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José de Rojas y Moreno

Síntesis biográfica
José de Rojas y Moreno, nació en Alicante el 18 de diciembre de 1893. Su padre fue una
importante figura de la política y la nobleza alicantina, en calidad de Marqués del Bosch y
Conde de Torrellano y de Casa Rojas. Además, su familia poseía numerosas tierras en la
provincia de Alicante.
José de Rojas y Moreno fue desde los quince años el VI Conde de Casas Rojas tras el
fallecimiento de su padre.
Estudió y se doctoró en Derecho, ejerciendo como abogado. A sus 36 años Se casó
en 1929 en primeras nupcias con Doña Victoria Rosado Sánchez Pastor, viuda de Don N.
Jiménez, fallecida el 27 de abril de 1961. Luego, en segundas nupcias se casó con Doña
María Pinto da Silva. Adoptó a la hija de Doña Victoria Rosado que esta señora había tenido
de su primer marido y que pasó tomar el apellido de éste: Victoria de Rojas Jiménez-
Rosado.
Falleció en Madrid el 2 de marzo de 1973.

Labor realizada
En 1941, recién llegado a su plaza diplomática en Bucarest, se encontró con un panorama
desalentador: al igual que otros rincones de Europa, las leyes antisemitas arrinconaban sin
piedad a los miembros de la comunidad hebrea. En aquel momento, el gobierno pronazi de
Rumanía estaba dando su visto bueno a la deportación masiva de cuantos judíos hubiera en
su territorio rumbo a los campos de concentración alemanes. Su rechazo a los postulados
raciales nazis no se hizo esperar: pronto comenzó a denunciar las continuas violaciones de
derechos humanos, e hizo todo lo posible por mejorar las lamentables condiciones de vida
de los judíos rumanos.
En septiembre de 1941, escribió a Madrid con la intención de obtener un permiso que le
permitiera extender visados sin esperar la confirmación del Ministerio, argumentando que
los judíos de origen sefardí del país habían apoyado, de forma colectiva y sin fisuras, el
movimiento nacional. Un mes más tarde las autoridades españolas confirmaron el derecho a
los judíos españoles de Rumanía a entrar en España, aunque subrayaron que cada caso debía
ser examinado de forma individual, en contra de los deseos de Rojas y Moreno.
A pesar del contratiempo, el embajador español peleó de forma incansable, al igual que lo
había hecho Rolland de Miotta en Francia, para evitar la expropiación de los bienes de
judíos sefardíes. En este caso sus esfuerzos tuvieron éxito, y en agosto de 1942 se ordenó
la protección a dichas propiedades. Además, los judíos españoles quedaban exentos de
pagar el impuesto especial judío.
Desde su posición como Embajador de España en Bucarest (Rumanía, 1941- 1943) consiguió
que se revocasen los decretos de expulsión dictados contra un grupo de judíos sefarditas y
la promesa formal de que, en el futuro, ninguno de ellos sería expulsado. De ese modo logró
evitar que muchos judíos fueran expulsados de sus casas y de sus ciudades. Algunos
llegaron hasta España y otros consiguieron poder quedarse en Rumanía hasta el final de la
Segunda Guerra Mundial.
Tras la entrada de la Unión Soviética en Rumanía, España retiró las embajadas diplomáticas
en este y otros países comunistas, por lo cual José de Rojas tuvo que volver a España.
Prosiguió su carrera como político y diplomático, estableciéndose en Madrid. En 1945
recibió la Cruz de la Orden de Isabel la Católica. A lo largo del resto de su vida fue
obteniendo multitud de reconocimientos como la Gran Cruz de Medhauia, la Gran Cruz de la
Estrella de Rumanía, la Gran Cruz de la Corona de Rumanía, la Gran Cruz de la Corona de
Italia y la Gran Cruz de la Orden del Mérito Naval. En 1965 fue nombrado Consejero
Permanente del Estado
En el año 2000 el Ministerio de Asuntos Exteriores, siendo ministro Abel Matutes, creó
una página web en honor a los diplomáticos españoles que ayudaron a los judíos durante el
Holocausto denominada Diplomáticos españoles durante el Holocausto. Posteriormente, en
el año 2007 fueron homenajeados en una exposición titulada Visados para la libertad
organizada por la Casa Sefarad de Madrid.
El distinguido político Alberto Ruiz Gallardón es su bisnieto.

