Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
y del Latinomaericanismo1
Enmundamientos
1 Este ensayo fue publicado en inglés: “Hemispheric Domains: 1898 and the Origins of
Latin Americanism” en Journal of Latin American Cultural Studies (2001). Una versión en
español aparece en: Julio Ramos, Sujeto al límite (2011).
2 Para una historia de la construcción del Canal y sus representaciones, ver David McCullough:
The Path Between the Seas: The Creation of the Panama Canal (1977).
159
Latinoamericanismo a contrapelo
Han cambiado los tiempos y los mapas han cambiado de color. Tras el fin de
la guerra fría la presencia militar en el Canal no tiene el mismo sentido que
pudo tener durante las primeras décadas del siglo XX, cuando efectivamente se le
consideró fundamental, tanto para la ‘seguridad’ de la hegemonía norteamericana
en la zona medular del Caribe, como para la expansión del capital financiero y el
comercio mundial. De ahí el marcado contraste entre las proyecciones utópicas
que se elaboraron en torno al aparato tecnológico-médico-militar-financiero
del Canal a partir de su inauguración en 1914 y el reciente abandono de Fort
Clayton, donde las hierbas crecen hoy hasta siete pies de alto, según cuenta
un viajero3 queriendo de seguro sugerir que tras la retirada norteamericana del
Istmo, impetuosamente retornaba la misma selva que por casi un siglo había sido
contenida, dominada implacablemente por la ingeniería y por la medicina tropical
en una lucha permanente contra los mosquitos, la fiebre amarilla y la malaria.4
3 Calvin Sims: “Filling the Void and the Bases in Panama”. New York Time, 30 October, 1994,
pt. iv, 5:1.
4 Stella H. Nida tiene unas interesantes páginas anecdóticas e históricas sobre la guerra
contra los mosquitos en Panama and Its “Bridge of Water” (1915).
5 Reporte del coronel doctor W. C. Gorgas, quien fuera miembro de la Ithmian Canal
Commission y luego jefe del Departamento de Salud en Panamá, citado por Charles F.
Adams, The Panama Canal Zone: An Epochal Event in Sanitation, Boston, Proceedings of
the Massachusetts Historical Society (1911: 27). Para una sugestiva exploración de relación
entre cuerpo y tecnología –y cuerpos tecnologizados– en los discursos imperialistas del
cambio de siglo –particularmente a lo largo de la construcción del Canal y durante la
Exposición de Panamá y el Pacífico celebrada en San Francisco en 1915–, ver Bill Brown:
“Science Fiction, the World Fair, and the Prosthetics of Empire, 1910-15”, en A. Kaplan y D.
Pease (eds.): Cultures of United States Imperialism (1993).
6 Remito al concepto de ‘biopolíticas’ de M. Foucault: Naissance de la biopolitique (1979).
Para un análisis de políticas de salubridad en tanto dispositivos de ordenación social y
160
1998: Genealogías del Panamericanismo y del Latinomaericanismo
Pasaje interoceánico y punto de articulación entre el Norte y el Sur, el Canal fue tanto
un efecto como una condición de posibilidad de tal enmundamiento. De hecho,
se construyó por trabajadores migrantes, heterogénea fuerza cosmopolita formada
por cerca de 40000 trabajadores provenientes de Jamaica, Martinica, Costa Rica,
Guatemala, Trinidad, Guadalupe –y también de la China, Escandinavia y Galicia–,
fuerza discrepantemente cosmopolita, como diría Clifford, que operó y habitó
en una zona de contacto profundamente transnacional. Esa zona de contacto se
mantuvo bajo el control de la mano dura de un elaborado aparato policiaco que
vigilaba y cuadriculaba la zona de acuerdo a un jerarquizador orden de castas.
La violencia de su racismo se encuentra en la base misma del enmundamiento
moderno, socavando cualquier postulación libertaria o dialógica del ‘contacto’
globalizador.8 Henry Franck, policía durante la época de construcción de la Zona,
recuerda cándidamente las jerarquías raciales y lingüísticas en el pequeño mundo
articulado y condensado por la construcción del Canal:
nacional, véase J. Ramos: “A Citizen Body. Cholera in Havana (1833)”, Dispositio (1994),
(Número especial sobre “Subaltern Studies in Latin America”, editado por José Rabasa).
7 Sobre la tecné como operación de marcos y creación de ‘mundos’ regulados de sentido, ver
M. Heidegger: “The Question of Technology”, y su crítica de la categoría de la ‘concepción
del mundo’ o ‘visión del mundo’ en “Comments on Karl Jaspers’s Psychology of World-
Views”, en Pathmarks (1998: 1-38).
