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Alejandro Neyra Sánchez

Historias, mitos y leyendas de Tumbes

Nuestra hermosa tierra Tumbesina, nos cubre con muchos mitos y leyendas,
historias, tradiciones y costumbres. Que según sea el caso corresponden a la época
prehispánica y otras a la república; otras han desaparecido como son algunas
tradiciones y costumbres.
Además queremos mencionar que alguna de esta información la obtuvimos de
fuentes bibliográficas como "Tumbes Historia, tradición y cultura" de B. Augusto
Rodriguez Oyola. "Narraciones de Tierra Adentro" de Eduardo L.Farías Silva.Asi
mismo del relato de algunos sabios de la comunidad que han apoyado para
enriquecer nuestro blog y conocer un poco más de nuestra cultura.

Mitos y Leyendas de la hermosa ciudad


de Tumbes
La leyenda de la muñeca llorona (Tumbes)

En “La Quebrada del Nieto”, situada entre el barrio de Pampa Grande y la Loma del Zorro,
siempre ha sido objeto de conversaciones entre los vecinos del lugar, sobre apariciones,
asaltos y sobre todo de brujerías.

Nadie podía pasar por allí a las doce de la noche, porque seguro que le salía al encuentro
una “chancha bruja”, o “el diablo lo silbaba” o se veía a la “lechuza”, que conversaba sobre
los techos de paja de los asustados vecinos.

En el centro de la quebrada (por donde pasa la carretera a San Juan), a eso de las doce de
la noche, ya se encontraba tendida una enorme muñeca de trapo, toda persona que
transitaba por aquel lugar y se tropezaba con la muñeca que, al ser tocada, lloraba como
una niña, se quedaba como un costal de nervios.
Las personas más ancianas del lugar, dicen que era una bruja que había desobedecido al
demonio y condenada a vivir en ese estado por mucho tiempo. Lo cierto es que todos los
que sufrieron el susto de la muñeca llorona, cuentan que debían darle de puntapiés para
que los dejara pasar. Al poco tiempo murió una anciana que vivía nada menos que cerca de
la “Quebrada del Nieto” y quienes lograron verla, dicen que tenía la cabeza amarrada, su
cuerpo estaba golpeado y con moretones. Llegaron a la conclusión de que era la “muñeca
llorona”.
Leyenda del Ceibo del Diablo (Tumbes)

“Cerca del Caserío de Uña de Gato, se encuentra un hermoso y frondoso ceibo que se le
conoce con el nombre de “Ceibo del diablo”, debido a que en dicho lugar y a las doce de la
noche aparece un personaje endemoniado que se lleva al infierno a toda persona que se
encuentra vagando por tal sitio.
Son muchas las personas que han sido víctimas de este maleficio y la credulidad popular es
tan arraigada que mucha gente antes de pasar por este sitio, se santigua con todo respeto
y recogimiento”.
Leyenda de la laguna del salitrillo (Tumbes)

Cerca al caserío de Pocitos, salía un personaje vestido de blanco que ofrecía ayuda a todo
quien se la solicitaba, pero a condición de que la persona favorecida estampara en un
cuaderno su nombre escrito con su propia sangre.

Hubo un poblador apellidado Cavero, muy conocido por su valentía e intrepidez, que
después de recibir la ayuda, se negó rotundamente a firmar el diabólico cuaderno y al poco
tiempo el fornido hombre cayó enfermo, falleciendo a consecuencia del castigo del personaje
de la laguna.

Se cuenta que muchas personas conocedoras de estas apariciones diabólicas, optaron por
excavar la laguna, presumiendo el hallazgo de un rico tesoro. Pero el esfuerzo fue vano. Se
asegura que tal tesoro se hundía más, a medida que se cavaba, terminando al fondo por la
ambición desmedida de quiénes lo buscaban”.
La leyenda de la viuda
En los tiempos en que Corrales era un pueblo pequeño. Cuentan aún, quienes recibieron
esta leyenda de parte de sus padres o abuelos, que cerca del actual mercado, había en el
lado suroeste, un ceibo. Allí se ubicaba la viuda, especialmente en las noches. Desde este
lugar emprendía su interesado recorrido. La viuda empezaba a andar por las calles del
pueblo en busca de un lugar apropiado para dar rienda suelta a sus celos o para enterarse
del quehacer de la gente.

La leyenda de “Tres, tres y el paticas”


“Tres, tres” era un juego muy bonito para los niños. Este juego se jugaba como el juego de
las escondidas, a diferencia que son tres los que buscan y tres los que se esconden, los que
se escondían gritaban ¡tres, tres!

