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A setenta años del Nobel: el legado político de Gabriela Mistral que Chile no quiere reconocer

Gabriela Mistral fue profesora antes que escritora, y es que la educación jugó un rol
fundamental en su vida. Sus capacidades traspasaron fronteras, y fue invitada por el gobierno
mexicano a colaborar con la reforma educacional y la creación de bibliotecas populares en 1922.

Fue presentada como la “Reina de la Poesía de toda América Latina”por el Rey Gustavo de Suecia.
Un reconocimiento que salió a la luz un 10 de diciembre de 1945 y que convirtió a Lucía Godoy
Alcayagaen la primera latinoamericana en recibir el Nobel de Literatura.

Una noticia que la “aturdió” porque no la esperaba, y es que hasta entonces, todos sus libros
habían sido publicados por primera vez en el extranjero. Seis años más tuvieron que pasar, para
que Chile le entregara el máximo reconcomiendo nacional en las letras, Gabriela no era profeta en
su tierra, y recién en 1951 fue nombrada Premio Nacional de Literatura.

Detrás de los reconocimientos y las pretensiones del mundo literario al que las elites culturales la
invitaban, su pluma transformadora persistió hasta los últimos momentos de su vida, “hay que
medir el país desdoblando los pliegues de la cordillera y volviendo así, horizontalidad lo
vertical”, decía Gabriela Mistral.

Pero su legado más político, el de la profesora de provincia formada de manera autodidacta, más
crítica que cómplice de la educación pública, ha tardado décadas en llegar a la gente que la
inspiró. Da la impresión de que para Chile, es más relevante saber sobre su sexualidad o
escrudiñar en su vínculo maternal con Yin Yin. Gabriela Mistral fue una mujer de su época, una
sociedad que no estaba preparada para el virtuosismo de una mujer sencilla, que sorprendió al
mundo con la fuerza de sus palabras.

Pero nunca es tarde. El investigador Diego del Pozo realizó una importante selección de los
artículos de la poeta que componen Por la Humanidad Futura. Antología política de Gabriela
Mistral, publicado por la Pollera Ediciones. Un trabajo que rescata su posición frente a la
contingencia política, social y del ámbito de la pedagogía.

Sobre la falta de reconocimiento a la obra mistraliana, del Pozo sostiene: “Aparte del conocido
poema Piececitos (Piececitos de niño, / azulosos de frío, / ¡cómo os ven y no os cubren, / Dios Mío!
…) que mayormente ha sido leído como un poema de carácter pueril a pesar de su fuerte discurso
crítico ante la pobreza infantil, el resto de la obra de Mistral aún permanece distante de los
escasos lectores nacionales”.

Y es que el vínculo de Gabriela Mistral con el folklore no fue una relación teórica, el folklore fue
una de las materias que “le formaron el estómago”, decía el investigador Fidel Sepúlveda Llanos,
“era normal. El Valle del Elqui hasta la fecha es un nicho antropológico prieto de folklore. Mitos,
leyendas, ritos, creencias, cuentos, artesanías, etc. Capilaridad entre lo cósmico, lo humano y lo
divino”.
Nada más elocuente para comprender la prosa de Mistral que las palabras del poeta Germán
Carrasco, “nada más lejano al corsé de la métrica preciosista o pseudoperfeccionista que la poesía
de la Mistral: lo de ella es canto sin patrón en el sentido métrico y en el sentido social. O por
decirlo de otra manera, se trata de una vanguardia natural”.

Gabriela Mistral fue profesora antes que escritora, y es que la educación jugó un rol fundamental
en su vida. Sus capacidades traspasaron fronteras, y fue invitada por el gobierno mexicano a
colaborar con la reforma educacional y la creación de bibliotecas populares en 1922.

Su fama de escritora corría de forma paralela, ya que fue ese mismo año en que apareció en
Nueva York, Desolación, su primer libro publicado bajo el alero del Instituto de Las Españas,
dirigido por el crítico literario español Federico de Onís.

Para la poeta, el contacto con el mundo exterior se convirtió así en una oportunidad para mostrar
al mundo su prosa, una extranjera que sabía hablar de la diferencia,”el xenófobo ha ganado la
batalla: ahí está un hombre muerto diciendo, con las facciones de su rostro y con las rigidez de su
cuerpo, que es posible morir en un mundo cristiano, budista o mahometano, sólo porque las
facciones de su rostro difieren de las suyas”, sostenía Gabriela.

Para Mistral, su condición de mujer también la inspiró a levantar un discurso claro en contra de
toda opresión: “y es que a medida que la luz se hace en las inteligencias, se va comprendiendo su
misión y su valor y hoy ya no es la esclava de ayer sino la compañera igual. Para su humillación
primitiva, ha conquistado ya lo bastante, pero aún le queda mucho de explorar para entonar un
canto de victoria”.

Hoy regresa Gabriela Mistral de forma pasajera, vestida de homenajesy celebraciones, pero es
justo acercar sus ideas a quienes las inspiraron, “recuerdo la legión de profesores y maestros que
muestran al extranjero sus escuelas sencillamente ejemplares y miro con leal amor hacia los otros
miembros del pueblo sueco: campesinos, artesanos y obreros”. Así saludaba Mistral al mundo, al
recibir el máximo reconocimiento en las letras

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