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UNA PANORÁMICA
TESIS DOCTORAL
doctorando
Cosme Ibáñez Noguerón
Departamento de Dibujo
Facultad de Bellas Artes «Alonso Cano»
Universidad de Granada
2010
Editor: Editorial de la Universidad de Granada
Autor: Cosme Ibáñez Noguerón
D.L.: GR 609-2011
ISBN: 978-84-694-0157-6
SUMARIO
I. Comienzo … … … … … … … … … … … … … … … … … … … 11
V. Redibujando … … … … … … … … … … … … … … … … … … 149
A. Mosaicos. Truia. Cumas … … … … … … … … … … … … … 149
B. Iglesias y catedrales … … … … … … … … … … … … … … … 156
C. Laberintos de piedras … … … … … … … … … … … … … … 168
D. Tratados y utopías … … … … … … … … … … … … … … … 171
E. Laberintos en jardines … … … … … … … … … … … … … … 177
F. Campos de hierba … … … … … … … … … … … … … … … 187
G. El discreto encanto de la burguesía … … … … … … … … … … 191
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AGRADECIMIENTOS
I
C o m i e n zo
1
Espelt, Ramón: Laberints. Llocs, textos, imatges, films. Barcelona, Laertes, 2008, p.30.
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Aproximación al laberinto
que presenta una semántica compleja y ambigua a los ojos del observador
contemporáneo cuando mira los laberintos antiguos, y una paradoja cuan-
do la factura de los mismos es contemporánea; en cierto modo, el laberin-
to es una metáfora civilizatoria construida sobre esquemas probablemente
muy simples (esto es, básicos) de significado religioso o pre-religioso e,
incluso, quizás práctico reconstituidos en una reflexión civilizatoria con
carácter semántico absoluto.
Son muchas las presencias de nuestro objeto de estudio con las que nos
vamos a encontrar y corremos peligro inminente de pérdida de la unidad
general, dejándonos atraer por aventuras de las narraciones concretas que
forman parte del mito. Las numerosas historias que se entrecruzan subra-
yan el peligro de que perdamos el hilo que las une y que hace de ellas una
sola historia. Y como puede verse, casi sin pretenderlo ya andamos metidos
en un problema laberíntico.
Nuestro trabajo no pretende ser un estudio exhaustivo sobre los significa-
dos y derivaciones simbólicas del laberinto, algo que, por otra parte, otros
mucho mejor preparados que nosotros ya han acometido, sino más bien
dotar al conjunto icónico que representa al laberinto de una mirada dife-
rente sobre la que desarrollar significados nuevos y parámetros de análisis
que nos permitan contener su significado en nuestro mundo contempo-
ráneo, explorarlo para abarcarlo como objeto de ensoñación y significado
también para el hombre del siglo XXI, rescatando los vínculos con los
significados históricos del símbolo y poder avanzar uno nuevo más: el de
nuestro mundo.
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Comienzo
En cualquier caso, la elección de nuestro tema tiene que ver con nuestra
formación en las Bellas Artes, porque pintamos, y por una curiosa nece-
sidad personal que tenemos, la curiosa debilidad natural inherente al ser
humano, la de hacer difícil el camino, construir recovecos y quebrar los
caminos rectos para luego dar explicación a cada uno de los tramos y a su
conjunto ofreciendo con ello un valor civilizatorio, transformador.
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Aproximación al laberinto
Ya hemos sido alertados sobre uno de los mayores peligros que acecha al
buscador de laberintos y que se traduce en que probablemente los encuen-
tre en cualquier parte. Otro obstáculo que debemos salvar es el que supone
la lectura de los laberintos, su interpretación, las mutaciones de significado
utilitario en diferentes momentos y espacios. En este caso nos sentimos
confortados, al tiempo que asustados, por la gran cantidad de literatura
sobre el símbolo, y dejaremos que sean los expertos, eruditos y estudiosos
del tema los que nos guíen.
Pareciera, llegado a este punto, y dadas las cautelas que vamos a tener que
considerar y las dificultades interpretativas, que tal vez fuera más conve-
niente para nosotros ser prudentes y admitir que nuestra aportación pu-
diera ser baldía entre tanto campo labrado, pero nuestro ánimo inquieto
nos dice que debemos continuar adelante, quizás pensando que, como si
de un gran laberinto simbólico se tratara, lo que más nos atrae es real-
mente el viaje con un objetivo que no pretende ser del todo definitivo ni
concluyente, pero al menos esperamos que modestamente útil en lo que
se refiere al estudio del mismo en el marco de nuestros objetivos y que nos
mantendrá vivos en la reflexión incluso más allá de cuando decidamos dar
por terminado este trabajo, que no el viaje.
Nos contentaremos en cualquier caso si al final hemos sido capaces de
articular, de la mejor manera, la comprensión del símbolo en las artes plás-
ticas o de explicar y explicarnos aquello que ya fue dicho pero pocas veces
entendido. Nuestro problema se reduce pues a dos tareas: encontrar las
agudezas y por otro lado hilvanarlas. Ni más ni menos.
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Comienzo
Mientras así se abusaba de la filosofía para fines políticos y para intereses particu-
lares, yo he seguido, durante más de treinta años, el hilo de mis meditaciones, ya
que impulsado por una especie de fuerza instintiva no podía hacer otra cosa, sin-
tiéndome alentado por la condición de que la verdad que un hombre descubre o el
problema que resuelve acaban siempre por imponerse a algún otro espíritu inclina-
do también a la meditación y que ve en ella un placer, una alegría y un consuelo 2.
2
Schopenhauer, Arturo: El mundo como voluntad y representación. Traducción de Eduar-
do Ovejero y Maury. México D.F. Editorial Porrúa, 1987, p.10. (Prólogo a la 2ª edición
en Francfort, 1844).
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Aproximación al laberinto
Como resulta que escribir es una variedad de la pintura, (ut poesis, pictura,
que decía Horacio), vamos a darle a estos escritos la estructura de lo que
vendría a ser la tarea de pintar un cuadro, y así podernos mover en un te-
rreno más familiar. Acompañaremos los textos con ilustraciones de lugares
y obras de arte de autores a los que agradecemos desde aquí que no hayan
puesto impedimento a nuestra apropiación; y como el objetivo de este tra-
bajo es sin duda laberíntico, cabe decir que, pudiera suceder que en más de
una ocasión nos encontremos en alguna encrucijada, o en un callejón sin
salida, o con el monstruo que algunos laberintos parecen albergar, o con
la salida, o con el espejo que refleja el rostro de nosotros mismos; o bien,
desorientados y sin rumbo no encontremos nada.
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Comienzo
II
M o n ta n d o l a t e l a
A. La cuestión etimológica
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Aproximación al laberinto
3
Santarcangeli, Paolo: El libro de los laberintos. Traducción de César Palma. Madrid,
Siruela, 1997, p.64.
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Montando la tela
4
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p.13.
5
Bologna, Corrado. (ed): En el laberinto. Karl Kerényi. Traducción de Brigitte Kiermann;
y María Condor. Madrid, Siruela, 2006, p.9. En este libro se recogen todos Los ensayos
sobre el laberinto sacados de Humanistische Seelenforschung, Stuttgart, Klett-Cotta, 1996, de
Kerényi, nunca recogidos anteriormente en forma de una única publicación.
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Aproximación al laberinto
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Montando la tela
B. Intentos clasificatorios
1. Definiciones
Nuestro racional pensamiento nos lleva sin quererlo a encontrar una cla-
sificación en la que apoyarnos y poder continuar; más adelante veremos
otras ordenaciones. Difícil tarea para los que lo han hecho. Existe en torno
6
Eliade, Mircea: La prueba del laberinto: conversaciones con Claude-Henri Rocquet. Tra-
ducción de Jesús Valiente Malla. Madrid, Cristiandad, 1980, p. 155-156.
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Aproximación al laberinto
7
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p.15.
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Montando la tela
Por último, el laberinto «rizoma» o red infinita, donde cada punto puede
conectarse con todos los restantes puntos, dando lugar a una sucesión de
conexiones que no tiene fin. Los caracteres principales de un rizoma son
tales que a diferencia de los árboles o de sus raíces, el rizoma conecta cual-
quier punto con otro punto cualquiera, cada uno de sus rasgos no remite
necesariamente a rasgos de la misma naturaleza; el rizoma pone en juego
regímenes de signos muy distintos e incluso estados de no-signos. El rizo-
ma no se deja reducir ni a lo Uno ni a lo Múltiple. No tiene ni principio ni
fin, siempre tiene un medio por el que crece y desborda.
En este laberinto no hay un centro, no tiene periferia, no existe interior ni
exterior, en él hasta los errores pueden dar lugar a soluciones que compli-
quen el problema; las conexiones no solo lo agrandan sino que lo trans-
forman. No deberemos perder el tiempo en encontrar una lógica que lo
gobierne, no la tiene, como tampoco buscaremos al monstruo, pues el
monstruo es el propio laberinto. No tiene salida, porque es potencialmente
infinito.
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Aproximación al laberinto
Del que pasa por ser el primer diccionario del español, el Tesoro de la lengua
Castellana, de Sebastián de Covarrubias Orozco en 1611: después de hacer
constar que «labyrinthus» vale tanto como «tortuosus», de manera que «lab-
yrinthus est locus multis viarum ambagibus inflectens» o «El laberinto es un
lugar sobremanera variable que se retuerce entre ambigüedades» 8.
8
Traducción de Juan José Medina López
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Montando la tela
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Aproximación al laberinto
Pero el laberinto no siempre es obra del hombre, los hay naturales y también mixtos.
Carnales, secundarios e intencionales. Univiarios y pluriviarios. Geométricos e
irregulares, de esquema fijo, irregular o mixto. De rodeos rectangulares, curvos o
mixtos. Rectangular, circular o de forma cuadrada. Compacto, difuso o mixto.
Acéntricos, monocéntricos y policéntricos. Centrípeto y centrífugo. Bidimensional.
Tridimensional. Así mismo un laberinto puede tener ramificaciones simples, com-
plejas y por último de una o varias entradas 9.
Tal vez lo más sabroso en relación con el intento de definir el laberinto sean
las apreciaciones de Marcel Brión, el ensayista y crítico de arte francés, tan
cargadas de contenido y expresadas con tanta sensibilidad:
[…] una voluntad muy evidente de figurar lo indefinido en sus dos aspectos prin-
cipales para la imaginación humana, es decir, el perpetuo devenir de la espiral, que
teóricamente al menos, puede imaginarse sin término, y el perpetuo retorno figu-
9
Bologna, Corrado (ed): o.cit. 1997, p.50-55.
10
Brion, Marcel: Leonardo da Vinci: la encarnación del genio. Traducción de Manuel
Serrat Crespo. Barcelona, Ediciones B, 2002, p.199.
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Montando la tela
rado por la trenza. Cuanto más difícil es el viaje, cuanto más numerosos y arduos
son los obstáculos, más se transforma el adepto, y en el curso de esta iniciación
itinerante adquiere un nuevo yo 11.
Y sigue diciendo:
11
Brion, Marcel: o.cit. 2002, p.199-200.
12
Brion, Marcel: o.cit. 2002, p.202.
| 27 |
Aproximación al laberinto
13
Enciclopedia Einaudi, VIII, en Espelt, Ramón: o.cit. p.27.
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Montando la tela
Con la ayuda de todos estos eruditos hemos ido tejiendo el término. Pero
para un hombre preocupado por encontrar respuestas, el laberinto, al igual
que la Naturaleza, no es el resultado de la simple observación contemplati-
va, no. Más bien se trata de un gran espejo de la vida interior, cobrando así
un sentido de vía de conocimiento. Son, en definitiva, un espejo simbólico
en el que conocemos y nos reconocemos. Y en este proceso de ir y venir
encontramos el consuelo de la certeza del retorno al origen, y en último
término, encontramos también el signo de la renovación de todos los seres
vivientes.
2. Dudas y ambigüedades
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Aproximación al laberinto
14
Jorge Luis Borges. Director y presentador: Joaquín Soler Serrano. RTVE, 1980. Vi-
deoteca de la memoria literaria; 12. La frase es una transcripción casi literal de dos versos
que él mismo escribió en Otro poema de los dones; en donde Borges está dando las gracias
en una larga letanía y exactamente dice: Por la razón, que no dejará de soñar con un plano
del laberinto.
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Montando la tela
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Aproximación al laberinto
15
Pagina personal de Fabrizio Clerici en: www.archivioclerici.com
16
En: www.cinetube.es/indices/elresplandor.html.
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Montando la tela
La idea de una casa hecha para que la gente se pierda es tal vez más rara que la de
un hombre con una cabeza de toro, pero las dos se ayudan y la imagen del laberin-
to conviene a la imagen del minotauro. Queda bien que en el centro de una casa
monstruosa haya un habitante monstruoso 18.
17
Eliade, Mircea: o.cit. 1980, p. 175.
18
Borges, Jorge Luis; y Margarita Guerrero: El libro de los seres imaginarios. Madrid,
Alianza, 2008, p.155.
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Aproximación al laberinto
Hay que remontarse a los testimonios de las más antiguas civilizaciones mediterrá-
neas, antes aún que una imagen, una idea, una forma, el laberinto es el reflejo lineal
de un impulso, de un paso coreográfico […]. Los laberintos se reconocen cuando
aparecen, como monumentos de antiguas tradiciones religiosas, o al menos como
una arcaica realización artística en forma de espiral, más o menos distinguible, a
menudo de una gran sencillez. Cada línea espiral, aparentemente decorativa, dibu-
jada como mera figura, o un meandro en forma de espiral, se convierte en un labe-
rinto tan pronto la identifiquemos como un camino por donde transitamos. Nece-
sitamos de esta clase de imaginación y de capacidad de profundizar en ella para
despertar a la realidad mitológica del laberinto 19.
Por eso entrar en un laberinto era traspasar una barrera tan formidable como la que
hoy denominaríamos cuarta dimensión […]. Una experiencia inaudita a la que
ninguno de los grandes héroes quiso renunciar […]. Recorrieron el laberinto y re-
gresaron con poderes extraordinarios, con secretos y conocimientos fantásticos, con
las llaves de la creación y de la vida». Claro está que la mejor manera de introducir-
se en el laberinto es morir, pero éste es un concepto que no todas la culturas han
entendido igual, especialmente porque muchos opinan que el asunto reviste dema-
siada importancia como para posponerlo hasta el instante en que se cumple el úl-
timo rito de paso del ciclo vital 20.
19
Bologna, Corrado. (ed): o.cit. 2006, p.52.
20
Rivera Dorado, Miguel: Laberintos de la antigüedad. Madrid, Alianza, 1995, p.13.
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Montando la tela
Muramos antes, vienen a decir, cuando la extinción física sea reversible, y estudie-
mos minuciosamente las consecuencias de tan tremenda experiencia. Aproveché-
monos también de los conocimientos obtenidos. Y así en algunos lugares se cons-
truyeron laberintos arquitectónicos para poder morir y descender al lugar de los
muertos, y regresar con la sabiduría de lo que hay más allá. […] El impulso que ha
guiado la búsqueda de respuestas llevó a encontrar el símbolo del laberinto, y allí
en su interior está el conocimiento máximo, un saber que no se adquiere únicamen-
te con los sentidos, sino con el anhelo 21.
21
Rivera Dorado, Miguel: o.cit. 1995, p.15.
| 35 |
Comienzo
III
P r e pa r a n d o l a s u pe r f i c i e
Lo m í t i c o
Los mitos poseen en sí mismos una gran fuerza de inspiración que lleva a
los hombres a repetir los esquemas que los propios mitos han elaborado
de los mitologemas que quieren explicar. Generalmente con enigmáticas
respuestas, los mitos no dejan espacio a la certeza sobre el mundo, deján-
donos sin consuelo, al menos a quienes ya no tenemos históricamente las
claves para interpretarlos.
