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Estas corrientes se dan en el acto cronológico que va desde 1899 en que tuvo lugar en

roma, el concilio plenario latinoamericano, hasta el 2007 en el que se celebró la quinta


conferencia del CELAM en aparecida Brasil.

En este arco cronológico, deberíamos analizar:

 Primero: el magisterio pontificio, y las asambleas eclesiásticas en el siglo XX y lo


que va del siglo XXI.
 Segundo: la acción protestante desde mediados del siglo XIX.
 Tercero: la acción social y cultural de los católicos hasta el vaticano II.
 Cuarto: teología latinoamericanista:
 Quinto: (I) Teología de la liberación. II) Teología de los hispanos estadounidense y
Teología indigenista.
 Sexto: La religiosidad popular.
 Séptimo: teología latinoamericanista reformadas y evangélicas.
 Octavo: Teología de la mujer, teología feminista, teología mujerista y
ecofeminismo.
 Noveno: Revista teológica de América latina.

Ante la imposibilidad de agotar tan abundante temática, únicamente analizaremos, los


temas uno, cuatro, cinco y ocho, no porque sean los más importantes, sino por la necesidad
de orientar bien al pueblo de Dios al respecto.
I.- Magisterio pontificio y asambleas eclesiales en el siglo XX y lo que va del siglo XXI.

Introducción.

La Iglesia en América latina, se ha caracterizado, desde fines del siglo XIX, por una notable
proximidad con la santa sede. Esta sintonía se manifestó ya, en tiempos de León XIII con
ocasión de la celebración del concilio plenario latinoamericano, en cuyo decreto se percibe
un apoyo manifiesto al romano pontífice. Las conferencias generales del episcopado
latinoamericano, dedicaron también una tensión particular al magisterio pontificio.

A) Del plenario latinoamericano a los concilios plenarios nacionales.

1.-El concilio plenario latinoamericano (CPLA).


El COPLA impulsó decididamente la vía cristiana en los países del sur, del río
grande. Este concilio tuvo un importante impacto en la vía eclesiástica durante dos
décadas y posteriormente por su recepción en el código del 17, continúo su benéfico
influjo.

a) Historia y desarrollo del CPLA.


EL CPLA se celebró entre fines de mayo y principios de Julio de 1899, en
Roma convocado por León XIII, y con la asistencia de la mitad del episcopado
del latinoamericano. El Papa pretendía al convocarlo, concretar una
preocupación surgida con motivos del cuarto centenario del descubrimiento de
América: “meditar seriamente en el mejor modo de mirar por los intereses
comunes de la raza latina a quien pertenece más de la mitad del nuevo mundo”.
El CPLA se desarrolló a lo largo de 6 semanas, articulado en nueve sesiones
solemnes y 29 congregaciones generales. Acabado el concilio León XIII
designó una comisión de cardenales, para que en su nombre y con su
autorización, revisara los decretos que se publicaron en 1900 en lengua latina y
en 1906 en lengua castellana.

b) Fuente.
Las fuentes principales para la estructura del CPLA fueron: el tercer concilio de
Valtimore en Estados Unidos 1884, el onceavo de Compostela (1887), el
octavo de Valladolid (1887), y el cuarto de Valencia (1889), inspirados en las
dos constituciones del Vaticano I.
El catecismo Romano del concilio d Trento es otro de las fuentes mas citadas,
junto con los decretos del propio tridentino, y evidentemente el Vaticano
primero. También aparecen algunas encíclicas de los pontífices del siglo XVIII
y XIX. Y algunas disposiciones disciplinares de especial relieve de algunos
dicasterios romanos.
Muchos concilios provinciales del siglo XIX son citados a pie de página en
numerosas ocasiones también hay alusiones a sínodos y concilios provinciales
más antiguos. Son muy escasos las referencias a concilios provinciales
coetáneos celebrados en América latina.
Vale la pena también destacar la presencia del sínodo diocesano celebrado en
Chile en 1985, y de las instituciones de derecho canónico americano para el uso
de los colegios en las repúblicas de la América, de monseñor Juan Donoso.
Sobre todo en el esquema general de los decretos.
Un estudio comparativo muestran la continuidad entre las instituciones de
Donoso, el CPLA y el código de 1917. Por consiguiente, más que hablar de que
el CPLA perdió vigencia con la llegada del concilio desde el Codex 1917, habría
que decir que los codificadores contaban con un instrumento esencial que
facilitó su labor. En efecto la labor codificadora del CPLA pudo influir en el
ámbito de la curia Romana determinándola a realizar una tarea similar quizás de
más alcance para la Iglesia universal.

c) Teología del CPLA.