Su apoyo a la causa judía


El Conde de Casa Rojas llega a Bucarest a principios de diciembre de 1940 con 48 años y
tras 25 como diplomático. Tiene cierta cercanía a Franco pues, al sorprenderle la Guerra
Civil como cónsul general en Tánger, se traslada a Tetuán para presentarse a él. Lo recibirá
varias veces al comienzo del Alzamiento y, una vez en Burgos, como jefe del Estado le
encomendará la Secretaría de Relaciones Exteriores. No será en Rumania donde José Rojas
se enfrente por primera vez a la defensa de sus connacionales judíos. Antes, en 1938, como
jefe de la Sección de Europa ordena a la Embajada en Roma que, ante el decreto del
Gobierno italiano para la expulsión de los hebreos extranjeros, se concedan pasaportes a
todos los judíos compatriotas ya que, “no estableciéndose discriminación en nuestra
legislación, ni por razón de religión, ni por razón de raza, solo hay españoles de una
categoría”. Ya en Bucarest, entre 1940 y noviembre de 1943, gracias a su decidida
intervención y a su amistad con miembros del Gobierno (fundamentalmente, con el propio
primer ministro, mariscal Ion Antonescu, Conducător de Rumania), va evitando la aplicación
de las leyes antisemitas a los 110 judíos españoles que allí viven: con altibajos, siguen
funcionando sus fábricas, se respetan sus propiedades urbanas, no se requisan sus
automóviles o sus aparatos de radio e, incluso, quedan exentos de una contribución especial
impuesta a los hebreos residentes en Rumania.
En abril del 41, Casa Rojas obtiene la revocación de la expulsión de un grupo de 24
españoles de raza judía –algunos católicos–, así como la promesa formal de que en el futuro
ningún español será deportado de Rumania. Les dota de un certificado sobre su inscripción
en el Registro de la Legación, afirmando que, siendo españoles, no están sometidos a las
medidas de excepción para los judíos. Por propia iniciativa, en febrero de 1942 aconseja a
los naturalizados de origen judío que no se inscriban en el censo de la Oficina Central de los
Judíos de Rumania. Asimismo, se distribuyen entre ellos tarjetones de la Legación española
(firmados por él mismo) para ser colocados en las puertas de sus domicilios y declarando,
en español, rumano y alemán, que estos quedan bajo su protección. Desde abril de 1941
invoca continuamente ante el Conducător el canje de notas hispano-rumano de 31 de marzo
de 1934 para que se aplique la cláusula de nación más favorecida en relación con el derecho
de residencia en el país y así continuar sus actividades industriales y comerciales
manteniendo sus tarjetas de identidad profesional.
A consecuencia de una nueva oposición del diplomático, en agosto del 42 Antonescu ordena
al Centro Nacional de Rumanización anular la orden dictada para confiscar los bienes
inmuebles y propiedades hispanas: los españoles quedan equiparados a alemanes, italianos y
suizos. Para Casa Rojas los sefarditas españoles que residen en Rumania son simplemente
compatriotas. En sus notas verbales al Gobierno rumano y sus entrevistas con Antonescu,
suele hablar de súbditos españoles o de sus connacionales, sin mencionar su condición de
judíos. No obstante, a pesar de su eficaz protección de la colonia sefardita y ante una
posible persecución futura en Rumania, intenta su repatriación “simplemente para tener su
retirada cubierta y ante un trance desesperado”. El 26 de septiembre de 1941 demanda el
beneplácito de Madrid para extender visados, sin consulta previa ni esperar confirmación
del Ministerio. Argumenta que los judíos de forma colectiva se habían adherido a la Causa
Nacional durante la Guerra Civil y que ofrecían solvencia moral y económica para
trasladarse y fijar su residencia en España. Por fin, en mayo de 1943, Asuntos Exteriores
le concede autorización “para facilitar el viaje si las circunstancias lo exigiesen”, aunque
subrayando que cada caso debía ser examinado individualmente, en contra de los deseos de
Rojas. El 8 de junio remite a Madrid y a la Embajada española en Berlín una lista con los 110
“súbditos españoles sefardíes residentes en Rumania” que reunían todas las condiciones
señaladas como indispensables. Para ellos logrará el necesario permiso de evacuación
llegado el momento.
Entre las distintas iniciativas orquestadas por el embajador para proteger a quienes
consideraba súbditos de la patria, destaca especialmente la creación de una serie de
carteles, que repartió entre la comunidad sefardí. Dichos carteles, pegados en las fachadas
de las viviendas, anunciaban con una tipografía de gran tamaño: “Aquí vive un español”. La
medida, aunque aparentemente extravagante, permitió salvar las vidas de muchos judíos.
En abril de 1943, el diplomático sufrió uno de los momentos más amargos de su misión en
Rumania. Aquel año, un judío español llamado Dario Algranti, junto a su esposa y dos hijas,
fueron deportados a un campo de concentración polaco. El embajador hizo todo lo posible
por salvar sus vidas, pero fue en vano. Aquel fue el único caso en el que judíos rumanos de
origen español sufrieron el horror de la deportación.
En mayo de 1944, y con la intención de evitar nuevos casos como el de Algranti, Rojas quiso
acelerar la salida de 65 judíos con dirección a España, e inició los trámites necesarios con
las autoridades alemanas. Desgraciadamente, sus esfuerzos se toparon con un problema
inesperado: la negación rotunda de Eberhard von Thadden, en aquel entonces ayudante
especial de Adolf Eichmannn. Pese a la negativa inicial, el embajador español no se rindió y,
tras repetidas quejas al Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid, consiguió al fin que
los alemanes diesen el visto bueno a la salida de los 65 sefardíes. Animado por el éxito de
aquella empresa, Rojas intentó una nueva evacuación de otro grupo judío, pero en este caso,
le fue imposible cumplir su cometido.
FICHA
NOMBRE JOSÉ DE ROJAS Y
MORENO
NACIMIENTO Alicante, 18 de abril de 1893
Y MUERTE Madrid, 2 de marzo de 1973

