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172/Grupo Vespertino
Rasgos de identidad, expresión cultural fronteriza del norte de México, contexto histórico-
cultural de producción y transculturación narrativa en “Misa fronteriza” de Luis Humberto
Crosthwaite.
Índice
Hay distintos referentes que sostienen dicha identidad, entre los que se encuentra el
territorio al que ésta se encuentra frecuentemente vinculada, como en el caso de las
identidades nacionales y regionales que sostuvieron los estudios sobre la cuestión
identitaria en sentido general, especialmente durante el siglo XIX, con el auge de los
nacionalismos y la conformación de los Estados nacionales. Para Ignacio González Varas
“la identidad cultural de un pueblo viene definida históricamente a través de múltiples
aspectos en los que se plasma su cultura, como la lengua, […] las relaciones sociales, ritos
y ceremonias propias” (43), en la anterior definición podemos encontrar algunos de dichos
rasgos, relacionados especialmente a cómo funcionan las interacciones de los individuos
dentro del sistema denominado como grupo social, como la música (parte del ritual y las
ceremonias), la lengua y otras prácticas de convivencia que brindan el sentido de
pertenencia a los individuos, aun cuando no necesariamente dicha comunidad esté
localizada geográficamente en un solo punto, tal es el caso de las migraciones o los
refugiados (Molano 73), donde, en varias ocasiones, la necesidad de arraigo y de establecer
conexiones con los referentes fundamentales de identidad acentúa dichas prácticas, como
en el caso particular de la frontera México-Estados Unidos.
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Oremos. Nos quitaron mucha tierra, luego nos echaron de esa tierra.
Quisimos regresar y todavía lo estamos haciendo. Nos golpean, nos dicen
puercos mexicanos, váyanse de aquí. Pero seguimos cruzando. Nos dicen
frijoleros grasosos, nada tienen que hacer en la tierra de la libertad. Pero
seguimos cruzando. Construyeron un muro de metal y dijeron con esto ya no
van a cruzar los puercos mexicanos. Pero seguimos cruzando. Levantaron
detrás de ese muro otra gran muralla de concreto y dijeron ahora sí, ahora sí
los vamos a detener. Pero seguimos cruzando (39).
En el fragmento anterior, que tiene la estructura de una liturgia católica, encontramos
referidos de modo poético-narrativo diferentes acontecimientos históricos en la relación
política entre ambos países, como la anexión en 1848 de gran parte del territorio mexicano
a los Estados Unidos tras la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, que puso fin a la
guerra entre ambos países y que determinó las características de la división geopolítica que
tendría una obvia influencia sobre la vida social, especialmente entre las propiedades de
alteridad y otredad que se desarrollarían en la Historia de dicha interacción, he ahí la
dimensión simbólica del espacio geográfico fronterizo que se profundizará con mayor
detalle en el capítulo 4. Sin embargo, la reflexión que se hace dentro del texto trasciende a
otros elementos del sentido histórico, que refiere a la conciencia crítica y analítica de las
problemáticas sociales (y sus determinadas consecuencias) del espacio limítrofe binacional,
que se desarrollan debido a dichos acontecimientos, como los abusos de parte de la patrulla
fronteriza que se acentuaron tras el ataque al World Trade Center de Nueva York en
septiembre del 2001 y la construcción y el reforzamiento del muro fronterizo; en esa línea
de ideas se denota el análisis literario de las implicaciones de la Historia sociopolítica de la
región el sentir de la comunidad fronteriza producto de ello, es decir, el vínculo afectivo y
de valor que conformará un elemento fundamental de la identidad de los individuos.
