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LIBERTADORAS BER
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TA
De la Patria Grande
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Cuadernos de
1. Introducción
RAS
LIBERTADORAS de la Patria Grande
4. Juana Ramírez la avanzadora
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Cuadernos de
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Cuadernos de
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Cuadernos de
Edición y corrección: Ulises Bosia
Diseño de tapa y de interiores: Ignacio Fernández Casas
Ilustración de tapa: Paola Gigante
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M. Paula G.
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2. Micaela
Bastidas: "Por
la libertad de
mi pueblo he
renunciado a
todo.”
…“Esta mañana voy a morir y no me asusta. Hace tiempo
que la muerte está caminando conmigo. A pesar de que estaré
en todas partes y en ninguna, extrañaré un poco las costumbres
de mi pueblo. Eso de ser llorada en Tungasuca, Pampamarca
y Surimana, de quedar entre las mantas más bellas apretadas
como un niño, con guirnaldas de flores sobre el pecho y salir al
cementerio de la iglesia con el señor cura por delante con capa
de oro, incensario y la cruz alta. Ayer noche no he podido dor-
mir tratando de coger los recuerdos más queridos. Viéndome en
Surimana, bordeando sus veredas de Qantus rojos, evocando
a mi madre en las aventuras de Marcos, el atoq, y Dieguillo, el
huk’ucha: amarrando a mis hijos recién nacidos con el chunpi
de los guerreadores Canas; escuchando de lejos el Ángelus de
las campanas sobre el campo; o subiendo el Q’oyllur Rit’i, para
dejar mi primer allwi en las faldas de la gran “estrella de nieve”,
sin saber que alumbraría mi camino hasta la horca, porque ella
me está dando la paz que ahora siento. Porque quiero creer que
seguirá proyectando su luz sobre mi pueblo para otro amanecer.
Porque quiero confiar en que esta muerte tiene que ser fecunda y
que al librarnos de ella saldremos victoriosos. Otros días y otros
hombres vendrán a realizar lo nuestro. Así tiene que ser.”
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Chepe mío,
Tú me has de acabar de pesadumbre, pues andas muy des-
pacio paseándote en los pueblos y más en Yauri, tardándote dos
días con gran descuido, pues los soldados tienen razón de aburrir-
se e irse cada uno a sus pueblos. Yo ya no tengo paciencia para
aguantar todo esto, pues yo misma soy capaz de entregarme a los
enemigos para que me quiten la vida, porque veo el poco anhelo
que ves en este asunto tan grave, que corre en detrimento la vida
de todos y estamos en medio de los enemigos, que no tenemos hora
segura de vida y por tu causa están a pique de peligrar todos mis
hijos y los demás de nuestra parte. Harto te he encargado que no
te demores en esos pueblos, donde no hay que hacer cosa ninguna,
pero tú te preocupas en pasear sin traer a consideración que los
soldados carecen de mantenimiento, y aunque se les dé plata, esta
ya se acabará al tiempo, y entonces se retirarán todos despojándo-
nos desamparados, para que paguemos con nuestras vidas.
Tu Mica
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Notas
1. Barrionuevo Alfonsina (2015), Habla Micaela, Cuzco, Perú, Dirección Des-
concentrada de Cultura de Cusco, Ministerio de Cultura.
2. Ferreyra, Norma Estela (2013), Próceres de papel y héroes olvidados en la
independencia argentina, Argentina, Lulu.com.
3. Guardia Sara Beatriz (2012), Micaela Bastidas y las heroínas de la inde-
pendencia del Alto Perú, en Visiones de la Independencia Americana,
Subalternidad e Independencias, Madrid, España, Ediciones Universidad
de Salamanca.
4. Valcárcel, Carlos Daniel (1973), “Micaela Bastidas”, en La Rebelión de Tu-
pac Amaru, Lima, Perú, Peisa.
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3. Bartolina
Sisa: la generala
aymara
Luzmila Carpio
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Notas
1. Ari Murillo, Marina (2003), Bartolina Sisa: la generala aymara y la equi-
dad de género, La Paz, Bolivia, Editorial Amuyañataki.
2. Discurso del presidente Evo Morales en el acto de conmemoración de los
263 años del nacimiento de la líder indígena Bartolina Sisa, agosto 2013
http://www.vicepresidencia.gob.bo/Evo-Morales-Bartolina-Sisa-es-la
3. Agencia Plurinacional de Comunicación 2015 “Confederación Nacional de
Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia Bartolina Sisa - CN-
MCIOB-BS” en http://www.apcbolivia.org/org/cnmciob-bs.aspx
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4. Juana Ramírez:
la avanzadora
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Notas:
1. Baralt Rafael, María (1841), Resumen de la historia de Venezuela, París,
Imprenta H. Fournier.
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5. Manuela
Sáenz: envuelta
en amores y
revolución
Tú fuiste la libertad,
libertadora enamorada.
