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EL CELULAR

La tecnología celular se basa en estaciones de radio, cada una con su


correspondiente área de cobertura, que se superponen para cubrir un
territorio amplio, formando lo que se llaman celdas o células (y, de ahí,
su nombre).
Dicha tecnología fue perfeccionada y aplicada a la telefonía móvil a finales
de la década de los sesenta, principios de la de los setenta del siglo XX.
Y digo “perfeccionada” y “aplicada a” en vez de inventada, porque
realmente la tecnología celular que permite la operativa de nuestros
teléfonos móviles no es más que una evolución de tecnologías de radio
anteriores.

Si bien la primera llamada de teléfono móvil moderno fue realizada el 3


de abril de 1973 por técnicos de Motorola, los primeros precedentes
comerciales de esta tecnología hunden sus raíces en la década de los 40,
cuando en algunas ciudades estadounidenses se lanzaron servicios de
telefonía por radio que permitían realizar llamadas desde coches (donde
iban instalados los teléfonos) a teléfonos fijos.

Poca autonomía para hablar y un alcance limitado en cuanto a radio de


acción eran las características de este servicio. La antigua URSS (y, por
extensión, Europa del Este), Japón y los países nórdicos también
exploraron sus propios sistemas de telefonía móvil basados en la
tecnología de la comunicación celular, pero se considera unánimemente
que esta inició su despegue definitivo con aquella llamada realizada en la
primavera del 73.

Cada uno de los puntos de conexión, unidos entre ellos por una red
dedicada, que puede ser cableada, se llaman estaciones base.
Dichas estaciones base pueden ser muy visibles, con torres dedicadas, o
bien pueden estar más camuflados entre el mobiliario urbano, de forma
que pasen más desapercibidas al integrarse mejor con el entorno.

Generalmente, la conexión de estas estaciones base a la red de la


operadora se realiza por medio de cable de fibra óptica, mientras que la
conexión a los teléfonos móviles se realiza por ondas de radio en unas
determinadas frecuencias.

Dichas frecuencias son reguladas por organismos, generalmente


gubernamentales, que velan por la convivencia de diversos servicios en el
espacio radioeléctrico, como la televisión analógica, la digital (se extingue
la primera en favor de la segunda), o la telefonía móvil entre otros.

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