Cuenta la leyenda que a veces el paticas o diablo, intervenía e imitaba a un niño escondido
que pronunciaba las palabras ¡tres, tres! Y entonces empezaban a buscarlo. Cerca del
pueblo había una quebrada, estos niños eran llevados por el diablo o paticas a lugares
desconocidos.
Las musas de Puerto Pizarro

Se dice que el señor Lucho Ramirez tuvo un sueño sobre la historia de la "Isla del
amor"-Puerto Pizarro, en este sueño, se describe la historia:

-La historia se remonta hace cien años atrás, había una familia de hacendados
que vivían cerca del pueblo de puerto Pizarro, tenían una hija llamada Natalia, ella era una
chica de catorce años de edad, era muy sencilla como para pertenecer a una familia muy
ostentosa y frívola, le encantaba realizar los quehaceres del hogar mientras que a su madre
Gertrudis le disgustaba que haga los quehaceres de la casa ya que tenia a su prometido
Mario hijo de un hacendado muy poderoso que vive en Francia que vendría a buscarla
el próximo año para casarse.
Tenia una nana María quien era la que siempre la aconsejaba y tenia el don de ver el futuro
y que le predestinaba un amor que iba hacer el más grande de la historia y que iba a incluso
a vencer a la misma muerte, pero se dice que antes de ello iba a sufrir mucho y que de ello
iba a brotar lágrimas de sangre. Una mañana ella estaba cantando mientras tendía la ropa
en su cordel de metal que se encontraba en el corral de su casa, entre las ramas que limitan
el corral con el mangle se asoma un joven conchero de nombre Juan, la miro y le pregunto
que si ella era un ángel, él le dijo que nunca en su vida había visto una mujer de piel como
la espuma de las olas del mar o como las nubes, desde entonces nace el sentimiento mas
bello del universo, el amor. Los familiares se entraron de tal romance, quienes enviaron a
golpear a Juan y comenzaron alistar a su hija para enviarla al extranjero donde se
encontraba su prometido, gracias a la ayuda de su nana logra escapar y va en busca de
Juan y ambos huyeron de ese lugar.
Su vida era maravillosa, eran pobres pero muy felices. Por casualidad del destino Natalia
encuentra a su nana y esta le pregunta por su marido y Natalia le dice que aprovechaba la
luna llena para realizar mejor la extracción. Pero la nana le advierte que no es una luna llena
cualquiera si no es una luna llena negra y que hay encantos que salen como son las sirenas
y llevan a todos los pescadores y extractores de cangrejos y conchas al fondo del mar, ella
se puso a llorar y le dijo que solo el amor y el valor cambian al destino. Natalia se vistió con
una vestidura blanca de guerrera con bordados de animales marinos, se interno en el
manglar y de lejos diviso a un hombre tirado en la orilla de esa isla se acerco a él y era su
esposo. Ella grito y lloro con tanta fuerza que el mangle se remeció, miro a la luna llena
negra y lanzo una maldición que a su vez era un encanto, "toda pareja que se ame y venga
a esta isla, uno de ellos se quedara aquí, para siempre", después de decir eso, de sus ojos
salieron lagrimas de sangre y del mar salieron varias sirenas y se inclinaron ante la pareja
de amantes y le dicen que ellos venían por ella por su Diosa y que desean llevarla a un lugar
llamado el país de los seres maravillosos, en ese lugar no existe el sufrimiento
allí estará feliz con su marido, de pronto las sirenas le devuelven la vida a su amado Juan y
la revisten con un traje dorado de Diosa. De pronto del mar salieron hombres peces que la
suben a un trono a la Diosa mientras las sirenas de vestiduras blancas danzan alrededor de
ella.
De pronto Lucho Ramirez se levanta con sudor y algo agitado por el sueño
que había soñado y comienza a buscar indicios de esa historia y desde ese momento diseño
la danza de las musas.
EL ENCANTO DEL CERRO "LA GARITA"