No cabía esperar grandes novedades teológicas y canónicas del CPLA porque su
objetivo era, unificar las directrices sobre disciplina eclesiástica para facilitar la
labor en las diócesis latinoamericanas. Logrado dicho objetivo, el CPLA se
convirtió en punto de arranque trascendental en la Iglesia de América Latina,
sus decretos retoman la disciplina de la Iglesia universal. La particular para
América, desarrollada por los concilios latinoamericanos del siglo XVI y XVIII,
y las aportaciones más recientes de los concilios celebrados en Estados Unidos,
en los concilios provinciales Españoles y Europeos del siglo XIX, y en las
provincias eclesiásticas de las Nuevas republicas latinoamericanas.

Explorando las actas del CPLA se descubre la firme adición de esta asamblea
eclesiástica al concilio vaticano I en efecto, los capítulos II (de revelaciones) III
(de fide) y IV (de fide et ratione), corresponde al título primero, del concilio
vaticano I, (Dei filius), sin aportar novedad capitular. Es importante señalar las
referencias a la encíclica quanta cura, de Pio XI y su adición a las condenas del
syllabus (Índice de libros prohibidos).
En cuanto a sus consideraciones eclesiológicas, el CPLA, ratifica la visión
postridentina de la Iglesia quizás inspirada en la respuesta católica a las tesis
luteranas, o muy determinada por la teología Bellarminiana, que define a la
Iglesia como una sociedad exterior visible, establecida por Dios por medio de su
Hijo unigénito, y provista de notas manifiestas de la institución que la dan a
conocer a todos como depositaria y maestra de la palabra revelada. No están
presentes los presupuestos de la teología Tubingesa. Es interesante la insistencia
de la romaneidad de la Iglesia: una, santa, católica y apostólica. En el capítulo
dedicado a las relaciones entre la Iglesia y el Estado, se señala que entre las dos
potestades, debe existir cierta alianza bien ordenada y se apela también a una
subordinación de la postestad temporal a la espiritual en aquellos asuntos que,
aunque por diversos motivos, son de fuero y derecho común.

En cuanto a las atribuciones del romano pontífice, se atiene a lo decretado por el


Vaticano I. Destacando que el papa no tiene solamente “primado de honor”. En
cuanto a las consideraciones sobre las costumbres, destaca el capítulo sexto,
parte segunda, dedicado a las supersticiones que quizás afectaron más a las
clases medias y altas (como el espiritismo, sonambulismo, clarividencia,
magnetismo, hipnotismo y mesmerismo, etc). No hay referencia todavía a las
supersticiones procedentes del sincretismo religioso por el contacto del
cristianismo con las religiones afroamericanas, pero se explica por el contexto
latinoamericano de la época, la especial extensión concedida al capítulo VII,
dedicado a la secta masónica y a otras sociedades ilícitas.
El título V, es un tratado excelente acerca de los sacramentos en general y en
particular con consideraciones dogmáticas nítidas y la disciplina sacramental la
expone según los usos de aquellos años, notándose la consideración de que se
admita a las sagrada comunión a todos los que se hallan debidamente
dispuestos, y que se oiga en confesión a todos los que la solicitan
responsablemente. Como era de esperar, las remisiones a Trento, al catecismo
romano y a las disposiciones de Benedicto XIV son frecuentes en él.

Conclusión

Concluimos que el CPLA provocó una primera experiencia de cohesión


continental en el interior de la Iglesia y del episcopado y produjo un cuerpo
disciplinar y doctrinal expresado con gran coraje y sinceridad que venía a
fortalecer la conciencia unitaria de la Iglesia latinoamericana. También puso las
bases (208,268) para la celebración de frecuentes reuniones en cada provincia
eclesiástica. Esta prescripción evolucionó pronto en algunas republicas hacia la
forma de conferencias episcopales nacionales, que se fueron estructurando con
mucha técnica en el correr de los años.

