Você está na página 1de 8

Sistemas Políticos Latinoamericanos

Comparados

COLOMBIA

Alumnos: Alejandro Castrillo


Paulo Vignolo
Cuando encaramos el estudio del sistema político colombiano, vemos que la caracterización
del mismo es constante en torno a dos cuestiones: el bipartidismo y la violencia.
Por un lado los textos analizados refieren al sistema de partidos colombianos, siempre
hablando de la importancia que han tenido, tienen y podrán seguir teniendo los dos partidos
más importantes, el liberal y el conservador
Por otro lado la violencia es un fenómeno paradójico o raro en si, pues no es nada fuera de lo
común encontrar autores que presentan al régimen colombiano como uno de los mas estables
institucionalmente hablando en América del Sur y donde la interrupción mas importante que
alguna vez hubo (1953-1957) fue propiciada por la misma clase política y respondió a sus
intereses. Lo curioso del caso es como puede coexistir dentro de un mismo régimen, por un
lado, la inestabilidad que supone toda violencia (y mas si esta es organizada y se mantiene en
el tiempo, como el caso colombiano) y la estabilidad política a la que hicimos mención.
Caracterizar al régimen político requiere de un desarrollo histórico de las fuerzas
participantes, metodología que a la vez nos permitirá ir deslizando los conceptos presentes en
la bibliografía, sumamente importantes para entender el desenvolvimiento del mismo y las
transformaciones que ha sufrido a lo largo de la historia.

El Siglo XIX
La controversia que surgió tras la remoción de las instituciones coloniales dio como resultado
la formación de dos “partidos” políticos. Por un lado estaría el Liberalismo, asociado al
cambio y el Conservadurismo, asociado a la permanencia del status quo. Como es sabido,
estos serán fenómenos que se darán a lo largo de toda América Latina. Pudo ser difundida
entre la población una ideología de pertenencia a uno u a otro partido por las elites,
especialmente en la movilización de las peonadas hechas por los terratenientes en cada
colectividad, demostrando el hecho de que la primera apropiación de la cuestión partidista
por los sectores populares estuvo atada a las relaciones de dependencia y vinculo personal
propio de sociedades tradicionales y rurales (participación que se hizo mas dinámica con la
participación en las guerras). De un enemigo abstracto en un principio, este se fue
concretando más y más a lo largo de las generaciones, siempre gracias a los enfrentamientos.
En este periodo hubo numerosas guerras civiles (1860, 1876, 1885, muchas de ellas
significaron una reconstitución política y legal del país) las cuales diseminaron en la sociedad
la idea de pertenencia al partido bajo las banderas del cual se luchaba, desarrollándose así una
adscripción sectaria a lo largo de las generaciones.
Los partidos jugaron para ese entonces un papel importantísimo en la formación nacional del
SXIX. Las ideologías, las cuales fueron base de ese proceso (pues la integración por el
desarrollo económico no había podido darse) eran expresadas por medio de estas
agrupaciones, que si bien estaban empapadas de regionalismos estaban unidas nominalmente
a nivel nacional. Este proceso de federación de partidos regionales comenzó a manifestarse en
el terreno nacional a partir de la Regeneración que surgió con la Constitución de 1886 y el
surgimiento de la Republica de Colombia. En ese sentido es que se afirma que fueron las
instancias claves para forjar la nacionalidad y para establecer nexos perdurables en un país de
regiones separadas no solo por las distancias y las dificultades geográficas, sino también por
sus actividades económicas, sus rasgos culturales y sus modos de vida1. Aunque haya existido