Del mito clásico, el que relaciona Poseidón, Minos, Teseo, Ariadna, Pa-
sífae y Minotauro, nos ocuparemos de inmediato. Pero ahora queremos,
sin retirarnos de la zona de influencia mediterránea oriental, mencionar la
epopeya babilonia de Gilgamesh, el relato épico escrito más antiguo que se
conoce, que nos ha conmovido y atraído sobremanera, principalmente por
las afinidades que tiene con el ciclo de leyendas minotauro-laberínticas.
Recordemos que la versión más completa del texto, que se conserva en el
Museo Británico, consta de una serie de doce tablas de arcilla con escritura
22
Camus, Albert: Le mythe de Sisyphe. Paris, Gallimard, 1942, p.164.
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Aproximación al laberinto
23
La traducción de las doce tablillas de puede descargar en http://www.historiaantigua.
es/descargas/files/La%20Epopeya%20de%20Gilgamesh.pdf.
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Preparando la superficie. Lo mítico
| 39 |
Aproximación al laberinto
24
Ovidio: Las Metamorfosis, VIII, 225-235.
| 40 |
Preparando la superficie. Lo mítico
25
Vidas Paralelas. Teseo, 15-21.
26
Eurípides dice: Híbrida especie y malvada criatura […]. Con doble naturaleza, de toro y
de mortal, estaba mezclado. En Vidas Paralelas. Teseo, 15, 2
27
Atidógrafo contemporáneo de Eratóstenes, entre los siglos IV-III a.C.
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Aproximación al laberinto
28
Escritor de crónicas y obras etnográficas del siglo V a.C.
29
Poeta lírico creador de la mnemotecnia, natural de la isla jónica de Ceos, entre los
siglos VI-V a.C.
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Preparando la superficie. Lo mítico
30
Ferédices de Atenas. Logógrafo y genealogista, vivió a principios del siglo V a.C.
31
Atidógrafo del siglo IV a.C. que racionaliza el mito y lo explica.
32
La leyenda más conocida cuenta que huyó de Creta con su hijo Ícaro volando, con alas
de cera que se habían fabricado, según Ovidio: Metamorfosis, 420. Y que llegó a Sicilia o a
Cumas según Virgilio: Eneida VI, 14
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Aproximación al laberinto
Dédalo como guía. Los cretenses pensaban que se acercaban naves amigas
y permitieron el desembarco, llegando rápidamente hasta Cnossos, y allí, a
las puertas del Laberinto, mató a Deucalón. Y fue con Ariadna, encargada
del gobierno, con quien Teseo cerró un pacto de no agresión para siempre.
En relación con Ariadna, según la versión tradicional, tuvo dos hijos con
Dioniso: Enopión, fundador de la ciudad de Quíos en donde introdujo el
cultivo de la vid y Estáfilo, al que Apolodoro lo sitúa como argonauta. Plu-
tarco comenta que, según algunos, Ariadna tuvo tres hijos de Teseo y según
otros dicen que ella misma se ahorcó al ser abandonada por Teseo, y otros
que, llevada a Naxos por unos navegantes, vivió con Ónaro, el sacerdote
de Dionisio. Y el delirio racionalizador llega con Peón, el amatusio 33, que,
según Plutarco, cuenta una particular historia: dice que una tormenta llevó
el barco de Teseo hasta las costas de Chipre, llevando éste consigo a Ariad-
na embarazada, optó por desembarcarla a ella solamente y a fin de salvar
la nave volvió mar adentro. Las mujeres del lugar atendieron y consolaron
a Ariadna, hasta el punto de fingir cartas escritas por Teseo que le enviaba.
La atendieron hasta el momento del parto, que no se produjo, y muerta sin
dar a luz la enterraron. Al regresar Teseo, consternado, donó sus riquezas
encargándoles sacrificios y que erigieran dos pequeñas estatuillas, una de
plata y otra de bronce. Desde entonces se celebra una fiesta en donde un
jovencito, tumbado, da gritos como una parturienta, y el bosque donde
está enterrada recibe el nombre «de Ariadna Afrodita».
Plutarco continúa en este punto con lo que algunos escritores naxios cuen-
tan: que hubo dos Minos y dos Ariadnas, que una se casó con Dioniso en
Naxos, mientras que la otra fue raptada y después abandonada por Teseo,
que llegó a Naxos y allí murieron las dos, pero las honras que reciben no
son iguales, el recuerdo de la primera se desarrolla con placer y diversión,
en tanto que el de la segunda está lleno de tristeza y dolor.
33
Historiador del siglo III a.C. procedente de Amatus, ciudad del sur de Chipre.
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Preparando la superficie. Lo mítico
Hemos querido traer el hilo argumental del moralista Plutarco para cubrir
dos pequeños objetivos: por una parte, presentar la contribución docu-
mental de la compilación, tantas veces aludida, de lo que no deja de ser
un enorme collage de fuentes y opiniones contrapuestas. Y por otro lado,
para presentarlo como el intento por parte de Plutarco, de centrarnos ante
el mito mediante explicaciones racionalizadoras, en contraposición a los
hilos continuos que M. Eliade, K. Kerényi o P. Santarcangeli, hacen de la
historia.
El intento racionalizador de algunos autores, de época clásica tardía, y el
propio Plutarco va a significar la primera crítica sobre el mito. Hacia la
segunda mitad del siglo XVIII se produce en Europa un renovado interés
por los asuntos de la antigua Grecia, lo que va a propiciar que se realicen
estudios serios desde la filología, etnología o la mitología, que se van a de-
sarrollar en adelante y hasta la actualidad. El personaje de Minos, Ariadna,
el Laberinto y el Minotauro, va a ser revisado y reinterpretado o más bien
explicado por especialistas como los antropólogos J. Frazer y Bachofen, el
helenista Gilbert Murray o más recientemente el historiador de las culturas
Gustav René Hocke, entre otros.
La mitología del Laberinto más famoso de todos los tiempos resulta ser
enormemente oscura y fragmentaria, pero nosotros somos de aquellos que
creen en la posibilidad de dejarse llevar por lo que de inexplicable tienen
determinadas cosas en la vida; atraídos, tal vez, por el significado original
de este complejo mítico-ritual, el que estamos seguros que nunca conoce-
remos; y que probablemente se llegó a olvidar mucho antes de que nadie
34
cfr. La danza, p. 77-80.
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Aproximación al laberinto
hubiera escrito nada, y así, de esta manera poder explicarnos las muchas
versiones, tan variadas, distantes y contrapuestas.
35
Borges, Jorge Luís; y Margarita Guerrero: o.cit. 2008, p.156.
36
Remito al libro de Joseph A. MacGuillivray, El laberinto del Minotauro. Sir Arthur
John Evans, el arqueólogo del mito. Traducción de Roser Vilagrassa. Barcelona, Edhasa, 2006
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Preparando la superficie. Lo mítico
Planta del Palacio de Cnossos. 1) escalinata del teatro; 2) escalera exterior al noroeste; 3) almacenes; 4) patio oeste; 5) pasillo de los almacenes; 6)
entrada; 7) pasillo con el fresco de la procesiÛn; 8) entrada sudoeste; 9) pasillo sur; 10) entrada sur; 11) vestÌbulo ante la gran escalinata; 12) escalinata
principal; 13) capilla; 14) sala del trono; 15) atrio; 16) entrada norte; 17) pÛrtico de los pilares; 18) pasillo de entrada al patio; 19) patio central; 20)
escalinata para los aposentos privados; 21) almacenes con grandes ·nforas de terracota; 22) bastiÛn este; 23) patio con columnas; 24) patio en forma de
linterna; 25) sala de las hachas dobles; 27) habitaciÛn de la reina.
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Aproximación al laberinto
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Preparando la superficie. Lo mítico
Hay otro lugar en la isla de Creta que bien podría haber sido el Laberinto:
sus largos corredores, encrucijadas y bifurcaciones, meandros sinuosos y
oscuridad son atributos laberinticos. Además en cuanto a la etimología de
la palabra laberinto se puede considerar derivado de labra-laura, piedra-
gruta. El laberinto designaba, por tanto, una cantera subterránea tallada
por la mano del hombre. Dado que la ubicación física del Laberinto no
está suficientemente clara vamos a hablar sobre la posibilidad de que éste
fuera la cueva de Gortyna. La cueva está situada a los pies del monte Ida,
cerca del yacimiento de Gortyna, al sur de la isla; comprende cerca de
9.000 metros cuadrados de enrevesadas galerías y se extiende a lo largo de
2,5 kilómetros. En la actualidad resulta difícil saber qué parte es obra de la
naturaleza, qué se remonta a antiguas obras realizadas por el hombre y qué
parte es obra reciente. Pese a todo, la descripción que damos es del botáni-
co checo Franz Wilhelm Sieber, que a principios del siglo XIX recorrió la
isla en una de sus expediciones científicas, y aunque más tarde perdiera la
cabeza y acabara sus días en un psiquiátrico, a él le debemos un dibujo en
1817 del plano de la cueva, un tanto impreciso que se toma como referen-
| 49 |
Aproximación al laberinto
cia para editar unos años más tarde un plano al que van a
acompañar seis diseños de laberintos 37.
Sobre la existencia de la cueva de Gortyna, y de que bien
pudiera ser ella el Laberinto, se tienen noticias ya desde
época romana: Cludio Claudiano, poeta de la corte de
Gortyna. F.W. Sieber, Leipzig 1823.
Honorio parece ser uno de los primeros en desplazar el
Laberinto hasta identificarlo con la gruta 38. Desde entonces, todos los via-
jeros que por allí pasaron, como el veneciano Gasparino Barzizza en 1420;
botánicos, como el francés G.P. Tournefort en 1717 o los británicos Polloc-
ke y Cockerell a principios del siglo XIX; o militares, como T.A.B. Spratt,
oficial de la marina inglesa, han coincidido en sus descripciones del lugar
fundamentalmente en la sensación de desconcierto. Al parecer la atmosfera
interior era seca y el aspecto de los estratos que forman las paredes no era
de roca dura, dando sensación de haber sido tallada con herramientas.
Es posible que no fuera cantera de piedra, ni tampoco mina, pues no se ha
encontrado rastro de minerales. Todo apunta a una actividad religiosa. En
Creta, al igual que en todo el Mediterráneo, las grutas sirvieron durante
mucho tiempo como habitáculo, y posteriormente, con la llegada de la
agricultura fueron cementerios. Después, un gran número de cavernas fue-
ron consagradas a divinidades autóctonas y ciertos ritos, mitos y leyendas
relacionados con estos antros prestigiosos se integraron en las tradiciones
religiosas de los griegos 39. El laberinto asume, ampliada, esta misma fun-
ción religiosa de la caverna: penetrar en un laberinto o en una caverna
equivale a descender a los infiernos o, dicho de otro modo, a una muerte
ritual de tipo iniciático 40.
37
Según trabajo de campo realizado por arqueólogos en 2009. http://www.labyrinthos.ch/
News.02.html. Consultado 28/XII/2009.
38
Santarcangeli, Paolo: o.cit. p.98
39
Eliade, Mircea: Historia de las creencias y de las ideas religiosas. Traducción de Jesús
Valiente Malla. Barcelona, RBA, 2004, p. 179.
40
Eliade, Mircea: o.cit. 2004, p. 180.
| 50 |
Preparando la superficie. Lo mítico
Ferré, Robert; y Jeff Saward (ed): Hermann Kern. Through the Labyrinth. Desings and
42
Meanings over 5000 Years. Munich, London, New York, Prestel, 2000, p.30.
| 51 |
Aproximación al laberinto
43
Ferré, Robert; y Jeff Saward (ed): o.cit. 2000, p. 73.
44
cfr. Espirales, p. 72.
| 52 |
Preparando la superficie. Lo mítico
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Aproximación al laberinto
de mediados del siglo V a.C., cuenta que lo visitó y que recorrió las estan-
cias que le permitieron. Con su personal manera, un tanto hiperbólica,
nos habla de más de tres mil habitaciones repartidas en los doce palacios
cubiertos en dos niveles constructivos 45.
Estrabón de Amasia, en los años anteriores al nacimiento de Jesucristo,
habla directamente de laberinto al referirse a Hawara, pero de dimensio-
nes más reducidas que las que describe Herodoto. Describe el edificio que
tiene un solo piso, y lo que más le sorprende es que el techo de cada una
de las cámaras y criptas es monolítico, de una sola pieza. Insiste en el gran
número de galerías que se cortan entre sí y lo dificultoso del recorrido.
Plinio el Viejo, ya en el siglo I d.C. nos habla del techo de piedra, de
imágenes de dioses, monstruos y reyes. La mayor parte es oscuridad, de
recorrido inextricable. La descripción de Plinio no puede ser más típica de
la impresión que produce al que se introduce en un recorrido laberíntico.
Dice que en el exterior del laberinto hay otro grupo de edificios bajo los
cuales hay pasadizos que conducen a otros palacios subterráneos. Afirma
que Dédalo lo adoptó como modelo para su laberinto en Creta, aunque
sólo una centésima parte 46. No nos parece infundada la afirmación de Pli-
nio, por cuanto que la época del reinado de Arnenemhat III está fechada
con seguridad entre 1824-1797 a.C. y el periodo de mayor esplendor de
Minoico Medio, al que se atribuye la construcción del palacio real de Cno-
sos se sitúa entre 1700-1660 a.C.
Mucho más tarde, el jesuita alemán Athanasius Kircher describe el laberinto
en su obra Turris Babel, publicada en Amsterdam en 1679 47, afirmando que
supera en grandiosidad a las pirámides. Siendo Kircher uno de los precurso-
res de la moderna egiptología, y autor de numerosas obras en las que se trata
el antiguo Egipto, su visión de aquella cultura está, sin embargo, plagada
45
Historia, II, 148-149.
46
Historia Natural, XXXVI, 84-88.
47
Gómez de Liaño, Ignacio: «Atanasius Kircher», El Paseante, Madrid, Siruela, 1985,
p.27
| 54 |
Preparando la superficie. Lo mítico
48
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p.79.
| 55 |
Aproximación al laberinto
Pero este tipo de construcciones que portan además significados como los
que estamos empezando a describir aquí no son patrimonio exclusivo de
Occidente (incluso en el supuesto de que el mundo egipcio se volcara so-
bre el griego inspirándolo y contaminando de significado sus propios ele-
mentos simbólico-constructivos), sino que más parece ser una necesidad
humana general y un modelo de respuesta común en toda la humanidad a
un mismo mitologema, y así, América también tiene sus laberintos.
49
Rivera Dorado, Miguel: o.cit. 1995, p.57-58.
| 56 |
Preparando la superficie. Lo mítico
| 57 |
Aproximación al laberinto
Poco hemos visto hasta el momento, pero nos da la sensación de que para
hablar del laberinto desde el conocimiento, el estudioso que quiera hacerlo
50
Relato oral recogido en Rivera Dorado, Miguel: o.cit. 1995, p.71-73.
| 58 |
Preparando la superficie. Lo mítico
Cohen, Jean: Estructura del lenguaje poético. Traducción de Martín Blanco Álvarez.
52
| 59 |
Aproximación al laberinto
53
Nota 41 de Quintín Racionero en Retórica, III, Madrid, Gredos, 2000, p.357.
54
Poet. 21, 1457b, 17.
| 60 |
Preparando la superficie. Lo mítico
Aprender fácilmente es, por naturaleza, agradable a todos; los nombres significan
algo, de manera que aquellos de los nombres que nos procuran una enseñanza son
los más agradables […] y es la metáfora la que nos enseña especialmente, porque,
cuando se llama a la vejez paja, se da una enseñanza por el género, pues una y otra
cosa han perdido la flor 57.
55
Poet. 22, 1459a, 8.
56
Ret. III, 2, 1405b, 5.
57
Ret. III, 10, 1410b, 10.
| 61 |
Aproximación al laberinto
Es necesario sacar la metáfora de cosas familiares, pero no obvias; igual que en fi-
losofía contemplar lo semejante, aún en lo que se diferencia mucho, es propio del
sagaz 58.
58
Ret. III, 11, 1412a, l0.
