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Según las fuentes documentales del siglo XVI como Pizarro (1533), Santillan (1537),
Gonzalo Fernández de Oviedo (1537), Rodrigo Ruíz Díaz de Isla (1539), Cieza de León
(1553), Loayza (1586), Ávila (1598), José de Acosta (1590), Bartolomé de Las Casas
(1616), Monardes (16…), Gomara (16...), Antonio de Herrera (1615) y Guman Poma de
Ayala (1616); durante el Estado Inca o Tawantinsuyu (1460-1532 D.C.) existían centenares
de grupos humanos llamados “mitimaes” o mitmaq (prisioneros condenados a trabajos
forzados) que estaban organizados en ayllus o familias consanguíneas. Una forma de estas
organizaciones fue denominada piña-mitmakuna que hace alusión a una forma despreciable
de comunidades renegadas y subversivas. En ellas, los mencionados cronistas describen las
diversas patologías que les tocaron enfrentar a nuestros antepasados andinos. En muchos
casos las descripciones de las patologías están en nombres quechua y aymara, las cuales en
su momento tenían una fuerte connotación religiosa y obedecían a designios divinos, por
otro lado, estas dolencias fueron también tratadas por especialistas que utilizaban
determinadas técnicas e instrumentos en su terapéutica. Sin embargo, tener como referencia
única a estos documentos no nos proporciona la veracidad de los hechos (actores sociales y
enfermedades), ya que no los podemos ver.
LAS CRÓNICAS Y LA PALEOPATOLOGÍA ANDINA
Las crónicas son la exposición cronológica en prosa que narra la historia de una un pueblo,
un linaje real, una institución o una fundación individual (Ballesteros 1987).
Así tenemos que en 1533, el español Pedro Pizarro relata la frecuencia de indios migrantes
que adquieren el “mal de las narices” al internarse en los pisos ecológicos yunga y quechua,
anotando la siguiente descripción:
[...] los que entran en los Andes les da un mal en las narices a manera de Sancto Antón, que no tiene
cura, aunque hay algunos remedios para entretenelle, al fin les vuelve y los mata. Esto da a todos
los indios que entran, como no sean naturales nascidos y criados en estos Andes, y aún a los que
nascen en ellos, les toca a algunos este mal y por esta causa hay tan pocos […] (Pizarro 1571
[1917]: tomo VII).
En 1586, cuando el misionero Rodrigo de Loayza se internó en las estribaciones andinas
registró la siguiente observación:
[…] los indios cobran una enfermedad que llaman andeongo, que es como la del monte amazónico,
que les da en las narices, se las comen y crían en ellas gusanos
[…] (Loayza, 1586 [1889]: 592).
En este sentido, los terapeutas de esta región fueron denominados como: moscoc
(Médicos especialistas que interpretaban y adivinaban las enfermedades mediante los
sueños), hacacicuc o cuyricuc (Especialista médico en diagnosticar y terapéutica de
enfermedades auscultando las entrañas del cuy), calparicuc (Especilista que predecía las
enfermedades en las vísceras de los animales especialmente de la llama), virapiricos
(Médico que interpretaba las enfermedades en la grasa y hojas de coca, el humo indicador
de salud y/o enfermedad), achicoc (Leían la salud y enfermedad en los granos de maíz,
hachus o aillacos (Consultaban el porvenir, bienestar, salud por medio de granos de maíz o
excrementos de animales), socyac (Leían la salud y enfermedad en los pares o impares de
granos de maíz, buena o mala suerte), camascas (Curanderos, chamanes que habían
heredado su poder del trueno y otros para curar enfermedades),
huacapvillac (Médicos, adivinos y sacerdotes que hablaban con las huacas), tarpuntaes
(Especialistas médicos que hacían ofrendas a las huacas para predecir el bienestar de los
hombres), mallquivillac (Sacerdotes y médicos de los muertos que hablaban con los
espíritus de los antepasados para tratar las enfermedades), punchauvillac (Médicos y
sacerdotes que utilizaban los rayos solares para la terapéuticas de enfermedades), accac
(Especialistas que preparaban la chicha para los rituales, fiestas y ofrendas a las huacas
durante labores médicas y otras), pacharicuc (Médico, adivino de salud-enfermedad que
interpretaba a través de la posición de los pies de la araña), altomisayoc (Especialista
médico que usaba su «mesa» con poderes especiales de comunicarse con los apus, espíritus
y la pachamama para el bienestar de los hombres), pampamisayoc (Especialista de menor
rango médico que el anterior, restablecedor de salud que tiene como auxiliares a los
“aukis”), macsa o vilca (Era consultado por enfermedades y desgracias y también solicitado
para hablar con las huacas), ripiac (Hechicero que hacia el examen de los músculos para
pronosticar las enfermedades y adivinar el futuro), runatingui (Especialista en preparar
filtros, talismanes y amarres de plantas, plumas para tratar enfermedades), huksihampic
(Especialista en tratamiento de luxaciones, fracturas, sangrías e intervenciones quirúrgicas
simples y superficiales), cauchus o Runapmicuc
(Especialista en extraer la enfermedad mediante la succión o chupada), callahuayas
(Vendedores de hierbas, grasas de animales y otros remedios que recorrían los pueblos),
yatiri (Médico sabio restablecedor de la salud aymara), yachay (Especialista que dirige
y enseña el arte de curar), hampeq o hampicamayoc (Curandero que ejerce la medicina
tradicional mediante el uso del poder curativo de ciertos ritos o medicinas. Médico que
ejercía la medicina exclusivamente al servicio del inka o la nobleza), amauta (Sabio,
filósofo y botanista, conocía la medicina pero no la practicaba salvo en raras ocasiones),
shaman (Especialista de la tradición sanadora extásica que entra en trance con el fin de ver
la enfermedad y expulsarla. Se transporta entre lo visible e invisible), y layqa (Especialista
que practica para hacer daño, brujería, la magia negra, aplicando los principio de la magia
imitativa o contagiosa, puede causar el deterioro de la salud o su muerte, se dice es el
discípulo del supay).