dualismo a otras dimensiones y a otros espacios específicos, de ahí que el aspecto dialéctico
de dicha alteridad sea aplicable a la relación entre el grupo social provisto de poder
económico y político y el que, carece de él: el estadunidense y el migrante mexicano,
especialmente el que no tiene documentos legales para residir en los Estados Unidos; por
ello, dentro del poema el carácter militante está presente durante toda la “liturgia” cuando
invita a la comunidad a cruzar a los mexicanos la frontera aún en contra de la legalidad
estadunidense: “Y si alguien les impide el paso, ustedes crucen” (Crosthwaite 47), es decir,
el carácter de la lucha entre dos arquetipos sociales se hace presente, constituyendo así
nuevas vías para el devenir de los acontecimientos, o para participar en la reafirmación de
ciertas tendencias. En ese sentido en la lógica del texto el sentido histórico tiene dos
funciones: la analítica que conforma visiones e identidad entre un grupo social específico y
la dialéctica que a través de la función ideológica del discurso literario a formar parte activa
del proceso histórico.
La identidad cultural también corresponde a una conciencia cultural del “yo” dentro
y fuera del grupo social en cuestión, estableciendo distinciones de los miembros de una
comunidad entre sí y en relación a otros grupos sociales, ya sean estos de índole regional,
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nacional o transnacional; por lo tanto dicha conciencia cultural implica más que un
reconocimiento del “yo” en el entorno, representa, entre otras cosas, la creación e
instalación de fronteras culturales (Flores 43), fronteras entendidas como espacios de
interacción con regiones culturales en los que las prácticas sociales del entorno inmediato
no pertenecen a la normatividad propia.
En “Misa Fronteriza” dicho sentido de comunidad es uno de los ejes rectores del
texto, el pueblo mexicano destinado a cruzar (y a asumir de modo personal, como lo
expresa Giddens a través del desarrollo del “yo” en la modernidad, época histórica en la
que se circunscriben las circunstancias descritas en el poema) la frontera, que puesta de
modo tangible e intangible respectivamente constituye un muro y un reto; es decir,
utilizando la alegoría del “pueblo de Israel”; el autor expresa de distintas maneras cómo la
colectividad debe cruzar la frontera; a través de los símiles discursivos con la Biblia, es
decir, como los israelitas deben liberarse del yugo egipcio y cruzar el desierto, en esa
unidad se manifiesta el sentido de fraternidad que el rito católico parodiado expresa.
Creo en una sola Frontera, tierra de nadie, espacio, área, río, muro: límite norte de
México, límite sur de Estados Unidos, república de enmedio, orilla del mar que no
es del todo agua y no es del todo arena, donde la esperanza y la desesperanza son
amantes y se toman de la mano sin importar lo que diga la gente; donde ciudades,
pueblos y ranchos se casan, se divorcian y se vuelven a casar. (34)
El hecho de incluir el término “creo”, reivindica el sentido personal del texto, lo que trae a
colación el vínculo afectivo que formará parte esencial para que sociológicamente se pueda
determinar el sentido de pertenencia. Asimismo refiere a los sentimientos que dicha ruptura
fronteriza genera en la unidad social que habita dicho espacio de interacción “donde la
esperanza y la desesperanza son amantes”, en ese sentido, la disyuntiva geográfica, lo es en
sentido simbólico produciendo una carga sentimental, que funciona como hilo conductor
del discurso en ese sentido. México y Estados Unidos adquieren tres dimensiones prácticas
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Anthony Giddens, sociólogo británico nacido en 1938, ganador del Premio Príncipe de
Asturias en las Ciencias Sociales en 2002, plantea, a lo largo de su obra, nociones generales
de la sociedad moderna, en las que analiza de manera específica los elementos
componentes de ésta, entre ellos, la idea del “yo” como autoconsciencia personal y la
manera en que éste se desarrolla y se configura ante el escenario moderno. En el capítulo
“Identidad del yo, historia, modernidad” del libro Modernidad e identidad del yo: el yo y la
sociedad en la época contemporánea, publicado en 1991, reflexiona acerca de la historia de
