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23 de diciembre de 2013.

Micaela:

Querida hija, te escribo la presente sabiendo que no podrás leer por lo menos estos años próximos
tempranos.

Tal vez cuando llegues a leerlos, estaremos juntos o aquellos raídos muros de la distancia persistan en
separarnos. Mi corazón late optimistamente y caminaremos juntos por las calles y campos de la libertad.

Veremos el cielo con aromas de flores de nuestro jardín, de la mano reiremos y lloraremos
infinitamente; observaremos bailar lentamente en las hojas a los caracoles; me animaría y tal vez digo
me animaría a contarte, tramo a tramo una aventura de hadas y monstruos, de héroes y villanos, de
bestias y ángeles.

Debo empezar por confesarte hija, que te convertiste en la fuerza de mis pensamientos, luz de aquellas
incontables "te quiero papito" y tus "te quiero mucho", frases intensas inmediatamente seguidas de
aquellos tus inmensos abrazos y besos.

Si de mis rostros arrancaban unas gotas tristes de lluvia por cada uno de tus recuerdos, pero fueron
gotas que en esos días grises se convertían en arco iris de mis interminables hojas de colores; fuiste brisa
refrescante en agobiantes días de calor, fuiste, eres y serás la llave de mi corazón.

¿Te acordás? Cuando me contabas por teléfono que empezaste a escribir: Mi- ca-e la?

También buscaremos viejas conclusiones tuyas. Una cicatriz dejó en tu alma el día cuando caminaste
junto a tu madre, horas y horas, viajaron en tren, en ómnibus, momentos que se hicieron interminables
en tus pequeños pies, llegaron y sin misericordia alguna no te permitieron verme. Yo apreté el corazón
cuando tu mamá me contó que en su regreso tú habías llegado a una conclusión: que policías y piratas
me tenían secuestrado, insistías en ello por más explicación que te daba que estaba ahí por trabajo. Tú
ya tenías la certeza que te habían arrancado de mí.

Pese a que llueva intensamente y el cielo sea inmensamente gris, siempre sale el sol, es la ley de este
mundo y esta vida. Quiero que leas estas cartas no para que te pongas triste, ni tampoco asome en tu
corazón rencor alguno.

Son palabras que testimonian que luché, lucho y lucharé para volver a estar juntos. Si al cielo se le
antojara partirse en mil pedazos. Yo construiría otro para ti.

En esta historia quiero que descubras porqué hay perseguidos y perseguidores, de caminos y no
caminos, que sepas que las historias tienen caminos siempre de solución; pese a la tozudez de no
buscarlas, la realidad las da.
Estas historias son de logros y posibilidades, de caminos y caminos y que si tu voz es la voz de otros, el
uno se hace multitud y lo que solo fue una posibilidad se tornará en realidad

Tengo la certeza que llegarás a leerlas junto a mí, y estas cartas amarillas sólo serán recuerdos,
testimonios que conmigo caminaste y seguís caminando y junto a ti hoy caminan muchos más que ayer.

HISTORIA I

PARA QUE CONOZCAS EL ORIGEN

Donde se cuenta la vida de dos granjas vecinas.

La historia cuenta que eran dos granjas con historias símiles.

En aquellas tierras estaban hermosos animales haciendo lo que sabían hacer o les designaban hacer.

Los bueyes, los caballos y vacas trabajaban el campo, las ovejas, las mulas, los cerdos, las gallinas
producían alimentación y economía.

De las ovejas sacaban la lana para vestir, las mulas giraban el molino de trigo, las gallinas daban
diariamente huevos y a los cerdos solo se los veía engordar y engordar... Pero algunos eran los que más
hablaban. Los gallos daban la hora, las palomas anunciaban diversas noticias y también lo hacían los
loros y diversos pájaros.

En las dos granjas los animales tenían los mismos roles o parecidos, los loros sólo repetían la
información oficial de la granja, eran bienvenidos, las palomas y algunos pájaros daban su versión de las
noticias, alguna de ellas, la mayoría vivían junto a la casa de los dueños y tenían entonces la visión de
ellos. Los otros pájaros eran libres y conocían las voces de todos los animales, conocían de sus quejas, de
sus dudas, de sus tristezas y de sus anhelos.

En estas tierras que las llamaban Américas, se cuenta que eran antes de un solo dueño que había venido
del otro lado del mundo para criar y ganar para sí y llevar casi todo para el otro lado del océano.

Cuentan que estas granjas se rebelaron y los animales se habían unido para liberarse. Lo hicieron, pero
vinieron otros por la lana y el guano y el salitre de las playas y la granja del norte que fue un ejemplo de
liberación, aprendió y le gustó dominar a otras granjas y hoy muchas granjas del sur son dominadas por
este nuevo dueño.

Cuéntase también que algunas granjas intentaron e intentan liberarse nuevamente.

Esta es la historia de aquellas palomas y pájaros que hicieron de la información su oficio y trabajo, no
por industria sino por su fe

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