad sin revisar su historia más próxima. La vinculación de las ciencias
sociales con el compromiso por la transformación social no es un asunto
que se resuelva apelando a la epistemología o a una suerte de filosofía
de la ciencia que desconoce los contextos a partir de los cuales se forma
el saber social; por el contrario, es la propia práctica de investigación
social y su devenir histórico los que nos permiten comprender las crisis
y los retos que enfrentamos quienes hacemos ciencia social. El presente
artículo aborda la historia de la investigación social, sus crisis y los retos
que enfrenta en la actualidad.
* Doctor en Filosofía. Universidad Nacional de Colombia. Profesor asociado de la Universidad de La Salle. Docente
del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Universidad de Manizales (CINDE). Correo electrónico:
jdherrera@unisalle.edu.co
El presente artículo busca aportar elementos para la comprensión del discurrir
histórico de la investigación en ciencias sociales. En este sentido, no busca
tanto realizar una mirada detallada de hechos o acontecimiento relacionados
con la investigación en el campo de la realidad social, sino que más bien tiene
la intención de delimitar un horizonte de comprensión que permita leer, en
perspectiva histórica, los sentidos que ha adoptado la investigación social y lo
que parecen ser, en la actualidad, sus encrucijadas. En relación con ello, no se
trata tanto de realizar un abordaje epistemológico de las ciencias sociales, es
decir, de interpretar su historia a partir de los diversos constructos teóricos que
la teoría de la ciencia o la epistemología han desarrollado para comprender la
validez y estructura del conocimiento científico, sino de reconocer unos mo-
mentos ligados a las formas del proceder científico y la autocomprensión que
de la investigación social portan sus agentes, para lo cual se tomarán en cuenta
los aportes de Immanuel Wallerstein1 y de Pierre Bourdieu2.
1 Científico social estadounidense; principal teórico del análisis de sistemas-mundo. Desde la perspectiva de su
trabajo, ha realizado un interesante aporte a las ciencias sociales planteando la necesidad de reformularlas para
generar nuevas formas de comprensión de las dinámicas sociales contemporáneas. El autor ha planteado, por
tanto, la necesidad de que las ciencias sociales del siglo XXI realicen una revisión crítica del legado de las ciencias
sociales del siglo XIX, ya que a ellas subyacen supuestos y formas de abordar la realidad social que no permiten
comprender las contradicciones de las actuales sociedades capitalistas.
2 Sociólogo francés que ha buscado superar la comprensión de lo social apuntalada en la suposición de una distancia
entre las estructuras sociales y la acción y las prácticas sociales de los sujetos. En este marco ha elaborado la teoría
de habitus y campo que recontextualiza el concepto de capital, para señalar que las formas de pensar, sentir actuar
son habitus constitutivos de campos sociales (el mercado, la universidad, el arte, la escuela) caracterizados por
el juego de tensiones que se presentan entre diversas posiciones que compiten entre sí por acceder al capital y
predominio simbólico de su campo, apuntando a reproducirlo o a transformarlo.
La investigación en las ciencias sociales:
breve historia y retos actuales
ficas, como con el material empírico que podría ser la base para un estudio que
busque dar cuenta de la historia de la investigación social. En segundo lugar,
porque la historia de la investigación social se encuentra estrechamente ligada
a la epistemología como reflexión sobre las condiciones de validez del cono-
cimiento científico y ello conlleva que a menudo dicha historia se encuentre
referida a las grandes visiones o formas de comprensión de la ciencia, lo que
parecería implicar que la investigación científica sería simplemente el reflejo, la
aplicación o el trabajo sistemático en concepciones completamente elaboradas
de la ciencia. Como lo plantea Bourdieu (ibíd., p. 20):
El problema con esas dos creencias es que como argumentos están a disposición
de todos, y no sólo de los que tienen poder, autoridad y/o prestigio social. De
hecho pueden ser utilizadas por las “clases peligrosas”, concepto que nació a prin-
cipios del siglo XIX precisamente para describir a los grupos y las personas que no
tenían poder ni autoridad ni prestigio social, pero sin embargo estaban presentando
reclamaciones. Era el creciente proletariado urbano de Europa occidental, los cam-
pesinos desplazados, los artesanos amenazados por la expansión de la producción
mecanizada y los marginales migrantes de zonas culturales distintas de las zonas a
las que habían migrado.
Las ideologías sociales que emergieron en los siglos XIX y XX fueron, según
Wallerstein, la derecha, el centro y la izquierda, o, en otros términos, conser-
vadurismo, liberalismo y socialismo. El conservadurismo era extremadamente
reaccionario al cambio social, mientras que el socialismo lo exigía como una
necesidad colectiva y que además debía llevarse a cabo rápidamente. El libe-
ralismo, por su parte, concedía la necesidad de ese cambio, pero al mismo
tiempo sostenía que no podía ocurrir con el impulso de las mayorías, sino que
se requería la institucionalidad del Estado para impulsarlo. En este contexto, el
liberalismo aconsejaba “dejar los juicios a los expertos, que evaluarían cuida-
dosamente la racionalidad de las instituciones existentes y la racionalidad de las
nuevas instituciones propuestas, y propondrían reformas mesuradas y apropia-
das, es decir, con cambios políticos al paso exacto” (Wallerstein, 2001, p. 167).
Así, las ciencias sociales partían de la premisa liberal de “la certeza de la perfec-
tibilidad humana con base en la capacidad de manipular las relaciones sociales,
a condición de que eso se hiciera en forma científica (es decir, racionalmente)”
(Wallerstein, 2001, p. 169). En consecuencia, la ciencia social contó con todo
el respaldo político que le permitió encontrar un nicho institucional en las uni-
versidades europeas.
Sin embargo, la entrada de las ciencias sociales en el modelo universitario im-
plicó una tensión con la estructura del saber vigente:
La creación de las múltiples disciplinas de ciencia social fue parte del intento general
del siglo XIX de obtener e impulsar el conocimiento “objetivo” de la “realidad” con
base en descubrimientos empíricos (lo contrario de la “especulación”). Se intentaba
“aprender” la verdad, no inventarla o intuirla. El proceso de institucionalización de
este tipo de actividad de conocimiento no fue simple ni directo. Ante todo, al prin-
cipio, no estaba claro si esa actividad iba ser una sola o debería dividirse más bien
en varias disciplinas, como ocurrió después. Tampoco estaba claro cuál era el me-
jor camino hacia ese conocimiento, es decir, qué tipo de epistemología sería más
fructífera o incluso más legítima. Y lo menos claro de todo era si las ciencias sociales
podían ser consideradas en algún sentido como una “tercera cultura” situada entre
“la ciencia y la literatura” en la formulación posterior de Wolf Lepenies (Wallerstein,
1996, p. 16).
La ciencia, es decir, la ciencia natural, estaba mucho más claramente definida que
su alternativa, para la cual el mundo nunca se ha puesto de acuerdo en un nombre
único. A veces llamada las artes, a veces las humanidades, a veces las letras o las
bellas letras, a veces la filosofía y a veces incluso la cultura, o en alemán Geisteswis-
senchaften, la alternativa de “la ciencia” ha tenido un rostro y un énfasis variables,
una falta de coherencia interna que no ayudó a sus practicantes a defender su caso
ante las autoridades, especialmente debido a su aparente incapacidad de presentar
resultados “prácticos”. Porque había empezado a estar claro que la lucha epistemo-
lógica sobre qué era conocimiento legítimo ya no era solamente una lucha sobre
La investigación en las ciencias sociales:
breve historia y retos actuales
quien controla el conocimiento sobre la naturaleza (para el siglo XVIII estaba claro
que los científicos naturales habían ganado los derechos exclusivos sobre ese cam-
po) sino sobre quien controlaría el conocimiento sobre el mundo humano.
¿Qué implicaciones tuvo esta división del saber para la investigación social? En
primer lugar, la investigación social se circunscribió a las disciplinas como forma
de organización y división del trabajo de producción de conocimiento, lo que
significó que la realidad social se fragmentara en función de los estudios de las
esferas mencionadas: economía, política, sociología y antropología. En segun-
do lugar, implicó que, en el marco del modelo de ciencia newtoniana, apuntara
a una representación simple de la sociedad que pudiera hacerse manejable y
aplicable a las necesidades del cambio social. En tercer lugar, implicó que los
análisis sociales no tuvieran en cuenta el trasfondo histórico de la realidad social
y que sólo se centraran en lo actual de las estructuras institucionales o de las di-
námicas sociales. En cuarto lugar, la búsqueda de leyes y regularidades implicó
que la investigación social contara, por anticipado, con el supuesto de que las
sociedades son homogéneas o al menos pueden ser explicadas con los cons-
tructos teóricos propios de las sociedades políticamente consideradas centra-
les. En quinto lugar, la investigación social asumió, acríticamente, las posturas
ideológicas políticas vigentes y se enfrascó en discusiones metodológicas sobre
la necesidad de que los investigadores conservaran la objetividad, es decir, la
neutralidad valorativa, frente a las realidades estudiadas. En sexto lugar, la proxi-
midad política de las ciencias sociales a la ideología liberal conllevó que admitie-
ran, acríticamente como un recurso de análisis y de interpretación, la idea de
que las sociedades se ven inevitablemente abocadas a un progreso continuo.
