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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS -CUM-


UNIDAD DIDÁCTICA: CIENCIAS CLÍNICAS
FASE I
DOCUMENTO SOBRE BIOSEGURIDAD

I. Transmisión de Enfermedades en el Trabajo:


A. Patógenos transmitidos por la sangre: Los trabajadores sanitarios tienen riesgo
de infectarse con patógenos transmitidos por la sangre como: virus de la hepatitis
B (VHB), virus de la hepatitis C (VHC) y virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH) por exposición profesional. Los cirujanos tienen un mayor riesgo debido a la
frecuencia de las heridas percutaneas que pueden tener lugar durante los
procedimientos quirúrgicos. Aunque la exposición profesional al VIH, es un
aspecto atemorizador de la práctica quirúrgica, en realidad, un cirujano tiene
mucho más riesgo de contagiarse por cualquier otro medio que por la práctica
profesional.

1. Riesgo de transmisión de enfermedades: El riesgo de transmisión de


enfermedades depende de varios factores entre los que se incluyen: la
prevalencia de la enfermedad en la población de pacientes, la frecuencia de la
exposición y la eficiencia de la transmisión de la enfermedad después de la
exposición. Para reconocer el riesgo de exposición profesional a patógenos
transmitidos por la sangre, el Centro para Control y Prevención de Enfermedades
ha establecido unas normas sobre prácticas universales del control de
infecciones. El seguimiento de estas normas es ahora obligatorio y está regulado
federalmente por la Administración de Salud y Seguridad Profesional.

2. Precauciones Universales: La normativa de la Administración de Salud y


Seguridad Profesional pone énfasis en el concepto de precauciones universales
asumiendo que todos los enfermos están potencialmente infectados con
patógenos transmisibles por la sangre. Por lo tanto deben tomarse estas
precauciones en todos los enfermos y en todas las ocasiones. Debe usarse en
todo momento protección de barrera para evitar que la piel o las membranas
mucosas entren en contacto con sangre o con fluidos corporales sanguinolentos.
Otros fluidos corporales que pueden transmitir infección por el VIH son: líquido
amniótico, pericárdico, peritoneal, pleural, sinovial o cefalorraquídeo, así como
semen y flujo vaginal. No se consideran con riesgo de infectar por VIH los
siguientes: saliva, esputo, lágrimas, orina, sudor, vómito y heces. Las
recomendaciones específicas son:

a. usar guantes: Cuando se espere entrar en contacto directo con sangre o


líquidos corporales sanguinolentos, cuando se toquen membranas mucosas o
piel no intacta o cuando se realice una punción venosa y otro procedimiento
invasivo.

b. usar mascarilla, protección ocular o ambos: Cuando haya riesgo de


salpicaduras de sangre o de otros líquidos corporales.

c. usar bata: cuando sea fácil que se manche la ropa.Ç


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3. Modificación de la conducta: Aunque las precauciones universales son un


elemento importante de prevención del riesgo, no evitarán la exposición asociada
a objetos punzantes como las agujas. Las heridas incisas son una fuente bien
documentada de transmisión del VHB. Las heridas producidas por agujas huecas
son el accidente más común que da lugar a la transmisión del VIH en
trabajadores sanitarios. Para evitar heridas incisas se recomiendan los siguientes
cambios de conducta:
a. Las agujas no deben ser dobladas ni reencapsuladas.
b. Uso habitual del doble guante en el quirófano. El doble guante disminuye el
riesgo de perforación y, en el caso de que ésta exista, hace que el inóculo sea
más pequeño.
c. Palpación de objetos punzantes. No se debe usar la mano para palpar los
objetos punzantes durante el acto de la sutura en el quirófano.
d. Agujas de sutura: deben usarse instrumentos en todo momento para sujetar las
agujas de sutura.
e. Cierre de heridas: la aproximación de los bordes de las heridas debe
practicarse sólo con instrumentos, nunca con las manos, ni aún enguatadas.
f. Bandeja de instrumental: debe colocarse una bandeja para el instrumental
entre el cirujano y la enfermera instrumentalista, de manera que los instrumentos
afiliados puedan colocarse en la misma en lugar de pasarse directamente.

