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Introducción.
La Iglesia en América latina, se ha caracterizado, desde fines del siglo XIX, por una notable
proximidad con la santa sede. Esta sintonía se manifestó ya, en tiempos de León XIII con
ocasión de la celebración del concilio plenario latinoamericano, en cuyo decreto se percibe
un apoyo manifiesto al romano pontífice. Las conferencias generales del episcopado
latinoamericano, dedicaron también una tensión particular al magisterio pontificio.
b) Fuente.
Las fuentes principales para la estructura del CPLA fueron: el tercer concilio de
Valtimore en Estados Unidos 1884, el onceavo de Compostela (1887), el
octavo de Valladolid (1887), y el cuarto de Valencia (1889), inspirados en las
dos constituciones del Vaticano I.
El catecismo Romano del concilio d Trento es otro de las fuentes mas citadas,
junto con los decretos del propio tridentino, y evidentemente el Vaticano
primero. También aparecen algunas encíclicas de los pontífices del siglo XVIII
y XIX. Y algunas disposiciones disciplinares de especial relieve de algunos
dicasterios romanos.
Muchos concilios provinciales del siglo XIX son citados a pie de página en
numerosas ocasiones también hay alusiones a sínodos y concilios provinciales
más antiguos. Son muy escasos las referencias a concilios provinciales
coetáneos celebrados en América latina.
Vale la pena también destacar la presencia del sínodo diocesano celebrado en
Chile en 1985, y de las instituciones de derecho canónico americano para el uso
de los colegios en las repúblicas de la América, de monseñor Juan Donoso.
Sobre todo en el esquema general de los decretos.
Un estudio comparativo muestran la continuidad entre las instituciones de
Donoso, el CPLA y el código de 1917. Por consiguiente, más que hablar de que
el CPLA perdió vigencia con la llegada del concilio desde el Codex 1917, habría
que decir que los codificadores contaban con un instrumento esencial que
facilitó su labor. En efecto la labor codificadora del CPLA pudo influir en el
ámbito de la curia Romana determinándola a realizar una tarea similar quizás de
más alcance para la Iglesia universal.
Explorando las actas del CPLA se descubre la firme adición de esta asamblea
eclesiástica al concilio vaticano I en efecto, los capítulos II (de revelaciones) III
(de fide) y IV (de fide et ratione), corresponde al título primero, del concilio
vaticano I, (Dei filius), sin aportar novedad capitular. Es importante señalar las
referencias a la encíclica quanta cura, de Pio XI y su adición a las condenas del
syllabus (Índice de libros prohibidos).
En cuanto a sus consideraciones eclesiológicas, el CPLA, ratifica la visión
postridentina de la Iglesia quizás inspirada en la respuesta católica a las tesis
luteranas, o muy determinada por la teología Bellarminiana, que define a la
Iglesia como una sociedad exterior visible, establecida por Dios por medio de su
Hijo unigénito, y provista de notas manifiestas de la institución que la dan a
conocer a todos como depositaria y maestra de la palabra revelada. No están
presentes los presupuestos de la teología Tubingesa. Es interesante la insistencia
de la romaneidad de la Iglesia: una, santa, católica y apostólica. En el capítulo
dedicado a las relaciones entre la Iglesia y el Estado, se señala que entre las dos
potestades, debe existir cierta alianza bien ordenada y se apela también a una
subordinación de la postestad temporal a la espiritual en aquellos asuntos que,
aunque por diversos motivos, son de fuero y derecho común.
Conclusión
Para cumplir los decretos 287 y 288 del concilio de las ocho diócesis existentes en el
país, en el momento de la celebración del concilio solo cuatro realizaron algún sínodo.
Según un autor, el concilio plenario las conferencias episcopales y estos sínodos
diocesanos son los exponentes de un esfuerzo titánico por vigorizar la fe del país,
leyendo las actas sinodales y la de los congresos de laicos católicos, las pastorales
colectivas, las resoluciones de las conferencias episcopales y el listado de los
participantes de esta asamblea se tiene la sensación de estar frente a grandes
realizadores; es decir los primeros años de la recepción conciliar dieron paso a una serie
de acciones y realizaciones que pusieron de manifiesto la vitalidad de la Iglesia
Latinoamericana en el campo político y social, la Iglesia buscaba reconquistar el lugar
en la sociedad que los gobiernos liberales le habían negado; la Iglesia reconociendo la
vocación apostólica de los laicos tomó conciencia de su fuerza y su gran capacidad, de
organización y sensibilidad social.