En séptimo lugar, la oposición entre la historia y las ciencias sociales derivó en
una contraposición entre los enfoques metodológicos cualitativo y cuantitativo,
desplazando la reflexión sobre la imbricación de las ciencias sociales con las
posiciones políticas dominantes. Y en octavo lugar, las ciencias sociales, al estar
ligadas al aparato institucional del Estado, determinaron que la investigación se
realizara en temas y aspectos funcionales a la construcción de la legitimidad de
los nacientes estados nacionales. Este fue, grosso modo, el panorama en el que
se desenvolvió la investigación social en el mundo moderno, entre los siglos
XIX y la primera mitad del siglo XX.
La primera crítica interrogó hasta qué punto las ciencias sociales eran, en reali-
dad, demasiado locales, es decir, una perspectiva con pretensiones de univer-
salidad, pero anclada en las condiciones socioculturales de los países desarro-
llados. Como lo plantea Wallerstein (1996, pp. 54-55),
[…] la expectativa de universalidad, por muy sincera que sea su persecución, no ha
sido satisfecha hasta ahora en el desarrollo histórico de las ciencias sociales. En los
últimos años los críticos han denunciado severamente los fracasos y las inadecua-
ciones de las ciencias sociales en esa búsqueda […] Ahora podemos ver retrospec-
tivamente que la apuesta a que las ciencias sociales nomotéticas eran capaces de
producir conocimiento universal era realmente muy arriesgada.
comenzaban a acercarse a lo que había sido despreciado como ciencia social “blan-
da” […] eso no sólo comenzó a modificar el equilibrio de poder en las luchas
internas de las ciencias sociales sino que además sirvió para reducir la fuerte distin-
ción entre ciencias sociales y ciencias naturales como “supercampos”. Sin embargo,
esa atenuación de las contradicciones entre las ciencias naturales y la ciencia social
no implicaba, como en los intentos anteriores, una concepción mecánica de la
humanidad, sino más bien la concepción de la naturaleza como activa y creadora.
La visión cartesiana de la ciencia clásica describía al mundo como un automaton,
determinista y capaz de ser totalmente descrito en forma de leyes causales o “leyes
de la naturaleza”. Hoy día muchos científicos naturales afirman que la descripción
del mundo debería ser muy diferente (Wallerstein, 1996, p. 67).
Ahora bien, frente a ello, Bourdieu plantea que, precisamente, para ser ciencia,
la investigación social debe establecer una ruptura con el mundo social. Esto
no significa que Bourdieu esté sugiriendo un retorno a la idea de neutralidad
valorativa del investigador social en el marco de un ideal de plena objetividad
del conocimiento sobre lo social. Por el contrario, lo que plantea Bourdieu es
que, precisamente el reconocimiento de la pertenencia del científico social a
la realidad social que estudia exige que las prácticas de investigación tomen en
cuenta esta copertenencia para incluirla como parte de sus abordajes metodo-
lógicos. En este sentido, Bourdieu (2003, p. 153) sugiere
[…] asociar una visión constructivista del objeto científico: los hechos sociales están
construidos socialmente, y todo agente social, como el científico, construye de
mejor o peor manera, y tiende a imponer, con mayor o menor fuerza, su singular
visión de la realidad, su “punto de vista”. Es la razón de que la sociología, quiéralo
o no (y las más veces lo quiere), toma partido en las luchas que describe. Por
consiguiente la ciencia social es una construcción social de una construcción social.
[…] hasta la ciencia más sensible a los determinismos sociales puede encontrar en
sí misma los recursos que, metódicamente puestos en práctica como dispositivo
(y disposición) crítico, pueden permitirle limitar los efectos de los determinismos
históricos y sociales. Para ser capaces de aplicar en su propia práctica las técnicas
de objetivación que aplican las restantes ciencias, los sociólogos deben convertir la
reflexividad en una disposición constitutiva de su habitus científico, es decir, en una
reflexividad refleja.
Pensar las ciencias sociales contemporáneas debe hacerse realizando esta críti-
ca histórica, pero también de cara a las urgencias del presente. En este último
sentido, y como lo he demostrado en mi reciente trabajo (Herrera, 2009), es
justamente la crítica histórica de lo realizado en las ciencias sociales lo que les
permite a investigadores e investigadoras perfilar sus esfuerzos hacia cuatro
tareas, igual de importantes para este comienzo de siglo:
1. el diálogo intercultural;
2. la construcción de utopías y horizontes de acción para la vida local;
3. la visibilización de las diferencias culturales; y,
4. la comprensión de las relaciones entre la ciencia social y la vida social.
Es alrededor de estas cuatro tareas que las ciencias sociales componen su de-
venir histórico en la actualidad, pero deben hacerlo articulándose en progra-
mas fuertes de investigación y de participación en lo social. Son esos programas
de investigación social (en el sentido de Lakatos) los que aún no se encuentran
perfilados, al menos en nuestro contexto. En ausencia de ellos, contaremos
con un sinnúmero de especialidades en el conocimiento social y un número
indeterminado de investigaciones, pero como tal, la ciencia social permanecerá
apegada a sus esquemas más conservadores.
Referencias
Resumen
Esta reflexión presenta dos dimensiones de lo humano: la habitual co-
nocida y la singular privada. La primera hace camino en la vida humana
mediante las prácticas cotidianas que terminan por validarse e impiden
reconocer la segunda dimensión, mucho más significativa y con mayores
realizaciones personales, científicas, sociales y culturales. Aquí se pre-
senta la investigación como una estrategia educativa para variar la lógica
repetitiva y común de la primera dimensión y evitar el olvido del ser.
Se trata de asumir la formación con actitud investigativa y así descifrar el
misterio propio de lo inédito, resguardado y atesorado en cada dimen-
sión humana. Esta acción requiere procesos educativos fundamentados
en la reflexión, el análisis, la observación y la interpretación de la realidad
para develar otras lógicas de lo conocido e incursionar en nuevas estruc-
turas de la vida, de las cosas y de la realidad humana. De esta manera
se presenta la formación como desciframiento humano donde radica la
posibilidad de transformar la realidad conocida y habitual.
Investigación y formación
El ser humano frente al mundo tiene varias opciones. Asumirlo con los discur-
sos de “todos los hombres” o, por el contrario, atreverse a indagar por otras
lógicas que habitan implícitamente sus dimensiones personales y singulares.
1 Según Platón: “Mi arte es, en general, como el de las parteras, la única diferencia es que mis pacientes son hom-
bres, no mujeres y que mi trato no es con el cuerpo sino con el alma, que está en trance de dar a luz [...] Algunos
de quienes frecuentan mi compañía parecen al principio muy poco inteligentes; pero a medida que avanzamos
en nuestras discusiones, todos los que son favorecidos por el cielo hacen progresos a un ritmo tal que resulta
sorprendente tanto a los demás como a sí mismos, si bien esta claro que nunca han aprendido nada de mí: las
numerosas y admirables verdades que dan a luz las han descubierto por sí mismos en sí mismos”.
debe provocar revelaciones inimaginables, que irradien intensamente para ilu-
minar el mundo. Se trata del descubrimiento de seres sorprendentes, extraor-
dinarios y portentosos en el interior de recipientes comunes. En este caso, los
profesores serán seres curiosos, prudentes y sensatos capaces de detenerse
a observar para descubrir el misterio en cada forma, en cada rostro, en cada
palabra y actitud humana.
Se debe tener en cuenta que los habitantes de tales recintos son los estudian-
tes y como los genios, por algún incidente específico han permanecido allí por
años para resguardarse de las inclemencias del mundo, es decir, por voluntad
propia. Pero en otros casos, porque algo o alguien lo sometió a tal retraimiento
tormentoso.
…el padre le propuso descansar un poco, el hijo que no estaba tan cansado se fue
a dar un paseo. Caminó un largo rato hasta que se sentó a la sombra de un altísimo
árbol. De pronto escuchó que alguien gritaba:
–Ayúdeme, déjeme salir.
El hijo del leñador miró para todos lados para hallar a la persona que pedía con
tanta urgencia auxilio, pero en los alrededores no se veía a nadie2.
Como lo narran los hermanos Grimm en “El genio de la botella”, para escuchar
la voz interior del otro es necesario tomar distancia de lo habitual, ausentarse,
y –desde allí– atender el clamor del estudiante y ayudarle efectivamente a
salir. En esto consiste la formación como revelación humana: en provocar la
exteriorización de lo singular y propio del otro. Proceso que es más recurrente
cuando se generan ambiente de confianza y respeto; de lo contrario, los estu-
diantes y hasta el profesor mismo persistirán en el encierro alimentando cos-
mogonías individuales a la espera de un nuevo transeúnte curioso y creativo,
capaz de escuchar la súplica.
2 De aquí en adelante las citas de este cuento de los hermanos Grimm (“El genio de la botella”) corresponden a la
edición de Editorial Algaida.
La subjetividad emergente límpida y auténtica puede llegar a convertirse en
un motivo de sospecha, de temor y hasta de de prevención para quienes la
presencian. Así que trabajar con la incertidumbre y con la complejidad humana
se convierte en el reto para asumir creativamente la posibilidad de comprender
la lógica de la vida de una manera diferente y de ingresar a un mundo hasta
ahora desconocido:
Con un poco de desconfianza de que la voz provenga de esa botella, sacó el tapón
y de la misma salió un genio que mientras salía se hacía cada vez más grande…
–¿Cómo sé que tú, que eres tan grande, eres el mismo que estaba en la botella?