Camino hacía Zorritos, entre muchos cerros que bordean la Panamericana, está uno
conocido ancestralmente como "La Garita".Aquí, contaban los viejos piareros que después
que se empezó a explotar el petróleo en la localidad de Zorritos, los comerciantes "de aburro"
llevaban a vender los productos de sus chacras a este pueblo petrolero. Un grupo de
agricultores, cada uno en sus respectivos jumentos, se trasladaban a esta localidad donde
vendían sus productos de panllevar: choclos, plátano dominico, yuca, camote y frutas como
papaya, badeas, guanábanas y chirimoyas. Zorritos sólo producía petróleo. El sistema
laboral en este lugar impuso un tipo de salarios y sueldo definitivamente superiores a los
recibidos por trabajadores y empleados del resto de Tumbes. A la vez, fue un tentador
mercado para los agricultores; muchas veces,algunos de ellos, o sus
hijos conseguían trabajo en este pueblo, trocando así, su forma de vida, de la agricultura a
la industria petrolera. Generalmente los comerciantes "de burro" empezaban a viajar a partir
de media noche para amanecer en el lugar al que había decidido llegar: Zorritos. Partían el
día viernes entre las doce de la noche y una de la madrugada, para poner a la venta su
mercancía cada fin de semana: el sábado o domingo.
Contaban también los piareros que en la madrugada, salía de aquel cerro una dama alta,
delgada, vestida toda con un traje blanco, reluciente, cabellos largos sueltos, que se
ondeaban movidos por el viento y la brisa que venía del mar. La cabellera le llegaba a la
cintura. Andaba descalza, bajaba algunas madrugadas en busca de alguien que la
desencantara, esto es, que la sacara del tunel lleno de oro. Una madrugada uno de los
campesinos, joven de características atléticas, se propuso alcanzarla y detenerla, pero la
dama empezó a trepar el cerro con mucha facilidad. El perseguidor no había reparado que
a la entrada del cerro, en la cueva, había un hombre, alto, moreno, fornido, que hacía las
veces de guardían. Este cuidaba la cueva. En la entrada permanecía de pie, dispuesto a
atacar a quien o quienes osaran ingresar. El lugar era una especie de túnel con paredes
recubiertas todas con oro.
Cuando los rayos del sol penetraban producían relumbrones impactantes que herán los ojos
de quienes, por la ladera, pasaban cerca de este lugar; caso similar ocurría en la noche de
luna. Este astro producía efectos similares, pero menos fuertes que lo que sucedía en el día
cuando los rayos del sol penetraba en el túnel, oportunidad propicia para que la dama de
blanco saliese de su escondite. La dama encantada era la única que sabía como bajar y
subir,pues en ladera del cerro, había grandes rocas y precipicios que dificultaban el subir y
bajar a ese lugar.El jóven logró burlar al moreno guardían, pero no salió nunca. Quedó
encantado. O tras veces, la dama llegaba cerca al camino. Tan pronto se acercaban los
comerciantes, iniciaba su estampida, pero nadie la seguía por temor a quedar como estatua,
petrificado al interior de la cueva. Dicen antiguos pobladores que en ese cerro, aún está el
encanto y que en él siempre se ve a la dama de blanco y el moreno guardían, continúan
como celosos defensores de este tesoro. La dama guarda aún el momento en que acabe el
encanto o hechizo y pueda volver a la realidad.
LA BRUJA Y LOS PERROS...