1
“Así como jugaron un papel básico en la formación de una identidad nacional, lo hicieron por medio de procesos que
tendieron a la división y al antagonismo, generando una dinámica de enemistad irreconciliable (…). De ello quedaría, sin
embargo, un legado perverso en tanto hay una incapacidad histórica y crónica para superar el sectarismo y aceptar al
opuesto, al rival político, al que compite por el poder” en Dávila Ladrón de Guevara, Andrés y Botero Jaramillo, Felipe;
cierta diferenciación en cuanto al centralismo o federalismo, al proteccionismo o al
liberalismo, al orden social laico o católico, lo cierto es que esos rasgos no permiten plantear
una ruptura clara que agrupe a las facciones de manera sostenible.
Aun así no es posible negar que cierta adhesión al orden colonial y una menor proclividad a
adoptar nuevas corrientes políticas, económicas e ideológicas caracterizara en gran parte al
Partido Conservador (asociado por ello con los terratenientes), mientras que el Partido
Liberal será considerado mas dinámico frente a los cambios y nuevas corrientes y poseerá una
mayor afinidad con los sectores medios y en ascenso (he ahí su dinamismo).
Dicho esto y no por ser redundantes, sino por que es un punto en el cual la bibliografía hace
hincapié, estas no serian las cuestiones que darían el punto de quiebre entre un partido y el
otro (misma nota, misma pagina).
Cabe mencionar que los partidos históricamente han estado atravesados por diferencias
regionales y hondamente divididas en facciones (faccionalismo y regionalismo que
encontrarían un límite en los liderazgos de los “jefes naturales”, líderes con alcance nacional
frente a los cuales se subordinaban las expresiones regionales
A partir de la segunda mitad del SXIX y con los diversos conflictos los partidos profundizaran
su influencia en la arena política y su arraigo en la sociedad hasta volverse los ámbitos
centrales de la política en el régimen colombiano.

Siglo XX
Lo dividimos en tres periodos:
a) primera mitad del siglo
b) el periodo de la Violencia
c) la época del frente nacional y su desmonte hasta el momento de actual.

a) durante esta etapa los rasgos que observamos en el SXIX se conservan y consolidan. Luego
de la Guerra de los Mil Días se dará una etapa de Hegemonía del Partido Conservador hasta la
década del ’30, hegemonía amparada por la Constitución de 1886 y que a la vez necesito de
una guerra para afianzarse.
En 1930 el Partido Liberal derrota al Conservador y termina con ese periodo hegemónico.
Entre sus filas se encontraban líderes y seguidores movidos por las ideas socialistas que se
habían manifestado en la década del ’20. Un proyecto reformista llevado a cabo en 1936,
conocido como la “Revolución en marcha”, que si bien era bastante moderado, logro
cuestionar el orden oligárquico prevaleciente, generar alarma y provocar en los sectores de la
elite una ruptura interna. Se había roto con ello el ciclo coalición – conflicto- coalición que
venia desarrollándose y se daba lugar al recurso a la violencia.
Se dan los dos gobiernos de Alfonso López Pumarejo (1934-1938 y 1942-1945), del Partido
Liberal, durante los cuales se establecen las mencionadas reformas. Su segundo gobierno se
vio acosado constantemente por el partido Conservador, por lo cual se vio obligado a
renunciar. En 1945 se impuso el candidato conservador Mariano Ospina Pérez. Este comenzó
su gobierno con una participación paritaria de los partidos tradicionales en el gabinete
ministerial y en algunos puestos de la burocracia. Jorge Eliécer Gaitan, líder opositor liberal,
rompió en 1947 la colaboración con el gobierno. Ya para ese entonces el clima de conflicto
político era conocido en varias regiones del país y era instigado por Laureano Gómez, líder del

"La compleja modernización de los partidos más antiguos en América Latina", en Cavarozzi, Marcelo y Abal Medina (h)
(comp.), obra citada, Rosario, 2003
partido Conservador, así como también desde sectores gubernamentales, sin que pudiese
consolidarse una capacidad de control de la situación desbordante.
Por su lado el Liberalismo, bajo la movilización populista del gaitanismo, se orientaba a la
protesta, y a cooptar tanto a los liberales como a fuerzas populares del conservadurismo. Así
llega el 9 de abril de 1948, cuando Gaitan es asesinado y se da el “Bogotazo”, el cual repercute
en muchas ciudades del país.
Los intentos de coalición que fracasaron, el arrinconamiento del conservadurismo y la
violencia creciente desembocaron en la elección de Gómez como presidente en 1950, previa
abstención del liberalismo.

