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Capítulo 5 – PNUD Los desafíos de la igualdad

La distinción entre masculino y femenino establece un eje principal en el mapa mental con el cual
las personas entienden su mundo y se orientan cotidianamente en él.

Una parte de las representaciones se hace visible a través del lenguaje cotidiano. Por eso, las
palabras con las que se describe qué es un hombre y qué es una mujer son una buena puerta de
entrada para su análisis  se hizo una encuesta preguntando ¿Cuándo usted piensa en la palabra
mujer, que se le viene a la cabeza? Y lo mismo para el concepto de hombre. Esto dio como resultado
que: las representaciones de los géneros siguen un conjunto delimitado de patrones que no son
arbitrarios, sino que responden a la estructura de la sociedad y a los cambios culturales.

Las representaciones de la mujer


La representación más fuerte que hay entorno a la mujer es enmarcada por los roles de madre al
interior de la familia -familia y maternidad-. Le sigue la imagen de luchadora. También se encuentran
palabras ligadas al carácter positivo de un vinculo afectivo, como el amor, delicadeza, ternura. Todo
lo anterior arroja una imagen muy positiva sobre la mujer

Estas representaciones no se organizan al azar; están asociadas con mayor o menor fuerza a ciertos
rasgos de la estructura de la sociedad como los sexos, las edades o los estratos.

Obviamente, una de las diferencias más fuertes está dada por el sexo de las personas encuestadas.
La imagen que tienen las mujeres de sí mismas no es igual a la que los hombres tienen de ellas.
Ambos grupos tienen una imagen positiva de la mujer, pero ellas la tienen en mayor grado (80%)
que los hombres (70%). A su vez, ambos le dan una importancia central al rol de madre, las mujeres
se definen más como luchadoras mientras que los hombres consideran esta característica como
inferior.

Para los hombres es más central la caracterización de las mujeres en torno al amor, ternura y
delicadeza -vínculos afectivos-, mientras que para las mujeres esta definición no es muy importante.

Síntesis:

 La familia sigue siendo el gran referente que define la identidad de la mujer (tanto para ellas
mismas como para los hombres)
 Las mujeres se tienden a pensar que sus roles familiares definen una identidad vinculada a
la responsabilidad, esfuerzo y sacrificio -luchadora-.
 La identidad de “pareja” no es significativa en este espacio  los hombres reconocen a las
mujeres por su rol en la relación de pareja (amor, delicadeza, ternura) y no las reconocen
por el esfuerzo que realizan al interior de la familia o su esfuerzo personal.

Ahora bien, no existen grandes variaciones en los términos utilizados entre los estratos
socioeconómicos  solo en el segmento más pobre se tiene una valoración más negativa de la
mujer.

Con respecto a la edad: en segmentos con edad más jóvenes empieza a desaparecer la
caracterización de la mujer en torno a la familia y la maternidad  Mientras que en las generaciones
mayores de 65 un 30% de sus imágenes responde a familia, en las generaciones entre 18 y 24 años
ésta es de 20%. En las generaciones más jóvenes también tienden a aumentar otras imágenes
positivas de las mujeres, tales como inteligencia, capacidad e independencia.
Las representaciones del hombre
La representación del hombre se define a partir de los rasgos negativos de su carácter o de las
relaciones que establece.  machista, irresponsable, mentiroso y flojo. En segundo lugar, se define
la concepción de hombre a través de los vínculos familiares que tiene  padre, hijo, hermano, familia.
En tercer lugar, se le identifica con la figura de proveedor  trabajo, trabajador, proveedor.

Los hombres se describen más frecuentemente con palabras tales como trabajo, responsabilidad y
amigo, entre las mujeres esas palabras tienen significativamente menor peso y, en cambio,
sobresalen los términos machista e irresponsable  valoración más negativa de las mujeres con
respecto a los hombres.

Las mujeres ven más en los hombres protección y los hombres en ellos mismos responsabilidad.

Con respecto al estrato socioeconómico: A medida que desciende el estrato, tienden también a
descender sus atributos positivos.  las mujeres pobres son portadoras de la imagen más negativa
del hombre.

Los rasgos negativos tienden a estar más presentes en el grupo de edad de 18-24 años mientras
que las valoraciones positivas aparecen con más fuerzas entre los mayores de 65 años.

Las diferencias en la valoración de ambos sexos se da en: su definición en base a la familia (en el
caso de la mujer, aquella se define por la familia en un 25% mientras que en el caso del hombre en
un 16% de las menciones en la encuesta); en la valoración que se le atribuye a ambos sexos: la
imagen negativa de los hombres llega a un 18% de las menciones, en el caso de las mujeres, solo
un 2% de las menciones reconocen aspectos negativos de esta.