d) La aplicación del CPLA en las diócesis latinoamericanas


Como los decretos del concilio abarcaban un amplio elenco de aspectos de la
vida eclesiástica, y como algunos objetivos eran mas sencillos y otros menos y
una diócesis tenia mas facilidades que otras para aplicarlos, no cabe duda que
todos los obispos tuvieron el buen deseo y pusieron los medios a su alcance para
aplicar los decretos en sus respectivas diócesis. Prueba de ello son las quince
cartas pastorales de obispos presentando el concilio. Se celebran en america
latina al menos 14 concilios provinciales y 58 sínodos diocesanos, teniendo el
cuidado de evitar una excesiva actividad legislativa como lo pedía el CPLA.
Brasil.
Los obispos brasileños se reunieron en 1901, 1904, 1907 y 1915, elaborando
pastorales colectivas que ponían en práctica la legislación del CPLA. Ademas
convocaron varios sínodos.
Colombia.
Los obispos colombianos quisieron dar carancter nacional a sus reuniones
episcopales pidiendo a la santa sede que, al igual que había sucedido con los
obispos diocesanos, sus reuniones no fueran de cada una de sus provincias, sino
de todo el territorio colombiano. Esto les fue concedido por la sagrada
congregación del concilio el 15 de marzo de 1913 y constituyo el embrión de
las conferencias episcopales latinoamericanas (CELAM).
Costa Rica.
En costa rica se celebraron varios sínodos que inspiraron y sostuvieron la
legislación costarricense, 1910,1924, 1938, 1944, recordadndo en el último la
obligación de conservar un ejemplar de las actas del CPLA.
Chile.
Las orientaciones teológicas, canónicas del CPLA, restablecieron en la Iglesia
Chilena el espíritu colegial del episcopado. Los Obispos se reunierón en los
años 1901, 1906, 1912, 1915, 1921, 1923, tratando los temas de la educación
cristiana de los niños y de los jóvenes y la acción social. En 1938 se llevó a cabo
el concilio provincial programado desde 1901 para cumplir con las
disposiciones del código de 1917.
Paraguay.
Su obispo habiendo participado en el CPLA lo aplicó en su diócesis en los
siguientes aspectos: sacramentos, formación y promoción del clero, trasplante
de numerosas congregaciones que abrieron centros de educación y ayudaron a la
cristianización del país (Se recomiendo ver la película la Misión).
Venezuela.
La jerarquía venesolana tomó conciencia del grupo a raíz de su estadía en Roma
pero fue hasta 1904, cuando se llevo a cabo en caracas la primera reunión en
caracas titulada “conferencia canonica”, para evitar los celos y la ingerencia del
gobierno que ´pretendía implementar el patronato regio, de esta conferencia
salio la instrucción pastoral del episcopado venezolano, que sustituyo los
sinodales de caracas de 1687, y que reflejaron el espíritu y la letra del CPLA.
Hubo una segunda conferencia en 1923 para actualizar la instrucción pastoral a
las normas del codex de 1917, la tercera en 1928, la cuarta en 1934 y la primera
conferencia episcopal extraordinaria en 1930.
Argentina.

Especial atención merece monseñor Mariano Antonio Espinoza, Obispo de la


Plata 1898-1900 y arzobispo de buenos aires 1900-1923, que en una y otra
diócesis dejo muestras de su impulso como pastor y de la aplicación del
contenido del concilio. En efecto, escribió una carta pastoral el 6 de agosto de
1900 con motivo de la publicación de las actas del CPLA, invitando a estudiar
los decretos y prepararse para practicarlos debidamente. Exhorta a que en cada
parroquia existiera un ejemplar del concilio; en enero de 1901 promulgó el
concilio obediente a lo que este pedía en el número 727, publicó un boletín
eclesiástico en Buenos Aires en 1901. El 23 de Mayo del mismo año escribió
una circular a los obispos trasmitiéndoles el deseo de poner en práctica otras
recomendaciones del concilio: la reforma de los catecismo, en el sentido de
componer uno solo para cada provincia con el fin de evitar la dispersión y
asegurar la ortodoxia de la instrucción cristiana. Todos dijeron que si, y el
obispo de Cuyo propuso utilizar el catecismo del Padre Astete, el cual con
algunas correcciones respondía mas a las necesidades propias, dicho catecismo
se publicó en 1902, se aprobó también el resumen de la doctrina cristiana
siguiendo lo mandado en el número 708 de concilio.
Como en los números 208 y 288 del concilio se recomienda a los obispos como
cada sínodo para la recepción de los decretos de este, y que además tuvieran
juntas episcopales al menos cada tres años, el episcopado se reunió del 12 al 21
de septiembre de 1902 en Salta emitiendo una carta pastoral que abarcaba los
siguientes temas:
 La práctica de la caridad
 La buena prensa y la mala
 La educación católica
 Los deberes políticos de los católicos
 La propaganda protestante
 Las plagas sociales como el alcoholismo, el juego, el lujo, el suicidio, y el
matrimonio y el divorcio, y las asociaciones católicas. Además de la carta pastoral
colectiva los obispos emitieron otros documentos titulados “resoluciones”
distribuidas en 11 capítulos, los 8 primeros refiriéndose a los sacerdotes en general,
los tres últimos trataban del sostenimiento del culto; los obispos volvieron a
reunirse en buenos aires (1905) en Lujan (1909) en Salta en (1912).

