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Cómo es posible que te quiera tanto

una comedia interpretada por T de Teatre


escrita y dirigida por Javier Daulte

Cómo es posible que te quiera tanto se estrenará en la Sala Tallers del Teatro Nacional
de Catalunya el 17 de octubre de 2007.

Ficha Técnica

Reparto:
Lidia Mamen Duch
Lola / Candela Miriam Iscla
Mireia Marta Pérez
Vicky Carme Pla
Sonia Ágata Roca

Traducción al catalán y
ayudante de dirección Víctor Muñoz
Iluminación Albert Faura / Carlos Lucena
Escenografía Jon Berrondo
Vestuario Marian Coromina
Asistente de vestuario Gimena González Busch
Diseño de sonido Francisco Grande

Jefa Técnica Judit Vidal


Ayudante de producción Carmen Álvarez
Productor Daniel López Orós

Dirección Javier Daulte

Producción Misògines S.A.


Los genes y el entorno tenían su propio
ímpetu.

Gregory Benford
Cronopaisaje

Bruja 1 ¿Cuándo volveremos a vernos?


¿Bajo la lluvia, el rayo o el trueno?
Bruja 2 Cuando acaben brega y bronca
y haya derrota y victoria
Bruja 3 Antes de que el sol se ponga
Bruja 1 ¿En qué lugar?
Bruja 2 En el yermo.

William Shakespeare
Macbeth (Escena I)