Las representaciones son sistemas de relaciones

Las imágenes de los sexos remiten a una diferencia y, por lo mismo, la definición de uno supone y
produce la definición del otro.  La representación de la mujer se organiza lógicamente incorporando
una imagen de su diferencia y de sus relaciones con el hombre, y viceversa.

El PNUD propone que las definiciones de hombre y mujer son relacionales  quienes asocian a las
mujer por sus vínculos familiares, también asociación al hombre con sus vínculos familiares, a su
vez que las personas que asociación a las mujeres por sus rasgos de carácter positivos, tienen una
imagen negativa del carácter del hombre.

Sin embargo, hay casos en que cada definición tiene puntos de incoherencia producto de los cambios
culturales, sobre todo el proceso acelerado que vive Chile en este aspecto y tbm por los conflictos
de las relaciones de género actuales.

Las cinco representaciones de las relaciones de género en Chile.


Estas representaciones se basan en cinco dimensiones de las representaciones de las relaciones
de género:

1.- Imágenes espontaneas de lo que es un hombre y una mujer.


2.- Autopercepción de las personas y el papel que tienen en ella las relaciones de género  cuanto
ha influido ser hombre o mujer en la vida de cada encuestado.
3.- Identifica las tareas y los roles que cada uno asigna a hombres y mujeres.
4.- Juicio sobre las ventajas y desventajas de ser hombre y mujer en la sociedad actual.
5.- Indaga sobre la representación de la identidad de género homosexual masculina y femenina.
*después se pone a hablar de las ventajas y desventajas del tipo de estudio que realiza  estudio
de las representaciones mediante análisis de conglomerados*

La representación “tradicional” (18%)


Un mundo en orden: la complementariedad de hombre y mujer en sus roles tradicionales es para
quererse y apoyarse.

En este tipo de representación las relaciones de género se organizan sobre la idea de los bienes y
satisfacciones que acarrea la distribución complementaria de los roles tradicionales del hombre y de
la mujer: aquél provee económicamente y establece las relaciones del hogar con el espacio público;
ella cuida el espacio doméstico, sus recursos y sus relaciones  aquí el hombre y la mujer se definen
por su afectividad y por necesitar del cuidado del otro, constituyendo así una unidad dual y
complementaria. Por eso es que la vida en pareja es un ideal; sólo en ella parece posible realizarse
como persona. (el cuerpo y la sexualidad no tienen un papel importante en definir las identidades).

La idea de complementariedad basada en la mutua necesidad otorga escasa importancia a la noción


de autonomía de las personas.  los hombres y las mujeres no existen para si mismos, sino que
para formar familia. Para alcanzar esto, los miembros de la familia deben estar dispuestos a sacrificar
sus proyectos personales con el fin de apoyar a los demás miembros del hogar.

En esta representación hay una valoración muy favorable de los roles y capacidades
tradicionalmente asignados a las mujeres: cuidadoras y administradoras de recursos, mientras que
los hombres: proveedores.

No hay tolerancia con la identidad homosexual, sea masculina o femenina  la diferencia de las
identidades debe cuidarse de muy pequeños.  poca tolerancia a situaciones que se interpretan
como contrarias a la imagen tradicional de la familia (José Antonio Kast kjajjj).

Se mira las transformaciones recientes -nuevas leyes de equidad- con cierto recelo, pues podrían
afectar el equilibrio que se estima natural entre los sexos.

La representación “machista” (18%)


El mundo se rige por la ley jerárquica del padre: los hombres mandan y proveen, las mujeres
obedecen, son madres y esposas.

Aquí las relaciones de género son desiguales porque por naturaleza las mujeres y los niños son
dependientes del cuidado de los hombres, quienes se perciben con mayores capacidades de
mando, autonomía, capacidad de poner orden y de proveer el sustento.

Se le asigna poco valor a los esfuerzos de la sociedad por superar las desigualdades de género.

Esta capacidad para poner orden se ve constantemente amenazada  cuando la mujer sale a
trabajar, los cambios sociales que debilitan la autoridad masculina, la homosexualidad y desempleo.
 el orden debe imponerse, aunque sea agresivamente  miedo como componente importante de
las relaciones familiares.

El acento está en la asimetría de identidades de hombres y mujeres, lo cual es un hecho natural y


que debe ser obedecido. El fundamento de la identidad masculina es el poder conseguido a través
del trabajo y su capacidad de poner orden, se trata de una identidad no elegida. La identidad
femenina es complementaria: madre, cuidadora del hogar y pareja del hombre. Necesite que la cuide
puesto que goza de baja autonomía. En esta presentación, las mujeres no aparecen como
luchadoras y se destacan menos sus rasgos positivos.