PROFESIÓN Embajador de España en Bucarest durante el


DURANTE LA período 1941-1943

SEGUNDA GUERRA
MUNDIAL
HECHOS QUE -Evitó la aplicación de las leyes antisemitas a los 110
judíos españoles que vivían en Rumanía.
JUSTIFICAN SU - En abril del 41, obtiene la revocación de la expulsión
RECONOCIMENTO de un grupo de 24 españoles de raza judía –algunos
católicos–, así como la promesa formal de que en el
futuro ningún español será deportado de Rumania.
- El 26 de septiembre de 1941 demanda el beneplácito
de Madrid para extender visados, sin consulta previa
ni esperar confirmación del Ministerio. Argumenta que
los judíos de forma colectiva se habían adherido a la
Causa Nacional durante la Guerra Civil y que ofrecían
solvencia moral y económica para trasladarse y fijar su
residencia en España. El 8 de junio del año siguiente
remite a Madrid y a la Embajada española en Berlín
una lista con los 110 “súbditos españoles sefardíes
residentes en Rumania” que reunían todas las
condiciones señaladas como indispensables. Para ellos
logrará el necesario permiso de evacuación llegado el
momento.
SITUACIÓN ACTUAL A día de hoy, son solo siete los españoles que
han recibido el galardón de ser considerados
Justos entre las naciones, como podemos ver
en el cuadro adjunto:

The Righteous Among the Nations Department


Righteous Among the Nations Honored by Yad Vashem by 1
January 2016
SPAIN
NAME NUMBER YEAR
Aguirre y Otegui, Martin 11942 2011
De Romero Radigales, Sebastian 12740 2014
Faya Blasquez, Conception 12123 2011
Propper de Callejon, Eduardo 10867 2007
Santaella, Dr. Jose & Carmen 3984 1998
Sanz Briz, Angel 121 1966

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