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Carrera de Especialización en Psicología Clínica

con Orientación Psicoanalítica

Curso: “Clínica de las Perversiones”

Docente Responsable: Fabian Abraham Naparstek

Docentes Colaboradores: Andrea Viviana Berger, María Yanina Mazzoni

Fecha de entrega: 27 de diciembre 2017

Alumna: Solis, Cintia Soledad. DNI 34.613.498 soliscintiasoledad@hotmail.com


El caso seleccionado para la realización del trabajo de articulación corresponde a una viñeta
clínica publicada en la revista "Ancla 3 Encadenamientos y Desencadenamientos II" de la
Cátedra II de Psicopatología, Facultad de Psicología, UBA. El fragmento clínico es
presentado por la Lic. Carolina Zaffore y se titula “Una Histeria Hommosexual”.
El caso corresponde a una mujer llamada Luz de 21 años que se presenta para ser atendida en
el Equipo de Adolescentes de un Centro Asistencial. El motivo de consulta se relaciona con
sus ganas de saber si realmente es gay. Refiere haber comenzado a tener relaciones
homosexuales a los 16 años, a partir de que comienza a ir con una amiga a un boliche gay. El
boliche en cuestión no es exclusivo de chicas y la mirada atenta de los hombres es un factor
importante. Memora que hace dos meses el tema de su sexualidad la empieza a “aturdir” y lo
relaciona con el desconcierto que le genera que al momento de compartir con sus amigas “su
parte homo”. Ellas se encuentran interesadas, resaltan su valentía y llega hasta tener una
relación con una de sus amigas que “quiere probar”. Ésta situación se le presenta con un
estado de vacío e inestabilidad surgiendo como pregunta: “¿Qué soy, un conejito de
indias?”.
La paciente cuenta que en el tiempo inmediatamente anterior a sus 16 años estaba de novia
con un chico, único hombre en su vida, con el que soñaba formar una familia y tener hijos. A
partir de un retraso menstrual fantasea con estar embarazada y ser madre, ilusión que es
contrarrestada con la postura de su pareja: "si estás embarazada, yo voto por el aborto".
Pasado un tiempo de esto, la relación termina pero no de manera definitiva, estando ella
cuando él quería. Situación que concluye cuando se da cuenta que él ya no la amaba. Se
habían encontrado, fueron a un hotel y en el apogeo de la relación sexual, el muchacho
pronuncia una palabra que produce en ella la irrupción de una gran angustia y un llanto
descontrolado: "mi putita". Ella explica: "a la Luz puta no me la banco, no la puedo tolerar".
A partir de este momento, comienza a tener una serie de relaciones con hombres en donde
ella dice que "era una conejita de play boy" y que se basaba en "ser bien puta". Estos
encuentros sexuales eran seguidos de un estado de gran vacío y tristeza, concebido como un
tiempo de soledad indigerible.
Luego de este período Luz dice darse cuenta que su promiscuidad no tenía sentido y que en
realidad le gustaban las mujeres, cosa que surge como un descubrimiento. Por último, explica
que producto de una relación ya avanzada que tiene con una mujer, planeaba presentársela al
padre. A partir de las intervenciones de la analista, la paciente cuenta haber tenido un sueño
de angustia en donde despierta con la imagen de una niña en un ataúd y el recuerdo semi-
olvidado de la manera en que su padre la llamaba: mi conejita.
Desde Lacan (1955-1956) consideramos que las preguntas que traen a la paciente a la
consulta vienen a dar cuenta de la pregunta que se realiza en la neurosis histérica: ¿Qué es ser
una mujer?. La pregunta neurótica se le viene a plantear al sujeto en el plano del significante,
en el plano de su ser y es en el caso específico de la histeria que vendrá a plantearse en
relación a lo femenino. Para Lacan volverse mujer y preguntarse qué es ser una mujer son dos
cosas diferentes. Si se lo pregunta no se lo es.
“La histeria es una pregunta centrada en torno a un significante que permanece enigmático en
cuanto a su significación.” (LACAN, 1955-1956, 271). Es ante esta pregunta sin respuesta
que la histérica entonces intenta responderla mediante el fantasma. La neurosis plantea este
tipo de respuesta cortando el circuito, haciendo un camino más corto evitando que el
interrogante se despliegue y se produzca el encuentro del sujeto con la falta de significante
del Otro.
Consideramos que la sexualidad masculina, masculina en tanto se posiciona ubicada en el
lado macho de las fórmulas de la sexuación planteadas por Lacan (1972-1973), es por
estructura fetichista. Según Freud (1927) podemos ubicar al fetiche como el sustituto del
pene, “no es el sustituto de uno cualquiera, sino de un pene determinado, muy particular, que
ha tenido gran significatividad en la primera infancia (...) el fetiche es el sustituto del falo en
la mujer (de la madre)” (FREUD, 1927, pp. 147-148). Siguiendo la lectura del autor, la
castración femenina genera horror y para su protección el sujeto elige un sustituto que le
presta a la mujer el carácter por el cual va a culminar siendo soportable como objeto sexual.
De esta manera, consideramos que la neurosis tiene condición fetichista en tanto requiere del
fantasma, fantasma en tanto fetiche, para poder abordar al otro sexo y no encontrarse así con
la castración. Es a partir del fantasma que el sujeto cree poder abordar al otro sexo, decimos
cree siguiendo a Lacan (1972-1973) debido a que por medio del fantasma sólo aborda la
causa de su deseo, es decir, el objeto a.
Lacan (1962-1963) conceptualiza el objeto a como el resto de la operación de la constitución