b) La Violencia (1948- 1963)


Este periodo es imposible de comprender si no se tiene en cuenta la profunda presencia de los
partidos y las diferencias entre los mismos a lo largo de la sociedad colombiana. Según cierta
historiografía oficial, esta habría sido ante todo una lucha entre las dos organizaciones
partidarias, cuya raíz habría estado en las grandes e irreconciliables diferencias ideológicas y
programáticas, que se habían agravado con el Liberalismo en el poder y sus políticas
reformistas. Pero este punto de vista es insuficiente, pues si bien se puede hablar de una
violencia a nivel nacional liberal-conservadora, dirigida, en parte, por las elites partidarias, en
realidad hay que llevar a cabo el análisis teniendo en cuenta una regionalización de la
violencia, pues hubo zonas mas afectadas que otras (las mas afectadas fueron de índole rural).
A la vez existieron distintos tipos de violencia (familiares, ideológicas, etc) en un contexto
donde el Estado fue incapaz de hacer dialogar a las partes (pues el Estado era un reflejo de esa
relación bipartidista, por ese entonces)
La Violencia volvía a instaurarse como mecanismo de interrelación entre los partidos,
dividiéndolos según instancias regionales y locales; azuzando también la división
intrapartidista. Este faccionalismo tendría que ver con la falta de disciplina partidaria, la
carencia de una fuerte institucionalización partidaria, con la importancia de las lealtades
personales (la relación patrón – cliente es la característica principal de la vida partidaria
colombiana según Dix) y la independencia de los políticos respecto a los lideres del partido.
La coyuntura del golpe militar de 1953 sintetiza un largo periodo de proselitismo con los
militares por parte de los partidos, un desarreglo en el control político de la sociedad desde el
Estado y el temor de la clase política a las reformas constitucionales programadas para la
aprobación de la Asamblea Nacional Constituyente (ANAC).
El proyecto de reforma constitucional buscaba superar el problema de perdida del control
político por causa de la violencia. Se busco un cambio de régimen similar al de la España
franquista, que tendría como resultado el control estatal sobre la sociedad y frenaría el
proceso de movilización social. Este proyecto no prospero ante la posibilidad de que
terminase con el juego de rotación y con el manejo burocrático que suponía el bipartidismo,
por lo cual la formula alternativa que solucionase a la vez el debilitamiento de las
instituciones de control político y el peligro antidemocrático fue la opción militar. Lo curioso
de esto es que si bien un gobierno militar supondría un cambio de régimen, este, dada la
tremenda fortaleza del bipartidismo para canalizar cualquier proceso social de significación,
podría ser dirigido y controlado como transitorio. De esta manera el cambio de gobierno no
significaba potencialmente un cambio en las reglas del juego político, sino, más bien, una
pausa para su reorganización. En ese sentido, es importante pensar cuanto podemos hablar
de un cambio o una continuidad en la dinámica del sistema dado el golpe…
En el ’54 la ANAC reeligió formalmente al Grl Rojas Pinillas para un periodo presidencial de
cuatro años. Los años ’55 y ’56 fueron de un agitado juego político. El liberalismo bajo la
dirección de Lleras Camargo formaba una nueva coalición bipartidista. En 1957 el Grl huye
del país, debido a la inestabilidad y presión a su gobierno por parte de estudiantes y de una
movilización política cada vez mayor. Se conformo una junta militar, la cual se subordino a los
dictados de los jefes naturales de la política. En este periodo se fueron definiendo los puntos
que llevarían al acuerdo frentenacionalista.

c) Los partidos y el Frente Nacional.