por Fernando Morán García


Enero de calor intenso, los aguaceros impetuosos animan a los campesinos del pueblo. Los
temporales y sus cercas reforzadas, resguardan el verde que aumenta en el vergel. Los
árboles del lindero rumbean con el viento de las doce. El maíz de hermosas flores amarillas
colorea la estación y da esperanza de una bienhechora cosecha. Los peones se abrazan
unos a otros, comentan el buen tiempo, honran la buena tierra y agradecen a Dios por la
estación. Los perros ladran el paso de vecinos y aprovechan la sombra de los árboles para
reposar, abren la boca y sacan la lengua por el calor, se maquillan unos a otros y juegan.
Las abejas en las flores entonan una balada con el zumbido de sus alas, el polen en sus
patas las hace más elegantes, más señoras. Los pájaros cantan en los mangos esperando
parte de la cosecha, que se cumpla el dicho “El primer choclo se lo come el pájaro”. Ramos
imagina las ganancias y la alegría de la familia por la mejora en la ración. Un perro aúlla
enérgicamente y hace ladrar a los perros del pueblo, lo que genera temor. Ramos le lanza
un terrón, el perruno corre a otro sitio pero no deja de aullar.
- Mal agüero – dice Ramos.
- Perro desgraciado, hay que ahorcarlo.
Es cinco y media de la tarde, el sol trasmite una vaga tristeza, las aves pasan a sus guaridas.
Los muchachos limpian sus trastos, esconden las piedras de afilar entre la maleza y
acomodan en sus alforjas algunos frutos para llevar a casa. Acompañados de sus silbidos
ensillan los jumentos, es hora de ir a casa a descansar a la espera de los días de recolección.
Los perros comandan el grupo, ladran y corren en varias direcciones, anunciando el paso o
sabe qué. Ramos llega a casa confundido, alegre porque el sembrío está muy bien y triste
por el aullido de Dusty, perro viejo de la casa. Miguel y Sixto salen al encuentro, abrazan
fuertemente a Ramos, lo emocionan tanto que sonríe y llora. Saca de su alforja algunos
frutos recolectados en la orilla, los reparte, los niños gritan de alegría, le ayudan a llevar la
alforja al cuarto de herramientas. Teodolinda lo abraza, sonríe, él sonríe a medias, unas
lágrimas recorren su rostro, está feliz por el sembrío y confundido por los perros.
- Este es nuestro año Teodolinda - le dice.
- ¿Por qué Ramos? – Contesta.
- El maíz está tan fuerte, que nunca he tenido una siembra así.
- Te felicito, Ramos.
- ¿Vas a merendar?
- Sí, contesta, y se sienta a la mesa a esperar su ración.
- Merienda conversando con sus hijos que comparten su ración.
Después de la cena extiende su hamaca en el corredor, se arrima a descansar, sonríe su
suerte en esta siembra.
- Ramos, Ramos - Teodolinda lo despierta.
- Acuéstate a la cama Ramos.
- Obediente, ingresa a su cuarto y se arrima en su cama un poco asustado.
Es de madrugada, el chirrido apurado de los gallos y el aullido de los perros en el pueblo lo
despiertan, avisan que está pasando algo y él no sabe qué. Son cinco de la mañana y con
él la incertidumbre hecha gigante, genera mil preguntas sin respuestas. Se levanta, busca
los trastos para ir a la chacra. En los exteriores de las casas del pueblo los perros sentados
miran a las chacras. Equipa su jumento con el mejor de los lomillos. Acondiciona en su alforja
el fiambre y se despide, canturrea un albazo triste en el camino, mueve la cabeza, está
confundido. Llega a la parcela y grande es su sorpresa, encuentra una chancha hociqueando
las plantas de maíz, ha destruido casi todo, las lágrimas recorren sus mejillas. Los perros
aúllan y salen corriendo en varias direcciones. Acompañado de coraje se aferra a un listón
y se dispone a apalearla. El animal da vueltas en unos matorrales y desaparece, Ramos no
puede explicar lo sucedido. Las lágrimas llegan a sus pies, la alegría se convierte en
tragedia, está apenado, la esperanza diluida espera explicación. Los peones llegan y se
sorprenden de lo sucedido, miran el daño. Los perros regresan con la cola entre las patas.
- ¿Quién fue? - pregunta uno de ellos.
- Una chancha, una chancha – Contesta Ramos.
- ¿Qué?
- Sí, una chancha.
- La hubieras matado a palos - le dicen.
- Lo intente, pero desapareció.
- ¿Desapareció?
- Sí, Desapareció, así como lo escuchan.
- ¿Y los perros?, preguntan.
- Aullaban, aullaban – contesta.
- Es bruja, claro es bruja, ayer fue viernes día de brujas, dice uno de
los peones. Eso es lo que avisaba Dusty.
- Los perros rastrean el lugar y salen corriendo, otros aúllan.
Los daños en la chacras castigan a los pobladores, no es una sino varias las parcelas
malogradas. Los pobladores están desesperados, pero no saben qué hacer. Las pérdidas
son tan grandes que los campesinos cuentan sus castigos por doquier, no quieren sembrar,
están desanimados, pasan en sus casas, el tiempo es malo y no quieren arriesgar. Los
perros pasan los días durmiendo, ladrando a los que pasan y aullando a media noche.
- No vamos a estar a si todo el tiempo, dice Victorino.
- Hay que hacer algo, hay que hacerlo.
Reunidos en el algarrobo que sirve de plazoleta a Garbanzal, acuerdan hacer rondas para
capturar al animal, es cosa mala y hay que matarla, para que no siga haciendo daño, pues
la desesperación no puede esperar en la puerta del conformismo. Hay reunión en el pueblo.
- Hay que sembrar y cuidar muchachos, dice Villalta.
- Claro, contestaron en coro los reunidos.
- Hay que sembrar y nos ponemos al aguaite para apalear a la chancha y capturarla para
que sus dueños paguen los perjuicios. Si es bruja ya veremos quien amanece enfermo o
muerto.
- Los perros serán amarrados en los linderos para que avisen el paso de la bruja.
Aprovechando el quinto de mengua, las parcelas reciben el cultivo. Las semillas germinan y
el desolado espacio se pinta de verde, los sembradores se alegran y acuerdan los turnos
para la vigilancia, colocan en sus cuellos algunos amuletos contra la brujería, machetes en
mano, palos puntiagudos para la ocasión, se esconden en los matorrales a la espera de la
bruja. Los perros amarrados en las cercas, serán los que anuncien si se presenta algo.
Lucho en su turno se dormita, el aullido de los perros avisa y la luz débil de la luna deja ver
en la distancia un bulto que tumba las plantas.
- Hoy la chancha, la chancha - le dice Ramos a Lucho.
- ¿Dónde?
- Cerca a la orilla, la vez.
- Sí, si la veo.
- Despierta a los demás. Despierten a la gente, suelten a los perros – gritan -, se arma una
confusión.
Corren en varias direcciones para cercar al animal, unos tropiezan en la oscuridad, otros
llegan a sus posiciones con sus machetes y sus palos, arman un cerco, empiezan a cercarla,
el animal en posición defensiva espera el ataque. La apalean, le dan duro, tan fuerte que el
animal corre en dirección a Villalta, el miedo hace abrir el cerco y escapa. Los perros
conciertan sus aullidos lo que genera el más grande temor colectivo.
- Síganla, síganla.
- Denle duro, mátenla.
Logra escapar, por un camino al norte. El comentario altisonante, se culpan entre ellos de la
fuga. Un viento hace silbar a los árboles y aumenta los temores, los tamarindos se mecen