4. VIH
a. Riesgo: El riesgo de exposición profesional al VIH ha sido evaluado
prospectivamente en ensayos multicéntricos. Estos ensayos revelan que la
sangre o los fluidos corporales sanguinolentos eran la fuente de infección en
todos los casos bien documentados. La herida por aguja (aguja hueca), es la
principal causa de infección profesional por VIH. El riesgo de infección por VIH
después de una exposición percutánea se ha estimado en un 0.3%. El riesgo de
infección después de una exposición mucocutánea es demasiado bajo para que
se pueda cuantificar, aunque se ha documentado infección por esta vía. En las
heridas por aguja, el riesgo de transmisión depende del volumen del inóculo, de
la cantidad de virus en la fuente, de la profundidad de la penetración y del tipo de
aguja (la aguja hueca presenta un mayor riesgo que la de sutura). No se han
documentado transmisiones por aerosoles, contacto casual o agujas de sutura
en el quirófano.

b. Forma de actuar en la exposición profesional:


1. Limpiar la herida inmediatamente con agua y jabón, o con un agene antiviral
eficaz.
2. Notificar la exposición al servicio de Medicina de la empresa.
3. Realizar en el paciente las pruebas adecuadas para diagnosticar una infección
por VIH, VHB o VHC, después de obtener el consentimiento informado.
4. Realizar una serología basal. Se debe evaluar al trabajador sanitario afectado,
por si hubiera una respuesta inmune previa frente al VIH, VHB o VHC.
5. Proporcionar consejo profesional.
6. Considerar quimioprofilaxis.
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c. Quimioprofilaxis:
1. Decisión de iniciar la quimioprofilaxis: Deberían sopesarse los factores de
riesgo de estar infectado frente a la toxicidad del tratamiento con antirretrovirales.
La quimioprofilaxis se recomienda tras una exposición percutánea de alto riesgo
con pacientes con infección HIV conocida. La quimioprofilaxis debería ofertarse
tras exposiciones de bajo riesgo con pacientes HIV conocidos. Tras la exposición
con pacientes con estado HIV desconocido, la decisión de realizar
quimioprofilaxis debería valorarse caso a caso.
2. Régimen de Profilaxis: Las últimas recomendaciones del Servicio Público de
Salud, son la combinación de zidovudina con lamivudina (EPIVIR), con la adición
del inhibidor de la proteasa indinavir para las exposiciones de alto riesgo. Estas
medicaciones deberían iniciarse lo más pronto posible tras la exposición y
continuarse durante cuatro semanas. Las dosis recomendadas son las
siguientes:
- zidovudina, 200 mg. v.o. tres veces al día
- lamivudina, 150 mg. v.o. dos veces al día
- indinavir, 800 mg. v.o. tres veces al día
d. Seguimiento: Deberían realizarse controles de VIH 6 meses después de la
exposición, tras los cuales la seroconversión es muy rara.
e. Riesgo de transmisión al paciente: Sólo ha habido un grupo de infecciones de
HIV asociadas con un trabajador de la sanidad infectado, pero este caso ha sido
muy publicado. Basándonos en los factores estadísticos, la tasa estimada de
transmisión del IV a los pacientes desde un cirujano infectado es
extremadamente baja, de 1 por cada 83,000 horas de cirugía.

