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3.

PUNTO DE ARRANQUE DE LA ONTOLOGÍA

PUNTO DE PARTIDA MÁS ACÁ DEL IDEALISMO Y EL REALISMO (Hartmann)


La ontología empieza en una cierta posición, más acá de los problemas metafísicos así como de
la oposición entre puntos de vista y los sistemas filosóficos. No es de antemano importante
para el planteamiento de su propia cuestión saber si hay un “principio del mundo”, si este
principio tiene o no la forma de una inteligencia, si la fábrica del mundo tiene sentido o el
proceso del mundo se dirige hacia una meta.

Y entonces sin duda de que la manera de tratar la cuestión del ser resultan consecuencias que
son decisivas para la metafísica. Pero esta relación no se deja invertir. Ni antes de entrar en el
problema del ser podemos saber sobre el mundo y su principio nada que rebase la experiencia,
ni pueden decidir del problema del ser hipótesis acerca de estos objetos. Justo el problema
del ser es por su esencia un problema que tiene sus raíces en el más acá, en el primer plano.
Parte de fenómenos, no de hipótesis.

En principio existe muy bien la posibilidad de comprender todo ser ostensible –y justamente
también el de un “ente en cuanto tal”- como referido a un sujeto.

EXTRAVÍO DE LA CUESTIÓN MODIFICADA DEL SER (Hartmann)


Martin Heidegger ha impugnado lo anterior. En lugar de la cuestión del “ente en cuanto ente”
pone la cuestión del “sentido del ser”. Una ontología es ciega mientras no aclara esta cuestión;
la vieja ontología tiene por esta causa que sucumbir a la destrucción; tiene que ganarse un
nuevo punto de partida. Debe ganarse en el “ser ahí”, que por su parte se restringe
inmediatamente al “ser ahí” del hombre. Todo comprender el ser tiene sus raíces en él, y la
ontología debe basarse en el análisis existenciario de este “ser ahí”.

La consecuencia de este punto de partida es comprender por adelantado todo ente como
relativo al hombre. Es el suyo en cada caso. Todas las determinaciones ulteriores son el
resultado de esta relativización al yo del hombre: el mundo en que yo soy es el “en cada caso
mío”, pudiendo muy bien, pues, ser otro para cada uno; igualmente es la verdad la “en cada
caso mía”.

El verdadero error desde el punto de partida estaría en acercar demasiado entre sí el ser y el
comprender el ser, hasta confundir prácticamente el ser y la manera de darse el ser.

4. ¿QUÉ ES ESO QUE LLAMAMOS REALIDAD?

ACLARACIÓN DEL CONCEPTO ONTOLÓGICO DE REALIDAD (Hartmann)


Su concepto toma la manera de ser de las cosas materiales por la realidad propiamente como
tal (lo que responde efectivamente al primer sentido literal de realitas). Justo las cosas son
para la conciencia ingenua los inmediatos representantes de lo real. Por su sustancialidad
parecen tener preferencia en punto al ser sobre todo lo demás que hay en el mundo.
Las cosas materiales no son sólo objetos de la percepción; son también objetos del apetecer,
del conquistar, del trocar, del comprar, del tratar, de elaboración, de utilización, de disputa y
litigio. Están, pues, en el centro de la esfera en que trascurre la vida humana, en la esfera del
obrar y tender, del padecer y luchar, de las relaciones y situaciones humanas así como de los
sucesos históricos. Siempre que en el mundo se trata de la realidad de las cosas materiales, se
trata justamente también de la realidad de las humanas relaciones, situaciones, conflictos,
destinos, incluso de la realidad del curso de la historia. En esto descansa el peso del problema
de la realidad: éste afecta siempre a la vez y tan directamente al ser de las cosas y al ser del
hombre, al ser del mundo material y al del espiritual; y con inclusión de todo lo que se
encuentra entre éste y aquél en el orden gradual. El concepto natural ampliado de realidad
concibe al “mundo real” en que vivimos como dotado de unidad, es decir, como un mundo que
contiene en sí lo múltiple enlazado: las formaciones vivientes y las carentes de vida, los
procesos de las cosas y los del espíritu. Ambos, materia y espíritu abarcan los mismos
momentos, tanto de individualidad como de temporalidad. El ser espiritual pasa en el tiempo,
pero sólo la espacialidad distingue de él a las cosas materiales.