(Hermanos Grimm)
Al igual que en los relatos míticos donde el héroe antagónico inicia un periplo
hacia lo desconocido, en educación, pasar de un estado de conocimiento ha-
bitual de la vida cotidiana a otro de misterio e incógnita, requiere una huella o
un indicio que oriente el transitar.
Es la ciencia la que corre el velo del entendimiento actual para despejar dudas
y, a la vez, para generarlas. Porque cuando se comprende una realidad y se
explica desde la ciencia, al establecer asociaciones con lo conocido deviene un
desajuste que conduce a nuevas indagaciones, y entonces se desata el misterio
provocador de búsquedas. En este sentido, la ciencia como amuleto se sitúa
como mediación entre un mundo –el de aquí– y otro mundo –el de allá–, que
no es otro que el mismo de aquí, sólo que ahora con mayor significado.
Para provocar el tránsito entre estos dos mundo es necesario generar un am-
biente de aprendizaje similar a un recinto de purificación que permita el dis-
tanciamiento de lo conocido y el paso del umbral sagrado hacia el iluminismo,
hacia regiones más significativas de lo humano y que como una revelación,
emergen de manera novedosa, extraordinaria y grandiosa para irradiar la con-
ciencia colectiva y generar nuevas comprensiones del mundo.
Epifanía humana
4 señal s. f. http://es.thefreedictionary.com/ 1. Marca o característica que distingue a una persona o cosa de las de-
más. 2. Huella o marca que queda en una superficie, especialmente la que deja en la piel una herida. 3. Indicio
que demuestra alguna cosa o que indica la existencia de algo que es su causa: no ha venido a comer, señal de que
tiene mucho trabajo. 4. Gesto con el que se quiere decir o indicar una cosa. seña. — de la cruz Movimiento que
se hace con la mano o los dedos como si se dibujara una cruz, para bendecir, santiguar o persignarse: la señal
de la cruz más común se hace dirigiendo la mano de la frente al pecho y del hombro izquierdo al derecho. 5. Signo
o símbolo convenido entre varias personas para transmitir cierta información o como indicación para hacer algo:
desde la torre, un señor hacía señales luminosas pidiendo socorro. 6. Cantidad de dinero que se paga como anticipo
antes de abonar el precio total de una cosa: no llevo suficiente dinero, pero dejaré una señal y vendré mañana a
recoger el traje y pagar el resto. 7. Sonido característico de algunos aparatos para avisar o informar sobre su fun-
cionamiento, especialmente el que hace el teléfono al descolgarlo. 8. Signo utilizado para recordar algo: haz una
señal en el calendario para recordar su cumpleaños.
inmediata y nos invitan a estar dispuestos a avanzar por el sendero de las hue-
llas del misterio hacia un ”lugar neutro” donde la certeza del mundo conocido
empieza a desdibujarse y en su lugar, va emergiendo la incertidumbre, indeci-
sión y perplejidad ante la complejidad del nuevo mundo descubierto.
En esto consiste el Edén perdido, al cual todo buen profesor debe acudir para
alimentar el mundo de aquí y permitir correr el velo.
5 El edén (en hebreo )ןדעes, según el relato bíblico del Génesis, el lugar donde habría puesto Dios al hombre
después de haberlo creado a partir del polvo de la tierra.
La palabra edén suele ser utilizada como sinónimo de Paraíso. Sin embargo, la palabra «Paraíso» originalmente
se refiere a un bello jardín extenso; mientras que «Edén», es una palabra de origen acadio (un pueblo de estirpe
semita), cuyo significado se refiere a un lugar que es puro y natural. Así, Edén se refiere más bien a una región
geográfica, mientras que el Paraíso se refiere a un lugar más específico (un huerto o jardín situado en la parte
oriental de dicha región). Este sería el lugar en el cual fueron creados Lilit, Adán y Eva. Disponible en
http://es.wikipedia.org/wiki/Ed%C3%A9n#Etimolog. C3.ADa_de_la_palabra_Ed.C3.A9n
Recapitulación
La formación requiere una actitud investigadora tanto del profesor que enseña
como del estudiante que aprende. Además de la revelación de su propia sin-
gularidad en uno y otro, en la educación formal, institucionalizada y organizada
existen acuerdos, convenciones que “forman” para propósitos establecidos y
también emergentes del proceso mismo.
Referencias
Fuentes, C. (2005). Todos los gatos son pardos. Buenos Aires: Siglo XXI Edito-
res.
Hermanos Grimm. El genio de la botella. Sevilla: Editorial Algaida.
Max-Neef, M. (20061996). El acto creativo. Conferencia. Universidad Javeria-
na. Disponible en 2006. Disponible en http://es.thefreedictionary.com/
Mejía Vallejo, M. (1996). El día señalado. Prólogo.
Platón. (2003). Diálogos. Obra completa en 9 volúmenes. Vol. III. Madrid: Edi-
torial Gredos.
Proceso docencia-servicio:
aspectos relacionados con el paciente
en la enseñanza de las ciencias de la salud
Resumen
Esta reflexión gira en torno al rol del paciente en la educación de las
Ciencias de la Salud, específicamente en el proceso conocido como
docencia-servicio. Se abordará el concepto de paciente, su sentido y di-
mensión desde la perspectiva reduccionista y poblacional; se continúa
con los aspectos bioéticos, empleando el abordaje principialista, reinter-
pretándolo en el proceso docencia- servicio; se mencionan las normas
sobre derechos del paciente y sus implicaciones en el proceso; se des-
criben las corrientes en salud-enfermedad proponiendo una de éstas
como punto de partida en el abordaje integral del paciente y se da rele-
vancia a la profesionalización humanista como elemento esencial de ga-
rantía para dichos derechos: reducción de la tecnocracia, expropiación
de la salud y otorgarle al paciente mayor participación en el proceso.
1 Concepto en Ciencias de la Salud relacionado con la historia natural de la enfermedad. Se refiere al periodo de
incubación o de latencia de las enfermedades infecciosas y no infecciosas en el cual, a pesar de estar presente el
fenómeno mórbido, éste aun no se ha manifestado clínicamente. Este periodo es la preocupación principal de las
acciones de prevención en salud (Gordis, 2009).
Proceso docencia-servicio: aspectos relacionados
con el paciente en la enseñanza de las ciencias de la salud
A pesar que existen otras corrientes éticas con abordajes interesantes2, el prin-
cipialismo ha adquirido importancia en los últimos años. Sin embargo, en pala-
bras de Doucet (1998), el principialismo se ha convertido en una especie de
pragmatismo ético en el cual sus principios son utilizados de manera mecánica
y automática. Así las cosas, la relación profesional-paciente, que precede al
proceso docencia-servicio, tiende a ser comprendida como un modelo con-
tractual: dos personas realizan una transacción en que una recibe la atención
2 Se conocen corrientes bioéticas basadas en la virtud, la casuística, la responsabilidad, la ética narrativa y la corriente
feminista.
en salud y la otra sus honorarios. Entonces, se torna necesario reinterpretar
esta corriente, introduciendo en ella mayor compasión, empatía y altruismo.
Por tanto, resulta relevante la propuesta de May, quien a partir de una impor-
tante reflexión sobre la muerte, plantea para la relación profesional-paciente un
modelo de inspiración bíblica que él llama “de la alianza”, esto es, del engranaje
personal fundamentado en la donación, la devoción, la fidelidad y la solidaridad
(May, 1983), algo muy coherente con la Misión Educativa Lasallista.
Tabla 1
Postulados básicos para la humanización en la atención del paciente
Se define como “el vínculo para articular en forma armónica las acciones de
instituciones educativas e instituciones que presten servicios de salud para cum-
plir su función social mediante la atención de la comunidad y la formación del
recurso humano que se encuentra cursando un programa de pregrado o de
posgrado en el área de la salud” (Ministerio de la Protección Social, 1996). El
proceso es mencionado de manera explícita en el artículo 247 de la Ley 100
de 1993 y en el Decreto 190 de 1996. Las normas que rigen este proce-
so aparecen en el acuerdo 003 de 2003 (Ministerio de la Protección Social,
2003). La figura 1 muestra los niveles de idoneidad requeridos en el proceso
docencia-servicio.
cios de Salud (IPS) como para las instituciones educativas. Por consiguiente,
el cumplimiento del Sistema Obligatorio de la Garantía de la Calidad de la
Atención en Salud, establecido en el Decreto 2309 de 2002 para la IPS, y de
los estándares de calidad en programas académicos de pregrado en Ciencias
de la Salud, señalados en el Decreto 917 de 2001, vislumbran la importan-
cia del paciente como objeto de estudio, al mismo tiempo que, en aras del
cumplimiento de dichos requerimientos, al menos de forma indirecta, exige
el respeto por sus Derechos. La idoneidad específica para las prácticas forma-
tivas, como segundo nivel, tiene que ver con la integración armónica entre el
cumplimiento de la norma y la consolidación de una alianza docente-servicio
eficiente; para culminar la concreción sostenible, continua y futura de centros
de formación y escenarios de práctica que permitan cumplir la función social
de ambas partes. Sin embargo, este proceso lineal, acaso lógico y esperable,
puede verse comprometido si no existe claridad con la corriente de pensa-
miento social en salud que oriente todos los esfuerzos de construcción de
nuevos programas o la reorientación de los existentes, de modo que redun-
den en beneficio del paciente.