Para cumplir los decretos 287 y 288 del concilio de las ocho diócesis existentes en el
país, en el momento de la celebración del concilio solo cuatro realizaron algún sínodo.
Según un autor, el concilio plenario las conferencias episcopales y estos sínodos
diocesanos son los exponentes de un esfuerzo titánico por vigorizar la fe del país,
leyendo las actas sinodales y la de los congresos de laicos católicos, las pastorales
colectivas, las resoluciones de las conferencias episcopales y el listado de los
participantes de esta asamblea se tiene la sensación de estar frente a grandes
realizadores; es decir los primeros años de la recepción conciliar dieron paso a una serie
de acciones y realizaciones que pusieron de manifiesto la vitalidad de la Iglesia
Latinoamericana en el campo político y social, la Iglesia buscaba reconquistar el lugar
en la sociedad que los gobiernos liberales le habían negado; la Iglesia reconociendo la
vocación apostólica de los laicos tomó conciencia de su fuerza y su gran capacidad, de
organización y sensibilidad social.

Estos sínodos, celebrados en el espacio de tiempo transcurridos entre 1899 y la


promulgación del código de 1917, se inspiraron y citaron con frecuencia los decretos
del CPLA. Además trazaron líneas nuevas dibujando el esbozo de una pastoral
diferenciada, más acorde con las exigencias de una Argentina dominada por un
liberalismo creciente y beligerante.

La iglesia era cuestionada por una incipiente clase obrera, a la que se añadía la fuerte
inmigración a partir de la segunda mitad del siglo XIX, que intentaba organizarse y
encontrar su lugar en la vida política de la nación. Asomaba ya en estos sínodos la
cuestión social tratada con mayor o menor amplitud según los lugares los tiempos y la
personalidad de los obispos.

2.-los primeros pasos de la moderna misionología.

Desde el concilio hasta el congreso eucarístico internacional de 1934 se configuró la


moderna misionología. Aunque américa latina ya no era una tierra de misión en el sentido
tradicional del término, preocupaba a la santa sede por la siguiente razón: primera, porque
dependía todavía demasiado del clero europeo; segundo, porque las enormes conjuntos de
inmigrantes europeos, corrían el riesgo de perder sus raíces cristianas tercera porque una
defectuosa instrucción religiosa podía arrastrar a amplias muchedumbres a vivir formas de
sincretismo religioso, cuarta, porque grandes guerras civiles entre países habían repercutido
sobre la estabilidad familiar y las buenas costumbres, quinta porque la presión
revolucionaria se cernía sobre muchas instituciones eclesiásticas.

Es lógico que las primeras encíclicas misionologicas publicadas en 1919 y 1926 tuvieran en
el nuevo mundo un eco notable; es de destacar también los documentos que…