Casa de Lola y Mireia. Es una casa de clase media que en otro tiempo supo estar más
acomodada. El piso ha sido redecorado no hace mucho. A la derecha hay un escritorio
con un ordenador. Hacia la izquierda una butaca moderna. A un costado de la misma
una mesa pequeña con un teléfono. Se ve parte de la cocina. En el extremo izquierdo un
armario. Hay tres puertas (o salidas); una hacia las habitaciones a la izquierda, otra
hacia un baño a la derecha y la puerta de entrada al piso en el centro del espacio.
Cae la tarde. La luz comienza a escasear. Alguna lámpara de la casa ya se ha
encendido. Afuera, sonido de truenos y lluvia intensa. En escena Sonia y Mireia. Están
de pie. Mireia está algo tensa. Todo da a entender que Sonia no hace mucho que ha
llegado. La situación comienza ya iniciada.
Mireia Hostia, hostia, hostia. No lo entiendo. ¿Proteger? ¿A quién? ¿De qué? ¿Por qué
me está haciendo todas esas preguntas? ¿Qué está pasando exactamente?
Sonia Es lo que estoy intentando averiguar.
Mireia Vaya. Yo pensé que sólo venía a comprobar lo de las cañerías. Al menos es lo
que usted me dijo al entrar. Porque fue eso lo que me dijo ¿no?
Sonia Sí. Fue lo que dije.
Mireia No voy a decir que no me sorprendí un poco. Que un oficial de la policía se
presente por una cuestión doméstica; pero me dije: al fin y al cabo qué sé yo para qué
sirve la policía, tal vez resulta que era para eso que estaban después de todo. Y ahora me
dice que está aquí para proteger, pero no me dice a quién ni de qué. Por favor… eh, no
sé ¿le digo oficial o…? ¿Cómo le digo?
Sonia Puede decirme Sonia.
Mireia Sonia. Mire, Sonia, no estoy en un momento como para tener este tipo de…
situaciones.
Sonia ¿Esto es una situación?
Mireia Estar hablando acerca de mis hermanas y de mí con una perfecta desconocida;
bueno eso ahora mismo para mí es toda una situación. Por lo menos estoy segura de que
para ellas lo sería si se llegaran a enterar.
Sonia ¿Por?
Mireia Si las conociera.
Sonia ¿Cree que querrían escucharme?
Mireia Ni siquiera creo que quieran verla.
Sonia ¿Por qué?
Mireia Usted no sabe cómo son.
Sonia ¿Siente miedo?
Mireia ¿Miedo?
Sonia De sus hermanas.
Mireia ¿Por qué tendría miedo de ellas?
Sonia De lo que pudiesen llegar a hacer.
Mireia Son mis hermanas.
Sonia Nadie se opone a eso.
Mireia Y las amo.
Sonia Cualquier criminal cuenta con el amor de alguien.
Mireia Mis hermanas no son ningunas criminales.
Sonia Por ahora.
Mireia ¿Qué quiere decir? ¿Por qué debería escucharla?
Sonia ¿Dónde están ellas ahora?
Mireia Ya basta. No tengo por qué contestar todas estas preguntas.
Sonia ¿Prefiere responderlas en la comisaría?
Mireia ¿En la comisaría?
Sonia No queda muy lejos.
Mireia ¿Para qué me está presionando? ¿Qué es lo que busca? ¿Qué derecho tiene de
acusarnos, de sospechar, si ni siquiera…?
Sonia Soy yo la que hace las preguntas.
Silencio.
Mireia Creo que ya es hora de que se vaya de esta casa.
Sonia Y yo creo que es hora de que tengamos una conversación.
Mireia Hace rato que estamos teniendo una conversación y le aseguro que no me
resulta nada amena.
Sonia Ni a mí.
Mireia ¿Por qué no lo dejamos entonces?
Sonia Porque estoy segura de que luego lo lamentarías.
Silencio.
Mireia Me tuteaste.
Sonia Perdón, es que me dejé llevar por...
Mireia No, no. Está bien. No me disgusta. Es que…
Sonia ¿Qué?
Mireia ¿Está bien si yo también te tuteo? Quiero decir, no va en contra de la ley ni nada
de eso ¿no?
Sonia No creo.
Silencio.
Mireia ¿Qué es exactamente lo que quieres saber?
Sonia Cuándo empezaron a estar mal las cosas.
Se oye un ruido chirriante y hueco. Sonia levanta la mirada.
Mireia No pasa nada, son las famosas cañerías. Pensé que me acostumbraría, pero ya
ves. Ese sonido… es como si hubiera alguien encerrado ahí dentro ¿no? Y los vecinos
que se niegan a arreglarla. Por eso pusimos una denuncia. Luego se me olvida. El
ruido. Hasta que vuelve a sonar. (Silencio.) El primer día que sonó fue el mismo día
que llegó. Era un día cualquiera. Lola llevaba prisa, como siempre…
Ingresa Lola. Viste traje sastre. Es
refinada y elegante. Habla por su móvil.
Es un día cualquiera, después del
mediodía. La voz de Lola se escucha en
un segundo plano respecto de la voz en
off de Mireia.
Mireia (acercándose a la puerta de la Lola (coloca en una pared de la cocina
derecha.) Y yo me duchaba. (Sale.) una tabla de evolución de empresa.) Sí, sí.
Continuamos oyendo su voz en off. Le hemos enviado la factura, junto con las
El sonido de truenos y lluvia desaparece. tres cajas de género.
Sonia permanece a un costado de la Le tendrían que haber llegado ya.
escena, observando. Bueno, es que a veces los envíos…
Voz Mireia (off.) Hacía un par de meses Si lo sabré.
que Lola se había montado una pequeña ¿De verdad?
empresa que llevábamos desde casa. Yo le Qué gracioso.
hacía de secretaria. Al principio era No, no es ninguna molestia. (Va a al
bastante informal nuestro acuerdo, pero a escritorio.)
partir de un día el volumen de trabajo Claro, por supuesto.
comenzó a aumentar a pasos agigantados. No me diga esas cosas que me hace poner
Un cliente bastante misterioso no dejaba colorada. (Teclea en el ordenador.)
de hacer pedidos y pedidos. Nuestra Un momentito que lo miro en el
pequeña infraestructura no daba para ordenador. Estaba en ello. Sí, perfecto.
mucho, así que tuvimos que inventarnos
algunos trucos para poder
arreglárnoslas…
Lola (al móvil, ahora pasando a primer plano.) … No, el 729 es el comprobante y el
716 es la orden de compra. (Se oyen unos ruidos extraños -las cañerías-. Lola mira
hacia donde procede.) ¿Qué? Ah, no. No pasa nada. El lugar de siempre, sí. (Suena el
fijo.) Nos vemos. Vale. Hasta ahora. (Corta. Se dirige hacia el fijo. Cerca del mismo