Corriente sanitaria
Corriente unicausal
Corriente multicausal
Corriente ecológica
Corriente crítica
Corriente geogénica
Corriente económica
La salud puede explicarse con la teoría del capital humano, que la conceptualiza
como un bien de inversión y consumo. Su problema radica en el reduccionis-
mo utilitarista de la salud, muy acentuado en la actualidad. Aparece en los años
ochenta, y sus representantes son Gilson y Muskin.
Cada corriente aporta elementos valiosos para el abordaje del proceso salud-
enfermedad, así como limitaciones. Es claro que no pueden explicar en su
totalidad dicho proceso y que su utilización depende de las motivaciones y las
preferencias de la institución que realiza docencia-servicio. No obstante, el
modelo interdisciplinario, que opera por determinantes sociales, podría ser un
buen punto de partida para la comprensión integral de poblaciones y sus indivi-
dualidades, inmersas en situaciones estructurales relacionadas con el desarrollo
económico y social de toda la nación (modos de vida), intermedias, que tienen
que ver con el grupo social particular, como la localidad, el barrio, la familia
(condiciones de vida), y proximales , relacionadas con aspectos biológicos, psi-
cológicos y de conducta (estilos de vida). Esta corriente invita a la academia a
formar talentos críticos que se enriquezcan mutuamente en espacios individua-
les, familiares, locales, nacionales, regionales y globales compartidos. Inspira a
los investigadores en salud a la toma de decisiones, a la articulación universitaria
docencia-servicio, a otros campos de la salud (interdisciplinariedad), a lo bioló-
gico y de conducta, a mejorar las corrientes existentes, a crear programas en
el área de la salud cuya justificación central tenga que ver con el análisis de la
estratificación social, las exposiciones diferenciales, los niveles de vulnerabilidad
y sus consecuencias en el proceso salud-enfermedad. La integralidad abunda
en esta corriente y puede concluirse que quiere aprehender las necesidades
de la salud de la población para, finalmente, aprender de ellas y, con esa base,
actuar a favor del paciente y su comunidad.
la historia sugiere que esta asociación es normal para los seres humanos. Los sen-
timientos y las ceremonias religiosas y los religiosos profesionales estarán siempre
presentes cuando la gente se encuentre enferma. Estamos en presencia de un
3 El positivismo es una corriente filosófica que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento cien-
tífico, y que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmación positiva de las teorías a través del método
científico.
Proceso docencia-servicio: aspectos relacionados
con el paciente en la enseñanza de las ciencias de la salud
[…] a veces sólo escuchando a otro logramos que se alivien un tanto sus penas,
podemos propiciar su esperanza o mantener fuerte su ánimo. Puede que no sea
más sino dedicar unos minutos para escuchar al enfermo o al necesitado y com-
probaremos cómo dicha acción es más poderosa que cualquier apoyo material o
la más cuantiosa dádiva.
1. Primacía del bienestar del paciente sobre cualquier otra actividad o fin.
2. Relevancia de la autonomía del paciente en el proceso docencia-servicio.
3. Promoción de la justicia en el encuentro clínico.
4. Competencia profesional del docente y estudiante.
5. Honestidad.
6. Confidencialidad.
7. Facilitar el acceso a la atención en salud.
8. Distribución justa de los recursos.
9. Desarrollo permanente del conocimiento científico en la generación de
evidencias clínicas de alta calidad.
10. Responsabilidad social.
Referencias
Resumen
La práctica pedagógica investigativa en la Facultad de Ciencias de la Edu-
cación ha sido objeto de reflexión y resignificación constantes por quie-
nes han asumido el gran reto de contribuir en la formación integral de
futuros docentes, en coherencia con el Proyecto Educativo Universita-
rio Lasallista (PEUL) y el Enfoque Formativo Lasallista (EFL). La práctica
pedagógica en la Universidad de La Salle asume como ejes fundamen-
tales la proyección social y la investigación: proyección social a partir
de la fundamentación y los criterios emanados por la pedagogía con
enfoque que exige una lectura de la realdad económica, política, social
* Magíster en Lingüística Aplicada a la Enseñanza del Inglés como Lengua Extranjera de la Universidad Distrital
Francisco José de Caldas. Correo electrónico: mangulo@unisalle.edu.co
** Magíster en Lingüística Aplicada a la Enseñanza del Inglés como Lengua Extranjera de la Universidad Distrital
Francisco José de Caldas. Correo electrónico: joseaedu@yahoo.com
y cultural para construir conocimiento desde y sobre ésta e incidir en su
transformación; investigación, por cuanto contribuye a la transformación
de las prácticas pedagógicas de los docentes en formación, mediante la
reflexión sobre sus propias prácticas. Además, porque promueve en los
estudiantes la conformación de un pensamiento crítico que propende
a la reflexión argumentativa desde el orden de lo científico, propugna la
observación, la categorización, la conceptualización y, desde lo filosófi-
co–epistemológico, por la contemplación, comprensión y explicación
de fenómenos humanos y sociales desde marcos de respeto e inclusión.
Introducción
[…] se comprende como reflexión crítica sobre los saberes y prácticas pedagógi-
cas. Es un constituyente pero al mismo tiempo constituye el currículo, de acuerdo
con Litwin (1997a, b) es una teoría acerca de las prácticas de enseñanza la cual se
vuelve significativa cuando se sitúa en escenarios histórico-sociales en los cuales
ocurre. Su principal reto gira alrededor de la comprensión y descripción del acto
de enseñanza y aprendizaje como una actividad humana. Adicionalmente, ”se pro-
pone construir su propio conocimiento con base en la reflexión y el dialogismo
entre los ejes que la componen y los agentes que participan en la labor pedagógica
(Álvarez, 2008, p. 30).
Referencias
Resumen
Los procesos de intervención profesional del trabajo social como ejer-
cicios intencionados de profesionales que interactúan en escenarios so-
ciales son objeto de reflexión para su estudio, para que la intervención
se oriente a su mejoramiento y se construya conocimiento útil para la
transformación de la realidad social.
Esta situación se evidencia en cada uno de los hitos del trabajo social, los cuales
se describieron anteriormente, dado que en el curso de la historia, la investiga-
ción no se orientó al estudio de la realidad social, sino que su horizonte estuvo
dado por las finalidades prácticas que permitieran el tratamiento o la actuación
profesional concreta. En consecuencia, El ejemplo de trabajo social de caso
utilizó, en primera instancia, el conocimiento intuitivo para explicar situaciones
inherentes a la actuación profesional, lo cual hacía que su preocupación central
estuviera dirigida a la acción, otorgándose información básica para el diagnós-
tico y el tratamiento.
Esta situación también ocurrió con el trabajo social de grupo, en el cual hubo
conexión con la producción de saberes fundamentados en la acción, generan-
do un tipo de conocimiento referido a la explicación casuística y particular de
aspectos externos de la situación grupal que requería ser resuelta.
Pese a los intereses enmarcados, con la crisis del paradigma marxista que ope-
raba en el conjunto de las ciencias sociales se abandonan las lecturas estruc-
La intervención profesional como objeto
de conocimiento del trabajo social
Para Cifuentes et ál. (2001), el trabajo social se define como disciplina y como
profesión, la primera en tanto está en constante búsqueda de construir su
propio conocimiento y la segunda por su reconocimiento en el ámbito de la
intervención en algún campo social, intervención que a partir de su propuesta,
se entiende desde 3 grandes aspectos necesarios para su comprensión in-
tegral: componentes, condicionantes y consolidación, requeridos todos ellos
para poder vislumbrar la complejidad del concepto en su puesta en escena en
la realidad social.
En este escenario de la realidad social para algunos, cuestión social para otros,
cobra sentido la intervención del trabajo social, dado que éste, según Mastran-
gelo (2002), se ocupa de los problemas sociales, los cuales se caracterizan por
su complejidad. Sus niveles multifactoriales se aprehenden globalmente, pero
se deben estudiar en contextos concretos.
La forma en que interviene el trabajo social articula una relación dialógica como
forma de atender los problemas y orientarlos hacia la transformación, en don-
de necesariamente debe vincular a los sujetos sociales, quienes deben ser su-
jetos activos en los procesos de cambio.
Consideraciones finales
La relación entre teoría y práctica en el desarrollo del trabajo social debe apro-
vecharse como fuente de conocimiento que permita afianzar esfuerzos por el
reconocimiento de contextos, la identificación de necesidades, la construcción
de propuestas basadas en la realidad, la reflexión misma de lo disciplinar en los
diferentes escenarios, como forma no solamente de aportar a los procesos
concretos de intervención, sino también a la construcción de conocimiento útil
a esa realidad social.
La ética, como parte integradora del trabajo social, es una consideración que
debe ir de la mano con las dimensiones teóricas, metodológicas, operativas y
políticas con las cuales debe llegar el trabajador social a su ejercicio en procesos
tanto de intervención como de investigación, en las cuales el quehacer –sea en
un nivel o en el otro– puede incidir de manera definitiva en la vida de los sujetos.