a) Pio X (1903-1914)
Citándolo a que se reuniese en sínodos Trienalmente. En 1912 remite al episcopado
de americalatina la encíclica, …sobre la necesidad de mitigar la deplorable
condición en que se encontraban los indios de america latina,
b) Benedicto XIV
Trazo en su encíclica maximus Illus de 1929, las líneas fundamentales de la
moderna misionologia que después seria… En ella hbla con claridad de la
responsabilidad de todos los creyentes en la Tarea misionera y de la necesidad de
distinguir entre la actividad misionera y el colonialismo.
El fundamento de la misión, dice el papa, es el mandatod e Cristo (Mc 16, 15) que
no se limita al tiempo apostólico, pues desde entonces la Iglesia sigue enviando a
todas partes mensajeros de la doctrina revelada por Dios. Señala también que le
objetivo primordial de toda misión es constituir abundante clero indígena, formado
al mismo nivel que el clero de los países mas desarrollados y advierte que los
misioneros no son embajadores de sus países de origen, sino solo de Cristo, no son
beneficos colonizadores y deben olvidarse de los sentimientos nacionalistas. En
cambio deben ofrecer una imagen de desprendimiento y pobreza. Reclama el Papa
una buena preparación pastoral de los misioneros. La santidad de vida y la
confianza en Dios. Finaliza su carta subrayando el deber cristiano de sostener las
misiones con oración, donativos económicos y promoviendo y suscitando
vocaciones misioneras. El marco sociológico de la encíclica venia definido por los
grandes tras bases demográficas internacionales, la encíclica recorndando la
necesidad de aumentar el clero autóctono y de orillar cualquier asomo de
nacionalismo misional tuvo un impacto americanista notable y fue leida a ambos
lados del atlántico con respecto y atención

Pío XI 1922-1939.

La segunda de las piezas de la moderna misionología fue la encíclica Rerum Eclesiae de


Pío XI fue promulgada el 28 de febrero de 1926, escrita, en parte para impulsar las
vocaciones misioneras, animando a los obispos europeos a que se
desgarraran/desprendieran de algunos de sus sacerdotes en bien de otras latitudes (numero
del 36-42), hecho que estimuló a un gran fervor misionero en muchos países de europa.
Señala también el Papa la importancia de contar con abundante clero indígena (num. 66-
84), e implica en la tarea misional a los religiosos estrictamente contemplativos (num. 106-
112).

Los frutos de la encíclica fueron alentadores: aumentaron los misioneros, se crearon nuevas
circunscripciones misioneras, se multiplicaron el número de católicos. Se pasó de una I.
misionera a una I. institucionalizada. Se llegó a la convicción de que solo serían eficaces si
se apoyaban en la oración y en la reflexión doctrinal. Este Papa nombro patrona universal
de las misiones a Santa Teresita de Lesiux canonizada por él en 1925.

Para los mexicanos el magisterio de Pío XI es sumamente importante, durante las dos
guerras cristeras. Antes de la primera escribió la carta apostólica Paterna Sanae Solicitudo
el 2 de febrero de 1926. Donde se lamenta de la hostilidad de las leyes del gobierno
mexicano contra la I. Lamenta también que el gobierno mexicano intentase crear una
Iglesia nacional, de carácter cismático. Después de animar a los católicos a propagar lo más
posible la acción católica, les recuerda que deben mantener las cuestones religiosas al
margen de la política.

El 18 de noviembre de 1926, antes de la explosión de la Guerra Cristera, escribió la


encíclica Iniquis afflictisque a todos los obispos del mundo, informando sobre la durísima
situación de la cosas católicas en México. Sobre todo la suspensión del culto decretado por
los obispos del 31 de Julio de 1926 y de la incautación por parte de las autoridades
mexicanas de todos los lugares destinados al culto católico. Esta encíclica relata con gran
dolor la persecución sufrida por los católicos mexicanos, evitando cualquier expresión que
pudiera soliviantar los ánimos de los católicos provocando levantamientos armados, aunque
estos ya habían comenzado. Finalmente el 21 de Junio de 1929, llegaron los arreglos, en los
cuales intervino el norteamericano Dawight Morrow. Para entonces habían transcurrido dos
años y medio de combate y tensiones, venganza, odios, rencores, y extremismos de todo
tipo. Saliendo al paso de algunas críticas por llegar a dichos arreglos, Pío XI escribió otra
encíclica, la Acerva Animi anxietudo el 29 de septiembre de 1932, utilizando su decisión de
aceptar los arreglos de 1929. Como la persecución continuaba instaba a la paciencia a
mantener el culto y a someterse materialmente a las disposiciones vigentes aunque fuesen
injustas. Sometimiento que no debería interpretarse como una claudicación como una
formal aprobación de unas leyes injustas, pues la santa sede y la jerarquía mexicana no
habían dejado de denunciar constantemente la situación. Al término de la encíclica el Papa
dice: Esta es la doctrina católica totalmente cierta y segura, refiriéndose con ello a la
resistencia pasiva y a la aplicación del principio del mal menor y el bien posible osea, era
preferible un sometimiento material a una disposiciones injustas, tolerándolas, antes que
llegar a la situación extrema de que el pueblo quedase privado durante mucho tiempo, de
toda asistencia pastoral.