8 Véase las interesantes páginas de Michael Taussig sobre la construcción del Canal en
Mimesis and Alterity: a Particular History of Senses (1993).
161
Latinoamericanismo a contrapelo
todas las razas y diversos grados de color; todos, menos los trabajadores
norteamericanos, que brillan por su ausencia. Porque el negro americano
es intratable cuando se agrupa, y el sistema de castas que prohíbe que los
americanos blancos trabajen junto con los negros es de esperarse en una
empresa administrada por hombres que no sólo son militares sino sureños,
a pesar de la cantidad de negros que se encuentran hoy temblando de frío
en las calles de Chicago o los callejones de San Luis (1913: 119).
Profundo corte en la tierra –the Cut, solían llamarle los ingenieros en la época
de su construcción– el Canal inscribe e intercepta los nexos, los enlaces, las
articulaciones, la red de un nuevo mundo. “La historia de las guerras de la
humanidad –señala Sloterdijk– se muestra bajo una luz distinta cuando se ponen
en relación ciertas guerras o ciertos tipos de guerra con las crisis de los cambios
de las grandes formas del mundo” (1994: 81). En el tránsito casi inmediato
entre el fin de la guerra del 98, las proyecciones del presidente McKinley
en 1899 y el impulso que toma la construcción del canal tras la secesión de
Panamá en 1904, el complejo militar-financiero-médico-tecnológico elabora el
programa de una masiva condensación y compresión hemisférica que trastocaría
permanentemente los mapas, las rutas de circulación del capital, la cartografía
de los flujos transculturales, y la concepción y las autorrepresentaciones mismas
del mundo americano. De su impacto se desprenden tanto la resonancia utópica
de las proliferantes celebraciones del canal, ‘nueva maravilla’, que acabaría por
unir al Norte y al Sur, Oriente y Occidente, como el temor de los críticos de su
poder expansivo, íntimamente ligado a la emergencia de un nuevo imperio. Es
decir: Roosevelt, por un lado, y su peculiar ideal panamericanista; y por otro
lado los latinoamericanistas guardianes de las fronteras de la América ‘nuestra’.
De ahí también se desprende el marcado contraste entre la carga utópica de
las condensaciones hemisféricas, americanistas, del 1900 y la reconfiguración de
los nexos, de los mapas, de la forma del mundo en este fin de siglo. Por ahora
digamos que la gradual retirada de las tropas norteamericanas de Fort Clayton y el
traspaso del Canal al gobierno panameño en el 1999 clausuran la historia de toda
una época, todo un modo de dominación colonial.
Ahora los problemas son otros. Por ejemplo, resulta difícil imaginarse qué hacer
con los edificios abandonados a lo largo de la Avenida Gailord y dónde reubicar
todo aquel equipo y material militar excedente que no parece tener ya ningún
uso ni sentido. Resemantizada, una parte mínima del metal –residuos de todo
un orden militar ya caduco– viajaría al Norte, donde posiblemente serviría para
añadir altura y espesor a la muralla construida –imaginada, más bien– para
contener el flujo inmigratorio en la frontera entre México y los Estados Unidos:
la Muralla de la Tortilla, en cuya base californiana se encuentran ya depositadas
y recicladas toneladas de acero, remanentes refuncionalizados de la Guerra
del Golfo, soplados allí como por arte de magia por el viento terrible de la
Tormenta del Desierto.
162
1998: Genealogías del Panamericanismo y del Latinomaericanismo
Por cierto, todavía no queda claro de dónde vendrán los fondos para financiar la
nueva universidad panamericana, lo que hace dudar a muchos de la viabilidad del
proyecto en esta época de crisis profunda de la educación superior. En todo caso,
el proyecto de la Ciudad del Saber nos sitúa de frente ante la discusión actual
sobre los roles políticos del intercambio intelectual interamericano en el contexto
de las cambiantes relaciones entre el norte y el sur, precisamente ahora cuando
el sistema de dominación inaugurado en el fin de siglo pasado, en los momentos
emblemáticos de la Guerra del 98 y la invención del estado de Panamá en 1904,
pareciera encontrar un momento de cierre.
163
Latinoamericanismo a contrapelo
164
1998: Genealogías del Panamericanismo y del Latinomaericanismo
Alerta y crítico hasta sus últimos días, el amigo y colega de Berkeley, el crítico
peruano, Antonio Cornejo Polar, encaró la disyuntiva actual del latinoamericanismo
en una intensa reflexión sobre las fronteras y los límites del campo contemporáneo.