5. VHB
a. Riesgo: Aunque tanto el VIH, como el VHB se transmiten de la misma forma, la
eficiencia de la transmisión del VHB es mucho mayor. La transmisión tras el
pinchazo con una aguja contaminada con sangre de un enfermo HBe Ag positivo
se estima en un 30%. De todas las formas, a diferencia del sida, la hepatitis B es
una enfermedad prevenible. Las siguientes medidas preventivas son muy
recomendadas:
b. Profilaxis
1. Vacuna de la hepatitis B: Todos los cirujanos deben vacunarse de la hepatitis B
a no ser que se demuestre inmunidad activa por medio de los niveles de
anticuerpos. La vacuna es recombinante o inactivada y se administra a los 0, 1 y
6 meses.
2. Título de anticuerpos: Aunque no se recomienda la monitorización rutinaria de
los títulos de anticuerpos, se deben comprobar después de una exposición
conocida al VHB para determinar si se requiere más tratamiento profiláctico. Un
título de anticuerpos por encima de 10 mlU/ml en los 24 meses antes de la
exposición se consideran protectores.
3. Globulina inmune de la hepatitis B: Se recomienda tras una exposición al
VHB, a no ser que los niveles de anticuerpos revelen inmunidad activa en el
trabajador sanitario.
c. Riesgo de contagio al enfermo: La transmisión del VHB del cirujano al paciente
está bien documentada (especialmente de cirujanos que son HBeAg positivos),
lo cual subraya la importancia de las mediadas de prevención. Los cirujanos que
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están activamente infectados o que son portadores del VHB deben consultar con
el comité de infecciones local del hospital antes de ponerse a operar.

6. Virus de la Hepatitis C (VHC): El virus de la hepatitis C es una patógeno de


transmisión sanguínea recientemente caracterizado. Se desarrolla hepatitis
crónicas en más del 50% de los adultos infectados.
a. Riesgo de transmisión a los trabajadores sanitarios: Se estima que el riesgo
de transmisión desde un paciente infectado al personal sanitario a través de una
exposición percutánea es del 3-10%. La transmisión a través de la vía
mucocutánea ha sido documentada, pero el riesgo no ha sido cuantificado.
b. Tratamiento postexposición: No existe vacuna para el VHC, y no se ha visto
beneficio con el tratamiento con inmunoglobulina y otro tratamiento profiláctico.
Tras una posible exposición al VHC, los trabajadores sanitarios deberían
realizarse un análisis basal de anticuerpos de VHC, seguido de la repetición del
análisis 6-9 meses después. El riesgo de transmisión secundaria del VHC desde
el personal sanitario expuesto a los pacientes mediante el contacto u otros
medios parece muy bajo.

B. Tuberculosis
1. Riesgo: La tuberculosis (TB) es un riesgo profesional para los trabajadores
sanitarios que está bien documentado. El reciente resurgir de la TB en la
población general y la aparición de cepas resistentes a los fármacos habituales
ha aumentado el riesgo. Un estudio reciente entre médicos del Barnes Hospital
demuestra que un 8.6% de la población estudiada había desarrollado una prueba
cutánea positiva. La vía principal de transmisión de la enfermedad es la vía
aérea.
2. Aislamiento respiratorio: Todos los pacientes con una TB activa deben
mantenerse en aislamiento respiratorio. El aislamiento respiratorio requiere que
el cuidado del enfermo tenga lugar en una habitación ventilada con presión
negativa y el uso de dispositivos de protección respiratorio adecuados. Las
mascarillas quirúrgicas no se consideran una protección respiratoria adecuada.
Aunque el aislamiento respiratorio es un elemento importante para limitar el
riesgo profesional de protección a la TB, los trabajadores sanitarios siguen
teniendo riesgo de exposición a al TB por causas no identificadas.
3. Seguimiento de la enfermedad y profilaxis:
a. Pruebas cutáneas anuales de TB: Son recomendables. Los médicos que
desarrollan una positivización de la prueba cutánea deben ser evaluados
mediante una placa de tórax, planteándose la posibilidad de realizar tratamiento
profiláctico.
b. Profilaxis: El tratamiento con isoniazida se considera efectivo para evitar el
desarrollo de una TB activa y se recomienda después la positivización de la
prueba cutánea. Se recomienda también el tratamiento para los trabajadores
sanitarios que están expuestos a la TB y tienen enfermedades médicas, tales
como: insuficiencia renal, diabetes e infección VIH, todas las cuales suponen un
aumento de riesgo de desarrollar una TB activa. La dosis de isoniazida es de 300
mg/día durante un año. Uno de los efectos secundarios de la isoniazida es la
toxicidad hepática.
BIBLIOGRAFÍA: Washington Manual de Cirugía. Hospital Manual. 2da. Edición. Marban.
Washington Universty. St. Louis. 2002.

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