Entregaste dones y dudas,
idolatrada irrespetuosa.
Se asustaba el búho en la sombra
cuando pasó tu cabellera.
Y quedaron las tejas claras,
se iluminaron los paraguas.
Las casas cambiaron de ropa.
El invierno fue transparente.
Es Manuelita que cruzó
las calles cansadas de Lima,
la noche de Bogotá,
la oscuridad de Guayaquil,
el traje negro de Caracas.
Y desde entonces es de día.
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Y continúa el relato:
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Manuelita:
Mi adorada:
Tú me hablas del orgullo que sientes de tu participación en
esta campaña. Pues bien mi amiga. Reciba usted mi felicitación y
al mismo tiempo mi encargo. ¿Quiere usted probar las desgracias
de esta lucha? ¡Vamos! El padecimiento, la angustia, la impotencia
numérica y la ausencia de pertrechos hacen del hombre más vale-
roso un títere de la guerra [
] Tú quieres probarlo [
] Por lo pron-
to no hay más que una idea que tildarás de escabrosa: pasar al
ejército por la vía de Huaraz, Olleros, Chovein y Aguamina al sur
de Huascaran. ¿Crees que estoy loco? Esos nevados sirven para
templar el ánimo de los patriotas que engrosan nuestras filas. ¡A
que no te apuntas! [...]
A la amante idolatrada,
Bolívar
Mi querido Simón:
Mi amado: las condiciones adversas que se presenten en el
camino de la campaña que usted piensa realizar, no intimidan mi
condición de mujer. Por el contrario. ¡Yo las reto! ¿Qué piensa us-
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Mi adorada Manuelita:
Mi amor, marcho hoy con destino al Alto Perú, a Chuquisa-
ca, lleno de proyectos que son mi ilusión de crear una nueva Repú-
blica. Y por lo tanto, la demanda ha de ser mucho trabajo que rea-
lizar con la dirección de la Providencia y donde alcanzaré lo más
grande de mi gloria, que me tiene pensando en ti, a cada momento
en que tu imagen me acompaña a todo lado, haciendo de ideas vi-
vas el palaciego almíbar de mi vida y mis labores.
Sin embargo, soy preso de una batalla interior entre el de-
ber y el amor; entre tu honor y la deshonra, por ser culpable de
amor. Separarnos es lo que indica la cordura y la templanza, en
justicia ¡Odio obedecer estas virtudes!
Soy tuyo de alma y corazón,
Bolívar
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Notas
1. En Perú de Lacroix, Luis (2005), Diario de Bucaramanga, Fundación Edi-
torial El perro y la rana, República Bolivariana de Venezuela, Ministerio
de la Cultura.
2. En Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia (2010), Las
más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón. Ediciones de la
Presidencia de la República, Caracas, Venezuela.
3. En Manuela Sáenz, la prócer que batalló por la soberanía y libertad de
América, en Venezolana de Televisión, http://www.vtv.gob.ve/articu-
los/2014/12/26/manuela-saenz-la-procer-que-batallo-por-la-sobera-
nia-y-libertad-de-america-5729.html
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6. Juana Azurduy:
la amazona de la
libertad
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dades, y los cuatro niños murieron enfermos, uno tras otro. Emba-
razada de su quinta hija Juana siguió combatiendo. Y cuando nació
la niña, la puso al cuidado de una familia para continuar la batalla.
Nada la detiene.
Producida la Revolución de Mayo en Buenos Aires, plena ca-
pital del virreinato del Río de la Plata, Juana y Padilla se unen al
Ejército Auxiliar del Norte enviado desde Buenos Aires, para com-
batir a los realistas del Alto Perú, recibiendo a los jefes revoluciona-
rios Juan José Castelli, Antonio González Balcarce y Eustoquio Díaz
Vélez en las haciendas de Yaipiri y Yurubamba.
En 1812 se pone bajo las órdenes del general Manuel Belgra-
no, nuevo jefe del Ejército Auxiliar del Norte, llegando a reclutar
10.000 milicianos. También prestó colaboración durante el Éxodo
Jujeño, y recién después de la popular entrada de Díaz Vélez en Po-
tosí el 17 de mayo de 1813, se reencontrará con Padilla.
Juana no estuvo en la derrota de la batalla de Vilcapugio,
pero organizó el “Batallón Leales” que participó en Ayohuma en no-
viembre de 1813, otra derrota que significó el retiro temporal de los
ejércitos rioplatenses del Alto Perú. Desde allí, Juana y Padilla se
dedicaron a realizar acciones de guerrillas contra los realistas.
