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Jauretche escribió esta obra en 1957, en contexto del golpe de Estado de 1955,
denominado “Revolución Libertadora”, que derrocó al gobierno de Perón, y que
entre sus promotores se encontraban muchos universitarios.
Jauretche intenta explicar cómo fue posible que las clases universitarias posteriores
a la reforma del ’18 hayan sido complacientes tanto con el golpe del 1930 (que
derrocó a Hipólito Yrigoyen) como con el de 1955. Atribuye que este fenómeno se
debe a la conformación de la “intelligentzia” (término que va definiendo poco a poco
en el texto).
Plantea Jauretche: “¿Ignora el señor Montani que la capacidad de graduarse está dada
por el aguante del bolsillo paterno más que por la calidad del estudiante, pues no hay
burro que no se gradúe si el padre tiene lomo suficiente para aguantarlo?”.
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beneficio de sí misma. El estudiante debe saberse un producto de la colectividad a la
que debe servir y no creerse alguien por encima de la masa, sino parte de ella.
La Reforma Universitaria.
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El Fubismo y la “Intelligentzia”.
No ha habido golpe contra los intereses del país y del pueblo que no haya contado
con apoyo de la clase universitaria. Jauretche atribuye esto a la falta de
experiencia política de esos jóvenes, que los lleva a mirar con cierto desprecio a los
movimientos de masas, a las que ven como groseras, y respecto a las que se sienten
en una posición superior. Esto es lo que Jauretche denomina fubismo: ese narcisismo
intelectual y social que lleva al estudiante universitario a creerse superior al
común, impresionando en su casa y en su pueblo con su condición de universitario, que
lo jerarquiza por sobre sus hermanos y lo vuelve un “candidato especial” para las chicas
del barrio. Es así, sintiéndose situado por encima del común de las personas de su
medio habitual que se incorpora al estatus de “Intelligentzia”: un erudito libresco
e ideológico, enciclopédico, pero ajeno a la realidad concreta del país. Mira a la
sociedad desde arriba, sintiéndose tutor de ella, sintiéndose parte de aquellos que
deben dirigirla. Eso es la “intelligentzia”: la visión de la élite intelectual como un
estrato social distinguido (pero que, según Jauretche, poco contacto tiene con los
problemas de la sociedad).
El estudiante se libera del fubismo cuando empieza a sentirse hombre antes que
estudiante, hijo del país y hermano de sus hermanos antes que miembro de un
sector magistral. Cuando el grupo social estudiantil comienza a disolverse en la
multitud y sentirse parte de ella, comprende que solo aprende una técnica que lleva a
la profesión, de la misma forma que otras técnicas llevan al oficio o al negocio, a la
empresa o a la chacra. Cuando se demuele su condición de “élite” entiende el
estudiante que él no es la civilización contra la barbarie sino parte de una sociedad
real que se le ha presentado como bárbara. Cuando empieza a pensar como argentino
que es estudiante (y no como estudiante que es, además, argentino) perderá esa actitud
hosca que tenía hacia los movimientos de masa.
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buscaba mantener una posición “revolucionaria”. Se proclaman opositores
regulares de la oligarquía y el imperialismo, pero en los momentos críticos,
coinciden y cooperan con ellos. Es por eso que, en el ’30 y en el ’55, siempre
apoyaron a “la civilización”, porque ponerse del lado de los movimientos de masas
y del pueblo era algo que veían como equivalente a ponerse del lado de “la
barbarie”.
(El segmento titulado “Un ejemplar relicto”, es repetitivo y más de lo mismo, por lo
cual consideré inútil resumirlo. Lo podés ver en la página 8 del texto. Es muy corto).
El Arielismo.
Ariel fue el genio del aire en la obra La Tempestad, de Shakespeare. Era un espíritu
invisible, con alas, capaz de todo en homenaje a su dueño, Próspero. La contracara de
Ariel era Caliban, un ser maligno y demoníaco. De esa figura de Shakespeare se
apoderó José Enrique Rodó, intelectual icónico del hispanoamericanismo, para su libro:
Ariel, que da origen al “Arielismo”, una teoría intelectual que proponía que los
intelectuales adoptaran una perspectiva latinoamericana para analizar su propia
sociedad, su propia vida y su propia historia y rechazaran las ideas
extranjerizantes e imperialistas que les dictaba Inglaterra. “Ariel fue la palabra que
se alzó cuando la juventud hispanoamericana se sentía desorientada y derrotada frente a
la supremacía arrolladora de los Estados Unidos”.
Dice Jauretche: “El Arielismo permitió a los “Arieles” del Río de la Plata evadirse del
hecho concreto de la dominación económica de Gran Bretaña, combatiendo al Caliban
norteamericano que recién operaba por el Caribe para esas fechas. Los Arieles
antiyanquis gozaban de amplia publicidad por su hostilidad al Caliban norteamericano
todavía ausente por acá”. Básicamente, los intelectuales de la izquierda de la
“Intelligentzia” utilizaron a las ideas del Arielismo como un instrumento escapista
del compromiso nacional. Ariel es, en síntesis, la continuación inevitable del fubista
una vez que ha logrado el título profesional. Ausente y despreciativo de la realidad, su
actitud revolucionaria no le impide seguir mirando con desprecio la imagen
grosera y tosca del obrero que participa en movimientos populares: ese obrerito
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“peludista” (yrigoyenista) o descamisado (peronista) que ve como representación de la
barbarie que corresponde a la imagen histórica que tiene del país.