Referencias
Resumen
Con base en experiencias docentes sobre las que se viene reflexionan-
do en las instituciones universitarias que tratan con los animales como
objetos de estudio e intervención profesional, se plantea la existencia de
tres problemas: la separación de los aspectos éticos y metodológicos en
la formación profesional, la creencia de que por trabajar con animales
se los sabe tratar y el uso simultáneo de los mismos animales para di-
ferentes actividades. Se analizan brevemente algunas sugerencias para
organizar alternativas que ayuden a superar estos problemas al interior
de las instituciones universitarias que tienen programas centrados en el
manejo y uso de animales, tanto para docencia como para investigación.
Sin embargo, cuando en los establecimientos descritos en este parágrafo sea indis-
pensable la realización de prácticas con animales, de las que se pueda derivar algún
daño o lesión, dichas actividades se llevarán a cabo utilizando animales muertos. Si
para este fin se requiere su sacrificio, se efectuará de acuerdo con lo estipulado en el
Capítulo IV “del sacrificio de animales” de este estatuto.
Los experimentos o investigaciones realizados con animales vivos en los estable-
cimientos descritos en este parágrafo, de los que pueda derivarse daño, lesión o
muerte para los mismos, se realizarán únicamente con sujeción a lo dispuesto en
el capítulo “del uso de animales vivos en experimentos o investigaciones” de este
estatuto.
La violación del presente artículo se castigará conforme a lo dispuesto en el artículo
11 de este estatuto.
Como el análisis del bienestar animal de los seres vivos utilizados en experi-
mentación y docencia es un tema muy extenso y complejo, este escrito se
limita a explorar algunas condiciones de tipo organizativo y metodológico, posi-
bles de emplear con los animales utilizados en actividades docentes, formativas
profesionales e investigativas, que se desarrollan en las universidades.
Quizás sea más fácil garantizar estas condiciones en los bioterios, con los ani-
males de laboratorio, y más complicado lograr su cumplimiento cuando los
animales se encuentran en otros espacios; por ejemplo clínicas, consultorios,
establos, perreras, galpones y similares. Además, las condiciones éticas se han
venido estudiando más para los animales de laboratorio, típicos de la investiga-
ción biomédica, y menos en relación con animales de producción y mascotas,
Sin embargo, en actividades educativas se suelen utilizar con mayor frecuencia
estos últimos.
En este escrito no se van a tener en cuenta los aspectos propios de los animales
(factores 1 y 2), ni los criterios de tipo metodológico (factores 5, 6 y 8), ni los
referidos a las condiciones de tenencia, ambientación y manipulación (factores
3, 4 y 7), pues para la visión docente todos son igualmente importantes, por-
que se pueden enseñar y, por tanto, van interiorizándolos y aprendiéndolos los
profesionales en formación.
Propuestas
Reflexiones
Referencias
Resumen
A un año de la promulgación de la Ley 1286 y del Documento Conpes
3582, ambos instrumentos llamados a servir de soporte institucional en
el propósito de hacer de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación (CTI)
uno de los dinamizadores sociales más importantes, el presente escri-
to intenta, en tono de libre opinión, una reflexión sobre los aspectos
centrales que para lograr un sistema Nacional de Ciencia y Tecnología
robusto presentan los textos citados. Los referentes teóricos generales
implícitos en el artículo son: la ciencia como Cultura; el Conocimiento
como fuente de Desarrollo; y la Investigación y el Desarrollo tecnológi-
co para la Innovación (I+D+i).
Si de algo ha de servir este apartado, que sea para quemar la hojarasca; con
ello nos referimos a algunos debates que de suyo suscita el tema de la ciencia y
sus efectos en la sociedad, que como sino trágico vuelven una y otra vez con la
mala fortuna de encontrarnos, más a menudo de lo deseable, con citas ad in-
finitum de discusiones que se niegan a desaparecer y no precisamente porque
hagan parte de las grandes preguntas de las que se ocupa la filosofía perenne,
sino porque quienes vamos llegando al debate nos arrogamos el derecho de
remozar los argumentos llevados y traídos again and again, y de reintroducirlos
con disfraces, no pocas veces descarados, de actualidad, con lo cual generamos
un círculo argumentativo que reta más a la memoria que a la lucidez mental.
Por supuesto, no se extrañan los debates serios que han ido proveyendo la
discusión de un corpus propio en donde se dejan sentir con fuerza, en modo y
maneras, posturas teóricas que, esas sí, contribuyen de manera óptima a quie-
nes se dediquen a procurar una política pública en torno al tema de la ciencia, la
tecnología y la innovación, y de cómo los beneficios que provengan de su de-
sarrollo devienen en mejores condiciones de vida para la sociedad en general.
Por lo anterior, deberíamos estar de acuerdo en que las posturas serias no de-
fienden ni sostienen los determinismos (tecnológico y social) referidos al asunto
del lugar de la CyT en la sociedad. No faltan, pero ya son pocos los ingenuos
que suponen que la sola fuerza creativa de la CyT basta para transformar eco-
nómicamente una sociedad, obviando aspectos culturales, sociales y políticos
de altísimo impacto2; por tanto, deberíamos dejar de ver en quienes defienden
la inversión pública en investigación, a un grupo de desalmados tecnócratas
reduccionistas obnubilados por el poder renovador del conocimiento. Ade-
más, deberíamos ser más valientes a la hora de desnudar el argumento falaz
de quien enarbola las banderas del constructivismo rampante y sin límites, que
hace del detalle excepcional un motivo de lucha, con discursos populistas que
como alguien hizo notar “los acercan más a la farándula que a la academia”.
2 La desgracia que debe reconocerse es que algunos de estos últimos mohicanos ocupan cargos cuyo poder de
decisión afecta el curso de una mejor comprensión de la relación ciencia-sociedad.
Fortalecimiento institucional del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
A un año de la Ley 1286 y del Documento Conpes 3582
Luego hay otros debates que se han salido de madre y se introducen en los
propios sobre política en ciencia y tecnología; ejemplo de esto son los reclamos
sobre la supervivencia del saber disciplinar en un contexto de interdisciplinas,
y más si se menciona la transdisciplinariedad. Es de Perogrullo que se requiere
el desarrollo de las disciplinas para que pueda darse lo inter y lo trans; pero
cuando de política pública se trata, también debería ser evidente que suponer
que los complejos problemas sociales se pueden superar desde la óptica de las
disciplinas es a todas luces insuficiente.
Con todo, será inútil intentar agotar los retos que la relación ciencia-sociedad
nos imponen; y es desde allí cómo debemos echar una mirada a los documen-
tos que ahora nos llegan como ejercicios de institucionalidad de la política de
ciencia y tecnología para nuestro país. Si algo pretende este artículo, es que
quien lo lea se sienta impelido a robustecer el Sistema Nacional de Ciencia,
Tecnología e Innovación desde el lugar que ocupa en la academia o en la socie-
dad; ciertamente no todos los problemas sociales se arreglan con ciencia, pero
dudar de que la ciencia y la tecnología hace parte constitutiva de las sociedades
de hodierno es no entender el mundo que nos ha correspondido vivir.
Más que una presentación extensa de los documentos, lo que sería ejercicio
siempre incompleto, realizamos ahora algunos comentarios que ojalá sirvan
para mostrar las principales intuiciones de los mismos.
El primer elemento, y de eso trata una ley como esta, es dotar de fuerza insti-
tucional al Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (SNCT), lo que apoyaría
la idea de una política estatal (no un programa de gobierno) de inversión en
actividades de ciencia, tecnología e innovación (ACTI). Luego viene el reco-
nocimiento de un mal nacional, y es tener una buena parte de la economía
nacional basada en la producción de materias primas sin mayor valor agregado
tecnológico; según datos del Observatorio Colombiano de ciencia y Tecnolo-
gía (OCyT) la inversión en I+D y ACTI en Colombia son cercanas al 0,47%
(0.19 en I+D) del PIB3 (sumando ambos elementos); ¿Es mucho o poquito?
Pues países como Brasil ya pasan del 1% de su PIB en I+D, España ronda el
3 Este dato siempre ha sido controversial. Algunos agentes estatales defenderán que parte de la inversión social
que hacen en materia de educación básica debe ser considerada como ACTI, de otra parte, los más apegados a
los manuales de Frascati, Oslo o Bogotá, defienden que si se quiere una real transformación no debe ocultarse la
baja participación del PIB en actividades de innovación en estricto sentido. Hemos traído aquí la cifra ofrecida por
el OCyT por considerar que se trata de un organismo serio, que realiza seguimiento continuo y con rigor a las
ACTI.
Fortalecimiento institucional del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
A un año de la Ley 1286 y del Documento Conpes 3582
En general, el texto de la ley se pliega a los principios que han permitido a algu-
nas sociedades convertirse en economías basadas en la generación de conoci-
miento, es decir, que mucho de su PIB proviene de la generación de licencias,
patentes y venta de desarrollos tecnológicos que se hacen necesarios en un
entorno industrial dependiente de procesos con exigentes niveles de innova-
ción, y en un marco de economía global.
No sé qué tan responsables puedan ser las voces que de vez en cuando se al-
zan en protestas en contra de estos propósitos. Lo cierto es que se les escucha
quejarse y criticar, pero cuando casi nos han convencido y les preguntamos por
entonces qué hacer, nos salen con trivialidades, más arengas, o curiosidades
intelectuales como la de explicar la Historia con el ‘fordismo’ y el ‘toyotismo’;
lo que los hace muy semejantes a lo que Ralf Dahrendorf llama en Después de
la democracia, posturas desde la envidia del perdedor.