Me refiero a “Mestizaje e hibridez. Los riesgos de las metáforas. Apuntes”, su
última colaboración a Lasa (Latin American Studies Association), leída in absentia
en la convención internacional celebrada en Guadalajara en marzo de 1997,
apenas un par de meses antes de la muerte de Antonio en Lima.12 Aunque sea
brevemente, permítanme detenerme en la lectura de este texto doblemente
sobre finales, escrito último de un autor clave, de gran influencia, tanto en el
latinoamericanismo vernáculo como metropolitano, el cual nos alerta sobre la
posibilidad “del desdichado y poco honroso final del hispanoamericanismo”.
165
Latinoamericanismo a contrapelo
166
1998: Genealogías del Panamericanismo y del Latinomaericanismo
Ahora bien, no tenemos que estar de acuerdo con Cornejo para reconocer que
“Mestizaje e hibridez: los riesgos de las metáforas” toca el corazón mismo del
debate contemporáneo sobre la globalización de las culturas latinoamericanas,
la discusión actual sobre los efectos de la globalización del saber producido
sobre estas culturas. Cornejo identifica la crisis de los discursos culturales y las
instituciones vernáculas en esta era neoliberal, y aconseja cautela ante la influencia
creciente de los paradigmas teóricos metropolitanos incluso en América Latina: los
estudios culturales, poscoloniales y subalternos.
167
Latinoamericanismo a contrapelo
13 Arcadio Díaz Quiñones demuestra cómo la crisis del imperio español que culmina en el
98 fue también decisiva para la formación del hispanismo y sus historias literarias (que
por cierto mantienen aún cierta vigencia en los estudios hispanistas en los Estados Unidos,
donde la literatura latinoamericana frecuentemente figura como una provincia más de la
historia castellana e imperial inaugurada por el Cid Campeador). Véase A. Díaz Quiñones:
“1898: Hispanismo y guerra” (1998).
14 Me refiero a los textos sobre las Conferencias Internacional y Monetaria celebradas en
Washington en 1889, incluidas en el volumen Nuestra América (1985: 35-132).
15 Escribe Martí:
[…] En vano, –faltos del roce y estímulo diario de nuestras luchas y de nuestras posiciones,
que nos llegan ¡a mucha distancia! del suelo donde no crecen nuestros hijos–, nos convida
168
1998: Genealogías del Panamericanismo y del Latinomaericanismo
En este nuevo espacio, disputado y desigual –en una época que los historiadores
generalmente identifican con la gradual incorporación de América Latina al
mundo–, se redefinen las posiciones del intelectual, ahora encargado de precisar
la especificidad y los límites del campo de la identidad ‘propia’ y de proponer
este país con su magnificencia, y la vida con sus tentaciones, y con sus cobardías el corazón,
a la tibieza y al olvido. ¡Donde no se olvida, y donde no hay muerte, llevamos a nuestra
América, como luz y como hostia; y ni el interés corruptor, ni ciertas modas nuevas de
fanatismo, podrán arrancárnoslas de allí! Enseñemos el alma como es a estos mensajeros
ilustres que ha venido a nuestros pueblos, para que vean que la tenemos honrada y leal,
y que la admiración justa y el estudio útil y sincero de lo ajeno, el estudio sin cristales de
présbita ni de miope, no nos debilita el amor ardiente, salvador y santo de lo propio; ni
por el bien de nuestra persona, si en la conciencia sin paz hay bien, hemos de ser traidores
a lo que nos mandaran a hacer la naturaleza y la humanidad. Y así, cuando cada uno de
ellos vuelva a las playas que acaso nunca volvamos a ver, podrá decir, contento de nuestro
decoro, a la que es nuestra dueña nuestra esperanza y nuestra guía: ¡Madre América, allí
encontramos hermanos! ¡Madre América, allí tienes hijos! “Discurso de la Sociedad Literaria
Hispanoamericana (‘Madre América’)” ( Nuestra América 1985: 25-26).