El liberal Alberto Lleras Camargo y el conservador Laureano Gómez firmaron el pacto de


Benidorm el 24 de julio de 1956 para dar inicio al Frente Nacional en el cual los partidos se
turnarían la presidencia y se repartirían la burocracia a los diferentes niveles de gobierno en
partes iguales.
En 1958 se llevaron a cabo las elecciones para el Congreso y para la Presidencia, siendo
Camargo quien inaugure, como presidente, el nuevo régimen político de coalición con
respaldo constitucional.
Este acuerdo debe ser explicado y entendido mas allá de lo que realmente fue en los hechos, se
debe entender el porque del mismo.
El pacto es amplio, e incluye muchos detalles para hacer viable la repartición del poder a
partes iguales, mientras se elimina la desconfianza ante el enemigo irreconciliable (el otro
partido) y se recupera el poder cedido muy temporalmente a los militares. Pero esos rasgos
que lo hacen posible, lo hacen rígido, inflexible, por ello difícilmente adaptable a situaciones
cambiantes y a la representación de los intereses contrapuestos de los distintos sectores
sociales. Todo ese inmovilismo abrirá paso para que las prácticas clientelistas se afiancen en
el ámbito del Estado.
En primer lugar el pacto permitió que los dos partidos volviesen al poder y cumplió con el
cometido de superar los factores que propiciaban el recurso a la solución violenta de los
conflictos interpartidistas, que, como ya hemos dicho, había sido la situación normal durante
La Violencia.
No obstante esto se dio a un costo muy alto, pues tenia un carácter excluyente y no respondía
a las demandas de los sectores populares y medios en auge (condujo a una restauración
conservadora y llevo a una sociedad bloqueada), producto de la modernización y urbanización
de la sociedad. Dio por lo tanto lugar a una nueva forma de conflicto: las guerrillas
antisistema y de corte marxista.
Por otro lado reemplazó la adscripción sectaria e irrestricta, heredada de generación en
generación por la práctica clientelista potenciada, los líderes políticos locales se convirtieron
en intermediarios entre el Estado, el dador de recursos, y la comunidad, quien pagaba por
medio del voto.
A la vez, el clientelismo agudizo el faccionalismo, no por cuestiones de organización
partidista, programáticas o ideológicas, si no más bien por la lógica de la maquinaria
electoral. Aun así, los líderes naturales tuvieron peso a nivel nacional, el cual fue decreciendo
a medida que pasaron los años.
En “La compleja modernización de los partidos más antiguos en América Latina" de Dávila
Ladrón de Guevara y Botero Jaramillo se habla de aspectos que fueron claves en la
redefinición de los partidos. En primer lugar la vida política pareció congelarse, mientras la
sociedad y la economía cambian muy aceleradamente. Un segundo aspecto fue el traslado de
la competencia interpartidista al ámbito intrapartidario, lo cual implico la consecuente
fragmentación. Un tercer aspecto fue el hecho de impedir que se generen apoyos mayoritarios
a favor del poder ejecutivo. Un cuarto aspecto fue la generación de un sistema político
distante de las demandas de la sociedad y preocupado casi exclusivamente por la repartición
del poder y la competencia con las otras fracciones, vaciándose de contenido la función de
representación (que hace a la crisis de legitimidad partidaria). Un sexto aspecto muy
importante, que también explica en parte el surgimiento de grupos antisistema 2, fue la
eliminación de la competencia abierta y legítima y por ello la posibilidad de que una oposición
política ejerza sus funciones. Se traslado el conflicto a los márgenes del sistema, por lo cual se
desarrollo fuera de las reglas del mismo. Como aspecto positivo se puede mencionar la
creación de unas reglas para el juego político que eliminaron la incertidumbre entre los
actores.
Todo ello llevo a que los partidos no se modernicen ni se volviesen representativos, dejando
sin canales de expresión y tramitación graves problemas de la sociedad.
Al Presidente Camargo le sucedió Guillermo Leon Valencia en 1962, por parte del partido
conservador (cuyo mandato se asocia con la culminación de la etapa histórica de la Violencia).
Para ese entonces emergía en el liberalismo el liderazgo de Carlos Lleras Restrepo. En 1961 se
organizo el movimiento de la ANAPO (Alianza Nacional Popular) del Grl Rojas Pinillas que
representaría una competencia en las sucesivas elecciones al monopolio del bipartidismo. En
las elecciones de 1966 la Anapo mostró su continuo crecimiento, obteniendo el 28% de los
votos. Así y todo fue elegido como presidente Lleras Restrepo. Su gobierno fue el intento mas
claro de echar a andar en el país un proyecto político burgués. Pero fracasó, originando con
ello la crisis del nuevo régimen político. Su principal error fue ignorar el recurso de la
movilización social, explicable en el temor que despertaba en las elites la movilización
populista de la Anapo.
Continuaría la dominación de los partidos tradicionales que se expresaría en las presidencias
de Miguel Pastrana Borrero (conservador) en 1970- 1974; de Alfonso López (liberal) 1974-
1978 y de Julio Cesar Turbay (liberal) entre los años 1978-1982.
En este periodo la lealtad partidista que les había permitido a los partidos ganar elecciones y
seguir en el poder se fue deteriorando lentamente. A partir del ’50 su capacidad de
movilización empezó a desvanecerse surgiendo en su lugar la movilización basada en el
clientelismo. 3
Ya para el gobierno del presidente Belisario Betancur (1982-1986) se planteaba la necesidad
de una alternativa de reorganización política nacional. La crisis de legitimidad y prestigio del
régimen político como efecto de un complejo procesos político en cuyo centro se ubica la
despolitización liberal conservadora generada por el Frente Nacional creó la necesidad del
replanteamiento de las reglas de juego. Con el gobierno de Betancur se busco el primer
intento de respuesta real a la misma, aunque fue frustrada por las características del mismo
régimen.

