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Uno de los temas que más dudas suscitan en torno a la postvida es el del suicidio: ¿dónde
van las personas que se suicidan? ¿Atraviesan los mismos lugares espirituales que aquellos
que mueren de manera natural? En este artículo hablaremos en profundidad sobre ello,
aclarando las principales cuestiones que nos han ido planteando a lo largo de tiempo. Junto a
la explicación teórica, iré añadiendo el caso real de una de mis pacientes, Diana, quien
durante su regresión comprobó que en su vida anterior se había suicidado, y todo lo que
siguió a esto en el mundo espiritual, ya que puede ayudar a una mayor comprensión.
El estado vibratorio
Durante el tiempo que estamos en esta vida física, cada uno de nosotros emite una vibración,
la cual va desde los estadios más densos hasta los más elevados. Esta vibración depende de
nuestros pensamientos y emociones, de manera que cuanto más sufrimiento o emociones y
pensamientos negativos tengamos, más baja se encuentra nuestra vibración; por el contrario,
cuanta más tranquilidad interna tengamos y nuestros pensamientos y emociones sean más
agradables, mayor es nuestra vibración. En el lenguaje popular, es frecuente escuchar
expresiones como “tiene malas vibraciones” o “me da buena vibra”, por ejemplo. Aunque estas
percepciones no tienen por qué ser correctas, sí indican que hay una vibración, un “algo” que
emitimos las personas y que es captado por los demás. Las vibraciones personales, en último
término, son el resultado de nuestras emociones y pensamientos, de modo que no son algo
estático, sino que pueden ir variando a lo largo de los días o los años.
La vibración personal es importante en muchos aspectos de la vida física, pero se convierte en
algo fundamental para la experiencia que vamos a tener en el momento de nuestra muerte, en
el cambio que haremos desde el plano físico hasta el siguiente plano de conciencia: el astral.
El plano astral
El plano astral es el lugar que hay inmediatamente después del plano físico, de manera que es
el primer sitio al que vamos tras nuestra muerte. El plano astral está compuesto por siete
subplanos diferentes, cada uno de ellos con su propia vibración. El primer subplano sería el
que tiene la vibración más densa y es al que las religiones han llamado “infierno”. Según se va
elevando la vibración, vamos subiendo se subplanos, hasta llegar al subplano astral más
elevado, el cual da acceso al siguiente plano de existencia: el plano Mental, al que
generalmente las personas se refieren como “cielo o paraíso”.
La vibración y el plano astral de la persona que se suicida
Hemos visto que el plano astral es el primer sitio al que vamos tras morir, y que ese plano
tiene diferentes subplanos, lo que quiere decir que no todas las personas van al mismo
subplano tras la muerte. Por decirlo de modo resumido, todos vamos al plano astral, pero no al
mismo “sitio” de ese plano. ¿De qué depende, entonces, el sitio del astral al que vamos? De
nuestra vibración en el momento de morir. Cada subplano del astral tiene una vibración, una
“sintonía”. Tras la muerte, cada uno irá al subplano del astral con el que más sintonice su
vibración.
Con el paso del tiempo, todos iremos subiendo por los diferentes subplanos hasta llegar al
más elevado, pero el “viaje” será diferente según la vibración. No es lo mismo morir e ir al
subplano más denso y desde ahí comenzar a subir que morir y pasar directamente a un
subplano más elevado.
Con todo lo que hemos visto anteriormente, no es difícil entender que la persona que se
suicida tiene, en el momento de la muerte, una vibración densa, baja, la cual se ha producido
por sus pensamientos y emociones de dolor, sufrimiento e inconsciencia. Tras su muerte, irán
a un subplano de vibraciones similares. Si observas, nadie los lleva allí ni los castiga, somos
cada uno de nosotros quienes por nuestra vibración vamos a un lugar diferente. Los
subplanos densos no están hechos para que suframos, sino que están adecuados a nuestro
nivel de consciencia. El dolor o el sufrimiento que allí podemos experimentar no viene de
fuera, nadie lo impone, sino que surge desde nuestro interior. Por decirlo de un modo claro,
somos nosotros quienes nos castigamos, quienes nos arrepentimos. Y una vez que ese
sufrimiento pase, podremos ir evolucionando hacia los planos superiores. Nadie nos retiene
allí.
Tras esta escena, mi paciente continuó su viaje por el plano astral. Sin embargo, estas
vivencias fueron bloqueadas por su Guía Espiritual, el cual le dijo que no era necesario
recordar todo lo que sufrió durante el tiempo que pasó allí.
En este punto, los seres queridos pueden ayudar a que la persona desencarnada se sienta
algo más aliviada, una tarea que no es nada fácil, pero que es posible a largo plazo. Si los
seres queridos entienden que no son los culpables del suicidio, si comprenden que esa
persona sigue viva y está cerca de ellos, ella sentirá ese entendimiento desde el sitio en el que
se encuentra, y en lugar de generarle dolor, se sentirá un poco más aliviada. También puede
hablarse con ella, puesto que desde el plano astral nos pueden escuchar. Se le puede
tranquilizar, acompañar, tal y como si estuviese con vida física. Cometió un error, lo sabe, y
ahora necesita comprensión.
Notas
(*) Aquí no se contempla el aborto ni el homicidio involuntario, temas muy diferente al del
asesinato desde una perspectiva espiritual.
(**) Aquí no se contempla el no-mantenimiento de la vida física por vías artificiales o la
eutanasia, dos asuntos muy diferentes al suicidio a nivel espiritual.