tanto, que sus hojas empiezan a caer en los cuerpos. Corren hacia el pueblo, dejando
botados algunos machetes. El caserío se despierta a la turba de sus hombres y los reciben.
Están tan asustados que no pueden hablar, respiran profundamente, no saben cómo han
llegado, están sudados y confusos.
Por la mañana, los comentarios de la gente comunican que hay en el pueblo una persona
grave, a la que los comentarios del pueblo la confirman como una practicante de la brujería,
está tan grave que ha perdido la conciencia, no conoce, posiblemente muera.
- Esa es la chancha, comenta el pueblo.
- Esa es la bruja del pueblo, la señora Jacinta.
La tranquilidad vuelve al pueblo y con ella la esperanza de cosechar. Los pobladores
contentos esperan las ganancias. Abonan los maizales para la buena cosecha. Lucho está
sembrando frejol panamito entre el maíz y Ramos siembra zapallos y sandias para
aprovechar la buena tierra. Villalta está aporcando su maíz, sonríe por la fuerza del vergel.
La bruja se recupera y hay quienes la han visto caminar por el pueblo, bastante mejor. Isaac
pasea en las calles del caserío, un poco alegre por la mejoría de su mamá, se encuentra
con algunos pobladores que están bebiendo unas cervezas, los mira y estos gritan:
- Hoy Isaac, tu madre es la bruja.
- Esa es la mujer que se hace chancha y malogra los sembríos.
- No hablen así de mi madre - dice Isaac.
- Ella ha tenido un accidente en el corral.
- Yo, la encontré tirada y mal herida.
- Dice haber tropezado tan fuerte que ha perdido el conocimiento.
- Calla hoy tonto, calla, dice Ramos.
- Esa es la bruja, ponte al aguaite.
Isaac se retira y con él un mar de dudas, por lo que escuchó de sus vecinos, llega al corredor
de su casa, medita lo ocurrido y a la luz de la luna decide ponerse al cuidado de su madre,
para ver lo que hace por las noches. Decide ir a la chacra y dormir para estar alerta en la
noche de este viernes y confirmar si lo que dicen los pobladores es cierto.
Llega la noche y con ella la incertidumbre de Isaac. Su madre arregla unos correajes y está
tan concentrada que no mira a los costados. Su papá merienda con sus hermanos, él no lo
hace, en un descuido le tira la comida al perro y agradece por los alimentos. Al cuarto de
hora todos están dormidos, su papá ronca, él simula el sueño, su ritmo cardiaco aumenta.
Su mamá deja de planchar y va hacia los cuartos a asegurarse que todos estén acostados
y dormidos. Abre despacio la puerta que da al corral y sale. Él la sigue, la mira por la rendija
de la puerta, ve que sube a un tabanco, se desnuda, abre los brazos y dice “ni con Dios ni
con la virgen” y se arroja convirtiéndose en ave. Se sorprende tanto que no sabe qué hacer.
Corre hacia los cuartos.
- Papá, papá - grita.
- Hermanos, hermanos - nadie contesta.
Se tira a su cama con la perplejidad de donde estará su madre, se queda dormido, mil dudas
lo hacen llorar. En la madrugada escucha la puerta que se abre, su madre entra y se acuesta
de lo más normal, la incertidumbre lo hace llorar. Por la mañana le cuenta la historia a su
papá y este no cree, lo reprime tanto que decide guardar silencio y vivir acompañado de la
angustia.
La maldad vuelve al pueblo y ya no es una chancha la que malogra los sembríos, es un ave
que con sus alas azota las plantas, las estropea, no deja cosechar los productos. Vuelven
las rondas, es difícil hacerle daño al animal porque es muy rápido, lo que hace desesperar
a los pobladores. Armados de escopetas y cartuchos a los que han dibujado una cruz como
amuleto, para darle el tiro de gracia al animal, la esperan en las noches de mayo a la luz de
la luna. Escondidos en sus posiciones, hacen tiempo, esperan nerviosos al volátil. Los perros
ladran y miran al cielo. Dusty aúlla y raspa la tierra con sus patas traseras. La luz de la luna
cómplice de la venganza, deja ver al animal entre los árboles, Villalta el que tiene más
puntería coge su escopeta, apunta y dispara dos veces.
- Le di carajo, le di – Grita.
- ¿Le diste? – preguntan.
- Sí, le di – contesta.
- ¿Cómo sabes? – preguntan.
- Por qué cambio de dirección y tambaleo en el aire.
- Casi cae, casi cae.
De regreso al pueblo tejen mil historias, tantas historias que algunos jóvenes que hay en el
grupo se colocan en el centro por temor, los más viejos besan sus amuletos y fingen fuerza
para no contagiar a la juventud.
La novedad en el pueblo, que doña Jacinta está muy grave, no quiere ninguna visita, no se
saben que tiene. Su hijo Isaac comenta que su mamá ha vuelto a caer y esta vez está muy
mal, tan mal que la van a llevar a Piura a las Guaringas para tratarla. Una persona allegada
a la familia y que en un descuido entró, vio a Jacinta y ha filtrado una información: la señora
tiene un hueco en la barriga y otro en la pierna.
- Esos son los disparos.
- Esos son los dos disparos de Villalta - comentan los pobladores.
- La hubieras matado Villalta.
La incertidumbre en el pueblo es más grande pero detrás de ella hay esperanza, la gente
pendiente de lo que pasa en casa de doña Jacinta, teje mil historias, hay temor. Jueves muy
temprano una noticia en Garbanzal mantiene a la gente concentrada, se comenta la muerte
de Jacinta. El viento no sopla, los árboles están quietos, los perros aúllan y las aves no han
bajado de los árboles. La gente del pueblo posee temores. Imprevistamente el viento sopla
fuerte, se forman remolinos y amenazan los techos, la polvareda no deja ver las casas. Los
perros aúllan tan fuerte que generan temor en la población.
Es viernes, la gente del pueblo está confundida y no saben qué hacer. Tres de la tarde sale
el cortejo fúnebre a su última morada. Un gallinazo revolotea la casa y quiere posarse en el
techo. Los pobladores gritan y lo corren. Los perros aúllan, generan temor y desconfianza.
La gente del caserío no se acerca, acompañan de lejos al féretro, tienen temores.
Acompañada de una neblina persistente doña Jacinta avanza a su último refugio. Las
lechuzas en los cerros despiden con cantos su paso. El pueblo de San Juan de la Virgen,
se ha reunido a comentar lo sucedido, murmuran que la persona muerta era bruja, que salía
en forma de chancha y lechuza para hacer daño a los sembríos. El cementerio está cerrado
la persona encargada de la llave todavía no llega, hay que esperar. Un trueno en el cielo
hace temer a los acompañantes. Nadie le da el último adiós, los acompañantes se miran,
hay silencio. La bajan con sogas a su tumba, está tan pesada que son varias las personas
que ayudan a bajarla. Se asoman a observar el ataúd por última vez, grande es la sorpresa,
el féretro se abre y salen cientos de murciélagos chirriando. La gente en la desesperación
corre en varias direcciones, los niños lloran, los ancianos se arrodillan y piden a Dios no más
castigos. Un aguacero releva la desesperación, llueve tan fuerte que el cajón vacío lo
entierran con barro. La gente regresa a sus casas, no hay duelo, la familia no quiere
acompañar, se van a dormir a otras casas. Hay inseguridad en el pueblo, la gente y sus
comentarios temen un castigo, algunos pobladores lloran…lloran…
LA CHANCHA BRUJA

