Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
221-241
P rolegómenos a
una teoría de la tradición
en la música*
Zofia Lissa
Tradición y cultura
Etimológicamente, «tradere» significa trasladar, transmitir; y «traditio»,
traslado, transmisión. Tradición será, pues, todo lo que una generación
dada asume de las anteriores, y lo que ha sido reconocido en determinado
medio como digno de asunción. En el uso general, incluso en científicos de
la talla de Czarnowski, los conceptos «tradición nacional» y «cultura na-
cional» se presentan como intercambiables. Sin embargo, mundo la defini-
ción ofrecida en la Gran Enciclopedia General de la Editorial Científica
Estatal limita las tradiciones a los contenidos culturales que en un medio
dado «están rodeados de una particular veneración», son «distinguidos por
ciertos grupos» de la sociedad en un período histórico dado, «del pasado
1
Ya después de haber escrito este trabajo he conocido el libro O tradycji (Varsovia,
1971) de J. Szacki, que enfoca el problema de manera semejante a la nuestra aquí.
Prolegómenos a una teoría de la tradición en la música 3
2
K. Dobrowolski, Studia nad zyciem spolecznym i kultura, Wroclaw, 1966, p. 77.
3
Z. Lissa, «Muzyka jako czynnik integracji narodowej», Kwartalnik Historyczny, 1969,
nº 2, p. 367 y ss.
Prolegómenos a una teoría de la tradición en la música 5
La tradición es, pues, una red de variados residuos del pasado, espesa-
mente tejida tanto en su estratificación temporal como en el sistema cuali-
tativo, de muy diversa génesis, y que se renueva con cada generación.
Cada época histórica reinterpreta para su propio uso los elementos hallados
a su llegada, para transformarlos y, sobre la base de ellos, hacer su aporte a
la totalidad del arte dado, aporte que, a su vez, devendrá él mismo una
tradición para los tiempos futuros, al constituir una aleación de elementos
heterogéneos y sufrir una ulterior reinterpretación.
A pesar del sentido peyorativo que generalmente se le atribuye hoy
día, se ha de concebir la tradición como algo dinámico, que crece, cambia,
se transforma, completo diferentes funciones en un arte dado, o, más am-
pliamente, en una sociedad dada; cambia y continuamente se involucra de
nuevo en el desarrollo actual del arte. La tradición es lo que le está a los
procesos de desarrollo del arte su carácter continuo, el carácter de cierto
continuum, y — desde la perspectiva territorial — lo que le da al arte de
los distintos países su verdadero carácter nacional. En este sentido, las
tradiciones de Bach, aunque sustancialmente modificadas, influyen sobre
la obra de los clásicos vieneses, cuya polifonía —a pesar de sus raíces
barrocas— representa otro tipo de pensamiento tonal, pero sobre todo
formal (la simetría de la arquitectura, la síntesis de la factura de las formas
de sonata y de fuga, el contrapunto como principio técnico del trabajo
temático en las transformaciones, etc.); esas mismas tradiciones de Bach
se presentan —sobre otra base de pensamiento tonal— en Reger, hoy
incluso todavía en Hindemith.4 Las tradiciones de los clavicordistas france-
ses reviven en la obra de Ravel; y las tradiciones de Musorgsky, en mu-
chos creadores soviéticos contemporáneos, y ello en una nueva forma. En
la música polaca, un ejemplo es la obra de Szymanowski, que sólo después
de la Segunda Guerra Mundial devino una tradición, mientras que en los
años 20 era considerada una completa oposición a todas las tradiciones
nacionales en la música polaca. Todavía hoy día viven los que precisamen-
te como tal la sentían y... la condenaban. Hoy día la obra de Szymanowski
ha dejado de ser una tradición con la que se empalma, aunque lo era
4
Para el período intermedio de la obra de Stravinsky (que Adorno presenta como un
período de «restauración»), la obra de J. S. Bach y sus categorías estilísticas constitu-
yen ya no tanto tradiciones como, más bien —hablando con el lenguaje de Pierre
Schaeffer—, objets sonores, esto es, material de modelado estilizante del tipo «músi-
ca sobre la música» (véase Th. Wiesengrund Adorno, Filozofia nowej muzyki, Var-
sovia, 1974).
6 Zofia Lissa
5
Me refiero a la multitud y variedad de tendencias estilísticas y corrientes (trends) que
transcurren en el mismo tiempo histórico.
Prolegómenos a una teoría de la tradición en la música 7
6
Cf. «O istocie dziela muzycznego». [N. del T.: Aquí la autora remite a un estudio que se
halla incluido en el mismo libro del que procede el presente texto.]
8 Zofia Lissa
ciones distintas de las que cumplen cuando se las ejecuta en una sala de
conciertos moderna; su recepción misma se vuelve distinta; se despierta
otro tipo de asociaciones en los receptores. El sentido humanista dominan-
te de la Novena Sinfonía de Beethoven, o el carácter revolucionariamente
dinámico del Estudio en do menor, opus 10, de Chopin, también pertene-
cen a las propiedades extrasonoras de esas obras, que —en dependencia
de los rasgos de su ejecución y de la actitud receptiva de los oyentes— se
manifiestan como rasgos aparentemente objetivos de esas obras.
