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¿Qué es la "noche oscura del alma" http://www.palabracubana.org/2007-09/noche-ocsura-4.

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Periódico ecuménico cubano - Miami, Florida, Agosto de 2007

¿Qué es la "noche oscura del alma"

Directorio de Espiritualidad Carmelita

La metáfora de la noche oscura de Juan de la Cruz nos recuerda que


la experiencia del amor de Dios no es siempre una experiencia punta
de la unión de toda la creación. En la noche oscura el amor de Dios
se acerca de una manera que parece negarnos. En la noche parece
que Dios está contra nosotros. Pero Juan sostiene que nada en el
amor es oscuro o destructivo, pero por quienes somos y por la
purificación que necesitamos se experimenta el amor como oscuro.

Juan nos da una descripción convincente de los momentos de la vida


cuando se desvanecen las consolaciones y orar es imposible. El deseo
está aún presente pero se ha agotado buscando liberarse de los
ídolos. El teólogo Karl Rahner comentó que todas las sinfonías de la
vida permanecen inconclusas. En cada relación, en cada posesión en
algún momento surgirá esa sensación de carencia. Esta frustración
del deseo y la atracción por algo más allá, es la inquietud que causa
la continua invitación de Dios a una unión más profunda.

Cuando los dioses mueren durante la noche, se eclipsa la


personalidad. Carl Jung, el psicólogo, dijo que no podía distinguir los
símbolos de dioses de los símbolos que representan al ser humano.
Cuando una persona pierde su Dios-símbolo la personalidad
comienza a desintegrarse. Esta afección oscura permanece hasta que
emerge un nuevo símbolo-Dios o se establece una nueva relación con
el símbolo-Dios antiguo.

El consejo que da Juan de la Cruz durante estas crisis en la vida es


de mucha ayuda. Nos asegura que el amor de Dios está en algún
lugar presente en medio de los desechos de la vida, pero que
inicialmente no será experimentado como amor. Juan aconseja
paciencia, confianza y perseverancia. Esta actividad amorosa de Dios
nos libera de los ídolos y restablece la salud de nuestras almas. Los
"dioses" se mueren en la noche y el alma necesita pasar por un
proceso de sufrimiento. El camino incorrecto sería solucionar o sanar
esta condición artificialmente, o negarla totalmente. Juan aconseja
enfrentar la condición, entrar en ella con paciencia, y allí donde el
corazón esté luchando con más fuerza estar atentos a la llegada del
amor. Juan nos invita a una "atención amorosa" en la oscuridad; es
tiempo de ser un guardián en la noche. La contemplación es una
apertura al amor transformante de Dios, especialmente cuando éste
aparece disfrazado.

La intensa experiencia que Juan llama la noche del espíritu es


simultáneamente una fuerte experiencia de nuestro pecado, de la
finitud de nuestra condición humana, y la siempre emergente
trascendencia de Dios. Mientras se está en esta condición las
palabras carecen de significado. Juan escribe que es tiempo de

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"moler el polvo". Todo lo que uno puede hacer es realizar el próximo


acto de amor que se presente. En el desierto el peregrino continúa su
viaje existencial, apoyado en una verdadera fe bíblica. Juan está
convencido que sólo esta fe purificada es el contexto en el que se
puede dar una relación con Dios. Como le pasó a Teresa de Lisieux
que su pensamiento sobre el cielo se le desvaneció, al peregrino que
ya no posee el objeto de su esperanza, se le recuerda que la
esperanza es aquello que aún no posee.

Los escritos de Juan no se regodean en el sufrimiento. Su poesía y


sus comentarios, están todos escritos desde el otro lado de las
luchas. La noche se ha convertido en una experiencia iluminadora y
en una guía más veraz que el día. La llama que una vez ardió ahora
es cauterizada y sanada. Y la ausencia que lo llevó a la búsqueda del
Amado se revela como una Presencia compasiva escondida en su
anhelo.

