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Tema 3. Ansiedad
La ansiedad es una sensación subjetiva que presentamos ante situaciones que valoramos
como amenaza o riesgo, ya sea por su carácter novedoso o imprevisto, o por la
intensidad del estímulo. Esta situación pone en alerta al cerebro, que es el encargado de
promover la respuesta adecuada. Algunas de estas respuestas se encuentran
«programadas» y son por tanto automáticas, mientras que otras se realizarán de manera
consciente.
En último caso, la parte consciente debería estar capacitada para moderar, dirigir y
poner punto final a las distintas reacciones desencadenadas por la situación
desencadenante. Como puede verse, se trata de un fenómeno tan antiguo como la vida
misma, cuya finalidad es utilizar al máximo nuestros recursos ya sea para enfrentarse al
«agresor» o para huir, pero teniendo siempre como objetivo de fondo el instinto de
supervivencia.
Así pues, ante una situación determinada, primero el cerebro la califica como
amenazante. Posteriormente pone en activación algunos circuitos cerebrales específicos,
y éstos desencadenan una respuesta fisiológica, a través de determinadas hormonas y
del sistema nervioso periférico, ordenada a defendernos del supuesto agresor.
Puede volver a servirnos el tradicional ejemplo de la reacción que tenemos cuando nos
encontramos ante un animal peligroso. Las alternativas habituales son: salir huyendo o
enfrentarnos a él. En ambos casos, y sin tiempo para plantearnos nada, se produce una
reacción en nuestro organismo dirigida a ponernos en las mejores condiciones para huir
o pelear. El corazón va más rápido para aportar más sangre a los músculos; las pupilas
se dilatan para intentar estar más atentos; la respiración tambiénse acelera para aportar
más oxígeno; la sangre se desplaza de los vasos de la piel a los del interior, por lo que
nos ponemos pálidos y con escalofríos, etc. Todas estas operaciones las realiza el ya
mencionado sistema nervioso autónomo, más en concreto una parte de este sistema
denominado sistema nervioso simpático. Frecuentemente, este agresor es manifiesto (el
animal peligroso), pero en otras ocasiones —y esto se podría entender como una
ansiedad más genuina— no existe tal agresor, y la ansiedad se presenta incluso en
situaciones de relax aparente. En estos casos, el desconcierto por la situación de alerta
creada y su malestar acompañante pueden actuar cerrando el circuito, y aumentando por
tanto la ansiedad inicial. Se trataría en este caso de lo que algunos han calificado miedo
al miedo o como miedo a un «enemigo sin rostro». La ansiedad normal suele acompañar
al proceso de crecimiento individual, a cambios y nuevas experiencias que van
sucediéndose a lo largo de su vida, y al propio descubrimiento por parte del individuo
de su identidad y del sentido de la vida.
La distinción entre ansiedad psíquica y ansiedad somática es más que nada teórica, ya
que en el fondose trata de las dos caras de un mismo fenómeno. La ansiedad psíquica se
refiere fundamentalmente al componente de preocupación, obsesión, miedo, necesidad
de búsqueda de ayuda, percepción de pérdida del control, etc. La ansiedad disminuye la
concentración y por tanto dificulta el aprendizaje; distorsiona las percepciones; reduce
la memoria, sobre todo por afectarse la capacidad de retención de nuevos datos; además
de alterar la capacidad de asociar o relacionar conceptos. La ansiedad somática, en
cambio, se refiere a las manifestaciones corporales: palpitaciones o aceleración del
ritmo cardíaco, temblor, escalofríos, hormigueos, sequedad de boca, sudoración,
dificultad para respirar o para tragar, sensación de inestabilidad, etc.
Esta relación tan estrecha entre ambos tipos de ansiedad se manifiesta en el hecho de
que cualquier idea, imagen o recuerdo que genere ansiedad psíquica, automáticamente
se manifestará por algunos o todos los síntomas somáticos mencionados. En el sentido
contrario, la percepción de los síntomas somáticos (temblor de las manos, voz quebrada,
rubor de la cara, etc.) desencadenará la aparición de ansiedad psíquica, al ser más
consciente la persona de la sensación de peligro, o por vergüenza ante la imagen que
pueda estar dando hacia el exterior.
La diferencia entre los dos tipos de ansiedad hace referencia al origen del
desencadenante de la ansiedad. Hablamos de ansiedad exógena cuando el origen se
encuentra en un estímulo exterior al sujeto, como una situación estresante en sí misma o
el efecto de alguna sustancia, por ejemplo los psicoestimulantes (como una dosis mayor
a la habitual al café). La ansiedad endógena estaría originada por el propio sujeto, ya sea
dentro de un trastorno de ansiedad o por una disfunción fisiológica (cambios
hormonales en torno a la menstruación, hipertiroidismo, etc.).
