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1. Definición
El SIDA constituye un problema mundial siendo uno de las mayores preocupaciones en la salud pública tanto
por su trascendencia sanitaria como por su repercusión social. Se define que una persona tiene SIDA cuando
el virus VIH, que puede permanecer inactivo durante largos períodos de tiempo, se multiplica destruyendo
las células del sistema inmunitario (cuenta de linfocitos CD4 de 200 o menos) y haciendo perder al
organismo su capacidad de respuesta frente a infecciones diversas (incluyendo las infecciones oportunistas).
El SIDA es una fase avanzada de la infección por el VIH. Una persona infectada por el virus VIH puede no
desarrollar sintomatología durante mucho tiempo pero, sin embargo, infectar a otras personas.
2. Clasificación
La clasificación de la infección por el virus VIH, fue propuesta por el CDC (Center for Disease Control) y
entró en vigor en 1993, sustituyendo la anterior, propuesta en 1986. El principal objetivo de esta nueva
clasificación fue reflejar la importancia clínica de un recuento de linfocitos CD4 inferior a 200/ml,
independientemente de las manifestaciones clínicas que puedan existir. 3 nuevas categorías clínicas definen
el SIDA, (en la anterior clasificación, eran 23 categorías). Esta nueva y definitiva clasificación pues, se rige
según el recuento linfocitario CD4.
3. Epidemiología
Durante el año 2002 se diagnosticaron en España 2.437 casos de sida. Esta cifra supone una estabilización
respecto a la incidencia de sida del año 2001, en el que se diagnosticaron la cifra de 2.414 casos,
entendiendo por casos de sida la consecuencia tardía de la infección por el VIH. Desde 1996, con la
introducción del tratamiento antirretroviral de alta eficacia, se produjo un descenso en la incidencia de casos
de sida del 60% en 5 años. En la incidencia de sida siguen predominando los hombres (alrededor del 79%) y
la edad media de diagnóstico ha ascendido hasta los 38 años aproximadamente. La proporción de casos
pediátricos (menores de 13 años) se sitúa en un 0,3%.
La principal causa de infección por el VIH, en más del 50% de los casos ha sido por compartir material de
inyección para la administración de drogas por vía parenteral. La incidencia de casos por la infección en
relaciones heterosexuales sin protección ascienden al 27%, en el que las mujeres tienen una especial
relevancia ya que representan el 44% de los casos. La tercera vía de transmisión más frecuente ha sido a
causa de relaciones homosexuales no protegidas entre hombres, suponiendo el 13% de los casos.
4. Etiología
El sida clínico es la última fase de la infección por el virus VIH. Hay que tener en cuenta que la mayoría de
los pacientes infectados se encuentran en una etapa evolutiva anterior a lo que se conoce como sida clínico,
la etapa del portador asintomático.
La infección por el virus VIH es la causa fundamental del sida. Este virus puede transmitirse a través de cinco
líquidos corporales: sangre, semen, líquido preseminal, líquido vaginal y leche materna. La forma más
común de contagio es a través de sangre y el semen durante el sexo anal, vaginal y oral sin protección1.
La característica fundamental del virus VIH está en su ciclo reproductivo. Se introduce en la célula en forma
de provirus, interacciona sobre la célula huésped infectada alterando la secuencia del genoma celular y, de
este modo, produce lesiones genéticas celulares. Para ello, posee un genoma básico formado por RNA que
está constituido por los genes gag, pol y env y un elemento fundamental: la enzima transcriptasa invertasa o
DNA polimerasa que permite transcribir el RNA viral al DNA celular. De esta forma, el virus es capaz de
recrearse y multiplicarse utilizando la célula huésped para producir sus viriones y de este modo acabar
destruyendo a la célula.
Es importante conocer que estos nuevos viriones presentan una gran variabilidad genética en relación al
virión original que penetró en la célula 2. Esta es la razón por la que, aunque se generen gran cantidad de
anticuerpos, la capacidad de acción o de neutralización hacia el virus es limitada, lo que facilita que la
enfermedad progrese y que sea más difícil encontrar una vacuna eficaz.
Las células T4 infectadas empiezan a replicar el virus, presentando además en su superficie las
glicoproteínas virales que tienen gran afinidad hacia los receptores CD4. Hay que recordar que este proceso
de infección afectará, no solo a los linfocitos T4, sino también a todas aquellas células que dispongan de
receptores CD4 en su membrana. Independientemente de que la primoinfección haya sido o no
asintomática, la enfermedad entra en un período de latencia variable, en la que la persona es
potencialmente transmisora de este virus. Cuando se deteriora la inmunidad celular y disminuyen los
linfocitos T4 comienza la fase clínica de la enfermedad 3,4.