Una nueva espiritualidad

Los testigos contemporáneos del Carmelo que han testificado su fe


en medio de un sufrimiento abyecto son las víctimas de los campos
de concentración, Titus Brandsma y Edith Stein. Brandsma resistió la
propaganda nazi y Stein se identificó con su pueblo perseguido. Ellos
fueron atrapados en la poderosa corriente del mal social del siglo 20.
En la experiencia de ser despojados de toda seguridad y apoyo, estos
carmelitas dieron testimonio viviendo una vida de fe, esperanza y
amor en medio de las condiciones más crudas. En el reconocimiento
de su testimonio la Iglesia confirma la autenticidad de sus vidas y los
coloca entre aquellos que lo han arriesgado todo en su seguimiento
de Cristo. La Regla del Carmelo conduce a varias formas de
discipulado, pero al final todas llevan a abrazar la Cruz.

Los Generales de las dos Órdenes Carmelitas nos llaman a una


"nueva espiritualidad" para complementar la "nueva evangelización".
¿Surgirá esa nueva espiritualidad del creciente conocimiento que el
Carmelo va teniendo de las realidades que la gente experimenta
alrededor del mundo? Mientras la cara del Carmelo va cambiando y
entran nuevos miembros a la Orden, especialmente de los países
más poblados y pobres, la situación de las masas empobrecidas del
mundo llegarán a las puertas del primer mundo. La internacionalidad
de la Orden y el vínculo internacional de la familia carmelita nos
brindan una oportunidad única para escuchar al Espíritu en los
diversos contextos, y esta escucha nos reta a dar una respuesta.

Juan Pablo II ha ampliado la imagen de la noche oscura de Juan de la


Cruz para incluir los sufrimientos del mundo moderno:

Nuestra época ha conocido tiempos de sufrimiento que nos han


hecho comprender mejor esta expresión y darle un cierto carácter
colectivo. Nuestra época habla del silencio o de la ausencia de Dios.
Ha conocido tantas calamidades, tantos sufrimientos infligidos por las
guerras y por la matanzas de tantos seres inocentes. El término
noche oscura ahora lo usamos para todo lo de la vida y no sólo para
una fase del viaje espiritual. Se recurre a la doctrina del santo como
respuesta a este misterio insondable del sufrimiento humano.

Me refiero al mundo específico del sufrimiento. ...Sufrimiento físico,


moral, espiritual, como la enfermedad- como las plagas del hambre,
la guerra, la injusticia, la soledad, la falta de sentido de la vida, la
fragilidad de la existencia humana, el doloroso conocimiento del
pecado, la aparente ausencia de Dios- son para el creyente

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experiencias purificadoras a las que se les puede llamar noche de la


fe.

A esta experiencia San Juan de la Cruz le ha dado el nombre


simbólico y evocador de noche oscura, y la refiere explícitamente a la
inquietante oscuridad del misterio de la fe. Él no intenta darle
respuesta al terrible problema del sufrimiento en el orden
espaculativo; pero a la luz de las Escrituras y de la experiencia
descubre algo de la maravillosa transformación que Dios efectúa en
la oscuridad, puesto que, "...cómo sabe él tan sabia y hermosamente
sacar de los males bienes..." (Cant. B 23: 5). En el análisis final, nos
enfrentamos a vivir el misterio de la muerte y resurrección de Jesús
en toda su verdad.[14]

Resumen

El Carmelo no tiene respuesta para el misterio del mal. Pero el


Carmelo ha recorrido el camino difícil y ofrece una palabra de
esperanza para el peregrino que sufre. El sufrimiento profundo y las
experiencias de lo trágico de en la vida son parte de la experiencia de
cada persona. Las limitaciones de nuestra condición humana y las
fuerzas destructivas presentes en el mundo con frecuencia atacan
nuestra fe. A pesar de la evidencia contraria, el Carmelo testimonia
que el amor de Dios está siempre presente aún en los desechos de
nuestras vidas.

El Carmelo nos brinda un análisis particular y poderoso del impacto


del amor de Dios en el espíritu humano y en la personalidad.
Invitados a una relación más profunda, al peregrino se le desafía a
dejar todos los apoyos y a caminar confiadamente hacia el futuro de
Dios. Un cristiano con frecuencia experimenta ataques tanto en el
espíritu como en la sigue mientras se va haciendo al ambiente divino.
El Carmelo ofrece un lenguaje y unas imágenes expresivas para
estos sufrimientos, y es muy elocuente en recomendar una vigilia
silenciosa para esperar la llegada de Dios.