59
Bologna, Corrado. (ed): o.cit, 2006, p.17-18.
| 62 |
Preparando la superficie. Lo mítico
personajes que más han hecho y hacen uso de la dialéctica han sido y son
los políticos; pueden tener la completa seguridad que deseamos al igual
que en el campo de la ciencia salvar aquí a los políticos «aferrados» que se
acercan al misterio del laberinto; pero, que nos perdone Hegel, nos damos
cuenta de la imposibilidad de llevar a cabo la tarea en los tiempos que co-
rren, no ponemos en duda que en otras épocas los hubiéramos encontrado,
pero no nos acordamos ahora.
60
Ferré, Robert; y Jeff Saward (ed): o.cit. 2000, p. 27.
| 63 |
Aproximación al laberinto
Pues toda existencia humana está constituida por una serie de pruebas, por la ex-
periencia reiterada de la «muerte» y la «resurrección». Y por ello, en un horizonte
religioso, la existencia se basa en la iniciación; podría casi decirse que, en la medida
en que se realza, la existencia humana es en sí misma una iniciación 61.
1973, p. 175-176.
| 64 |
Preparando la superficie. Lo mítico
62
En Martínez Otero, Luís Miguel: El laberinto. Barcelona, Basilisco, 1991, p. 7-9.
| 65 |
Aproximación al laberinto
63
Bologna, Corrado (ed): o.cit. 1997, p.51.
| 66 |
Preparando la superficie. Lo mítico
Pero no todos los seres humanos responden de la misma manera ante los
misterios: unos, por su formación estoica y poco racional, los observan im-
pasibles tratando de extraer el matiz que acreciente el conocimiento cada
vez que se les presenta delante; otros, por su desarrollada racionalidad y
capacidad de análisis, intentan una y otra vez encontrar la solución, a ser
posible definitiva, es decir: resolver el misterio.
Durante la larga entrevista de Claude-Henri Rocquet a Mircea Eliade, a la
pregunta del primero: ¿Ha llegado ya a su centro?, Mircea responde:
64
Eliade, Mircea: o.cit. 1980, p.175.
| 67 |
Aproximación al laberinto
Cuanto más difícil es el viaje y más numerosos son los obstáculos, más se afirma el
adepto en la iniciación a la adquisición de un nuevo yo 65.
65
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p. 153.
| 68 |
Preparando la superficie. Lo mítico
| 69 |
Aproximación al laberinto
66
Ghyka, Matila C.: Estética de las proporciones en la Naturaleza y en las Artes. Traducción
de J. Bosch Bousquet. Barcelona, Poseidón, 1983, p.58.
| 70 |
Preparando la superficie. Lo mítico
67
En http://ddrive.cs.dal.ca:9999/page/lvl3/42. Consultado el 7/IX/2008.
68
Bologna, Corrado. (ed): o.cit, 2006, p.64-65.
| 71 |
Aproximación al laberinto
69
Bologna, Corrado. (ed): o.cit, 2006, p.92.
| 72 |
Preparando la superficie. Lo mítico
Todos estos laberintos hechos con piedras repiten la misma forma, de es-
tilo cretense o de vulva, coincidencia que no puede carecer de significado,
como tampoco la asociación de estos laberintos a los juegos de niños y
jóvenes, así como con una tradición de danzas, que incluso en la actualidad
perviven y que no son sólo materia de leyenda, como sucede con Teseo y la
danza de después de matar al Minotauro 71.
70
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p.127.
71
Vidas paralelas. Teseo, 21, 2.
| 73 |
Aproximación al laberinto
72
Eliade, Mircea: Lo sagrado y lo profano (trd. Luís Gil), Madrid, Guadarrama, 1973,
p. 38.
73
Rivera Dorado, Miguel: o.cit. 1995, p. 252-253
| 74 |
Preparando la superficie. Lo mítico
| 75 |
Aproximación al laberinto
Varias nociones han contribuido a hacer del laberinto uno de los símbolos míticos
más fecundos y significativos: la existencia, en el centro del recinto sagrado, de un
talismán o de un objeto cualquiera, capaz de devolver la salud o la libertad a un
pueblo; la presencia de un héroe o de un santo, quien tras la penitencia y los ritos
de expiación, que casi siempre entrañan un periodo de aislamiento, penetra en el
laberinto o palacio encantado; el regreso, ya para fundar la ciudad, ya para salvarla
o redimirla.
Muchos han señalado que los movimientos rítmicos en espiral que a me-
nudo son evocados cuando uno camina por un laberinto univiario son
una reminiscencia de la danza. Kàroly Kerényi está convencido de que
cualquiera que sea la investigación sobre el laberinto, ésta habría de basarse
en la danza.
W.H. Matthews, el primer estudioso sistemático y amante de los laberin-
tos dice que estas danzas son las ceremonias de primavera, que también
pueden ser vistas como una asociación ceremonial con el despertar de la
| 76 |
Preparando la superficie. Lo mítico
74
Matthews, William-Henri: Mazes and Labyrinths. Londres.1922, p.160. Edición
electrónica.
75
Ilíada, XVIII,590
76
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p.183.
77
Bologna, Corrado. (ed): o.cit, 2006, p.78-79.
| 77 |
Aproximación al laberinto
78
Se refiere a Dicearco de Mesina, peripatético del siglo IV a.C. formado en el Liceo
con Teofrasto y considerado como muy erudito y sabio por los autores romanos que real-
izó algunos trabajos biográficos sobre Pitágoras, reunió material sobre Constituciones de
ciudades y de cartografía.
79
Bologna, Corrado. (ed): o.cit, 2006, p.81.
| 78 |
Preparando la superficie. Lo mítico
80
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p.186.
81
Bologna, Corrado: o.cit. 2006, p.51.
| 79 |
Aproximación al laberinto
Cuando las sociedades humanas han dado tanta trascendencia a los rituales
funerarios no han hecho más que poner de manifiesto la importancia que
los difuntos tienen para ellas, afectando a su manera de vivir. La ansiada
regeneración cierra el círculo de la existencia; o lo que es lo mismo, otra vez
el nacimiento y la inevitable muerte para que, sin solución de continuidad
se vuelva a nacer 83.
82
Rivera Dorado, Miguel: o.cit. 1995, p. 209.
83
Rivera Dorado, Miguel: o.cit. 1995, p.112.
| 80 |
Preparando la superficie. Lo mítico
porque sólo muriendo se podrá llegar a saber lo que significa vivir eterna-
mente.
Desde aquí creemos que la única y verdadera iniciación es la que tiene que
ver con los enigmas que rodean el tránsito de los hombres desde el mundo
de los vivos al mundo de los muertos. La continuidad de lo creado, el paso
del tiempo, las estaciones y la sucesión cíclica de determinados fenómenos
naturales, los procesos de regeneración de lo existente, el misterio de la
fertilidad, las razones de la violencia, el mecanismo del dolor, el impulso
sexual; todas estas cuestiones son objeto de los ritos de iniciación y lo po-
demos resumir en una frase: el ansia de vivir eternamente es equivalente al
ansia de sentido respecto al origen y al propio sentido de la vida.
Puesto que a la legitimidad hay que revestirla de magia, el viaje de los reyes a las
profundidades de la tierra parece un expediente más que lógico para el afianzamien-
to de su autoridad y jerarquía. La ventaja de construir los accesos al inframundo
bajo la forma de estructuras arquitectónicas ad hoc, que pueden tener planta labe-
ríntica, es no sólo evitar imprevisibles y tal vez peligrosos accidentes, sino aprove-
char la oportunidad de poner en relación el trayecto cosmológico con posiciones
ideales de los astros o con determinadas orientaciones, formulas métricas o simple-
mente ornamentaciones y formas favorables 84.
Para llevar a cabo los ritos iniciáticos de los señores que detentan el poder
son precisos recintos especiales. De manera muy esquemática se podría de-
cir que los simbolismos de cosas como funerales o ceremonias de iniciación
ayudan a elaborar representaciones de recintos, y también al revés.
84
Douglas, Mary: Natural Symbols. (Citada por Rivera Dorado, Miguel: o.cit. 1995,
p.95).
| 81 |
Aproximación al laberinto
Sin salir del relato mítico, el itinerario mismo de Teseo, puede interpretarse
como aquél que, ayudado por los recursos mágicos que Ariadna pone a su
disposición, y una vez concluida la iniciación sale victorioso del laberinto,
ya es un hombre nuevo, el héroe ha obtenido la debida legitimidad para
acceder al trono. No nos debe pues extrañar que la travesía del laberinto,
entendida como ritos de superación de la muerte, en ciertas civilizaciones
antiguas se presente como una de las ceremonias de entronización de los
gobernantes. Ha de ser de tal manera que se haga evidente e indiscutible su
naturaleza divina, inmortal, para afrontar el papel de padres protectores de
la comunidad pues el conocimiento secreto adquirido tras la experiencia
iniciática es la llave de la capacidad que el gobernante tiene para transmitir
a la población una doctrina político-religiosa beneficiosa sobre la tierra y
esperanzadora en el más allá.
Por lo que hemos podido comprender, desde siempre en las sociedades
estratificadas se han legitimado relaciones sociales basadas en el ejercicio
del poder. Sin un poder fuerte, estable, generalmente aceptado, duradero,
respetado y temido, no existe ninguna posibilidad ni de adaptación ni de
desarrollo para un tipo de sociedad desigual. Es por esto por lo que los or-
ganismos de poder se hicieron con el control de la ideología más influyen-
te, y que en el mundo antiguo no es otra que la ideología religiosa, como
medio para justificar sus decisiones. El plano religioso es mucho más firme
que el político puesto que no admite fácilmente objeción. Así es cómo el
gobernante máximo pasa a convertirse en un ser dotado de poderes y con
relaciones muy cercanas a los dioses.
| 82 |
Preparando la superficie. Lo mítico
85
Rivera Dorado, Miguel: o.cit. 1995, p.112.
| 83 |
Aproximación al laberinto
| 84 |
Preparando la superficie. Lo mítico
Quieres, sobre todo, una respuesta sobre tres cualidades de seres deformes… quie-
res que te describa los nacimientos aberrantes del propio género humano y después
las espantosas formas de los animales salvajes para terminar con la horrible raza de
los reptiles, de las serpientes, de las víboras 86.
Para cumplir con la función que les estamos tratando de asignar a los tres
laberintos arquitectónicos, éstos no tendrán más remedio que contener un
monstruo en su interior. El concepto que subyace a la figura del monstruo
en el laberinto es el de la negación de las virtudes que encarna el héroe,
que es capaz de atravesar toda la maraña de galerías para renacer al nuevo
estado como dador de la vida y responsable de la armonía del mundo. Por
su parte el monstruo se ocupará de obstaculizar el paso de los espectrales
viajeros, no para castigar las faltas cometidas en el tiempo de vida terrenal,
sino para impedir el hecho mismo de la resurrección, prueba máxima del
orden universal. De hecho, nos encontramos en el mismo centro de la
actividad demiúrgica del héroe, al menos en su variante civilizadora, que
más allá de construcciones creacionistas como las de Prometeo en Grecia u
Odín en Escandinavia; en el patrón demiúrgico la labor del héroe, de as-
cendencia divina o no, en el desarrollo de la civilización (y por civilización
el mundo griego entiende la polis), es vital la resolución del enigma y la
lucha contra el monstruo como reflejo del patrón demiúrgico mayor (nos
referimos al combate primordial de Marduk y Tiamat, a la lucha entre los
dioses y los titanes o, en el mundo germánico, la de los Ases y los Vanes.
Así Teseo es un héroe civilizador, él es el que da forma al nacimiento de
Atenas como polis; pero como también lo son Herakles, Belerofonte, Jasón
1977, p. 35.
| 85 |
Aproximación al laberinto
87
Eliade, Mircea: Lo sagrado y lo profano (trd. Luís Gil), Madrid, Guadarrama, 1973,
p.117.
| 86 |
Preparando la superficie. Lo mítico
| 87 |
Aproximación al laberinto
| 88 |
Preparando la superficie. Lo mítico
| 89 |
Aproximación al laberinto
entre ellas, y vio a un lado otra boca de la gruta, que da miedo verlo, es igual
a la boca del Itzam, no cabían sus dentaduras, y estaba blanco, blanco, y en
lo que forma un círculo de llamas en el fondo está asentada una mesa, tres
sillones de oro pulido, tres libros de ciencias ocultas, y debajo de la mesa
ahí estaba enroscado el Itzam. Entonces el monstruo al ver la presencia de
intrusos salió, y al abrir la boca para tragar, rápido le echó las flores en las
fauces, y al inclinar la cabeza el animal, clava entonces la jabalina en el pes-
cuezo y cae muerto. Recoge los tres libros y convierte en piedra al monstruo,
la mesa y los sillones. Y al salir tapó para siempre el camino». Hasta aquí el
resumen del relato oral que hemos hecho a partir del recogido por M. Rivera
Dorado 88.
Dentro del Satunsat está Itzam, el monstruo draconiano que han colocado
allí los sacerdotes para que guarde ciertos tesoros de conocimiento y poder.
La raza legitimada para gobernar es la que posee esa sabiduría, es por esa
razón por la que enanos y medianos sienten la necesidad de aniquilar al
terrible vigilante para hacerse con los libros, o sea, trascender la muerte,
lograr la inmortalidad del alma y alcanzar el conocimiento supremo. Los
dioses ante el caos provocado por los enfrentamientos hacen su elección
y designan a un mediano para acabar con el dragón; al igual que Teseo,
tiene sus herramientas incluida la magia, y cumple su cometido con tan-
ta eficacia que una vez petrificados los símbolos, quemados, guardados
o apropiados los libros y cerrado el camino de comunicación con el más
allá, la sociedad entera se desmorona, ya no tiene sentido seguir allí, y sus
habitantes abandonan la ciudad.
Indudablemente, el fin de Oxkintok es el fin de una era, la sustitución de
los dioses, otro sol, otro tiempo histórico. Nada más lógico que vincular
esa época de calamidades con el fin de un sistema social que tenía en el
gobernante su encarnación suprema. En tal caso se puede interpretar que
Itzam, el monstruo que habita el Satunsat, es el rey de los gigantes, como
88
Rivera Dorado, Miguel: o.cit. 1995, p.71-73.
| 90 |
Preparando la superficie. Lo mítico
89
Borges, Jorge Luís; y Margarita Guerrero: o.cit. 2008, p.86.
| 91 |
Aproximación al laberinto
Que la configuración del dragón sea en parte una enorme serpiente, tiene
mucho que ver con la facultad que éstas tienen de poder abandonar su vie-
ja piel y generar periódicamente otra nueva, lo que debió fascinar grande-
mente a los mayas, dada su afición a los fenómenos cíclicos de la naturaleza
y que eran susceptibles de ser usados como referencias cronológicas.
Revisando iconografía precolombina nos encontramos con multitud de cria-
turas que no tienen especie, indiferenciadas, que reúnen rasgos de animales
como serpiente, venado, iguana, ave o cocodrilo. En el Códice de Dresde
hallamos numerosas figuras draconianas y serpientes gigantescas entre formi-
dables diluvios, sabido es que entre los mayas el agua está representada por
los dragones. En el Códice Tro-Cortesiano del Museo de América de Madrid
hay decenas de figuras draconianas. Pero es en la iconografía del periodo
Clásico, comprendido entre los siglos III y X d.C. en donde encontramos la
más amplia y variada tipología. Escenas pintadas en paredes, cerámicas poli-
cromadas, mosaicos de piedra, efigies modeladas en estuco que ornamentan
las construcciones en la zona de Palenque (México), o los relieves tallados en
la piedra del altar 41 de Copán (Honduras) o los ofidios rampantes del dintel
3 del templo IV de Tikal, Petén (Guatemala).
| 92 |
Comienzo
IV
P r i m e r a m a n ch a .
