Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
1006209260
Desarrollo.
Por supuesto Descartes no es ageno a este apuro que a afectado a la filosofia. Descartes
propone en la cuarta parte del discurso del método una manera novedosa de pensar,
propone un derrumbamiento de los conocimientos que antes tenía, puesto que piensa
desde un principio en un escepticismo que no es del todo infundado, porque para la
empresa que se propone necesita en primer plano dudar. Esta duda de conocimientos
anteriores es para Descartes su punto crucial para empezar su nueva filosofía, si se
permite, claro está, usar este concepto.
Sin embargo, el hombre no es del todo perfecto debido a que en él no hay del todo certeza,
porque si en un principio fuese así, no habria Lugar para la duda. Por este motivo es válido
pensar en la filosofia cartesiana por algo más que sólo el hombre, algo que en sí mismo
haya ese perfección buscada por Descartes. Entonces, ¿Quién es ese ser perfecto? Esta
pregunta es fácil de responder, el ser que en sí mismo esta la perfección es Dios, este ser,
según Descartes es el ser perfecto donde recae la demostración metafísica, porque como
sabemos el ser de Descartes es totalmente metafísico. De esta manera, la sustentación de
la verdad cae sobre Dios: “concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas,
esa misma regla recibe su certeza sólo de que Dios es o existe, y de que es un ser perfecto,
y de que todo lo que está en nosotros proviene de Él” (Descartes René, Obras, pág. 127,
Gredos). Todo lo está en nosotrso, esto referido a la verdad o a la posiblidad de
encontrarla porque Dios la puso ahí, así es necesario, dado el razonamiento en que la
verdad también esta en él y, por ende, es nuestro sustento.
En últimas, Descartes en su cuarta parte del discurso del método, se propone, en primer
lugar a contar el camino por el cual empezó a dudar de todo y se pensó a sí mismo con
sustancia pensante, como el ser que por medio de su razón y sólo por ella podría demostrar
cuáles cosas son dignas de tomar como verdaderas y dudar ante las otras. En segundo
lugar, tomar ese “yo pensante” como motor de búsqueda de la verdad y demostrar que los
sentidos nos engañan, y que sólo se puede confiar en la razón humana, en tercera
instancia, demostrar la existencia de Dios como fuente metafísica de el sustento de verdad
que se puede aplicar a lo real, también, revelar la naturaleza de ese ser divno.
Bibliografía: