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SINTOMATOLOGÍA
DIAGNÓSTICO
Diagnóstico presuntivo:
Antecedentes epídemiológicos.
Clínica.
Diagnóstico de certeza:
Laboratorio
o Hemograma: La eosinofilia es poco frecuente.
o Reacciones serológicas:
Deteccion del Antigeno 5 (Ag5)
Mediante inmunoelectroforesis:
Arco 5 de Caprón (DD5).
Sensibilidad: 50-54 %.
Especificidad: 89-92 %.
Deteccion del Antigeno B:
Nativo, ELISA IgG:
Sensibilidad: 77 %.
Especificidad: 82-86 %.
Nativo, Immunobloting (IB) IgG:
Sensibilidad: 60-92 %.
Especificidad: 71-100 %.
Recombinante, ELISA IgG:
Sensibilidad: 55-84 %.
Especificidad: 80-91 %.
Recombinante, IB IgG:
Subunidad 8/12:
Sensibilidad: 72 %.
Especificidad: 100 %.
Radiología
o Los quistes pulmonares no complicados son de
forma redondeada, de límites bien precisos.
o Hay que hacer Dx diferencial con ciertos tumores.
o Los quistes pulmonares complicados pueden
determinar los siguientes signos :
o Signo de la neumoperiquística: cuando entra
aire entre la cutícula y adventicia.
o Signo del doble arco: cuando penetra aire entre
la cutícula y la germinativa también.
o Signo del camalote.
No existen síntomas específicos, siendo los primeros años de desarrollo del quiste
incluso totalmente asintomáticos. Sin embargo, cuando alcanzan ya un cierto tamaño
y aparecen las complicaciones evolutivas descritas, es cuando dan síntomas. Estos
pueden ser por la aparición de una sensación de masa que el paciente descubre un
día, al observarse o palparse, y que puede acompañarse de molestias vagas e
imprecisas. Esta situación suele darse en los quistes hepáticos superficiales que crecen
hacia el abdomen haciéndose manifiestos. En el pulmón suele aparecer tos, fatiga y
dolor torácico. También pueden aparecer síntomas por compresión de órganos vecinos.
La clínica más frecuente es la determinada por las complicaciones evolutivas del quiste.
Pueden dar lugar a fiebre alta con importante afectación general, incluso shock séptico,
cuando el quiste se infecta por fisuración. Estos episodios de fisuración también dan
lugar a molestias o dolor local, o a crisis de urticaria por la sensibilización alérgica
desarrollada a lo largo de los años frente a las proteínas del parásito.
El quiste puede romperse bien de forma espontánea o traumática, dando lugar a
graves crisis de dolor y fenómenos de anafilaxia con urticaria e incluso shock. Al
romperse el quiste, pueden liberarse tanto vesículas hijas como líquido hidatídico,
produciendo siembra peritoneal (diseminación por el peritoneo) o pleural
(diseminación por la pleura) con hidatidosis secundaria, de difícil solución en muchos
casos.
Si el quiste se abre a la vía biliar, aparece ictericia y colangitis (inflamación de la vía
biliar) con dolor y fiebre. En casos de apertura al bronquio, puede aparecer vómica,
dolor fiebre y hemoptisis.
¿Cómo se diagnostica?
En muchas ocasiones, el quiste hidatídico aparece de manera casual en estudios
radiológicos o ecográficos realizados por otros motivos. En pulmón, se manifiesta en
la radiografía simple como una sombra redondeada de densidad agua, de límites bien
definidos. En hígado, bien puede verse una imagen redondeada de densidad calcio si
el quiste está total o parcialmente calcificado, o puede existir una elevación del
diafragma derecho. La ecografía (que no es válida en pulmón), muestra una imagen
redondeada, con un cierto refuerzo de pared y con ecos en su interior que traducen la
presencia de múltiples vesículas, si es que existe.