N u e vo s s i g n i f i c a d o s
90
Bergamín, José: La cabeza a pájaros. Madrid, Cátedra, 1984, p.92.
| 93 |
Aproximación al laberinto
91
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p. 224.
| 94 |
Primera mancha. Nuevos significados
92
Ferré, Robert; y Saward, Jeff (ed): o.cit. 2000, p. 107-110.
| 95 |
Aproximación al laberinto
Para resolver esta contradicción, los padres de la Iglesia dieron con una
ingeniosa solución. Si no podemos ni queremos abandonar a los clásicos,
convirtámoslos en cristianos, basta con pensar que tras sus textos paganos
se esconden, a modo de metáforas y alegorías, los principios del cristianis-
mo. De esta manera Virgilio se convirtió en una autoridad incuestionable,
casi un santo. Él solito había laberintizado el reino de los muertos, el In-
fierno; por lo tanto el mito de Teseo y el Minotauro debía interpretarse
como una alegoría de la lucha de Jesús contra Satanás, una imagen que
además, se ajustaba a la acepción del laberinto como el propio mundo
medieval; un mundo de confusión, enredo, herejía y pecado.
Otra contradicción con la que se enfrentaron los teólogos medievales fue
la del pecado y su limpieza a través del bautismo. Los niños que morían
antes de haber sido bautizados o el caso de aquellas personas justas que
habían vivido antes de que se adoptara este sacramento, quedaban irreme-
diablemente fuera de la salvación. Se inventó el limbo de los niños y de los
Patriarcas, un espacio situado en un nivel superior del infierno en donde
habrían permanecido hasta la redención del pecado original que supuso
la muerte de Jesús. Para responder al enigma de cómo se lleva a cabo esa
redención algunos pensadores encontraron la respuesta en el Nuevo Tes-
tamento 93, donde se dice que, tras morir crucificado, Jesús descendió ad
inferos, al mundo de los muertos (como Ulises o Eneas), enfrentándose
a Satanás venciendo a la muerte, liberó a los justos y como signo de su
victoria sobre el mal, colocó una cruz en medio de los dominios del De-
monio: se trata del descenso de Jesús al laberinto, donde va a colocar la
cruz como señal de triunfo sobre Satanás, y también sobre la muerte, por
eso resucita. Para ilustrar esta historia vamos a echar mano del laberinto
cuadrado de San Bertín (fundador del monasterio en el siglo VII) en San
Omer, Francia. El original fue destruido y sabemos de su diseño gracias a
93
Mateo 27,52-53.
| 96 |
Primera mancha. Nuevos significados
94
Matthews, William-Henri: o.cit. 1922, p.63.
95
Méndez Filesi, Marcos: o.cit. 2009, 145.
| 97 |
Aproximación al laberinto
96
Méndez Filesi, Marcos: o.cit. 2009, 147.
| 98 |
Primera mancha. Nuevos significados
Tenía un muro grande y alto y doce puertas, y sobre las doce puertas doce ángeles
y nombres escritos, que son los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel: de
la puerta de Oriente tres puertas, de la parte del Norte tres puertas, de la parte de
Mediodía tres puertas, y de la parte de Poniente tres puertas 97.
97
Ap. 21, 12-13.
| 99 |
Aproximación al laberinto
98
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p. 229.
99
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p. 230.
100
Ferré, Robert; y Saward, Jeff (ed): o.cit. 2000, p. 144.
| 100 |
Primera mancha. Nuevos significados
101
Rehermann, Carlos: «Todo muy complicado». Insomnia, n.61. 2003.
102
Ferré, Robert; y Saward, Jeff (ed): o.cit. 2000, p. 138-139.
| 101 |
Aproximación al laberinto
103
Zunzunegui, Santos: 2001, «El laberinto de la mirada. El museo como espacio del
sentido», Cuadernos, 17, FHYCS – U. N. Jujuy, 2001, p. 530.
| 102 |
Primera mancha. Nuevos significados
En el pequeño libro del jesuita belga Herman Hugo de 1624, Pia Deside-
ria 104, nos encontramos con la imagen más clara de la metáfora del viaje,
del tránsito por la vida; se trata del emblema 17 en donde vemos cómo el
alma, encarnada en un peregrino, avanza a través de un laberinto circular
guiada por un hilo que le tiende un ángel situado en lo alto de una torre
que se alza sobre una montaña. Justo delante un ciego avanza con decisión
y por el camino dos pecadores, que se han caído al callejón del laberinto y
piden misericordia.
104
Edición electrónica en http://emblems.let.uu.nl/hu1624.html (Emblem Project
Utrecht)
| 103 |
Aproximación al laberinto
| 104 |
Primera mancha. Nuevos significados
de Amor.
105
Espelt, Ramón: o.cit. 2008, p.162.
| 105 |
Aproximación al laberinto
| 106 |
Primera mancha. Nuevos significados
Quien siente pasión por los laberintos y los construye sentirá siempre la nostalgia del
placer de ser liberado, y por ende la nostalgia de una experiencia, en el fondo, todavía
simple: de una clara y unívoca liberación de la insistencia de los engañosos rodeos.
[…] El Laberinto (confusión) está contra la Armonía (orden). Sin embargo, el mundo
de los fenómenos, laberínticamente confuso y desobjetivado, ha de ser también recap-
turado; de ahí las reacciones racionales a la irracionalidad del Manierismo. Y no vale
decir que el paso del tiempo lo ha convertido en algo no menos rebuscado y por
tanto innatural que la tendencia a la que se quería oponer 107.
1520 a 1650. Traducción de José Rey Aneiros. Madrid, Guadarrama, 1961, p.196.
| 107 |
Aproximación al laberinto
Insistimos desde aquí, recordando el gusto a lo largo de este periodo por las
complicaciones y por las complejidades, por los conceptos enrevesados y
por vivir bajo la conciencia trágica de que el hombre anda encerrado en un
sistema de saberes con caminos intrincados: el mundo del hombre barroco
como laberinto. Un laberinto que no sólo es religioso (las guerras con los
108
Aracil, Alfredo: o.cit. 1998, p.19.
| 108 |
Primera mancha. Nuevos significados
D. Trabalenguas. Artificios
| 109 |
Aproximación al laberinto
| 110 |
Primera mancha. Nuevos significados
Los juegos con letras y palabras eran variadísimos: poemas a los que les
faltaba una letra determinada, llamados lipogramáticos; o aquellos en los
que todas las palabras tienen la misma letra inicial, llamados pangramáti-
cos; o los ecoicos, cuyos versos terminaban en dos sílabas idénticas; Una
variedad, que recibía el nombre de logodedalea, consistía en utilizar sola-
mente palabras monosilábicas en un poema. Otra variedad era aquella en
que las frases podían leerse indiscutiblemente en los dos sentidos. Aparte
de los valores visuales de situarse el lector ante estos laberintos de números
109
Recogido como lámina en: Infantes, Víctor (ed): Laberintos. Juan Caramuel. Madrid,
Visor, 1981. (Ed. facsímil de Caramuel Lobkowitz, Juan: Primus Calamus, Roma, 1662.
| 111 |
Aproximación al laberinto
110
Díez Borque, José María: Verso e imagen. Del Barroco al siglo de las Luces. Madrid,
Comunidad de Madrid, 1993, p. 251.
111
Santarcageli, Paolo: o.cit. 1997, p. 253.
| 112 |
Primera mancha. Nuevos significados
[…] es el estudio de los ritmos y metros en abstracto, de la Juan Caramuel Lobkowitz. Carmen cuadrado
arquitectura sobre la que descansan los laberintos métricos con versos entretegidos. Primus Calamus.
Roma, 1663.
formados por retóricos, poetas y músicos, el estudio y deduc-
ción de los esquemas prosódicos que dan lugar a los acrósticos y permutaciones, a
través básicamente de la Combinatoria 112.
112
Velarde Lombraña, Julián: Juan Caramuel, Vida y Obra. Oviedo, Pentalfa, 1989, p. 300.
113
Velarde Lombraña, Julián: o.cit. 1989, p. 302.
| 113 |
Aproximación al laberinto
| 114 |
Primera mancha. Nuevos significados
E. Pintores. Grabadores
chos, excepción hecha del dibujo a tinta que representa en planta una
115
Marcel Brion trata de dar una explicación diciendo que: para trazar los
nudos, Leonardo dio la espalda al mundo de la naturaleza, penetrando en
la pura intelectualidad y en el divertimento gráfico, que sin embargo están
114
Velarde Lombraña, Julián: «En el tricentenario de la muerte del genio español Juan
Caramuel». El Basilisco, n. 14, julio 1982-febrero 1983, p. 83-86.
115
Ferré, Robert; y Jeff Saward (ed): o.cit. 2000, p. 190.
| 115 |
Aproximación al laberinto
116
Brion, Marcel: o.cit. 2002, p.192.
117
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p.254.
118
Bologna, Corrado (ed): o.cit. 2006, p.38-39.
| 116 |
Primera mancha. Nuevos significados
119
Ferré, Robert; y Jeff Saward (ed): o.cit. 2000, p. 204-205.
120
Ferré, Robert; y Jeff Saward (ed): o.cit. 2000, p. 228.
| 117 |
Aproximación al laberinto
121
Ferré, Robert; y Jeff Saward (ed): o.cit. 2000, p. 196.
122
Conan, Michel: «El Jardín Palatino». El Paseante, n.9, Madrid, Siruela, 1988, p. 70.
| 118 |
Primera mancha. Nuevos significados
123
Ferré, Robert; y Jeff Saward (ed): o.cit. 2000, p. 182.
124
Martínez Otero, Luís Miguel: o.cit. 1991. p. 53-54.
| 119 |
Aproximación al laberinto
125
Maravall, José Antonio, La cultura del barroco, Barcelona, Ariel, 1975, p.446.
| 120 |
Primera mancha. Nuevos significados
La idea del laberinto como lugar propicio para guardar secretos va a inspi-
rar a los autores de emblemas, quienes, por otra parte, tanto incorporan de
enigmático en su contenido. Los emblemas están constituidos por un lema
o mote, una imagen alegórica y un epigrama o comentario. Minotauros y
126
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p.260.
| 121 |
Aproximación al laberinto
127
Remito a Rodríguez de la Flor: Pasiones frías: secreto y disimulación en el Barroco
Hispano. Madrid, Marcial Pons, 2005.
| 122 |
Primera mancha. Nuevos significados
128
Bologna, Corrado (ed): o.cit. 2006, p.38
129
Aracil, Alfredo: o.cit. 1998, p.205
| 123 |
Aproximación al laberinto
130
Se ha consultado la edición de 1854 a cargo del impresor D. José Trujillo, hijo,
en Madrid. La citada edición contiene un prefacio de Voltaire y el Anti-Maquiavelo
de Federico el Grande rey de Prusia. En http://books.google.es/books?id=DFH4-
ketmp4C&dq=el+principe. Fecha de consulta el 12/III/2009.
| 124 |
Primera mancha. Nuevos significados
131
Lozano González, Martín: El nuevo orden mundial. Génesis y desarrollo del capitalismo
moderno. Valladolid, Alba Longa, 1996, p.8.
132
Maravall, José Antonio: o.cit. 1975, p. 383-389
133
Martín Pliego, Francisco Javier; y Jesús Santos del Cerro: «Juan Caramuel y el Cál-
culo de Probabilidades». Estadística Española. v.44, n.150, 2002, p.161-173.
| 125 |
Aproximación al laberinto
| 126 |
Primera mancha. Nuevos significados
134
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p.272
| 127 |
Aproximación al laberinto
135
Eliade, Mircea: o.cit. p.70.
| 128 |
Primera mancha. Nuevos significados
G. Dédalos y Minotauros
| 129 |
Aproximación al laberinto
| 130 |
Primera mancha. Nuevos significados
136
Álvarez Alonso, Marina; y Félix García Merayo: «Geometría y morfología en las
trazas del Monasterio de San Lorenzo del Escorial». Acta, p.82, http://www.acta.es/articu-
los_mf/41081.pdf
137
Abundante documentación en la red. Hemos consultado http://lletra.uoc.edu/es/
ramon-llull. Fecha de consulta el 15/IV/2009.
| 131 |
Aproximación al laberinto
138
Moya, Luís: «Caracteres peculiares de la composición arquitectónica de El Escorial»
en El Escorial, Madrid. Patrimonio Nacional, 1963, p. 155-180.
| 132 |
Primera mancha. Nuevos significados
| 133 |
Aproximación al laberinto
uno de los pocos que formó parte del reducidísimo séquito que acompañó
a Carlos V a su retiro de Yuste, pasando tras su muerte al servicio de Felipe
II, lo que nos informa de su prudencia y lealtad.
Sin duda una obra pública como la de Toledo le supuso alcanzar la más
grande popularidad de su época. Lo que nos llama la atención es lo contro-
vertido de la obra, que sin tener documentos en forma de planos o datos
de cálculo dimensionales, hace muy complicada su reconstrucción a nivel
de entendimiento. Es precisamente esto lo que nos hace que cataloguemos
a Turriano como un dédalo que construye un laberinto de conducciones
capaces de trasladar el agua desde el río y recorriendo cerca de 300 metros,
salvando un desnivel de algo más de noventa, porque laberínticos son el
sistema de brazos en forma de hélice cilíndrica y el conjunto de engranajes
de ruedas dentadas, goznes y ejes en madera y latón, que conforman el
ingenio capaz de proporcionar, además, un caudal de agua importante.
Numerosos cronistas lo describieron, ninguno con la especial mirada de
Góngora:
| 134 |
Primera mancha. Nuevos significados
«Es cosa extravagantísima de ver este ingenio, tanto por su grandísimo artificio,
como también por su tamaño que casi asciende a media milla de alto (…). Es un
mecanismo ordenado de tal modo con ciertos calderos de hojalata unidos por arte-
factos de manera que un caldero vierte el agua en otro y así alternativamente, tanto
que sube un número infinito de calderos, de los cuales siempre ocho están llenos y
otros ocho vacíos en cada orden, que son muchos y muchos; y toda la maquina se
mueve por cuatro ruedas que están en el fondo de Tajo cuyo movimiento la corrien-
te del agua hace girar por sí misma, perpetuamente y está regulado con tal artificio
en el fondo que la crecida del río no lo puede impedir, cosa en verdad de grandísimo
artificio, ingenio y arte.»
Pero va a ser el aristócrata inglés sir Kenelm Digby, conocido por su paten-
te de botella de vidrio ahumado para embotellar el champagne, personaje
que sentía una curiosidad universal por el conocimiento, al igual que por
las aventuras galantes y por los vinos, el que nos dejará, antes de la mitad
del siglo siguiente, la explicación más clara, amplia y técnica que poseemos
a cargo de un testigo directo del ingenio. Se trata de un juvenil diario
de viaje por el Mediterráneo fechado en 1628 del que reproducimos el
siguiente párrafo:
«… había una rueda de agua que, movida por la corriente, ponía en movimiento
toda la maquina. Ésta estaba constituida por un gran número de canales o cazos
139
Aracil, Alfredo: o.cit. 1998, p.76-80.
| 135 |
Aproximación al laberinto
colocados uno sobre el otro, en dos hileras, una enfrentada a la otra, desde el fondo
hasta el tope, armados sobre varios armazones de madera… de madera que podían
moverse libremente arriba y abajo, como la cruz de una balanza. Cuando la rueda
motriz se encontraba en cierto punto, toda la parte de la maquina se inclinaba un
poco hacia el agua mientras la otra subía más alto. Este movimiento cambiaba
cuando la rueda motriz terminaba su revolución; entonces la parte más baja se
elevaba y la otra iba descendiendo. De esta manera, los dos lados de la maquina
parecían dos pies que alternativamente pisaban el agua, como los hombres que
exprimen las uvas en el lagar cuando la vendimia. Ahora bien, cuando uno de los
pies de esta máquina baja hacia la superficie del agua, el cazo más bajo recogerá
tanta agua cuanta pueda retener durante el ascenso… y el cazo que estaba más bajo
se vuelve más alto y así vierte el agua contenida… en el cazo superior, que ahora es
el más bajo. De esta manera, los cazos de los dos pies vierten su agua de un lado a
otro y en cada movimiento sube el agua un escalón hasta llegar a la cumbre…».