Sin estereotipos no hay, propiamente, estilos musicales. Todos los esti-
los musicales se basan en estereotipos de imaginación específicos tanto de
los compositores como de los oyentes. La comparatística, el método fun-
damental de acción en las investigaciones históricas, es precisamente la
comparación de las obras y estereotipos concretos investigados y la expli-
cación de la esencia de sus desviaciones respecto de un estereotipo. Está
claro que el estereotipo no lo crea un fenómeno individual, sino solamente
la repetición de éste. Ella genera normas, esto es, directivas técnicas, y
conduce a generalizaciones —y, por ende, también al surgimiento de una
terminología. La teoría de cada estilo musical y la terminología de éste sólo
pueden surgir cuando: a) el estilo dado se ha propagado ampliamente, y b)
ha perdido ya los rasgos de «novedad» y ha devenido, en cambio, un
fenómeno de naturaleza histórica. En esta etapa, por lo regular los variados
factores sociogenéticos o psicogenéticos introducen modificaciones en los
estilos, apartan las formas establecidas de éstos y las colocan en la tradi-
ción.
Pero las tradiciones tienen diferente tempo en los diferentes pisos de
las iniciativas creadoras. Y así, por ejemplo, los géneros formales de los
clásicos sobrevivieron a varias etapas de cambios de estilo concernientes a
la instrumentación, pero sobre todo a la armonía [harmonika]. Asimismo,
los principios tonales del sistema mayor-menor que constituyeron la base
de las transformaciones estilísticas en un período de más de trescientos
años, sobrevivieron a procesos de transformaciones en la esfera de otros
estratos constructivos de la música, integrándolos y creando los fundamen-
tos de la continuidad del desarrollo de la cultura musical. Por otra parte, los
llamados virajes estilísticos afectaron mayormente sólo algunas tradicio-
nes, sin romper ni cambiar otras. Así pues, por ejemplo, la dodecafonía de
Schönberg tomo algunos principios arquitectónico-formales de las etapas
de desarrollo que la precedieron, y modificó completamente otros, por
ejemplo, los tonales. En el arte no existe el empezar ab ovo, ex nihilo;
Prolegómenos a una teoría de la tradición en la música 9
7
Cf. «O wartosci w muzyce». [N. del T.: Se trata de otro estudio incluido en el mismo
libro del que procede el presente texto.]
10 Zofia Lissa
_____
creados estereotipos de imaginación constantes. En esto consiste el significado esen-
cial del trabajo de los críticos, que habitualmente deciden por cierto tiempo los desti-
nos de la obra. Al realizar alguna interpretación de una nueva obra, determinan el
puesto de ésta en el nuevo estrato de normas que se está formando. En la época de la
prensa y de los medios de transmisión masiva, el destino de las obras lo deciden estos
factores en un grado mucho mayor del que nos damos cuenta. Éste es un nuevo coefi-
ciente de la formación de nuevas tradiciones.
Prolegómenos a una teoría de la tradición en la música 15
complejos sufren una asimilación, lo que se reduce a que, por una parte, al
insertarse ellos mismos en nuevas estructuras, sufren una transformación,
y, por otra, transforman la estructura de la tradición en que entran. Pero
los vínculos de las tradiciones nacionales y universales consisten también
en un flujo inverso: ciertas tradiciones nacionales y elementos de ellas, al
penetrar en la cultura universal, la enriquecen; tomemos en consideración
—por ejemplo— el aporte de las naciones eslavas desde el siglo XIX, y el
de las naciones y culturas orientales actualmente, a la llamada música mun-
dial. El más alto logro de un creador es entrar en las tradiciones musicales
de su nación; pero, probablemente, un logro aún más alto es el paso a las
tradiciones duraderas en la cultura musical de toda la humanidad. Esto le
ha sido dado solamente unos pocos, entre los cuales estuvo, por ejemplo,
Chopin.
La conciencia del pluralismo de las culturas y tradiciones enriquece
enormemente nuestra imagen del mundo, sobre todo la esfera del arte. Nos
es difícil salir del modelo de nuestros propios estereotipos culturales, pro-
ducidos por la vida misma y la educación misma dentro de los límites de un
solo modelo nacional. Esto concierne sobre todo a los creadores cuya acti-
vidad es determinada precisamente por su propia cultura nacional, como
ocurrió por lo menos con Chopin precisamente, que hasta el fin de su vida
escribió en polaco en la música y en las cartas, que pensaba «en polaco»
(en un sentido amplio, no sólo lingüístico), a pesar de que pasó toda una
mitad de su vida fuera de Polonia. Pero la recepción de las infiltraciones
extranjeras existe siempre, no hay sistemas culturales totalmente cerrados.
La hibridación de las tradiciones es un fenómeno natural; y como afir-
ma Lévi- Strauss,12 precisamente ella llegó a ser la causa de «la violenta
explosión cultural en la cuenca del Mediterráneo». Ella contribuye también
a las transformaciones de las tradiciones propias del medio; sin embargo,
sus límites son trazados por la red y el modelo de esas tradiciones.
12
C. Lévi-Strauss, Smutek tropików, Varsovia, 1960.