Los santos del Carmelo confiaron en el sufrimiento, y con frecuencia


expresaron su anhelo de llevar la cruz en su discipulado. Si embargo,
este deseo de sufrimiento tiene significado en el contexto de
respuesta amorosa a las iniciativas del amor de Dios. El sufrimiento
de Jesús en la cruz nació del amor y no del amor al sufrimiento.

Preguntas para reflexionar

1. ¿Cuál ha sido mi experiencia de caminar por el camino oscuro?


¿He dejado otros caminos conocidos para ser conducido por un
camino no elegido por mi? ¿Qué fue aquello que más me
ayudó?
2. ¿Como procedo cuando el camino no está claro?
3. ¿Qué consuelo o guía ofrece el Carmelo a la gente que vive
situaciones dolorosas?
4. ¿Como debe la Orden responder a la "noche oscura" que sufre
tanta gente en el mundo? ¿Podría ser esto parte de la "nueva
espiritualidad" a que nos llaman los Generales de nuestras
órdenes?

5. Un corazón puro - La transformación del deseo

5.1 Unión con Dios

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La espiritualidad carmelita con frecuencia ha sido presentada como


una "alta" y rara espiritualidad sólo para unos pocos elegidos. A
veces, también se presenta como uniones elevadas y extáticas, o
como fuertes sufrimientos más intensos que los problemas normales
de la vida. Vienen a mi mente imágenes de la estatua de Bernini de
la "transverberación" de Teresa, su visión de ser atravesada por el
dardo de oro, junto a su agonía y a su éxtasis.

El austero dibujo que hace Juan de la Cruz de Cristo crucificado,


desde la perspectiva del Padre que mira dese las alturas a su Hijo en
la cruz, evoca la infatigable determinación del santo. Uno se imagina
el dibujo de Juan mostrando el camino hacia el Monte Carmelo. Los
senderos de posesiones materiales y espirituales no llegan a la cima,
sólo el sendero medio de las nadas se abre a la cima donde Dios es
nada y todo. El Carmelo parece representar un viaje heroico, incluso
épico, hacia Dios. Un viaje sólo al alcance de los montañeros
expertos que se atrevan a escalar su altura.

Si la subida al Monte Carmelo es una hazaña épica, ¿qué estamos


haciendo nosotros, los carmelitas ordinarios? ¿Sentimos que, a
menudo, estamos informando sobre acontecimientos de segunda
mano sobre la tierra del Carmelo, pero que en realidad nunca hemos
estado allí? Como resultado de nuestra transformación en el amor,
"nos hacemos buenos." Juan de la Cruz proclama enérgicamente:
"Con qué poca frecuencia se celebra esta divinización en nuestra
tradición."

5.2 Un despertar

Además de viajar a través de la noche o subir una montaña, Juan


utiliza otra imagen para describir el viaje. Escribe que "el centro del
alma es Dios" y que nuestro viaje en la vida es hacia ese centro.[15]
Pero en lugar de concebir un centro distante que requiere un arduo
viaje, Juan dice que aún con el primer grado del amor estamos en
ese centro. Con un grado de deseo, de anhelo, de esperanza, aunque
sea difícil expresarlos.

Nuestra teología hoy refuerza esta observación de Juan.


Estrictamente hablando no existe el mundo natural. Lo que existe es
un mundo lleno de gracia, desde el comienzo, creación y redención
van juntas de la mano. En otras palabras, nuestras vidas están
impregnadas de la presencia amorosa, vivificante y sanadora de
Dios, es decir, de la gracia increada. En lugar de buscar un centro
escondido y distante, ese centro se ha acercado a nosotros.

Entonces, ¿qué es el viaje? El viaje -dice Juan- es entrar en la


profundidad de Dios. Pero estamos unidos con Dios a lo largo de todo
el camino porque la divinización es un proceso continuo. Así, la meta
descrita por nuestros autores carmelitas es una que se va realizando
en cada alma que desea más.

"Y ahora te despiertas en mi corazón, donde en secreto moras",


escribió Juan de la Cruz. Pero en su comentario él se corrige a sí
mismo y dice que no fuiste "tú" quien se despertó, sino que fui yo
quien despertó al amor siempre presente y siempre a mi alcance.
Este despertar, y el cambio que se produce en la vida de la persona,
es la llamada del Carmelo. Podemos llegar a la conclusión de que
muchos Carmelitas y tantos otros han llegado a la "cima" del
Carmelo. Y se llega a la cima, no sólo cuando una persona se extasía
en la iglesia, sino cuando una vida expresa más y más la voluntad de
Dios.