Por último, en los casos de ansiedad endógena existen algunas sustancias que cuando se
administran a estas personas desencadenan la ansiedad, como el ácido láctico, cosa que
ocurre con menos frecuencia en las personas con ansiedad exógena.
Como resumen, podemos decir que la reacción de activación que forma parte de la
ansiedad y el estrés puede ser una respuesta adaptativa cuando cumple una función para
la que, a lo largo del desarrollo filogenético, se ha venido desarrollando hasta formar
parte de nuestro repertorio psicofisiológico y conductual. Esta función no es otra que la
de actuar como mecanismo de atención, alerta, preparación y protección frente al
peligro. Es decir, se trata de una reacción que prepara o activa al organismo para dar
respuesta y solución a las demandas de la situación que evaluamos como
potencialmente peligrosa. En este sentido destacamos que la ansiedad (su componente
de activación), por sí misma, no es una reacción negativa o necesariamente patológica,
sino más bien todo lo contrario: cumpliría una función esencial para la supervivencia
del individuo, como mecanismo clave de alerta y preparación ante posibles peligros,
amenazas o exigencias ambientales, facilitando una serie de recursos excepcionales para
un afrontamiento rápido, ajustado y eficaz en situaciones límite. Pero la ansiedad puede
llegar a convertirse en una respuesta desadaptativa, y constituirse en un trastorno
psicológico altamente incapacitante. Debemos hablar entonces de la vertiente patológica
de una reacción natural. Para que esto se produzca, la respuesta de ansiedad mostrará las
siguientes características:
2. Sudoración.
3. Temblor o sacudidas.
5. Sensación de ahogo.
B. Al menos a uno de los ataques le ha seguido un mes (o más) de uno o los dos
hechos siguientes:
D. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (p.ej., los ataques
de pánico no se producen únicamente en respuesta a situaciones sociales
temidas, como en el trastorno de ansiedad social; en respuesta a objetos o
situaciones fóbicas concretos, como en la fobia específica; en respuesta a
obsesiones, como en el trastorno obsesivo-compulsivo; en respuesta a
recuerdos de sucesos traumáticos, como en el trastorno de estrés
postraumático; o en respuesta a la separación de figuras de apego, como en
el trastorno de ansiedad por separación).
Las crisis de pánico que se presentan en una situación fóbica consolidada se consideran
expresión de la gravedad de la fobia y ésta tiene preferencia para el diagnóstico. El
trastorno de pánico es el diagnóstico principal sólo en ausencia de cualquiera de las
fobias.
c) En el período entre las crisis el individuo debe además estar relativamente libre de
ansiedad aunque es frecuente la ansiedad anticipatoria leve. Incluye: Ataques de pánico.
Estados de pánico
Agorafobia
La agorafobia es miedo al miedo. Los agorafóbicos temen las situaciones que puedan
generarles sensaciones de ansiedad, miedo a la propia activación fisiológica y a los
pensamientos sobre las consecuencias de experimentarlas, como la idea de morir.
Este trastorno tiene un mayor porcentaje de pacientes mujeres que hombres. Entre un
1% y un 5% de la población española ha desarrollado un episodio psicológico
relacionado con la agorafobia durante su vida.
Al igual que otras fobias, el tratamiento más habitual es de tipo conductual o cognitivo-
conductual.
Síntomas
• Taquicardia.
• Ráfagas de calor/frío.
• Temblores.
• Mareo y vértigo.
• Sensación de irrealidad.
Cada persona experimenta toda una serie de respuestas fisiológicas en cada uno de sus
ataques de pánico, y lo que hace es buscar ayuda de la manera posible e inmediata para
salir de tal situación, para disminuir o cortar las emociones y que a su vez le mantenga a
salvo.
Lo que sucede en realidad es que aparece una subida brusca en la frecuencia cardíaca
para enviar más oxígeno a los tejidos y músculos del cuerpo, ya que nuestro organismo
se prepara para correr o luchar. Por lo tanto, más que provocar un accidente cardíaco, lo
que hace las subidas bruscas en la frecuencia cardíaca es fortalecer el corazón. Así, la
próxima vez que se note esta sensación se debe pensar que se ha iniciado un
entrenamiento de nuestro corazón.
Fisiológicamente, los desmayos son producidos por una bajada brusca de la presión
arterial. Si de pronto se desacelera el ritmo cardíaco, la sangre no llega con suficiente
fuerza a nuestro cerebro; entonces se produce un desmayo. Sin embargo, cuando se está
en un ataque de pánico, ocurre todo lo contrario: el corazón late con mayor fuerza y
aumenta la presión, con lo cual es muy difícil desmayarse en ese estado.
