Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
18 de Marzo de 2018 Lucía se despidió del mundo en 19 palabras. No se puede decir que su
suicidio fuera fruto de un impulso, ya lo había intentado meses antes tomando un montón de
pastillas. A su madre le dijo ese mismo día “mamá, no puedo más”. A los 13 años llevaba dos
sufriendo bullying por parte de sus compañeros de clase. La llamaban gorda y aprovechaban su
debilidad para ensañarse con ella cada día.
Save the Children sitúa en el 10,6% el porcentaje de niñas y adolescentes españolas que han sufrido
acoso y en un 8% el de los chicos. El 1,6%, además, reconoce que lo padece constantemente. “Es
un problema muy grave. No solo porque el niño esté sufriendo, que desde luego, sino porque tiene
consecuencias en el futuro. Y las arrastrará de por vida si no tiene un tratamiento”, afirma María
Zabay, que acaba de presentar junto a Antonio Casado Todos contra el bullying (Alienta).
“Les dije a los padres de Lucía que la muerte de su hija no sería en vano”, explica Casado, que fue
contratado como abogado del caso por los padres de la menor. Catorce meses después, ese
compromiso se ha convertido en un libro en el que han recogido los testimonios de todos los
agentes implicados en el asunto, desde profesores a policía, pasando por la fiscalía, psicólogos o
jueces de menores. Con ellos han trabajado en un documento práctico que incluye herramientas de
prevención, consejos para detectarlo y tratarlo, así como una parte dirigida a los propios menores.
La obra ya ha sido calificada por el popular juez de menores Emilio Calatayud como un “libro
imprescindible para erradicar el bullying“.
Como afirma Zabay, el bullying puede arrastrar consecuencias de por vida, pero también, y cada
vez son más los casos, termina con el suicidio del menor, como ocurrió con Lucía. En España,
explican los autores del libro, no hay datos disponibles sobre el número de suicidios infantiles
debidos al acoso escolar, pero la OMS los cifra en más de 300.000 al año en todo el mundo. “Lo
que sabemos en España es que van en aumento y que se está disparando el consumo de ansiolíticos
entre los menores de 18 años”, asegura Casado.
Ofrecer al niño herramientas para evitar que se convierta en acosado (o acosador) es otra de las
claves que enfatiza Todos contra el bullying. “El entorno familiar es clave y aquí todos los extremos
son malos”, explica Zabay, que anima a los padres a “reforzar la autoestima de los niños, educarlos
y observarlos mucho”.
Los “extremos” de los que habla la autora van desde la sobreprotección a la falta de la misma y
pueden hacer tanto que el niño se sienta débil y más vulnerable frente al acoso o que quiera llamar
la atención y, para ello, haga daño a los demás.
El libro recoge ésas y otras muchas historias de jóvenes que en su momento fueron calificados de
diferentes y que son esas diferencias precisamente las que les han hecho triunfar. Desde Lady Gaga
a estrellas del fútbol como Messi y Cristiano Ronaldo o la cantante Taylor Swift. “Hay que
mostrarles a los niños que sólo quienes son diferentes hacen cosas distintas y que importa lo que
uno crea, no lo que piensen los demás”, subraya la autora.
Conseguir que un niño se sienta orgulloso de sus diferencias es a veces un paso efectivo hacia el fin
del problema, según Zabay. “Los acosadores suelen ser personas acomplejadas, muchos de ellos con
familias desestructuradas […], que eligen víctimas sensibles”, explica el libro. “Enfrentarse al acoso
de forma contundente descoloca al agresor”, señala.
No demonizar al acosador
Sin embargo, Zabay y Casado coinciden en que para que el problema cese a veces es necesario
también poner el foco en el acosador. “Salvo que sea un niño sociópata, los niños buenos, que son la
gran mayoría, cuando se convierten en acosadores es por algo. Puede que sus padres no les estén
prestando suficiente atención, porque aunque quieran no siempre lo hacen. También un niño
demasiado protegido se puede ver tan empoderado que se llegue a convertir en un tirano. A un niño
hay que educarlo, darle cariño, valorar sus virtudes y reprenderle. Y observarlo mucho”, incide
Zabay.
Por eso, la autora cree que “el bullying no se soluciona demonizando al acosador, sino buscando el
origen del problema”. Una de las maestras con las que hablaron para el libro, Ángeles Artes, dirige
su enfoque hacia las inseguridades del niño que agrede. “La clave es acercar a los niños. Imponerles
cordialmente una actividad juntos que les obligue a conocerse y les demuestre que lo importante es
estar con el otro. Tienen que entender al semejante”, explican en el libro.
Muchas aplicaciones facilitan la impunidad de los acosadores, como la red de moda entre los niños,
Thiscrush. Una plataforma a través de la que pueden recibir halagos y críticas, que pueden ser
firmados o anónimos y que dan alas a las críticas e insultos que se ceban con los más débiles. “Por
mucho que no nos gusten, no podemos restringir el uso de apps, por lo que es esencial que los
padres instalen herramientas de control parental”. Los expertos recomiendan Control Familiar,
Qustodio o Family Time.
Aunque la red aporte un anonimato a priori muy claro, los expertos aclaran que la clandestinidad de
los acosadores termina si hay una denuncia. “Si el caso de acoso termina en la policía, ésta rastrea la
IP del ordenador y determina cuándo, cómo y dónde se ha escrito el mensaje. Y ahí empiezan las
responsabilidades legales”, avisa Zabay.
Una de las reivindicaciones de los autores, que quieren hacer llegar a la Administración, es que se
establezca un protocolo común y de cumplimiento obligado para toda España. “Se habla de un
acuerdo de mínimos y aun así parece complicado. Nunca se ha hecho una mesa redonda con todos
los agentes implicados para hablar de cómo abordar el bullying“, explica Casado.
La solución pasaría, según los autores de Todos contra el bullying, por establecer medidas comunes
a todos los centros y que comiencen con la prevención implicando a todos, “como se ha hecho en
Finlandia, donde el método Kiva se fija en los niños que son testigos, para que protejan a la
víctima”, concluye Casado, que espera que este libro sirva para ayudar, al menos, a otros niños o
padres que se puedan encontrar como lo estuvieron Lucía y su familia.