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APUNTES DE NEUROCIENCIA

Libet ha demostrado que hay áreas en el cerebro que se activan regularmente unas
pocas fracciones de segundo antes de que el sujeto tome conciencia de querer realizar
una acción específica. Por lo tanto, el libre albedrío interviene como un factor en la
selección de acciones que son todas posibles y no de causa ante conductas que son
consecuencia de decisiones voluntarias. Esta observación ha tenido un efecto profundo
en la reflexión sobre el libre albedrío, lo que llevó a varios estudiosos a proponer
argumentos adicionales contra la concepción tradicional de la libertad. Uno de los
representantes más significativos de tal orientación es Daniel Wegner, un profesor de
psicología en Harvard, quien apoya la tesis de que la experiencia de la voluntad es una
ilusión.
La reflexión de Wegner parte de la distinción entre la experiencia de conocer
conscientemente una acción y la causa de la acción; sobre esta base, plantea la
hipótesis de dos regiones de origen cerebrales funcionalmente diferentes. Según
Wegner, dado que nuestra voluntad consciente no ve nuestra intención cuando origina
una acción, se puede concluir que la voluntad no está dotada de poderes causales; sin
embargo, se nos utiliza por conveniencia para interpretar cómo regular esta relación
entre intención y acción.
Como podemos ver, Wegner retoma el argumento del filósofo Hume para quien la
conexión de las cosas no puede demostrarse necesariamente, sino que solo puede
afirmarse mediante la imaginación. El mismo razonamiento se puede aplicar a la
supuesta causalidad entre la intención y el comportamiento. Según Wegner,
maduramos la creencia de que podemos controlar nuestras acciones porque siempre
que queramos, la acción deseada es puntual.
Pero, ¿por qué confundir una experiencia con una actividad causal? En otras palabras,
¿por qué deberíamos cuestionarnos si la voluntad consciente puede causar nuestras
acciones? Según Wegner, de esta forma el ser humano podría percibirse a sí mismo
como un agente causal, es decir, impulsado por objetivos y capaz de reconstruir su
propia mente los objetivos que serán el motor de su acción posterior.
Todo esto, sin embargo, no sería más que una ilusión. En apoyo de su tesis, Wegner
propone algunos tipos de casos en los que la experiencia de la voluntad es engañosa.
Consideremos aquí solo dos ejemplos. El primero viene dado por el síndrome de la
"mano ajena", un raro trastorno neuropsicológico que causa la anarquía total de una
mano que parece moverse por "voluntad propia". El sujeto no puede controlar los
movimientos de la mano y puede suceder que realice acciones conscientemente
inconscientes, como abofetear por su cuenta. El segundo tipo de casos está
representado por la hipnosis, una condición en la que el sujeto parece tener la sensación
de que sus acciones suceden fuera de su propia voluntad. Si el experimentador sugiere
que una extremidad se vuelve más ligera y ligera, en algún momento el sujeto puede
sentir que la extremidad aumenta gradualmente sin que él tenga conciencia de querer
ese movimiento. Según Wegner, las observaciones de este tipo nos permiten afirmar
que si nuestra conciencia de querer nos engaña a veces y en determinadas
circunstancias, nada nos impide formular la hipótesis de que siempre puede constituir
un año y, por lo tanto, siempre es ilusorio. En resumen, la teoría de Daniel Wegner sobre
"causalidad aparente" puede expresarse de la siguiente manera: las personas
experimentan voluntad consciente cuando interpretan su pensamiento como la causa
de la acción.
Como puede verse a partir de este resumen bastante sintético de la teoría de Wegner
sobre la naturaleza ilusoria del poder causal de la voluntad, los argumentos presentados
para apoyar esta posición son extremadamente débiles y, a menudo, fácilmente
contestables. ¿Hay una parte del cerebro donde sea posible ubicar físicamente los
procesos descritos? El problema se complica cuando los sujetos creen que están
haciendo movimientos voluntarios cuando en realidad no sucede nada. Es el caso de la
extremidad fantasma ", es decir, aquellas partes del sistema esquelético que faltan (un
brazo, una pierna, etc.) para las moscas de nacimiento o un seguimiento de la
amputación que aún logran hacer sensaciones a las personas sin el parte del cuerpo.
Las técnicas para el estudio del funcionamiento de las células nerviosas relacionadas
con situaciones y comportamientos conscientes se descifran en análisis
neurofisiológicos, es decir, relacionados con cambios en las habilidades psíquicas
causadas por lesiones destructivas de ciertas áreas del cerebro, e instrumentos que
miden localmente los cambios en la intensidad de la actividad neuronal. Estos métodos
de investigación muestran solo dónde, en el cerebro, están los correlatos neuronales de
estados mentales específicos.
Para registrar cuándo es necesario hacer referencia a la electrofisiología que
proporciona indicadores prácticamente instantáneos de los cambios en la actividad
neuronal. Todos estos métodos, sin embargo, implican, para la explicación de sus
resultados, la contribución del sujeto examinado, su terminación introspectiva.
Especular sobre la tríada de la mente-cerebro-cuerpo no puede ignorar la terminación
introspectiva del sujeto que da evidencia de su experiencia consciente.
Descuidada por el positivismo filosófico y el conductismo psicológico, la narración
personal no se toma en cuenta como un evento que no se puede observar
empíricamente. Sin embargo, sigue siendo un elemento esencial si uno quiere investigar
el aspecto más íntimo de la conciencia. De lo contrario, el riesgo es prestarle un lado a
una nueva antropología por la cual el hombre expresaría toda su identidad a través de
su cerebro

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