LA REALIDAD Y LA TEMPORALIDAD (Hartmann)


La realidad presupone, de la manera más expresa, el universal paralelismo de todos los
sucesos, los físicos como los histórico-humanos, en un tiempo.

EL CONOCIMIENTO Y LA CONCIENCIA EMOCIONAL DE LA REALIDAD (Hatmann)


Como con las personas, así es con todo lo que pertenece a la esfera de la vida humana. Por
todas partes se muestra el primado del experimentar y vivir algo sobre el conocer. La
conciencia emocional de la realidad es la fundamental. Inserto en el conjunto de la vida se
inicia el conocimiento. Y aun allí donde éste borra posteriormente y deja tras de sí aquél, sigue
vuelto duraderamente hacia él por uno de sus lados. Este lado es la manera primitiva de darse
el “ser ahí” real del mundo que conocemos. Pues es el mismo mundo en que vivimos.

REALIDAD (Louis La Velle)


Imponiéndosenos así a pesar nuestro, tiende a absorber las dos categorías de ser y de
existencia: la de ser, que permanece para nosotros vacía y abstracta mientras no viene a
llenarse con todas las determinaciones concretas tomadas a la realidad -la de existencia, que
no es para nosotros sino una posibilidad mientras no viene a coincidir con algún dato en que se
actualice esta posibilidad. Y es muy notable, de un lado, que para protestar contra el peligro de
considerar el ser como una unidad puramente formal, se define el ser mismo como el ens
realissimum (de tal suerte que la realitas acaba por volverse la essentía, lejos de confundirse
con el dato, que se confundirá, al contrario, con la existencia) y que, de otro lado, digamos
indiferentemente de nuestra existencia misma, para indicar que no se queda en puramente
virtual, que se realiza o se actualiza.

REALIDAD (Abbagnano)
Lo opuesto de realidad es, idealidad, que indica el modo de ser de lo que está en la mente y no
es o no puede ser, o no está todavía incorporado o puesto en acción en las cosas.

Hay un problema del modo de ser específico de las cosas, o sea el tipo de existencia que les es
propio. Este problema está estrechamente relacionado con el de la "existencia” de las cosas y
sólo alguna respuesta al mismo puede dar significado a la solución positiva del último, ya que
si las cosas existen nace en seguida la pregunta: ¿cuál es el sentido de su existencia? El
problema de la R., por lo tanto, se debe considerar compuesto por estos dos problemas,
inseparables uno del otro: el de la existencia y el del modo de ser específico de las cosas.

Con acentuación crítica, Dewey menciona sobre la realidad: "En la más breve de las fórmulas
realidad resulta lo que deseamos que sea la existencia después de analizar sus defectos y
decidir qué es lo que los suprimiría; realidad es lo que sería la existencia si nuestras
preferencias racionalmente justificadas estuviesen tan cabalmente arraigadas en la naturaleza
que agotaran y definieran el ser íntegro de ésta. El resto (y como siguen existiendo
empíricamente la perturbación, la lucha, el conflicto y el error, existe un resto) al quedar
excluido por definición de la plena realidad se describe a un grado u orden del ser que se
afirma que es metafísicamente inferior; a un orden diversamente llamado apariencia, ilusión,
espíritu mortal o lo simplemente empírico, en oposición a lo que es real y verdaderamente".

En contraste con posibilidad, potencialidad y, a veces, también con necesidad, la palabra


significa actualidad o efectividad o lo que se ha actuado o efectuado y posee la existencia de
hecho. Para Hegel la realidad es la esencia que se ha realizado como existencia o lo interno
que se ha manifestado efectivamente en lo externo.

Bibliografía:
ABBAGNANO, NICOLA. Diccionario de filosofía. México D.F., FCE, 1993.
FERRATER MORA, JOSÉ. Diccionario de filosofía. Madrid, Alianza Ed., 2014
GARCÍA MORENTE, MANUEL. Lecciones preliminares de filosofía. México D.F., Porrúa, 2010.
HARTMANN, NICOLAI. Ontología. México D.F., FCE, 1965.
LA VELLE, LOUIS. Introducción a la ontología. México D.F., FCE, 1953.

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