Muy cerca al sifón,en el canal de irrigación, había un árbol de algarrobo de tronco grueso y
frondoso debido a sus muchos años de existencia. Era un árbol viejo. De un momento a
otro aparece en el pueblo la noticia que, el sifón, donde estaba el inmenso algarrobo,
avanzada la noche, aparecía una chancha que arrastraba una pesada cadena; de sus ojos
salía candela y de su boca espuma. Este animal, a partir de altas horas de la noche, se
apoderaba del lugar e impedía el paso de toda persona que se disponía hacerlo. El temor
de la chancha bruja mantuvo alerta a la población por muchos años; por la forma cómo los
asustaba o atacaba. La chancha bruja empezó a perder protagonismo con el correr de los
años, debido a la construcción del primer puente sobre el canal de irrigación, permitiendo,
a los pobladores, usar este nuevo viaducto, olvidando el viejo que atravesaba el sifón.

LA NOCHE DE LA BRUJA
Rigoberto Meza Chunga
Un día Luis Barreto amaneció con la planta del pie izquierdo hinchada. Los días pasaban y
el pie se le hacia insoportable. Como los remedios caseros no le daban mejoría, fue a un
curioso donde tampoco encontró alivio. Lo que más le preocupaba era no poder trabajar.
Tenía una manada de chivos que todos los días sacaba a pastorear, además debía
comprar medicinas diariamente y la hinchazón aumentaba, sus hijos menores dejaron la
escuela para atender la manada que iba disminuyendo por las cabezas que vendían. Luis
Barreto y su mujer adelgazaban.