Algunas personas que tienen este miedo, quizás hayan pasado por algún desmayo real.
Si su caso es uno de estos, es interesante que compare cómo un desmayo es un
alejamiento progresivo de la realidad, como caer en un sueño profundo, mientras que en
el pánico es todo lo contrario; el cuerpo se encuentra «ultraacelerado» y lo que nunca
ocurrirá es desmayarse; si la adrenalina vaga libremente por las venas.
Cuando se está en pleno ataque de pánico, el organismo se prepara para correr o luchar;
así activa todo nuestro cuerpo para una mejor reacción ante el peligro y sobrevivir. En
este caso aumenta el campo visual dilatando nuestras pupilas para un mejor alcance
visual de nuestro enemigo. Como esto no sucede, la luz ambiental es demasiada para las
pupilas dilatadas, dando a su vez la peculiaridad de ver esas "lucecitas" vagas.
Por otro lado, cuando se cree que se va a perder la razón pensado cosas como "me
siento mal", "¿dónde estoy?", "aquí no hay salida", "algo me va a dar", "¿si hago el
ridículo?", "tengo que salir", "¿y si corro?", "pediré ayuda ¡ya!", "voy a tener...", etc. A
partir de ese momento la persona piensa que se está volviendo loca, que será un enfermo
mental, o quizás un esquizofrénico.
Otras personas creen que harán conductas extravagantes, ridículas o violentas que
pongan en peligro la integridad física de otras personas o de sí mismos, como: gritar,
tirarse al suelo, patalear, golpear, agredir o suicidarse. Esta sensación aparece por la
percepción de descontrol que se tiene al estar en pleno ataque de pánico.
Lo peor que puede pasar en esta situación es que la persona escape a un lugar seguro,
"poniéndose a salvo", y esto es algo que suele hacer voluntaria y conscientemente. En el
próximo ataque de pánico, no hay de que preocuparse, los músculos harán lo que solo se
decida hacer.
El verdadero miedo es que el ataque siga y siga y no pare; otras personas temen que el
próximo ataque no tenga fin. En este caso, es un buen momento para emplear la terapia
cognitiva-conductual; el pánico es fruto de malas experiencias, de aprendizajes
inadecuados. El sistema nervioso autónomo (cerebro) está diseñado para trabajar a alta
intensidad pero en cortos periodos de tiempo. Cuando el sistema simpático se activa,
también lo hace el parasimpático, que lo controla y lo frena. Un ataque de pánico, aún
sin técnicas de control, solo durará unos minutos.
Así que cuando se crea que nunca se superará el problema o que se quedará estancado
en el clímax del pánico, recuerde que es muy poco probable que esto suceda.
Lo primero a resaltar es que la ansiedad, pero sobre todo el pánico, solo aparece en
ciertas condiciones, provocado por situaciones, estímulos ambientales o corporales muy
específicos; siendo que las principales situaciones que existen en una persona
agorafóbica son las siguientes:
2- Ataque de pánico previsible en una situación segura. Este ataque surge a raíz de
estar muy activado emocionalmente, ya sea por alegría, estrés, tristeza, enfado o
preocupación, sin importar si se está en una situación donde la persona se sienta segura.
El miedo aumenta al sentir que no se puede tener un control repentino para cortar las
emociones y regresar a la normalidad.
4- Ataque de pánico por anticipación. Aquí la persona asegura que sufrirá un ataque
si es expuesta al estímulo disparador de ansiedad, lo cual hace que sufra el ataque aún
sin antes haber sido expuesta al estímulo. Esto sucede debido a que la persona siente
ansiedad momentos antes de su exposición, por lo que se anticipa a ella momentos antes
de enfrentarse, su ansiedad es tal, que culmina en lo que intenta evitar, pánico.
Crisis de angustia
Síntomas
• Fatiga
• Irritabilidad
• Inquietud al despertarse
La persona también puede presentar otros síntomas físicos, como tensión muscular,
problemas estomacales, sudoración o dificultad para respirar (MedlinePlus, 2016).
Fobia específica
• Espacios encerrados
• Volar
• Lugares altos
• Insectos o arañas
• Relámpagos
Síntomas
Estar expuesto al objeto de la fobia o incluso pensar en estar expuesto a dicho objeto
provoca una reacción de ansiedad.