140
Fundación Juanelo Turriano en http://www.juaneloturriano.com/
| 136 |
Primera mancha. Nuevos significados
Para finalizar con Juanelo «Dédalo» Turriano vamos a recordar que el en-
cargo de la obra fue hecho en 1565 por el Marqués de Vasto y que subiría
a los depósitos situados bajo El Alcázar la cantidad permanente de «mil
seiscientos cántaros de a cuatro azumbre de agua», unos 12.400 litros dia-
141
Dibujos y planos en http://88.2.226.6/Ponencia%20CIPHI.pdf y en http://www.
cabovolo.com/2010/02/el-artificio-de-juanelo-en-toledo.html. Consultada el 27/IV/2009.
142
http://biblioteca2.uclm.es/biblioteca/ceclm/ARTREVISTAS/Toletum/tol10/toletum10_
porresfinal.pdf. Consultada el 14/IV/2009.
143
http://www.ingegraf.es/pdf/titulos/COMUNICACIONES%20ACEPTADAS/RV7.
pdf. Consultada el 19/IV/2009.
| 137 |
Aproximación al laberinto
rios, con un plazo de ejecución de tres años. Juanelo cumplió su parte del
contrato, y el mecanismo funcionaba a pleno rendimiento, en plazo, y su-
perando las previsiones iniciales al llegar hasta los 17.000 litros. Sin embar-
go la ciudad no le pagó, con la excusa de que el caudal completo quedaba
para uso exclusivo del Palacio Real, en donde era almacenado. Arruinado,
tras costear además de su bolsillo el mantenimiento del artificio durante
seis años, se llega a un acuerdo para construir un segundo, sufragado por la
Corona, que quedaría en poder de Juanelo y sus herederos. Terminado en
1.581; y aunque el Rey cumplió con su deuda, no así la ciudad; por lo que
no pudiendo costear su mantenimiento se vio obligado a renunciar a él, lo
que sin duda contribuyó a su muerte el 13 de Junio de 1.585 y fue ente-
rrado modestamente en la propia ciudad de Toledo. El ingenio mecánico
capaz de subir el agua a presión atmosférica, estuvo funcionando sin in-
terrupción, y de forma satisfactoria hasta mediados del siglo XVII, donde
la falta de mantenimiento y el robo de piezas, obligó a volver al primitivo
procedimiento de utilizar cántaros a lomos de borricos.
| 138 |
Primera mancha. Nuevos significados
| 139 |
Aproximación al laberinto
En http://www.uned.es/manesvirtual/Historia/Comenius/OPictus/OPictusAA.htm.
144
Consultada el 13/III/2009
| 140 |
Primera mancha. Nuevos significados
145
Aguirre Lora, M. Esther: «Enseñar con textos e imágenes. Una de las aportaciones
de Juan Amós Comenio». Revista electrónica de investigación educativa, UNAM, México,
2001. Consultada el 12/III/2009.
| 141 |
Aproximación al laberinto
146
ARACIL, Alfredo: o.cit. 1998, p.134.
| 142 |
Primera mancha. Nuevos significados
147
Contemporáneo de Sócrates, Hipias de Élide era muy conocido por su memoria des-
comunal. Se le atribuye ser el descubridor de la cuadratriz, empleada para buscar solución
a la trisección angular y la cuadratura del círculo.
148
Gómez de Liaño, Ignacio: «Athanasius Kircher», El Paseante, n.1, Madrid, Siruela,
1985. p. 19.
| 143 |
Aproximación al laberinto
149
Gómez de Liaño, Ignacio: o.cit. 1985. p. 20.
150
Aracil, Alfredo: o.cit. 1998, p.130.
151
En la versión copta es un diálogo entre Trimegisto y Asclepio, su discípulo. En http://
www.servisur.com/cultural/hermes/asclepio.htm. Consultada el 12/III/2009.
| 144 |
Primera mancha. Nuevos significados
| 145 |
Aproximación al laberinto
| 146 |
Primera mancha. Nuevos significados
152
Kircherianum Virtuale constituye una página web que contiene una base de datos en el
que se muestran las referencias de sitios web más importantes dedicados a la vida y a la obra
de Athanasius Kircher. En http://www.phonurgia.se/rendel/cgi-bin/kircher/kircherianum1.
cgi. Consultada el 13/III/2009.
| 147 |
Comienzo
V
Redibujando
153
Plinio: Historia Natural, XXXVI, 91.
| 149 |
Aproximación al laberinto
Lo cierto es que la popularidad del mito entre los romanos hizo que el
laberinto se convirtiera en un elemento habitual de la decoración de las
grandes villas. Interminable seria verlos en detalle y todos, dado lo vasto
del imperio.
Los mosaicos de forma cuadrada (excepción hecha del laberinto circular
de la Casa de Teseo, en Nea Paphos, Chipre) se realizan a base de teselas de
colores, formando composiciones de considerable tamaño donde queda de
manifiesto el gran conocimiento que los romanos tenían en la confección
de los mismos. El tamaño de las teselas dan nombre a los distintos tipos de
mosaico: opus sectile, tesselatum, vermiculatum o bien opus alexandrinum,
a veces mezcla de varios.
154
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p.210.
155
Méndez Filesi, Marcos: o.cit. 2009, p. 121-123.
| 150 |
Redibujando
156
Villaverde Vega, Noé: Tingitana en la antigüedad tardía (siglos III-VII). Madrid,
Real Academia de la Historia, 2001, p.119, nota 324.
| 151 |
Aproximación al laberinto
Oinochoe. Cántaro de Tragliatella, s. VII a. C. […] van trenzando giros y más giros y aparecen trabados en combate,
Museo Capitolino, Roma.
ahora huyendo o dejando la espalda al descubierto, ahora vuelven las
armas dispuestas al ataque, ahora han hecho las paces y van pareados
Cántaro de Tragliatella, s.VII a. C. Dibujo de
Wilhem Deecke, 1881.
cabalgando. Como es fama que antaño, allá en la Creta montañosa,
tenía el Laberinto un pasadizo entretejido de paredes ciegas, y una
equívoca trampa con sus mil direcciones en donde iba cortando la señal de avanzar
una maraña inextricable que no dejaba echar pie atrás, con parecida traza los hijos
de los teucros en sus potros van trabando sus pasos y entretejen su juego de fugas
y de asaltos […] 157
Una jarra etrusca realizada hacia el año 600 a.C. procedente de Taglia-
tela, en el Lacio, Italia, nos va a ilustrar. A lo largo de la jarra se muestra
una escena en donde tras una pareja y una fila de guerreros con escudos
decorados con la cabeza de un jabalí, se distinguen dos jinetes en cuyos
escudos hay dos aves. Con el primero cabalga una extraña criatura y tras el
otro aparece un laberinto del tipo cretense, en el cual hay escrita la palabra
truia.
Aunque algunos filólogos piensan que el término truia deriva del etrusco
y vendría a significar algo así como el escenario en donde se desarrolla esta
escena de danza ejecutada a caballo; otros, con mayor imaginación, dicen
157
Virgilio: Eneida, V, 584-593.
| 152 |
Redibujando
que más bien hace referencia a la ciudad de Troya. Así pues el laberinto y
Troya van a establecer un doble nexo. Por un lado el dibujo del laberinto
tras el caballo junto con la palabra truia nos da el primero y por otro el pa-
saje de Virgilio que nos informa de que existía una celebración que recibía
el nombre de juego de Troya, en el cual se simulaba un recorrido laberínti-
co con destrezas ecuestres. No parece, pues, muy temerario aventurar que
en tiempos romanos se habría producido una curiosa identificación del
laberinto con la ciudad de Troya.
Troya era además la fortaleza del asedio por excelencia, el lugar al que se
ansía entrar y al que se accede mediante la astucia, contrarrestando habili-
dad con habilidad y engaño con engaño.
Equiparar una ciudad inexpugnable con una estructura invencible es muy
probable en la imaginación popular. De cualquier forma, por una u otra
razón, el nexo entre Troya y el laberinto se mantendrá a lo largo del tiem-
po. Más adelante veremos que en Inglaterra algunos laberintos se denomi-
naran city of Troy; en Gales, caerdroia, y en Escandinavia abundaran los tro-
jeborg (términos todos que significan ciudad de Troya). Para terminar con
este punto, decir que en siglos posteriores y en distintos ámbitos culturales
se produjo una identificación de Troya con otras ciudades legendarias, que
sin solución de continuidad también fueron asociadas con el laberinto, nos
referimos a Jericó, Jerusalén, Babilonia, Constantinopla o, permítanme la
licencia, Melilla.
158
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p. 64.
| 153 |
Aproximación al laberinto
Otro pasaje de La Eneida nos va a servir para conocer, tal vez, el laberinto
más misterioso de todos los laberintos romanos. Cuenta Virgilio 159 que
Dédalo, cuando escapó del encierro al que lo había castigado el disgustado
rey Minos en su propio laberinto y junto con su hijo Ícaro (con desgracia-
do final para éste, por su juvenil falta de prudencia en sus ambiciones aero-
náuticas), se detuvo en Cumas, cerca de Nápoles, antes de llegar a Sicilia y
allí construyo un templo para Apolo, en cuyas puertas talló un laberinto en
memoria de su hijo Ícaro, además de todos los conocidos personajes y cir-
cunstancias que rodean a la versión más popular del Laberinto, a modo de
resumen cincelado. Al pie del templo se abría la boca de una cueva, a través
de un corredor se llegaba a un gran vestíbulo a donde confluían numerosas
galerías. Allí se hallaba el antro de la Sibila, la llamada sibila cumana o
virgiliana, una profetisa que gozó de gran prestigio en el mundo romano.
La sibila simboliza el ser humano elevado a una condición transnatural que
le permite comunicar con lo divino y enviar sus mensajes. Sibilas celebres
fueron la troyana Casandra, castigada por Apolo a que nadie la creyese
cuando profetizaba todas las desgracias que iban a acaecer en Troya, y las
sibilas de Delfos y Eritrea. A la de Delfos se la llamó Pitia, en relación con
la serpiente pitón, que vaticinaba sentada sobre un trípode y debía ser
virgen o al menos desde su designación vivir en la continencia absoluta 160.
El culto a las sibilas surgió hacia el siglo VII a.C. en Grecia y desde allí se
trasladó a Italia. Había varias pero la más famosa era la cumana con sus
Libros Sibilinos, en los que había predicho todos los percances que sucedie-
ran a los romanos.
Lo que en la actualidad tenemos de ese lugar es una extraña estructura
laberíntica cerca del yacimiento arqueológico de Cumas, que bien podría
haber sido la morada de la sibila. Consiste en un largo corredor de más de
159
Eneida, VI, 15-35.
160
Chevalier, Jean; y Alain Gheerbrant: Diccionario de los símbolos. Traducción de Ma-
nuel Silvar y Arturo Rodríguez. Barcelona, Herder, 2007.
| 154 |
Redibujando
| 155 |
Aproximación al laberinto
Errar en el laberinto tiene mucho que ver, con la idea de ignorancia, rudeza
y tinieblas. No en vano estaba figurado a las puertas del antro de la sibila
de Cumas, para que el héroe de Virgilio lo recorriera mentalmente antes de
entrar en la cueva en busca del saber.
B. Iglesias y catedrales
| 156 |
Redibujando
en los misterios alquímicos, más bien era lo contrario. Otros opinan que el
laberinto era un emblema de los constructores de catedrales, con el que tal
vez persiguieran glorificar su propia obra; mucho se ha escrito sobre que la
obra de los arquitectos, albañiles o masones del Medioevo, según se quiera,
estaba rodeada de toda una serie de rituales mágicos, muchas veces tacha-
dos de heréticos y poco conocidos. Otros han opinado que se trató de un
capricho de los curas para realizar las procesiones en el interior de la iglesia.
| 157 |
Aproximación al laberinto
| 158 |
Redibujando
| 159 |
Aproximación al laberinto
| 160 |
Redibujando
161
Ferré, Robert; y Saward, Jeff (ed): o.cit. 2000, p. 158.
| 161 |
Aproximación al laberinto
| 162 |
Redibujando
162
Méndez Filesi, Marcos: o.cit. 2009, 177.
| 163 |
Aproximación al laberinto
163
http://www.labyrinthos.net/
| 164 |
Redibujando
164
Esteban Lorente, Juan Francisco: «El laberinto de la iglesia de San Pedro de Siresa».
Artigrama: Revista del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza,
n.11, 1994-95, p.511-516.
| 165 |
Aproximación al laberinto
165
Juaristi, Joseba; y Arantza Gogeascoechea: «Labores de Troya. Los Laberintos de
Iglesia en Vizcaya». En Homenaje a la Profesora Olga Omatos. Bilbao, Universidad del País
Vasco, 2007, p.391-416.
| 166 |
Redibujando
166
«Acerca del laberinto. Un grafito de Santa María de Taüll». Fragmentos, n. 17-18-19,
marzo 1991, pp. 47-55.
167
García Álvarez, César: El laberinto del alma. Una interpretación de las enjutas de las
capillas absidales de la catedral de León. Universidad de León, 2003, p. 241-242.
| 167 |
Aproximación al laberinto
C. Laberintos de piedras
Frîjel. Gothland, Suecia.
| 168 |
Redibujando
Se puede inferir perfectamente una hipótesis sobre la primera formación del laberin-
to: la idea de que este fuera un encantamiento, un acto de magia para atraer a un
círculo inextricable, a una trampa sin escapatoria, a los animales de presa. Y en especial
al más preciado, el bisonte, que abunda en Europa en tiempos de la Prehistoria 169.
168
Ferré, Robert; y Saward, Jeff (ed): o.cit. 2000, p. 268.
169
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p. 188.
| 169 |
Aproximación al laberinto
170
Méndez Filesi, Marcos: o.cit. 2009: 223-225.
| 170 |
Redibujando
tuales funerarios.
D. Tratados y utopías
Tal vez, el capítulo más rico, más variado y más fantasioso de todas las apli-
caciones que se ha dado al laberinto, haya sido en jardines. Al igual que su-
cediera con los laberintos en iglesias y catedrales góticas; desgraciadamente,
también en el caso de los laberintos en jardines, hemos de remitirnos más a
los documentos que a los contados ejemplos de los que todavía sobreviven
en los parques de Europa.
Desconocemos la precisa causa que les dio razón de ser. Es posible que fueran
creados en un intento de querer reducir la indómita naturaleza a un juego
controlado, tras un ejercicio de racionalidad. Será tarea de arquitectos fun-
damentalmente, y no podemos olvidar que el arquitecto, según los teóricos
del Renacimiento, es un hombre que crea un espacio humano organizándolo
mediante el pensamiento, según los principios de la armonía universal. De
tal manera que para expresar simbólicamente la armonía del mundo y per-
| 171 |
Aproximación al laberinto
171
Conan, Michel: o.cit. 1988, p. 73.
| 172 |
Redibujando
| 173 |
Aproximación al laberinto
| 174 |
Redibujando
172
En http://www.bncf.firenze.sbn.it/Bib_digitale/Manoscritti/II.140/main.htm fotos 83,
89. Dirección de la Biblioteca Nazionale Centrale Firenze, donde se puede ver el delicioso
manuscrito.
| 175 |
Aproximación al laberinto
173
Aracil, Alfredo: o.cit. 1998, p. 203.
| 176 |
Redibujando
Ahora nos vamos a introducir en los laberintos que albergan los jardines
de villas y palacios, como anteriormente ocurriera con las catedrales. Sin
embargo la complejidad de estos nuevos laberintos reside más en lo in-
174
Matthews, William Henri: o.cit. 1922, p.104.
| 177 |
Aproximación al laberinto
175
Remito una vez más al catálogo de Hermann Kern: Ferré, Robert; y Jeff Saward (ed):
o.cit. 2000, p. 247-265.
| 178 |
Redibujando
En la actualidad, en los jardines del palacio Giutsi, en Villa D’este. Étienne du Pérac, 1573. Tívoli.
Verona, se encuentra uno de los pocos laberintos de setos
que sobrevive, no sin haber sufrido su particular proceso
de regeneración.
Los jardines y el laberinto fueron diseñados hacia finales
del siglo XVI. En el jardín se construyó una gruta artifi-
Giutsi. Verona. s. XVI. En la foto laberinto
cial (siguiendo la moda de incluir grutas en la ornamen- obra de Luigi Trezza en 1786.