La casa de los Barreto estaba en una loma, en la afueras de Tumbes. En las noches se
sentaba en la pampa con su mujer a tomar aire y espantar zancudos. Luis Barreto fumaba
cigarros que él mismo los hacía sentado en el tronco del árbol que hacía años puso en la
parte frontal de su casa. Luis Barreto se miraba el pie hinchado y recordaba los caminos
por donde transitaba cotidianamente con su manada de chivos y ahí estaba ahora sentado
sin saber que hacer. De pronto Luis Barreti anunció a su mujer:

--Mañana iré donde mi compadre Manuel.


--¡Gua!¿ y desde cuándo tú trabajas con brujos?
--Mi compadre no es brujo sino maestro.
--¿Maestro?

En esos tiempos, los viajes eran a lomo de bestia. Luis Barreto tenía una mula llamada
Flor y en ella iría a buscar a su compadre. Antes del amanecer esta Luis Barreto listo para
el viaje. los regalos para su compadre estaban en la alforja nueva, el garantizado en su
vaina y la alforja vieja contenía el fiambre para dos días, por si acaso.

--Me voy a la buena de Dios.


--Cuídate, no hagas mucho ejercicio, no cuelgues la pierna.
--¿La pata hinchada? No te preocupes.

Habría un tramo respetoso entre Garbanzal, entre Tacural, pero a Luis Barreto todos lo
conocían.Qué habrá pisado decían sus amigos. Alguna espina opinaban sus conocidos.
Tal vez una huida de cuerdas los hijos.Nada, nada contestaba doña Clavel preocupada
pues nunca había visto enfermo a su marido.

El viaje no tuvo novedades. Casi al medio día Luis Barreto ya estaba conversando con su
compadre:

--Ya sé por qué ha venido, compadre.


--Claro,la pata se me ve desde lejos.

No compadre, usted ha venido porque cree que le han hecho brujería.

--¡Que mi compadre!
--Pero no yo puedo curarlo,compadrito.
--No bromee, compadre, sí usted cura todo el mundo.
--Sí,pero a usted no.

En ese momento Luis Barreto envejeció veinte años, el cuerpo se le temblaba, los ojos se
le enrejecieron, miraba el techo de paja, la pared donde había un crucifijo negro y un
almanaque Bristol lleno de tierra, y miró hacia la pampa donde estaba intranquila su mula
Flor. Carraspeó para hablar pero no podía articular palabra alguna, sentía las manos
húmedas, no se encontraba el bolsillo de la camisa para sacar un cigarro y fumar de día,
contra su costumbre.

--Serénese,compadre.
No siguió hablando don Manuel porque de afuera venían ruidos de bestias y hombres que
llegaban a su casa, por eso bajó la voz para que sólo Luis Barreto escuchara:

--Luisa puede curarlo.


--¿Mi luisa?
--Sí.Dígale, Luisa, sácame la espina que me has metido en el pie.

El viaje de retorno fue un calvario. Luis Barreto lloraba sin abrir los ojos; cuando los abría
todo veía oscuro a pesar de que no era ni las cinco de la tarde. Recordó cuando nació
Luisa y todos decían que era bonita, y la cólera que le dio cuando la serrana María dijo
igualita al vecino, porque vecinos les decía a todos lo que vivían por esos lugares. ¿Del
vecino, carajo? Sonrió recordando sonándose la nariz. Y de nuevo el llanto , la oscura,
nadie lo creería, si es tan... se interrumpió porque de pronto la mula se paró en la parte de
atrás de su casa, en la loma. Se bajó sin acordarse de su pie hinchado, y todo se le puso
negro, de dolor. La claridad vino cuando estaba echado en su cama, donde había llegado
sin saber cómo:

--¿Qué fue?
--¡Pronto me curaré!

Al día siguiente, Luis Barreti se sentó en el tronco que estaba en la parte de afuera de su
casa, y se puso a mirar, casi sin pestañear, la casa de Luisa que quedaba como a cien
metros de la suya. Ahí vivía Luisa sola desde que tuvo su problema y decidió vivir así. La
vio salir con una bandeja cuyo contenido arrojó en la pampa, mientras corrían hacia ese
lugar gallinas y patos que ella criaba. Luis Barreto miraba el sol que no se movía ni un
centímetro.¿A qué hora la noche llegará? Ya sabe compadre, escuchaba patentito. Tengo
que cuidarme, pensaba Luis Barreto, vayan a verme hablar solo. Parece que voy a
enloquecer, Dios mío. Pero el sol no se movía ni un miserable centímetro.

--¡Tienes que comer!


--¡Ya voy mujer!

Cuando Luis Barreto calculó que era medianoche, se levantó tratando de no haber ruido.
Clavel había notado que por primera vez en su vida, su marido se acostó como si estuviera
borracho, con ropa y todo.Luis Barreto apretaba los dientes cada vez que pisaba con el pie
izquierdo, porque sentía como si le estuvieran arracando la pierna. Abrió la puerta,
levantándola un poco para que no gimieran las bisagras y salió rumbo a la casa de Luisa,
donde llegó casi arrastrándose, todo enterrado con el rostro lleno de lágrimas y
cuidadosamente se ocultó en el cuarto.

