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Participación política
Derechos fundamentales
Pluralismo político
Principio mayoritario
Separación orgánica de funciones
Representación política (Véase Democracia Representativa y Democracia
semidirecta)
Derechos fundamentales[editar]
La Democracia también implica la existencia de libertades e igualdades. Por ello se
hace necesario reconocer, regular y garantizar un conjunto de derechos
fundamentales o esenciales e inherentes en la persona humana.
Pluralismo político[editar]
El pluralismo es el resultado natural de la libertad del hombre, ya que en virtud de ella,
este puede pensar o expresar su pensamiento por cualquier medio, y actuar como
estime conveniente para su perfeccionamiento y pleno desarrollo, no yendo contra la
ley o el derecho de terceros. Su alcance no sólo es individual, sino también social, en
cuanto el hombre posee el derecho de asociación, que se expresa en la formación de
grupos o cuerpos intermedios que se crean para satisfacer necesidades e intereses
diversos: religiosos, políticos, económicos, culturales, etc.
"La esencia de la democracia constitucional es que los grupos pluralistas más diversos
pueden participar ilimitadamente en el proceso económico y político. Todas las fuerzas
sociales de importancia tienen garantizada la libertad de competir en un circuito
abierto de valores"
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Principio mayoritario[editar]
En un plano de utopía, podría imaginarse que todas las decisiones se tomarán por
unanimidad, dándose lugar de este modo a una identificación de la voluntad estatal y
de los gobernados. Pero de hecho, en la sociedad contemporánea, y con libertad real,
la unanimidad es prácticamente imposible, y como es necesario que el debate de las
opiniones tenga término, pues es preciso adoptar decisiones y hacer posible la función
de gobernar, es imperativo acudir a lo que se denomina Aceptación del principio
mayoritario. Que se adopte como decisión y valga como voluntad estatal, la que
reúna el mayor número de sufragios.
Este principio parte del supuesto de la igualdad de las voluntades de las personas, de
que ninguna tiene un valor superior a otra. Y su fundamentación racional reside en
que este principio permite reducir al mínimo la cantidad de personas que puedan
discrepar de la voluntad estatal.
El concepto de la mayoría implica la existencia de una minoría. La mayoría es
legítima, porque es resultado de un proceso previo de libre discusión de las ideas, y
en el que la minoría tuvo todas oportunidades para exponer sus planetamientos. Para
la minoría la decisión de la mayoría no le resulta, puesto que la impugnó en el debate,
y es ese debate, esa libre discusión, que ha debido necesariamente tener un término
por el imperativo de gobernar, lo que hace respetable la decisión mayoritaria.
Pero además se legitima el principio mayoritario por la circunstancia que la
democracia constitucional asegura a la minoría su existencia libre, y la seguridad de
que le debate sólo ha tenido una decisión provisional. Se reabrirá sucesivamente tras
cada decisión, y en forma indefinida, de modo que la minoría puede transformarse en
mayoría y acceder al gobierno si recibe la confianza del electorado, configurándose
una nueva minoría que será oposición del nuevo gobierno.
Por tanto, el principio mayoritario no es un valor en sí, sino un procedimiento técnico,
que se legitima mediante los límites indicados. La mayoría puede ser simple o relativa,
cuando en la pluralidad de votos es aquella que tiene la cifra más alta. Se atiende sólo
a la pluralidad de votos expresados en favor de las distintas opciones, no al total de
votos emitidos.