En Sevilla, hacia la segunda mitad del siglo XVI, según cuenta en su Guía
artística de Sevilla de 1884 José Gestoso y Pérez, se levanta un laberinto
en los Reales Alcázares. Concretamente es en 1574 cuando se realiza el
«empedrado de los andenes del jardín del laberinto y se colocan fuentes».
De planta rectangular, los setos que formaban los muros eran de naranjos.
Fue destruido en 1910 y no hace mucho se construyó otro, muy cerca de
donde estaba el primero, también de setos y paredes de cipreses, con forma
de hexágono cercado por un rectángulo irregular.
En este recorrido por los laberintos levantados durante los siglos XVI y
XVII, vamos a nombrar el laberinto de setos más antiguo que todavía se
conserva de Gran Bretaña. Está en los jardines del castillo de Hampton
Court, residencia real, en Londres. Se llega al centro si pérdida tocando
con la mano derecha los arbustos del lado derecho. Se construyó en 1690,
| 179 |
Aproximación al laberinto
176
Hocke, Gustav Rene: o.cit. 1961, p.80.
177
Mujica Lainez, Manuel: Bomarzo. Barcelona, Seix Barral, 2002.
| 180 |
Redibujando
178
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p.287.
| 181 |
Aproximación al laberinto
| 182 |
Redibujando
179
Edición facsímil de 1709 en: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k85672b. Consul-
tada el 3/V/2009.
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Aproximación al laberinto
Es pues, el laberinto, el elemento lúdico del jardín, presidido por una estatua de
Eros que simboliza el juego del amor ligero, un tanto frívolo y muy cortesano. En
esta placeta circular convergen ocho caminos y sólo uno es el correcto. Llevará
hasta la salida presidida por una fuente que lanza un chorro delgado y alto. El so-
nido del agua actúa como guía de orientación a los caminantes.
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Redibujando
Otro de los monarcas que decidió acometer obras con jardines en sus pala-
cios fue el emperador Leopoldo I de Austria. En 1686 se inician los traba-
jos para emplazar los nuevos jardines reales en el castillo de Schönbrunn,
en Viena. El encargado de realizarlos va a ser un discípulo del reputado
André Le Nôtre, el francés Jean Trehet que plantea un jardín vertebrado a
partir de un eje central bastante largo y parterres a los lados. En él había
un laberinto de planta rectangular. El proyecto completo era demasiado
ambicioso y las obras se paralizaron por razones económicas, diez años
más tarde.
María Teresa, la reina ilustrada va a concluir los trabajos hacia la mitad
del siglo XVIII. La modestia y la sobriedad frente a la desmesura francesa
fueron un imperativo en la remodelación del jardín.
El laberinto fue desmantelado en 1892, pero afortunadamente ha sido re-
construido de manera fiel al trazado original en 1998.
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Aproximación al laberinto
Una vez más nos vemos en la obligación de dejar el tema aquí, en este pun-
to, con la extraña sensación de que nos hubiéramos quedado más tiempo.
180
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997: 288.
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Redibujando
F. Campos de hierba
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Aproximación al laberinto
Se dieron con profusión desde finales del siglo XVIII y todo el XIX, el in-
cansable W. H. Matthews logró recopilar datos sobre una gran cantidad de
ellos, todos en Inglaterra y en distintos estados de conservación; del todo
destruidos o conservados sólo en documentos. La relación sería tediosa,
superan la treintena 181. Lo interesante de este tipo de laberinto, aparte de
dejar constancia de su novedad es, tal vez, la polémica en relación con la
hipótesis de su origen y su indeterminada naturaleza religiosa.
Sobre si los habitantes del lugar aprendieron a construirlos de los romanos,
o bien fueron introducidos en Inglaterra durante el Medievo, después de la
conquista normanda, tiene sus defensores 182. Otros hablan de que pudiera
tratarse de algo autóctono refiriéndose a una costumbre antigua de los pas-
tores galeses, consistente en recortar el pasto haciendo un trazado en forma
de laberinto, que llamaban Caerdroia (las paredes de Troya) 183.
De ser una herencia romana, se trataría entonces de una costumbre que se
mantuvo intacta durante más de quince siglos, sobre todo por la concep-
ción del diseño del juego, si bien no por los materiales empleados. Por lo
tanto, o se trata de la perpetuación, aunque en otra atmósfera sentimental
de los diseños prehistóricos, o, suponiendo que se trate de una costumbre
más reciente, estaríamos ante una variante campestre del apasionamiento
por el laberinto en el siglo XVII.
181
Matthews, William-Henri: o.cit. 1922, p. 92-109.
182
G. Grigson, en Mazes in the Wanton Green, citado por Santarcangeli, Paolo: o.cit.
1984, p.294.
183
W.H. Mounsey, en Drych and Prif Oesoedd de 1740, citado por Matthews, William-
Henri: o.cit. 1922, p.92.
184
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1984, p.294.
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Aproximación al laberinto
185
Méndez Filesi, Marcos: o.cit. 2009, p.364-367.
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Aproximación al laberinto
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Aproximación al laberinto
Pero, como ya hemos dicho, peor suerte corrieron los laberintos en iglesias,
pues no solo dejaron de construirse como consecuencia de ser observados
186
Santarcangeli, Paolo: o.cit. 1997, p.305-306.
187
Méndez Filesi, Marcos: o.cit. 2009, 370-373.
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Redibujando
ríntica dice que: como toda moda difunta, aún cabe que
el laberinto en jardines renazca temporalmente merced a
la dedicación de los amantes de lo antiguo.
Ya para terminar con este punto y casi como anécdota vamos a mencionar
la moda de cubrir las paredes del recorrido de laberintos generalmente
de estructura de madera, con espejos (cuyo antecedente primordial lo en-
contramos en diseños de Leonardo), de forma que se creaba con ello una
enorme confusión para el que intenta recorrerlo. Las calles al reflejarse
sobre los espejos colocados formando ángulos de sesenta grados provoca-
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Aproximación al laberinto
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Comienzo
VI
E l g r a n c o l l ag e :
s i g lo X X y h a s ta h oy
A. Encolado
La razón humana tiene el destino singular […] de hallarse acosada por cues-
tiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de
la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus
facultades 188.
Una vez que el laberinto fue expulsado del mundo lúdico del adulto, será
adoptado por el mundo de los niños. En el siglo XX y mucho antes de que
la informática entre en nuestras vidas, el principio constructivo del labe-
rinto, ha tenido algunas aplicaciones curiosas en el campo de los juguetes.
Recordemos las cajitas de cristal o plástico con una bolita que recorrerá
toda una suerte de callejones hasta llegar al objetivo; juego éste con muchas
variantes. Las máquinas flipper, de bola de acero, eléctricas, también con
infinidad de tipos. Los recorridos dibujados en el suelo por los niños para
después jugar «al chive» a «los santos», la rayuela, juegos de ensayo-error y
elección correcta. De los juguetes más o menos mecánicos pasamos ahora
a las páginas de los tebeos, también la literatura infantil, que no es ajena al
laberinto. En todos los lugares se reproducen, impresos en las publicacio-
Kant, Immanuel: Crítica de la razón pura. Traducción y notas de Pedro Ribas. Madrid,
188
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Aproximación al laberinto
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
| 199 |
Aproximación al laberinto
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
189
Hemos dedicado espacio más adelante a la conexión de la arquitectura y el laberinto
en el siglo XX: por una parte hablamos de este tema en relación con la postmodernidad y la
deconstrucción, en donde alguna traza del laberinto encontramos; y por otro de la ciudad
y el laberinto, en términos más poéticos.
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Aproximación al laberinto
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
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Aproximación al laberinto
B. Artes plásticas
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
uno de nosotros que son complementarios a los infinitos espacios del uni-
verso, fuera de nosotros. Así pues la verdad es sólo un punto de vista que
varía de individuo a individuo, el concepto realidad va a ser algo incierto;
esencialmente es por esto que el arte contemporáneo no muestra interés
alguno por representar la realidad.
La presencia de lo que hemos llamado compuesto laberíntico: iconografía,
experiencia sensorial y mito principalmente, es casi excepcional en arqui-
tectura, hasta más allá de la segunda mitad del siglo en el que poco a poco
se gira esta tendencia; sin embargo, en pintura y escultura la cuestión es
muy distinta, no sólo por la cantidad sino más bien porque se va a mani-
festar con una extraordinaria riqueza de matices. En lo que se refiere a la
arquitectura, la vamos a revisar formando parte de las tendencias que la
hicieron florecer, mientras que de la escultura y pintura nos ocuparemos
en el presente apartado.
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Aproximación al laberinto
las salidas, el centro a veces, la serie, los ritmos y la repetición, van a con-
formar su característica iconografía. Uno de los elementos de la periferia
que rodea al mito laberíntico es el Minotauro. De ninguna manera podía
Picasso (Málaga 1881- 1973 Mougins, Francia) prescindir de investigar
las posibilidades simbólicas ligadas al toro, máxime cuando para una parte
de los españoles, la tauromaquia es un símbolo de identidad nacional; y
también símbolo seminal, añadimos nosotros, con el que posiblemente
se identificara más plenamente Picasso. Haciendo una grosera suma de
dibujos, aguafuertes y fotografías, encontramos más de ciento cincuenta
ejemplares cuya temática está centrada en la minotauromaquia, y aban-
donamos la suma cuando incluimos cuadros y dibujos que representan al
toro en algún sentido concreto o simbólico.
El arte, si quiere situarse por encima de las cuestiones puramente formales,
no puede conformarse con el simple signo plástico o con la simple inter-
pretación estética de los motivos naturales. Tiene que crear signos con-
cretos que, en forma de metáfora visual, aludan también a relaciones que
lo trasciendan y alcancen un valor de símbolo. Picasso, que ha entendido
siempre su arte como un acto social, ha buscado durante toda su vida
símbolos capaces de sugerir profundos contenidos humanos. Resulta muy
difícil seleccionar los antiguos símbolos que pueden seguir teniendo valor
con un nuevo contenido o fabricar otros nuevos, lo sabemos muy bien.
El significado de los símbolos no resulta fácil traducirlo a un lenguaje ra-
cional; parece como que sólo puede percibirse sentimentalmente. El Mi-
notauro no personifica únicamente los bajos instintos y las fuerzas oscuras
que anidan en el alma humana: es el hombre en el animal, que quiere salir
de su encierro y que sufre, es el Asterión de Borges. En algunas obras, Teseo
mata al monstruo en la arena; en otros el Minotauro herido, agonizante, es
el héroe trágico que padece siendo inocente e inspira piedad mientras be-
llas mujeres contemplan conmovidas su agonía. En otras, la trágica figura
del Minotauro ciego, camina tambaleándose, y una inocente niña lo lleva
cogido de la mano a la orilla del mar.
| 206 |
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190
cfr. p.12.
| 207 |
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191
Ronco, Manuela: «L´archetipo del labirinto nell´arte contemporánea», en la revista
electrónica Parol. Quaderni d´arte e di epistemología. http://www.parol.it/articles/labirinto.
htm. Consultada el 4/X/2009.
| 208 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
entre ellos.
Las formas circulares y en espiral que aparecen en las obras relacionadas
con el estudio del movimiento y la velocidad, sin duda, anuncian la ima-
gen del laberinto. Los futuristas tienen claro que todo cambia, que todo se
192
Ferré, Robert; y Jeff Saward (ed): o.cit. 2000, p. 305-309.
| 209 |
Aproximación al laberinto
193
Lynton, Norbert: «Futurismo». En Stangos, Nikos: Conceptos Ugo Dossi. Labyrinths. Munich. 1975.
de arte moderno. Madrid, Alianza Forma, 1989, p. 85.
194
Argan, Giulio Carlo: El arte moderno. Del iluminismo a los movimientos contemporáneos.
Trd. Gloria Cué. Madrid, Akal, 1991, p. 299.
| 210 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
| 211 |
Aproximación al laberinto
195
Santancargeli, Paolo: o.cit. 1997, p.176.
| 212 |
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196
Ruhrberg, Karl: «Pintura». En Walter, Ingo F. (ed): Arte del siglo XX. Madrid,
Taschen, 2001, p. 130.
| 214 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
| 215 |
Aproximación al laberinto
198
Santancargeli, Paolo: o.cit. 1997, p.152-153.
| 216 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
199
Giorgio de Chirico, «Nosotros los metafísicos, Cronache di Atualita, febrero 1919». En
Sobre el arte metafísico y otros escritos. (Edición a cargo de Juan José Huerta, Murcia, Colegio
Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, 1990, p. 30.
| 217 |
Aproximación al laberinto
200
Harrison, Charles: «Expresionismo abstracto». En Stangos, Nikos.: o.cit. 1989, p.
152.
| 218 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
| 219 |
Aproximación al laberinto
Desde hace tiempo nos hemos sentido atraídos por las vi-
siones urbanas de María Helena Vieira Da Silva (Lisboa
1908-1992 París), por esas estructuras que tienden a la
abstracción en un extraño equilibrio, donde se insinúan
aspectos figurativos que nos transfieren a la realidad de
Giuseppe Capogrossi. Pintura, 1941.
un espacio donde las sensaciones quedan atrapadas en
el marco de lo formal y lo expresivo; maravillosamente
conjugados, los que por otra parte son los caminos más
importantes del arte contemporáneo, sin duda alguna.
Vieira da Silva ha creado un raro estado pictórico, un
mundo alucinado, confuso, un laberinto sin dimensio-
nes, que se puede penetrar y circular, limitado e ilimitado
al mismo tiempo; rigor y libertad se unen aquí gozosa-
Giuseppe Capogrossi. Pintura, 1947. mente.
Cada pequeño trozo de sus cuadros esconde un misterio
del infinito.
Tal vez no sería del todo equivocado ver una conexión en-
tre la textura de sus visiones arquitectónicas transparentes
y las figuras introducidas en los espacios imaginarios de
los cuadros de Alberto Giacometti (Borgonovo, Suiza,
Giuseppe Capogrossi. Superficie nß 335, 1959. 1901-1966 Coira, Suiza), sin discutir la cuestión en tér-
minos de fuerza visual y realización pictórica, sabemos
| 220 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
201
Ruhrberg, Karl: o.cit. 2001, p. 231.
| 221 |
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| 222 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
203
Careri, Francesco: o.cit. 2002, p. 70.
| 223 |
Aproximación al laberinto
204
Ades, Dawn: «Dadá y surrealismo». En Stangos, Nikos: o.cit. 1989, p. 106.
205
Bandini, Mirella: La vertigine del moderno – percorsi surrealisti. Roma, Officina Edi-
zioni, 1986. Citada por Careri, Francesco: o.cit. 2002, p. 86.
| 224 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
206
Careri, Francesco: o.cit. 2002, p. 94.
| 225 |
Aproximación al laberinto
207
CARERI, Francesco: o.cit. 2002, p. 110-114.
| 226 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
208
Sadler, Simon: The Situationist City. Londres, Cambridge, The MIT Press, 1999.
Citado por Espelt, Ramón: o.cit. 2009, p. 84.
209
Perniola, Mario: Los situacionistas. Traducción de Álvaro García-Ormaechea. Madrid,
Ediciones Acuarela y A. Machado, 2008, p. 27.
| 227 |
Aproximación al laberinto
| 228 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
Resulta curioso que la mayoría de los autores de las obras que se denomi-
nan land art, nieguen cualquier relación con esta etiqueta. Land art es
un término americano difícilmente traducible (arte de la tierra) que eligió
Walter de María, en los años 60 para nombrar sus intervenciones en el pai-
saje natural, y que se ha extendido para denominar la obra de otros artistas
incluso contra su voluntad. Lo que confirma que la terminología sólo sirve
para agrupar un conjunto de obras que se desarrollan en un determinado
contexto que las termina por relacionar. Por si no convence la expresión
land art, tenemos la utilizada por Smithson: earthwork (obras de tierra).
212
Careri, Francesco: ibid. 2002.
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Aproximación al laberinto
213
Raquejo, Tonia: Land Art. San Sebastián, Nerea, 1998, p. 7.