4 Un texto bastante ilustrativo de este tema es el de Paul Collier, “El Club de la miseria. Qué falla en los países más
pobres del mundo”.
Algunos comentarios
Quizás quepa decir que las seis estrategias logran un buen conjunto que como
marco de acción y con adecuado desarrollo permitirían al país realizar el pro-
pósito de convertirse en una sociedad con desarrollo y crecimiento económico
basado en la generación, promoción, distribución, y aunque suene algo mal,
venta de conocimiento.
Solicitar a Colciencias:
▪ En el plazo de un año complementar los instrumentos existentes con un es-
quema de consultoría tecnológica para beneficiar al menos 100 empresas con
un enfoque de demanda, que apoye la identificación de oportunidades de in-
novación productiva y las actividades de búsqueda, negociación, adquisición y
transferencia de tecnología basadas en las capacidades de las empresas.
Consideraciones finales
Un año es muy corto tiempo como para medir el impacto de una ley o de una
política pública cualquiera sea su ámbito; y en un tema como el de la ciencia y la
tecnología puede ser muy aventurado proponerse metas cerradas en el tiem-
po; por señalar un ejemplo, asistimos ahora a la evaluación poco alentadora
de lo que la Unión Europea declaró para sí misma en el 2000 en la “estrategia
de Lisboa”: “en 10 años la Unión Europea será la región con la economía ba-
sada en el conocimiento más dinámica del mundo”. No será en el 2010, pero
las bases se han sentado; igual ocurrirá en Colombia si con decisión quienes
pertenecemos al SNCTI hacemos no sólo lo que nos corresponde, sino que
ofrecemos algo más de empeño para consolidar nuestro país como uno que
enrumbó su desarrollo por la vía de explotar con inteligencia las muchas cosas
de las que nos sentimos orgullosos.
Referencias
Congreso de Colombia
EL CONGRESO DE COLOMBIA
DECRETA:
CAPÍTULO I
Disposiciones Generales
CAPÍTULO II
Del Departamento Administrativo de Ciencia,
Tecnología e Innovación–Colciencias
1. Formular e impulsar las políticas de corto, mediano y largo plazo del Esta-
do en ciencia, tecnología e innovación, para la formación de capacidades
humanas y de infraestructura, la inserción y cooperación internacional y la
apropiación social de la ciencia, la tecnología y la innovación para consolidar
una sociedad basada en el conocimiento, la innovación y la competitividad.
2. Adoptar, de acuerdo con la Ley del Plan Nacional de Desarrollo, políticas
nacionales para el desarrollo científico y tecnológico y para la innovación
que se conviertan en ejes fundamentales del desarrollo nacional.
3. Diseñar y presentar ante las instancias del Gobierno Nacional los planes
y programas del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e
Innovación –Colciencias– y el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e In-
novación.
4. Generar estrategias de apropiación social de la ciencia, la tecnología y la
innovación para la consolidación de la nueva sociedad y economía basadas
en el conocimiento.
5. Promover el desarrollo científico, tecnológico y la innovación en el país,
de acuerdo con los planes de desarrollo y las orientaciones trazadas por el
Gobierno Nacional.
6. Propiciar las condiciones necesarias para que los desarrollos científicos, tec-
nológicos e innovadores, se relacionen con los sectores social y producti-
vo, y favorezcan la productividad, la competitividad, el emprendimiento, el
empleo y el mejoramiento de las condiciones de vida de los ciudadanos.
7. Velar por la consolidación, fortalecimiento y articulación del Sistema Na-
cional de Ciencia, Tecnología e Innovación –SNCTI– con las entidades y
actores del sistema, en estrecha coordinación con el Sistema Nacional de
Competitividad.
8. Promover la formación del recurso humano para desarrollar las labores de
ciencia, tecnología e innovación, en especial en maestrías y doctorados, en
aquellos sectores estratégicos para la transformación y el desarrollo social,
medio ambiental y económico del país, en cumplimiento del ordenamien-
to constitucional vigente.
9. Fomentar la creación y el fortalecimiento de instancias e instrumentos
financieros y administrativos de gestión para la Ciencia, Tecnología e
Innovación.
10. Diseñar e implementar estrategias y herramientas para el seguimiento,
evaluación y retroalimentación sobre el impacto social y económico del
Plan Nacional de Desarrollo.
11. Promover la inversión a corto, mediano y largo plazo, para la investiga-
ción, el desarrollo científico, tecnológico y la innovación.
12. Promover, articular y proyectar los esquemas organizacionales del cono-
cimiento, regionales, departamentales y municipales de ciencia, tecnología
e innovación, para potenciar su propio desarrollo y armonizar la genera-
ción de políticas.
13. Promover, articular e incorporar la cooperación interinstitucional, inter-
regional e internacional con los actores, políticas, planes, programas, pro-
yectos y actividades estratégicos para la consecución de los objetivos del
Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.
14. Coordinar la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación con las
políticas nacionales, regionales y sectoriales del Estado, en financiamien-
to, educación, cultura, desarrollo económico, competitividad, empren-
dimiento, medio ambiente, seguridad social, salud, agricultura, minas y
energía, infraestructura, defensa nacional, ordenamiento territorial, infor-
mación, comunicaciones, política exterior y cooperación internacional y
las demás que sean pertinentes.
15. Definir y orientar líneas temáticas prioritarias y operativas del Sistema Na-
cional de Ciencia, Tecnología e Innovación –SNCTI–, para lo cual podrá
modificar, suprimir o fusionar los Programas Nacionales de Ciencia, Tec-
nología e Innovación; crear nuevas estructuras sobre las diferentes áreas
del conocimiento; definir su nombre, composición y funciones; dictar las
reglas para su organización y diseñar las pautas para su incorporación en
los planes de las entidades vinculadas con su ejecución.
16. Definir prioridades y criterios para la asignación del gasto público en cien-
cia, tecnología e innovación, los cuales incluirán áreas estratégicas y pro-
gramas específicos y prioritarios a los que se les deberá otorgar especial
atención y apoyo presupuestal.
17. Diseñar, articular y estimular políticas e instrumentos para la inversión pri-
vada, doméstica o internacional, en ciencia, tecnología e innovación.
18. Concertar, con el apoyo del Departamento Nacional de Planeación, DNP,
en coordinación con las demás entidades nacionales que ejecutan política
Ley 1286 de enero 23 de 2009
1. Dirección General
1.1. Oficina Asesora de Planeación.
1.2. Oficina de Control Interno
1.3. Oficina de Sistemas de Información
2. Subdirección General
2.1. Dirección Nacional de Fomento a la Investigación.
2.2. Dirección Nacional de Redes del Conocimiento.
2.3. Dirección de Desarrollo Tecnológico e Innovación.
2.4. Dirección de Gestión de Recursos y Logística.
3. Secretaría General
Artículo 13º. Funciones del Consejo Asesor. Son funciones del Consejo Asesor:
CAPÍTULO III
Sobre la Institucionalidad de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación
Artículo 18º. Actividades del Sistema. Son actividades de los actores del Sis-
tema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación –SNCTI:
CAPÍTULO IV
Del Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
En ningún evento, los recursos del Fondo podrán destinarse a financiar el fun-
cionamiento del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Inno-
vación –Colciencias– ni de ninguna otra entidad pública.
Con relación a los recursos a que se refiere este artículo, se le dará estricto
cumplimiento a lo previsto en la segunda parte del artículo 361 de la Consti-
tución Política.
CAPÍTULO V
De las Disposiciones Varias del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e
Innovación –SNCTI
Artículo 33º. Las actividades, contratos y convenios que tengan por objeto
la realización de actividades definidas como de ciencia, tecnología e innovación
que celebren las entidades estatales, continuarán rigiéndose por las normas es-
peciales que les sean aplicables. En consecuencia, tales contratos se celebrarán
directamente.
En el caso del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Inno-
vación –Colciencias–, el régimen contractual para las demás actividades a su
cargo, será el previsto en el Estatuto General de Contratación de la Adminis-
tración Pública.
Resumen
La astrofísica nos descubre el vínculo umbilical que tenemos los seres
vivientes con el cosmos, ya que la génesis de las partículas que consti-
tuyen los átomos de nuestros organismos fue esculpida en los núcleos
de las estrellas. La Tierra no está en el centro del Sistema Solar; el Sol,
que ocupa este lugar con toda su cohorte de planetas, está en la perife-
ria de la Vía Láctea, y nuestra galaxia no está en el centro del universo,
Las ciencias físicas del siglo XX derrumbaron la idea que el universo era de-
terminista y perfecto, dogma de siglos anteriores. El inmóvil cielo estrellado se
abre paso hacia el hiperactivo conglomerado de galaxias y estrellas, surgiendo
descubrimientos inesperados como los agujeros negros, otras dimensiones, y
por fin, materia oscura y energía oscura. Más del 96% de la materia del cosmos
es desconocida, algo que está por doquier y no se deja ver, pero su fuerza
gravitacional se manifiesta intensamente. Hoy hay fuertes indicios de que los
astros, las estrellas y todos estos cuerpos celestes inspiradores de artistas, poe-
tas, teólogos, científicos y filósofos, son sólo una pequeña parte del cosmos; el
resto no se puede ver, pero está ahí y lo ocupa todo. Hoy se sabe que el 23%
de la materia del universo es materia oscura, 73% es energía oscura, y sólo el
4% es materia bariónica (figura 1).