Tal como le había dicho su compadre, Luis Barreto no encontró a su hija durmiendo en la
cama, pero ahí estaba su vestido y su ropa interior, bien ordenados, pero volteados al
revés. Ojalá no sea cierto, pensaba Luis Barreto, no es posible, ojalá no sea cierto, pero no
pudo seguir cavilando porque sintió el ronquido característico de los chanchos, oinc oinc
oinc, pero Luisa no cría chanchos, el gruñido del chancho, el resoplido de su nariz, el
hocico que empujaba la puerta, el mal olor invadiendo el cuarto y el enorme animal se
detuvo frente a la cama, un rato,mirando, luego regresó a la puerta, y caminó alrededor de
la pequeña casa como cuando los chanchos andan buscando qué comer, y después entró
de nuevo a la casa, en el cuarto, caminó dando resoplidos, entró,salio,entro hasta que Luis
Barreto lleno de miedo, aterrorizado, se paró y puso al derecho el vestido, la ropa interior,
y la chancha, porque era chancha según pudo observar después, llegó al pie de la cama. y
se transformó en Luisa, una bellísima Luisa desnuda, que él jamas pensó ver.

El compadre de Luis era famoso en Tumbes y alrededores, hasta del Ecuador venían a
hacerle consultas porque había aprendido bastante y no cobraba, decía la fama, pero era
certero,casi no usaba artes, auscultaba con la mirada, por eso lo había ido a buscar Luis
Barreto, aunque él no creía en brujerías, pero escuchaba con mucho respeto las historias
que se contaban entre amigos, en los duelos, en el campo, en la casa. El compadre de
Luis Barreto fue el que profetizó la muerte de José María, pero nadie creyó porque José
María estaba lleno de vida,y José María murió ese mismo día inexpicablemente.

Hechizado por la hermosura de Luisa pero bien instruido por su compadre, Luis Barreto
cogió un palo, se puso de pie y empezó a golpeara la mujer desnuda, la golpeaba con
todas las fuerzas, herido por todo lo que puede herir a un hombre que quiere a sus hijos y
no es querido por ellos:

--¡Luis Barreto!
--¡Luisa!

Iba a decirle Luisita pero se contuvo como un desgarramiento muy profundo:

--¡Sácame la espina que me has metido en pie!

Y Luisa, llena de odio, con una mirada que venía de los más hediondo de se infierno,
empezó a resoplar y gruñir como chancho, oinc oinc oinc, con la boca sangrante y babosa,
cogió el pie de su padre, quien casi pierde el equilibrio, y con la lengua empezó a
limipiárselo, sucio de tierra y pues, y con los dientes le sacó la espina que tanto había
hecho sufrir, y salió por el campo.

Luis Barreto se sintió bien casi instantáneamente, que fue a su casa corriendo, se puso
sus zapatos y corriendo bajó al pueblo en busca de gendarmes, a quienes contó la
historia. Dos gendarmes, de esos sombrerones, fueron con Luis Barreto a casa de Luisa y
emprezaron a seguirle el rastro. Después de cuatro horas, ya era de día, los gendarmes
preguntaron a unos campistas que encontraron en el camino:

--¿Han visto a una mujer joven, desnuda?


--No; lo que hemos visto es a una burra hermosa camino hacia el norte.

Continuaron la búsqueda de los gendarmes, en dirección señalada, y se encontraron con


otros campistas?

--¿Han visto a una burra hermosa corriendo en esta dirección?


--No; lo que hemos visto es a una perra grande y tetona corriendo en esta dirección.

Los gendarmes no continuaron la pesquisa porque a pocos pasos ya estaba el Ecuador.

Historias de tumbes
Pesca en el Río Tumbes

Anteriormente en el río tumbes se practicaba la pesca. Cierto día un aficionado a la pesca,


desde uno de los estribos laterales del puente viejo (ausente hoy), en la media mitad del
lado derecho del río, lanzaba su cordel. Luego de repetidos intentos “pica” al fin. El pez no
cedía. Alguien le dice entonces:
¡Dale cordel! ¡Suéltale! ¡Suéltale! repetía en alta voz.
¡Jala…jala! -Dice otro.
El pescador fortuito dice entonces: ¡Creo que es un lagarto! ¿Qué será? - un bañista y
fortachón expresa en altavoz: ¡Voy a golpearlo!
El bañista golpea con fuerza, el animal saltó a la superficie; el pescador cobra cordel hasta
ganarle la batalla y capturarlo. Todos gritaban alborozados. Expresaban palabras de alegría.
Se trataba de un pez sierra.
En el río tumbes había gran variedad de peces: corvinas, lisas, sierras, robalos, bagres,
sábalos, etc.

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