2
En referencia al Ejercito de Liberación Nacional, ELN “… fue producto de la incapacidad del régimen político de facilitar
canales de participación adecuados para la avalancha social de las expansivas clases medias que brotaban de la organización
capitalista.”
3
definido como la relación de intercambio, informal y particular entre actores con poder y status desigual, que implica que
se desconfíe de la autoridad impersonal, a la vez que estimula la activación de vínculos personales para obtener beneficios
políticos, económicos o sociales concretos. De esa lealtad de las masas a sus patrones surgiría un vínculo más permanente y
generalizado a facciones partidistas estables operantes a nivel nacional.
Al comenzar los años 90 se forma una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de
modificar la Constitución de 1886 y poder con ello hacer frente a la difícil situación que el
partido atravesaba (creciente y compleja ola de violencia que afectaba al país, acrecentada con
el fenómeno del narcotráfico y de la denominada narcoguerrilla – aunque no necesariamente
guerrilla y narcotraficantes actúan como aliados, ni son compatibles ideológicamente-, las
muy diversas presiones al régimen, la gran red de clientelismo, el contexto pos guerra fría,
etc). Producto de ella fue la Carta de 1991; la cual sí significo un nuevo diseño institucional y
de reglas de juego, que han afectado al desempeño de los partidos, surgiendo de allí dos
interpretaciones: la de unos partidos en crisis y por otro lado la de unos partidos resistentes y
con una gran capacidad de adaptación.
De la primera interpretación y en relación con la manera en como actuaron los partidos,
movimientos y grupos políticos en la Asamblea Nacional Constituyente donde ninguno dio
firmes señales de organización ni de disciplina, sino que parecieron primar conductas
incoherentes y desarticuladas, marcadas por los intereses privados, se puede decir que
quedan dos conclusiones: la de una ausencia de partidos tradicionales en crisis y la ausencia
de sustitutos a los mismos. Por otro lado están quienes afirman que se estaba en la antesala
del mayor cambio político en la historia del país dado el paso del excluyente bipartidismo a un
multipartidismo todavía informe4.
Aquellos que hablan acerca de la crisis del bipartidismo, fundamentalmente basan su análisis
en como estos nunca fueron lo que deberían ser, los descalifican debido a sus practicas y mas
bien aplican una visión moralista y normativista a la política, denunciando la corrupción y el
clientelismo como principales causas de su merecida desaparición.
Por otro lado los que hablan de la vigencia del Partido Conservador y el Partido Liberal,
parten de una constatación básica y de cuestionamiento central: que elección tras elección los
dos partidos tradicionales y sus practicas conservan una inocultable e incontrastable vigencia.
Si bien es cierto que ha habido cambios en las condiciones de acceso al poder y en su ejercicio
estos son normales, dados los cambios que se han dado en la sociedad, instituciones y en las
reglas que establecen dichas instituciones. En ese sentido la cuestión pasa por caracterizar
adecuadamente la vigencia en el centro de la escena de los tradicionales. Se aduce a la
modernización de los mismos, la cual no sigue siempre ese formato derivado de
conceptualizaciones normativas.
Ya en la forma en que se desarrollo la Asamblea Nacional, los autores encuentran razones
para justificar que no fue todo caos y desarticulación en las decisiones, pudiendo observar
líneas directrices de las tradicionales líneas partidarias.
Lo cierto es que existen muchas justificaciones por muchos autores para explicar la vigencia
partidaria (que trabajan a distintos niveles de agregación, que no son tan diferentes entre si
en cuanto al programa, que responden a un trasfondo común que impide ruptura en formas
de ejercicio de la política y la intermediación, etc)