16 Ver de J. Ramos: “Esta vida de cartón y gacetilla: literatura y masa” (2003).
169
Latinoamericanismo a contrapelo
170
1998: Genealogías del Panamericanismo y del Latinomaericanismo
Claro está: los archivos y las nociones del legado que ambos proponen son
radicalmente distintos. Obviamente, mientras Rodó –en guerra contra la
‘americanización’ y la modernidad– propone un legado euro-latino-americano,
Martí funda su narrativa identitaria en la ficción operativa, digamos, de las “voces”
subalternas, “autóctonas” o vernáculas. Aún así, en ambos las prácticas de la
mediación latinoamericanista se fundan en las inflexiones variadas de la autoridad
estético-cultural que privilegia el papel de la literatura en la construcción de la
ciudadanía, de lo que Schiller llamaba la educación estética del hombre. En ambos
el sujeto intelectual se construye y se autoriza en función de una reflexión sobre
las condiciones necesarias para la democracia en la que la representatividad
estético-cultural debía cumplir un principio regularizador, contribuyendo tanto a
la representación de particularidad subalternizada (Martí), como a la “estética de la
conducta” (Rodó) necesaria para la autoadministración del alma y la constitución
de sujetos disciplinados.17
17 Por otro lado, no conviene aplanar los pliegues del sujeto estético. El mismo Rodó, por
ejemplo, mantiene una relación muy ambigua con la estética y los ‘excesos” retóricos
de la literatura, opuesta por momentos a la prioridad de la virilidad deseada para el
sujeto ciudadano.
171
Latinoamericanismo a contrapelo
Sin soslayar las distancias obvias, en Martí y Rodó la cuestión de los límites
de lo ‘propio’ en la modernidad se encuentra ineluctablemente ligada no solo
al expansionismo norteamericano, sino también al problema ‘interno’ de la
democracia, al surgimiento de nuevos agentes políticos –mujeres, obreros, alianzas
sociales imprevistas– que presionaban la esfera pública y obligaban a repensar
el lugar mismo de los intelectuales y de la alta cultura en las sociedades en
vías de modernización. No es casual, en ese sentido, que para muchos de los
nuevos sujetos sociales identificados con la relativa apertura producida por la
modernización, el 98 no representara necesariamente un trauma o un desastre.
Según pensaron muchos de los intelectuales obreros más radicales de la época,
particularmente en el caso de Puerto Rico, por ejemplo, la norteamericanización
paradójicamente posibilitaría la democratización de la esfera pública, la creación
de ciertas condiciones (como solía decirse) y garantías para la constitución de
un movimiento obrero anticapitalista que por cierto sospecharía mucho de los
discursos estético-culturales y del privilegio del papel mediador y representativo
del intelectual en las defensas nacionalistas y en los registros latinoamericanistas
que se multiplican a partir del 98. Me refiero, por ejemplo, a Luisa Capetillo, y a los
discursos libertarios ligados al surgimiento del movimiento obrero puertorriqueño
lúcidamente estudiado y antologado por Ángel Quintero Rivera.18
1998
18 La lucha obrera en Puerto Rico (1971). También ver J. Ramos, Amor y anarquía: Los
escritos de Luisa Capetillo (1990).
172
1998: Genealogías del Panamericanismo y del Latinomaericanismo
Por otro lado, las oposiciones tajantes entre metrópoli y periferia, entre lo global
y lo local, entre el interior y el exterior, entre lo auténtico y lo inauténtico, son
problematizadas por el proceso mismo de la globalización; problematizadas,
por ejemplo, por el viaje continuo y la migración de intelectuales e ideas, y
más recientemente por las intervenciones cada vez más intensas de críticos y
alumnos chicanos, puertorriqueños, latinos en el campo del latinoamericanismo;
sujetos cuya experiencia vital y trabajo intelectual introducen nuevos tensores
o a veces cruzan diagonalmente las nociones territorializadas de las raíces, la
pureza lingüística, los orígenes fijos o los legados continuos que figuran todavía
hoy como los tropos predominantes del latinoamericanismo vernáculo. Si
pensamos que el latinoamericanismo es después de todo un complejo archivo
de discursos sobre la territorialidad y la localidad, discursos que intentan definir
la especificidad de sus objetos en función de la diferencia regional o geopolítica,
podemos hoy preguntarnos sobre la eficacia y viabilidad de los modos de recortar
las fronteras del campo de identidad, particularmente en esta época en que los
flujos transnacionales del capital flexible expanden violentamente las zonas de
contacto e intercambio, mientras las intensas migraciones caribeñas, mexicanas
y centroamericanas producen enclaves de habla y cultura hispana en el corazón
173
Latinoamericanismo a contrapelo
mismo de las metrópolis principales de los Estados Unidos. Incluso tal vez no
sea del todo imprudente preguntarnos, con Tato Laviera, si Manhattan no es una
isla del archipiélago antillano, o si Loíza, Loaiza, es un barrio del Lower-East
Side.19 Acaso no sea injusto preguntarse dónde queda América Latina, la localidad
cartografiada y protegida por los discursos de las esencias ‘propias’.