Ante la sospecha de que esa tumoración sea hidatídica o exista clínica sugestiva
especialmente en zonas endémicas (¡ojo a las crisis de urticaria inexplicable unidas
a dolor abdominal!), se debe realizar un estudio analítico que debe comprender un
hemograma y pruebas inmunológicas (anticuerpos contra el gusano de la hidatidosis)
que nos darán el diagnóstico biológico de hidatidosis. En el hemograma, suele existir
un aumento de las cifras de leucocitos eosinófilos por encima del 5% (eosinofilia). El
test de hemaglutinación y el test ELISA, constituyen las pruebas inmunológicas de
mayor especificidad y sensibilidad.
El estudio diagnóstico debe completarse con la realización de una ecografía si no se
había realizado previamente y de una TAC abdominal, que nos permitirán confirmar la
hidatidosis y nos proporcionarán datos valiosos sobre situación, compromiso vascular,
diseminación secundaria, quistes asociados o contenido del quiste, aspectos de gran
interés a la hora de planificar una estrategia terapéutica adecuada. La resonancia
magnética (RM), también aporta datos muy precisos en este sentido.
¿Cómo se trata la hidatidosis?
Se trata de una enfermedad de tratamiento quirúrgico. El tratamiento médico tiene
interés sólo como preparación preoperatoria y como complemento postoperatorio,
especialmente si ha habido una diseminación en el peritoneo. Se utiliza el albendazol,
en tres tandas de cuatro semanas de tratamiento, con un descanso entre ciclos de dos
semanas. No debe administrarse en embarazo y lactancia y debe asociarse a
anovulatorios en mujeres en edad fértil por ser teratógeno. Es necesario hacer un
control analítico para controlar las transaminasas, que suelen elevarse durante el
tratamiento.
Como decíamos, el tratamiento de elección es la intervención quirúrgica. Únicamente
los quistes pequeños, calcificados y con pruebas biológicas negativas pueden dejarse
sin operar, así como aquellos pacientes en los que exista una contraindicación
quirúrgica formal por procesos generales, en los que se debe recurrir al tratamiento
médico con control evolutivo. La finalidad de la intervención es la eliminación completa
del parásito y de las lesiones que ha producido, todo ello de la manera menos agresiva
posible para evitar una alta tasa de complicaciones en una enfermedad que es benigna.
La vía de abordaje debe ser amplia para permitir una correcta exploración del quiste
y su órgano hospedador, así como de toda la cavidad torácica o abdominal. Antes de
proceder al tratamiento del quiste, es necesario aislarlo y protegerlo mediante
compresas empapadas en una sustancia escolicida, evitando así derrames y vertidos
incontrolados que puedan producir siembras secundarias.
Por lo que respecta a las técnicas a realizar, lo ideal es extirpar el quiste completo con
su adventicia. Esto se conoce como quistorresección, que puede ser cerrada (quiste
entero sin vaciar) o abierta (quiste vaciado previamente por punción). Así como esta
técnica se realiza fácilmente en el pulmón (técnica de Pérez Fontana), no siempre se
puede llevar a cabo en el hígado, especialmente en quistes centrales o profundos por
su relación con estructuras vasculares importantes, que podrían desencadenar
hemorragias cataclísmicas. En estas situaciones, tras puncionar, vaciar y esterilizar la
cavidad con un escolicida, no queda otro remedio que realizar una periquistectomía
parcial, es decir quitar parte de la adventicia que rodea al quiste, dejando su porción
más profunda y peligrosa. Incluso en ocasiones ni siquiera puede quitarse algo de
adventicia, teniendo que plicar la cavidad residual (hacer un pliegue) sobre un tubo de
drenaje (tunelización). En estos casos de tunelización o resección parcial de la
adventicia, es necesario buscar, localizar y suturar las fístulas biliares si es que existen,
para evitar fugas en el postoperatorio. En ocasiones, por razones de vecindad, es
obligado extirpar también la vesícula biliar.
¿Puede reproducirse un quiste hidatídico?