En general, tras la infección por el VIH, en pocas semanas se instauran los síntomas de una infección aguda,
similar a los síntomas de la mononucleosis infecciosa, que desaparece en unas 2 semanas. Este período
coincide con una leve disminución de los linfocitos T4. Tras esta fase aguda se inicia el denominado período
de latencia o de portador asintomático caracterizado por la presencia de anticuerpos y la ausencia de
sintomatología clínica que puede durar hasta más de 10 años. Durante este período, el virus va
desestructurando el sistema inmune aunque la cifra de linfocitos parezca normal5.
Las pruebas de diagnóstico a realizar para comprobar si el paciente está infectado por el VIH son:
La infección inicial puede no producir síntomas. Algunas personas no desarrollan sintomatología alguna
entre la infección y el desarrollo de sida. Además de los síntomas mencionados a continuación, se pueden
desarrollar muchos otros.
Síntomas principales
6. Complicaciones
La complicación más importante en estos enfermos es la desnutrición. Es uno de los aspectos más debatidos
y estudiados por aparecer en algún momento del desarrollo de la enfermedad, pudiendo afectar en
diferentes grados de severidad, a entre un 50% y un 90% de las personas infectadas por el VIH6. El estado
nutricional del paciente con infección por VIH está estrechamente relacionado con la supervivencia7.
Otras complicaciones:
El sida presenta infecciones oportunistas a causa de la deficiencia inmune del enfermo. Muchas de estas
infecciones son difíciles de tratar y requieren una terapia indefinida para evitar posibles recaídas:
Conseguir una salud nutricional y prevenir la malnutrición son esenciales para mantener los resultados de
salud positivos en los enfermos por VIH. El tratamiento nutricional debe incluirse como un componente
esencial en la asistencia primaria8. Para poder determinar el tratamiento nutricional, se deberá conocer antes
el estado nutricional del paciente. Para poder valorarlo, se abordará desde cuatro puntos diferentes:
• Promover un estado nutricional óptimo para favorecer el funcionamiento del sistema inmunitario.
• Frenar la pérdida progresiva de peso y de masa muscular provocada por la infección del VIH.
• Reducir y frenar las consecuencias de las infecciones oportunistas.
• Mejorar la respuesta a la medicación y a las terapias propuestas.
• Mejorar la calidad de vida de los pacientes, tanto física como psíquica.
Necesidades nutricionales
Es difícil precisar las necesidades nutricionales de estos enfermos debido a que éstas varían dependiendo
del estado en el que se encuentre, si están en un periodo asintomático o si presentan algún tipo de
complicación. La pauta nutricional debería tener en cuenta los siguientes parámetros:
• Energía: las necesidades energéticas dependerán del estado nutricional del paciente, su estado de salud
al momento de la infección, de la progresión de la enfermedad y de las complicaciones que el enfermo
pueda tener. Se ha estimado que estos pacientes requieren una media de 40-50 kcal/kg/día. Las
necesidades basales se pueden calcular mediante la fórmula de Harris-Benedict modificándola según la
actividad, el estrés o fiebre. Si además este paciente ha de recuperar peso, habrá que añadir entre 500 y
1.000 kcal al día. No obstante, en la práctica, si el paciente puede alimentarse por sí solo y con alimentos
convencionales, no es nada fácil llegar a las necesidades energéticas únicamente mediante este tipo de
alimentación; por este motivo se suele recurrir a los suplementos de nutrición enteral.
A todo ello se ha de añadir el hecho de que el apetito de estos pacientes está muy reducido, lo que
dificulta con creces el logro de los requerimientos nutricionales en general. Sin embargo, siempre es
preferible fomentar la autonomía del paciente y, por tanto, el consumo de alimentos convencionales.
• Proteínas: las dietas ricas en proteínas podrían con seguridad favorecer un balance de nitrógeno positivo
y una restitución de la masa corporal magra. Se estima, que para preservar la masa muscular se
necesita un aporte de 1,5-2,0 g/kg/día. Cuando la situación es hipercatabólica, se pueden necesitar
hasta 2 g/kg/día. La arginina y algunos nucleótidos desempeñarían un papel importante en el
metabolismo alterado que presentan las personas con sida.
• Grasas: son de gran ayuda para conseguir aumentar el aporte energético con cierta facilidad, pero si el
enfermo tiene infecciones, el uso de este macronutriente puede estar contraindicado. Si el enfermo
padece malabsorción, estará aconsejado el uso de aceite MCT. Sin embargo, en caso de
hipertrigliceridemia, pueden estar contraindicados por la capacidad que tienen de aumentar los
triglicéridos, pudiendo desencadenar una pancreatitis. Se debe asegurar el consumo de ácidos grasos
esenciales como los ácidos grasos w-3. Determinados estudios muestran que una combinación de ácidos
grasos w-3 junto con aceite MCT mejora la función inmunitaria y resulta menos inflamatoria que los
ácidos grasos w-3 comunes 9,10.
