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ESTORNUDAR
A Julio Cortázar
Lo que varían son los motivos. En mi caso particular, descontando las veces que lo
hago en obediencia al hambre y al hastío, cada vez que mis ojos tropiezan con la
boca abierta de Cassius Clay en una foto de arrogancia pegada a una de las paredes
de mi casa. soy incapaz de escapar a los impulsos de bostezar por contagio.
Recomiendo en estos casos, a las víctimas de las mismas causas, salir de inmediato
de las penumbras en las que flotan y buscar con la cara en alto la plenitud del cielo
ardiente para que el estornudo suceda en seguidillas y en su más íntima explosión.
Recomiendo de igual manera no emplear esfuerzos innecesarios en sacar el
pañuelo, si se está en Bogotá, es decir, evitar la menor preocupación de parecer
formal o higiénico, pues la mínima interrupción psíquica obstruye la primera ráfaga
de aire, ni esperar que le digan "salud", si se encuentra por fortuna en México.
Cualquiera sabe que estropear unas ganas de estornudar condena a la persona a
vagar en el resto del día con una sensación de placer insatisfecho en el alma, con
una incomodidad física parecida a la que produce una piedrecita en el zapato o una
eyaculación frustrada.