hay un radiocasete que pone a funcionar antes de atender. El radiocasete reproduce el
ruido ambiente de una oficina en plena actividad. Máquinas funcionando, teléfonos
sonando, voces de operadoras, etc. Lola atiende el teléfono.) De Noche y de Día Centro
de Cosmetología buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? (Pausa.) Ah, como le va señor
Maurici? ¿Su señora? Ah, qué bien. Sí, claro. Estamos con mucho trabajo. Tengo a todas
las chicas a tope. Un momento que le paso con la extensión. (Espera. Hace una voz
diferente a la anterior.) Ventas buenas tardes. Hola, sí. ¿Cómo está usted? Sí. Cómo no.
Sí, le paso la factura por mail; no se preocupe. (Sale Mireia del baño envuelta en una
toalla. Acaba de ducharse.) Sí. Perfecto. Como quedamos. Igualmente. Hasta pronto.
De su parte. (Cuelga. Apaga el radiocasete.)
Mireia (mientras se dirige hacia las habitaciones.) ¿Has oído eso hace un momento?
(Señala una de las paredes.) Me ha dado un susto de muerte.
Lola Me parece que son las cañerías.
Mireia Si lo son, las paredes petarán un día de estos. ¿Tú ya lo habías oído?
Lola (ocupadísima con cosas en su escritorio.) No olvides de llamar a Clara de Casa
Clara, que no se cuelgue con las bases; las necesitaremos antes del viernes. Cinco cajas
es lo que hemos quedado. Pero si pueden ser más, mejor. Te lo he dejado apuntado.
Suena el fijo.
Mireia Vale. ¿Con qué tarjeta le pago?
Lola (Por el teléfono que suena.) ¿Puedes cogerlo por favor? Con la que está en rojo.
Así nos da más tiempo. Y acaba de llamar Maurici, el marido de ¿cómo era?
Mireia Fiona.
Lola Esa. Que hay que pasarle por mail la factura.
Mireia (mientras va a atender.) Vale. ¿Cómo era el fontanero aquel, el que reparó la
filtración de la terraza? (Pone a funcionar el radiocasete que reproduce el sonido
oficinesco.)
Lola ¿Ferrán?
Mireia (atendiendo el teléfono.) De Noche y de Día Centro de Cosmetología, buenas
tardes ¿en qué puedo ayudarle? (…) ¿Hola? (Lola, que continúa con sus preparativos
para salir, va y viene.) No, ¿quién? No, es que no se oye muy bien. Si me habla un poco
más… (La expresión de su rostro y el tono de su voz cambian completamente y en un
instante.) ¿Candela? (Lola detiene lo que estuviera haciendo y atiende a la
conversación telefónica de Mireia.) ¿Eres tú? Hola, guapa. Hola, amor. Cariño. ¿Cómo
estás? Hace mucho que no… Hostia, hace tanto… ¿Cómo…? ¿Qué aquí? ¿Aquí, en
Barcelona? ¿Enfrente de qué? Es que se oye fatal. ¿Dónde estás? Vale: en una cabina.
¿Enfrente de dónde? ¿De la casa? ¿De qué casa? Ah, ésta casa. Estás en la cabina de
aquí enfrente. Es claro. Vale. Pues claro. Bueno, tu habitación está. Bueno, quiero decir
que no se ha ido a ninguna parte. Pero está un poco llena de trastos. Claro, si los
movemos... No, tu cama ya no… Ah, vale. ¿Un saco de dormir? No, no tenemos. Ah,
que tú traes un saco de dormir, claro, hasta que… Vale. Sí, está bien. Vale. Hasta ahora.
(Corta.)
Silencio.
Lola ¿Un saco de dormir?
Mireia Hace buena voz.
Lola ¿Por cuánto tiempo se quedará?
Mireia Es por unos días. Hasta que encuentre un trabajo.
Lola ¿Hasta que Candela encuentre un trabajo? Vaya. Entonces no es por unos días.
Mireia Lo siento, Lola, es que…
Lola Me tengo que ir. Llegaré tarde. (Silencio.) Que se duche. (Sueña el timbre.
Silencio.) ¿Puede ser ella?
Mireia Si estaba en la cabina de enfrente… (Saliendo hacia las habitaciones.) ¿Abres
tú que yo termino de vestirme?
Lola No quiero verla.
Mireia (regresando.) Lola, que es tu hermana también. Le dices hola, hola, tanto
tiempo, que llevo mucha prisa, te veo a la noche y ya está.
Lola No estoy necesitando, en este preciso instante, verla. (Silencio. De pronto Lola se
dirige hacia la puerta del baño y la abre.)
Mireia ¿A dónde vas?
Lola (cerrando la puerta del baño.) Me encierro en el baño. Tú le abres, la llevas hacia
las habitaciones, en cuanto esté ahí me avisas, yo salgo y me voy.
Mireia No seas infantil.
Lola (desde el baño.) Ya me oíste.
Mireia ¡Lola! No me hagas esto, por favor.
Lola (desde el baño.) Tú haz lo que te he dicho.
Mireia ¿Por qué tengo que…? Vamos, Lola. ¡Lola! (Por el timbre que vuelve a sonar.)
¡Ya va!
Lola (desde el baño.) Y no olvides que llevo prisa.
Vuelve a sonar el timbre. Mireia termina de vestirse. Tiene dificultades con los zapatos.
Finalmente abre la puerta. Allí está Candela, idéntica físicamente a Lola, pero se trata
de una persona completamente diferente. Lleva pantalones holgados, el cabello suelto.
Su aspecto, a grandes rasgos, es desastroso.
Candela Mireia.
Mireia Candela, guapa.
Quedan mirándose una a la otra durante un momento. Luego se abrazan en el umbral
de la puerta. Más atrás distinguimos a otra persona. Se trata de Vicky, perfecta
partenaire de Candela.
Mireia ¿Cómo estás?
Candela Aquí, cansada. Catorce horas de autobús, ya me dirás. (Mireia advierte la
presencia de otra persona detrás de Candela. Ésta lo nota.) Ah, esta es Vicky. Vicky,
Mireia. Mireia, Vicky.
Vicky Vicky.
Mireia Hola.
Candela (a Vicky.) Di hola.
Vicky Hola.
Mireia Bueno, pasad. Pasad.
Candela y Vicky pasan. Mireia va a cerrar la puerta. Vicky y Candela se miran.
Candela Es que… tenemos que entrar la maleta.
Vicky La maleta.
Mireia Ah, sí.
Vicky y Candela salen por la puerta. Mireia aprovecha y va hasta el baño, abre la
puerta. Entendemos que tiene una breve y sorda conversación con Lola. Vemos
cantidad de bolsas y mochilas de diferentes tamaños que entran en la sala arrojadas
por Candela y Vicky desde afuera. Reingresan Candela y Vicky. Mireia cierra la puerta
del baño.
Candela ¿Las dejamos por aquí?
Vicky Aquí.
Mireia Sí, sí. (Cierra la puerta de entrada.)
Candela y Vicky se arrodillan junto al equipaje. Tienen una conversación entre ellas en