En 1937, vuelve el Papa a tocar el tema en con una nueva encíclica titulada Firmisimum
Constatia, en Plena segunda guerra cristera, que tuvo carácter menos religioso y más
agrarista, por eso la encíclica además de centrarse directamente en el desarrollo de la acción
católica en México y en la formación del clero mexicano. Propone la salida al extranjero de
los seminaristas (España, Estados Unidos). Casi al final del documento, y en el contexto de
que la política de Lázaro Cárdenas no era ya tan agresiva contra la I. y los católicos que
estaban mas serenos, el Papa escribió que no obstante la ilisitud de toda insurreccion o
violencia contra los poderes legítimamente constituidos, “cuando llegara el caso de que
tales poderes se levantaban contra la justicia y la verdad hasta destruir los mismos
fundamentos de la autoridad, no se podría condenar que los ciudadanos se reuniesen para
defender la nación y defenderse así mismos, por medios licitos y aprobados, contra aquellos
que se valiesen del poder público para llevar a la ruina a su propietario.”
Conclusión, la posición de Pío XI no podía ser otra al aceptar los arreglos y llevar al
sometimiento material de los católicos mexicanos, se mostraba coherente y en continuidad
con el magisterio pontificio de sus antecesores, León XIII y san Pío X. Condenaba toda
violencia entendida como recurso supuestamente legitimo para superar situaciones de
persecución en Justicia y prohibía que los católicos se organizasen o activamente como si
fuesen una facción política más. Pío XI después de atenta reflexión recordaba a los
cristianos el comportamiento de las primeras comunidades cristianas (cfr. Carta a Filemón).

Congreso eucarístico internacional de Buenos Aires (1934)

La celebración del 32 congreso eucarístico internacional de Buenos Aires del 10 al 14 de


octubre de 1934, recordó al mundo la existencia de una multitud que vivía fatigosamente su
fe, en la desconocida América latina.

El legado pontificio, Eugenio Pascelli, a su llegada al país dijo: una nación de población
tan sana, inteligente y laboriosa, de situación geográfica tan ventajosa, y sobre todo de
tradiciones tan auténticamente espiritual y católica como la vuestra, “esta llamada a grandes
empresas en la cooperación de los pueblos del contiente iberoamericano de ese continente
de tierras de maravillas tan rico en esperanza para la humanidad y para la Iglesia”. En la
homilía en la misa de apertura afirmó: “latido espontaneo del corazón de la Iglesia, nuestro
congreso eucarístico internacional no quiere ser otra cosa que un grito poderoso, cuyos ecos
lo ejecutan hasta los extremos confines de la tierra, proclamando victoriosa la realeza de
Jesucristo en cuyo reino unas veces predomina la omnipotencia y otras veces prevalece el
amor”. Y en la solemne bendición en el acto de clausura, manifestó: “Este congreso debe
ser para cada uno de vosotros el comienzo de una nueva vida, y para que la fe de Cristo, se
adentre absolutamente en vuestro corazón. El odio al pecado, la lucha contra las pasiones,
la mortificación austera, la pureza de las costumbres y la renovación de la vida católica en
todas las actividades de la esfera individual, familiar y social, debe ser el fruto saludable de
estas solemnidades eucarísticas. Este congreso señalará, ciertamente, con una nueva época
en la historia del continente iberoamericano”.

Leyendo ahora al cabo de los años, las actas del congreso, se aprecia que el clima de
optimismo que se advertía en él, contrastaba con el aire que se respiraba
contemporáneamente en Europa, que había sufrido el terrible azote de la gran guerra y se
hallaba anegada por cierto pesimismo existencialista.

4.- Concilio provincial chileno (1938).