La historiografía oficial llamará despectivamente a esa gue-
rra de guerrillas como Guerra de Republiquetas. Sin embargo, esa
táctica que libraron los caudillos del Alto Perú es la que impidió el
avance de los ejércitos realistas y mantuvo viva la llama de la revo-
lución. Cada caudillo comandaba un pueblo y sus tropas estaban
integradas mayormente por pobladores originarios. De los 102 cau-
dillos que combatieron sólo sobrevivieron nueve.2
El 8 de marzo de 1816, Juana atacó y tomó el cerro de Poto-
sí, un lugar estratégico. Y tras el triunfo logrado en el combate del
Villar, recibió el rango de teniente coronel por un decreto firmado
por Juan Martín de Pueyrredón, director supremo de las Provincias
Unidas del Río de la Plata, el 13 de agosto de 1816. En reconocimien-
to a su contribución, el general Belgrano le entregó su sable.
Pero en noviembre de 1816 Juana fue herida en la batalla de
La Laguna, y cuando su marido corrió a rescatarla una bala realis-
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LA JUANA AZURDUY
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Notas
1. En Mónica Deleis, Ricardo de Titto, Diego L. Arguindeguy (2001), Mujeres
de la Política Argentina, Editorial Aguilar, Buenos Aires.
2. Reportaje a Araceli Bellota, Amazona de la libertad, en Página/12, 14 de
julio de 2013.
3. En Mónica Deleis, Ricardo de Titto, Diego L. Arguindeguy (2001), Mujeres
de la Política Argentina, Editorial Aguilar, Buenos Aires.
4. En Cantier, Joaquín (1980), Doña Juana Azurduy de Padilla, La Paz, Edi-
torial Ichtus.
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7. Magdalena
Güemes y las
mujeres de la
resistencia
salteña
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“Los gauchos nos hacen casi con impunidad una guerra len-
ta pero fatigosa y perjudicial. A todo esto se agrega otra no menos
perjudicial que es la de ser avisados por horas de nuestros movi-
mientos y proyectos por medio de los habitantes de estas estancias
y principalmente de las mujeres, cada una de ellas es una espía
vigilante y puntual para transmitir las ocurrencias más diminutas
de éste Ejército”.
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como sí la tuvo Juana Azurduy, pero fue una habilidosa espía que
aprovechó su lugar social destacado. Y también una gran operadora
política. Toda la información que recababa se la transmitía a su her-
mano; era sus ojos, sus oídos y sus brazos en la ciudad; lo protegía y
lo ponía sobre aviso de cualquier cuestión urgente. La Macacha no
le tenía miedo a nada. Fue capaz de ir sola, embarazada y de noche,
a galope de caballo por los caminos que conocía desde niña hasta los
campamentos rebeldes para avisar de alguna emboscada.
Desde 1810, cuando se había formado el Ejército Auxiliar del
Perú para recuperar las cuatro Intendencias Altoperuanas anexadas
al Virreinato del Perú, las tropas provenientes de Buenos Aires riva-
lizaron con las comandadas por Güemes. Los motivos eran diversos,
pero lo cierto es que los oficiales veían con recelo tanto las tácticas
militares del caudillo como la composición gaucha de sus escua-
drones. Cuando la Jefatura del Ejército es asumida por Rondeau,
la rivalidad aumentó junto con las difamaciones. La prensa porteña
denostaba a Güemes, llamándolo caudillejo, cacique, demagogo, ti-
rano. Sus tropas eran calificadas como repletas de bandidos, saltea-
dores y montoneros.
Y la cosa empeoró todavía más cuando Rondeau, volviendo
del Alto Perú derrotado en la batalla de Sipe Sipe, no tiene mejor
idea que invadir la Salta gobernada por Güemes en marzo de 1816.
Al encontrarse las negociaciones entre el jefe salteño y el general
Rondeau en un punto muerto y se avizoraba una ruptura, fue la Ma-
cacha en persona quien destrabó la situación y consiguió que se lle-
gara a un acuerdo, conocido como el Pacto de los Cerrillos.
La noche del 7 de junio de 1821 sería trágica. Cuando ella se
encontraba en su casa, llegó Güemes respondiendo a un supuesto
llamado suyo, pero pronto se dieron cuenta que era parte de un ar-
did de los realistas para atacarlo. Al abandonar la casa, escoltado
por sus “Infernales”, fue herido gravemente y murió diez días des-
pués. Dicen que en los brazos de su hermana.
Ya sin don Martín, Macacha continúo participando de los su-
cesos políticos de la provincia, con la valentía que la distinguía. Mu-
rió en su ciudad natal, un 7 de junio, en el aniversario en que Güe-
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LA JUANA MORO
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Notas
1. Memorias de José María Paz en: Graciela Meroni (1981), La Historia en
mis documentos. Desde la Revolución de Mayo hasta el triunfo federal de
1831, Buenos Aires, Huemul.
2. En Frías, Bernardo (1971-1972), Historia del General Martín Güemes y
de la Provincia de Salta, o sea de la independencia argentina, Depalma,
Buenos Aires.
3. Idem.
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