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
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Aproximación al laberinto
214
Layuno Rosas, María Ángeles: Richard Serra. San Sebastián, Nerea, 2002, p. 84.
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
y su cuerpo; las piedras que mueve o lo largo de los recorridos que ejecuta
están relacionados directamente con los esfuerzos que puede soportar su
cuerpo. El cuerpo como instrumento para medir espacios y tiempos, y esta
geometría corporal que Richard Long emplea es la que le permite indivi-
dualizar puntos, señalarlos, alinearlos, circunscribir espacios, crear ritmos
y direcciones, así como registrar sonidos, cambios de dirección de vientos
y de temperatura.
De laberinto minimalista vamos a denominar, si se nos permite, una de sus
primeras obras A Line Made by Walking de 1967 y con tan sólo veintidós
años logra realizar una de las obras más originales del arte occidental del
siglo XX por su absoluta radicalidad y simplicidad formal 215: caminó por la
hierba de delante atrás varias veces hasta formar una línea que documentó
fotográficamente; la línea de hierba pisada se detiene en los arboles que
marcan el horizonte pero da la completa sensación de continuar hasta el
infinito. Obra de difícil clasificación, a mitad de camino entre la escultura,
el performace y la arquitectura del paisaje; obra que, por otra parte, des-
apareció tan pronto como la hierba volvió a crecer y de la que sólo queda
registro en el negativo fotográfico.
Tal vez las obras más conocidas de Long sean las que ha realizado in situ
que consiste en ordenamientos de piedras particularmente escogidas y dis-
puestas en forma de espiral que rememoran los conocidos trojeborg escan-
dinavos y petroglifos celtas. Esta relación la vamos a encontrar clarísima-
mente en su obra A Six Day Wolk Over All Roads, Lanes and Double Tracks
Inside a Six-Mille-Wide Circle Centered on The Giant of Cerne Abbas, de
1975. El Gigante de Cerne Abbas es una de las grandes figuras grabadas
en el terreno de Inglaterra, y que junto con The White Horse of Uffington
y The Long Man of Wilmington, constituye hasta el día de hoy uno de
los mayores misterios de la cultura inglesa. El laberinto que nos presenta
215
Schneckenburger, Manfred: «Escultura». En Walter, Ingo F. (ed): o.cit. 2001, p.
546.
| 233 |
Aproximación al laberinto
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
216
Careri, Francesco: o.cit. 2002, p. 160.
| 235 |
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217
Gablik, Suzi: «Minimalismo». En Stangos, Nikos.: o.cit. 1989, p. 207-209.
| 236 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
| 237 |
Aproximación al laberinto
C. Primavera en el laberinto
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
Desde este, corto pero intenso, periodo de tiempo hasta el día de hoy, el
interés por los laberintos va a ser una constante. Interés que va a provenir
desde múltiples y diversas disciplinas: omnipresente en el campo de las
ciencias sociales y a modo de metáfora indispensable dentro de los produc-
| 239 |
Aproximación al laberinto
D. Espiritualidad
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
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Aproximación al laberinto
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
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Aproximación al laberinto
| 244 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
E. Texto
Pudiera parecer que muchos de los escritores de mediados del siglo XX,
que van a seguir una narratividad en sus historias con ciertas propiedades
referidas al laberinto, hubieran tenido presente el libro ya referido aquí
de W.H. Matthews: Mazes and Labyrinths de 1922. El que fuera primer
catálogo y guía para diseñar laberintos, y que durante muchos años fue
texto de referencia sobre el tema. Se da la circunstancia de que existe una
gran similitud entre las estrategias que Matthews propone para construir
laberintos y las que con frecuencia emplearán algunos escritores para cons-
| 245 |
Aproximación al laberinto
218
Matthews, W.H.: o.cit. 1922, p.183.
| 246 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
más, en este caso con los tres personajes en los que nos vamos a detener a
continuación, que utilizaron la máquina de escribir como sofisticada he-
rramienta, para confeccionar los suyos.
Las vidas de los individuos de la especie humana forman una red continua,
dice Italo Calvino, dentro de la cual toda tentativa de aislar un fragmento
de lo vivido que tenga un sentido separadamente al resto, como puede ser
el encuentro de dos personas que se convertirá en decisivo para ambas dos,
ha de tener en cuenta que cada una de las dos lleva con ella un tejido de
hechos, ambientes, personas y que del encuentro se derivarán en su entor-
no otras historias que se separaran de su historia común 219.
En Seis propuestas para el próximo milenio, publicada póstumamente, Cal-
vino reflexiona sobre el futuro de la novela, basándose en su propia expe-
riencia. Dice que el modelo de red de las cosas posibles se puede encontrar
concentrado en las pocas páginas de un cuento de Borges, o que puede
hacer de estructura interna de novelas largas o larguísimas donde la densi-
dad de concentración se reproduce en cada parte. Pero la regla de «escribir
breve» se confirma también en las novelas largas, que presentan una estruc-
tura acumulativa, modular o combinatoria 220.
«Exactitud» es la tercera de las seis propuestas de Calvino:
219
Calvino, Italo: Si una noche de invierno un viajero, Barcelona, Edicions 62, 1987,
p.131.
220
Calvino, Italo: Lecciones americanas. Seis propuestas para el próximo milenio. Barcelona,
Edicions 62, 2000, p.139.
| 247 |
Aproximación al laberinto
El que piense que puede superar los laberintos huyendo de su dificultad se queda
al margen; ya que no es pertinente pedir a la literatura que, una vez presentado un
laberinto, proporcione también la llave para salir de él. Lo que puede hacer la lite-
ratura es definir la mejor actitud para encontrar la salida, incluso si ésta no es más
que un pasadizo que conduce a otro laberinto. Lo que queremos salvar es el desafío
al laberinto, lo que queremos separar y distinguir de la literatura de la entrega al
laberinto es una literatura de desafío al laberinto 222.
221
Calvino, Italo: o. cit. 2000, p.90.
222
Calvino, Italo: «El desafío al laberinto» Punto y Aparte. Ensayos sobre literatura y
sociedad. Madrid, Bruguera, 1983, p.128.
| 248 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
Odifreddi, Piergiorgio: Pluma, pincel y batuta. Las tres envidias del matemático,
223
Madrid, Alianza Editorial, 2007, p. 17. En la red existe un sitio oficial: www.oulipo.net
| 249 |
Aproximación al laberinto
Seis eran las propuestas de Italo Calvino para el próximo milenio, y Seis
paseos por los bosques de la ficción va a ser el título de una serie de conferen-
cias que Umberto Eco va a pronunciar en el Norton Poetry Lectures de la
universidad de Harvard, el mismo lugar y el mismo escenario en donde
habría dictado sus seis propuestas Calvino, de no haberle sorprendido la
muerte en 1985. Como no podía ser de otra manera, Eco abre su primera
conferencia con palabras de recuerdo para Calvino y aprovecha pare expli-
car que a finales de los años 70 los dos escritores andaban preocupados por
el mismo problema, la pasión por los laberintos.
Se dice que de lo que no se sabe hacer una teoría se puede acabar haciendo
una novela. En 1980 el hasta entonces ensayista y profesor Eco sorprende
con la publicación de su primera novela El nombre de la rosa. Eco ha puesto
el dicho anterior al revés pues comienza por escribir una novela y poco
después no va a tardar en teorizar sobre la misma y publica una apostilla
que incluyen sus reflexiones sobre el laberinto. No sólo sobre la biblioteca
laberíntica que constituye uno de los principales escenarios del libro, sino
también sobre las reflexiones teológicas de algunos personajes que fun-
cionaban como prolongación del laberinto. Hasta al más ingenuo de los
lectores le va a dar la sensación de que se encuentra delante de una historia
de laberintos y no precisamente de un laberinto espacial. En medio de estas
cuestiones va a ser cuando Eco propone la conocida clasificación de los
laberintos, de la que tomamos buena nota en su momento.
| 250 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
Cuando escribí El nombre de la rosa, es más que evidente que para construir la bi-
blioteca pensé en Borges. Si leyesen mi entrada Código en la Enciclopedia Einaudi,
verían que en uno de los párrafos hago un experimento sobre la Biblioteca de Babel.
Ahora bien, aquella entrada la voy a escribir en 1976, dos años antes de comenzar
El nombre de la rosa, señal de que estaba obsesionado por la biblioteca borgesiana
desde hacía tiempo. Cuando después comienzo mi novela, se me ocurre natural-
mente la idea de una biblioteca y en ella un bibliotecario ciego que decido llamar
Jorge de Burgos 224.
224
Eco, Umberto: Sobre literatura, Barcelona, Random House Mondadori, 2005, p.135.
225
Wiliamson, Edwin: Borges. Una vida. Traducción de E. E. Gandolfo. Barcelona, Seix
Barral, 2007.
226
Entrevista. Jorge Luís Borges. Director y presentador: Joaquín Soler Serrano. RTVE,
1980. Videoteca de la memoria literaria, n.12.
| 251 |
Aproximación al laberinto
El mundo es tal vez el bosquejo rudimentario de algún dios infantil, que lo aban-
donó a medio hacer, avergonzado de su ejecución deficiente; es obra de un dios
subalterno, de quien los dioses superiores se burlan; es la confusa producción de
una divinidad decrépita y jubilada, que ya se ha muerto 228.
227
Espelt, Ramón: o.cit. 2008, p.54.
228
Borges, Jorge Luís: Otras Inquisiciones. Madrid, Alianza, 1997, p.113.
| 252 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
Trece años dedicó a esas heterogéneas fatigas, pero la mano de un forastero lo ase-
sinó y su novela era insensata y nadie encontró el laberinto 229.
Se trata pues de un laberinto perdido, una idea cuando menos mágica pues
un laberinto es un lugar en el que uno se pierde, y no un lugar que se pier-
de. Algo completamente inusual, la gente buscando el laberinto perdido.
229
Borges, Jorge Luís: Ficciones. Madrid, Alianza, 1997, p.106.
| 253 |
Aproximación al laberinto
230
Borges, Jorge Luís: o.cit. 1997, p.110.
231
Borges, Jorge Luís: El Aleph. Madrid, Alianza, 1997, p.200.
| 254 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
232
Apolodoro: Biblioteca, III, 1,4.
| 255 |
Aproximación al laberinto
| 256 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
Se abordan una y otra vez, desde distintas direcciones, los mismos puntos y otros
casi iguales haciendo cada vez nuevos esbozos. Muchos de ellos fueron mal dibuja-
dos o eran poco característicos, con todos los defectos de un mal dibujante. Tras
rechazarlos, quedaban unos cuantos tolerables, que ahora tenían que ordenarse, y
| 257 |
Aproximación al laberinto
a veces cortarse, de modo que si uno los miraba, podía obtener una imagen del
paisaje. Así que, en realidad, este libro no es más que un álbum.
233
Espelt, Ramón: o.cit. 2008, p.66.
| 258 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
| 259 |
Aproximación al laberinto
G. Postmodernidad
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
234
Wittgenstein, Ludwing: Investigaciones Filosóficas. Barcelona, Paidós, 1988, p. 163-
167.
235
Entrevista con J.F. Lyotard. Realizada por Teresa Oñate el 13/12/1986 en París. La
entrevista completa fue publicada por la Revista de Filosofía META, vol.1, núm. 2, de la
Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, en mayo de 1987.
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Aproximación al laberinto
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
236
Jameson, Fredric: El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado.
Barcelona, Paidós,1991, p. 48.
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Aproximación al laberinto
237
Jameson, Fredric: o.cit. 1991, p. 120-121.
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
«La cultura del postmodernismo» 238 del crítico literario Ihab Hassan, que en
un intento de clarificar el concepto plantea un esquema con las diferencias
modernismo/postmodernismo en más de treinta dicotomías de entre las que
enumeramos: diseño/azar, propósito/juego, obra acabada/proceso, jerarquía/
anarquía, transcendencia/inmanencia, raíz/rizoma, síntesis/antítesis, profun-
didad/superficie, legible/escribible, significado/significante, totalidad centra-
da/fragmentación dispersa.
El laberinto contiene en sí mismo una dualidad constitutiva, que le aproxi-
ma al esquema anterior, y que hace que represente simultáneamente or-
den/desorden, claridad/confusión, integración/desintegración, unidad/
multiplicidad, ordenación/caos. Todo ello en una duplicidad que depende-
rá de la perspectiva que se adopte en cada momento.
El museo como espacio para recorrer es un laberinto, no cabe duda, y
si aplicamos a él esta suerte de lógica binaria relativa a conceptos como
moderno/postmoderno y lo relacionamos desde el punto de vista del ob-
jeto con los paradigmas unidireccionales/paradigmas pluridireccionales
nos lleva también a la dicotomía museo moderno/museo postmoderno.
El arquitecto Daniel Libeskind pone cuerpo a lo que acabamos de decir
en los fragmentados espacios, estrechos corredores y oscuros abismos del
Museo Judío de Berlín, y en la ampliación del Victoria y Albert en Lon-
dres, que ha solucionado con una forma en espiral, inspirada en fractales
matemáticos, para rellenar el espacio entre las dos alas del histórico edifi-
cio. El mismo arquitecto, que recurre a las matemáticas, como también a
la música y a la literatura, en sus escritos hace siempre alusión al laberinto.
De la ampliación del Victoria y Albert dice que se trata de un «laberinto
de descubrimiento»; el jardín adjunto al Museo Judío, llamado Jardín del
Exilio, es un gran cuadrado situado en el exterior del edificio donde hay
238
«The culture of postmodernism» se publicó en el n. 2 de la revista Theory, Culture and
Society, en 1985. El esquema de Hassan será reproducido por D. Harvey, The Condition of
Postmodernity, Oxford, Blackwell, 1990, p. 43.
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Aproximación al laberinto
H. Neobarroco
[…] una nueva literatura en la cual el lenguaje aparecerá como el espacio de la ac-
ción de cifrar, como una superficie de transformaciones ilimitadas. El travestismo,
las metamorfosis continuas de personajes, la referencia a otras culturas, la mezcla
de idiomas, la división del libro en registros (o voces) serán… las características de
esta escritura 240.
239
Ruiz de la Puerta, Félix; y Juana Sánchez González: La espiral en arquitectura. Espacios
pictóricos y arquitectónicos, Madrid, Mairea, 2007, p. 181-187.
240
Sarduy, Severo: Barroco, Buenos Aires, 1974, p.266-267.
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
241
Sarduy, Severo: ibíd. 1974, p.103.
242
Sarduy, Severo: Nueva Inestabilidad. México, Vuelta, p.79.
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Aproximación al laberinto
hay pruebas para afirmar que nudos y laberintos son figuras de la comple-
jidad y que la pregunta que debemos hacernos es de qué complejidad son
representación. Parece que se trata de una complejidad ambigua: «Por una
parte niegan un orden global, una topografía general; pero por otra parte
constituyen un desafío para encontrar todavía un orden y no llevan a la
duda sobre la existencia misma del orden» 243.
Guadarrama, 1961.
| 268 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
245
Maravall, José Antonio, La cultura del Barroco, Barcelona, Caracas, Méjico, Ariel,
1975, p. 317-318. Los títulos de algunas obras de teatro del Barroco hispánico delatan la
presencia del laberinto: El laberinto de amor de Miguel de Cervantes, El laberinto de Creta
de Tirso de Molina, la obra del mismo nombre de su maestro Lope de Vega, o Amor es más
laberinto de Sor Juana Inés de la Cruz, allá en Méjico.
246
Deleuze, Giles: El pliegue. Leibniz y el barroco. Barcelona, Paidos, 1989, p.5.
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Aproximación al laberinto
[…] él está convencido de vivir en una cultura en la que estos fenómenos no sólo
existen, sino que determinan nuestra forma de pensar. No importa lo aislado que
consideremos estar en nuestras torres de marfil de los campus universitarios, inmunes
a los encantos de la Coca-Cola, más sintonizados con Platón que con Madison Avenue.
