Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
12
Las islas se llamaban así por la gran cantidad de galápagos
que allí vivían. Eran unas tortugas gigantes. Algunas, ni siquiera
seis forzudos marineros de los de pelo en pecho eran capaces de
levantarlas... Las utilizábamos para alimentarnos. Su carne asada,
sin ser un delicioso roastbeef envuelto en salsa de oricios, se dejaba
comer... Si cierro los ojos, aún recuerdo el olor que desprendían
cuando las asábamos al caer la tarde en la playa y...
Bueno, bueno, que ya se me va otra vez la pota, eh, quiero decir
la olla... Me llamó mucho la atención que los españoles podían
decir perfectamente en qué isla se había cazado cada tortuga.
Y es que en cada isla había un tipo distinto. Al principio, a mí todas
me parecían iguales. Sin embargo, tenían pequeñas diferencias en
el caparazón y eran de diferente especie. Aquello era muy raro.
¿Cómo era posible que Dios se hubiera entretenido en hacer
animales tan parecidos, que apenas si se distinguían entre sí, con el
trabajo que debió de tener allá arriba con el asunto de la creación?
Lo mismo ocurría con los pinzones. Los pinzones eran unos
pajarillos muy simpáticos que andaban por todos lados volando y
armando un buen alboroto. Pues bien, en cada isla de las Galápagos
había un tipo distinto de pinzón. E incluso dentro de la misma isla
unos tenían el pico más pequeño, otros más curvo, otros más afilado…
Marchena