del sujeto. Este objeto tiene como función la de producir un sujeto dividido, sujetado a los
significantes, que lo causa a desear. Es un resto que da consistencia a la función lógica de la
falta en el sujeto.
“Llamo perversión a la restauración, de algún modo primera, a la restitución del a al campo
de A” (LACAN, 1968-1969, 266). El objeto a, de esta manera, no sólo es causa de deseo,
sino que localiza lo que en el sujeto y el Otro se pierde en el campo del deseo y el goce. El
horizonte para el perverso es la recuperación del goce del Otro, se encuentra al servicio de
hacerse instrumento del goce del Otro. La estructura de la perversión, es aquella en la que la
castración está enmascarada por la operación del objeto a. “La base y el principio de la
estructura perversa consiste en repararlo dotando a este Otro de algo que reemplace la falta
fálica” (LACAN, 1968-1969, 267).
Esta recuperación, ésta restitución que quiere llevar a cabo el perverso es fantasmática. Al
igual que la neurosis, lo único que pueden hacer respecto de lo perdido es fantasma.
Freud (1912) explica que lo que desconoce el neurótico es la condición erótica. Si bien es el
amor el que eleva al objeto amado al lugar del ideal, será la condición erótica la que lo
degrade transformándolo así en un objeto. Esa degradación, para Freud, es lo que permite al
sujeto que se pueda acercar al ideal. La condición erótica supone un rasgo de perversión que
determina el acceso al otro sexo, que permite el lazo del sujeto con el objeto. Ese rasgo de
perversión estará dado por el fantasma, en tanto reduce al sujeto a la condición de objeto
respecto del Otro.
Entendiendo que es el fantasma neurótico el que viene a dar en la histeria la medida de lo que
es ser una mujer y de esta manera saber hacer con el otro sexo, podemos ubicar en el caso el
momento en que esta respuesta deja de funcionar. Es el encuentro con la palabra "mi putita"
de su novio que genera en ella una gran angustia. Entendemos que la paciente, en tanto quien
encarna ese lugar de objeto degradado, aceptará ese lugar, en tanto se le restituya mediante la
palabra algo de ese Otro, ahora barrado. Ella refiere “a la Luz puta no me la banco, no la
puedo tolerar".
A partir de este momento la paciente comenzará a tener todo un período de promiscuidad con
hombres en donde los significantes "conejita de play boy" y "ser bien puta" prevalecen. La
paciente refiere que estas relaciones sexuales le generaban un gran vacío y tristeza, por lo
cual, luego de un tiempo comienza a tener relaciones con mujeres.
Los significantes “¿Qué soy, un conejito de indias?”, "conejita de play boy" y "ser bien
puta" adquieren importancia a la luz de un sueño que trae la paciente respecto del recuerdo de
cómo la llamaba su padre: “mi conejita”. Entendemos que “nuestro Imaginario, nuestro
Simbólico y nuestro Real quizá están para cada uno de nosotros todavía en un estado de
suficiente disociación para que sólo el nombre del padre haga nudo borromeo y haga
mantener junto todo eso, haga nudo de lo Simbólico, de lo Imaginario y de lo Real”
(LACAN, 1974-1975). De esta manera y siguiendo lo planteado por el autor, lo que da
estabilidad en la histeria es la armadura del amor al padre, es ella el armazón que da
consistencia al sujeto histérico y que opera como sinthome frente al desanudamiento de los
tres registros. En la paciente del caso esta conmoción se produce por el encuentro con un
goce que se rechaza, que la confronta con su alteridad femenina y que desestabiliza la
estructura que estaba sostenida por el amor al padre (LACAN, 1976-1977).
En lo que refiere a las relaciones homosexuales que mantiene la paciente consideramos que
corresponden a una posición, a una subjetividad histérica ubicada de un lado de las fórmulas
de la sexuación. Respecto de ellas, Lacan (1972-1973) ubicará un lado hombre, macho, que
estará dado por la universalidad de la función fálica estando el goce regulado así por la
castración. El otro lado de la fórmula, el lado femenino va a estar caracterizado por la
existencia de un goce no-todo fálico, es así que considerará a la mujer como aquella que es
no-toda tomada por el goce fálico. Es un Otro goce que se resiste a este encuadramiento que
viene dado por el falo.
De esta manera, la histeria se encontrará ubicada del lado macho de esta fórmula, en tanto se
encuentra regida por el goce fálico, es él quien la encausa y quien la regula. De la misma
manera, el fantasma es en esencia masculino, dado que es a partir de él que se abordará al
otro sexo por la vía del falo. Asimismo, el fantasma responde perversamente puesto que sólo
mediante él se aborda al objeto a, causa de deseo.
A partir de lo expuesto anteriormente entendemos la elección homosexual de Luz como el
posicionamiento en uno de los lados, en el lado hombre. La paciente, en tanto histérica, viene
a hacer de hombre. Así, identificada virilmente con el padre, anudada con su amor supone
una actuación donde su goce sigue respondiendo a la lógica fálica. “Es la prevalencia de la
Gestalt fálica la que, en la realización del complejo edípico, fuerza a la mujer a tomar el
rodeo de la identificación al padre, y a seguir por ende durante un tiempo los mismos
caminos que el varón” (LACAN, 1955-1956, 251). Lógica fálica que se puede observar en
relación a la mirada del hombre en los boliches a los que concurría como así también la
mirada de su padre en tanto desea presentarle oficialmente a su pareja actual.
Bibliografía