El arzobispo de Santiago, convocó el primer concilio provincial de chile, en 1938, cuyo


profesión de fe se abre con una confesión solemne del primado el romano pontífice, aquien
se declara custodio de la fe de la Iglesia e infalible en la transmisión de esta y se le
reverencia como vicario de Cristo en la Tierra y doctor y padre de todos los cristianos (cfr.
Pastor Aeternus, Vaticano I). Constata la corresponsabilidad del colegio de los obispos,
sucesores de los apóstoles en la custodia de la cultura inspirada, y las auténticas tradiciones.
Señala también que la palabra de Dios se encuentra en la escritura y la tradición tema
ampliamente discutido en los albores del Vaticano II y en el propio concilio (cfr. Dei
Verbum 7-9). Aparece evidente la influencia de la facultad de Teología creada en 1935, y
abscrita a la universidad católica de Chile. Obviamente también se aprecia ese benefico
influjo en el análisis de la corresponsabilidad que el episcopado tiene per tuta la ecclesia,
con el romano pontífice pero bajo la autoridad de este. Está al tanto de los desarrollos que
completan la enseñanza del Vaticano I, y que se abrirían paso definitivamente en el
Vaticano II con la Lumen Gentium y Presbiterorum Ordinis. En el apéndice de título
primero de los decretos se contiene una profesión de fe, sobre los siete sacramentos, los
dogmas marianos definidos, y al termino la importante precisión eclesiológica: “Extra
quam nemo saluus potest” (fuera de la Iglesia nadie se salva), que ahora esta ampliamente
explicado en la Lumen Gentium del Vaticano Segundo.

En resumen, los decretos de este sínodo constituyen una adaptación a las circunstancias
chilenas del código de 1917. Las novedades se hallan, en los aspectos teologicos-
dogmaticos, debido a la implantación de los estudios teologicos superiores en la metrópoli
chilena.

B.-El ciclo de los concilios plenarios nacionales

5.- Pío XII y su proyecto evangelizador para América latina (1939-1958). Inaguró una
nueva etapa de la solicitud pastoral del pontificado romano por latinoamerica, tanto por el
número de sus mensajes radiofónicos como por la nueva perspectiva de su gobierno en
efecto, ya desde 1939, insistió en que los misioneras promovieran acciones sociales para
impedir el avance de las “utopías marxistas” y que los laicos colaboraran en esa tarea de
carácter social y educativa. Por su significado latinoamericanista, debe destacarse el
radiomensaje de la navidad de 1945 donde el pontífice reconocía, que debía cancelarse toda
perspectiva eurocentrista de la Iglesia, pues “muchos países en otros continentes han
revasado hace no poco tiempo la etapa misionera de su organización eclesiástica; y son
gobernados por una jerarquía propia y dan a toda la Iglesia bienes espirituales y materiales,
mientras antes únicamente los recibían” El gran interés del papa por América latina, se
inscribía dentro de su proyecto de fortalecer la Iglesia fuera de europa es decir europa ya no
debería ser el único continente de donde salieran los misioneros, así comprometía también a
los países americanos en la cristianización del mundo pagano y el clero secular.

6.- Concilio plenario brasileño, (1939)

a) Retraso y convocatoria.

Este concilio se había planeado desde 1901 pero la respuesta de la santa sede llegó hasta
1911, por el temor de que surgiera una Iglesia brasileña nacional. Hubo otra tentativa en
1915, también vetada por idénticas razones. Con ocasión del congreso eucarístico
internacional de Buenos Aires (1934) se retomó la idea de un plenario Pío XII lo autorizó
en 1939 y se celebró en Río de Janeiro en Julio de 1939. El Papa lo aprobó en 1940
definiéndolo como un verdadero complemento de CIC de 1917.

b) Decretos, los 489 decretos de este concilo se distribuyeron en 3 libros, siguiendo el


esquema de los tres primeros libros del CIC 17.

c) la pontificia universidad de Río de Janeiro.

Pío XI en 1938, copio a Sebastián Leme, fundar en Río de Janeiro una universidad Católica
con dos facultades: Teología, Derecho y filosofía. En 1947 la santa sede le concedió el
título de universidad pontificia.

7.-Concilio Plenario Chileno (1946)

Lo mas sobresaliente de esta asamblea fue la pastoral episcopal del año nuevo títulada
deber social de los católicos, con la que se concluia el concilio.

Las deliberaciones de este plenario influyeron en la maduración de la conciencia de


colegialidad.

8.-

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