Hay más ventajas para los hombres que para las mujeres. Existe una imagen del mundo como un
lugar duro y lleno de amenazas. (sobre todo con respecto al cumplimiento de los mandatos de género
que le asignan (no sé quien, pero son asignados)).

En esta representación se dan las intolerancias más fuertes: que la mujer trabaje fuera del hogar y
especialmente la identidad homosexual masculina y femenina, intolerancia que se expresa de
manera burlona y despectiva.

La representación pragmática (26%).


Juntos, pero no revueltos: se pueden cambiar los roles de acuerdo a las necesidades, pero hay que
mantener las diferencias y la moral tradicional.

Mayor flexibilización producto de las tendencias actuales, tanto las económicas, que imponen la
salida de la mujer al trabajo, como las culturales, que impulsan una mayor igualdad entre los sexos,
exigen una mayor flexibilidad en la distinción de los roles de hombre y de mujer. Pero lo anterior no
significa que se pueda subvertir el orden tradicional  la distinción nítida entre identidades femeninas
y masculinas.

Esta representación elabora una fuerte separación entre los roles prácticos y las identidades
sexuales; los primeros son perfectamente modificables, los segundos no. En este sentido, las
identidades de las personas se definen por una opción en el orden de los valores: hombres y mujeres
son diferentes por su identidad sexual, no por los roles sociales que tradicionalmente se les
adjudican.

Se rechaza fuertemente la homosexualidad masculina y femenina porque se considera una


desviación de las identidades sexuales. (se centra mucho en los roles en la reproducción).

Con respecto a la distribución de tareas, esta representación es liberal e igualitaria, ya que los roles
son convenciones que pueden modificarse según la conveniencia práctica.  ambos sexos pueden
tener los roles que quieran y se afirma una autonomía entre los géneros, pues ninguno requiere ser
cuidado por el otro.

Ser hombre o mujer no trae ventajas o desventajas (ya que los roles y las tareas son distribuidos
independiente del sexo).

La familia sigue siendo el lugar más propicio para establecer los vínculos entre hombres y mujeres,
y es el más eficiente para organizar las cooperaciones prácticas que requiere la vida cotidiana, pero
su definición no es rígida ni se basa sólo en la dependencia o en el sacrificio de unos en favor de
otros.

La representación “luchadora” (15%)


La sociedad es injusta: ellas lo dan todo, pero ellos se llevan las ventajas

Esta representación se traduce en un malestar femenino por la sobrecarga de responsabilidades que


recae sobre las mujeres, y en una fuerte desvalorización de la imagen tradicional de lo masculino.
 representación de mujer altamente independiente. Es autosuficiente, lo cual es una denuncia de
la no cooperación de los hombres. Hay un rechazo al modelo tradicional de relaciones de género
que gira en torno a la familia, obligación que le ha impedido realizar sus propios proyectos.
En esta representación se busca formular una identidad alternativa para las mujeres. No es la
maternidad ni la familia ni los roles domésticos lo que las define, sino su individualidad, su
personalidad y sus valores. Esta representación trasmite una imagen muy positiva de las mujeres.
No se pone atención a los rasgos afectivos.

No se ve al hombre como proveedor porque quien en realidad la que se lleva el peso de la economía
familiar es la mujer.

Las ventajas se la llevan los hombres y esto no es natural, sino producto de la forma en que la
sociedad distribuye las oportunidades.

Esta representación es tolerante con los comportamientos e identidades no tradicionales  aceptan


mucho a los homosexuales no por compasión sino porque viven la misma opresión que ellas. El
divorcio, la convivencia de pareja, matrimonio entre personas del mismo sexo son muy aceptados.

En esta representación se reconoce que la sociedad chilena ha avanzado en pos de la igualdad,


aunque aún falta mucho por hacer.

La representación “liberal” (23%)


En el fondo las diferencias no existen, todas las personas son iguales y son autónomas

En esta representación las relaciones de género son horizontales y hay una amplia tolerancia a las
diferentes identidades. Aquí todas las personas son iguales, y lo que han llegado a ser es el resultado
de sus elecciones personales. Por lo mismo, las identidades, incluidas las de género, no son
naturales ni tienen valor por sí mismas. En general, la vida no se ve afectada por el hecho de ser
hombre o mujer. La realidad de la desigualdad de género no suele ser objeto de crítica porque se
cree que en el fondo esa desigualdad es un anacronismo irrelevante. (Sebastián Piñera).

El foco de esta representación es que los hombres y mujeres son autónomos, tienen las mismas
capacidades. Los roles domésticos y laborales se deberían repartir sin discriminaciones. 
NINGUNO TIENE VENTAJA SOBRE OTRO JEJEOK.

Las identidades de género no los define, sino que sus valores, su personalidad y sus elecciones.