- Freud, S (1912) Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa (pp. 169-

183) En Obras Completas, Vol. XI. Buenos Aires: Amorrortu. 2012

- Freud, S (1927) Fetichismo (pp.141-152) En Obras Completas, Vol. XXI. Buenos

Aires: Amorrortu. 2012

- Lacan, J (1955-1956) Del significante y el significado. En El Seminario. Libro 3: Las

psicosis (pp. 229-278). Buenos Aires: Paidós. 2017

- Lacan, J (1962-1963) El Seminario. Libro 10: La Angustia. Buenos Aires: Paidós.

2015

- Lacan, J (1968-1969) Adentro afuera. En El Seminario. Libro 16: De un Otro al otro

(pp. 255-268). Buenos Aires: Paidós. 2016

- Lacan, J (1972-1973) Dios y el goce de LA mujer. En El Seminario. Libro 20: Aún

(pp. 79-93). Buenos Aires: Paidós. 2010

- Lacan, J (1974-1975) Clase 5: 11 de febrero de 1975. En El Seminario. Libro 22:

R.S.I. Buenos Aires: Paidós. 2010

- Lacan, J (1976-1977) El Seminario. Libro 24: L´insu que sait de l´une-bevue s´aile a

mourre, inédito.

- Zaffore, C. Una histeria hommsexual. En Ancla 3 Encadenamientos y

Desencadenamientos II. Revista de la Cátedra II de Psicopatología, Facultad de

Psicología, UBA. Buenos Aires: Ancla Ediciones. 2010

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