No somos ya más el centro…
Figura 1. Contenido de materia del universo, según las observaciones del satélite arti-
ficial WMAP. Como puede observarse, el universo está hecho fundamentalmente de
materia y energía oscuras: 73% de energía oscura, 23% de materia oscura, y sólo 4%
de átomos o materia bariónica. (NASA/WMAP Science Team).
En cualquier caso, y a escala cósmica, el universo está regido por la fuerza gra-
vitatoria, que depende sólo de la distribución y la densidad de la energía. Y la
materia (energía) de los seres vivos es totalmente insignificante. Dependemos
completamente de otros organismos para obtener el aire que respiramos y
los alimentos que comemos. Somos seres que nos comemos unos a otros.
Nosotros mismos somos seres vivos, como también lo son nuestras abuelas
las bacterias y nuestros primos los bonobos. La evolución biológica que nos ha
conducido a ser como somos no es una evolución direccional, sino el resultado
inconsciente de factores aleatorios y fuerzas naturales. Todos los animales so-
mos entidades termodinámicamente improbables, frágiles, inverosímiles. Solo
a base de explotar los recursos de energía libre e información del entorno
logramos pervivir sobre la faz de la tierra.
para que materiales físico-químicos reunidos produzcan un ser vivo. Una espe-
cie de genealogía de la materia, que mediante las estrellas origina átomos, los
cuales se juntan para formar moléculas que pueden, basados en los modelos
estadísticos probabilísticos, dar origen a formas biológicas. No hay un pasaje
seguro entre materia inerte y materia viva. Hoy, el imperativo es juntar lo hu-
mano –reconociéndole su originalidad, especificidad y su unicidad– a la luz de
la naturaleza animal y biológica, y a su naturaleza física y cósmica.
La propia vida, dice Monod (1970), es una contingencia que podría no haber
sucedido; y el propio hombre es sólo un resultado improbable de la evolu-
ción biológica; él no es una necesidad inherente a su dinámica intrínseca, es
decir, no somos ni física ni biológicamente necesarios; tanto la vida cuanto la
humanidad emergieron en un universo que no aguardaba por ellos. Nosotros
continuamos siendo visitantes oportunistas de último momento. Pero ni por
eso visitantes muy especiales o muy maravillosos.
Figura 2. Varios árboles fueron propuestos para reconstruir la filiación entre los tres
dominios actuales (arqueobacterias, eubacterias y eucariotas). Se propone un antepa-
sado común que no atendió el estadio Procariota y un origen doble para Eucariotas,
como linajes intermedias (X, Y, Z), e importantes transferts horizontales de genes. C =
Cloroplastos; M = Mitocondrias.
Fuente: Modificado de Maurel, M. (2003).
Ahí está la tragedia biológica del ser humano desde toda perspectiva. Progra-
mado desde el genoma para sobrevivir, contempla su propia muerte, aunque
la programación para la muerte como subprograma, también aparece bajo la
forma de acortamiento de los telómeros con el tiempo. Estamos programados
para sobrevivir, pero también programados para morir, porque el envejeci-
miento que se deriva del acortamiento gradual de los telómeros cromosó-
micos, entre otras causas, no es más que la programación de una muerte
anunciada lenta y silenciosa. La muerte de la célula consiste en la pérdida de
su individualidad, en su fusión con el entorno. Cuando un ser vivo muere, su
individualidad colapsa y se confunde con el medio ambiente que lo rodea, se
pasa de un estado de organización a la dispersión de sus partículas. Es así que el
humano se ve forzado a aceptar su animalidad, especialmente en lo referente
a su eliminación con la muerte, pero además, trastornos y enfermedades, se
apoderan de nuestro día a día, de modo que no solamente nos enfrentamos a
nuestra desaparición, sino a nuestra condición de enfermos potenciales.
Conclusiones
“No sé cómo el mundo me ve. Pero me veo como un niño que juega a la orilla
del mar, encontrando aquí una concha más bonita, allí una piedra más redonda,
en cuanto el vasto océano de la verdad permanece inexplorado a mi frente”.
Atribuido a Isaac Newton (1643-1727).
Referencias
Introducción
Lenguaje religioso
* Estudios realizados por la autora: Licenciatura en Filosofía, Licenciatura en teología, Maestría en Educación,
Maestría en Teología, Doctorado en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana; Especialización en Docencia
Universitaria de la Universidad El Bosque. Docente investigadora de la Facultad de Teología de la Pontificia Uni-
versidad Javeriana; directora del grupo de investigación Teología y Género. Coautora de la serie de ERES TESTI-
MONIO, Editorial Voluntad; miembro del Comité de Redacción de la Revista Theologica Xaveriana, miembro del
Grupo de Teólogos Amerindia, miembro de la Asociación Colombiana de Teólogas.
1 Lectio Inauguralis del semestre académico del programa de Licenciatura en Educación Religiosa de la Facultad de
Ciencias de la Educación, pronunciada el 11 de febrero de 2010.
y responsiva del acto religioso que es siempre acogida de una palabra
divina precedente, lo cual hace que el lenguaje religioso cobre sentido al
ser la mediación de la experiencia religiosa.
La revelación llama a la fe, como acogida de una verdad histórica y como expe-
riencia del creer. Por tanto, este acto de creer, comprende como uno de sus
elementos constitutivos la percepción racional de la verdad de la revelación de
Dios. Sin este componente de captación intelectiva no hay experiencia de fe, y
de esa captación surge la teología cristiana.
Más que preguntarnos por quién es Dios, tendríamos que preguntarnos por
cómo lo percibimos, o mejor, de qué manera captamos su revelación en no-
sotros; de qué manera lo sentimos, lo experimentamos y siempre condicio-
nados por nuestro contexto geográfico, económico, social, político y cultural;
por nuestra condición étnica, sexuada y nuestros valores. Y, al mismo tiempo,
esta apreciación de imagen influye en nuestras relaciones, en la manera de
situarnos y de leer la realidad. Por tanto, nuestra imagen de Dios está con-
dicionada por nuestra historia personal de vida y por la cultura en la que nos
hemos desarrollado. Y aquí surge el primer problema: el conceptualizar la
divinidad solamente en masculino. La cultura androcéntrica y patriarcal en la
que ha vivido la religión judeo-cristiana sólo ha utilizado para hablar de Dios un
lenguaje masculino y kyriarcal2.
2 Término acuñado por la teóloga canadiense Elisabeth Schüssler Fiorenza, a partir de los términos griegos Kyrios
(señor o maestro) y archein (gobernar o dominar) con la intención de redefinir la categoría analítica patriarcado
de manera que incluya las entrelazadas y multiplicativas estructuras de dominación. El kyriarcado es un sistema
sociopolítico de dominación en el que los varones hacendados y cultos pertenecientes a la elite disfrutan de
poder sobre todas las mujeres, así como sobre los demás varones. La mejor manera de constatarlo es como un
complejo sistema piramidal de entrelazadas y multiplicativas estructuras sociales de dominio y subordinación, de
mundo y de opresión.
Lenguaje religioso incluyente
retos para la educación religiosa escolar
Una larga tradición de lenguaje masculino hace extrañas las simbolizaciones re-
feridas al Dios en femenino, pero no se trata sólo de esto. Es que las metáforas
femeninas colocan al descubierto el lenguaje sexual de Dios. Cuando habla-
mos de Dios no lo hacemos en lenguaje neutro, como tampoco lo hacemos
cuando hablamos de los seres humanos, que no somos de género neutro.
El lenguaje tradicional para referirse a Dios no es asexuado; por el contrario
es masculino. La sexualidad femenina ha sido leída en la historia de manera
compleja: produce temor y fascinación; ha sido tradicionalmente degradada y
la divinidad en femenino vinculada, en la tradición judeo-cristiana, a la idolatría,
a las diosas cananeas de la fertilidad.
Esta clase de lenguaje masculinizante ha hecho un mal uso de las reglas del
principio del orden que constituye a la razón, porque al absolutizarlo, lo ha
falseado y ha posibilitado el que Dios sea “racionalmente” masculino. El lengua-
je masculino sobre Dios ha servido para justificar, incluso para legitimar, unas
concepciones del poder y de la autoridad que han resultado nocivas para la
sociedad. Las imágenes y los símbolos cristianos sobre Dios han contribuido
también a la formación de esta clase de lenguaje, pues surgió en un contexto
histórico en el que se atribuían a Dios aquellos valores que, como la superiori-
dad o la dignidad, eran considerados exclusivamente masculinos y establecían,
al mismo tiempo, las distancias diferenciadoras de la inferior condición feme-
nina. Todo esto ayuda a comprender que se designara a Dios como “él” y no
como “ella”, pero la consecuencia es que, incluso en el lenguaje oficial de la
Iglesia para hablar de Dios, presenta la imagen de un Dios que es poderoso,
varón y blanco, un Dios que es protector, benefactor, juez, padre severo, aun-
que amoroso y fiel, y exige obediencia incondicionada. Es la imagen de un Dios
autoritario, de un juez que parece estar contra el “yo”, contra la humanidad y
contra el mundo, la imagen de un Dios como un poder controlador, con un
dominio cercano incluso a la coerción.
