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La muerte de Dios
Resulta evidente que al desaparecer Dios deberían desaparecer también todos los
valores que se le han adscrito. Habría, sin embargo, una serie de nuevos valores
que, si bien ajenos aparentemente a la religión, sostendrían de hecho a los antiguos;
es el caso de la democracia y el socialismo. Sin embargo, en palabras de Nietzsche,
la definitiva muerte de Dios traera antes o después la muerte de los valores
absolutos y de las leyes morales objetivas. También en este punto, el rechazo de los
valores por parte de Nietzsche supone un acendrado nihilismo.
Nietzsche avanza en La gaya ciencia algo que supone un enorme paso respecto de
todo lo dicho hasta ahora. En ese libro se anuncia con gran alborozo la muerte de
Dios. Nietzsche pone en evidencia la impotencia del cristianismo para que siga
persistiendo la creencia en Dios, lo cual, según el filósofo alemán, ilumina el
destino europeo. Al desaparecer, así, los mandamientos y prohibiciones del
cristianismo, de su decadencia se seguirá inevitablemente que el ser humano
recupere su fuerza creadora y que, abandonando todo intento por alcanzar el más
allá, se concentre de una vez por todas en el mundo real.
La muerte de Dios y el último hombre
El capítulo titulado “El hombre loco” del libro Así habló Zaratustra es sumamente
significativo, pues en él se da cuenta de la enorme sacudida que ha supuesto la
muerte de Dios. Este punto resulta decisivo para que el ser humano libre alcance la
transmutación de los valores.
A juicio de Nietzsche, aunque haya ocurrido en un momento determinado, lo cierto
es que la muerte de Dios es un acontecimiento histórico. En ultimo término, todos
los hombres y niuieres han dado muerte a Dios. El primero en darse cuenta de lo
ocurrido es el hombre loco que, encolerizado y tocado por una especie de sutil
emoción, comienza a gritar, tan increíble le parece lo ocurrido.
Así habló Zaratustra es sin duda la obra de madurez de Friedrich Nietzsche, el más
profundo y conocido de sus libros; en él su filosofía alcanza la cumbre. En esa obra,
Nietzsche reunió lo fundamental de todas sus obras anteriores, a lo que añadió,
además, su teoría del superhombre. A la muerte de Dios le sigue, efectivamente, la
llegada del superhombre. Pero el superhombre no aparecerá sin más; se trata más
bien de una esperanza para el futuro. Es así como nos lo presenta Nietzsche: frente
al último hombre que, habiendo abandonado el idealismo y la trascendencia, carece
de la fuerza creadora suficiente, Zaratustra anticipa la llegada esperanzadora del
superhombre. Pero eso ocurre cuando el último hombre, que entre tanto
permanecerá quieto, abandone cualquier atisbo de intención para desarrollar no
importa qué proyecto, cuando, en definitiva, se abandone el comportamiento pasivo
del que no cabe esperar más que el puro nihilismo.
Lo cierto es que las reflexiones nietzscheanas en torno al ser humano coinciden con
las investigaciones de la biología y la antropología de la época. Según estas
investigaciones, las sociedades humanas no permanecen eternamente iguales. Como
se podrá observar, la teoría de la evolución ejerció una gran influencia en la ciencia
de la época, y como no podía ser de otro modo, también Nietzsche se vio influido
por ella. Pues bien, así como la especie humana ha ido desarrollándose tras siglos
de evolución, resulta perfectamente plausible pensar que en el futuro seguirá siendo
así. Justamente por esta razón, Nietzsche sostiene que el superhombre esta aun por
llegar. Asimismo, la antropología de la época defendió dos tesis sumamente
importantes: por un lado, que no existe distinción entre el alma y el cuerpo, y por
otro lado, que el ser humano no fue creado a partir de la nada. Ahora bien, frente a
todo ello Nietzsche constata que el propio desarrollo humano no ha ocurrido por las
buenas, razón por la cual es necesario abonar adecuadamente el terreno, de manera
que de ello resulte una tierra propicia para que el ser humano se desarrolle
plenamente según todas sus posibilidades.
Romper con el pasado significaba para Nietzsche que los hombres y mujeres
pudieran alcanzar un nuevo estadio en el que cada cual pudiera labrar su propio
futuro. Muy al contrario de lo que a veces se afirma, Nietzsche pretendió que el ser
humano rompiera definitivamente con las cadenas que lo atan al pasado para llegar
a ser, al fin, dueño y señor de su propio futuro.
Solo así se entiende lo que expresa Nietzsche a través de su teoría del superhombre:
el ser humano no avanza hacia una postrera etapa de su historia, sino a algo mejor, a
un estadio superior en que el individuo reafirmara la voluntad de superar todas las
épocas que le han precedido. El superhombre expresa, pues, el desacuerdo del ser
humano respecto de todo lo actual y, asimismo. el anhelo por alcanzar una vida
mejor.