Usted evita situaciones en las cuales se puede presentar contacto con el objeto o animal
que causa el miedo, por ejemplo, evitar conducir a través de túneles, si estos son su
fobia. Este tipo de evasión puede interferir con el trabajo y la vida social (Medlineplus,
1016).
Fobia social
Este miedo es reconocido por la persona que lo padece como excesivo e irracional y
habitualmente viene precedido de ansiedad anticipatorio, horas o incluso días antes de la
ocurrencia del acontecimiento social temido.
Para establecer el diagnóstico de fobia social, los síntomas han de persistir un mínimo
de seis meses en los personas mayores de dieciocho años, sin ser debidos a efectos
fisiológicos directos de una sustancia, ni a una condición médica general y sin ser mejor
explicables por otro trastorno psicológico.
– Urgencia urinaria
– Taquicardia/palpitaciones
– Tensión muscular,
Los fóbicos sociales que presentan ataques de pánico, manifiestan mayor miedo y
evitación de las situaciones sociales, más ansiedad somática, mayor malestar provocado
por la fobia y mayor susceptibilidad a la ansiedad y desesperanza.
• Temores básicos, que son: temor a ser observado, a sentir mucha ansiedad y a
tener un ataque de pánico.
• Temor a manifestar síntomas de ansiedad que puedan ser vistos por los demás
y/o interferir con la actuación.
Suele recurrirse también a conductas específicas para disimular el rubor (dejarse barba,
maquillaje), el miedo a temblar (llevar las manos en los bolsillos, no coger objetos en
presencia de los otros), el miedo a sudar (evitar ingerir alimentos calientes, llevar ropa
ligera), el miedo a desmayarse (apoyarse en una pared al sentirse mareado, o caminar
cerca de ella), el miedo a hacer ruidos con el estómago (distanciarse de otros, buscar
lugares o actividades ruidosas que lo enmascaren) etc.
Ante la imposibilidad de evitar la situación, pueden aparecer muecas, gestos de
inquietud, tartamudeo, silencios largos, etc.
La edad media de comienzo de la fobia social se sitúa en torno a los 15 años, en plena
adolescencia, un periodo crítico, debido a los sistemas de relaciones sociales que se
inician en esa etapa y que implican evaluaciones por parte de los demás ante las que
puede responderse con ansiedad. Frecuentemente, los adolescentes temen una
evaluación negativa y aquellos más vulnerables al estrés pueden manifestar ansiedad y
evitar las situaciones sociales. Es poco frecuente que el inicio de la fobia social se
produzca posteriormente a los 25 años.
Primero señalar que se trata de un trastorno por ansiedad y por lo tanto la lectura
relacionada con este tipo de trastornos siempre será útil para la correcta comprensión
del TOC.
Un ejemplo conocido de este trastorno, aunque tal vez no totalmente reflejado al tratarse
de una película, es "mejor imposible" dónde Jack Nicholson hace el papel
correspondiente al obsesivo-compulsivo.
Otra definición de obsesión relativamente parecida pero con algunos matices diferentes
es la de Dors, f. (1978): "Idea, temor, acto que se presenta repetidamente y es sentido
por el individuo como forzado, impuesto contra su voluntad."
Todas las definiciones van en una línea similar diferenciándose tan sólo en matices. La
que damos a continuación de Foa, Stekeete y Ozarow (1985) creemos que es muy
acertada sobre todo por la relación funcional entre obsesión y compulsión. Estos autores
sugieren "que el síndrome obsesivo compulsivo consiste en una serie de eventos
(manifiestos o encubiertos) que generan ansiedad; estos eventos reciben el nombre
de obsesiones. Para aliviar la ansiedad producida por las obsesiones se ejecutan una
serie de conductas (manifiestas o encubiertas); estas conductas las denominamos
compulsiones".
En la actualidad los profesionales nos solemos guiar por el siguiente cuadro que son los
criterios para el diagnóstico del trastorno obsesivo-compulsivo del DSM-IV (APA,
1994)
A. Obsesiones o compulsiones:
(4) La persona reconoce que los pensamientos, impulsos o imágenes obsesivos son un
producto de su propia mente (no impuestos como ocurre en la inserción del
pensamiento).
(2) Las conductas o acciones mentales están dirigidas a neutralizar o reducir el malestar
o algún acontecimiento o situación temida; sin embargo, estas conductas o acciones
mentales no están conectadas de forma realista con lo que están destinadas a neutralizar
o prevenir, o son claramente excesivas.
B. En algún momento durante el curso del trastorno, la persona reconoce que las
obsesiones o compulsiones son excesivas o irracionales. Nota: esto no se aplica a niños.
E. No es debido a los efectos directos de una sustancia (por ejemplo, drogas de abuso,
medicación) o de una condición médica.
