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Aproximación a una crítica Sociológica Sobre

Teresa de Cepeda y Ahumada

Nombre: Emilia Isabel Reyes Beltrán


Matricula: 100342517
Sección: 01
Se concibe la presente disertación aplicando los criterios del Dr. Juan Ignacio Ferreras
expuesto en su obra ´´Introducción a la Sociología de la Literatura.

Ignacio Ferrera estudio Letras en Paris, se doctoro en la Sorbona y la complutense de Madrid.


Ha ofrecido cursos sobre Sociología y Literatura en universidades europeas y
norteamericanas.

En la Génesis se aprecian las biografías, el socionalisis y la psicología; también la conciencia


de grupo y de clase, los antecedentes, el impacto del contexto, los vínculos, articulaciones y
enhebraciones.

Teresa fue una mística pragmática, sus deberes la impulsaban no solo a la contemplación y
al solecismo, sino que tenía tareas cotidianas que no esperan, por lo que debió ser pragmática.

El mundo vivía una gran revolución cuando fue ´´dada a luz¨ Teresa de Cepeda en Ávila en
1515. El Feudalismo lucia agónico y daba curso al Capitalismo, la tierra dejaba de ser el
principal medio de producción en Europa Occidental. Las potencias europeas restablecían un
esclavismo atípico en sus colonias.

Entiende el conjunto de esquemas generativos a partir de los cuales los sujetos perciben el
mundo y actúan en él. Estos esquemas generativos, generalmente se definen como
"estructuras, estructurantes, estructuradas"; son socialmente estructuradas porque han sido
conformados a lo largo de la historia de cada agente y suponen la incorporación de la
estructura social, del campo concreto de relaciones sociales en el que el agente social se ha
conformado como tal. Pero al mismo tiempo son estructurantes porque son las estructuras a
partir de las cuales se producen los pensamientos, percepciones y acciones del agente. Dicha
función estructuradora se sostiene sobre los procesos de diferenciación en cuanto a las
condiciones y necesidades de cada clase.

Esto hace que la eficacia preponderada de las prácticas culturales asumidas como propias
respecto de las que no, actúe como tamiz (criterio de selección) de la cultura
hegemónica (reconocimiento arbitrario, social e histórico de su valor en el campo de lo
simbólico) ya que, según Bourdieu, la cultura importa como un asunto que no es ajeno a la
economía ni a la política.
"El género epistolar, cuya forma de expresión tradicional es el texto que comúnmente
conocemos como carta, es uno de los más libres que existe dado que abarca una gran cantidad
de temas y propósitos, expuestos de manera diversa, siempre y cuando cuente con un
destinatario a quien va dirigida la carta y sus respectivos encabezamiento, saludo y despedida.
En el cuerpo de la carta pueden aparecer recomendaciones, comentarios, solicitudes,
diálogos, narraciones, poemas, notificaciones, argumentaciones de todo tipo hasta saludos y
despedidas. En relación con sus objetivos y el ámbito de interés. una carta puede ser privada,
pública, oficial, abierta, doctrinal, científica, poética o amorosa. Evidentemente, su
clasificación depende del grado de universalidad del mensaje que contenga, de la cantidad
de personas a la que la carta puede alcanzar con sus significados.

Con el transcurrir del tiempo, el género epistolar ha cambiado su función en el mundo: la


posibilidad de comunicación inmediata hace que se impongan los mensajes fragmentados,
pequeñas piezas de lo que anteriormente eran las largas comunicaciones que escritas con
pluma y contenidas en sobres lacrados viajaban por semanas o meses de un lugar a otro de
un país o entre países y continentes para transmitir informaciones, pensamientos y
sentimientos. Sin embargo, todavía hoy se escriben cartas y, aunque no lleguen con la
frecuencia que solían hacerlo, todavía sentimos esa fascinación cuando un sobre o incluso un
correo electrónico con cierta extensión nos llega, nos habla directamente y nos trae algo de
la esencia del remitente.

El primer poeta que conocí fue Domingo Moreno Jiménez. Todavía recuerdo aquel hombre
frágil, pero con una mirada tan pensativa y como luminosa que a donde quiera que volteaba
la vista parecía que estaba mirando el mar. En esa ocasión, en vano esperé escuchar la
revelación del secreto que buscaba y quedé con la impresión de que la poesía era una extraña
energía que iluminaba los ojos de los poetas desde adentro.

Unos días más tarde alguien me presentó a Manuel Yanes. En esa época él era ya un anciano
“con ojos de cordero degollado” como él mismo se describía y disfrutaba su nombradía de
poeta construyendo su propia leyenda e inventando su anecdotario, con un comportamiento
que fluctuaba entre la bohemia ligera y el dadaísmo tropical.
Franklin Mieses Burgos me había contado antes una anécdota sobre él que les contaré a
ustedes ahora, porque supongo que a todos nos gusta una buena historia: Una vez, en una
cafetería del Conde llamada Jai Alai, Yanes, en compañía de otros escritores, degustaba una
soda de frambuesa, un “refresco rojo”, como él decía y que era su bebida preferida. Cuando
terminó de tomar, pidió la palabra y con su voz quebrada y reseca, como quien confiesa un
terrible pecado, dijo: “yo sólo me bebo el color”, luego pidió permiso, levantó el vaso a la
altura de su rostro como si se dispusiera a hacer un brindis y lo dejó caer; miró los pedazos
de vidrio en el suelo y afirmó: “yo nunca había roto nada…” Yanes me dejó la sospecha, por
un tiempo, de que la poesía era quizás una forma de vida.

Tampoco sé cómo resumir ese sueño obsesivo que empuja a los poetas a emprender un viaje
de exploración por las regiones menos conocidas del intelecto y de las emociones.

Ni puedo explicar el sortilegio que atrae a poetas y a lectores hacia el extraño reino donde se
forman las ideas, donde las palabras desnudas esperan nuevos ropajes, innovadoras alianzas
y sorprendentes destinos.

Además de cultivar el género epistolar y la poesía, trabajo el Relato testimonial y Exposición


Didáctica. El libro de su Vida, es un relato que abarca la coherencia religiosa desde la niñez
hasta los éxtasis.

Las fundaciones y camino de perfección son prosa expositiva en párrafos amplios igual que
Las moradas, pero con sintaxis interior mixta, con frecuentes exclamaciones e
interrogaciones en lo que se percibe influencia de los proverbios y salmos que se atribuyen a
Salomón.

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