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LA VIDA SEGÚN
EL EspíRITU
Reflexiones desde las
Cartas de Pablo
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dimensiones de la epifaníq del Espíritu, según 1 El don y la tarea
aparecen en las cartas autéhticas de Pablo (Rom,
1.2 Cor, Gál, Flp, 1 Tes y' Flm). Se conforman,
además, con ser sólo indicaciones, señalando los
textos más significativos, pero sin entrar en un
allálisis detallado de ellos ..
~ ..
1.1 El «indicativo" y el «imperativo"
Lo primero que hay que decir es que la vida «se-
gún el Espíritu" es una vida «en el Espíritu"
(Rom 8,4-5.9-10). El Espíritu no es la norma ex-
terna «según» la cual el hombre efectúa su ca-
minar, su vida. El Espíritu es, ante todo, el ám-
bito «en» el que está la existencia del hombre.
Únicamente dentro de él es posible una vida «es-
piritual». «El Espíritu de la vida» (Rom 8,2) es el
\
aliento que la crea, la sostiene y la recrea de con-
tinuo. La vida desde el Espíritu se experimenta,
entonces, corno un milagro, corno un don mara-
villoso del Dios creador y vivificador, cuyo Espí-
ritu se ha apoderado del centro mismo de la per-
sona del hombre, de su «corazón», corno expresa
el lenguaje bautismal.
Pero ese don está dirigido a la realización de la
existencia del hombre. Su potencia tiene que de-
senvolverse en la vida de la persona. No se trata
de un poder mágico, al margen de la decisión del
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hombre, sino de un don que hace posible una de sus manifestaciones pneumáticas (cfr 1 Cor
nueva existencia humana, iY que, por tanto, el 4,7). El talante del hombre «espiritual» es la hu-
hombre tiene que acoger y fivir, dejándolo crecer mildad, la alabanza y la acción de gracias (cfr 1
y madurar en toda su exist~ncia personaL Y así, Cor 1,4-9; 6,19-20).
el «indicativo» de la vida «en el Espíritu», puro
,
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2 La nueva dimensión
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pecificado por otros. Separa~a del Espíritu, la rea- en la vida definitiva es precisamente el Espíritu
lidad humana es «carne" ti está en el ámbito de que habita en él (Rom 8,11.23; 2 Cor 5,5). Por
la «carne,,: está en el ámbito de la simple natu- eso, el hombre en su ser «carne» está destinado
a la destrucción, pero en su ser «espíritu», ani,
raleza, del «mundo", de la; debilidad, de la apa-
mado por el Espíritu de Dios, está destinado a
riencia.
la salvación (1 Cor 5,5).
A mi entender, ese asp~cto de la «carne", en
- De igual modo, los auténticos descendientes
oposición al «Espíritu", es ~l que descubrimos en
de Abraham, los «hijos de Dios», no son los «hi-
varios textos paulinos: jos de la carne» o el nacido «según la carne», sino
los «hijos de la promesa» o el nacido «según el
- «Conocer a Cristo según la carne" (2 Cor Espíritu» (Rom 9,8; Gál 4,23.29.
5,16) es conocerlo desde las categorías munda-
- Así también, la autenticidad del ser judío o
nas. Cristo «según la carne,,~ fue descendiente de
de la circuncisión no está «en lo aparente» ni «en
David (Rom 1,3) o del pueblo de Israel (Rom
la carne», sino «en lo oculto» y en el «corazón»,
9,5). Pero su realidad profunda, demostrada en
esto es, no en la dimensión de la «letra», sino
su resurrección, es la de «Hijo de Dios en poder,
del «Espíritu» (Rom 2,28-29). La misma ley, que
según el Espíritu de santidad" (Rom 1,4). Es el sin el Espíritu es simple <<letra» (2 Cor 3,6; Rom
Espíritu el que señala la dimensión de Cristo 2,27.29; 7,6), se descubre y se cumple en su sen-
como el Hombre nuevo, «Espíritu que da vida», tido auténtico, como «ley espiritual» (Rom 7,14),
origen de la nueva humanidad (1 Cor 15,45). y
como expresión de la voluntad del Dios vivo, úni-
el que se\ une a él forma con él no «una sola camente desde el Espiritu: sólo los que «están en
carne}), sino «un solo espíritu», es decir, un único el Espiritu» y «caminan según el Espíritu» son
ser animado por el Espíritu (1 Cor 6,16-17).
los que pueden «cumplir la exigencia de la ley»
- En este mismo sentido, el hombre en cuanto (Rom 8,4). Lo mismo que el verdadero culto es
«carne y sangre», esto es, en cuanto ser marcado el servicio a Dios «en el Espiritu de Dios» (Flp
por la muerte y por la corrupción, no puede en- 3,3) o «en el espiritu» del hombre, animado por
trar en posesión de la herencia del Reino de Dios el Espíritu de Dios (Rom 1,9). Y la auténtica car-
(1 Cor 15,50). Ése es «el hombre exterior», que ta de recomendación es la «escrita no con tinta,
se corrompe; el ser hunjano auténtico, «el hom- sino con el Espíritu del Dios vivo, y no en tabli-
bre interior», en cambiol «se renueva día a dia» llas de piedra, sino en tablillas que son corazones
(2 Cor 4,16). y la garahtía de su participación de carne viva» (2 Cor 3,3).
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Según esto, una función e~encial de la manifes- 3 La presencia de Dios
tación del Espíritu es el ~esvelar la di~~nsión
profunda de la realidad. Uni hombre «espmtual»,
y de Cristo
entonces, es una persona ~e la autenticidad, de
la verdad. Es una persona gue vive en un plano
nuevo libre de la «aparien(ha», de lo «exterior»,
de la' <<letra», de la «carne>~. Es un hombre del
«corazón», y no de la «cara» (2 Cor 5,12), ya que
el Espíritu se le da en el «corazón» (Rom 5,5; 2 a) La presencia de Dios
Cor 1,22; Gál 4,6), en el centro auténtico de su
persona. Según la terminología bautismal, el El misterio que desvela el Espíritu no es otro,_ ni
hombre «espiritual» es aquel que ha recibido la más ni menos, que el de la presencia de Dios. Esa
«iluminación» (2 Cor 4,6; cfr Ef 1,18; Heb 6,4; es la misteriosa realidad que está detrás de todo
10,32), al estilo del profeta, a quien el Espíritu le y lo fundamenta todo.
«ha abierto los ojos», le ha concedido la «visión», El misterio de la presencia de Dios tiene un
le ha hecho «vidente» (cfr Núm 24,2-4; 1 Sam doble polo. Por una parte, señala la trascendencia
9,9; Is 1,1). de Dios, que está por encima de cualquier reali-
Por eso, el hombre «espiritual» es muchas veces dad y acontecer históricos: el Espfritu que se ma-
sorprendente. :llu visión profunda y su consiguien- nifiesta no es el espíritu del hombre o de la na-
te libertad, por encima de la apariencia, de la cos- turaleza' sino el Espfritu de Dios, que no tiene
tumbre y de la norma, resultan chocantes, incluso su origen en lo creado. En el ámbito del Espíritu,
escandalosas, ya que la causa de la sorpresa y del la creación y el hombre se superan esencialmente
escándalo suelen estar en la visión truncada, uni- a sí mismos. Pero, por otra parte, significa la ini-
dimensional y dualista, de las personas y de las magínable inmanencia de Dios en su creación y
cosas. en su creatura el hombre, que los constituye así
en un auténtico ser creación y ser hombre, que-
dando superados, de este modo, todo dualismo y
toda dicotomia.
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