Fresenius Kabi España, S.A. – www.fresenius-kabi.es/nutrionenteral SIDA / Página 6
• Líquidos y electrólitos: es necesario mantener una buena hidratación para asegurar el equilibrio
hidroelectrolítico. Un buen aporte puede ser de 30 a 35 ml/kg, con cantidades adicionales para
compensar las pérdidas que puedan darse debido a diarrea, náuseas, vómitos, fiebre, sudoración ...
También se recomienda la reposición de electrolitos (sodio, potasio y cloruro) en caso de diarrea y
vómitos. Para ayudar a lograr el aporte calórico necesario, es recomendable que todos los líquidos que se
consuman aporten, además, calorías en cantidad considerable. (zumos, lácteos...)
• Vitaminas y elementos minerales: se deben valorar las necesidades específicas en cada paciente y si se
administra algún fármaco que pueda interaccionar con la adsorción de alguna vitamina o elemento
mineral. Hay estudios recientes que han comenzado a identificar las necesidades específicas de estos
nutrientes en esta serie de pacientes. Se ha identificado la necesidad de aumentar los aportes de ciertos
micronutrientes como: betacaroteno, vitamina E, vitamina B12, B6, ácido ascórbico y ácido fólico 12-14.
Aunque por ahora se desconocen los requerimientos exactos de estos micronutrientes, se sugiere a
aquellos pacientes que no tiene una dieta adecuada, la suplementación de vitaminas y minerales que
proporcionen entre un 100 y 200% de los requerimientos diarios (DRI) 15.
Recomendaciones alimentarias
Estas recomendaciones serán diferentes según la situación del paciente infectado por VIH y de su estado
nutricional. Básicamente se dividirá en dos bloques, dependiendo de si está en un estado asintomático o
sintomático, de las infecciones que puedan aparecer o el desarrollo de tumores malignos o demencias en
situaciones terminales.
Infección asintomática
Las recomendaciones alimentarias para este tipo de pacientes infectados por el virus VIH pero que no
presentan sintomatología alguna, será replantear su alimentación y orientarla hacia una dieta equilibrada. Es
importante predisponer al paciente para etapas o estadíos posteriores, procurando que tome conciencia de
la importancia de una correcta nutrición en la evolución de su enfermedad.
En muchas situaciones el paciente presentará un estado de malnutrición siendo necesario adoptar medidas
correctoras a través de una dieta en la que se aumente el aporte proteico-energético y la adición de
suplementos vitamínicos y/o minerales. Deberá comprender que tendrá que adoptar unas normas higiénicas
superiores para evitar el riesgo de toxiinfecciones alimentarias que pueden ser frecuentes y suponen un alto
riesgo.
Infección sintomática
Desde la aparición de los primeros síntomas hasta que se desarrolla completamente la enfermedad, el
paciente pasará por toda una serie de etapas o complicaciones diversas. Las pautas alimentarias se
adaptarán a la evolución del proceso. No obstante, existen problemas que pueden afectar con mayor o
menor intensidad a todos los enfermos de sida:
Muchos de estos trastornos influirán directamente en el acto alimentario, pudiendo ser válidas las
sugerencias realizadas para los pacientes con cáncer. (ver Complicaciones del Cáncer).
Cuando las ingestas alimentarias por vía oral no satisfagan las necesidades nutricionales del paciente, se
recurrirá a los preparados de nutrición enteral.
Los pacientes infectados por VIH son especialmente vulnerables a todo tipo de microorganismos, incluyendo
los vehiculizados a través de los alimentos. La precaución rigurosa y una buena higiene alimentaria podrá
establecer un cerco de seguridad en relación con algunas infecciones oportunistas 15 .
8. Nutrición Enteral
Sería recomendable iniciar la suplementación enteral lo más precozmente posible. Cuando los pacientes
hayan desarrollando malnutrición, ya sea por una inadecuada ingesta o por malabsorción de nutrientes, la
respuesta al soporte nutricional será mejor que cuando el paciente ya haya desarrollado un estadío de
caquexia.
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• Ciberperiódico de medicina:
www.ttmed.com/sida/aids_page.cfm?ID_dis=31&ID_cou=20&var_gif=sida_spn.gif&var_x=35&var_y=14
Información médica relevante en el campo del SIDA de manera fácil. Página elaborada por un equipo
nacional e internacional. Permite hacer consultas por e-mail.
• AEGIS: www.aegis.com/topics/sida
enlaces, información, prevención, etc.