la reflexión y búsqueda del “yo”, explicando “que la búsqueda de la identidad del yo es un
problema moderno que tiene, quizá, sus orígenes en el individualismo occidental” (98). Es
decir, es precisamente en la etapa moderna de la Historia cuando el sitio del hombre ante la
sociedad, es cuestionado; elemento que reivindica el carácter personal de la identidad, y
pone en contraste la reflexión con otras etapas históricas, entre ellas, la época medieval,
donde según el autor: “el linaje, el género, el rango social y otros atributos decisivos
estaban relativamente fijados. A lo largo de los diversos estadios de la vida se producirían
cambios pero “estarían dirigidos por procesos institucionalizados y el papel del individuo
en ellos era relativamente pasivo” (98); habría que relacionar estas reflexiones al hecho de
que es también en la época moderna, especialmente durante el siglo XIX, a partir de la
Revolución Industrial y del desarrollo técnico que estableció la división del trabajo,
atendiendo a las capacidades particulares de los individuos, modificando la estructura
social, donde estos estudios adquieren su lugar dentro de las ciencias sociales. ¿Qué
implicaciones tiene esa noción evolutiva del individuo en la construcción del concepto de
identidad cultural? En que atender a esos procesos evolutivos explica parte fundamental de
la formación entre identidad e Historia además de reflexionar acerca de cómo es que el
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histórico y del “horizonte de expectativas” con que un lector determinado cuenta a la hora
de ejercer la lectura de un texto literario, y con ello, su actualización su renovación y
dinamismo constante de los significados que pueden encontrarse en un determinado texto.
En ese sentido, habría que establecer que en la lógica narrativa es el “yo” moderno y
fronterizo el que establece esas críticas y el que recurre como elemento discursivo y
pragmático, es decir, según la utilidad, a hablar desde la colectividad, la comunidad con la
cual comparte rasgos culturales que desde su individualidad analiza y reproduce para
establecer nuevos criterios de identidad o explicar la condición fronteriza, en ese sentido
ambas acciones son equivalentes: “Cuando ya haya logrado cruzar ese muro, dime ¿es
segura la felicidad” (Crosthwaite 34), la felicidad entendida como el vínculo afectivo con el
que el “yo” individual, reflexionando psicosocialmente cuestiona a los miembros de su
comunidad, sin embargo, cuando la alteridad se hace presente, como en lo referido al hecho
de cruzar ilegalmente la frontera, como una ruptura que rompe con lo establecido, y hace
del discurso un acto de militancia (o de lucha de clases visto desde una perspectiva
marxista superficial), entonces el autor dice, “pero seguimos cruzando” (39), utilizando el
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verbo en la segunda persona del plural para unificar como una tipología arquetípica a los
migrantes, o al mexicano en sentido general, cuando el sólo hecho de “soñar” con la vida de
Estados Unidos ya implica una traslación de dos espacios simbólicos a partir del ejercicio
crítico, que el lector entenderá de acuerdo a su horizonte de expectativas, es decir, de
acuerdo a la experiencia particular de su “yo” moderno dentro del sistema social, ejercerá
diversos criterios para establecer conexiones entre el texto y la realidad, negando esa
conexión o complementándola dotando de nuevos significados a los hechos relativos al
poema, ya sean narrativos o meramente poéticos: “Bienvenidos todos a esta misa fronteriza.
(Haciendo la señal de la cruz.) En el norte los Estados Unidos, en el sur México; en medio,
de este a oeste, una franja.” (33), en el fragmento anterior, se utiliza, como en la mayoría
del texto, la parodia de una parte del rito católico que refiere a la bendición, que, a pesar de
no tener una estructura narrativa, en la exclusividad de la función poética del lenguaje, el
“yo” lírico que expresa ese parlamento litúrgico, está nombrando, aunque de modo
concreto, la situación geográfica que explica la problemática que se tratará durante todo el
ritual paródico-religioso, en ese sentido, el “yo” contextualiza al lector para que éste
actualice el texto a su relación con las coordenadas citadas en ese llamado que implica el
inicio del rito.