Sí, y ello puede ser debido a varios factores entre los que destacan los siguientes: En
las técnicas sin resección de la adventicia o si ha sido parcial, puede ocurrir que si ha
habido vesiculación exógena, es decir, con formación de vesículas hacia fuera y no
hacia dentro del quiste como es habitual, alguna de ellas quede sin extirpar y sea
causa de recidiva. Lo mismo ocurre en casos de quistes multivesiculares en los que
una pequeña vesícula pueda quedar alojada en un recoveco de una adventicia
anfractuosa, creciendo posteriormente y recidivando el quiste. Estas posibilidades
constituyen el argumento principal de los que defienden las técnicas radicales, mucho
más agresivas y peligrosas, aunque la tecnología actual gracias al bisturí ultrasónico,
la ecografía durante la operación y el bisturí de argón, reduzca sus complicaciones de
una forma notoria.
África
Asia central
Sur de Suramérica
El Mediterráneo
El Medio Oriente
En los Estados Unidos, esta enfermedad es muy poco común, sin embargo, ha sido
detectada en California, Arizona, Nuevo México y Utah.
Los seres humanos resultan infectados cuando ingieren los huevos en alimentos
contaminados. La infección llega al hígado en donde se forman los quistes. Los quistes
se pueden formar igualmente en:
El cerebro
Los huesos
El riñón
Los pulmones
El bazo
Ganado
Venados
Cerdos
Ovejas
Síntomas
Un quiste hepático puede permanecer asintomático entre 10 a 20 años hasta que crece lo
suficiente como para ser palpado durante un examen físico.
Shock
Los siguientes exámenes se pueden llevar a cabo para encontrar los quistes:
Radiografía de tórax
Pruebas de función hepática
El período de incubación es muy largo e incluso los síntomas no se sienten durante los
primeros años de la enfermedad. Si bien los quistes hidáticos son benignos, se pueden
complicar si no son tomados a tiempo. "Hay pacientes que pueden ser operados hasta siete y
ocho veces", indicó el médico Ciro Ferreira, presidente de la Comisión Nacional de Zoonosis.
Además del hígado, el quiste puede tener localización en pulmones, cerebro y huesos. En los
casos de quistes chicos se puede tomar un medicamento, pero en los casos grandes hay que
operar.
Con una casuística basada en el análisis de unos 60.000 estudios en los últimos 2 años la
entidad pudo establecer que la hidatidosis, una enfermedad que se creía controlada, puede
estar afectando a unas 7.000 personas, muchas de las cuáles aún no lo saben.
En Uruguay se realizan más de 150 operaciones por año para la extracción de quiste hidático,
lo que es un número muy alto si se tiene en cuenta que muchas otras no se realizan porque se
verificó la calcificación de los quistes.
Uno de los aspectos que preocupa a Zoonosis es la medicación de los animales, que exige la
reiteración del procedimiento cada 30 días. De acuerdo a una encuesta de Equipos Mori
realizada para la Comisión, solamente un tercio de los perros son correctamente dosificados.
Además, según la encuesta, no se tiene cabal conciencia del efecto de los fármacos en los
perros y se "cree que la pastilla es como una vacuna pero no es así", explicó Ferreira.
SÍNTOMAS
pesar de que se produzcan infecciones masivas en pulmón e hígado. En los animales de abasto,
lo único
general es de varios años e incluso puede ser superior a 40 años. En su mayor parte, los quistes
se localizan en el
hígado, en cuyo caso los signos más frecuentes son dolor abdominal, fiebre, nauseas, vómitos
y diarreas. De
dolor, expectoración, nauseas y vómitos. Los quistes cerebrales producen signos precozmente
como consecuencia
de la visión y ataques epilépticos. La hidatidosis ósea produce dolor focal con lumbalgia,
ciática, fracturas,
Los huevos eclosionan en el interior del aparato digestivo del hospedador intermediario y
liberan las onco esferas que traspasan la barrera intestinal y se difunden a través de
la corriente sanguínea hasta que se alojan en el hígado, el aparato respiratorio/pulmones,
los riñones, huesos y encéfalo del animal afectado, formando la forma larvaria o quistes en
los que se multiplican miles de parásitos. El desarrollo de estos no se completa hasta que
el animal muere y son devoradas o comidas sus vísceras por su hospedador definitivo, en
cuyo organismo completan su desarrollo biológico en forma de tenia.