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Pruebas de Laboratorio al Ingreso (TGO: 74 UI/l, TGP: 38 UI, GGT 100 UI/l,
FA 104 UI/l, albúmina 3,1 g/dl, bilirrubina 2,4 mg/dl, Bilirrubina directa 1.0
Hemoglobina 12,6 g/dl, plaquetas 87.000, leucocitos 4100 (S 54%, L 36%,
M10%) Tiempo de protrombina 18 seg INR 1.4 creatinina 0,9 mg/dl ,Glucosa
89 mg/dl
En este caso clínico, nos mencionan que el paciente es un bebedor frecuente desde hace más
de 30 años, y debemos recordar que el alcoholismo es la principal causa de cirrosis hepática a
nivel mundial, seguida de la infección por el virus de hepatitis C.
El alcohol se absorbe con facilidad a partir del tubo digestivo gastrointestinal; es una de las pocas
sustancias que puede absorberse a partir del estómago. El 80 a 90 % del alcohol que bebe una
persona se metaboliza en el hígado. El resto se excreta por los pulmones, riñones y piel.
La vía principal para el metabolismo del etanol implica a la enzima alcohol deshidrogenasa, una
enzima que cataliza la conversión de alcohol en acetaldehído e hidrógeno. El H+ se transfiere al
cofactor NAD, que se convierte en su forma reducida NADH y el acetaldehído formado pierde
de nuevo el H+ y se metaboliza en acetato por acción de la acetaldehído deshidrogenasa; gran
parte de este se libera al torrente sanguíneo.
Por otro lado el alcohol determina la liberación de endotoxinas bacterianas del intestino hacia
la circulación portal, con inducción de respuestas inflamatorias en el hígado por activación del
NF-KB (Factor nuclear potenciador de las cadenas ligeras kappa de las células B activadas) y la
liberación de TNF, Il-6 y TGF-B (factor de crecimiento transformante beta). Además, el alcohol
estimula la liberación de endotelinas (endotelina 1) por las células endoteliales sinusoidales y
provoca vasoconstricción y contracción de las células estrelladas activadas, con reducción de la
perfusión a las sinusoides hepáticas; esta inflamación constante genera lesiones.
Si las lesiones persisten, se inicia el proceso de cicatrización en el espacio Disse, las zonas de
pérdida del parénquima se transforman en tabique fibrosos densos por una combinación
colágeno tipo I y fibronectina.
La cirrosis entonces representa la fase final de la hepatopatía crónica y se caracteriza por una
fibrosis difusa y la conversión de la arquitectura hepática normal, debido a que se destruyen las
células parenquimatosas y se reemplaza por el tejido fibroso que forma bandas constrictivas que
aumentan la resistencia al flujo sanguíneo en los sistemas vasculares y conductos biliares y ese
compromiso de los canales vasculares predispone a la hipertensión portal ; cabe resaltar que la
presión normal es de 3 a 5 mmHg , en el caso de una hipertensión portal se genera un coágulo
de sangre que surge de la vena porta dificultando el retorno de la sangre del intestino y del bazo
con una presión capilar en la pared intestinal elevada de 15 a 20 mmHg o también puede ser
ocasionada por la pérdida de hepatocitos, lo que conduce a una insuficiencia hepática.
Por lo general no existen síntomas hasta que el trastorno se encuentra muy avanzado. Los signos
comunes de cirrosis son la ictericia y hepatomegalia; estos signos son acompañados de otras
manifestaciones clínicas dependiendo del grado insuficiencia hepática en el que se encuentre el
paciente.
Por lo tanto la ictericia observada en el paciente es la coloración amarillenta de
la piel y mucosas debido a un aumento de la bilirrubina (siendo los valores normales de 0,3 a
1 mg/dl).
Entonces dentro de las causas más comunes de ictericia tenemos: la destrucción acelerada de
eritrocitos con liberación rápida de bilirrubina no conjugada hacia la sangre causando una
mayor producción de la bilirrubina indirecta o también se puede presentar por la obstrucción
de la vía biliar debido a la lesión de los hepatocitos, en este caso la bilirrubina conjugada no se
excreta a la bilis y se absorbe hacia la circulación.
Y en cuanto al aumento del perímetro abdominal como señala el caso clínico se produce porque
las presiones vasculares hepáticas elevadas favorecen la trasudación de líquidos del hígado y de
los capilares portales hacia la cavidad abdominal lo que se denomina ascitis, es decir la presión
en las venas hepáticas se eleva de 3 a 7 mmHg por encima de lo normal, este líquido es casi
plasma puro y contiene de un 80% a 90% de proteínas plasmáticas, pero también se produce
esta ascitis por la obstrucción del flujo portal a su paso por el hígado que eleva la presión capilar
en todo el sistema portal del tubo digestivo, provocando edema de la pared intestinal y una
trasudación de líquidos desde la serosa del intestino hacia la cavidad abdominal.
Por otro lado el fallo hepático en el catabolismo de ciertas hormonas condiciona la aparición de
anomalías endocrinológicas en la cirrosis hepática, por ende el alcoholismo, origina una
sobreproducción de débiles esteroides andrógenos que son transformados en estrógenos en los
tejidos periféricos y es el hiperestrogenismo el que contribuye a la formación de arañas
vasculares, y eritema palmar, así como a los cambios en la distribución del vello corporal, la
ginecomastia que es un signo típico, y consiste en la proliferación de tejido glandular en la mama
del varón. En los varones, como en este caso, la concentración de testosterona suele caer, los
testículos sufren atrofia y se presenta pérdida de la libido.