Según Marks, y a nosotros nos parece una acertado diferenciación, pueden existir
distintas manifestaciones clínicas del trastorno:
Se da cuando el sujeto evita los estímulos que evocan el ritual. Aquí podemos
diferenciar:
B. Rituales de repetición: pueden repetirse las más extrañas secuencias, por ejemplo,
santiguarse siete veces, tener que repetir un determinado número ante un pensamiento,
seguir una secuencia de números pares en cualquier situación.
Puede darse el cuadro completo pero sin rituales visibles. En muchas ocasiones estos
están encubiertos y la persona actúa lentamente y como ensimismada por estar llevando
mentalmente una compleja tarea ritual. Sin embargo, suele darse de forma selectiva de
tal modo que el sujeto puede tardar horas en vestirse pero trabajar perfectamente.
3. Obsesiones
Cuando solamente se dan obsesiones sin ningún tipo de ritual (suele ser menos
frecuente)
Es mucho más frecuente de lo que en un principio pueda parecer, al menos las formas
menos graves de la enfermedad y parece no haber diferencias entre los sexos, dándose
más o menos por igual en hombres que en mujeres. La edad de comienzo suele ser en la
adolescencia o al principio de la edad adulta, sin embargo tampoco es raro que se inicie
en la infancia. Su curso suele ser crónico con oscilaciones. Puede llevar a un muy
importante nivel de deterioro y complicarse con depresión mayor y abuso de alcohol y
ansiolíticos.
Factores predisponentes
accidentes
atentados
secuestros
Síntomas
Estar aturdido
Inquietud motora
Mala concentración
Síntomas de desesperanza
Complicaciones
Existe una alta probabilidad de que los afectados por el estrés desarrollen además un
trastorno de estrés postraumático. También son comunes los trastornos de sueño, la
depresión, las crisis de pánico (acompañadas de taquicardias, sudoración…), además de
un deterioro social y laboral.
Por supuesto, no siempre es posible encuadrar a las personas dentro de estas categorías
diagnósticas, en ocasiones el trastorno adaptativo se presenta a través de quejas
somáticas, aislamiento social e inhibición.
No contar con un sistema de apoyo social, con amigos y familiares que estén a nuestro
lado en los momentos difíciles, también se ha relacionado con mayores probabilidades
de que se instaure un trastorno adaptativo.
Malestar intenso, que afecta la calidad de vida de la persona y que incluso puede
dar pie a ideas suicidas.
Para determinar que los síntomas son debidos a una enfermedad médica deben
cumplirse 2 criterios:
• Que esté presente una enfermedad médica a través de la historia, exploración física y
pruebas de laboratorio.
Aunque a veces no es fácil, hay que valorar la relación temporal entre la exacerbación o
remisión de los síntomas psiquiátricos y el tratamiento del trastorno físico así como la
existencia de referencias bibliográficas
bibliográficas de que dicha asociación se da con frecuencia, lo
que nos ayudará a considerar que una es consecuencia de la otra. Ante un cuadro de
ansiedad atípica en mayores de 40 años debemos siempre descartar enfermedad
orgánica.
Trastornos somatomorfos
Trastorno de
conversión
Trastorno de Trastorno
somatización Dismórfico
Hipocondría
Los trastornos somatomorfos son frecuentes, estimándose que entre un 25-75% de las
visitas al médico de atención primaria son debidas a problemas psicosociales con una
forma de presentación somática, es decir, con síntomas físicos. Pero por razón de que
los pacientes no aceptan que su problema sea emocional, sino orgánico, con frecuencia
los trastornos somatomorfos suelen subdiagnosticarse, se conocen poco y se tratan
mucho menos en los servicios psiquiátricos de los hospitales. De allí que los que son
diagnosticados basado en los criterios correctos, solo son aproximadamente el 5% de los
pacientes ambulatorios.
Por somatización
Criterios
los síntomas no pueden ser simulados para ganar atención u otra clase de ganancia por
enfermedad, y no pueden ser inducidos deliberadamente.
Conciencia somática
Proceso mediante el cual una persona percibe, interpreta y actúa sobre la información
proveniente de su propio cuerpo, ha agrupado el ámbito de estudios que abarcan el
campo de referencia a la percepción de las señales internas (Cioffi, 1991).
Somatomorfo indiferenciado
Criterios dignósticos
A. Uno o más síntomas físicos (p. ej., fatiga, pérdida del apetito, síntomas
gastrointestinales o urinarios).
1. tras un examen adecuado, los síntomas no pueden explicarse por la presencia de una
enfermedad médica conocida o por los efectos directos de una sustancia (p. ej., droga de
abuso o medicación).