Para el antropólogo mexicano Héctor Tejera, uno de los problemas más importantes en la
actualidad para comprender la diversidad mexicana es establecer métodos para
caracterizarla, es decir, establecer pautas para su estudio (47), planteando la necesidad, por
ejemplo, de poner especial atención, en los estudios sociales contemporáneos, del factor
regional, para analizar de manera particular fenómenos que en sí mismos se diferencian del
resto en el entorno “nacional”. Dicha pluriculturalidad, implica, entre otras cosas,
cuestionar la existencia de ese modelo nacional en tanto su supuesta homogeneidad,
abriendo la posibilidad de nuevas maneras de comprender el escenario territorial de
México, poniendo a la luz, nuevas dificultades de abordaje.
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En ese sentido, es necesario plantear que existen rasgos de la cultura cuya dificultad
para ser ubicados en el entorno nacional presenta problemas especialmente en el punto en
que se pretende delimitar la existencia de dicho fenómeno en el entorno nacional; es decir
en el reconocimiento de hasta dónde llegan los elementos, a qué dimensión tiempo-
espacial, geográfica e históricamente se cumple una cierta tendencia o una manifestación de
expresión cultural (como se verá más adelante en el capítulo 2). Ahora bien, ante ese
panorama de heterogeneidad, habría que determinar de modo operativo, según Tejera, si
existe una denominada cultura nacional, debido a que:
estado de bienestar, sin embargo, dicha postura establece la creación de una unidad, “el
compadre” comparte el mismo sentido de identidad que el personaje que enuncia, es decir,
el mexicano se vuelve un Todo en el momento en que establece “dejar su tierra” para
migrar hacia otra, es decir, la tierra que pertenece al mexicano es México en su conjunto, y
la problemática social de la pobreza económica y moral de México también es adyacente a
una visión holística del territorio mexicano, sin embargo, a la hora de establecer criterios de
interacción o de zona de conflicto, violencia y alteridad, se referirá al conjunto social como
los residentes específicamente de la frontera, debido a que, a pesar de que el espacio
simbólico y físico al que se le da tratamiento pertenece al territorio mexicano, es la
condición fronteriza el tema explorado.
mexicanos ejercen su capacidad de asombro ante el muro que se construyó para dividir dos
territorios geopolíticamente (en ese asombro se ve representada la valencia icónica de un
monumento físico, como el muro fronterizo, para establecer rasgos que se adscriban a los
sentidos histórico y de pertenencia a un determinado grupo social).
1.2.2 Migración
Entonces los golpes fueron para él, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete...
los tres migras se turnaron entre ellos. Y le dijeron todo tipo de vilipendios
en inglés. Lo golpearon hasta el cansancio, porque se decían entre ellos:
"¿Cómo vamos a dejar que un mexicano, un simple mexicanito se burle de
nosotros?". Y no dejaron de golpearlo hasta que llegó el silencio. Hasta que
el Chuy no respiró más. Sus compañeros creyeron que sufrirían el mismo
destino, pero la sed de los migras estaba colmada. Los subieron a una
camioneta, de esas que llaman perreras, y los retacharon para México (43).
(más adelante se verá la conexión de la fe, como un sistema de símbolos que genera
identidad) adscribiéndole un mote que refiere a un símil con el habla mexicana: Chuy, de
ahí que la identidad también a esté anclada a principios de asimilación lingüística, como la
utilización del verbo “retachar”; la focalización está expresada desde el lado mexicano,
como una confrontación dentro del espacio conceptual de la alteridad, como una
confrontación que tiene en su haber la identidad del grupo social que es asimétricamente
atacado dentro de los acontecimientos del proceso de migrar hacia Estados Unidos, es
decir, están conscientes de que ese territorio les es ajeno, y establecen pautas para reforzar,
durante el traslado, su identidad, refiriéndose al “sacrificio” Chuy, y de cómo sus
seguidores fueron “retachados para México”, recibiendo los golpes de los migras utilizando
el recurso de la similitud con los mártires cristianos contra el Imperio Romano, en ese
sentido, el traslado migratorio refuerza la identidad particular, debido a que se reconocen
los espacios simbólicos que se cruzan, se categoriza a los habitantes de cada uno y se
establecen formas relacionadas con “lo propio”, en este caso “lo mexicano”.