voz baja buscando algo entre el equipaje.
Candela Tanto tiempo.
Vicky Tiempo. (Le entrega a Candela un paquetito. Candela se lo da a Mireia.)
Mireia ¿Para mí?
Candela Sí, es algo que… (Se miran con Vicky.) Para ti.
Vicky Para ti.
Mireia Ah, gracias. (Lo abre. Se trata de un muñeco bastante absurdo.) Ah, qué bien.
Gracias.
Candela De nada.
Vicky De nada.
Mireia (a Vicky.) ¿Y tú qué… vives cerca?
Vicky ríe y mira a Candela.
Candela No, ella viene conmigo. Vamos juntas.
Vicky Juntas.
Mireia Ah.
Silencio. Candela pasea su mirada por el lugar. Va hacia la cocina.
Candela ¿Lola?
Vicky ¿Lola?
Mireia No está. Ha salido. Más tarde la verás.
Candela Vale. (Abre la nevera.)
Vicky Vale.
Mireia ¿Qué? ¿Lo notas cambiado?
Candela (A Vicky.) Vicky. (Le arroja una lata de cerveza. Vicky la ataja. Candela se
hace de la propia.) ¿El piso? Sí, bastante.
Vicky Bastante. (Por algo que ha tocado en el portátil que está sobre la mesa.) Ay, me
parece que he borrado una cosa aquí.
Mireia ¿Qué?
Candela Nada, nada.
Vicky Nada, nada.
Mireia Querrás ducharte, supongo. Te puedo preparar el baño del fondo si quieres.
Candela No. Más tarde.
Vicky Tarde, tarde.
Candela (oliéndose el sobaco.) Estoy hecha una peste ¿verdad?
Vicky Verdad.
Candela Y un aliento llevo. Es que nos hemos quedado sin pasta para la pasta. (Celebra
su propio e involuntario chiste.) Pasta - pasta.
Vicky (riendo también, celebra con Candela.) Pasta - pasta.
Mireia Eh… Candela.
Candela Dime.
Vicky Dime.
Mireia ¿Tu amiga…?
Candela Vicky.
Vicky Vicky.
Mireia ¿También… se queda?
Candela Sí, claro.
Vicky Claro.
Mireia Es que ya sabes, la casa no es muy grande. Espacio no es lo que sobra.
Justamente más ahora que…
Candela Mireia, mujer, tú no te preocupes, que estaremos bien. Tú y Lola sois mis
hermanas. No nos molestaréis para nada.
Vicky Nada.
Candela Podéis seguir haciendo la vida de siempre. Vamos a ver qué trastos hay que
mover ahí.
Vicky Ahí.
Candela Vicky. Vamos.
Candela sale hacia las habitaciones.
Mireia (yendo hacia la puerta del baño.) Ir viendo cómo acomodáis todo. Yo ya estoy y
os echo una mano.
Vicky (yendo hacia las habitaciones por donde salió Candela, al cruzarse con Mireia,
por el ámbito.) Tenéis una casa muy guapa ¿eh? (Va a salir, pero de pronto se detiene,
justo en el momento en que Mireia estaba por abrir la puerta del baño.) De hecho me
hace acordar mucho a la casa donde yo vivía cuando era pequeña. No se que se parezca,
en realidad no tiene nada que ver, pero me hace acordar, sí.
Mireia Ah, mira.
Vicky (va a salir, pero aclara.) Bueno, en realidad no era nuestra casa. Era la casa del
hermano de mi madre. Nosotros no podíamos pagar un alquiler, así que vivíamos ahí, en
casa del tío Andreu. Hostia, el tío Andreu. Vaya pájaro el tío Andreu… Yo pasaba
mucho tiempo con él. Claro, mi madre trabajaba el día entero, y él ya estaba jubilado.
Por un accidente que había tenido en el trabajo o algo así, ya ni me acuerdo. ¿Y sabes lo
que me hacía? Yo era muy peque. Nueve diez añitos. Me daba unas pastillas. (Hacia las
habitaciones.) ¡Candela; que le estoy contando a tu hermana lo de mi tío Andreu!
Candela (off, desde las habitaciones.) Vale, vale. Hostia.
Vicky Unas pastillas que para mí eran como caramelos me daba. Y yo me las tomaba.
Me daba la pastilla y yo ¡pim! me la tomaba. Adentro la pastillita. Somníferos eran.
Claro, yo no tenía ni idea. Y cuando yo me quedaba medio dormidita, así como atontada
¿a qué no sabes qué? Me la metía, tía. Por la boca, por el coño, por el culito. Que me
violaba tía. Qué fuerte ¿no? Perdona, perdona… ¿eh… Mi…?
Mireia Mireia.
Vicky Mireia. Perdona que te lo cuente así; pero es lo mejor, decirlo todo. Sobre todo si
vamos a convivir una temporadita. En una terapia que hice una vez, me decían todo el
tiempo, que largara el rollo cuantas veces quisiera; así, que lo vomitara todo. Bueno,
esto de las pastillitas fue durante años y años. Después me hice más grande y el tío
Andreu se murió. Cirrótico, pobrecito. Pero ya el vicio me había quedado asociado.
¿Sabes, no, lo de los vicios asociados? El cigarro con el alcohol, el cigarro con el café.
Son vicios asociados, que se te quedan como unidos. Bueno a mí se me quedaron unidos
los somníferos con las pollas. A ver si me entiendes. Es como que hay una neurona a la
que gusta el somnífero y se hace amiga de la neurona a la que le gustan las pollas; y es
como que se fueran de copas las dos neuronas y las dos se quieren dar el gusto al mismo
tiempo. Y no hay manera de separarlas. Son como neuronas gemelas. ¿Lo entiendes? Y
bueno, eso lo tienes aquí dentro de la cabeza y tú no te enteras de nada. Luego lo de los
somníferos lo dejé. Pero como te decía, la asociación ya te queda ahí, metida en una
zona del cerebro, ¿pero sabes? es doble circulación lo de las neuronas gemelas; eso yo
no lo sabía. El caso es que al tiempo me puse de novia, y cuando mi chico me la metía
¿a qué no sabes qué? Me quedaba dormida, tía. Como un tronco. Aún así lo llevamos
bastante bien durante un tiempo. Tres semanas me duró esa relación. Bueno, fui yo la
que rompí. Porque me hice yonqui y lesbiana. Porque eso de quedarme dormida con la
polla adentro o en la boca no es algo que vaya conmigo. Puede ser que a algún tío eso le
guste, pero tiene que estar como una cabra. Y yo tan mal como para estar con uno de
esos no estoy. Y las tías están bien; vaya que sí que están bien. Lo que pasa es que para
conseguir pasta para las drogas tuve que hacer de puta un tiempillo. El esfuerzo que fue
eso tú no sabes… Por lo que te contaba antes del sueño que me agarraba cuando me la
metían, y claro, los tíos generalmente cuando me veían dormida se iban sin pagar y
entonces…
Mireia Un momento. Por favor. Es sólo un momento ¿vale?