2. Si hay una enfermedad médica, los síntomas físicos o el deterioro social o laboral son
excesivos en comparación con lo que cabría esperar por la historia clínica, la
exploración física o los hallazgos de laboratorio
E. La alteración no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej.,
otro trastorno somatomorfo, disfunciones sexuales, trastornos del estado de ánimo,
trastornos de ansiedad, trastornos del sueño o trastorno psicótico).
De conversión
El trastorno de conversión se caracteriza por tener un mal funcionamiento físico sin que
exista una enfermedad neurológica o médica.
Por ejemplo, alguien se puede volver temporalmente ciego debido al estrés de la pérdida
de un familiar cercano.
Las personas con este trastorno suelen poder actuar normalmente, aunque ellas afirman
que no. Se da una disociación entre la experiencia sensorial y la conciencia.
• Ceguera.
• Parálisis.
• Afonía.
• Mutismo total.
Síntomas
Síntomas motores:
• Retención urinaria.
• Distonía persistente.
• Desmayos.
Síntomas sensoriales:
Causas
Aunque se desconocen las causas exactas del trastorno de conversión, parece que los
síntomas se relacionan con la ocurrencia de un conflicto psicológico o de un evento
estresante.
También hay personas que se consideran en riesgo de desarrollar este trastorno, como
las que tienen una enfermedad, personas con trastornos de personalidad o personas con
trastorno disociativo.
Esto podría explicar que el trastorno de conversión se puede desarrollar tras una
situación amenazante, que pueda haber un grupo que desarrolla el trastorno y la
diferencia de género en la prevalencia (se da más en mujeres).
Diagnóstico
A) Uno o más síntomas o déficit que afectan a las funciones motoras voluntarias o
sensoriales y que sugieren una enfermedad neurológica o médica.
Diagnóstico diferencial
Si son descubiertas, las personas simuladoras tienen razones para simular los síntomas.
Pueden ser desde motivos económicos hasta intereses familiares o emocionales.
También existe el trastorno facticio, en el cual la persona simula los síntomas aunque no
tiene un buen motivo, más que recibir atención o librarse de responsabilidad.
Por otra parte, está el síndrome de Munchausen por poder, en el cual un padre afectado
utiliza formas de causar una enfermedad aparente en su hijo.
Sin embargo, no es poco común que los pacientes con enfermedades neurológicas
tengan también el trastorno de conversión.
Por ejemplo, la poca conciencia o preocupación por los síntomas se puede dar también
en personas con trastornos neurológicos. Asimismo, la agitación
Tratamiento
• Evitar responsabilidades.
Es importante señalar que puede ser un familiar el que este siendo beneficiado de los
síntomas de conversión.
Por ejemplo, existe el caso de una chica que sin causa física dejó de andar. A la madre
le convenía que su hija pasase mucho tiempo en un mismo lugar mientras ella trabajaba.
En estos casos es más complicado eliminar las consecuencias y pueden darse recaídas si
el familiar no es consciente del problema o no encuentra otras formas de recibir los
refuerzos positivos.
Pueden ser:
Factores de riesgo
Por dolor
- Trastorno por dolor asociado a factores psicológicos, en el que se cree que los
trastornos médicos identificablesϖ desempeñan una función escasa o nula en el
inicio, intensidad o persistencia del dolor.
- Trastorno por dolor asociado a factores psicológicos y una enfermedad médica
general, en el que intervienenϖ ambos factores y el dolor es desproporcionado
respecto a lo que cabría esperar de la enfermedad médica aislada.
Prevalencia
Diagnóstico diferencial
Los síntomas dolorosos pueden formar parte de trastornos facticios y por simulación,
estos pacientes representan erróneamente sus síntomas de manera intencionada y
describen también erróneamente sus antecedentes de enfermedades médicas
subyacentes (es posible identificar además una ganancia secundaria).
Tratamiento
Identificar y tratar todos los factores médicos identificables que contribuyen a los
síntomas dolorosos.
Hipocondría
5º) ¿Es cierto que presentan una mayor sensibilidad frente al dolor y eso les lleva a
exagerar sus dolencias?
Como decía, es cierto que puede haber miedo al dolor. El miedo hace que busquemos
indicios de aquello que tememos, para prepararnos a solucionar lo que se avecina, que
para nosotros es terrible. Eso hace que aquellos que tienen miedo al dolor busquen es su
cuerpo cualquier indicio de que puede haber dolor para evitar que llegue a más. Si
aparece la más mínima señal, que para otra persona hubiera pasado inadvertida, se
disparan todas las alarmas y aparecen síntomas de angustia y de ansiedad que causan un
malestar muy grande y hacen que el dolor se incremente. No es que exageren sus
dolencias, al añadirles ansiedad y angustia se hacen realmente peores y más
insoportables.