En ese sentido, es necesario analizar la condición crítica que se hace del fenómeno
dentro del texto, a través de explicar las asimetrías sociales y económicas que de esas
prácticas políticas se deriva, explicando entre otras cosas, que las dificultades a las que
estos mexicanos y fronterizos (como una reafirmación de la mexicanidad en sentido
general) se enfrentan para terminar decidiendo migrar hacia Estados Unidos, estableciendo
una miscelánea de fenómenos sociales alrededor de una misma región: “Fronteras entre
Estados Unidos y el resto del mundo, rueguen por nosotros. Fronteras de la pobreza, de la
necesidad, del olvido, rueguen por nosotros. Todos somos la misma frontera. Pero la mía
es la madre de todas ellas” (44). Es decir, se analiza a los Estados Unidos en su relación con
el mundo ante las circunstancias propias de un entorno globalizado y sus consecuencias, la
pobreza, la necesidad y el olvido, para después generar esa unidad internacional producto
de una forma de entender de modo crítico la condición fronteriza y sus implicaciones
(como se analizará con más especificidad en el capítulo 4):
Unidos genera problemas económicos que afectan la vida social de diversas regiones del
interior del país, pero especialmente de la zona fronteriza; en ese sentido se puede decir que
el “ser de Medio Oriente”, adquiere una similitud discursiva con el “ser mexicano”, en
tanto son víctimas del imperialismo estadunidense, de acuerdo a distintitas vertientes, que
pueden ir de lo militar hasta lo socioeconómico. En ese sentido, la identidad se fragmenta
en distintos elementos, compartiendo ese rasgo dos poblaciones distintas, reforzando esa
parte de la identidad y estableciendo conexiones entre ambos para reafirmar el sentido de
pertenencia a un espacio simbólico en tanto que comparten los motivos de crítica.
1.2.4 Religión
cultural aplicada en distintas vertientes, como la música, los ritos y las prácticas de
interacción social.
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Bibliografía Comentada
Appel, Esther Kravzov. «Globalización e identidad cultural .» Revista Mexicana de
Ciencias Políticas y Sociales (2003): 237-245. Impreso .
Este documento es útil para establecer conexiones entre el término de la Globalización
y la forma en que ésta se segmenta para establecer modificaciones en el entorno
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Giddens, Anthony. Modernidad e identidad del yo. Barcelona: Ediciones Península, 1991.
Impreso .
Constitución del concepto del "yo" y su influencia en la sociedad moderna, la
conformación de su cultura y el establecimiento de conexiones psicológicas para
comprender la identidad cultural.
Giménez, Gilberto. «Cultura, identidad y memoria.» Frontera norte (2009): 7-31. Digital .
Papel que juega la memoria histórica en la conformación de la plataforma identitaria
específica y a través de ella a la cultura en general.
Molano, Olga. «Identidad cultural un concepto que evoluciona.» Revista Opera (2008): 69-
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Revisión de los desafíos que enfrenta el concepto de identidad cultural en la
actualidad y terminología básica para contextualizarlo en América Latina desde el
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Tejera, Héctor. «La identidad cultural y el análisis regional.» Nueva Antropología (1992):
47-58. Digital .
Revisión metodológica de la integración del país en bloques para asumir hasta qué
punto geográfico y simbólico interviene la condición nacionalista en un país
segmentado debido a diversos fenómenos de índole social.