Tampoco está de más recordar hoy que, cien años después de la invasión de Cuba
y Puerto Rico en el 1898, la caribeñización y latinización relativa de las ciudades
claves del imperio, en 1998, reta tanto las nociones fáciles, monolingües de la
ciudadanía jurídica, como cualquier intento de perpetuar los mapas, las categorías
territoriales institucionalizadas por los discursos de la identidad vernácula.
Bibliografía
Adams, Charles F.
1911 The Panama Canal Zone: An Epochal Event in Sanitation. Boston:
Proceedings of the Massachusetts Historical Society.
Beverley, John
2000 “Postscriptum”. En: Mabel Moraña (ed.), Nuevas perspectivas desde/
sobre América Latina: el desafío de los estudios culturales, pp. 501-511.
Santiago de Chile: Cuarto Propio, Instituto de Literatura Iberoamericano.
Brown, Bill
1993 “Science Fiction, the World Fair, and the Prosthetics of Empire, 1910-15”.
En: A. Kaplan y D. Pease (eds.), Cultures of United States Imperialism,
pp. 129-163. Durham: Duke University Press.
Calvin Sims
1994 “Filling the Void and the Bases in Panama”. En: New York Time, 30
October, pt. IV, 5:1.
Cornejo Polar, Antonio
1998 “Mestizaje e hibridez. Los riesgos de las metáforas. Apuntes”. Revista de
Crítica Literaria Latinoamericana, Lima-Berkeley. Año 24 (47): 7-11.
De la Campa, Román
1999 Latin Americanism. Minneapolis: University of Minessotta Press.
Díaz Quiñones, Arcadio
1998 “1898: Hispanismo y guerra”. En Walther L. Bernecker (ed.), 1898: su
significado para Centroamérica y el Caribe, pp. 17-35. Berlín: Vervuert
Verlag.
Fernández Retamar, Roberto
2003 Todo Calibán. San Juan: Ediciones Callejón.
19 Resulta fundamental el libro de Juan Flores, gran lector y colaborador de Tato Laviera, *The
Diaspora Strikes Back: Caribeño Tales of Learning and Turning*. Nueva York: Routlege, 2009.
174
1998: Genealogías del Panamericanismo y del Latinomaericanismo
Flores, Juan
2009 The Diaspora Strikes Back: Caribeño Tales of Learning and Turning.
Nueva York: Routledge.
Foucault, Michel
1979 Naissance de la biopolitique. Paris: Annuaire du Collège de France.
Franck, Henry
1913 Things as They Are in Panama. London: T. Fisher Unwin.
García Canclini, Néstor
1995 Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la
globalización. México: Grijalbo.
Heidegger, Martin
1998 Pathmarks. Cambridge: Cambridge University Press.
Martí, José
1985 Nuestra América. Caracas: Biblioteca Ayacucho.
McCullough, David
1977 The Path Between the Seas: The Creation of the Panama Canal, 1870-
1914. New York: Simon and Schuster.
Moreiras, Alberto
1995 Restitution and Appropriation in Latinamericanism. Journal of
Interdisciplinary Literary Studies. 1: 1-43.
2001 The Exhaustion of Difference. The Politics of Latin American Cultural
Studies. Durham: Duke University Press.
Nida, Stella H.
1915 Panama and Its “Bridge of Water”. Chicago: Rand McNally and Co.
Quintero Rivera, Ángel
1971 La lucha obrera en Puerto Rico. Río Piedras: Cerep.
Rafael, Vicente
1999 Regionalism, Area Studies and the Accidents of Agency. American
Historical Review. The University of Chicago Press. 104 (4): 1208-1220.
1994 The Cultures of Areas Studies in the United States. Social Text. Duke
University Press. 41: 91-111.
Ramos, Julio (ed.)
1990 Amor y anarquía: Los escritos de Luisa Capetillo. Río Piedras: Ediciones
Huracán.
1994 A Citizen Body. Cholera in Havana (1833). Dispositio. 19 (46): 179-195.
2000 “Genealogías de la moral latinoamericanista. El cuerpo y la deuda
de Flora Tristán”. En: Mabel Moraña (ed.), Nuevas perspectivas desde/
sobre América Latina: el desafío de los estudios culturales, pp. 185-209.
Santiago de Chile: Cuarto Propio / Instituto de Literatura Iberoamericano.
2003 “Esta vida de cartón y gacetilla: literatura y masa”. En: Desencuentros
de la modernidad en América Latina. Santiago: Cuarto Propio.
2001 Hemispheric Domains: 1898 and the Origins of Latin Americanism.
Journal of Latin American Cultural Studies. 10 (3): 237-251.
175
Latinoamericanismo a contrapelo
176