No hacemos un análisis profundo de la violencia que se ha dado entre los grupos guerrilleros y
el Estado, con la inclusión también de grupos paramilitares, y el más reciente fenómeno del
narcotráfico. Pero los puntos centrales de esta área, como para no pasarlos por alto, son,
entre otros, la continuidad de la violencia, principalmente en el ámbito rural, el colapso de las
instituciones del Estado en los sectores controlados por estos grupos, el “empate negativo”
entre guerrillas y FFAA, la supuesta asociación de la guerrilla antisistema con el narcotráfico,
4
En la conformación de la Asamblea el bipartidismo perdió su carácter Hegemónico ante la participación de otras fuerzas
como la Alianza Democrática M-19 y el Movimiento de Salvación Nacional.
lo cual llevaría al gobierno a no poder negociar con ella ni buscar articularla como un actor
político, dada su actividad delictiva y la cuestión de cómo el gobierno le puede dar fin a las
mismas. También es necesario mencionar el accionar ilegal de los grupos “paras” y la actitud
del Estado para con ellos.

En el 2002 llega al poder Álvaro Uribe con la promesa de acabar con la violencia mediante el
fortalecimiento institucional. Uribe, de ascendencia liberal independiente, pero por medio de
una coalición multipartidista, fue el primer presidente electo por un partido diferente al
liberal oficialista o conservador en más de 150 años, lo cual podría significar cierta ruptura
con el régimen anterior. Durante su primer mandato logro negociar un proceso histórico de
desmovilización de grupos paramilitares, así como la desmovilización de miles de insurgentes,
la recuperación del orden publico a cargo de las fuerzas armadas legitimas del Estado y de la
recuperación de la dinámica económica. Fue reelegido (previa Reforma Constitucional para
permitirlo) en el año 2006.

Creemos que estos son los puntos mas importantes en lo que hace al desarrollo y
transformaciones del sistema político colombiano y su sistema de partidos.

Bibliografía

- Dávila Ladrón de Guevara, Andrés y Botero Jaramillo, Felipe; "La compleja


modernización de los partidos más antiguos en América Latina", en Cavarozzi, Marcelo
y Abal Medina (h) (comp.), obra citada, Rosario, 2003
- Leal Buitrago, Francisco: “Colombia: un bipartidismo en crisis”. En Meyer y Reyna
(comp.), Los sistemas políticos en América Latina”.

Você também pode gostar