La iglesia era cuestionada por una incipiente clase obrera, a la que se añadía la fuerte
inmigración a partir de la segunda mitad del siglo XIX, que intentaba organizarse y
encontrar su lugar en la vida política de la nación. Asomaba ya en estos sínodos la
cuestión social tratada con mayor o menor amplitud según los lugares los tiempos y la
personalidad de los obispos.
Es lógico que las primeras encíclicas misionologicas publicadas en 1919 y 1926 tuvieran en
el nuevo mundo un eco notable; es de destacar también los documentos que…
a) Pio X (1903-1914)
Citándolo a que se reuniese en sínodos Trienalmente. En 1912 remite al episcopado
de americalatina la encíclica, …sobre la necesidad de mitigar la deplorable
condición en que se encontraban los indios de america latina,
b) Benedicto XIV
Trazo en su encíclica maximus Illus de 1929, las líneas fundamentales de la
moderna misionologia que después seria… En ella hbla con claridad de la
responsabilidad de todos los creyentes en la Tarea misionera y de la necesidad de
distinguir entre la actividad misionera y el colonialismo.
El fundamento de la misión, dice el papa, es el mandatod e Cristo (Mc 16, 15) que
no se limita al tiempo apostólico, pues desde entonces la Iglesia sigue enviando a
todas partes mensajeros de la doctrina revelada por Dios. Señala también que le
objetivo primordial de toda misión es constituir abundante clero indígena, formado
al mismo nivel que el clero de los países mas desarrollados y advierte que los
misioneros no son embajadores de sus países de origen, sino solo de Cristo, no son
beneficos colonizadores y deben olvidarse de los sentimientos nacionalistas. En
cambio deben ofrecer una imagen de desprendimiento y pobreza. Reclama el Papa
una buena preparación pastoral de los misioneros. La santidad de vida y la
confianza en Dios. Finaliza su carta subrayando el deber cristiano de sostener las
misiones con oración, donativos económicos y promoviendo y suscitando
vocaciones misioneras. El marco sociológico de la encíclica venia definido por los
grandes tras bases demográficas internacionales, la encíclica recorndando la
necesidad de aumentar el clero autóctono y de orillar cualquier asomo de
nacionalismo misional tuvo un impacto americanista notable y fue leida a ambos
lados del atlántico con respecto y atención
Pío XI 1922-1939.
Los frutos de la encíclica fueron alentadores: aumentaron los misioneros, se crearon nuevas
circunscripciones misioneras, se multiplicaron el número de católicos. Se pasó de una I.
misionera a una I. institucionalizada. Se llegó a la convicción de que solo serían eficaces si
se apoyaban en la oración y en la reflexión doctrinal. Este Papa nombro patrona universal
de las misiones a Santa Teresita de Lesiux canonizada por él en 1925.
Para los mexicanos el magisterio de Pío XI es sumamente importante, durante las dos
guerras cristeras. Antes de la primera escribió la carta apostólica Paterna Sanae Solicitudo
el 2 de febrero de 1926. Donde se lamenta de la hostilidad de las leyes del gobierno
mexicano contra la I. Lamenta también que el gobierno mexicano intentase crear una
Iglesia nacional, de carácter cismático. Después de animar a los católicos a propagar lo más
posible la acción católica, les recuerda que deben mantener las cuestones religiosas al
margen de la política.
En 1937, vuelve el Papa a tocar el tema en con una nueva encíclica titulada Firmisimum
Constatia, en Plena segunda guerra cristera, que tuvo carácter menos religioso y más
agrarista, por eso la encíclica además de centrarse directamente en el desarrollo de la acción
católica en México y en la formación del clero mexicano. Propone la salida al extranjero de
los seminaristas (España, Estados Unidos). Casi al final del documento, y en el contexto de
que la política de Lázaro Cárdenas no era ya tan agresiva contra la I. y los católicos que
estaban mas serenos, el Papa escribió que no obstante la ilisitud de toda insurreccion o
violencia contra los poderes legítimamente constituidos, “cuando llegara el caso de que
tales poderes se levantaban contra la justicia y la verdad hasta destruir los mismos
fundamentos de la autoridad, no se podría condenar que los ciudadanos se reuniesen para
defender la nación y defenderse así mismos, por medios licitos y aprobados, contra aquellos
que se valiesen del poder público para llevar a la ruina a su propietario.”
