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Duelo, muerte y política: ¿La muerte tiene sentido? Los rostros desaparecidos.

Luis Felipe Zarama, Pontificia universidad javeriana. 2017


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A lo largo de este texto no espero responder la pregunta del encabezado. Sin embargo,
cabe preguntarse si los fines a los que se llega a la muerte tienen una razón de ser o si los
hombres realmente tenemos una razón para morir mas allá de la que se nos impone.
¿Cómo se sabe que la vida valió la pena lo suficiente como para morir? Tal vez, al
nosotros estar vivos, las respuestas a estas preguntas y todas la que tengan que ver con la
muerte y el acto de morir trascienden más allá de lo que concebimos como humanos y los
límites de nuestra imaginación, al final no hay mortal vivo que sepa lo que es morir y
quedarse muerto. La única forma que tenemos para hablar sobre la muerte es precisar y
sentir la que no es nuestra, hacer duelo y catarsis cuando alguien más muere.

Mientras esa persona muere uno inevitablemente piensa en su vida y de que fue
útil el en ella. Sus logros, fracasos y a que sirvió en vida humana. Mas allá de eso el sujeto
en cuestión no ha muerto del todo, porque aún no ha sido olvidado, su recuerdo es lo que
lo mantiene presente de otra manera. Y por medio del recuerdo también se puede llegar a
la catarsis. Mas sin embargo sabemos que existen personas que murieron y no pueden ser
recordadas, son el recalco del anonimato y de un desaparecido. En países tan marcados
con la guerra civil como Colombia, la abundancia de desaparecidos a través de décadas
de guerra nos ha desangrado en el colectivo general, al punto que nunca pudimos hacer
catarsis del recuerdo de la guerra y tampoco pudimos conocer y concientizarnos
totalmente de la muerte del desconocido, por la misma razón, de que es un desconocido,
y por serlo se le excluye del colectivo social. Nadie conoce al muerto.

Mi referente es un trabajo realizado por Edwin Sánchez llamado Desapariciones,


en el que se relata parte de la violencia causada por la guerra en Colombia,
específicamente el paramilitarismo. Mas allá de los relatos sangrientos queda una
incógnita al aire. ¿Por qué murieron los que murieron? ¿Son recordados? ¿O solo son
parte de la estadística que desangra a un país y nos tiene normalizados a olvidar a las
verdaderas víctimas de la violencia? Si vamos más a fondo, la insensibilidad del país
respecto a la guerra es porque hemos olvidado nuestros muertos. Y ese para mi es parte
del trasfondo de la violencia y del debate político sobre el fin de la guerra. Sin olvidar,
que esta es un problema que nosotros los acomodados de ciudad no hemos sentido.
Ninguno de nosotros ha vivido ni lo ha tocado la guerra, nosotros no hemos olvidado a
nuestros muertos ¿Con que derecho negamos la catarsis de las muertes olvidadas, si
nosotros somos los primeros verdugos morales de este frio problema social?

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