Vicky se queda callada, como si la hubieran puesto en “pause”. Mireia va hasta la
puerta del baño y la abre. Sale Lola protestando.
Lola (saliendo del baño.) Hostia, diez minutos, Mireia. No era tan difícil lo que te…
(Pero se interrumpe al ver a Vicky. Vicky mira a Lola. Se gira y mira hacia las
habitaciones. Lola mira las maletas. Mira a Mireia. Ésta la conduce hacia la puerta de
salida. Casi la empuja fuera. Lola sale. Mireia cierra la puerta. Mira a Vicky y sonríe
como si nada hubiese ocurrido. Tras una pausa Vicky retoma.)
Vicky El caballo es duro, tía. Muy duro. Pero también lo dejé. Ahora estoy abstinente.
Veo cosas raras a veces, pero lo llevo bastante bien. Igual, si no hubiera sido por
Candela; es que tienes una santa por hermana, tía. (Leyendo preocupación en el rostro
de Mireia, ríe.) Que no, que no estamos juntas Candela y yo. No te asustes. Si por mi
fuera… Si está como un tren la chavala. Pero no, Candela pasa de las tías. Por cierto tú
también estás super buena. Si algún día quieres que te coma el chocho me lo dices y ya
está.
Candela (entrando.) Me han dejado sola con el trabajo pesado. Qué tías listas que sois.
Venga, a llevar las maletas.
Vicky (mientras recoge las mochilas y los bolsos.) Tía. No sabes lo que me acaba de
pasar. ¿Te acuerdas cuando te conté aquella vez que iba yo en el metro y de pronto me
pareció que estaba viendo al demonio, sentado en un asiento y leyendo La Vanguardia?
Pues que recién, ¡es que estoy flipando, tía!, tu hermana me hizo así con las manos y por
esa puerta te vi salir, tía. Te vi salir. Vestida como Lady Di, la princesa, la muerta.
Flipante. ¿Te das cuenta de lo que te estoy diciendo? (Vicky sale hacia las habitaciones
con parte del equipaje. Candela se queda mirando a Mireia. Oímos la voz de Vicky
detrás de escena.) ¿Cuál es mi habitación, ésta? Ah, no esto es un armario. Vaya,
cuántas puertas ¿eh? (Mientras Candela también sale hacia las habitaciones la voz de
Vicky se pierde.)
Volvemos a oír truenos y lluvia. Silencio entre Mireia y Sonia. Mireia se ha quedado
pensativa con la mirada algo perdida.
Mireia No ha sido fácil.
Sonia ¿Qué cosa?
Mireia Yo creí que íbamos a poder sobrellevarlo más o menos bien. Pero no ha sido
fácil.
Sonia ¿Por qué se odian tus hermanas?
Mireia ¿Por qué te interesa?
Sonia Es mi trabajo.
Mireia Creo que ese es un asunto privado.
Sonia Es justo; ahora me toca a mí ¿no es cierto? (Mireia se levanta para buscar unos
Kleenex. Va hasta el armario de la izquierda.) Mireia, el nombre de Li… (Se vuelve
hacia ella justo en el momento en que Mireia abre el armario. Vemos una cantidad de
cabezas de mujer con pelucas alineadas en los estantes. En las paredes internas del
armario, unas mascarillas de látex colgadas. Sonia se interrumpe.)
Mireia (advirtiendo que Sonia se ha impresionado con las pelucas.) Estas pelucas.
Vaya. Siempre impresionan un poco ¿verdad?
Sonia ¿Vendéis pelucas también?
Mireia Sí.
Sonia Creí que estaban pasadas de moda.
Mireia Bueno, sí. Más que nada las piden mujeres que tienen cáncer. Por la
quimioterapia, que las deja calvas. (Cierra el armario.) Pobres.
Silencio breve.
Sonia El nombre Lidia ¿te dice algo?
Mireia ¿Lidia? ¿Qué Lidia?
Sonia No te suena de nada.
Mireia No… No. ¿Quién es?
Sonia Una mujer que está sufriendo.
Mireia Vaya. Una más.
Sonia Sí. Cada cual tiene bastante con lo suyo ¿verdad?
Mireia Sí. Supongo que así es.
Sonia Pues te equivocas, Mireia. Parece que algunos no tienen bastante con lo suyo.
Mireia ¿Qué quieres decir?
Sonia Imagino que sabes que existen personas que disfrutan haciendo sufrir a otras.
Mireia (sonriendo.) Vaya si lo sé.
Sonia (también sonriendo.) ¿Te hace gracia? Alguno podría también reírse de lo que me
acabas de contar.
Mireia Hay maldad en abundancia en el mundo. Supongo que a todos puede tocarnos
un poco.
Sonia Es demasiado fácil reírse de la desgracia ajena.
Mireia Yo no me río de nadie.
Sonia Pero preferirías no tener que molestarte por el sufrimiento de otro.
Mireia ¿Qué? ¿Es un pecado muy grande?
Sonia A nadie le interesa el sufrimiento de un desconocido. Es así. A menos que se
obtenga algún beneficio. (Señala con un gesto el armario con las pelucas.)
Mireia ¿Me estás juzgando?
Sonia ¿Crees que a alguien le importa lo que pasa en esta casa?
Mireia Ahora mismo me es igual.
Sonia Ahora mismo no te creo.
Mireia ¿Qué quieres de mí?
Sonia Saber si eres capaz de interesarte por el sufrimiento de alguien a quien no
conoces.
Mireia ¿Y tú qué? ¿Nunca sufres acaso, o te conformas con el sufrimiento ajeno?
Sonia Mi sufrimiento no es lo que importa ahora. Yo hago mi trabajo. Y no me voy a ir
hasta que no lo acabe.
Mireia Muy bien, muy bien, muy bien. Háblame de esa mujer que sufre.
Sonia ¿De verdad quieres saber o es sólo morbo?
Mireia (se dirige a la cocina.) Voy a poner a hacer café.
Silencio.
Sonia Vamos a ver. Comenzaré desde el principio si te parece.
Comienza a moverse el escenario descubriendo la casa de Lidia y ocultando la de Lola
y Mireia. Se trata de una casa bastante más burguesa que la de Lola y Mireia. Madera
oscura. La entrada principal, que da directamente al exterior, se adivina al fondo, tras
un vestíbulo al que se llega atravesando una arcada. En el centro, a la derecha de la
puerta de entrada, la escalera que se pierde conduciendo al piso superior. Hacia la
izquierda del lugar una ventana. En el extremo derecho la entrada al baño, seguida de
una estantería con libros y portarretratos. Los muebles mantienen cierto estilo: un sofá,
un par de mesas pequeñas, alguna silla, lámparas de pie, una mesa baja con una
lámpara sobre ella. Una araña colgando del techo. Entre la escalera y la puerta del
baño, un atril con una tela y elementos de pintura al óleo. Al lado del sofá una mesa