Conclusión, la posición de Pío XI no podía ser otra al aceptar los arreglos y llevar al
sometimiento material de los católicos mexicanos, se mostraba coherente y en continuidad
con el magisterio pontificio de sus antecesores, León XIII y san Pío X. Condenaba toda
violencia entendida como recurso supuestamente legitimo para superar situaciones de
persecución en Justicia y prohibía que los católicos se organizasen o activamente como si
fuesen una facción política más. Pío XI después de atenta reflexión recordaba a los
cristianos el comportamiento de las primeras comunidades cristianas (cfr. Carta a Filemón).
El legado pontificio, Eugenio Pascelli, a su llegada al país dijo: una nación de población
tan sana, inteligente y laboriosa, de situación geográfica tan ventajosa, y sobre todo de
tradiciones tan auténticamente espiritual y católica como la vuestra, “esta llamada a grandes
empresas en la cooperación de los pueblos del contiente iberoamericano de ese continente
de tierras de maravillas tan rico en esperanza para la humanidad y para la Iglesia”. En la
homilía en la misa de apertura afirmó: “latido espontaneo del corazón de la Iglesia, nuestro
congreso eucarístico internacional no quiere ser otra cosa que un grito poderoso, cuyos ecos
lo ejecutan hasta los extremos confines de la tierra, proclamando victoriosa la realeza de
Jesucristo en cuyo reino unas veces predomina la omnipotencia y otras veces prevalece el
amor”. Y en la solemne bendición en el acto de clausura, manifestó: “Este congreso debe
ser para cada uno de vosotros el comienzo de una nueva vida, y para que la fe de Cristo, se
adentre absolutamente en vuestro corazón. El odio al pecado, la lucha contra las pasiones,
la mortificación austera, la pureza de las costumbres y la renovación de la vida católica en
todas las actividades de la esfera individual, familiar y social, debe ser el fruto saludable de
estas solemnidades eucarísticas. Este congreso señalará, ciertamente, con una nueva época
en la historia del continente iberoamericano”.
Leyendo ahora al cabo de los años, las actas del congreso, se aprecia que el clima de
optimismo que se advertía en él, contrastaba con el aire que se respiraba
contemporáneamente en Europa, que había sufrido el terrible azote de la gran guerra y se
hallaba anegada por cierto pesimismo existencialista.
En resumen, los decretos de este sínodo constituyen una adaptación a las circunstancias
chilenas del código de 1917. Las novedades se hallan, en los aspectos teologicos-
dogmaticos, debido a la implantación de los estudios teologicos superiores en la metrópoli
chilena.
5.- Pío XII y su proyecto evangelizador para América latina (1939-1958). Inaguró una
nueva etapa de la solicitud pastoral del pontificado romano por latinoamerica, tanto por el
número de sus mensajes radiofónicos como por la nueva perspectiva de su gobierno en
efecto, ya desde 1939, insistió en que los misioneras promovieran acciones sociales para
impedir el avance de las “utopías marxistas” y que los laicos colaboraran en esa tarea de
carácter social y educativa. Por su significado latinoamericanista, debe destacarse el
radiomensaje de la navidad de 1945 donde el pontífice reconocía, que debía cancelarse toda
perspectiva eurocentrista de la Iglesia, pues “muchos países en otros continentes han
revasado hace no poco tiempo la etapa misionera de su organización eclesiástica; y son
gobernados por una jerarquía propia y dan a toda la Iglesia bienes espirituales y materiales,
mientras antes únicamente los recibían” El gran interés del papa por América latina, se
inscribía dentro de su proyecto de fortalecer la Iglesia fuera de europa es decir europa ya no
debería ser el único continente de donde salieran los misioneros, así comprometía también a
los países americanos en la cristianización del mundo pagano y el clero secular.
a) Retraso y convocatoria.
Este concilio se había planeado desde 1901 pero la respuesta de la santa sede llegó hasta
1911, por el temor de que surgiera una Iglesia brasileña nacional. Hubo otra tentativa en
1915, también vetada por idénticas razones. Con ocasión del congreso eucarístico
internacional de Buenos Aires (1934) se retomó la idea de un plenario Pío XII lo autorizó
en 1939 y se celebró en Río de Janeiro en Julio de 1939. El Papa lo aprobó en 1940
definiéndolo como un verdadero complemento de CIC de 1917.
Pío XI en 1938, copio a Sebastián Leme, fundar en Río de Janeiro una universidad Católica
con dos facultades: Teología, Derecho y filosofía. En 1947 la santa sede le concedió el
título de universidad pontificia.
Lo mas sobresaliente de esta asamblea fue la pastoral episcopal del año nuevo títulada
deber social de los católicos, con la que se concluia el concilio.
8.-