Calabrese sabe que esto no es verdad, y que incluso la forma en que nosotros, o nues-
tros estudiantes, leen a Platón—si es que lo leen—está determinada por la existencia
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
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Aproximación al laberinto
I. Deconstrucción
Sería una descortesía por nuestra parte hablar de este tema y no comen-
zar haciéndolo con Jacques Derrida (El-Biar, Argelia 1939-2004, París) 249,
nadie mejor que él para adentrarnos en otra de las etiquetas que nacieron
248
Ndalianis, Angela: Neo-Baroque Aesthetics and Contemporary Entertaiment, Cambrid-
ge, Londres, The MIT Press, 2004, p. 102-106.
249
Para una amplia y variada consulta de comentarios en torno a Derrida existe en la red
una página que administra la profesora Peretti, de la Universidad Nacional de Educación a
Distancia: www.jacquesderrida.com
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
en el último tercio siglo XX y que tanto han significado para los que las
hemos vivido.
Derrida, francés de origen argelino, fue otro de los que cuando a finales
de los años 60 utilizó el término «deconstrucción» en De la grammatolo-
gie, uno de sus primeros textos, jamás pensó que dicha palabra terminaría
dando nombre a su quehacer filosófico, además del éxito que habría de
tener en Europa y en Estados Unidos, designando unos giros de lectura y
de escritura que, siempre atentos al pensamiento de Derrida, van a incidir
en lugares tan diversos como son no sólo la filosofía, la crítica literaria, o la
estética, sino también la arquitectura, el derecho, el análisis de las institu-
ciones o la reflexión política.
Con todo, Derrida siempre se mostró desagradablemente sorprendido por
el papel central asumido por el término deconstrucción, un término que, si
bien le fue de utilidad en una situación determinada, no le satisfizo nunca,
y que a su juicio no es ni bueno ni elegante. En cualquier caso, Derrida
no asume nunca el término como nombre de un método, y menos aún de
una teoría 250. La deconstrucción no es método. Ahora bien, aunque no se
pueda hablar de método respecto a la deconstrucción, ello no excluye una
cierta andadura que es preciso seguir. De esta forma se salva el reproche del
«todo vale» o «la deconstrucción es un mero pasatiempo irresponsable».
No podemos olvidar que la experiencia deconstructiva es siempre una ex-
periencia del paso, del atravesar, de la transferencia, traducción, transcrip-
ción, injerto. Paso de un lugar a otro: acontecimiento.
Los opuestos establecen categorías claras, permanentes y estables. Nos pro-
porcionan un orden, nos ayudan a clasificar y a organizar lo que nos rodea
en el mundo. Gracias a estas oposiciones binarias podemos decidir. Derri-
da desmonta esta lógica introduciendo el concepto de los indecidibles. Sus
escritos trastornan la concepción corriente de los textos, las equivalencias,
250
Peretti, Cristina: «Deconstrucción (es): una pluralidad singular», Volubilis n.1,
Melilla, UNED, 1995.
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Aproximación al laberinto
251
Peretti, Cristina de: «La Violencia Del Discurso Metafísico». En Jacques Derrida.
Texto y Deconstrucción, Barcelona, Anthropos, 1989, pp. 23-68.
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
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Aproximación al laberinto
El laberinto, al que parece que todo le vaya bien por su naturaleza dual
principalmente, creemos hubiera sido una buena metáfora deconstructi-
va. La metáfora se presenta de esta manera como secundaria respecto al
concepto, sin embargo Derrida afirma que el concepto no es más que una
metáfora llevada al límite.
No hay nada sorprendente en el hecho de que Derrida desconfíe por prin-
cipio de la metáfora, dado el valor que otorga a la presencia, a la verbali-
dad. Y es que la metáfora insinúa sin presentar, sugiere sin explicitar, evoca
sin nombrar, alude sin decir; la metáfora habla en forma oblicua, apela a
connotaciones laterales. La devaluación de la metáfora tiene que ver en-
tonces con valores de verdad, claridad, seriedad, responsabilidad, valores
que se oponen al juego seductor e irresponsable de la ficción, al fingir del
artista. Pareciera por un momento que nos alejamos de nuestro laberinto.
Nada más lejos.
Los proyectos están reñidos con el laberinto, tal vez por esto se encuentre
tan cerca de la idea deconstructiva. Tampoco es proyecto la deconstruc-
ción, si por proyecto se entiende un resultado pretendido con anterioridad,
una meta que predetermina los movimientos; una meta así gobernaría des-
de el mismo momento de ponerse en marcha el proyecto. La deconstruc-
ción abrirá caminos para sus movimientos, pero sin saber del todo a dónde
conducen.
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
Cada uno de los elementos del lenguaje tiene identidad por su diferencia con los
demás. Ello implica que cada uno está marcado entonces por los otros elementos
que no son él. Esta marca es la huella o traza. Ya sea oral, ya sea escrito, ningún
elemento del lenguaje puede funcionar sin relacionarse con (diferenciarse de) otro
elemento que no está presente él mismo; cada elemento se constituye sobre la base
de la huella que hay en él de los restantes elementos del sistema. La mismidad re-
quiere y entraña alteridad, diferencia, que es su condición. La huella inscribe así la
diferencia en lo mismo, señalando la «presencia» (ausente) de lo otro. […] En
efecto, cada elemento del lenguaje se constituye «a partir de la huella dejada en él
por los demás», sin que haya nada detrás. Es así como cada elemento depende de
los otros, pero no hay un origen absoluto del sentido.
Si las diferencias generadoras de todo sentido- están inscritas en cada elemento del
lenguaje mediante una huella que remite a otros elementos del sistema, de modo que
todo elemento funciona o significa remitiendo a otro anterior o posterior a él, la huella
se constituye en texto que no necesita de algo trascendente que lo explique o justifique.
Este encadenamiento hace que cada «elemento» -fonema o grafema- se constituya a
partir de la huella que han dejado en él otros elementos de la cadena o del sistema. Este
encadenamiento, este tejido, es el texto, que sólo se produce en la transformación de
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Aproximación al laberinto
252
Quevedo, Amalia: De Foucault a Derrida. Pasando fugazmente por Deleuze y Guattari,
Lyotard, Braudrillard, Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra, 2001.
253
Derrida, Jacques: De la Grammatologie, París, Minuit, 1967, p.237.
254
Derrida, Jacques: o.cit. 1967, p.238.
255
Colección de ensayos escritos en los primeros años 80 como: «Point de folie -main-
tenant l’architecture», «Pourquoi Peter Eisenman écrit de si bons livres» y «Cinquante
deux aphorismes pour un avant-propos». En Psyché. Inventions de l´Autre, Paris, Galilee,
1987,p.477-518
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
256
Bloomer, Jennifer: Architecture and the Text: The (S)crypts of Joyce and Piranesi, Yale
University Press, Yale, 1993. Hillis Miller, Joseph: Ariadne´s Thread. Story Lines, Yale
University Press, Yale, 1992.
257
No podemos olvidar que Piranesi además de grabador era arquitecto, aunque sólo
materializara una obra, la Iglesia de Santa Maria del Priorato donde finalmente sería
enterrado. El libro Il Campo Marzio dell’Antica Roma (1762), es un tratado considerado
esencial para comprender la defensa que Piranesi hizo de Roma en un tiempo en que se
discutía su supremacía en la antigüedad. Piranesi, muy inteligentemente, enlaza la obra con
la tradición de los tratados de la Antigüedad y ensalza la magnificencia de Roma mediante
la planimetría de la ciudad.
258
Bloomer, Jennifer: ibíd.,1993, p. 77-78.
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Aproximación al laberinto
Una de las formas de definir mis dificultades en el proyecto podría ser la de decir
que estaba intentando escribir con pluma y tinta, como en una secuencia lineal, un
libro que pedía una ordenación no lineal que pronto será posible con el libro elec-
trónico 259.
259
Hillis Miller, Joseph: ibíd., 1992, p.13.
260
El logocentrismo se origina a partir del fonocentrismo, que privilegia la phoné: la voz,
el habla, porque entiende que la voz es la consciencia, con todos sus contenidos ideales,
anteriores a la experiencia.
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
apelar sino a ella, contra ella no podemos protestar sino con ella, no nos
deja, en su propio terreno, sino el recurso a la estratagema y a la estrategia».
Derrida habla del cierre o clausura de la metafísica, cierre que según algu-
nos no hay que asimilar prematuramente al final de la metafísica, situando
a la deconstrucción en un espacio postmetafísico en el que ya no se hace
filosofía: «De lo que hay que desconfiar es del concepto metafísico de his-
toria. Es el concepto de la historia como historia del sentido (…), historia
del sentido produciéndose, desarrollándose, cumpliéndose. Linealmente,
en línea recta o circular».
Tras quemar todos los puentes a sus espaldas, Derrida se enfrenta con el
problema de ir más allá de la filosofía. La estrategia derridiana de la de-
construcción consistirá justamente en situarse en los límites o márgenes
del discurso filosófico para intentar desbordarlo, para traspasarlo: «Aquello
que quiero subrayar es solamente que el paso más allá de la filosofía no
consiste en girar la página de la filosofía, (lo cual equivale casi siempre al
mal filosofar), sino en seguir leyendo a los filósofos de un cierto modo».
261
Tschumi, Bernard: Questions of Space, Cambridge, The MIT Press, 1994, p.33
| 281 |
Aproximación al laberinto
262
Barrio de Venecia para el que en 1978 fue convocado concurso de proyectos para su
reorganización y desarrollo urbano al que concurrieron la gran mayoría de arquitectos de
reconocido prestigio del momento, entre ellos Peter Eisenman, Aldo Rossi o Rafael Moneo,
que a la postre fue el que lo ganó.
| 282 |
El gran collage: siglo xx y hasta hoy
263
La chóra habría de ser una especie de receptáculo en el que entran las cosas sensibles al
nacer y que abandonan al morir, un supralugar podríamos decir. Algo así como una suerte
de lugar de un tercer género, anterior a la distinción entre el mundo real y el mundo de las
ideas, que como bien sabemos lo realmente real era, para Platón, el mundo de las ideas, y
el mundo real era pura ilusión.
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Aproximación al laberinto
264
Derrida, Jean, Pierre Eisenman: Chora L. Works (ed. by J. Kipnis and Th. Lesser).
New York, Monicelli Press, 1997.
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El gran collage: siglo xx y hasta hoy
esta obra un diálogo implícito con el jardín del Museo Judío de Daniel
Libeskind, también en Berlín. Eisenman mantiene en el Memorial del Ho-
locausto la fidelidad a sus postulados que traducen arquitectónicamente
ideas compartidas con Derrida y crea un lugar en donde queda cuestiona-
da la condición humana, una obra acentrada y antijerárquica, con constan-
tes cambios de escala y huérfana de simetría que provoca un sentimiento
de confusa soledad. Tanto en la obra de Eisenman como en la de Libeskind
se trata de que el propio monumento, de configuración laberíntica, pone al
descubierto otro laberinto también creado por el hombre y que en el fondo
de él sólo oculta las pasiones humanas en forma de ansia de poder de sus
ideólogos constructores.
| 285 |
Comienzo
VII
M at i z a n d o . F i n a l
A nosotros, como a otros muchos, nos ha pasado que cada vez que hemos
intentado hacernos una idea razonada y comprensible del mundo, de la
vida, y descubrir su sentido, hemos visto cómo la idea del laberinto surgía a
modo de imagen abstracta y luminosa del caos de nuestros infructuosos ra-
zonamientos, ofreciéndonos un elemento magnifico para el análisis: el la-
berinto ejerciendo como artificio de consuelo desde la profundidad de los
sentidos, ante la transcendente curiosidad por las preguntas sin respuesta.
Si nos dirigimos a profundizar en esta idea, dado que el laberinto, imagi-
nado o no, es un suceso espacial, siempre existirá la posibilidad de con-
templarlo desde el exterior y analizar su morfología superficial o penetrar
en su interior con la intención de explorar su esencia. Si optamos por la
observación del laberinto desde el exterior, girando en torno a él, como si
de un poliedro se tratara, para enfocarlo desde distintos ángulos y terminar
haciendo una radiografía lo más completa, hemos de decir que a estas
alturas nos dejaría tal actividad con un elevado grado de insatisfacción,
por varias razones: desde el punto de vista del constructor el laberinto
es el producto de una empresa con sentido, pero para el explorador este
sentido aparece oculto y cifrado. Los dibujos de laberintos han facilitado
siempre su comprensión: si sabemos de la forma de los laberintos es preci-
samente porque hay un dibujo, un plano que lo representa, complicado,
complicadísimo o ligeramente complejo. A Dédalo se le achacó siempre
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Aproximación al laberinto
La breve secuencia muy resumida que hemos hecho del símbolo del labe-
rinto en las civilizaciones antiguas, su evolución como concepto, la simbo-
logía, el desarrollo del tópico en las artes y las letras, en la arqueología, en
la Historia de las religiones, etcétera, nos llevan a asegurar que el poliedro,
del que hablábamos antes, es un poliedro de infinitas caras, casi esférico.
El asunto ya no es tanto que el laberinto sea una concepción del mundo,
sino que, sin perder su carácter simbólico, el mundo se hace laberinto;
y para encontrar el tesoro en forma de magia y sabiduría que alberga en
su interior parece que no nos queda más remedio que penetrar en él des-
esperadamente en busca de la sabiduría que conviene al que vive con la
certidumbre de la muerte, y la magia necesaria para superar felizmente tan
terrible trance.
Si decidimos finalmente introducirnos en el laberinto pronto nos daremos
cuenta de la dificultad, o mejor dicho, de la imposibilidad de compren-
der el espacio en donde nos encontramos. Rápidamente se generará una
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Matizando. Final
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Aproximación al laberinto
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Matizando. Final
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Aproximación al laberinto
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Comienzo
VIII
C o n c lu s i o n e s .
M i r a n d o e l c ua d ro
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Aproximación al laberinto
que podríamos decir que pasa con el árbol, que no nace de la voluntad de
la semilla sino de la existencia de la misma.
El segundo aspecto lo constituiría el laberinto como representación. Éste
sí nace de la voluntad humana, es obra de ella y el propósito de la misma
no es otro que el crear un elemento físico o cultural con el que suponer,
falazmente, que puede explicarse lo inexplicable para así, en último térmi-
no, conseguir un arma con la que llegar al poder y ejercerlo. El laberinto
físico-cultural se viste camaleónicamente con múltiples ropajes, pretende
engañarnos creando una trampa, asegurando que es el camino que conecta
con ese otro universo en donde se sitúan las respuestas a las preguntas
primordiales y se nos propone como un camino iniciático que nos llevará
finalmente a ese lugar.
Este mismo laberinto no puede ser por tanto el verdadero laberinto, entre
otras razones porque si llegamos a recorrerlo cabría la posibilidad, como
ocurrió con Dédalo y Teseo, de poder salir de él y descubrir su misterio,
un misterio que a la postre dejaría en evidencia la gran mentira, falsedad
y miserias que su constructor nos presentó como el agujero negro que nos
conduciría al lugar donde se encuentran la respuestas.
Habríamos de concluir por tanto que el gran mosaico que supone el la-
berinto físico-cultural, conformado a lo largo de los siglos por el hombre,
no sería otra cosa que el intento de ocultar lo que él mismo cree reconocer
como monstruoso y vergonzante de su propia naturaleza con el ropaje de la
cultura, con la pretensión última de alcanzar el dominio y el poder.
El Laberinto con mayúscula seguiría ocupando otro espacio, otro universo,
coexistente con el del laberinto físico-cultural, cuyo intento de comuni-
cación entre ambos, tenemos el convencimiento, llevaría consigo el naci-
miento del mito. Aquél (el Laberinto) habría sido la excusa, el pretexto,
para la manipulación y el fraude que conlleva la creación de éste (el labe-
rinto).
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Conclusiones. Mirando el cuadro
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Comienzo
BIBLIOGRAFÍA
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Aproximación al laberinto
| 298 |
Bibliografía
| 299 |
Aproximación al laberinto
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Bibliografía
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Este trabajo lo terminamos de escribir en compañía de nuestro
querido amigo Carlos León, en Las Negras, Níjar, Almería,
el día 7 de julio de 2010 festividad de los santos Apolonio,
Fermín y Odón.