con un teléfono inalámbrico. En el extremo izquierdo un secreter. Mientras
continuamos oyendo la voz de Sonia vemos a Lidia que baja la escalera trayendo ropa
de hombre. Está preparando una maleta que está abierta sobre el sofá.
Voz de Sonia (off.) De esto hace poco más de tres meses, la tarde en que Lidia se
quedaría sola durante un largo tiempo. No hacía mucho que ella y su pareja habían
comenzado a vivir juntos. Lidia no es de aquí. De modo que tanto la vida conyugal
como la ciudad eran algo nuevo para ella. Hacía poco que Julio había sido contratado
como corresponsal fotográfico de la National Geographic y a poco de mudarse le
destinaron a la China para un prolongado reportaje en una zona boscosa cerca de
Mongolia. A pesar de que a Lidia el anuncio de un viaje tan prolongado le supo mal, no
dejaba de considerarse a sí misma como la mujer más afortunada del mundo. Se sentía
profundamente enamorada de un hombre que la ama con locura. ¿Puede haber dicha
más grande? La misma tarde que Julio estaba a punto de salir hacia el aeropuerto,
mientras Lidia le preparaba la maleta, sonó el teléfono.
Suena el teléfono. Lidia va atender.
Lidia ¿Sí? ¿Hola? ¿Hola? ¿Hola? (…) Ah, sí. Es que no le oía. No, ahora mismo no se
puede poner. Lo siento. No, no es el mejor momento. ¿De parte de quién? ¿Me quiere
dejar su número y…? Vale. Un momento.
Lidia (Va hasta la puerta del baño.)
¿Julio?
Voz de Sonia (off.) En apariencia el Alguien que llama y pregunta por ti…
llamado era del todo inocente, y Lidia no Voz de Julio (off.) Ahora no, Lidia.
tenía por qué pensar que implicara nada ¿Quién es?
malo. Lidia No, no me ha dicho el nombre. Que
Claro, después le llamaría la atención que es por trabajo. Que necesita hablarte.
esa persona no quisiera darse a conocer. Voz de Julio (off.) Dile que no puedo
ponerme.
Lidia Vale.
Lidia (nuevamente al teléfono.) Hola. Lo siento mucho, pero no se puede poner. Es que
justamente ahora… Déjeme su número de teléfono y él intentará… No, no puedo darle
su móvil. Lo siento. Mañana no; de verdad, lo siento muchísimo, pero... Es que ahora
mismo está saliendo hacia el aeropuerto. Sí, por varias semanas. Ajá. Ajá. A ver. Un
segundo, por favor.
Lidia (Deja el teléfono. Yendo hacia la
puerta del baño.) ¡Julio!
Sonia (off.) Ése era el dato que más le Dice que es urgente y que sólo te tomará
importaba a este sujeto. un minuto.
Que Lidia quedaría sola durante varias Voz de Julio (off.) Que te de el número de
semanas. móvil y lo llamo camino al aeropuerto.
Lidia Vale.
Lidia (nuevamente al teléfono.) Mire, dice que por favor me de… ¿Hola? ¿Hola? (Deja
el teléfono. Hacia el baño.) Se ha cortado. (Se acerca a la puerta.) Te quedan veinte
minutos. Te he puesto la camisa azul, la que te regalé para tu cumpleaños. A ver si la
usas de una vez. Y calcetines te los he puesto todos. Ya sabes lo que te cobran en los
hoteles por lavar un par de calcetines. Te puse una espuma de afeitar nueva, porque la
otra estaba a la mitad y no sea cosa que se te termine estando allá. Te he apuntado en el
mapa los lugares más atractivos de Pekín, por si te haces un tiempillo los días que estés
ahí y no quieres aburrirte. Con lo de la diferencia horaria estuve pensando que lo mejor
es que me llames hacia lo que es la mañana de aquí, eso quiere decir que para ti serían
como las cinco de la tarde; pero si eso te es muy incómodo entonces he pensado que lo
mejor es que me llames a la noche de aquí, es decir cuando allá es de mañana. Si me
llamas a las siete de la mañana de allá aquí sería cerca de la medianoche. Y entonces es
seguro que me encontrarás. Pero llámame ¿eh? Hazte un hueco cada día. Y si te
compras un móvil pásame el número y te llamo yo. Aunque hay que ver si en esos
bosques tienes cobertura. Te echaré de menos. El viaje de los cien días. Vaya. Casi más
tiempo lo que estarás fuera que el que llevamos viviendo juntos. Estoy segura de que a
ti con el trabajo que tendrás el tiempo se te pasará volando. Y yo no me sentiré sola.
Bueno, al principio me costará un poco acostumbrarme. Pero aprovecharé para pasar a
tela los bosquejos que hice de ti. Eso me mantendrá entretenida. Además saldré para
conocer la ciudad y hacer amistades. La casa me resultará grande. Pensarás en mi
¿verdad? Yo pensaré en ti. Si ya pienso en ti cuando te tengo delante, imagínate. Ah. Te
he puesto unas fotos mías para que no te olvides de cómo soy. (Ríe. Pausa.) Te amo,
Julio. Eres lo mejor que me ha pasado en muchos años… o nunca. Ah, una cosa nada
más. ¿Te acuerdas que dijimos eso de contárnoslo todo, de ser sinceros uno con el otro
todo el tiempo y todo eso? Bueno, que me lo he estado pensando mejor, y… Nada, que
si llegara a pasar que en algún momento de estos tres meses te tientas… Porque eso
puede pasarte ¿no? Como a cualquiera, y sé que eso no significará nada, y eso, que lo
que quiero decir es que si alguna noche en que te vayas de copas con tus compañeros de
trabajo, te sientes atraído por alguna chica, y llegáis a algo… Sé que una vez alguien te
dijo que no podías amar a dos personas al mismo tiempo. Pero bueno, sé que eso puede
llegar a pasarle a cualquiera. Y yo… no querré saberlo. Tú hazme creer que me amas y
que me deseas con locura. Y que me eres fiel. No tendrás que esforzarte mucho. Yo te
creeré.
Mireia y Sonia ingresan en el ámbito de Lidia. Lidia sale escaleras arriba.
Mireia ¿Le dijo eso? ¿De verdad? ¿Cómo le va a decir una cosa así? ¿Pero esta mujer
es tonta?
Sonia Esa misma noche, Lidia recibió el primero de lo que terminaría siendo una serie
interminable de llamados. (Suena el teléfono en casa de Lidia.) Por supuesto, al
comienzo Lidia creyó que sólo se trataba de un pesado y estaba segura de que se