¿Estas personas suelen pasar por períodos de mucha angustia debido a que se sienten
incomprendidos?
¿Suelen evitar consulta a un profesional por miedo a que les descubra alguna enfermedad?
En efecto, muchos de ellos prefieren quedarse con una duda, que les llena de angustia y
ansiedad, a enfrentar la posibilidad de que les digan que están realmente enfermos. Los
que van al médico lo suelen hacer de forma repetitiva porque tienen la experiencia de
que cuando el médico les dice que no tienen nada se quedan momentáneamente
tranquilos, aunque por desgracia les dura poco.
¿Cómo se llega al diagnóstico? ¿Son necesarias pruebas exploratorias para descartar posibles
problemas físicos?
Lo primero que se hace es asegurar que no tienen ninguna enfermedad física. Una vez
que se ha descartado, si el paciente sigue con angustia, preocupación y dudas acerca de
su estado de salud, es conveniente estudiar la posibilidad de un trastorno psicológico.
Una vez que se detecta que un paciente es hipocondríaco y que accede al tratamiento. Se
definen claramente con el paciente los objetivos de la terapia, que son que pierda la
angustia y el miedo a la enfermedad que teme.
Para ello se plantean primero una serie de prohibiciones y tareas. Se le pide que no
acuda a más médicos ni a las urgencias hospitalarias, que no hable de salud ni de
enfermedad. Para esto es muy conveniente la colaboración de la familia del paciente,
también para que entiendan que lo suyo no es cuento, que tiene un problema real aunque
interpretado por todos como un problema que no existe. Una vez que se ha establecido
este marco fuera de la consulta comienza el tratamiento psicológico propiamente dicho.
Por ejemplo con la técnica de exposición a las sensaciones corporales, que consigue
que el paciente pierda el miedo a los síntomas que interpreta como enfermedad.
Aprende que si no huye de ellos, si no lucha contra ellos y los acepta, se pueden
convertir en sensaciones admisibles que nos permiten seguir con nuestras actividades
diarias sin mucho sufrimiento. Esta parte del tratamiento se realiza junto con un
entrenamiento en técnicas de manejo de ansiedad que facilitan la exposición.
Verse enfermo tiene en nuestra sociedad una connotación de debilidad. Por ello entrenar
al paciente en basar su autoestima en otros medios de valoración y se le entrena en
aumentarla.
Finalmente se trabaja para que el paciente pueda enfrentar con éxito otros problemas
que aparecen en su vida cotidiana: toma de decisiones difíciles, como cambio de
trabajo, separaciones, problemas de relación, etc. de forma que se pueda evitar que en el
futuro se le desencadenen situaciones de depresión o angustia continuada que le pueden
hacer recaer en sus problemas hipocondríacos.
En algunos casos los psicofármacos pueden ser una ayuda, sobre todo al principio del
tratamiento. En esos casos se requiere la intervención de un psiquiatra; pero hay muchos
otros en los que el paciente se puede manejar sin ellos.
Los estudios controlados que existen sobre este tratamiento, aunque no son definitivos,
son muy esperanzadores, mi experiencia clínica con él es que da muy buenos resultados.
En algunos casos los psicofármacos pueden ser una ayuda, sobre todo al principio del
tratamiento. En esos casos se requiere la intervención de un psiquiatra; pero hay muchos
otros en los que el paciente se puede manejar sin ellos.
Cuando uno está enfermo y la enfermedad es larga o grave, cambian nuestras relaciones
sociales y recibimos un impacto psicológico importante, además de la enfermedad
tenemos ansiedad, miedo, angustia. Si alguien está enfermo y angustiado puede
necesitar una ayuda psicológica para vivir un estado difícil y doloroso de forma más
entera, positiva y optimista. Aquellos que enfrentan su enfermedad con más tranquilidad
y optimismo tienen más posibilidades de mejorar. Nuestra sociedad empieza a
reconocer la importancia que puede tener el tratamiento psicológico en la superación de
algunas enfermedades, pero se tiene que generalizar todavía más y se tendría que ver
normal recibir un apoyo psicológico asociado al tratamiento médico. Si esto fuera así,
cambiaría la visión de que solo se va al psicólogo si se está muy loco.
Por otro lado, todos sabemos que el estrés y la ansiedad hacen más probables
enfermedades serias (de corazón, inmunológicas, etc.), por lo que una atención
temprana para atajar el problema antes de que aparezca es lo más recomendable.