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5.3 Querer lo que Dios quiere

El propósito de la oración es conformarse con la voluntad de Dios,


escribió Teresa de Ávila. La persona orante está cada vez más en
unión con Dios y esta unión se expresa en que la persona más y más
desea lo que Dios desea. Nosotros no nos hacemos más fuertes a
través de la ascética y por tanto luchando por someter nuestra
voluntad a la voluntad de Dios. No, el amor de Dios nos invita a la
transformación de nuestro deseo para que nosotros deseemos lo que
Dios desea; queremos lo que Dios quiere, dice Juan, "donde lo que tú
quieres que pida pido, y lo que no quieres no quiero, ni aun puedo, ni
me pasa por pensamiento querer."[16]

La divinización es la participación gradual en el conocimiento y el


amor de Dios. El peregrino queda así transformado que todos sus
modos de vivir se convierten en expresión de la voluntad de Dios. Si
podemos interpretar lo que Jesús dijo, que la voluntad de Dios es el
bienestar de la humanidad, entonces la persona orante vive más allá
de ese bienestar. En otras palabras, la persona transformada y
divinizada vive de una forma que coopera con el reino presente y
venidero de Dios.

Estas personas son difíciles de identificar. El Maestro Eickhart nos


previene que una persona que vive desde su centro, vive en la
voluntad de Dios. Dice que mientras otros ayunan, ellos comen;
mientras otros están en vigilia, ellos duermen; mientras otros oran
ellos están en silencio. Después de todo, cuál es el propósito de la
vigilia, de la oración, del ayuno si no es vivir del centro del alma que
es Dios. Claro que él está exagerando al expresar su punto ya que
nuestro peregrinar nunca acaba de este lado de la muerte. El tema
es, la absoluta humanización de la persona transformada.

Teresa nos dice que estas personas no están continuamente


conscientes de su vida espiritual. La interioridad se convierte cada
vez menos en un punto de enfoque. Ni Dios les preocupa, porque del
modo que viven expresan su relación con Dios. La meta nunca fue
llegar a ser un contemplativo, o un santo, o tener una vida espiritual.
La meta siempre fue querer lo que Dios quiere, en una consonancia
de deseo.

En la conclusión de la Regla Carmelita, Alberto, Patriarca de


Jerusalén y el legislador escriben: "Estas breves indicaciones os las
hemos escrito con el fin de establecer para nosotros la fórmula de
vida, según la cual habréis de conduciros. Si alguno está dispuesto a
dar más, el Señor mismo, cuando vuelva, se lo recompensará."[17]
Kees Waaijman del Instituto Tito Brandsma de Nimega ve en esta
afirmación una clara alusión al pasaje del Buen Samaritano. El
carmelita asume el papel del posadero. Sus planes y el orden de su
casa se ven alterados cuando un forastero trae un hombre apaleado
para que lo cuide. El forastero le pide al posadero que cuide de aquel
hombre apaleado y si gasta algo más, esto es, si hace más, el
forastero se lo pagará cuando vuelva.

El forastero, Cristo, le pide al carmelita que cuide de Su gente


durante su ausencia. Aunque el huésped no es esperado y el orden
de la casa es alterado, el posadero obedientemente se ocupa del
hombre herido, quizás sin envolverse emocional o personalmente, y
con muy poca satisfacción. Kees concluye que toda entrega auténtica
es esencialmente oscura. La Presencia que se encuentra en lo
profundo del corazón del carmelita es una noche que guía, una llama

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que sana, una ausencia reveladora.

Los frailes no tienen necesidad de excusarse por no ser auténticos


carmelitas. Nuestra espiritualidad no trata de un ascetismo heróico,
pero sí del amor de Dios que conquista y toca cada corazón y lo ha
hace adolecer, de otro modo no estaríamos aquí.

Asumiendo que en la cima del Carmelo nos sentimos como en casa,


es decir, en los brazos de Dios, y a la vez siempre necesitados de su
misericordia, nuestro ministerio es hacer asequible la tradición del
Carmelo para ayudar a nuestros hermanos y hermanas a "ver" y "oír"
la presencia de Dios en sus vidas.

Para mantener viva esta llama en los otros, parecería correcto que
nosotros primero la hayamos aceptado en nuestras vidas. Si
escuchamos nuestros corazones, conoceremos los corazones de la
gente con la que trabajamos y le serviremos mejor. Desempolvemos
cualquier vocación carmelita y encontraremos un ascua esperando
convertirse en una llama, una llama que anhela la totalidad, la paz, la
seguridad, el gozo, la unidad y que encuentra su mejor expresión en
el servicio a nuestros hermanos y hermanas. Para eso vinimos. Para
eso estamos aquí.

5.4 Resumen

"Entrar al Carmelo" no es simplemente entrar en un edificio, unirse a


una comunidad, y asumir un ministerio, sea éste contemplativo o
apostólico. Puede ser eso ciertamente, pero, "entrar al Carmelo" es
también entrar en un drama que se realiza en lo profundo de cada
vida humana. Ese drama del encuentro del espíritu humano con el
Espíritu de Dios es esencialmente inefable.

Los carmelitas son exploradores del lugar secreto donde Dios habita,
ese lugar del espíritu humano donde el Misterio se dirige al espíritu.
El Carmelo honra esa prístina y privilegiada relación entre criatura y
Creador. Los místicos carmelitas han usado las imágenes de los
desposorios y, con frecuencia, la historia de amor del Cantar de los
Cantares para captar la intimidad del encuentro. El paisaje del Cantar
comienza a darle forma a la "tierra del Carmelo."

El propósito de la oración es la conformidad con la voluntad de Dios


nos dice Teresa de Ávila. En esta relación los deseos del peregrino
son transformados de tal manera que cada vez más el cristiano
exprese en su vida aquellos deseos que están conformes con los
deseos de Dios. Si decimos que la meta del amor de Dios es el
bienestar de la humanidad, entonces el cristiano transformado vive
de una manera que naturalmente coopera con el reino de Dios.

5.5 Preguntas para la reflexión

1. ¿Quiénes son las personas verdaderamente santas en mi


experiencia? ¿Cómo son?
2. ¿Entiendo la vida espiritual como un ascenso heroico, o como
un despertar a un amor que brota del centro de mi ser?
3. ¿Estoy dispuesto a confiar, de un modo práctico, que el amor
de Dios es gratuito, imposible de ser ganado? ¿Existen
maneras sutiles en que intento asegurar mi valía?
4. "Descansad, todo se ha hecho", dijo un teólogo de la gracia.
¿Qué puede significar esta frase?
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[1] Teresa de Ávila, Libro de la Vida en Obras Completas por Efrén de


la Madre de Dios, OCD, BAC (Madrid), 1967.
[2] Ronald Rolheiser, The Holy Longing (New York: Doubleday,
1999), 27.
[3] Teresa de Ávila, Camino de Perfección, cap. 19 no. 2.
[4] Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, Obras Completas, Editorial de
Espiritualidad, 1980.
[5] Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, estrofa 7.
[6] Marie Dennis, Reny Golden, Scott Wright, Oscar Romero
(Maryknoll: Orbis Books, 2000), 19.
[7] Ibid,. 28.
[8] Teresa de Ávila, Vejamen, Sobre las palabras "Búscate en mi",
Obras Completas, pág. 1134-1136.
[9] Romanos 9, 16.
[10] Ratio Institutionis Vitae Carmeltinae, no. 24.
[11] Günter Benker, "Abrirse al futuro de Dios" en The Mission of
Carmel for the Third Milennium (Melbourne: Carmelite
Communications, 1999), 51.
[12] Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, estrofa, 36.
[13] Teresa de Ávila, Moradas del Castillo Interior, Segunda Morada,
cap. 1 no. 2.
[14] Maestro de la fe, Carta Apostólica de Juan Pablo II, 22, 23.
[15] Juan de la Cruz, Llama de amor viva, estrofa, 1, nº 12.
[16] Juan de la Cruz, Llama de amor viva, estrofa, 1 nº 36.
[17] Constituciones de la Orden de los Hermanos de la
Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, Epílogo

www.ocarm.org/carmspir/index_esp.htm

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