Pero, además, este lenguaje masculino parece olvidar que el creyente no sólo
habla sobre Dios, sino que también y sobre todo habla a Dios. Cuando ha-
blamos sobre alguien, estamos designando a un sujeto o realidad concreta a la
cual nos referimos y a la cual atribuimos unas cualidades. Esto significa que ob-
jetivamos un “tú”, que es primariamente nuestro interlocutor, pero también es
cierto, que cuando hablamos con alguien, por lo general, no se siente tanto la
necesidad de objetivar a nuestro interlocutor como el hecho de hablar con él.
En las religiones proféticas, por ejemplo, cuenta más la necesidad de expresar
la experiencia o vivencia de Dios, la relación con él, que el decir qué o quién es
Dios. El creyente tiene a Dios como su interlocutor; Dios es de quien o a quien
se está hablando, él es el destinatario directo de nuestra realidad dialogante. El
creyente vive y experimenta a Dios no como él o ella, sino como un tú, como
el tú absoluto.
Son esas limitaciones del lenguaje, esa falta de coincidencia entre el referencial
humano y el divino, lo que está señalando la distancia que separa al ser humano
de Dios y que ha llevado a pensadores como Wittgenstein a decir que “sobre
aquello de lo que no se puede hablar, mejor es callar”. Parece pues que a Dios
habría que buscarle fuera del lenguaje.
En el marco de este sistema dualista que surge desde la asimetría de los géne-
ros, todo lo que se asocia con lo femenino, la naturaleza, la materia, el cuer-
po, la sexualidad, viene desvalorizado, mientras que se exalta, por lo general,
como un valor más elevado aquello que es asociado a lo masculino, es decir, la
cultura, la mente o el espíritu. En la cultura patriarcal, se produce una desvalo-
rización religiosa de la mujer, y se la ve como una alteridad con respecto de la
norma masculina, para ser después asociada a la impureza, el mal, la tentación,
el pecado
La función que el género ha ejercido en toda la simbólica sobre Dios es, sin
lugar a dudas, importante. Veamos hasta qué punto las cualidades masculinas
han influido en la “paternidad” de Dios y la consiguiente absolutización del
símbolo masculino de Él.
Dios padre-madre
En segundo lugar, un análisis de las Cartas pastorales, entre otros textos, pero
en especial éstos, nos muestran cómo la preocupación por la continuidad de
la Iglesia llevó a la necesidad de una autoridad que fuese capaz de mantener
unidas a las comunidades cristianas frente a la aparición de las primeras con-
troversias y herejías. El modelo de relación que se tomó para mantener esta
unidad fue la relación familiar, pagana y judía, que se jerarquizaba en torno a
la figura del padre. Dentro de esta línea, y a modo de ejemplo, recordemos
que una de las funciones que tenían asignadas los presbíteros-obispos era la
de ser responsables de la administración de los bienes y de la disciplina de la
“casa de Dios”, como “padres” que eran de la comunidad (1 Tim 3,15), y, para
ello, se les pide a los candidatos, entre otras condiciones, la de ser capaces
de organizar y administrar su propia casa y de educar a sus hijos (1 Tim 3,4).
La metáfora casa de Dios aplicada a la Iglesia es bastante significativa, y podría
llevar a una primera confirmación de las sospechas de idolatría que pesan sobre
ella, pues sirve para legitimar el patriarcalismo. Pero la realidad es que el mo-
delo patriarcal estaba presente en la sociedad y en la historia de la humanidad
desde mucho antes de que el cristianismo surgiera, y lo único que éste hace es
incorporar las estructuras familiares y patriarcales judías y paganas, creando las
instituciones eclesiales bajo la influencia inevitable de las instituciones sociales
que la rodeaban.
Sométanse los unos a los otros en atención a Cristo. Las mujeres deben respetar a
los maridos como al señor; porque el marido es la cabeza de la mujer como Cristo
es la cabeza y salvador de la Iglesia, de la misma manera las mujeres deben respetar
a todos los maridos… (Ef. 5,21-33)
Y conforme a un designio divino, el designio de un Dios varón y padre.
Por mucho que se quiera insistir en el aspecto amoroso de Dios como padre,
o en que la referencia no es al padre como progenitor biológico, habría que re-
conocer que esta imagen de Dios podría ser idolátrica, porque absolutiza una
visión parcial del conocimiento de Dios y, al menos, porque parece inadecuada
para esa realidad de Dios que nos viene sugiriendo tanto la tradición bíblica y
cristiana como su experiencia, y que, frente a ese “él” que es la imagen oficial
de Dios propuesta por la Iglesia, han descubierto la realidad de un Dios que
está más allá y que es el Dios real .
Este olvido hace que el discurso pierda sentido, porque entre el mundo de
significaciones en que se mueve y el hombre concreto se abre una distancia
insalvable:
quede liberado del cerco necesario que el propio hablar, en cuanto hablar
humano, le impone necesariamente.
Introducción
Para iniciar este sustancial recorrido por la historia de las disciplinas que
forman y formarán parte de la Facultad de Ciencias de la Salud, es im-
portante referenciar algunas de las definiciones sobre el concepto de
salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como
“el estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente
la ausencia de afecciones o enfermedades. La salud implica que todas
las necesidades fundamentales de las personas estén cubiertas: afectivas,
sanitarias, nutricionales, sociales y culturales”.
Esta breve compilación sobre algunos conceptos de salud, refleja la visión holís-
tica e integral que se tiene de ella, por lo tanto, la oferta de formación en el área
de la salud debe estar permeada por estas concepciones que hacen obligante
re-pensar la propuesta curricular de los programas de pregrado en salud.
Optometría
que conduzca a lograr la eficiencia visual y la salud ocular, así como el reconoci-
miento y diagnóstico de las manifestaciones sistémicas que tienen relación con
el ojo y que permiten preservar y mejorar la calidad de vida del individuo y la
comunidad.
Primer periodo
Segundo periodo
Define la Optometría:
Tercer periodo
Por último, no podemos desconocer la Ley 1164 de 2007 que regula el Talen-
to Humano en Salud, pues sin duda esta genera nuevos retos para los optó-
metras de ayer y de hoy.
Enfermería
▪▪ Los principios y leyes que gobiernan los procesos de la vida, del bienestar y
el óptimo funcionamiento de los seres humanos sanos o enfermos.
Referencias
Viva la Universidad, vivan los profesores. Vivan todos y cada uno de sus miem-
bros, que siempre resplandezcan. Es una de las estrofas del Gaudeamus igitur,
el himno universitario más antiguo (siglo XIII).
Los estudiantes de ayer, al igual que los de hoy, se preparaban con empeño
para entrar en la Universidad; una de sus preocupaciones (los tiempos no cam-
bian) era la segunda lengua. Debían dominar el latín, vestían manta o capa y
beca, eran alegres, diferentes, creativos: ¡eran los estudiantes!
La movilidad de los profesores fue desde los inicios una cualidad de las universi-
dades. La lengua común facilitaba las invitaciones: Roger Bacon pasó de Oxford
a París; Pedro de Irlanda fue visitante en Nápoles; Alberto Magno enseñó en
Friburgo, Ratisbona, Colonia, París y Padua; Tomás de Aquino en París, Colo-
nia, Bolonia, Roma, Nápoles. Los estudiantes también viajaban de acuerdo con
sus posibilidades.
La Salle llegó a nuestro país con una visión y una misión en la que la ciencia,
la tecnología y el humanismo se fundamentaron con certeza: la formación de
ingenieros, el desarrollo de las ciencias naturales, la formación de maestros y
el desarrollo del sector agropecuario, esa labor formulada desde fines del siglo
XIX, se cultivó en los colegios e institutos de La Salle, y ahora fructifica genero-
samente en la Universidad, como una muestra de la presencia y de la tradición
viva del lasallismo en la patria.
Hoy, señores graduandos, saldrán del aula máxima, permeados por el carisma
de La Salle, educados para pensar, decidir y servir. Sean siempre defensores y
respetuosos de la verdad, la equidad y la dignidad de las personas. Muestren
siempre lo que son, reconozcan lo mucho que pueden ofrecer al país.
Lasallistas, como el águila azul del himno de nuestra universidad, vuelen alto y
miren lejos, pero sin perder el horizonte de la Universidad: la transformación
social y productiva del país.
Muchas gracias.
GALERÍA
Centenario del natalicio
del Hermano Daniel (1909-2009)
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Centenario del natalicio del Hermano Daniel (1909-2009)
Hno. Daniel
(1909-2009)
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Centenario del natalicio del Hermano Daniel (1909-2009)
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za, separadas por guión, número de la página en que termina).
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Villar, L. «La educación hoy: una nueva perspectiva». Revista Ensayos sobre edu-
cación y pedagogía 8. 1 (2003): 35-41.
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edición (solo cuando es diferente de la primera). Ciudad (solo cuando existan
homónimos si pone el país): Editorial (sin el título de editorial, ni nombres co-
merciales como S. A. o Ltda), Año.
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tor, compilador o traductor. Datos de la publicación. Fecha de consulta. acceso
(dirección completa de Internet) .
Ejemplo:
Austen, J. Pride and prejudice. Ed. Henry Churchyard. 1996. 10 Sept. 1997.
<http://www.pemberley.com/janeinfo/pridprej.html>.
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nencia». Espacio académico donde fue presentada. Patrocinador del evento.
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