Trastornos Psicofisiológicos
La ansiedad es una emoción natural, presente en todos los individuos, que resulta muy
adaptativa pues nos pone en alerta ante una posible amenaza. Esta reacción de alarma
implica una reacción deactivación fisiológica, en la que estarán implicadas muchas
respuestas del sistema nervioso autónomo (vísceras, piel, etc.), del sistema nervioso
motor (músculos voluntarios e involuntarios) y de otros sistemas.
Muchas veces la ansiedad se vive como una experiencia desagradable (por eso se le
llama emoción negativa), especialmente cuando alcanza una elevada intensidad, que se
refleja en fuertes cambios somáticos, algunos de los cuales son percibidos por el
individuo.
La alta intensidad de esos cambios corporales, la falta de control sobre las respuestas del
sistema nervioso autónomo (tasa cardiaca, sudoración rubor, respuestas gástricas,
dificultades respiratorias, etc.), así como la falta de información, pueden llevar a
algunos individuos a una sensación de miedo e incluso pánico, por la reacción que se
está produciendo en su organismo. A su vez, este miedo provoca ansiedad, activación
fisiológica, y por lo tanto, un mayor incremento de las respuestas fisiológicas.
Se produce así una reacción circular (círculo vicioso), por la cual cada vez el individuo
va a experimentar más ansiedad y más activación fisiológica.
Tanto por influencia genética, como por aprendizaje, los individuos somos diferentes a
nivel de reactividad fisiológica. Unos nos especializamos en un tipo de respuesta
fisiológica (por ejemplo, taquicardia, o ruborización, o sudoración excesiva, o molestias
gástricas, etc.), mientras que otros individuos se han especializado en otro tipo de
respuesta fisiológica.
Para explicar estas disfunciones orgánicas que cursan con niveles altos de ansiedad,
podríamos decir que se trata de una disfunción de un sistema orgánico (gástrico,
respiratorio, cardiovascular, motor, etc.) que está trabajando en exceso y mantiene esta
actividad demasiado tiempo. A su vez, el trastorno orgánico produce malestar
psicológico, produce más ansiedad y, por lo tanto, un aumento de la actividad de ese
sistema, aumentando así la probabilidad de desarrollar y mantener en mayor grado esta
disfunción orgánica. En la clínica psicológica podemos encontrar personas que
sufren arritmias, dolor crónico, contracturas musculares, asma, trastornos gástricos,
trastornos dermatológicos, etc.¿Por qué si se trata de trastornos físicos están en la
consulta psicológica? Porque presentan niveles muy altos de ansiedad que hay que tratar
también.
Otro ejemplo: una persona que discute mucho con su pareja, o con su jefe, que
permanece después mucho tiempo enojado, dándole vueltas a la discusión, a lo que dijo,
a lo que debió decir, a lo que debía hacer, etc., permanece mucho tiempo en tensión,
pero no resuelve esta tensión hablando, puede alcanzar altos niveles de presión arterial.
Los pacientes hipertensos tienen mayores puntuaciones en las pruebas que evalúan
ansiedad, e ira interna (ira dirigida hacia dentro, no expresada, rumiaciones, etc.)
En resumen, algunas respuestas fisiológicas se dan mucho más en unos individuos que
en otros. El estrés, la ansiedad, las preocupaciones tienden a incrementar las respuestas
fisiológicas en general. Pero se incrementan más aún las respuestas fisiológicas en las
que nos hemos especializado. Si se mantienen mucho tiempo estas altas tasas de
respuesta, es más probable que lleguemos a tener uno de estos trastornos o disfunciones.
También hay que tener en cuenta que muchas veces la preocupación por una respuesta
fisiológica que se muestra con una alta intensidad hace que se incremente más dicha
respuesta. En general, al prestar atención a las respuestas del sistema nervioso autónomo
(involuntarias) modificamos su tasa de respuesta. Así, por ejemplo, si nos dicen que nos
estamos poniendo rojos, nos ponemos más rojos.
Por último, decir que en la consulta psicológica se encuentra muchos casos de personas
que han hecho un "problema" de su tendencia a ruborizarse algo más que otros
individuos, o a sudar más. La exagerada importancia dada a estos factores suele llevar a
estas personas a tener que evitar situaciones, por ejemplo ante situaciones sociales, lo
cual constituye por sí mismo otro trastorno (por ejemplo, trastorno fóbico social).
Tipos:
o Cardiovascular
o Gastrointestinal
o Respiratorios
o Dermatológicos
o Aparato locomotor
o Genitourinario
o Disminución de la respuesta inmune