cansaría rápidamente, lo cual suele ser lo más habitual. Pero no fue así.
Aparece Lidia bajando las escaleras. Es de noche. Lidia atiende entusiasmada.
Lidia Hola, Julio. (…) ¿Julio? (…) ¿Qué? Hola. (…) ¿Quién es? (…) ¿Quién es? (…)
¿Quién es…? Pero le han cortado. Lidia se queda pensativa un momento.
Sonia Las llamadas comenzaron a sucederse cada vez con mayor frecuencia, siempre
por la noche. (Se hace de noche en casa de Lidia.) Lidia comenzó a perder la paciencia
y la compostura. (Lidia se pone de pie y desaparece por la puerta del baño.) Empezó a
sentir miedo. Y eso entusiasma con locura a los acosadores. Después de dudarlo mucho
acudió finalmente a la policía.
Mireia Y ahí es cuando entras tú.
Sonia No. En un primer momento nadie entra, ni se supone que nadie entre. Se toma
nota de la denuncia, pero es muy poco lo que se puede hacer, por no decir nada. Es casi
una formalidad que únicamente sirve para sentar precedente por si algo más llegara a
pasar.
Mireia ¿Algo más como qué?
Sonia señala a Mireia la puerta del baño. Mireia mira hacia allí. Lidia sale del baño.
Lleva un vaso con agua y un blister con pastillas. Va a subir la escalera cuando suena
el teléfono. Lidia se detiene. Duda. Finalmente se dirige al teléfono y atiende.
Voz Hombre (off.) Buenas noches, Lidia.
Lidia Ya no son buenas para mí.
Voz Hombre (off.) Podrían serlas.
Lidia No lo creo.
Voz Hombre (off.) Me gustaría que nos conociéramos.
Lidia Le aseguro que a mí no.
Voz Hombre (off.) Y yo te aseguro que te sorprenderías.
Vemos aparecer (descendiendo unos escalones) un par de piernas en la parte alta de la
escalera. Lidia está de espaldas a esa zona de la casa y por tanto no lo ve.
Lidia ¿Qué quiere?
Breve silencio.
Voz Hombre (off.) ¿Ahora mismo? Que te vuelvas.
Lidia ¿Qué?
Voz Hombre (off, ríe un poco.) Que te vuelvas. Que voltees la cabeza. (Lidia se
demuda y queda como paralizada de terror, ante la sospecha de lo que está
ocurriendo.) No hace falta que te muevas mucho. (Lidia comienza a volverse
lentamente en su lugar.) Tenéis una casa muy bonita.
Al ver en lo alto de la escalera las piernas del hombre asomando. Lidia deja caer el
teléfono. Mireia, que está mirando a Lidia, también se vuelve. Al ver las piernas deja
escapar un grito.
Mireia ¡Hostia puta!
Sonia (levantando el teléfono que Lidia dejara caer al suelo.) Un vecino testificó que
esa noche vio a alguien sospechoso rondando la calle. Eso hizo que la carátula de la
causa cambiara por la de invasión de propiedad. De inmediato la policía le recomendó a
Lidia que tomara precauciones. Algunos elementos de defensa personal… (Sonia saca
de uno de sus bolsillos un arma de bajo calibre y un spray anti violador, se los muestra
a Mireia y los coloca en el pequeño cajón del secreter.) … y las medidas de seguridad
más habituales y sencillas. (Saca de otro bolsillo tres pasadores de puerta y se los
muestra a Mireia. Mientras los coloca en la puerta de entrada:) Los temores de Lidia
ya tenían la consistencia de lo material. Fue recién entonces que la conocí. (Abre la
puerta principal.) Me presenté en casa de Lidia por primera vez. (Sale.)
Suena el timbre de entrada. Lidia va hasta la puerta. Mira por la mirilla. Luego
descorre los muchos cerrojos. Finalmente abre la puerta. Allí está Sonia, vestida de
manera diferente de cómo la vimos hasta ahora.
Ahora continuamos escuchando la voz de Sonia en off, en la medida en que comienza a
interactuar con Lidia.
Voz de Sonia (en off.) Tenía que hacer
una verificación en el lugar de los hechos.
Cuando abrió la puerta pude ver que esa
mujer ya tenía toda su confianza Lidia hace pasar a Sonia y la invita a
depositada en mí. Conversamos asentarse.
largamente. Le expliqué que Conversan un momento.
comenzaríamos una exhaustiva Lidia señala la escalera.
investigación. En términos generales se Se ponen de pie.
trata de algo bastante molesto, que Sonia la sigue escaleras arriba, mientras
consiste básicamente en una serie de se coloca un guante de plástico.
interrogatorios, la mayor parte de ellos Lidia le da un objeto a Sonia.
bastante personales; y por supuesto se Se trata de una caja.
intervendría la línea telefónica. Lidia no Sonia toma la caja con la mano
se explicaba de dónde ella o su marido enguantada.
habían podido sacar un enemigo de esa
naturaleza. Todo carecía de sentido. La
única pista que tenía por el momento era
bastante inocua y poco conducente.
Lidia desaparece en lo alto de las escaleras.
Sonia (se dirige a Mireia.) El día que el acosador se introdujese en casa de Lidia, antes
de huir sin dejarse ver, dejó este objeto en su casa. (Abre la caja. Se trata de una caja
de música. Oímos una melodía.)
Mireia (ríe.) Hostia.
Sonia ¿Qué pasa?
Mireia Que… eso es…
Sonia ¿Qué?
Mireia Que tenemos uno igual en casa. Uno que… ya no está… Que se perdió…
Sonia ¿Uno igual?
Mireia Sí.
Sonia Vaya. (Mireia se la queda mirando. Sonia deja la caja de música sobre un
taburete. Se quita el guante.) Después de aquel día Lidia y yo tuvimos varios
encuentros. (Lidia baja la escalera. Trae un álbum de fotos. Se sienta en el sofá.) Lidia
me caía bien y me involucré. Cuando tomas un caso de estos, en la medida en que te ves
obligada a conocer bastante a fondo a la víctima, vaya, que la relación de pronto se
estrecha.
Voz de Sonia (off.) Nos lo pasábamos
bien juntas. Descubrimos que teníamos Sonia se sienta junto a Lidia, que le
gustos afines y que incluso habíamos muestra fotos un block de dibujos.
coincidido de pequeñas en una colonia de Se lo están pasando en grande.
vacaciones. A mí me resultaba fascinante
su entusiasmo con todas las cosas y su
modo de observar el mundo. Ver sus
pinturas y dibujos resultaba sumamente
mágico: me levantaban el ánimo de
