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ARTÍCULO 5 — Deróganse las leyes 21.540 y 21.950, como sus decretos reglamentarios.
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Durante los años del proceso militar, a través de los decretos- ley 21.540 y 21.950, en uso
de las atribuciones del Congreso, otorgaron las asignaciones de carácter graciable a obispos
que abandonasen la vida religiosa por edad avanzada o por invalidez. En los decretos
enumerados precedentemente, se establece la obligatoriedad del Estado nacional de pagar
mensualmente a los obispos y otros dignatarios eclesiásticos, de las condiciones referidas,
una asignación equivalente al 60 o al 70 por ciento del sueldo de un juez federal de primera
instancia y otros beneficios menores para curas, vicarios y administradores apostólicos.
Tales disposiciones legales fueron derogadas por la ley 23.966 pero luego fueron ratificadas
en su vigencia por la ley 24.019, y desde entonces (1991) tales representantes de la Iglesia
perciben nuevamente dichos haberes.
Si bien la jerarquía eclesiástica justifica los fondos que recibe del Estado con el artículo 2º
de la Constitución Nacional: “El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico
romano”, entendemos que la situación de las remuneraciones y la inequidad frente a la ley
vigente para toda la ciudadanía debe repensarse en un contexto democrático.
En el cono sur Brasil, Uruguay y Chile no sostienen ningún tipo de culto. En Europa, hay
diversidad pero, por ejemplo, en Alemania y Austria la iglesia católica, evangélica y
protestante se financian a través del impuesto eclesiástico que pagan sus fieles. En Bélgica
"2016- Año del Bicentenario de la
Declaración de la Independencia Nacional"
el estado sólo se hace cargo de los salarios eclesiásticos. En Holanda se financian con
donaciones que poseen exenciones fiscales.
Según consigna en su página web la propia Conferencia Episcopal Argentina -que maneja
los fondos que recibe a través de la Secretaría de Culto- los aportes directos que recibe la
Iglesia Católica son los siguientes:
-Asignación para los Obispos: La Ley 21.950 dispone para los arzobispos y obispos
residenciales una asignación equivalente al 80% de la remuneración de un Juez de primera
instancia (70% en caso de los obispos auxiliares).
Asignación para obispos eméritos: La Ley 21540 dispone para los obispos eméritos el pago
de una suma equivalente al 70% de la remuneración de un Juez de primera instancia (60%
para los auxiliares).
Según lo dispuesto en el Presupuesto 2016, el aporte del Estado para la Iglesia Católica
asciende a $133.998.031, un 21% más de lo recibido en 2015, que fue de $105.971.790.
Además la paradoja es que como los ingresos de las jerarquías eclesiásticas están en
relación a los ingresos en el Poder Judicial y los empleados del Poder Judicial acordaron un
aumento salarial del 41,6% acumulado durante 2016, lideran actualmente el porcentaje de
actualización salarial de este poder.
En este proyecto se realiza un cambio conceptual en relación a los ingresos de las jerarquías
eclesiásticas. En primer lugar, se reemplaza el concepto de asignación por remuneración, y
se le alcanza a la misma como ingreso susceptible de tributar. En segundo lugar, la lógica
de equivalencias se hace con un docente titular universitario. Esto es así, porque
entendemos que las jerarquías eclesiásticas devienen tales por un proceso de formación
intelectual, pero además implica también evitar poner en lugar de un juez a un eclesiástico.
La justicia en un país donde rige el estado de derecho debe preservarse como tal, y
equiparar remuneraciones entre estos dos sectores es confuso e injusto.
"2016- Año del Bicentenario de la
Declaración de la Independencia Nacional"
Cuando la legislación considera a la Iglesia Católica como una persona jurídica de carácter
público, concediéndole prerrogativas que se le niegan a otros cultos, y que sobre todo, se
equipara a la Iglesia Católica con los distintos niveles de gobierno, como también con
estados extranjeros y organizaciones de derecho internacional, se generan implicancias
legitimando la voz de un culto sobre otro en el espacio público, en tanto que sus
concepciones y acciones poseen un interés público que prevalece sobre otros sistemas de
creencias.
Sumado a esto si equiparamos por ley ingresos entre eclesiásticos y jueces, claramente,
desde el Estado, enviamos un mensaje distorsionante hacia la ciudadanía.
Por estos motivos es que solicito a mis pares que acompañen este proyecto.