Es la representación más tolerante, por lejos, a las redefiniciones de los roles de género y a la
diversidad de orientaciones sexuales y formas de convivencia de pareja.

Las representaciones de género y la estructura de la sociedad.


A continuación, se describen las correspondencias que existen entre las características
socioestructurales de la población y el tipo de representación que define a las personas.

La representación “tradicional” tiene casi la misma proporción de hombres y mujeres, pero es más
propia de los grupos de mayor edad y del estrato de clase media baja (las mujeres están todo
el día en la casa). Es el grupo menos interesado en la política y tiene un bajo consumo de bienes
culturales. No tiene proyecciones a futuro. Tienen carencia de recursos para realizar proyectos o
emprender actividades autónomas  la familia, la vida doméstica y la pareja son centrales.

El grupo social más afín a la representación “machista” se caracteriza por la fuerte presencia de
hombres, un 70% del grupo, de clases medias y bajas (D-E) y de personas entre 45 y 55 años. Una
alta proporción son casados con hijos y por eso tienen una alta carga de responsabilidades
económicas. Hay mayor presencia de habitantes de zonas rurales, especialmente de la zona sur. Su
educación tiende a limitarse a los grados básicos. Es el grupo más comprometido con la religión,
especialmente de orientación evangélica. Las mujeres que pertenecen a este grupo presentan las
mismas características estructurales que los hombres, aunque tienden a ser de mayor edad y tener
menor nivel educacional. Lo más importante en esta representación es que el hombre sea un buen
proveedor. Este grupo -que se representa con esta concepción “machista” de las relaciones de
género- tienen alta precariedad social e inseguridad, porque solo los hombres trabajan. En ausencia
de otros recursos como educación o capital social, los portadores de la representación machista
apelan al tradicionalismo cultural y religioso para enfrentar sus realidades.

La diferencia entre “tradicionales” y “machistas” consiste en que los primeros encuentran un refugio
en sus relaciones de pareja y en sus vidas domésticas, mientras que los segundos enfrentan solos
las amenazas del mundo social y familiar  por eso deben subordinar a la mujer.

En cuanto a las personas afines a la representación “pragmática”, se distribuyen de manera


relativamente homogénea en las distintas dimensiones estructurales de la sociedad: sexo, edad,
estrato, región, religión, tipo de familia. En este plano su particularidad radica casi exclusivamente
en el mayor grado de inserción en el mundo laboral, especialmente de las mujeres.

Lo que los caracteriza es su conservadurismo moral pero igualitarismo en la distribución de roles.

Sostienen que las mayores posibilidades que se adquieren con la flexibilización de los roles prácticos
deben compensarse con una férrea reafirmación de las identidades, lo que realizan a través de una
fuerte discriminación de la identidad homosexual femenina y masculina.

En el grupo social que sostiene la representación “luchadora” un 75% son mujeres. Además, tiende
a estar compuesto por personas del tramo entre 30 y 40 años, pertenecientes a la clase media-baja
urbana. Tienen enseñanza media completa y estudios técnicos. Su consumo de bienes culturales es
bajo. Su situación familiar es variada, con una proporción de casados menor que los otros grupos,
con excepción de los “liberales”. Aquí se ubica la más alta proporción de separaciones y jefes de
hogares monoparentales de la muestra. Disponen de poca confianza en sus recursos personales
para llevar adelante sus proyectos.

Lo que se observa es la contradicción entre una conciencia y un deseo de mayor igualdad y una
experiencia de dependencia y de discriminación en las relaciones económicas, de pareja y familiares.
 quedando atrás sus sueños de autonomía, provocando frustración canalizada a través de una
fuerte crítica a los hombres, quienes son los responsables de su situación (de frustración).

El grupo más joven de la muestra corresponde a la representación “liberal”, cuyos miembros


pertenecen mayoritariamente a los estratos medios y altos urbanos, en igual proporción de hombres
y mujeres. Aquí se ubica la mayor proporción de estudiantes de la educación superior, aunque un
grupo importante de ellos ya trabaja. Son mayoritariamente solteros, tienen la menor pertenencia
religiosa de todos los grupos y la más baja carga de responsabilidad respecto de hijos o parientes.

Su consumo cultural es el más alto de la muestra. Son igualitarios, liberales, democráticos y


tolerantes frente a los conflictos. Esto los hace optimistas respecto de su situación futura, y se sienten
cómodos con las transformaciones en las relaciones de género.

El análisis de las representaciones de género ha mostrado la existencia de sistemas de significación


relativamente coherentes en la población chilena. Ha mostrado también que hay una heterogeneidad
importante en las representaciones predominantes; es decir, no hay una sola imagen acerca del
significado y la forma de las relaciones de género en Chile.

Las representaciones tienen un fuerte anclaje en la estructura social y en las experiencias subjetivas
de las personas.

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