manera instantánea. Ella decía admirar mi
sentido del humor y mi pragmatismo. En Sonia y Lidia ríen.
resumidas cuentas, nos hicimos amigas
bastante íntimas.
Sonia El problema era que la investigación no avanzaba. No sabía qué hacer. Tenía que
poner en orden las prioridades pero no sabía de qué modo. Hasta que pensé que lo mejor
sería tomar un poco de distancia. Dejar que la situación de Lidia se desarrollara sin mi
intervención. Así que comencé a poner algunas excusas y dejé de ir a verla.
Mireia ¿Por qué hiciste eso?
Sonia Yo necesitaba despejar mi cabeza para poder pensar con mayor frialdad los
hechos y tratar de entender algo de lo que estaba pasando.
Mireia Pero la dejaste sola.
Sonia Y ella también necesitaba entender algo.
Mireia Pero si esa mujer estaba aterrada ¿cómo quieres que nadie pueda pensar siquiera
en esas condiciones?
Sonia Sí, al principio pensé igual que tú; que si Lidia estaba entretenida, de buen humor
y animada, estaría en mejores condiciones para soportar la situación. Pero me di cuenta
de que eso no nos llevaba a ninguna parte.
Mireia ¿El acoso empeoraba?
Sonia Al contrario. Suena el teléfono. Lidia atiende.
Los llamados continuaron, pero el Lidia ¿Sí? No, vaya, qué va. Sí, la vi. No,
acosador parecía que auténticamente no está mal. Ah, yo prefiero a Tom Cruise.
querer hacerse amigo de Lidia. Le No es mal actor. ¿Por qué dices que es mal
recomendaba libros y películas; le hablaba actor?
de sus actores preferidos, de perros de Habla afablemente.
raza.
Todo se estaba volviendo bastante naif. La Un collie, sí.
amenaza estaba desapareciendo. Sube las escaleras sin interrumpir la
conversación y sale.
Mireia ¿Y no era una buena noticia eso?
Sonia Los escuchas de la policía empezaron a reírse del caso y de mí. En poco tiempo
se desmontaría todo el operativo y Lidia quedaría sin protección y completamente
indefensa, a expensas de un psicópata. Era imprescindible que el acoso recrudeciera
para que la investigación siguiera adelante. (Breve pausa.) Y recrudeció. Lidia volvía a
estar sola y desesperada. Aún así, cuando Julio llamaba, se resistía a contarle lo que
estaba pasando. Por nada del mundo quería preocuparlo. El amor es una gran fuerza.
Pero a veces el odio puede más. El odio puede desbaratar una montaña de amor.
Mireia ¿Y el amor no puede desbaratar al odio?
Sonia Depende.
Mireia ¿De qué?
Sonia ¿Sabes? A veces creemos que el odio es lo único que tenemos para luchar contra
lo que nos hace daño. Pero el odio funciona como las adicciones; creemos que nos
ayudan en momentos difíciles pero en realidad nos matan poco a poco. El único recurso
eficaz contra la amenaza exterior es el amor. La pregunta es, ¿amor a qué?
Mireia Imagino que sabes la respuesta.
Sonia Depende de quien se trate. Ni el amor ni el odio son cosas que pueda nadie
indicarnos sentir por nada ni nadie. Lo tenemos o no lo tenemos. Es un asunto…
privado, como me dijiste tú. Tal vez el más privado de todos. Lidia había comenzado a
sumergirse en el odio. Cuando eso ocurre, el amor resulta ser la cosa más extraña del
universo. Entonces, ya que el cambio de rumbo es prácticamente imposible, no queda
más remedio que continuar por el camino del odio hasta las últimas consecuencias,
confiando que al final de ese recorrido hay algo más.
Mireia ¿Y si al final no hay nada?
Sonia Será que el viaje no ha terminado.
Silencio.
Mireia ¿Y qué pasó después?
Sonia Después… Nada. O mejor dicho,
más de lo mismo. (Pausa.) Hasta ayer. Lidia ingresa.
Finalmente algo apareció. Después de no Está de pie, enfrentada a Sonia.
ver a Lidia durante varias semanas me
presenté en su casa. Estaba enfadada
conmigo. Muy enfadada.
Lidia ¿Qué quieres?
Sonia Que hagas un esfuerzo y me escuches.
Lidia Estoy haciéndolo. Estoy haciendo un gran esfuerzo por no volverme loca ¿no se
nota? Y te aseguro que no me estás ayudando demasiado.
Sonia Eres injusta.
Lidia ¿Yo? ¿Yo, injusta? ¿Te das cuenta de lo que me estás diciendo?
Sonia Por favor, Lidia.
Lidia Falta que me digas que me merezco lo que me está pasando.
Sonia (acercándose a ella.) Lidia
Lidia No, por favor. Quédate ahí. (Sonia se detiene.) Tengo miedo, Sonia. ¿Sabes lo que
es eso? ¿Tienes alguna idea? Mírame. Mírame cómo estoy. Mírame los labios. Estos no
son mis ojos. No me reconozco, Sonia. ¿Quieres ver mis pinturas? ¿Recuerdas que te
parecían tan bonitas? Pues míralas ahora. (Toma unos papeles con dibujos y se los
arroja a Sonia.) Vete, Sonia. Vete por favor. No creo estar en condiciones de escucharte
ni a ti ni a nadie. ¡Sal de mi casa!
Sonia Si tu acosador te pudiese ver ahora mismo creo que las cosas darían un giro
radical.
Lidia ¿Crees que dejaría de llamar?
Sonia Creo que se lo pensaría muy bien antes de intentar hacer algo más.
Lidia ¿Y sabes qué pienso yo? Que tú y tus amigos policías habéis hecho un trabajo
inútil. Durante estos tres meses he colaborado, os he permitido grabar todas las
conversaciones que he tenido por teléfono, he respondido a todas las preguntas que me
habéis hecho. He ido a la comisaría cientos de veces. He soportado que sospecharan no
sé qué de mí. He tenido que hacer un listado de todos los hombres con los que he tenido
algo en los últimos años. ¿Qué más tengo que hacer? ¿Qué más, Sonia? ¿Qué más? Pues
yo te voy a decir lo que vamos a hacer. Lo vamos a dejar aquí. Mañana Julio habrá
regresado y todo esto pertenecerá al pasado. Son sólo veinticuatro horas. Creo que voy a
poder soportarlo. Tengo medicación.
Sonia Si sólo se tratara de soportar, podría estar de acuerdo contigo.
Lidia Ya lo creo. De otro modo no habría un coche de policía aparcado frente a mi
puerta.
Sonia Es muy difícil ayudarte si no colaboras.

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